You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

una buena cogida con mi jefe

Era lunes. Me levanté muy temprano, me bañé y al terminar me perfumé adecuadamente; me peiné echando el pelo hacia atrás y me puse un broche grande para sujetarlo, de tal manera que mis orejas y cuello quedaban descubiertos; me vestí, sin sostén, con una blusa holgada de tela clara y suave que dejara marcar mis pezones, más si se me llegaban a poner erectos, y sin mangas para que al agacharme dejara ver una buena parte de mi pecho y, si el jefe buscaba una visión lateral adecuada, pudiera ver los pezones y algo de mi abdomen. Completé mi vestuario con unos zapatos abiertos —pues me di cuenta que también al señor le gustaban mis pies y el esmalte brillante que me ponía en las uñas ya que furtivamente los miraba cuando creía que yo no lo veía— y unos pantalones ajustados que resaltaban lo que más le gusta a mi esposo: mis nalgas. Aquí entre nos, más de uno se emboba al verlas. Me sentía como una verdadera puta que trata de encontrar palo fácilmente. Pero como esa vestimenta era solamente para una presa determinada, me enfundé dentro de un saco largo y cerrado, el cual me quitaría en el momento adecuado.
El vestuario lo había elegido cuidadosamente la noche anterior, después de haberme probado un sinnúmero de prendas. Además, de tanto estar pensando en la dirección de seducir a mi jefe, soñé con él. No sé qué tantas cosas más soñaría cuando me quedé dormida con mi mano en la concha después de darme placer, pero la alarma del reloj sonó justamente cuando él me besaba y yo me sentía feliz entre sus brazos.
Di de desayunar a mi hija, . Los días no laborables, nos levantamos tarde y, si está mi esposo, nos levantamos después del beso matutino que me deja los labios turgentes de tanta fricción... Sí, dije beso, pero saben bien a qué me refiero, y obviamente a cuáles labios, a eso que a veces me hace tanta falta y por ello decidí buscar a alguien confiable para calmar las fiebres eventuales.
Llegué al trabajo muy temprano, a sabiendas de que sé que mi jefe es quien abre las oficinas al personal de limpieza, al entrar al cubículo lo saludé y volví a cerrar la puerta. Él estaba de espaldas a mí, y mientras esperaba que volteara para contestar mi saludo, me quité el saco y lo colgué en el perchero dando la primera visión de tantas que ese día le quería mostrar. Me puse de perfil para que viera la silueta de mis nalgas y alcé las manos para colgar el saco. En esa posición lo volteé a ver y me hizo gracia el gesto de asombro que tenía, se quedó, ¡literalmente, con la boca abierta!
—Buenos días —repetí.
—¡Sí, son muuuy buuenoos! —contestó
—¿Por qué?
—Porque están muy bien... —contestó viéndome de arriba a abajo.
—¿Qué quiere que haga hoy? —pregunté, acercándome a levantar el bolígrafo que se le había caído de las manos, y dejarle ver el escote.
—Concluir el trabajo que dejamos pendiente ayer.
—¿Sólo eso? Ya casi estaba acabado —dije poniéndole el bolígrafo en la mano ya que no dejaba de verme.
—Con eso será suficiente, lo demás que me gustaría que hiciéramos no tiene que ver con el trabajo — contestó muy directamente sin dejar de ver mi busto.
—¿Como qué más le gustaría? —pregunté dándome la vuelta para jalar una silla y dejarlo disfrutar la vista de mi trasero muy cerca de su cara y de sus manos.
—Eso no te lo puedo decir, no quiero que te enojes.
—¿Enojarme?, ¿qué tal si no...? —contesté para animarlo.
—¡Ah,—dijo poniéndose de pie
Ya no me dejó sentarme, se acercó por atrás y me abrazó, me besó el cuello. ¡Sentí hermoso, era un abrazo muy tierno y yo no sabía qué tanto me podía excitar un beso en el cuello! También me besó el pabellón de la oreja y lo metió con suavidad a su boca para que la lengua jugueteara con él, ¡Me estaba derritiendo, sentía cómo se me mojaba la tanga No cabía duda que este señor sí sabía cómo tratar a una dama... Mi esposo nunca me besó ni acarició con tanta ternura. Volteé para corresponder al beso, en el cual nos fundimos, al tiempo que sus manos fueron hacia mis nalgas. Lo abracé y al sentir cómo me tallaba, apretándome y sobándome con lujuria. Sentía que su lascivia me contagiaba, no pude evitar preguntarle “¿Te gustan?”
—Sí, las tienes muy buenas —decía suavemente en mi oído si dejar de magrearlas.
Después me volvió a besar en el cuello, esta vez por el frente. La boca y sus manos fueron a mi pecho acarició suavemente las copas sobre la ropa, después fueron apretones.
—Están bonitas estas tetas... —decía jalándolas de los pezones.


