El siguiente relato está escrito con afecto para ustedes…
Era primavera, y de costumbre al atardecer me gusta ocuparme de las plantas, el césped, que cada cosa este en su lugar. El orden y la perfección, observar el jardín ordenado me resulta placentero por demás. Toda la vida, desde que tengo noción, y hoy a mis 35 años lo sigo haciendo y he perfeccionado algunos aspectos en jardinería. Mi casa tiene un jardín al frente y un pequeño patio en la parte posterior, allí un pequeño deck es mi lugar para contemplar sobre un amplio sillón mi pequeño mundo. No puedo precisar cuándo comenzó a ocurrir lo que quiero compartir, porque la verdad es que cuando me dedico a las plantas me concentro de tal manera que me abstraigo de lo que sucede en rededor mío. Me produce paz, lo cierto es que de un lado mi vecino tiene un gran tapial de cemento que trato de que mis plantas lo cubran y le den vida a ese muro de cemento, del otro lado, una cerca de madera a la que le dedico tiempo, con el antiguo propietario habíamos acordado colocar la cerca que no tendría más de un metro y medio, el compro toda la madera y yo me dedique a construirla. Por lo tanto, siempre debo mantenerla, más en esta época de primavera, que nos adentramos poco a poco a las altas temperaturas, lleva su laca, su lijado y demás. La verdad tengo que reconocer cierta soledad, desde que se mudó don Jorge no tuve más contacto con nadie del vecindario, durante el día me dedico a mi local de informática, y luego descanso. Era un sábado, como a media mañana del mes de setiembre, ya había relevado el cerco y me había provisto de lo necesario para darle mantenimiento, en el pequeño patio dispuse una lona pequeña y allí estaba todo el material, debía conocer al vecino nuevo y pedirle el permiso para hacer mi trabajo. Sobre el deck una pequeña mesa improvisada, mate de por medio allí estaba mi teléfono para foto mediante ser testigo de las mejoras a realizar. ¡Me acerco al cerco, y golpeo fuerte las manos, con un saludo enérgico, Buenos Días!!!!!
De pronto se abre la puerta debajo de una galería, y debo decir que quede sorprendido…
La silueta de una joven mujer, se dibujaba debajo de una bata de seda blanca, y no pude evitar como se marcaban los pezones…
Ella: Buenos días vecino, que está por inventar que lo escucho desde temprano…
Yo: Buenos días, vecina, mi nombre es Nicolás, discúlpeme si interrumpió su sueño o hizo mucho ruido es que…
Ella: Si ya se, vas a darle mantenimiento a la cerca, Don Jorge me lo comento antes de dejarme la casa, y la verdad es que necesita mantenimiento, así que pase y haga su trabajo, tranquilo, yo desde temprano estoy y trabajo desde casa.
Ella me conocía por Jorge y yo no tenía idea de quien era ella, no sabía su nombre, y créanme que se veía genial, sus pezones marcados, una rubia cabellera, que descansaba sobre su generoso escote, dejo en descubierto mi lado salvaje.
Ella: Vecino me escucha o es que nunca ha visto una mujer en bata
Creo que fue evidente mi incomodidad porque solo atine a decir algo, no recuerdo que y rápidamente como un niño asustado baje mi mirada.
Ella: Vamos no sea tonto, somos grandes, mira dame unos minutos y te doy una mano, la verdad necesito distraerme.
Se dio la vuelta y no pude evitar mirarla, casi como pidiendo permiso el sol de la mañana dejaba ver a tras luz una delgada figura, de marcadas curvas y me atrevo a decir sin ropa interior. Estaba en aprietos, me había delatado mi indiscreción, y mi cabeza volaba al verla. No sabía qué hacer.
Me dispuse a acomodar todo de a poco y creo que empezó a levantar los restos de pintura vieja sobre la madera, cuando a mi lado siento que alguien salta la verja, estaba yo de rodillas y al levantar mi cabeza tenía unas delgadas y fibrosas piernas delante mío, y mientras más levanté la cabeza descubrí su figura.
Llevaba un short azul, y una musculosa blanca sin corpiño, que delataba sus generosos pechos, duros, erguidos casi como desafiantes. Se había recogido el cabello y llevaba un rodete.
