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Mi abuela vive su segunda Juventud parte final

Mi abuela vive su segunda Juventud parte final


Lola se marchó antes de comer a su casa donde la esperaba su marido. Se fue contenta, no sólo por el polvo que había echado, la promesa de poder darme “tratamientos” cuando tuviera algún ataque le producía una excitación que no recordaba en años. 

- ¡Recuerda nuestro trato! – me susurró al oído mientras su mano acariciaba mi polla. 

Mi abuela y yo quedamos solos en casa. Almorzamos y después descansamos en el sofá viendo la televisión. La notaba inquieta y no hacía más que mirarme. Se agitaba en el asiento, movía sus piernas, cruzándolas, cerrándola y abriéndolas… estaba inquieta. Durante toda la tarde anduvo de un lado para otro del piso, sin detenerse en ningún lado, sin concentrarse en nada. No sé a ciencia cierta si descansaría aquella noche, pero yo había quedado satisfecho con las dos maduras abuelas, con sus mamadas y su sexo. 

Me desperté por la mañana y fui a buscar a mi abuela a la habitación. No estaba en su cama. Caminé por el pasillo y escuché la ducha. Entré en el baño sin hacer ruido, me acerqué a la ducha y separé un poco y con cuidado las cortinas para comprobar que era mi abuela. 

¡Allí estaba ella! Mi polla creció al momento. Ella tenía los ojos cerrados y una mueca de placer. Tenía las piernas abiertas, con un pie sobre el filo de la bañera mientras dos dedos le separaban los labios vaginales y otro se frotaba contra su excitado clítoris. El agua caía por su cuerpo y gimoteaba. Me agarré la polla y la sacudí al ver a mi abuela. 

- ¡Lo siento abuela! – le dije mientras entraba en la bañera. Ella dio un pequeño gritó por el susto y quedó paralizada mientras sus ojos miraban con deseo mi endurecida polla - ¡Perdona abuela, creo que te he contagiado con mi enfermedad! 
- No sé qué me ocurre… - una mano siguió tocándose su coño mientras la otra agarró mi polla –Desde que comenzó está locura, siento más la necesidad de tener sexo contigo… 

Me agarré a su cintura y me aproximé más a ella. Mientras la mano que tenía en el coño abría los labios vaginales, la otra frotó mi polla contra su coño. Gimoteaba por el placer. Besé su cuello y echó la cabeza atrás. Agarré su flácido culo y la atraje a mí, mi polla se puso entre sus labios. Nos movíamos suavemente y nos dábamos placer. Con una mano agarré una de sus tetas y la llevé a mi boca, lamí y mamé su endurecido pezón. Gemía cada vez más fuerte hasta que quedó muda con su boca abierta. Sus temblorosas piernas me indicaban que se estaba corriendo. Me separé un poco y me masturbaba apuntando a su coño, ella mantenía separados sus labios vaginales y al momento sus flujos se mezclaban con el blanco semen que brotaba de mi polla en grandes chorros. 

- ¡Cariño, tengo qué llamar a Lola para buscar una solución a esto! – dijo mi abuela apoyándose con sus brazos en mis hombros. 

Acabamos de ducharnos,enjabonándonos y enjuagándonos entre caricias. 

- ¡Ahora entiendo lo qué te ocurre hijo! – dijo mi abuela envuelta en la toalla –Es como si mi coño estuviera siempre esperando una polla que lo calme. 

Por la tarde mi abuela fue a misa con sus amigas, no sé si se confesaría, pero tenía muchos pecados desde el tiempo en que llegué a su casa. 

Aproveché ese tiempo para estudiar, tanto tiempo acosando a mi abuela no podía impedirme estudiar. Mi abuela no llegó muy tarde. Yo estudiaba en el salón y entró. 

- ¡Hola cariño! – me saludó. 

