Noche de amigas, así empezamos...
Después de la noche que pasé con Agus, no volvimos a hablar del tema entre nosotras. Solo había quedado la promesa de ella, que cuando terminara de rendir, iba a venir a Buenos Aires a visitarme un fin de semana. Pensé que había sido una de las tantas cosas que se dicen al aire y quedan en la nada, pero ni bien rindió la última materia ella me escribió.
El sábado al mediodía llegaba a Retiro, y se quedaba hasta el domingo a la tarde. La semana pasada, previa a su llegada, estuve por demás de ansiosa. Soy muy viciosa y me encanta la pija, no lo voy a negar. Por demás. Pero lo que sentí esa noche con ella (a pesar que no había sido la primera vez) fue realmente muy intenso. Y solo pensar que se acercaba otra noche así, me volvía loca.
Pero no iba a ser nada improvisado como la vez anterior. En las últimas semanas retomé mis encuentros con Chistian, mi garche fijo de estos últimos años, con el que descubrí mi faceta de esclava sumisa y hasta de dominadora con juegos que rozan el masoquismo (aunque no llegamos a tanto). Pero pensaba en Agustina, y la verdad... me la quería re coger. La quería someter, quería hacerla mi esclava. Me re calentaba la imagen de ella sumisa ante mi.
El jueves me encontré con Christian. Tuvimos una de esas sesiones fantásticas de sexo, donde fui su obediente sumisa en la cama, aunque todo lo hice con un solo fin: llevarme de su casa las bolas chinas que él había comprado y me obligaba a usar en varias oportunidades. Con la excusa que las quería usar antes que él viniera a verme algún día (fuera de joda, usarlas mientras caminas o hacés cosas en casa te deja super caliente), las conseguí.
El sábado llegó mi amiga, paseamos un rato y a la noche nos fuimos a un barcito a tomar algo. Hablamos mucho, nos contamos cosas... pero ninguna sacaba el tema en cuestión. Parecía todo como si no hubiera pasado nada. En un momento hasta dudé que ella quisiera que pasara algo de nuevo, como si fuese algo de una noche y listo.
Volvimos algo escabiadas a mi departamento. En el ascensor se apoyó en mi hombro y medio que me abrazó. "Tengo sueño", me decía. Podía oler su perfume de cerca. Mi corazón se aceleraba y no sabía qué hacer. Entramos a casa y nos fuimos derecho a la habitación.
Nos pusimos a hablar un rato, las dos sentadas en mi cama. Ella me estaba contando algo y yo no podía parar de mirarla. Fijo, a los ojos. Deseándola. Ella se empezó a poner un poco nerviosa y a decir cualquier cosa.
- Julieta no me mirés así - me dijo en tono serio. Yo seguía mirándola.
- Así como?
- Así - dijo acercándose y mirándome fijo también, exagerando un poco la situación.
Nos empezamos a reír las dos, eran risas de borrachas realmente. Cuando nuestras miradas se encontraron de nuevo, se hizo silencio. No hizo falta nada más. Me acerqué a ella, Agus me abrazó y nos besamos. Un beso suave, tierno, casi como dos adolescentes que están recién aprendiendo a besar. Su mano acomodó mi pelo y acarició mis mejillas. Yo la abracé de la cintura y la tiré a la cama.
La intensidad y la pasión de los besos era cada vez más grande. Sin dejar de besarnos, empezamos a desvestirnos. Yo estaba agitadísima, de los nervios, toda la ansiedad acumulada. Ella estaba igual y me ponía aún más caliente sentirla así. Nuestros cuerpos se enredaban mientras nos franeleábamos piel con piel.
"Te extrañé" me dijo entre caricias y besos. Yo le respondí comiéndole la boca de nuevo. "Yo también... tenía ganas que vengas" le respondí estirando mis manos hacia mi mesita de luz. "Tenés ganas de jugar?" le dije levantándome y sentándome encima suyo. Al principio me miró extrañada. Yo la acariciaba y tocaba mirándola con cara perversa. Cuando asintió con la cabeza, saqué un pañuelo negro y le tapé los ojos.