Quiero decirles que en ese preciso momento casi como un detector de sexo desenfrenado, tuve una erección monumental. Como ocultar mis deseos más salvajes…
Ella: Por donde empezamos vecino… que hago
Le hubiera pedido que se quitara la ropa allí mismo, en ese preciso momento, pero creo que ella ya lo sospechaba…
Como para disimular le pedí que trajera el mate que descansaba en la mesita sobre el deck, y allí fue.
No pude evitar no mirar su cola, el short dejaba ver el nacimiento de la nalga, y ajustado, de tal manera que no pude dejar de imaginarme aquella cola desnuda.
Ella: Vecino, como te gusta que te diga, Nico o Nicolás, yo sabía tener un novio que se llamaba Nicolás, y siempre…
La verdad, me quede en aquella frase, “yo sabía tener”, tiempo pasado, eso me produzco satisfacción, y mucha.
Yo: la verdad me da igual, mientras no te traiga malos recuerdos…
Ella: jojana, no para nada soy demasiado fría, en eso, lo que fue … fue…
Ya estaba con el mate arrodillada a mi lado preparándolo, con su short ultra corto, sus piernas firmes invitaban a tocarlas, pero créanme que su escote y sus pechos eran monumentales.
Mientras pensaba, ella en el chiste de que era fría, no le importaba mucho ya había apoyado su mano en mi pierna a modo, de … déjate de joder, ya fue ese boludo.
Ustedes se preguntarán como hice para ocultar mi erección, tenía unas hojas de lijas a modo de elegir cual iba a usar, pero evidentemente se darán cuanta más adelante que no funciono. Llego el primer mate, y observe como centímetro a centímetro iba acercando la bombilla a su boca, casi como una experta, despertó aún más el morbo en mi…
Ella: a no me digas que el primer mate lo querías vos, no seas apurado todo a su tiempo.
Aun arrodillados ambos y tratando de elegir que lija usaba, ella se atrevía a tomar el mate de la manera más sensual posible. Mi mente se puso en blanco y de repente, no sé de dónde o como fue, una leve brisa hizo que aquellas compañeras y cómplices hojas de lijas se volaran.
Se darán cuenta cual fue mi rostro.
Ella aun tomando el mate, rápidamente dirigió su mirada a mi bulto, no se sonrojo, y a modo de provocación, jugaba con la lengua en la bombilla.
Ella: pero que cosa, … el viento no, de donde salió. Cosas que pasan, no te preocupes, quizás me vine demasiado livianita de ropa por ser la primera vez que estamos juntos vecinito.
Créanme que la palabra vecinito, en sus labios sonaba casi a porno. Mis ideas se iban armando una película. ´
Yo: discúlpame, la verdad, es que creo debería ocuparme solo de esto, no es un trabajo para una mujer, creo que puedo seguir solo.
Me miro con cara de asombro, y en un acto de complicidad, me confeso.
Ella: tranquilo, don Jorge me hablo maravillas de vos, te conozco más de lo que crees, creo que esa confianza que me transmitió don Jorge me hizo olvidar de los buenos modales y de lo que es correcto. Por ser la primera vez que te veo vecinito, creo que es una falta de respeto de mi parte.
Así que don Jorge le había estado hablando de mí, eso me dejo más preocupado, que le habrá dicho para que estuviera en confianza, soy de poco hablar y creo que debe haberle dicho de mi soledad, pero no lo soy. Yo con mis plantas y mi jardín soy feliz, tengo un empleo que disfruto y que más puedo pedir. Pero creo que Jorge me habría visto solo, que eligió a quien sería su próximo propietario.
Yo: mira no quiero ser irrespetuoso, es evidente que sus hermosa, pero insisto que no creo que debas ayudarme, solo lo he hecho todos estos años.
Ella: no seas tontín, (me tomo de la mano, y se la llevo a su pierna)
Sentí un placer enorme, nos miramos, y me soltó la mano, con su mirada me invito a recorrer su pierna.
La recorrí lentamente hasta el borde del pantalón, mi mirada se dirija a sus pezones, que se marcaban aún más. Mi respiración se comenzó a entre cortar, y la miré a los ojos, pude ver cierto brillo de complicidad.
Allí fui… la tome de la mano y la invite a ponerse de pie, la tenía a centímetros, la tome con mis manos de la cintura y la pegue a mi cuerpo. Sentía como sus pechos presionaban el mío… sus caderas estaban pegada a la mí, y nuestras miradas hablaron por nosotros.
