Andrea salió del Consultorio sonriendo mientras escuchaba al paciente quejándose en la camilla; todos los pacientes se quejan durante el tratamiento con la máquina de enemas y siempre es divertido escucharlos, y se dirigió a la Sala de Tratamientos A donde la Dra. Liliana había ido a preparar la próxima etapa de tratamientos.
En el camino Andrea escuchaba pasos yendo de aquí hacia allá y los demás sonidos de la Clínica. Era Enfermera aquí sólo desde hacía un par de meses y todavía disfrutaba de la novedad, el aroma del lugar, el golpeteo de sus tacos contra las baldosas del suelo, el modo en que las luces iluminaban las brillantes bandejas de acero inoxidable con el instrumental médico y los fríos artefactos y por supuesto los procedimientos que se practicaban a los pacientes. Este era su trabajo soñado, tratar a estos patéticos sumisos enviados por sus Amas para todo tipo de tratamientos, desde simples chequeos anuales hasta completas terapias de corrección de conducta. El equipo de la Clínica no era grande pero estaba ampliamente capacitado, cada una de ellas elegidas personalmente por la Dra. Liliana después de largos períodos de selección para asegurarse que cada una era la adecuada para el trabajar en una Clínica tan poco convencional. Había otras tres Enfermeras, todas trabajando en la Clínica bastante tiempo antes que Andrea.
Juana era la más antigua y la principal Asistente de la Doctora, aparentemente Juana contaba tanto con una formación profesional como práctica y frecuentemente quedaba a cargo cuando no estaba la Doctora. Ella conocía cada centímetro de la Clínica y podía recordar cada triste y desamparado rostro que había estado asegurado a una camilla aquí; sus anécdotas eran fabulosas y siempre le daba a Andrea algo en qué pensar cuando quedaba a solas.
Samanta y Laura habían sido seleccionadas hace aproximadamente un año para ayudar con la creciente demanda de los servicios de la Clínica, ambas jóvenes habían trabajado en una Clínica Privada y habían sido despedidas por "conducta inapropiada y poco profesional". El rumor era que habían tomado parte de una operación de tráfico ilegal de órganos y que las habían sorprendido en el Quirófano extirpando un riñón de un paciente, otro rumor dice que habrían estado haciendo extracciones de semen para venderlo a una agrupación clandestina de investigación que experimentaba con programas de fertilización asistida.
Y también estaba Andrea que había sido contratada apenas graduada de la Escuela de Enfermería. Ella había disfrutado de la Facultad pero en cuanto descubrió de qué se trataba la vida de una Enfermera "común", no le interesó ésa perspectiva. Por suerte, conoció a la Dra. Liliana una noche en una fiesta y además de descubrir que compartían una pasión por las prácticas médicas no ortodoxas, se convirtieron en buenas amigas.
Otro personal de la Clínica era Rosa, una mujer mayor que trabajaba en la Recepción y se ocupaba de las cuestiones administrativas. Nada pasaba en la Clínica sin que Rosa lo supiera y todo el personal excepto la Dra. Liliana estaban un poco intimidadas por ella, en un buen día era fría y severa pero en un mal día Rosa podía convertirse en una bruja malvada. Juana contó la anécdota de como una vez se le permitió a Rosa administrarle un tratamiento correctivo a un paciente, sus gritos podían oírse en cada pasillo de la Clínica y el pobre pasó dos semanas con curaciones en su ano debido a la "intervención".
Julia es la Anestesióloga. Es muy reservada y no es vista frecuentemente fuera del Quirófano. Una persona tranquila con la capacidad exacta de mantener al paciente en el correcto estado de sedación durante el tiempo que se desee simplemente con observarlo. Aparentemente sus "poco éticos" experimentos la habían dejado al borde de la prisión después de haber sido sorprendida en el Hospital en el que solía trabajar.
Finalmente estaban las Mucamas, tres o cuatro mujeres de gran contextura física que nunca hablaban y siempre parecían aparecer y desaparecer simplemente cuando la Dra. Liliana pensaba en ellas. No tenían otro rol en la Clínica que el de transportar a los pacientes; sea entre las numerosas habitaciones y celdas de la Clínica o de la ambulancia, comportándose de modo que a los pacientes les resulte complicado un simple intento de escapar; además de las tareas de limpieza.