"Qué hacés?" me dijo riéndose, aunque no llegó a completar la frase que ya tenía sus manos atadas contra el respaldo de mi cama. Me acomodé bien encima suyo y le agarré la cara. Le di un beso y le dije al oído "hoy vas a ser mi esclava" le dije besando su cuello. La notaba nerviosa. Pero no decía nada. Me levanté y fui a buscar hielo. No dije ni una palabra más por un tiempo.
Empecé besándola por los hombros, el cuello, bajando a su pecho. Me quedé en sus tetas un rato, mientras mis manos recorrían sus brazos estirados arriba de su cabeza. Ella suspiraba de placer cada vez que mi lengua golpeaba contra sus pezones duros. Los mordía suavecito, los lamía, los succionaba. Mis manos bajaban por su cuerpo hasta sus piernas.
Agus arqueaba la espalda con cada roce de mis manos. Cuando dejé caer un par de gotas heladas en sus pechos pegó un grito. Primero, por lo inesperado. Pero cuando mi lengua sequé el agua que goteaba por su cuerpo, empezó a gemir desesperada. Ahora, el trozo de hielo recorría su panza, mientras mi boca iba besándola. Mi amiga gemía cada vez más fuerte y se contenía para no gritar.
Cuando el frío llegó a sus pezones no aguantó más y los gritos de placer se hicieron escuchar en todo el edificio. Primero rocé sus tetas por el costado, subiendo y acariciando entre medio. Luego, tocaba sus pezones que se endurecían ante el frío del hielo. Lo sacaba, y se las chupaba. Estuve un rato jugando con sus dos tetas, haciéndola volar de placer.
Dejé el hielo y me dediqué a besarla y tocarla por todo el cuerpo. De vez en cuando, enfriaba mi lengua y la calentaba con su piel hirviendo. Me trepé arriba y la besé. El beso que me dio, no tiene comparación a ninguno de los que me había dado antes. "Aaay como me pusiste!" gritó cuando fui bajando hasta llegar a su concha. Pasé mi lengua por el costado, bajé, rocé con la punta la entrada de su vagina para comprobar lo empapada que estaba.
Se la comí de golpe y sin pausa. Podía sentir como trataba de zafarse de las ataduras, pero no lo lograba. Desesperada, su cuerpo se movía para todos lados y temblaba ante cada golpe de mi lengua. Yo me ponía mas intensa cuando la sentía así. Ver su cuerpo a mi disposición me tenía realmente loca, estaba cada vez más caliente. Me volví a subir encima de ella, pero con la concha en su cara.
Hicimos un 69 aunque bien podría decir que hice todo yo. Su cara estaba quieta y era yo la que me movía sobre su boca. Mientras, le chupaba la concha y metía los dedos cogiéndola con ganas. Solo se detuvo de chuparmela para gritar y gemir cuando la hice acabar.
Su cuerpo tembló y convulsionó por un rato. No paraba de gemir. Yo, loca, trataba de enterrarle los dedos lo más adentro posible. Los saqué empapados. Me di vuelta y los puse en su boca. "Ay... Juli... ay Dios... no... no sabés... como acabé!" decía aún recuperando el aliento y la respiración.
Estaba toda traspirada y agitada. Me senté arriba suyo, con mi concha en su cara. Le saqué la venda para mirarla a los ojos mientras me la chupaba. Yo le acariciaba el pelo con ternura, mientras ella no dejaba de mover su lengua en mi clítoris.
Cuando estuve por acabar la agarré fuerte del pelo y la apreté contra mi. Por un instante, pensé que mi cuerpo volaba. Cuando me recuperé, me aparté de su cara y la desaté. Me acosté a su lado y la abracé. Ella seguía impactada. Nos besamos mientras su concha se apoyaba en mi pierna y empezamos a movernos, rozándonos.
Me fui acomodando hasta que nuestras conchas se chocaron una contra la otra. Lo había visto en un video que me pasaron, que me puso re caliente y lo quise probar. Realmente, fue maravilloso.
Tanto que acabamos otra vez, rozando nuestras conchas húmedas y calientes contra la otra. La di vuelta, y la dejé boca abajo. Le besé toda la espalda, la cola, pasé mi mano de nuevo por su concha para enterrarle los dedos. Ella no se negaba a nada. Se dejaba a todo.
Le paré la cola y la puse en 4. Volví a taparle los ojos, para darle la otra sorpresita. Agarré las bolas chinas bien lubricadas y empecé a ponerselas en la concha. "Qué es eso??" me decía. Yo solo le repetía al oído que disfrute.