Mi boca se encontró con su boca, en un beso pasional, nuestras lenguas jugaban a encontrarse mientras sus brazos estaban enredados en mi cuello. Nos separamos, y sin decir una palabra, le tome su mano, estaba sudorosa, y como dos enamorados caminamos la distancia que nos separaba de aquel pequeño deck y el glorioso y generoso sillón. Fue un momento sublime, nos miramos, entendimos que debíamos seguir, y claro que iba a ser así… ella con dulzura de dispuso a quitarme la remera, despacio, descubriendo cada centímetro de mi pecho con sus besos, su lengua recorría mi cuello. Mis manos comenzaron a subir por debajo de su remera, quería ir rápido a sus pechos, quería tenerlos en mi boca…
Mi mano izquierda en su cintura, mi mano derecha por un momento estuvo en la gloria, comencé a tocar su pecho, duro, erguido, y su pezón la delataba, estaba más excitada que yo.
De pronto ciento como sus manos libres recorrían mi cuerpo bajando hacia el pantalón, y las dos manos las introdujo como una ráfaga sobre mi pene, lo tomo y empezó con movimientos suaves, pero con fuerza sobre el miembro tratando de apretarlo, lo deseaba, lo quería.
Con un lento movimiento me invito a sentarme, se dispuso a quitarme el pantalón, y se quitó la remera. Fue una imagen gloriosa. Sus manos recorrían mis piernas, mientras que su boca marcaba el destino, quería mi pene en su boca.
Despacio se inclinó, y comenzó a sentir el olor a sexo que emanaba, lo tomo con su mano, lo apretó y lo volvió a mirar, mi pene estaba listo… su lengua se asomó y comento a probar las primeras gotas, cuando todo parecía ternura de un solo golpe se introdujo el pene hasta el fondo y gimió de placer.
Levanto su mirada, aun con el pene en la boca, y sonrió…
Ella: Cuento tiempo llevo esperando este momento, no te imaginas…
Me quede pensando… que había pasado que no me percate…
No puede pensar más, cuando se puso de pie de manera violenta y se quieto su diminuto pantalón. Dejo al descubierto su vagina, toda depilada, rosada. En un golpe se montó sobre mí y su lengua la sentí como se metía en mi boca de manera violenta y desesperada.
Trate de calmarla, la sujete de la cintura, fuerte, la levante unos centímetros sobre mis piernas y la dirigí a donde quería… la quería sentir.
Me aseguré que estuviera húmeda lo suficiente, y así fue, de un golpe mi pene estaba en su interior todo, ella se sobresaltó y clavo sus uñas en mi espalda, grito en mi oído, y me propuse apretarle sus senos…. Por unos segundos se quedó inmóvil.
Me di cuenta que sintió algo de dolor con placer, esa mezcla rara que la había paralizado hizo que se comenzara a mover suavemente.
Ella: cógeme, cógeme por favor…
Aquella mujer de cara angelical y cuerpo deslumbrante se había transformado, en lo que todos soñamos, y que solo una vez en la vida nos pasa. Estaba pidiendo que la cogiera, si… eso… que la cogiera.
Las embestidas empezaron a ser mayores, mi boca se dispuso a morder sus tetas, y ella con sus manos en mi nuca me invitaba a que las mordiera aún más, su cara de placer indicaba que era casi como un acto masoquista, el dolor que le provoca con el placer de estar cogiéndola.
Pude ver como comenzaba a traspirar, y sus ojos cerrados marcaban el ritmo de aquel encuentro, no crean que lo dudé, pero sin preguntarlo, escupí sobre mi mano mientras con la otra apretaba su teta, y me fui directo a su cola.
Para mi sorpresa, cuando descubrió mis intenciones, se dispuso a ofrecérmela, saco cola y acelero el vaivén… alejo una de sus manos de mi nuca, sujeto la mano que tenía en su cola, busco mis dedos, se los llevo a la boca y rápidamente los dirigió a su culo.
Allí, de un solo movimiento, me indico que le metiera los dedos, y así fue… sentí como dos dedos con un poco de fuerza entraban, y sentía su calor. Nuevamente su cara de dolor y placer, me indicaban que era el camino correcto.
En los próximos minutos, intente ponerme de pie, con ella sobre mis piernas, no me dejo. Lo volví a intentar y esta vez valió la pena, saque mi pija y ella rápidamente se arrodillo a comerla, como desesperada, una mano sujetaba mi pene, y la otra la tenía en su vagina jugando con su clítoris, gemía y se atoraba con la pija hasta el fondo de la garganta y cuando ya no podía más, la sacaba.