Lo que convierte en única a esta Clínica, más allá de sus pacientes y tratamientos, es el hecho de que nadie utiliza su verdadero nombre. Todo el personal usa nombres falsos y las simples mucamas, ni siquiera éso.
Andrea llegó a la Sala de Tratamientos A y dió dos suaves golpes con sus nudillos a la puerta cerrada.
- Adelante! - llegó la voz de la Dra. Liliana del otro lado.
La Sala de Tratamientos A era una de las favoritas de Andrea. Fundamentalmente se usaba para medicina experimental diseñada para comprobar cada aspecto de la respuesta de los pacientes a todo tipo de estímulos y sensaciones. Había una gran camilla en el centro de la habitación, con tapizado turquesa y grandes estribos ginecológicos y apoya-brazos que podían ajustarse a cualquier posición; la camilla se adecuaba a cualquier procedimiento. Una vez asegurado el paciente allí ninguna parte de su cuerpo quedaba a salvo. Después estaban las filas de gabinetes con puertas de cristal transparente que dejaban ver una colección de instrumental, equipos y artefactos con el único objetivo de provocar dolor, placer o ambos. Andrea todavía disfrutaba aprender el uso de casa uno de ellos. También estaba la gran colección de indumentaria sanitaria adornando la pared detrás de la puerta; batas quirúrgicas y delantales de látex, PVC e incluso de cuero. Finalmente todo tipo de guantes para examinación y estériles y barbijos de todo tipo prolijamente alineados en sus cajas sobre el mostrador.
- Ah, Andrea, cómo sigue el paciente? - Liliana estaba examinando el instrumental y el resto del equipo porque ya había preparado la camilla con las indispensables cintas de sujección.
- Es bastante manejable, lo dejé conectado a la máquina de enemas y me parece que es de los que se quejan y se sacuden... - respondió Andrea con las manos en los bolsillos de su guardapolvos blanco.
La Dra. Liliana se sonrió con la información.
- Bien, sabía que este paciente tenía una patología severa desde el momento en que su Ama me empezó a explicar la situación y me alegra no haberme equivocado hasta ahora.
Andrea sintió la sonrisa dibujarse en su rostro como si fuera algo contagioso, Liliana siempre provocaba ése efecto en ella y era una de las principales razones por las que disfrutaba tanto trabajar para ella. La Dra. Liliana no sólo era una brillante y abnegada profesional sino que también era muy inteligente y sensible, además de ser absolutamente hermosa. Andrea realmente nunca había estado tan interesada en otra mujer pero Liliana era especial, quizá en el momento y la circunstancia adecuada.... Andrea abandonó sus pensamientos antes que la avasallaran.
- Tiene un diagnóstico preliminar Doctora? Cree que la patología es severa?
Liliana no levantó la mirada pero Andrea pudo ver sus ojos brillar a medida que sus ideas tomaban forma en su cabeza.
- Este es un paciente especial, no estaba haciendo chistes cuando dije que debería permanecer internado permanentemente. De hecho creo que su condición bien podría resultar la pieza que le falta a mi investigación.
Andrea quedó intrigada instantáneamente, la Doctora pocas veces hablaba de su invertigación.
- Oh Doctora, de qué manera?
- Bueno - reflexionó Liliana - Sus respuestas a nuestra revisación inicial resultaron extremadamente prometedoras pero lo que más me sorprendió fue su nivel de evidente estimulación durante todo el proceso. Decime, mantuvo la erección cuando lo seguiste examinando?
Poco pudo hacer Andrea para evitar sonrojarse y se auto reprimió por la poco profesional reacción.
- Sí Doctora, el paciente es facilmente manipulable más allá de su evidente incomodidad.
La Dra. Liliana se dirigió hacia los percheros y comenzó a examinar detenidamente las batas de cirugía disponibles con una sonrisa sádica en el rostro.
- Me gustan los pacientes cuando es fácil adivinar lo que piensan. Lo quiero atado en la camilla un rato, necesito revisar cada centímetro de su cuerpo.