Se las puse y luego empecé a sacarlas. Cada una que sacaba le arrancaba un gemido. "Qué es esoooo???!" repetía cada vez más alto. "AAayyy me vuelve loca esooo". Cuando las saqué todas, la besé. "Otra vez?", le pregunté. "Siiiiii me encantóo". Abrí sus nalgas y metí mi lengua. Desde la cola a la concha, arriba a abajo.
Y otra vez, empecé a meterle las bolas. Y despacio las sacaba. Se lo hice varias veces, mientras la masturbaba. "Me vas hacer acabar!!" llegué a escucharse entre sus gemidos. Cuando sentí que estaba a punto, dejé unas bolas adentro suyo y la masturbé con más fuerza hasta hacerla explotar.
"Mirá!" le dije mostrándole las bolas chinas totalmente empapadas con su flujo. "Boluda que es estooo, es el paraíso!" decía. Me acosté boca arriba y la invité a que las probara conmigo. Antes, me besó agradeciéndome lo que había hecho. Agarró el poco hielo que quedaba y se enfrió la lengua.
Me chupó la concha un rato, las tetas. Cerré mis ojos y me imaginaba las veces que Christian lo había hecho conmigo. No puedo negar que me vuelve loca la facilidad con la que él me hace temblar, pero esto era distinto. Acariciar el pelo de mi amiga mientras ella está en mi concha, me volvía aún más loca.
Cuando estuve a punto de acabar la hice frenar. Agarré sus manos y le mostré como ir poniendo las bolas chinas en mi concha. Luego, sacarlas, despacio. Cada vez que sacaba una, mi cuerpo se estremecía. Agus dejó todo y se tiró entre mis piernas. Me la chupó desesperada hasta que me hizo acabar.
Se tiró al lado mío y nos quedamos dormidas. Antes de que amanezca me desperté con ella manoseándome las tetas. "Hola linda" me dijo dándome un beso. Mi mano se fue derecho a su concha, mientras ella chupaba mis tetas. Se trepó arriba mío. Yo abrí mis piernas y ella se acomodó entre ellas. Empezó a moverse, sin dejar de besarme, como si estuviera cogiéndome
Bajó a chuparme las tetas y me llenó de besos todo el cuerpo. Se incorporó, levantó una de mis piernas y la acomodó sobre su hombro. Apoyó su concha contra la mía y empezó a moverse. La desesperación que teníamos hacía que me apretara cada vez más su cuerpo contra el mío. Yo deliraba.
- Cómo me gusta esto... donde lo aprendiste? Con quien me engañas? - me decía, en broma, mientras no dejaba de moverse
- Lo vi en un video... aaayy.. y me encantó... lo tenía que probar con vos
- Ahhh pero mirala a ella mirando porno... y las bolas esas?? - seguía insistiendo. Yo estaba delirando
- Callate boluda y haceme acabar!!! - le grité desencajada.
Se aferró de mis piernas y aceleró el ritmo. Yo agarré las sábanas mientras mi cuerpo temblaba y explotaba en un orgasmo inolvidable. Al rato, ella se detuvo y se tiró al lado mío. "No puedo..." me decía, en sentido que no podía acabar.
La acosté y me puse entre sus piernas para chuparsela. Cuando estuve ahí abajo, Agus me alcanzó las bolas chinas que estaban tiradas en la mesita de luz. "Tomá... usalas". Se las enterré todas, y las fui sacando mientras manoseaba todo su cuerpo. Le chupé la concha hasta casi hacerla acabar.
Me frené, dejándoselas adentro, y la besé. Cuando se calmó, volví abajo de nuevo. Se la chupé de nuevo, pero esta vez si la hice acabar. Quedó exhausta en la cama sin moverse, recuperando el aliento. Yo me acosté a su lado, la abracé y ella se acomodó en cucharita adelante mío.
El domingo nos levantamos cerca del mediodía. Fuimos a comer y a la tarde la acompañé a Retiro. Cuando estaba por subir al micro, me preguntó qué días iba a estar en Rosario para las fiestas. "Nos reservamos una noche para nosotras?" me dijo con una sonrisa macabra.