El levante suavemente desde sus pezones, se paró. La puse de espaldas y apenas la incline, ella como sabiendo lo que se vendría, busco arrodillarse sobre el sillón, lo logro y me ofreció todo, allí estaba para cogerla, por donde quisiera. Se seguía moviendo con movimientos espasmódicos. Introduje mis dedos en su vagina y comprobé que ya había acabado, pero quería más, humedecí mis dedos y se fueron directo a su cola.
Despacio, lubriqué la zona, y me dispuse a penetrarla. Despacio, fue entrando ella inmóvil, y yo con miedo de hacerle mal, cuando menos lo pensé, ya la tenía toda en su cola, ¡toda!!!
¡Comenzó a moverme y sentía como su culito cerrado comenzaba a relajarse, de a poco, y ella no ofrecía resistencia… cada vez más fuerza en cada movimiento, quería sentirla más adentro aun, y ella arqueaba su espalda de placer… los movimientos más brutos me llevaron a que le sujetara el cabello con fuerza a lo que accedió, no dijo nada, es más tiraba para sentirse casi dominada, creo que fue el momento donde con la palma de mi mano abierta le pegue en la cola… grito!!!!
Ella: dame más hijo de puta, cógeme como tu puta…
Se liberó… fue tan magnifica la imagen que comencé a sentir como se acechaba el momento sublime.
Ella se dio cuenta y arremetía contra mi pija…
De repente sentí un escalofrió por mi cuerpo, que termino con un chorro de semen dentro de su cola…
El primer chorro hizo que saltara aún más sobre su cola y una de mis piernas buscara treparse, ella grito de placer, y quedo rendida…
De a poco sentía como me vaciaba… y mi respiración agitada, hizo que lentamente comenzara a salir… ella se recostó sobre el sillón boca abajo…
Al minuto levanto la cabeza mirando por encima de su hombro, se acomodó el cabello, estaba transpirada y roja… se la veía bella así y todo y una felicidad enorme…
Me miro….
Y me dijo: Tenía razón don Jorge sos un buen pibe.
Era primavera, y de costumbre al atardecer me gusta ocuparme de las plantas, el césped, que cada cosa este en su lugar. El orden y la perfección, observar el jardín ordenado me resulta placentero por demás. Toda la vida, desde que tengo noción, y hoy a mis 35 años lo sigo haciendo y he perfeccionado algunos aspectos en jardinería. Mi casa tiene un jardín al frente y un pequeño patio en la parte posterior, allí un pequeño deck es mi lugar para contemplar sobre un amplio sillón mi pequeño mundo. No puedo precisar cuándo comenzó a ocurrir lo que quiero compartir, porque la verdad es que cuando me dedico a las plantas me concentro de tal manera que me abstraigo de lo que sucede en rededor mío. Me produce paz, lo cierto es que de un lado mi vecino tiene un gran tapial de cemento que trato de que mis plantas lo cubran y le den vida a ese muro de cemento, del otro lado, una cerca de madera a la que le dedico tiempo, con el antiguo propietario habíamos acordado colocar la cerca que no tendría más de un metro y medio, el compro toda la madera y yo me dedique a construirla. Por lo tanto, siempre debo mantenerla, más en esta época de primavera, que nos adentramos poco a poco a las altas temperaturas, lleva su laca, su lijado y demás. La verdad tengo que reconocer cierta soledad, desde que se mudó don Jorge no tuve más contacto con nadie del vecindario, durante el día me dedico a mi local de informática, y luego descanso. Era un sábado, como a media mañana del mes de setiembre, ya había relevado el cerco y me había provisto de lo necesario para darle mantenimiento, en el pequeño patio dispuse una lona pequeña y allí estaba todo el material, debía conocer al vecino nuevo y pedirle el permiso para hacer mi trabajo. Sobre el deck una pequeña mesa improvisada, mate de por medio allí estaba mi teléfono para foto mediante ser testigo de las mejoras a realizar. ¡Me acerco al cerco, y golpeo fuerte las manos, con un saludo enérgico, Buenos Días!!!!!