El corazón de Andrea se aceleró, con suerte le permitirían ser Asistente durante los procedimientos.
- Sí Doctora. Necesita algo más? - preguntó esperando no perecer demasiado ansiosa.
- Sí, de hecho necesito algo más - respondió Liliana mientras elegía una bata de cirugía verde - Deciles a Juana y a Samanta que se ocupen del resto de los turnos que tenemos esta tarde, le quiero dedicar toda mi atención al paciente nuevo. Y pedile a Rosa que se asegure de iniciar el proceso de informar al Ama que su sumiso va a permanecer internado por tiempo indeterminado.
- Muy bien Doctora, y me atrevo a sugerir indicarle a las Mucamas que preparen una celda para nuestro nuevo paciente.
- Excelente sugerencia Enfermera, una vez que te hayas ocupado de ésas cuestiones el paciente debería haber terminado con el ciclo de enemas, terminá de revisarlo y traelo para acá.
Andrea asintió, pero antes de retirarse decidió intentar obtener algo más de información dada la buena predisposición de la Dra. Liliana.
- Puedo preguntar qué tiene pensado para el paciente Doctora?
- Bueno Enfermera - dijo Liliana mientras empezaba a ponerse la bata de cirugía que inmedíatamente se adaptaba a su espléndida figura - el placer y el dolor son sensaciones complejas que pueden originar reacciones muy distintas en cada sujeto. La habilidad de manipular confiablemente ésas sensaciones tiene un potencial increíblemente rentable - la expresión de sadismo se hizo un poco más evidente - Pretendo someter al paciente a tantas pruebas como sea posible y registrar los resultados. Luego quiero examinar todo su cuerpo, y tomar muestras de todos sus tejidos.
- Entonces, lo vamos a someter a cirugía?
- Por supuesto! Y antes que lo preguntes: sí, lo voy a necesitar consciente durante buena parte de la operación, pero él no necesita estar al tanto de ése detalle por ahora. Y ya fueron suficientes preguntas, Enfermera vaya a hacer su trabajo!
- Sí Doctora, ya mismo - Andrea giró sobre sus tacos y se abocó a sus tareas, una fresca ola de excitación se sacudía dentro de ella agitada por la idea de lo que estaba por suceder.
En el camino Andrea escuchaba pasos yendo de aquí hacia allá y los demás sonidos de la Clínica. Era Enfermera aquí sólo desde hacía un par de meses y todavía disfrutaba de la novedad, el aroma del lugar, el golpeteo de sus tacos contra las baldosas del suelo, el modo en que las luces iluminaban las brillantes bandejas de acero inoxidable con el instrumental médico y los fríos artefactos y por supuesto los procedimientos que se practicaban a los pacientes. Este era su trabajo soñado, tratar a estos patéticos sumisos enviados por sus Amas para todo tipo de tratamientos, desde simples chequeos anuales hasta completas terapias de corrección de conducta. El equipo de la Clínica no era grande pero estaba ampliamente capacitado, cada una de ellas elegidas personalmente por la Dra. Liliana después de largos períodos de selección para asegurarse que cada una era la adecuada para el trabajar en una Clínica tan poco convencional. Había otras tres Enfermeras, todas trabajando en la Clínica bastante tiempo antes que Andrea.
Juana era la más antigua y la principal Asistente de la Doctora, aparentemente Juana contaba tanto con una formación profesional como práctica y frecuentemente quedaba a cargo cuando no estaba la Doctora. Ella conocía cada centímetro de la Clínica y podía recordar cada triste y desamparado rostro que había estado asegurado a una camilla aquí; sus anécdotas eran fabulosas y siempre le daba a Andrea algo en qué pensar cuando quedaba a solas.
Samanta y Laura habían sido seleccionadas hace aproximadamente un año para ayudar con la creciente demanda de los servicios de la Clínica, ambas jóvenes habían trabajado en una Clínica Privada y habían sido despedidas por "conducta inapropiada y poco profesional". El rumor era que habían tomado parte de una operación de tráfico ilegal de órganos y que las habían sorprendido en el Quirófano extirpando un riñón de un paciente, otro rumor dice que habrían estado haciendo extracciones de semen para venderlo a una agrupación clandestina de investigación que experimentaba con programas de fertilización asistida.
