Después de lo sucedido, tenía miedo y curiosidad. Me sentía sensual delante de mi padre, usaba ropa holgada, reveladora, transparente, y lejos de eso, él parecía ignorarme. Me esquivó todo ese fin de semana. Yo no sabía que pasaba, pero mi cuerpo quería volver a sentirlo como esa mañana. Supongo que fueron mis hormonas de adolescente las que me obligaron a continuar. Mi madre se durmió temprano, y yo sabía que todos los domingos a la noche, religiosamente, mi papa se quedaba en la bañera, preparandose para el estrés del lunes. Mamá siempre se burlaba de eso, decía que quedarse en la bañera era de afeminados, pero a mi me parecía una muy buena forma de relajarse. Esperé fuera del baño alrededor de media hora, comiendome las uñas de los nervios. Hasta que me decidí y entré. -Papá. Mi padre se sobresaltó al escucharme y giró la cabeza para verme. - Qué haces acá? Su desconcierto contrastaba con la seguridad que yo sentí aquella vez. No dije nada más. Me saqué mi camisón y quedé desnuda frente a él (¿De donde salía toda esa confianza que sentía?). Entré a la ducha y quedé de pie frente a él. Fue un juego tan excitante que ardía por dentro. Mis pezones se endurecieron al instante, y yo me fuí agachando despacio, mostrandole toda mi vagina a ese hombre que la miraba con tanto deseo que me hizo humedecer. Estiró su mano y la tocó. Me tembló el alma. "Siii, tocameee, tocame ahí. Violame" (pensé) Sus dedos … curiosos apretaron mi clítoris y luego fueron hasta mi agujero. Alejó su mano y me miró a los ojos mientras yo me iba adentrando en el agua espumosa, hasta posar mi vagina sobre su pene semirígido. Acarició despacio mis senos y comenzó un movimiento sensual con la cintura. Me estaba volviendo loca, quería más y más. - Nena, no debierías estar acá. Mientras se movía, su pene se levantaba despacio, apuntando hacia mi. -. Sos mi hija. Tomó su pene y lo pasaba con violencia x mi clitoris. Me hizo ver las estrellas. - Y yo no me puedo conformar con esto. - Dijo, elevando su cabeza al techo. Apretaba mis tetas,pellizcaba fuerte mis pezones, hasta que puso su pito en la entrada de mi vagina, y me pidió perdon varias veces. Sentí miedo, su cara se desencajó. Parecía un animal dominado por la lujuria. Me abrazó por la cintura con sus brazos musculosos y empezó a meterme ese palpitante trozo de carne en la concha. - ESTO QUERÍAS??? - me susurró al oído con voz potente. E introdujo toda su verga en mí. Me ardió todo mi interior. Yo, que hasta ese momento creía que el sexo era sólo rozar nuestros sexos, me sentí destrozada. Cada embestida me dolía más, hasta que fuí encontrandole el placer. - Mmmm, papi. Seguí, x diosss, seguí! - ¿Eso querías? Que te coja, pendeja? Sentís mi verga bien dentro??? - Sssssiiii. Aaaah. Papí. Me apretaba desde la cola y fue metiendo un dedo en mi culo, mientras mordía mi cuello. Fue la única vez que Papá acabó adentro mío. - Anda a tu cuarto, que sos una nena mala, … y te tengo que castigar.
1 comentarios - Las tazas con mamá, la nena con papá.