De pronto se abre la puerta debajo de una galería, y debo decir que quede sorprendido…
La silueta de una joven mujer, se dibujaba debajo de una bata de seda blanca, y no pude evitar como se marcaban los pezones…
Ella: Buenos días vecino, que está por inventar que lo escucho desde temprano…
Yo: Buenos días, vecina, mi nombre es Nicolás, discúlpeme si interrumpió su sueño o hizo mucho ruido es que…
Ella: Si ya se, vas a darle mantenimiento a la cerca, Don Jorge me lo comento antes de dejarme la casa, y la verdad es que necesita mantenimiento, así que pase y haga su trabajo, tranquilo, yo desde temprano estoy y trabajo desde casa.
Ella me conocía por Jorge y yo no tenía idea de quien era ella, no sabía su nombre, y créanme que se veía genial, sus pezones marcados, una rubia cabellera, que descansaba sobre su generoso escote, dejo en descubierto mi lado salvaje.
Ella: Vecino me escucha o es que nunca ha visto una mujer en bata
Creo que fue evidente mi incomodidad porque solo atine a decir algo, no recuerdo que y rápidamente como un niño asustado baje mi mirada.
Ella: Vamos no sea tonto, somos grandes, mira dame unos minutos y te doy una mano, la verdad necesito distraerme.
Se dio la vuelta y no pude evitar mirarla, casi como pidiendo permiso el sol de la mañana dejaba ver a tras luz una delgada figura, de marcadas curvas y me atrevo a decir sin ropa interior. Estaba en aprietos, me había delatado mi indiscreción, y mi cabeza volaba al verla. No sabía qué hacer.
Me dispuse a acomodar todo de a poco y creo que empezó a levantar los restos de pintura vieja sobre la madera, cuando a mi lado siento que alguien salta la verja, estaba yo de rodillas y al levantar mi cabeza tenía unas delgadas y fibrosas piernas delante mío, y mientras más levanté la cabeza descubrí su figura.
Llevaba un short azul, y una musculosa blanca sin corpiño, que delataba sus generosos pechos, duros, erguidos casi como desafiantes. Se había recogido el cabello y llevaba un rodete.
Quiero decirles que en ese preciso momento casi como un detector de sexo desenfrenado, tuve una erección monumental. Como ocultar mis deseos más salvajes…
Ella: Por donde empezamos vecino… que hago
Le hubiera pedido que se quitara la ropa allí mismo, en ese preciso momento, pero creo que ella ya lo sospechaba…
Como para disimular le pedí que trajera el mate que descansaba en la mesita sobre el deck, y allí fue.
No pude evitar no mirar su cola, el short dejaba ver el nacimiento de la nalga, y ajustado, de tal manera que no pude dejar de imaginarme aquella cola desnuda.
Ella: Vecino, como te gusta que te diga, Nico o Nicolás, yo sabía tener un novio que se llamaba Nicolás, y siempre…
La verdad, me quede en aquella frase, “yo sabía tener”, tiempo pasado, eso me produzco satisfacción, y mucha.
Yo: la verdad me da igual, mientras no te traiga malos recuerdos…
Ella: jojana, no para nada soy demasiado fría, en eso, lo que fue … fue…
Ya estaba con el mate arrodillada a mi lado preparándolo, con su short ultra corto, sus piernas firmes invitaban a tocarlas, pero créanme que su escote y sus pechos eran monumentales.
Mientras pensaba, ella en el chiste de que era fría, no le importaba mucho ya había apoyado su mano en mi pierna a modo, de … déjate de joder, ya fue ese boludo.
Ustedes se preguntarán como hice para ocultar mi erección, tenía unas hojas de lijas a modo de elegir cual iba a usar, pero evidentemente se darán cuanta más adelante que no funciono. Llego el primer mate, y observe como centímetro a centímetro iba acercando la bombilla a su boca, casi como una experta, despertó aún más el morbo en mi…
Ella: a no me digas que el primer mate lo querías vos, no seas apurado todo a su tiempo.
Aun arrodillados ambos y tratando de elegir que lija usaba, ella se atrevía a tomar el mate de la manera más sensual posible. Mi mente se puso en blanco y de repente, no sé de dónde o como fue, una leve brisa hizo que aquellas compañeras y cómplices hojas de lijas se volaran.
Se darán cuenta cual fue mi rostro.
Ella aun tomando el mate, rápidamente dirigió su mirada a mi bulto, no se sonrojo, y a modo de provocación, jugaba con la lengua en la bombilla.