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Después de la noche que pasé con Agus, no volvimos a hablar del tema entre nosotras. Solo había quedado la promesa de ella, que cuando terminara de rendir, iba a venir a Buenos Aires a visitarme un fin de semana. Pensé que había sido una de las tantas cosas que se dicen al aire y quedan en la nada, pero ni bien rindió la última materia ella me escribió.
El sábado al mediodía llegaba a Retiro, y se quedaba hasta el domingo a la tarde. La semana pasada, previa a su llegada, estuve por demás de ansiosa. Soy muy viciosa y me encanta la pija, no lo voy a negar. Por demás. Pero lo que sentí esa noche con ella (a pesar que no había sido la primera vez) fue realmente muy intenso. Y solo pensar que se acercaba otra noche así, me volvía loca.
Pero no iba a ser nada improvisado como la vez anterior. En las últimas semanas retomé mis encuentros con Chistian, mi garche fijo de estos últimos años, con el que descubrí mi faceta de esclava sumisa y hasta de dominadora con juegos que rozan el masoquismo (aunque no llegamos a tanto). Pero pensaba en Agustina, y la verdad... me la quería re coger. La quería someter, quería hacerla mi esclava. Me re calentaba la imagen de ella sumisa ante mi.
El jueves me encontré con Christian. Tuvimos una de esas sesiones fantásticas de sexo, donde fui su obediente sumisa en la cama, aunque todo lo hice con un solo fin: llevarme de su casa las bolas chinas que él había comprado y me obligaba a usar en varias oportunidades. Con la excusa que las quería usar antes que él viniera a verme algún día (fuera de joda, usarlas mientras caminas o hacés cosas en casa te deja super caliente), las conseguí.
El sábado llegó mi amiga, paseamos un rato y a la noche nos fuimos a un barcito a tomar algo. Hablamos mucho, nos contamos cosas... pero ninguna sacaba el tema en cuestión. Parecía todo como si no hubiera pasado nada. En un momento hasta dudé que ella quisiera que pasara algo de nuevo, como si fuese algo de una noche y listo.
Volvimos algo escabiadas a mi departamento. En el ascensor se apoyó en mi hombro y medio que me abrazó. "Tengo sueño", me decía. Podía oler su perfume de cerca. Mi corazón se aceleraba y no sabía qué hacer. Entramos a casa y nos fuimos derecho a la habitación.
Nos pusimos a hablar un rato, las dos sentadas en mi cama. Ella me estaba contando algo y yo no podía parar de mirarla. Fijo, a los ojos. Deseándola. Ella se empezó a poner un poco nerviosa y a decir cualquier cosa.
- Julieta no me mirés así - me dijo en tono serio. Yo seguía mirándola.
- Así como?
- Así - dijo acercándose y mirándome fijo también, exagerando un poco la situación.
Nos empezamos a reír las dos, eran risas de borrachas realmente. Cuando nuestras miradas se encontraron de nuevo, se hizo silencio. No hizo falta nada más. Me acerqué a ella, Agus me abrazó y nos besamos. Un beso suave, tierno, casi como dos adolescentes que están recién aprendiendo a besar. Su mano acomodó mi pelo y acarició mis mejillas. Yo la abracé de la cintura y la tiré a la cama.
La intensidad y la pasión de los besos era cada vez más grande. Sin dejar de besarnos, empezamos a desvestirnos. Yo estaba agitadísima, de los nervios, toda la ansiedad acumulada. Ella estaba igual y me ponía aún más caliente sentirla así. Nuestros cuerpos se enredaban mientras nos franeleábamos piel con piel.
"Te extrañé" me dijo entre caricias y besos. Yo le respondí comiéndole la boca de nuevo. "Yo también... tenía ganas que vengas" le respondí estirando mis manos hacia mi mesita de luz. "Tenés ganas de jugar?" le dije levantándome y sentándome encima suyo. Al principio me miró extrañada. Yo la acariciaba y tocaba mirándola con cara perversa. Cuando asintió con la cabeza, saqué un pañuelo negro y le tapé los ojos.
"Qué hacés?" me dijo riéndose, aunque no llegó a completar la frase que ya tenía sus manos atadas contra el respaldo de mi cama. Me acomodé bien encima suyo y le agarré la cara. Le di un beso y le dije al oído "hoy vas a ser mi esclava" le dije besando su cuello. La notaba nerviosa. Pero no decía nada. Me levanté y fui a buscar hielo. No dije ni una palabra más por un tiempo.
