Hola! gracias por responder con sus comentarios! todos felices y contentos, hasta yo xD. Disfruten de más aventuras.
Más tarde, cuando volvimos de ese delicioso paseo familiar, Tifany se veía más avergonzada que de costumbre.
Cuando vio a Celia, mi hermana se fue con ella y la saludó con una serie de sensuales besos y luego la muy tierna se puso a llorar mientras la abrazaba con fuerza. Manuel, Julia y yo miramos como si fuéramos los culpables de un asesinato por haber inducido a que Tifany tuviera sexo conmigo frente a ellos.
—Creo que las cosas no salieron como lo esperaba —dijo Julia.
Hasta yo sabía que era mejor dejar que mi hermana asumiera lo que había hecho y decidiera si hacer lo correcto. Yo esperaba que sí y que aceptara unirse a nuestra práctica, porque francamente, la idea de volver a tener su boca entre mis piernas me ponía loca.
—¿En dónde está Lilian? —Preguntó mamá.
—En su cuarto —contestó Celia—. Alejandro les llamó a unos amigos y se fue con ellos.
—¿En serio? Pensé que se quedaría.
—Creo que tuvo una pequeña pelea con Lilian.
Fuimos a ver a la chica y la encontramos en su cama, echa un ovillo mientras escuchaba música con su teléfono. Nos sentamos al borde del colchón. Manuel le dio una palmadita cariñosa en el trasero y mamá le movió el hombro.
—¿Qué pasó?
—Alejandro es un imbécil.
—¿Por qué?
—Pues... —nos miró como si no supiera si debía contarnos. Mamá le sonrió.
—Si hemos decidido seguir la senda del amor filial, no hay nada que pueda avergonzarnos.
—Es que... intenté hacerlo con Alejandro. Eso era obvio ¿verdad? Pero él ya no quería. Nos peleamos y se fue.
—¿Eso hizo ese cabrón? —Preguntó Manuel, visiblemente molesto—. Tendré que hablar con él.
—Lo haremos todos —replicó mamá—, ya es hora de poner las cartas sobre la mesa.
—Lo siento. Yo sólo... quería disfrutar un poco más.
En ese momento mamá sonrió.
—Creo que mi esposo puede complacerte en eso ¿no, cielo?
—¿Yo? No sé si sea el momento para ello.
Lilian miró a Manuel con asombro, como si la idea de tener sexo con él le resultara extraña. No obstante, se limpió una lagrimita y se sentó con las piernas dobladas.
—¿Lo harías?
—Es sólo por atrás —le dijo mamá—, y es Lilian.
—Lo sé, es sólo que a mis ojos sigues siendo una niña.
—Pero ya no lo soy —replicó ella—. Quiero hacerlo.
Padre se estaba resistiendo majestuosamente, pero no lo logró por mucho tiempo. Lilian cruzó los brazos por debajo de sus hermosos senos. Sus pezones rosados se veían apetitosos, moría por tenerlos en mi boca.
—Puedo hacerlo con ustedes —sugerí, mordiéndome el labio—, es que... sería interesante.
—¿Y tú, mamá?
—Yo debo ir a ducharme y descansar.
Mamá se despidió con sendos besos en nuestras bocas y se fue del cuarto. Manuel y nosotras nos quedamos a solas y en silencio durante un rato, sentados en la cama sin saber qué hacer. Él nos miraba de hito en hito, algo avergonzado y yo no comprendía por qué, si no era la primera vez que íbamos a intimar.
—Entonces... ¿vamos a hacerlo o no? —les pregunté a los dos. Lilian y mi padre se vieron las caras.
—Está bien —dijeron al unísono.
—Eso es —me apuré a quitarle a papá la camiseta y los pantalones. Se recostó sobre la cama con el pene en una erección parcial.
A mi hermana se le hizo la boca agua al verlo. Lo noté en la lujuriosa mirada que le estaba echando. Papá abrió un poco sus piernas y comenzó a masturbarse lentamente. Nosotras miramos mientras nos quitábamos la ropa. Poco a poco, esa verga empezó a ganar tamaño, a bombear sangre hasta que se puso tan erecta como un mástil. Entre nosotros surgió una sonrisa cómplice que invitaba, de nuevo, a desafiar las normas sociales. A dejarnos llevar por el más puro y morboso placer de tener sexo con la familia.