Ella: pero que cosa, … el viento no, de donde salió. Cosas que pasan, no te preocupes, quizás me vine demasiado livianita de ropa por ser la primera vez que estamos juntos vecinito.
Créanme que la palabra vecinito, en sus labios sonaba casi a porno. Mis ideas se iban armando una película. ´
Yo: discúlpame, la verdad, es que creo debería ocuparme solo de esto, no es un trabajo para una mujer, creo que puedo seguir solo.
Me miro con cara de asombro, y en un acto de complicidad, me confeso.
Ella: tranquilo, don Jorge me hablo maravillas de vos, te conozco más de lo que crees, creo que esa confianza que me transmitió don Jorge me hizo olvidar de los buenos modales y de lo que es correcto. Por ser la primera vez que te veo vecinito, creo que es una falta de respeto de mi parte.
Así que don Jorge le había estado hablando de mí, eso me dejo más preocupado, que le habrá dicho para que estuviera en confianza, soy de poco hablar y creo que debe haberle dicho de mi soledad, pero no lo soy. Yo con mis plantas y mi jardín soy feliz, tengo un empleo que disfruto y que más puedo pedir. Pero creo que Jorge me habría visto solo, que eligió a quien sería su próximo propietario.
Yo: mira no quiero ser irrespetuoso, es evidente que sus hermosa, pero insisto que no creo que debas ayudarme, solo lo he hecho todos estos años.
Ella: no seas tontín, (me tomo de la mano, y se la llevo a su pierna)
Sentí un placer enorme, nos miramos, y me soltó la mano, con su mirada me invito a recorrer su pierna.
La recorrí lentamente hasta el borde del pantalón, mi mirada se dirija a sus pezones, que se marcaban aún más. Mi respiración se comenzó a entre cortar, y la miré a los ojos, pude ver cierto brillo de complicidad.
Allí fui… la tome de la mano y la invite a ponerse de pie, la tenía a centímetros, la tome con mis manos de la cintura y la pegue a mi cuerpo. Sentía como sus pechos presionaban el mío… sus caderas estaban pegada a la mí, y nuestras miradas hablaron por nosotros.
Mi boca se encontró con su boca, en un beso pasional, nuestras lenguas jugaban a encontrarse mientras sus brazos estaban enredados en mi cuello. Nos separamos, y sin decir una palabra, le tome su mano, estaba sudorosa, y como dos enamorados caminamos la distancia que nos separaba de aquel pequeño deck y el glorioso y generoso sillón. Fue un momento sublime, nos miramos, entendimos que debíamos seguir, y claro que iba a ser así… ella con dulzura de dispuso a quitarme la remera, despacio, descubriendo cada centímetro de mi pecho con sus besos, su lengua recorría mi cuello. Mis manos comenzaron a subir por debajo de su remera, quería ir rápido a sus pechos, quería tenerlos en mi boca…
Mi mano izquierda en su cintura, mi mano derecha por un momento estuvo en la gloria, comencé a tocar su pecho, duro, erguido, y su pezón la delataba, estaba más excitada que yo.
De pronto ciento como sus manos libres recorrían mi cuerpo bajando hacia el pantalón, y las dos manos las introdujo como una ráfaga sobre mi pene, lo tomo y empezó con movimientos suaves, pero con fuerza sobre el miembro tratando de apretarlo, lo deseaba, lo quería.
Con un lento movimiento me invito a sentarme, se dispuso a quitarme el pantalón, y se quitó la remera. Fue una imagen gloriosa. Sus manos recorrían mis piernas, mientras que su boca marcaba el destino, quería mi pene en su boca.
Despacio se inclinó, y comenzó a sentir el olor a sexo que emanaba, lo tomo con su mano, lo apretó y lo volvió a mirar, mi pene estaba listo… su lengua se asomó y comento a probar las primeras gotas, cuando todo parecía ternura de un solo golpe se introdujo el pene hasta el fondo y gimió de placer.
Levanto su mirada, aun con el pene en la boca, y sonrió…
Ella: Cuento tiempo llevo esperando este momento, no te imaginas…
Me quede pensando… que había pasado que no me percate…
No puede pensar más, cuando se puso de pie de manera violenta y se quieto su diminuto pantalón. Dejo al descubierto su vagina, toda depilada, rosada. En un golpe se montó sobre mí y su lengua la sentí como se metía en mi boca de manera violenta y desesperada.