- ¡Hola abuela! – parecía algo nerviosa - ¿No ha venido Lola? – la verdad es que esperaba que las dos me ayudarán. 
- Hijo. – mi abuela se sentó junto a mí – He hablado con Lola. Le he contado que me he contagiado de tu enfermedad. – la escuchaba y no creía que aún se creyera aquella mentira –Le he preguntado cómo podría recuperarme… - quedó callada por unos segundos –Me dijo que a ella no le ha pasado pues recibió tu semen… Qué talvez lo mejor que podemos hacer es tener sexo completo… - la veía confundida y dudando – Me parece terribleque esté hablando con mi nieto de esto… - cuchicheaba enredada en sus pensamientos más íntimos – Me pone caliente, pero follar… 
- Bueno abuela. – le dije agarrando su mano – Está noche nos acostamos en tu cama y nos dejamos llevar… 

Aquella tarde hasta la hora de irnos a dormir estuve excitado. Cuando, una vez cenado y recogido todo, mi abuela me llamó y me dijo que era hora de dormir, mi corazón se aceleró. Era una mujer muy mayor, su cuerpo si bien mantenía una forma sensual, desnuda podía verse claramente su edad en la flacidez de sus carnes… Pero el calentón que me producía que mi abuela fuera tan crédula, llegando a tragarse no sólo mi estúpida enfermedad, sino además pensar que se había contagiado,cuando lo que le ocurría es que se excitaba con su nieto y el tener de nuevo una polla en su coño, eso me ponía la polla tan dura que esa noche la follaría hasta que su coño no aguantara ni el roce del aire. 

- ¡Venga cariño, vamos a acostarnos! – la seguí como un perro en celo hasta que estuvimos en su habitación. 

Entramos y allí estaba su cama, aquella cama donde años atrás había hecho el amor con mi abuelo… Después de tanto acosarla con mi juvenil calentura, permanecí de pie, inmóvil, sin saber qué hacer. Siempre la había atacado para calentarla y satisfacer mi pervertida lujuria, pero ahora se ofrecía voluntariamente para tener sexo, un sexo pervertido pero voluntario que me desarmaba. 

- Mira hijo. – me dijo dirigiéndose al armario y sacando un camisón de liviana y traslúcida tela - ¿Te parece bien qué me ponga esto? – se lo colocó sobre su cuerpo para que viera cómo le quedaba. 
- Abuela, - me acerqué a ella agarrando aquella prenda y tirándola a la cama - ¡Déjame qué desenvuelva el regalo de tu cuerpo! – la abracé y besé sus labios. 

Ya no había ningún tipo de resistencia, sus brazos me rodearon el cuello y nuestras lenguas jugaron dentro de nuestras bocas. Era la primera mujer con la que hacía el amor. Ya conté que con las pocas que había follado estaban con cierto grado embriaguez. Mi abuela no. No le importaba mi físico, no le importaba que fuera su nieto. Estaba tan excitada con todo lo que habíamos vivido en aquella casa que sólo se preocupaba de sentir el placer del sexo. 

Mis manos fueron desabrochando los botones de aquel vestido tan usual en ella para estar en casa, de arriba abajo hasta que estuvo suelto. Lo abrí y su cuerpo apareció ante mí. Miré sus tetas mientras mis manos echaron la prenda hacia su espalda. Se deslizó tras ella y quedó vestida sólo con unas braguitas bastante pequeñas. 

- ¡¿Te gustan?! – me dijo y parecía algo tímida, pero muy excitada – No quería ponerme una de mis horrorosas bragas que siempre uso y tenía estás que tanto le gustaban a tu abuelo… Te espero dentro de la cama. - la miré mientras se subía a la cama, ponía su redondo culo en pompa, no sé si a posta, pero me excitó más, se tapó y se movió bajo la sábana. - ¡No tardes mucho! - y me lanzó sus bragas que dieron contra mi cara y cogí con mi mano, las olí profundamente. 

Se tapó hasta el pecho y descubrió el lado libre de la cama para que yo entrara en ella. Me quité la camiseta y después los pantalones, me acerqué a la cama y bajé de golpe mis calzoncillos de forma que mi polla erecta botó para el deleite de mi abuela que se mordió el labio inferior. Entré desnudo en la cama y ella me tapó, nos pusimos de lado y nos miramos. 

- ¿Estás segura de querer hacerlo, abuela? 
- ¡Sí! - me contestó con una sonrisa en la boca - ¿Hoy no tienes ataque? 
- Estoy más o menos tranquilo, pero en cuanto te toque no podré controlarme. 

- ¡Pues descontrólate hijo! - me besó suavemente en los labios. 