Primero comencé yo, que me acomodé justo entre sus piernas y sin dudarlo me llevé su miembro a los labios. ¡Dios! Cuánto lo quería. Me llenaba la boca en su totalidad. No me lo podía meter más adentro como quisiera, pero lo poco que entraba me daba gusto. Cerré los ojos y casi olvidé que Lilian estaba conmigo.
—¡Me toca! —farfulló mi hermana como si me estuviera quitando un dulce.
Me hice a un lado y ella ocupó mi lugar. Con una sonrisa feliz, ella tomó la polla de Manuel en sus delgados dedos. Luego pretendió metérselo en la boca, pero como ella tenía una mandíbula algo más pequeña que la mía, tuvo ciertos problemas en acomodar ese trozo de carne. Cuando finalmente lo logró, cerró sus ojos y lo deslizó suavemente dentro de su garganta. Era una imagen casi graciosa.
—Creo que no es una posición muy cómoda para una garganta profunda.
—Pero quiero intentarlo.
—Sólo mamá sabe hacer la garganta profunda —le recordé.
—Me da igual que hagan. Sólo chupen —exclamó papá, gozando de lo rico cuando la lengua de su hija le lamió los testículos.
Yo sonreí y me fui detrás de Lilian. Hice que se pusiera a gatas sin que se quitara el pene de la boca. Se me ofreció una perfecta vista de su trasero, le abrí los pliegues de su sexo y resbalé mi lengua por su intimidad, que ya estaba goteando de néctares azucarados. Formó pequeñas gotitas de miel que yo restregué con mi lengua.
Bebí de mi hermana durante un rato mientras me tocaba el clítoris con ambas manos. Lilian gimoteó. Yo me sentía tan jugosa que mis deseos por ser penetrada por atrás fueron muy lejos. O quizá yo debería penetrar a alguien. Rápidamente salí del cuarto y fui en dirección a mi alcoba para buscar mi dildo de plástico.
Cuando regresé al cuarto, Lilian y papá practicaban un sincronizado 69.
—¡Ay! ¡Quería meterte esto!
—Te atrasaste —dijo ella con una risita coqueta y siguió mamando, apurada en brindar un placer bucal tan grande, que no importaban mis deseos. La imagen que padre e hija conformaban era tan... hermosa y sublime. Un cuerpo poderoso y masculino debajo de una chica dulce y cabello revuelto y humedecido por el sudor.
—Bueno... al menos métemelo a mí.
—Estoy ocupada ¿que no ves?
—¿Y qué hago yo?
—Puedes esperar.
¡Pff! Incluso en el sexo nos peleábamos como las hermanas que éramos.
Pero mi espera no duró mucho. Lilian se compadeció de mí y me dijo que me recostara sobre la cama en la posición del perrito. Lo hice encantada, ofreciéndole mi trasero mojado. Ella se colocó detrás de mí con el dildo en la mano, lamiéndolo para lubricarlo. Papá esperaba de pie, masturbándose.
—Hagamos una cadena ¿vale? Papá me la mete a mí y yo a ti.
—De acuerdo.
Lilian tenía buenas ideas. Apoyé la cabeza en la almohada y levanté el trasero. En seguida sentí cómo mi hermana usaba el juguete contra mí y. Advertí un diminuto hilo de saliva tibia resbalando y luego, los gemidos cuando papá empezó a penetrarla a ella por detrás. Eso me calentó en exceso. Creí que moriría cuando ella empezó a meter y a sacar el consolador, primero despacio y enseguida más rápido. Miré hacia atrás y vi que mi coqueta hermana se reía mientras papá le daba por detrás. Sus pechos se mecían encantadoramente y su pelo iba y venía cubriéndole la cara.