Trate de calmarla, la sujete de la cintura, fuerte, la levante unos centímetros sobre mis piernas y la dirigí a donde quería… la quería sentir.
Me aseguré que estuviera húmeda lo suficiente, y así fue, de un golpe mi pene estaba en su interior todo, ella se sobresaltó y clavo sus uñas en mi espalda, grito en mi oído, y me propuse apretarle sus senos…. Por unos segundos se quedó inmóvil.
Me di cuenta que sintió algo de dolor con placer, esa mezcla rara que la había paralizado hizo que se comenzara a mover suavemente.
Ella: cógeme, cógeme por favor…
Aquella mujer de cara angelical y cuerpo deslumbrante se había transformado, en lo que todos soñamos, y que solo una vez en la vida nos pasa. Estaba pidiendo que la cogiera, si… eso… que la cogiera.
Las embestidas empezaron a ser mayores, mi boca se dispuso a morder sus tetas, y ella con sus manos en mi nuca me invitaba a que las mordiera aún más, su cara de placer indicaba que era casi como un acto masoquista, el dolor que le provoca con el placer de estar cogiéndola.
Pude ver como comenzaba a traspirar, y sus ojos cerrados marcaban el ritmo de aquel encuentro, no crean que lo dudé, pero sin preguntarlo, escupí sobre mi mano mientras con la otra apretaba su teta, y me fui directo a su cola.
Para mi sorpresa, cuando descubrió mis intenciones, se dispuso a ofrecérmela, saco cola y acelero el vaivén… alejo una de sus manos de mi nuca, sujeto la mano que tenía en su cola, busco mis dedos, se los llevo a la boca y rápidamente los dirigió a su culo.
Allí, de un solo movimiento, me indico que le metiera los dedos, y así fue… sentí como dos dedos con un poco de fuerza entraban, y sentía su calor. Nuevamente su cara de dolor y placer, me indicaban que era el camino correcto.
En los próximos minutos, intente ponerme de pie, con ella sobre mis piernas, no me dejo. Lo volví a intentar y esta vez valió la pena, saque mi pija y ella rápidamente se arrodillo a comerla, como desesperada, una mano sujetaba mi pene, y la otra la tenía en su vagina jugando con su clítoris, gemía y se atoraba con la pija hasta el fondo de la garganta y cuando ya no podía más, la sacaba.
El levante suavemente desde sus pezones, se paró. La puse de espaldas y apenas la incline, ella como sabiendo lo que se vendría, busco arrodillarse sobre el sillón, lo logro y me ofreció todo, allí estaba para cogerla, por donde quisiera. Se seguía moviendo con movimientos espasmódicos. Introduje mis dedos en su vagina y comprobé que ya había acabado, pero quería más, humedecí mis dedos y se fueron directo a su cola.
Despacio, lubriqué la zona, y me dispuse a penetrarla. Despacio, fue entrando ella inmóvil, y yo con miedo de hacerle mal, cuando menos lo pensé, ya la tenía toda en su cola, ¡toda!!!
¡Comenzó a moverme y sentía como su culito cerrado comenzaba a relajarse, de a poco, y ella no ofrecía resistencia… cada vez más fuerza en cada movimiento, quería sentirla más adentro aun, y ella arqueaba su espalda de placer… los movimientos más brutos me llevaron a que le sujetara el cabello con fuerza a lo que accedió, no dijo nada, es más tiraba para sentirse casi dominada, creo que fue el momento donde con la palma de mi mano abierta le pegue en la cola… grito!!!!
Ella: dame más hijo de puta, cógeme como tu puta…
Se liberó… fue tan magnifica la imagen que comencé a sentir como se acechaba el momento sublime.
Ella se dio cuenta y arremetía contra mi pija…
De repente sentí un escalofrió por mi cuerpo, que termino con un chorro de semen dentro de su cola…
El primer chorro hizo que saltara aún más sobre su cola y una de mis piernas buscara treparse, ella grito de placer, y quedo rendida…
De a poco sentía como me vaciaba… y mi respiración agitada, hizo que lentamente comenzara a salir… ella se recostó sobre el sillón boca abajo…
Al minuto levanto la cabeza mirando por encima de su hombro, se acomodó el cabello, estaba transpirada y roja… se la veía bella así y todo y una felicidad enorme…
Me miro….
Y me dijo: Tenía razón don Jorge sos un buen pibe.
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