Por debajo de la sábana deslicé mi mano y toqué su cintura, empecé a acariciarla mientras nos mirábamos. Su mano se deslizó para buscar mi cuerpo y me acarició. Me pegué a ella y la hice ponerse boca arriba. Sus pechos cayeron cada uno a un lado de su cuerpo y sus oscuros pezones me llamaban erectos para que los mamara. No lo dudé, mi boca se lanzó contra uno de ellos y lo mamó con pasión. Los suaves gemidos y los leves movimientos del cuerpo de mi abuela indicaban que aquello la encendía. Mi mano bajó por su muslo y buscó la parte interior para subir y sentir en mis dedos los pelos que cubrían su sexo. 

Mi boca subió por su pecho, dándole besos hasta llegar a su cuello. Ella se retorcía y reía mientras mis dedos se habrían paso entre los pelos para buscar sus labios vaginales. Los empecé a acariciar hasta que conseguí que se separaran. Besé su boca intensamente y mi dedo tocó la suave piel de sus labios vaginales. Mi lengua buscó en su boca la suya y las dos jugaron pasando de una boca a otra. Mi dedo se deslizó suavemente por su raja, tocando la entrada de su vagina y encontrando su endurecido clítoris en lo alto de aquellos labios. Lo acaricié mientras dejaba de besar su boca y miraba la cara de placer de mi abuela. Siempre me pareció hermosa, pero al verla gozar, su cara me excitaba y mi polla palpitaba pegada a su costado. 

- ¡Qué bueno, sí, me encanta qué me masturbes! - me decía entre gemidos. 
- ¡Pues ahora verás el cielo! 

La destapé y me arrodillé entre sus piernas. Ella me miraba y sabía bien lo que le iba a hacer. Le abrí las piernas y ella las dobló para ofrecerme su coño. Sus manos abrieron sus labios vaginales todo lo posible, quería que le comiera su maduro coño. Hundí mi boca en su coño y mi lengua comenzó a lamer toda su raja, de arriba abajo. Las caderas de mi abuela se movían sin control, empujando su coño contra mi boca que estaba totalmente mojada por la cantidad de flujos que brotaban de su vagina. Lamía y tragaba sus líquidos, disfrutando de escuchar los gemidos y gruñidos de placer de aquella lujuriosa mujer. Mi lengua subió a lo más alto de su raja y castigó con caricias su clítoris. La mano de mi abuela se aferró a mi cabeza y la empujaba contra ella mientras sus caderas no dejaban de moverse convulsivamente. 

- ¡Me corro, me estoy corriendo! - gritaba entre gemidos - ¡Fóllame, fóllame! - enloqueció con aquel placer que estaba sintiendo. 

Dejé su coño y subí mi cuerpo al suyo. Temblaba y se agitaba presa de la lujuria y el deseo de ser penetrada. Mi polla tocó su caliente vagina, pero no conseguía entrar en ella. Su mano se metió entre nuestros cuerpos y la dirigió hasta que pude sentir el calor de su vagina en mi glande. 

- ¡Húndela en mí, fóllame! 

Moví mis caderas y mi polla empezó a entrar en su mojada vagina. La miraba a la cara y disfrutaba viéndola gozar. Me movía suavemente y ella lanzaba gemidos sensuales con cada penetración que le daba. Empecé a acelerar las penetraciones y mi abuela gritaba cada vez más fuerte, sus dedos clavaban sus uñas en mi espalda y su cuerpo se agitaba más descontrolado por momentos. Podía sentir bajo mi cuerpo el placer que estaba sintiendo mi abuela y mi polla gozaba penetrándola. Tenía ganas de correrme excitado por los gemidos de mi abuela y por las convulsiones que tenía cuando estalló en un tremendo orgasmo. 

- ¡Sí hijo, sí, córrete dentro de tu abuela, dale todo tu semen! - me gritaba mientras mi polla entraba a toda velocidad de su coño. 

Cuando clavé mi polla lo más profundo que pude en el coño de mi abuela y empecé a soltar mi semen, sentí que iba a perder el sentido. Estaba como embriagado por el placer de hacerle el amor a aquella mujer madura que estaba tan caliente como el nieto que agarrado a su cuerpo la follaba y se corría dentro. Quedé inmóvil bien clavado en ella. 

- ¡Descansa cariño! - me animaba ella mientras podíamos sentir como mi polla se convulsionaba dentro de su vagina que se agitaba aprisionándola. - ¡Hacía tiempo que no sentía este placer! ¡Échate a descansar y durmamos! 
- ¡Hay un problema! - le dije mientras sentía como mi polla abandonaba su cálida vagina y me echaba junto a ella mirándola - ¡Esto sigue dura y no puedo dormir así! 
- ¡Hijo, cómo es posible! - dijo cuando su mano agarró mi polla y sintió que volvía a estar bastante dura, su mano empezó a agitarla. Al momento sonó el timbre de la puerta de forma insistente - ¡¿Quién será?! 