Estuvimos así durante un rato hasta que finalmente me llegó el turno. Ahora sí que iba a sentir de lo rico. Me monté sobre papá y con ayuda de Lilian dirigí su pene a mi trasero. Debido al dildo, estaba dilatada lo suficiente como para que ese mástil se perdiera en mi interior. Mientras tanto, Lilian se sentó encima de la cara del hombre, ofreciéndole su sexo. Estando frente a mí ahora, me tomó de las mejillas y me plantó un beso en la boca. Manuel le ofrecía un buen sexo oral y yo me sentía a punto de reventar con esa verga entrando y saliendo de mi cuerpo.
Los quejidos de Lilian eran delicados. Tenía las piernas separadas y la sus nalgas estaban apoyadas en el rostro del esposo de Julia.
Después decidimos probar algo diferente, así que me recosté boca abajo. Lilian se acostó sobre mí, besándome el cuello y la espalda. Papá frente a nosotras se masturbaba ágilmente.
—Te quiero Jennifer —dijo mi hermana. Me di media vuelta y ella se puso a horcajadas sobre mí. Posó sus palmas sobre mis pechos y amasó suavemente, jugando con mis pezones mientras yo sentía sus jugos calientes mojándome el ombligo.
—Tijeras —dijo el hombre.
Nosotras nos miramos. Primero separé mis piernas y acomodé a Lilian entre ellas. Nuestras vaginas entraron en contacto. Las melazas de mi hermana y las mías se mezclaron de una forma exquisita y comenzamos a frotarnos entre sí. Luego desviamos la vista hacia nuestra entrepierna, donde nuestros labios se proyectaban los unos contra los otros y dejaban entre sí pequeños hilos de nuestra humedad.
Finalmente, Manuel, que se estaba masturbando como loco, dijo que se iba a correr.
—Hazlo aquí —señalé y él acercó su pene justo en el punto donde nuestros sexos estaban en contacto. Allí descargó un chorro blanco que bajó sobre mi monte de Venus y se confundió con las delicias que tenía mi hermana dentro de su coño. No dejó una sola gota dentro de sus testículos, y ahora, con esa sustancia para lubricarnos más, Lilian y yo seguimos haciendo tijeras, embarrándonos de papá y masturbándonos ágilmente.
Al otro lado de la puerta, Tifany le avisó a papá de que tenía una llamada.
—Ah, voy ahora mismo —papá se colocó una toalla y salió del dormitorio.
—¿Qué hacen? —nos preguntó mi hermana.
—¡Ven! —le pidió Lilian, y aunque lo dudó un segundo, Tifany cerró la puerta tras de sí y tímidamente se acercó a la cama —¿No crees que la vagina de Jennifer es riquísima?
Tifany se sentó al borde de la cama y comenzó a acariciar la espalda sudorosa de nuestra hermana menor.
—Esto sí me gusta —admitió—. Prefiero ver a dos chicas chupándose el trasero que a mis padres haciéndose cosas.
—Entonces ¿te nos unes?
—No lo sé.
—Prueba la de Lilian —le sugerí—. Es un tanto especial.
—¿Y por qué?
—Pues... está muy apretada.
—Clar.
—Tienes que hacerlo —repliqué.
—Creo que me abstendré por ahora.
—Eso sí que no —le gritó Lilian y rápidamente se lanzó sobre Tifany. Ella se resistió pero no por mucho tiempo porque cuando su hermana la besó en la boca, se dejó querer.
Tifany abrazó a Lilian por la cintura y correspondió a sus besos de una forma más romántica que lujuriosa. A ella sí que le fascinaban las mujeres.
Lentamente levantó el cuello de la chica y le dio de besos afectuosos por toda la piel hasta bajar a sus senos. Yo me quedé inmóvil, mirando a Tifany se chupar los pezones rosados de la muchacha marcándolos con su saliva.
—Listo, eso es todo lo que conseguirán de mí.
—Pero ¿cuándo tendremos sexo las tres? Somos hermanas, por favor, chicas. Hemos jugado juntas desde que éramos unas niñas —chilló la pobre Lilian.
Cuando ella se fue, Lilian volvió a acostarse sobre mí. Nos dimos unos besos inocentes en la boca mientras reíamos como niñas.
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Comenten! me encantaría oír sus fantasías xD. qué les parece otros seis comentarios para el siguiente cap? no todo es paja jaja.