Y también estaba Andrea que había sido contratada apenas graduada de la Escuela de Enfermería. Ella había disfrutado de la Facultad pero en cuanto descubrió de qué se trataba la vida de una Enfermera "común", no le interesó ésa perspectiva. Por suerte, conoció a la Dra. Liliana una noche en una fiesta y además de descubrir que compartían una pasión por las prácticas médicas no ortodoxas, se convirtieron en buenas amigas.
Otro personal de la Clínica era Rosa, una mujer mayor que trabajaba en la Recepción y se ocupaba de las cuestiones administrativas. Nada pasaba en la Clínica sin que Rosa lo supiera y todo el personal excepto la Dra. Liliana estaban un poco intimidadas por ella, en un buen día era fría y severa pero en un mal día Rosa podía convertirse en una bruja malvada. Juana contó la anécdota de como una vez se le permitió a Rosa administrarle un tratamiento correctivo a un paciente, sus gritos podían oírse en cada pasillo de la Clínica y el pobre pasó dos semanas con curaciones en su ano debido a la "intervención".
Julia es la Anestesióloga. Es muy reservada y no es vista frecuentemente fuera del Quirófano. Una persona tranquila con la capacidad exacta de mantener al paciente en el correcto estado de sedación durante el tiempo que se desee simplemente con observarlo. Aparentemente sus "poco éticos" experimentos la habían dejado al borde de la prisión después de haber sido sorprendida en el Hospital en el que solía trabajar.
Finalmente estaban las Mucamas, tres o cuatro mujeres de gran contextura física que nunca hablaban y siempre parecían aparecer y desaparecer simplemente cuando la Dra. Liliana pensaba en ellas. No tenían otro rol en la Clínica que el de transportar a los pacientes; sea entre las numerosas habitaciones y celdas de la Clínica o de la ambulancia, comportándose de modo que a los pacientes les resulte complicado un simple intento de escapar; además de las tareas de limpieza.
Lo que convierte en única a esta Clínica, más allá de sus pacientes y tratamientos, es el hecho de que nadie utiliza su verdadero nombre. Todo el personal usa nombres falsos y las simples mucamas, ni siquiera éso.
Andrea llegó a la Sala de Tratamientos A y dió dos suaves golpes con sus nudillos a la puerta cerrada.
- Adelante! - llegó la voz de la Dra. Liliana del otro lado.
La Sala de Tratamientos A era una de las favoritas de Andrea. Fundamentalmente se usaba para medicina experimental diseñada para comprobar cada aspecto de la respuesta de los pacientes a todo tipo de estímulos y sensaciones. Había una gran camilla en el centro de la habitación, con tapizado turquesa y grandes estribos ginecológicos y apoya-brazos que podían ajustarse a cualquier posición; la camilla se adecuaba a cualquier procedimiento. Una vez asegurado el paciente allí ninguna parte de su cuerpo quedaba a salvo. Después estaban las filas de gabinetes con puertas de cristal transparente que dejaban ver una colección de instrumental, equipos y artefactos con el único objetivo de provocar dolor, placer o ambos. Andrea todavía disfrutaba aprender el uso de casa uno de ellos. También estaba la gran colección de indumentaria sanitaria adornando la pared detrás de la puerta; batas quirúrgicas y delantales de látex, PVC e incluso de cuero. Finalmente todo tipo de guantes para examinación y estériles y barbijos de todo tipo prolijamente alineados en sus cajas sobre el mostrador.
- Ah, Andrea, cómo sigue el paciente? - Liliana estaba examinando el instrumental y el resto del equipo porque ya había preparado la camilla con las indispensables cintas de sujección.
- Es bastante manejable, lo dejé conectado a la máquina de enemas y me parece que es de los que se quejan y se sacuden... - respondió Andrea con las manos en los bolsillos de su guardapolvos blanco.
La Dra. Liliana se sonrió con la información.
- Bien, sabía que este paciente tenía una patología severa desde el momento en que su Ama me empezó a explicar la situación y me alegra no haberme equivocado hasta ahora.