Mi abuela se levantó y se puso su bata para ir a ver quién llamaba de forma tan insistente, ya eran cerca de las doce de la noche y si fuera algo grave de algún familiar, la habrían llamado por teléfono. Quedé en la cama, desnudo y empalmado, esperando que ella me dijera algo. La escuché hablar con otra mujer, parecía Lola. 

- ¡Mira hijo, ha venido Lola! 
- ¡¿He llegado a tiempo?! - dijo Lola. 
- Ya lo hemos hecho, pero mira cómo está mi niño... - me señaló y mi erección se marcaba un poco en la sábana que me cubría. 
- Bueno, tal vez os pueda ayudar un poco... - Lola se sentó en la cama y empezó a tocarme la polla por encima de la tela que me cubría. 

Me levanté de la cama, desnudo como estaba, caminé hasta Lola. Sus ojos no dejaron de mirar mi polla, estaba caliente y quería desahogarse esa noche. Me acerqué al teléfono y quité el cable que iba desde la pared al aparato, con él me dirigí a Lola. 

- ¡Te quieres divertir esta noche! - le susurré al oído y ella asintió con la cabeza – Abuela, te explicaré en qué consiste mi enfermedad. - empujé a Lola contra la cama y cayó bocabajo, agarré sus manos y se la até a la espalda – Ven abuela. - ella se acercó - No hay ninguna enfermedad. - mi abuela parecía confundida – La verdad es que estoy muy caliente y casi todo el día estoy empalmado. El que tú creyeras la tontería que te conté me hizo descubrir que mi abuela es excitante y una gran mujer en la cama... 
- ¿Me has engañado? - dijo sonriendo - ¡Así qué tengo un nieto mentiroso! 
- Sí, pero la verdad es que he disfrutado con esta mentira... - la miré implorando perdón - ¿Tú no? 
- Tú lo que eres es un adicto al sexo... - se acercó a mí mirándome - y me has convertido en lo mismo, en una pervertida que se ha hecho adicta al sexo con su nieto. - me besó en la boca suavemente - ¿Y qué pasa con Lola? 

- Abuela, tu querida amiga me amenazó con decirte que teengañaba si no tenía sexo con ella... ¡Ya la viste el otro día! 
- ¿Y por qué la has atado? 
- ¡Eso, cabrón, suéltame! - protesto Lola que estaba en la cama inmovilizada. 
 - ¡Calla! - le di un guantazo muy sonoro en el culo – Abuela, creo que deberíamos castigarla por lo que ha hecho... ¿no? - mi abuela sonrió maliciosamente. 
- ¡Así qué mi amiga Lola se ha aprovechado de mi nieto! - se sentó en la cama para hablarle a su amiga - Niño ¿qué quieres hacerle? 

- Mira abuela. - le levanté la falda y dejé su gran culo al aire con aquellas bragas blancas – Desde que le vi este culo he deseado equivocarme de agujero... - acaricié sus nalgas y se movieron como gelatina. 
- ¡No cabrón, por el culo no! - gritó intentando girarse para escapar. 
- Pero Lola, has sido una chica muy mala... - le dijo mi abuela y le bajó las bragas para dejar su culo al aire - ¿Qué hacemos con este culo grande? - le dio una cachetada y dejó marcada su mano en las carnes blancas de su amiga. 
- ¡Mira qué agujerito más oscuro! - le dije a mi abuela mientras separaba los cachetes y aparecía su redondo ano, escupí un poco de saliva - ¿Puedo jugar un poco con él? 
- ¡Claro mi niño, Lola hoy va a ser tu juguete! 

- ¡Soltadme cabrones, los dos sois unos pervertidos! - protestaba la amiga de mi abuela mientras yo echaba más saliva en su culo – ¡Os voy a denunciar! 
- ¿Y tu marido? ¿Qué está durmiendo? - dijo mi abuela – Lo llamo para decirle que has venido a mi casa para buscar sexo con mi nieto... - miabuela cogió por los pelos a su amiga y le hizo girar la cabeza – Hoy vas a hacer lo que queramos... 