Más tarde, cuando volvimos de ese delicioso paseo familiar, Tifany se veía más avergonzada que de costumbre.
Cuando vio a Celia, mi hermana se fue con ella y la saludó con una serie de sensuales besos y luego la muy tierna se puso a llorar mientras la abrazaba con fuerza. Manuel, Julia y yo miramos como si fuéramos los culpables de un asesinato por haber inducido a que Tifany tuviera sexo conmigo frente a ellos.
—Creo que las cosas no salieron como lo esperaba —dijo Julia.
Hasta yo sabía que era mejor dejar que mi hermana asumiera lo que había hecho y decidiera si hacer lo correcto. Yo esperaba que sí y que aceptara unirse a nuestra práctica, porque francamente, la idea de volver a tener su boca entre mis piernas me ponía loca.
—¿En dónde está Lilian? —Preguntó mamá.
—En su cuarto —contestó Celia—. Alejandro les llamó a unos amigos y se fue con ellos.
—¿En serio? Pensé que se quedaría.
—Creo que tuvo una pequeña pelea con Lilian.
Fuimos a ver a la chica y la encontramos en su cama, echa un ovillo mientras escuchaba música con su teléfono. Nos sentamos al borde del colchón. Manuel le dio una palmadita cariñosa en el trasero y mamá le movió el hombro.
—¿Qué pasó?
—Alejandro es un imbécil.
—¿Por qué?
—Pues... —nos miró como si no supiera si debía contarnos. Mamá le sonrió.
—Si hemos decidido seguir la senda del amor filial, no hay nada que pueda avergonzarnos.
—Es que... intenté hacerlo con Alejandro. Eso era obvio ¿verdad? Pero él ya no quería. Nos peleamos y se fue.
—¿Eso hizo ese cabrón? —Preguntó Manuel, visiblemente molesto—. Tendré que hablar con él.
—Lo haremos todos —replicó mamá—, ya es hora de poner las cartas sobre la mesa.
—Lo siento. Yo sólo... quería disfrutar un poco más.
En ese momento mamá sonrió.
—Creo que mi esposo puede complacerte en eso ¿no, cielo?
—¿Yo? No sé si sea el momento para ello.
Lilian miró a Manuel con asombro, como si la idea de tener sexo con él le resultara extraña. No obstante, se limpió una lagrimita y se sentó con las piernas dobladas.
—¿Lo harías?
—Es sólo por atrás —le dijo mamá—, y es Lilian.
—Lo sé, es sólo que a mis ojos sigues siendo una niña.
—Pero ya no lo soy —replicó ella—. Quiero hacerlo.
Padre se estaba resistiendo majestuosamente, pero no lo logró por mucho tiempo. Lilian cruzó los brazos por debajo de sus hermosos senos. Sus pezones rosados se veían apetitosos, moría por tenerlos en mi boca.
—Puedo hacerlo con ustedes —sugerí, mordiéndome el labio—, es que... sería interesante.
—¿Y tú, mamá?
—Yo debo ir a ducharme y descansar.
Mamá se despidió con sendos besos en nuestras bocas y se fue del cuarto. Manuel y nosotras nos quedamos a solas y en silencio durante un rato, sentados en la cama sin saber qué hacer. Él nos miraba de hito en hito, algo avergonzado y yo no comprendía por qué, si no era la primera vez que íbamos a intimar.
—Entonces... ¿vamos a hacerlo o no? —les pregunté a los dos. Lilian y mi padre se vieron las caras.
—Está bien —dijeron al unísono.
—Eso es —me apuré a quitarle a papá la camiseta y los pantalones. Se recostó sobre la cama con el pene en una erección parcial.
A mi hermana se le hizo la boca agua al verlo. Lo noté en la lujuriosa mirada que le estaba echando. Papá abrió un poco sus piernas y comenzó a masturbarse lentamente. Nosotras miramos mientras nos quitábamos la ropa. Poco a poco, esa verga empezó a ganar tamaño, a bombear sangre hasta que se puso tan erecta como un mástil. Entre nosotros surgió una sonrisa cómplice que invitaba, de nuevo, a desafiar las normas sociales. A dejarnos llevar por el más puro y morboso placer de tener sexo con la familia.