Andrea sintió la sonrisa dibujarse en su rostro como si fuera algo contagioso, Liliana siempre provocaba ése efecto en ella y era una de las principales razones por las que disfrutaba tanto trabajar para ella. La Dra. Liliana no sólo era una brillante y abnegada profesional sino que también era muy inteligente y sensible, además de ser absolutamente hermosa. Andrea realmente nunca había estado tan interesada en otra mujer pero Liliana era especial, quizá en el momento y la circunstancia adecuada.... Andrea abandonó sus pensamientos antes que la avasallaran.
- Tiene un diagnóstico preliminar Doctora? Cree que la patología es severa?
Liliana no levantó la mirada pero Andrea pudo ver sus ojos brillar a medida que sus ideas tomaban forma en su cabeza.
- Este es un paciente especial, no estaba haciendo chistes cuando dije que debería permanecer internado permanentemente. De hecho creo que su condición bien podría resultar la pieza que le falta a mi investigación.
Andrea quedó intrigada instantáneamente, la Doctora pocas veces hablaba de su invertigación.
- Oh Doctora, de qué manera?
- Bueno - reflexionó Liliana - Sus respuestas a nuestra revisación inicial resultaron extremadamente prometedoras pero lo que más me sorprendió fue su nivel de evidente estimulación durante todo el proceso. Decime, mantuvo la erección cuando lo seguiste examinando?
Poco pudo hacer Andrea para evitar sonrojarse y se auto reprimió por la poco profesional reacción.
- Sí Doctora, el paciente es facilmente manipulable más allá de su evidente incomodidad.
La Dra. Liliana se dirigió hacia los percheros y comenzó a examinar detenidamente las batas de cirugía disponibles con una sonrisa sádica en el rostro.
- Me gustan los pacientes cuando es fácil adivinar lo que piensan. Lo quiero atado en la camilla un rato, necesito revisar cada centímetro de su cuerpo.
El corazón de Andrea se aceleró, con suerte le permitirían ser Asistente durante los procedimientos.
- Sí Doctora. Necesita algo más? - preguntó esperando no perecer demasiado ansiosa.
- Sí, de hecho necesito algo más - respondió Liliana mientras elegía una bata de cirugía verde - Deciles a Juana y a Samanta que se ocupen del resto de los turnos que tenemos esta tarde, le quiero dedicar toda mi atención al paciente nuevo. Y pedile a Rosa que se asegure de iniciar el proceso de informar al Ama que su sumiso va a permanecer internado por tiempo indeterminado.
- Muy bien Doctora, y me atrevo a sugerir indicarle a las Mucamas que preparen una celda para nuestro nuevo paciente.
- Excelente sugerencia Enfermera, una vez que te hayas ocupado de ésas cuestiones el paciente debería haber terminado con el ciclo de enemas, terminá de revisarlo y traelo para acá.
Andrea asintió, pero antes de retirarse decidió intentar obtener algo más de información dada la buena predisposición de la Dra. Liliana.
- Puedo preguntar qué tiene pensado para el paciente Doctora?
- Bueno Enfermera - dijo Liliana mientras empezaba a ponerse la bata de cirugía que inmedíatamente se adaptaba a su espléndida figura - el placer y el dolor son sensaciones complejas que pueden originar reacciones muy distintas en cada sujeto. La habilidad de manipular confiablemente ésas sensaciones tiene un potencial increíblemente rentable - la expresión de sadismo se hizo un poco más evidente - Pretendo someter al paciente a tantas pruebas como sea posible y registrar los resultados. Luego quiero examinar todo su cuerpo, y tomar muestras de todos sus tejidos.
- Entonces, lo vamos a someter a cirugía?
- Por supuesto! Y antes que lo preguntes: sí, lo voy a necesitar consciente durante buena parte de la operación, pero él no necesita estar al tanto de ése detalle por ahora. Y ya fueron suficientes preguntas, Enfermera vaya a hacer su trabajo!
- Sí Doctora, ya mismo - Andrea giró sobre sus tacos y se abocó a sus tareas, una fresca ola de excitación se sacudía dentro de ella agitada por la idea de lo que estaba por suceder.
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