Puse mi dedo gordo sobre el apretado ano y su cuerpo dio un respingo al sentirme. Empecé a acariciar aquel esfínter, sintiendo en mi dedo los pelos pequeños que allí había. La cogí por las caderas y la forcé a apoyarse sobre las rodillas, dejando su enorme culo en pompa. Separé los cachetes y metí la cara para lamer su coño. Lo acaricié un poco y después mi lengua subió para lamer el ano. 

- ¡Sois unos pervertidos y unos guarros! - mi abuela mantenía el culo de Lola abierto mientras yo lamía su culo y su coño. 
- Sí puta, pero veo que te está gustando... - le dijo mi abuela y Lola empezó a gemir. 

- ¡Sí migel, eso me gusta! - gemía Lola. 
- Abuela. - dije dejando de lamer su culo y acariciando su ano con mi dedo - ¿Te ha comido alguna vez el coño otra mujer? 
. No hijo, nunca... 
- ¿Quieres qué tu amiga lo haga? - escuché a Lola que empezó a reír, quedé extrañado. 
- ¡Llevo mucho tiempo pidiéndole a tu abuela que me deje comerle el coño! - miró a su amiga - ¡Suéltamelas manos y te comeré el coño como nunca antes te lo han comido! 

Mi abuela se subió en la cama, se sentó delante de su amiga, echó sus ropas a los lados y abrió sus piernas para ofrecerle su coño. Liberé a Lola de sus ataduras y se lanzó de cabeza a comerle el coño a mi abuela. Los gemidos de mi abuela no tardaron, su amiga sabía muy bien comer coños y se lo estaba demostrando. Me puse detrás de Lola y miré su coño, empezaba a lanzar flujos excitada por el coño que se estaba comiendo. Me subí en la cama de pie y me coloqué junto a mi abuela que gozaba con los ojos cerrados mientras su amiga lamía y lamía sin descanso. 

Agarré mi polla y puse mi glande en los labios de mi abuela, no abrió los ojos, sabía perfectamente lo que tenía en la boca y no estaba dispuesta a que se le escapase. Sus labios apresaron mi glande y agarré su cabeza. Empecé a follar su boca metiendo mi polla todo lo posible.  

Miré el redondo culo de Lola, le quité la polla a mi abuela y me coloqué de rodillas detrás de aquel culo. Puse mi polla en aquel mojado coño, empujé y la penetré profundamente. Las dos abuelas gemían mientras gozábamos de nuestro sexo. Mientras mi polla entraba y salía del coño, separé los cachetes y puse el dedo gordo para acariciar su ano. Lola me miró y sonrió mientras dos de sus dedos entraban en la vagina de mi abuela que se retorcía de placer. Empujé el dedo contra su ano y fue cediendo. Mientras mi polla entraba cada vez con más fuerza, mi dedo conseguía vencer la resistencia de su esfínter y penetrarla suavemente. Lola gemía en el coño de mi abuela. Las dos gozaban. 

Mi abuela agarró la cabeza de su amiga y la empujó contra su coño, se estaba corriendo en su boca y su amiga no quería perderse el sabroso líquido que brotaba de mi abuela. Al momento empujó a Lola y se levantó desesperada, gateó sobre la cama y se colocó junto a la amiga en la misma postura. 

- ¡Hijo, clava tu polla en tu abuela! - me miró y me ordenó desesperada para que su vagina fuera invadida por mi polla. 

Hundí mi polla con fuerza en el coño de mi abuela y dio un gran gemido. Mis caderas se encargaban de penetrar a mi abuela, mientras mis manos introducían, cada una, un dedo en el culo de cada abuela. Las dos gozaban y empezaron a besarse entre ellas apasionadamente mientras yo follaba un coño y pasaba al otro para intentar mantenerlas calientes a las dos. 

Mientras follaba con ganas a mi abuela, Lola nos dejó y de rodillas en medio de la cama me llamó para que dejara a mi abuela y siguiera sus indicaciones. Saqué mi polla totalmente mojada con los flujos de aquellas dos pervertidas abuelas. Me acerqué a Lola y ella me puso bocarriba en medio de la cama. Abrió sus piernas, me dio la espalda y se colocó encima de mi polla. Mi abuela vino en su ayuda. Mientras Lola mantenía su cuerpo elevado, apoyado en sus piernas y sus manos, mi abuela agarró mi polla para dirigirla hacia el coño de su amiga, pero antes le dio un buen lavado con su boca, aquellas mamadas me mostraban el placer y la excitación que sentía mi abuela. 