Primero comencé yo, que me acomodé justo entre sus piernas y sin dudarlo me llevé su miembro a los labios. ¡Dios! Cuánto lo quería. Me llenaba la boca en su totalidad. No me lo podía meter más adentro como quisiera, pero lo poco que entraba me daba gusto. Cerré los ojos y casi olvidé que Lilian estaba conmigo.
—¡Me toca! —farfulló mi hermana como si me estuviera quitando un dulce.
Me hice a un lado y ella ocupó mi lugar. Con una sonrisa feliz, ella tomó la polla de Manuel en sus delgados dedos. Luego pretendió metérselo en la boca, pero como ella tenía una mandíbula algo más pequeña que la mía, tuvo ciertos problemas en acomodar ese trozo de carne. Cuando finalmente lo logró, cerró sus ojos y lo deslizó suavemente dentro de su garganta. Era una imagen casi graciosa.
—Creo que no es una posición muy cómoda para una garganta profunda.
—Pero quiero intentarlo.
—Sólo mamá sabe hacer la garganta profunda —le recordé.
—Me da igual que hagan. Sólo chupen —exclamó papá, gozando de lo rico cuando la lengua de su hija le lamió los testículos.
Yo sonreí y me fui detrás de Lilian. Hice que se pusiera a gatas sin que se quitara el pene de la boca. Se me ofreció una perfecta vista de su trasero, le abrí los pliegues de su sexo y resbalé mi lengua por su intimidad, que ya estaba goteando de néctares azucarados. Formó pequeñas gotitas de miel que yo restregué con mi lengua.
Bebí de mi hermana durante un rato mientras me tocaba el clítoris con ambas manos. Lilian gimoteó. Yo me sentía tan jugosa que mis deseos por ser penetrada por atrás fueron muy lejos. O quizá yo debería penetrar a alguien. Rápidamente salí del cuarto y fui en dirección a mi alcoba para buscar mi dildo de plástico.
Cuando regresé al cuarto, Lilian y papá practicaban un sincronizado 69.
—¡Ay! ¡Quería meterte esto!
—Te atrasaste —dijo ella con una risita coqueta y siguió mamando, apurada en brindar un placer bucal tan grande, que no importaban mis deseos. La imagen que padre e hija conformaban era tan... hermosa y sublime. Un cuerpo poderoso y masculino debajo de una chica dulce y cabello revuelto y humedecido por el sudor.
—Bueno... al menos métemelo a mí.
—Estoy ocupada ¿que no ves?
—¿Y qué hago yo?
—Puedes esperar.
¡Pff! Incluso en el sexo nos peleábamos como las hermanas que éramos.
Pero mi espera no duró mucho. Lilian se compadeció de mí y me dijo que me recostara sobre la cama en la posición del perrito. Lo hice encantada, ofreciéndole mi trasero mojado. Ella se colocó detrás de mí con el dildo en la mano, lamiéndolo para lubricarlo. Papá esperaba de pie, masturbándose.
—Hagamos una cadena ¿vale? Papá me la mete a mí y yo a ti.
—De acuerdo.
Lilian tenía buenas ideas. Apoyé la cabeza en la almohada y levanté el trasero. En seguida sentí cómo mi hermana usaba el juguete contra mí y. Advertí un diminuto hilo de saliva tibia resbalando y luego, los gemidos cuando papá empezó a penetrarla a ella por detrás. Eso me calentó en exceso. Creí que moriría cuando ella empezó a meter y a sacar el consolador, primero despacio y enseguida más rápido. Miré hacia atrás y vi que mi coqueta hermana se reía mientras papá le daba por detrás. Sus pechos se mecían encantadoramente y su pelo iba y venía cubriéndole la cara.
Estuvimos así durante un rato hasta que finalmente me llegó el turno. Ahora sí que iba a sentir de lo rico. Me monté sobre papá y con ayuda de Lilian dirigí su pene a mi trasero. Debido al dildo, estaba dilatada lo suficiente como para que ese mástil se perdiera en mi interior. Mientras tanto, Lilian se sentó encima de la cara del hombre, ofreciéndole su sexo. Estando frente a mí ahora, me tomó de las mejillas y me plantó un beso en la boca. Manuel le ofrecía un buen sexo oral y yo me sentía a punto de reventar con esa verga entrando y saliendo de mi cuerpo.