Sin más preámbulo, me las sacó por encima del escote y se puso a mamarlas.
—Sí, están bonitas y ricas —afirmó después de darle un beso a cada una y mirarlas extasiado, aprisionándolas entre las manos.
Bajé mi mano para sentir su turgencia y sobarla, después le di un par de apretones diciéndole “Se nota que sí te gustaron”. Le ofrecí mi boca para recibir otro beso, metí la mano bajo su pantalón y masajeé su tronco un poco para después jugar con la gran humedad acumulada entre el glande y el prepucio. Él abrió mi pantalón y metió la mano abajo de mi tanga , después su dedo masajeó mi clítoris y lo introdujo en la vagina, que estaba babeante de jugos acumulados desde las primeras caricias. A eso había ido decidida... así que yo también abrí su pantalón y saqué su pene, le di unos jalones y me agaché para chupárselo. Le di unas mamadas como las que le gustan a mi esposo y con las que se lo paro para que no pueda negarse a coger. ¡Eso quería yo, que mi jefe me cogiera!Le chupé las bolas como me lo pidió, intenté meterme las dos a la boca al mismo tiempo, pero no pude, las tenía más grandes que las de mi marido, las cuales sí me caben juntas, y volví al glande, el cual al sentir muy crecido y el tronco durísimo creí que se vendría ya, pero no pasó nada; al contrario, se retiró intempestivamente, me bajó los pantalones y la tanga por completo y empezó a mamarme la concha... ¡Me sentí en el cielo, me estaba viniendo una y otra vez! 
Por si hubiera sido poco, me cargó para llevarme a acostar al sillón, me quitó toda la ropa y él también se encueró después de ponerle el seguro a la puerta. Se sentó a mi lado y me acarició y besó toda, sí TODA, ni las plantas de los pies le faltaron. Yo cerraba los ojos disfrutando de sus caricias y de vez en cuando los abría para verle la verga bien parada. Cuando terminó de besarme, tomó mis piernas y las puso sobre sus hombros, quedé abierta y con las nalgas al aire, acercó su pene a mi raja y me apresuré a acomodarlo para que entrara sin problema, ¡Y bien que entró, de un solo golpe! Estaba yo bien abierta y lo sentí hasta el útero, A los primeros viajes de entrar y salir, me vine una y otra vez, no sé cómo se me vería la cara con la sonrisota de felicidad y las lágrimas de alegría, además de los muchos quejidos y lloriqueos que en voz baja daba. Después de algunos minutos me dejó descansar, sin sacármela, bajó mis piernas, se acostó sobre mí, puso una mano en mis tetas y la otra en mis nalgas y me dio un beso largo jugando su lengua con la mía. Sentí las caricias simultáneas en mi pecho y en mi trasero y el paseo de su lengua en el interior de mi boca, pronto dejé abierta la boca para que hiciera lo que quisiera, sentí que algo de saliva se desbordaba por mis labios, pero él lo impidió, también con su lengua. ¡Qué lengua tan versátil y entrenada!
Después de un frenético movimiento de cadera, cuando mi experiencia me dijo que se vendría, se separó violentamente y su pene empezó a lanzar chorros de semen, el primero me llegó a la boca, el segundo en las tetas y lo demás cayó cerca de mi ombligo,  Miré su cara que mostraba un gesto que estaba satisfecho. Esperé a que abriera los ojos para verme y con coquetería me limpié con el dedo la boca y luego me lo metí a la boca entrecerrando los ojos para simular que estaba chupando su pene. Sonrió y entendió que quería limpiárselo, así que me lo acercó a la boca y lo mamé, flácido me cabía completo... pero pronto creció saliéndose el tronco, dejando sólo el glande con mi lengua jugueteando con él. Aproveché para exprimir lo que quedaba en el conducto. Después, le di un beso para que probara su semilla, mientras yo me frotaba en el pecho y en el vientre los restos de su abundante venida, hasta que se puso espumosa y se secó. Me empecé a vestir y me dijo “¿No te limpiarás?”
—No, quiero quedarme así y dormir con tu olor... —“y revivirlo mojando mis dedos con un poco de saliva, frotarlo y lamerlos para recordar este momento”, pensé dentro de mí.
—¡Se dará cuenta tu marido!
—No, hace más de una semana que no está aquí,y la verdad me venia muy bien coger . Me siento tan caliente y yegua por las noches , me me hacia falta una buena cogida como la de recien ,le digo. besos a todos

una buena cogida con mi jefe

10 comentarios - una buena cogida con mi jefe

alesma92
Mmm que suerte tiene tu jefe...
michian
hagamos de cuenta, que soy tu jefe,,,, van los 10... trolisima
alex1644 +1
Que buena historia tremenda cogida se pegaron Felicitaciones por la historia van puntos
jonyx6
Q puta calienta vergas q sos nena ...las ganas q tengo de q me tires bien al goma mientras el cornudo de tu Marido duerme ...quiero q me digas q tu marido es un cornudo y vos una puta ...decimelo nena
jonyx6
@paraguaya28 decime q tu marido es re cornudo decimelo paraguaya calentona . putita alsada
paraguaya28
es mu cornudo , me calienta eso
jonyx6
@paraguaya28 y te calienta q te lo haga decir paraguaya petera? Me tirarias la goma mientras el cornudo duerme?
betonik2018
que linda putita para hacerte el culo tambien ...!!! me dejaste la verga al palo hija de puta
8976
Mándame tu teléfono y arreglamos para garchar
xsiemprerojo
como me gustaria ser tu jefe para garcharte toda
elbanbino
Amor q rico leer tus relatos no sabes la folladas qle pongo AMI mujer pensando en ti besitos en tu boquita tan rica q tienes