Empecé besándola por los hombros, el cuello, bajando a su pecho. Me quedé en sus tetas un rato, mientras mis manos recorrían sus brazos estirados arriba de su cabeza. Ella suspiraba de placer cada vez que mi lengua golpeaba contra sus pezones duros. Los mordía suavecito, los lamía, los succionaba. Mis manos bajaban por su cuerpo hasta sus piernas.
Agus arqueaba la espalda con cada roce de mis manos. Cuando dejé caer un par de gotas heladas en sus pechos pegó un grito. Primero, por lo inesperado. Pero cuando mi lengua sequé el agua que goteaba por su cuerpo, empezó a gemir desesperada. Ahora, el trozo de hielo recorría su panza, mientras mi boca iba besándola. Mi amiga gemía cada vez más fuerte y se contenía para no gritar.
Cuando el frío llegó a sus pezones no aguantó más y los gritos de placer se hicieron escuchar en todo el edificio. Primero rocé sus tetas por el costado, subiendo y acariciando entre medio. Luego, tocaba sus pezones que se endurecían ante el frío del hielo. Lo sacaba, y se las chupaba. Estuve un rato jugando con sus dos tetas, haciéndola volar de placer.
Dejé el hielo y me dediqué a besarla y tocarla por todo el cuerpo. De vez en cuando, enfriaba mi lengua y la calentaba con su piel hirviendo. Me trepé arriba y la besé. El beso que me dio, no tiene comparación a ninguno de los que me había dado antes. "Aaay como me pusiste!" gritó cuando fui bajando hasta llegar a su concha. Pasé mi lengua por el costado, bajé, rocé con la punta la entrada de su vagina para comprobar lo empapada que estaba.
Se la comí de golpe y sin pausa. Podía sentir como trataba de zafarse de las ataduras, pero no lo lograba. Desesperada, su cuerpo se movía para todos lados y temblaba ante cada golpe de mi lengua. Yo me ponía mas intensa cuando la sentía así. Ver su cuerpo a mi disposición me tenía realmente loca, estaba cada vez más caliente. Me volví a subir encima de ella, pero con la concha en su cara.
Hicimos un 69 aunque bien podría decir que hice todo yo. Su cara estaba quieta y era yo la que me movía sobre su boca. Mientras, le chupaba la concha y metía los dedos cogiéndola con ganas. Solo se detuvo de chuparmela para gritar y gemir cuando la hice acabar.
Su cuerpo tembló y convulsionó por un rato. No paraba de gemir. Yo, loca, trataba de enterrarle los dedos lo más adentro posible. Los saqué empapados. Me di vuelta y los puse en su boca. "Ay... Juli... ay Dios... no... no sabés... como acabé!" decía aún recuperando el aliento y la respiración.
Estaba toda traspirada y agitada. Me senté arriba suyo, con mi concha en su cara. Le saqué la venda para mirarla a los ojos mientras me la chupaba. Yo le acariciaba el pelo con ternura, mientras ella no dejaba de mover su lengua en mi clítoris.
Cuando estuve por acabar la agarré fuerte del pelo y la apreté contra mi. Por un instante, pensé que mi cuerpo volaba. Cuando me recuperé, me aparté de su cara y la desaté. Me acosté a su lado y la abracé. Ella seguía impactada. Nos besamos mientras su concha se apoyaba en mi pierna y empezamos a movernos, rozándonos.
Me fui acomodando hasta que nuestras conchas se chocaron una contra la otra. Lo había visto en un video que me pasaron, que me puso re caliente y lo quise probar. Realmente, fue maravilloso.
Tanto que acabamos otra vez, rozando nuestras conchas húmedas y calientes contra la otra. La di vuelta, y la dejé boca abajo. Le besé toda la espalda, la cola, pasé mi mano de nuevo por su concha para enterrarle los dedos. Ella no se negaba a nada. Se dejaba a todo.
Le paré la cola y la puse en 4. Volví a taparle los ojos, para darle la otra sorpresita. Agarré las bolas chinas bien lubricadas y empecé a ponerselas en la concha. "Qué es eso??" me decía. Yo solo le repetía al oído que disfrute.