Los quejidos de Lilian eran delicados. Tenía las piernas separadas y la sus nalgas estaban apoyadas en el rostro del esposo de Julia.
Después decidimos probar algo diferente, así que me recosté boca abajo. Lilian se acostó sobre mí, besándome el cuello y la espalda. Papá frente a nosotras se masturbaba ágilmente.
—Te quiero Jennifer —dijo mi hermana. Me di media vuelta y ella se puso a horcajadas sobre mí. Posó sus palmas sobre mis pechos y amasó suavemente, jugando con mis pezones mientras yo sentía sus jugos calientes mojándome el ombligo.
—Tijeras —dijo el hombre.
Nosotras nos miramos. Primero separé mis piernas y acomodé a Lilian entre ellas. Nuestras vaginas entraron en contacto. Las melazas de mi hermana y las mías se mezclaron de una forma exquisita y comenzamos a frotarnos entre sí. Luego desviamos la vista hacia nuestra entrepierna, donde nuestros labios se proyectaban los unos contra los otros y dejaban entre sí pequeños hilos de nuestra humedad.
Finalmente, Manuel, que se estaba masturbando como loco, dijo que se iba a correr.
—Hazlo aquí —señalé y él acercó su pene justo en el punto donde nuestros sexos estaban en contacto. Allí descargó un chorro blanco que bajó sobre mi monte de Venus y se confundió con las delicias que tenía mi hermana dentro de su coño. No dejó una sola gota dentro de sus testículos, y ahora, con esa sustancia para lubricarnos más, Lilian y yo seguimos haciendo tijeras, embarrándonos de papá y masturbándonos ágilmente.
Al otro lado de la puerta, Tifany le avisó a papá de que tenía una llamada.
—Ah, voy ahora mismo —papá se colocó una toalla y salió del dormitorio.
—¿Qué hacen? —nos preguntó mi hermana.
—¡Ven! —le pidió Lilian, y aunque lo dudó un segundo, Tifany cerró la puerta tras de sí y tímidamente se acercó a la cama —¿No crees que la vagina de Jennifer es riquísima?
Tifany se sentó al borde de la cama y comenzó a acariciar la espalda sudorosa de nuestra hermana menor.
—Esto sí me gusta —admitió—. Prefiero ver a dos chicas chupándose el trasero que a mis padres haciéndose cosas.
—Entonces ¿te nos unes?
—No lo sé.
—Prueba la de Lilian —le sugerí—. Es un tanto especial.
—¿Y por qué?
—Pues... está muy apretada.
—Clar.
—Tienes que hacerlo —repliqué.
—Creo que me abstendré por ahora.
—Eso sí que no —le gritó Lilian y rápidamente se lanzó sobre Tifany. Ella se resistió pero no por mucho tiempo porque cuando su hermana la besó en la boca, se dejó querer.
Tifany abrazó a Lilian por la cintura y correspondió a sus besos de una forma más romántica que lujuriosa. A ella sí que le fascinaban las mujeres.
Lentamente levantó el cuello de la chica y le dio de besos afectuosos por toda la piel hasta bajar a sus senos. Yo me quedé inmóvil, mirando a Tifany se chupar los pezones rosados de la muchacha marcándolos con su saliva.
—Listo, eso es todo lo que conseguirán de mí.
—Pero ¿cuándo tendremos sexo las tres? Somos hermanas, por favor, chicas. Hemos jugado juntas desde que éramos unas niñas —chilló la pobre Lilian.
Cuando ella se fue, Lilian volvió a acostarse sobre mí. Nos dimos unos besos inocentes en la boca mientras reíamos como niñas.
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Comenten! me encantaría oír sus fantasías xD. qué les parece otros seis comentarios para el siguiente cap? no todo es paja jaja.
9 comentarios - Vacaciones sexuales en familia capítulo 9