- ¡Vamos, clávatela! - le dijo a Lola cuando su boca estuvo satisfecha de mamar y apuntó mi polla directamente al coño de su amiga. 
- ¡Joder, qué gusto follar con ustedes! - Lola se sentaba y mi polla entraba en su mojado coño - ¡Joder Pepa! ¡Qué me haces! - mi abuela lamía el clítoris a su amiga mientras yo movía las caderas y penetraba su coño - ¡Sí, sí, sabía qué tenía que venir esta noche! El cabrón de mi marido durmiendo y yo disfrutando del sexo de mis pervertidos amigos... ¡Uf, sí, sigue Pepa! ¡Me voy a correr! 

Mi polla estaba totalmente empapada en los flujos de Lola. Mi abuela disfrutaba comiendo el coño de su amiga. Agarró mi polla y la forzó a salir de la caliente vagina. Sentí la boca de mi abuela que se la tragaba y daba succiones fuertes en mi glande. De nuevo volvía a sentir el mojado coño de nuestra amiga y me hundía en ella completamente. 

- ¡Me corro, me corro! - gritó Lola mientras sus piernas temblaban y su cuerpo se convulsionaba por el placer - ¡Sí, me muero, me muero de gusto! - gritaba y mi polla entraba y salía enloquecida en su vagina. 

Cayó a un lado y metió su mano entre sus piernas, como queriendo contener el orgasmo que sentía mientras su cuerpo se agitaba. Mi abuela aprovechó para montarse sobre mí. Puso mi polla bajo su coño, entre sus labios vaginales y empezó a mover las caderas. Todos estábamos bastante mojados y nuestros sexos se deslizaban dándonos placer. Levantó las caderas y dirigió con una mano mi polla hacia la entrada de su vagina. Se sentó y mi polla la penetró por completo. Un gran gemido llenó la habitación. Puse una mano en su culo y la otra en su espalda. La empujé hacía mí y su culo quedó en pompa mientras nos besábamos apasionadamente. Mis caderas se movieron con rapidez y mi polla la penetró mientras el roce con su clítoris era intenso. Apartó su boca de la mía. Con los ojos cerrados y la boca abierta, empezó a gemir cada vez más fuerte hasta estallar en un orgasmo. 

- ¡Me mareo, para por favor! - gemía, temblaba y apenas podía sostenerse sobre mí. No le hice caso, quería correrme de nuevo en ella - ¡Joder hijo, no puedo más! - puse mis dos manos sobre su culo y la follaba violentamente - ¡Ya, ya, ya! 

Empujé su culo contra mi cuerpo y mi polla entró en lo más profundo de su vagina. Sentí el semen recorrer toda la longitud de mi polla y brotar por la punta de mi glande. Las convulsiones y los jadeos de mi abuela me mostraban que estaba sintiendo en el interior de su cuerpo cada chorro de semen que le regalaba. Se derrumbó sobre mí cuando dejé de empujar su cuerpo contra el mío. Quedamos abrazados mientras mi polla aún estaba dentro de su coño. Lola se acercó a nosotros y nos abrazó, besó a su amiga en la boca y después a mí para acabar besándonos los tres a la vez. Descansamos por un rato y ya eran las una y media de la madrugada. Lola se vistió rápido y nos abandonó para irse a su casa a acostarse junto a su marido al que le había dado un relajante suave para poder escaparse esa noche. 
Mi abuela y yo continuamos viviendo juntos todo aquel curso. La verdad es que todo el tiempo que estuve estudiando lo pasé en su casa, estudiando, ayudándola y, sobre todo, follándola. A ella y a su amiga Lola. Siempre pensé, influenciado por mis compañeros, que siendo tan feo como era, no follaría nada. Además, si le preguntaran a cualquiera de esos guaperas que follaban los fines de semana a incautas jóvenes sobre follar con abuelas, seguro que pensarían que tenía que ser de lo más aburrido. Pero yo aprendí de mi abuela que para disfrutar del sexo no importa ni el físico ni la edad, pues en los años de estudios, follé todos los días y mis abuelas me dieron el mejor sexo que nunca más pude tener. ¡Pepa, Lola! ¡Os quiero allá dónde estéis!

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