Se las puse y luego empecé a sacarlas. Cada una que sacaba le arrancaba un gemido. "Qué es esoooo???!" repetía cada vez más alto. "AAayyy me vuelve loca esooo". Cuando las saqué todas, la besé. "Otra vez?", le pregunté. "Siiiiii me encantóo". Abrí sus nalgas y metí mi lengua. Desde la cola a la concha, arriba a abajo.
Y otra vez, empecé a meterle las bolas. Y despacio las sacaba. Se lo hice varias veces, mientras la masturbaba. "Me vas hacer acabar!!" llegué a escucharse entre sus gemidos. Cuando sentí que estaba a punto, dejé unas bolas adentro suyo y la masturbé con más fuerza hasta hacerla explotar.
"Mirá!" le dije mostrándole las bolas chinas totalmente empapadas con su flujo. "Boluda que es estooo, es el paraíso!" decía. Me acosté boca arriba y la invité a que las probara conmigo. Antes, me besó agradeciéndome lo que había hecho. Agarró el poco hielo que quedaba y se enfrió la lengua.
Me chupó la concha un rato, las tetas. Cerré mis ojos y me imaginaba las veces que Christian lo había hecho conmigo. No puedo negar que me vuelve loca la facilidad con la que él me hace temblar, pero esto era distinto. Acariciar el pelo de mi amiga mientras ella está en mi concha, me volvía aún más loca.
Cuando estuve a punto de acabar la hice frenar. Agarré sus manos y le mostré como ir poniendo las bolas chinas en mi concha. Luego, sacarlas, despacio. Cada vez que sacaba una, mi cuerpo se estremecía. Agus dejó todo y se tiró entre mis piernas. Me la chupó desesperada hasta que me hizo acabar.
Se tiró al lado mío y nos quedamos dormidas. Antes de que amanezca me desperté con ella manoseándome las tetas. "Hola linda" me dijo dándome un beso. Mi mano se fue derecho a su concha, mientras ella chupaba mis tetas. Se trepó arriba mío. Yo abrí mis piernas y ella se acomodó entre ellas. Empezó a moverse, sin dejar de besarme, como si estuviera cogiéndome
Bajó a chuparme las tetas y me llenó de besos todo el cuerpo. Se incorporó, levantó una de mis piernas y la acomodó sobre su hombro. Apoyó su concha contra la mía y empezó a moverse. La desesperación que teníamos hacía que me apretara cada vez más su cuerpo contra el mío. Yo deliraba.
- Cómo me gusta esto... donde lo aprendiste? Con quien me engañas? - me decía, en broma, mientras no dejaba de moverse
- Lo vi en un video... aaayy.. y me encantó... lo tenía que probar con vos
- Ahhh pero mirala a ella mirando porno... y las bolas esas?? - seguía insistiendo. Yo estaba delirando
- Callate boluda y haceme acabar!!! - le grité desencajada.
Se aferró de mis piernas y aceleró el ritmo. Yo agarré las sábanas mientras mi cuerpo temblaba y explotaba en un orgasmo inolvidable. Al rato, ella se detuvo y se tiró al lado mío. "No puedo..." me decía, en sentido que no podía acabar.
La acosté y me puse entre sus piernas para chuparsela. Cuando estuve ahí abajo, Agus me alcanzó las bolas chinas que estaban tiradas en la mesita de luz. "Tomá... usalas". Se las enterré todas, y las fui sacando mientras manoseaba todo su cuerpo. Le chupé la concha hasta casi hacerla acabar.
Me frené, dejándoselas adentro, y la besé. Cuando se calmó, volví abajo de nuevo. Se la chupé de nuevo, pero esta vez si la hice acabar. Quedó exhausta en la cama sin moverse, recuperando el aliento. Yo me acosté a su lado, la abracé y ella se acomodó en cucharita adelante mío.
El domingo nos levantamos cerca del mediodía. Fuimos a comer y a la tarde la acompañé a Retiro. Cuando estaba por subir al micro, me preguntó qué días iba a estar en Rosario para las fiestas. "Nos reservamos una noche para nosotras?" me dijo con una sonrisa macabra.
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46 comentarios - Agustina, mi esclava por una noche
gracias por pasar!!
Van 10
buen relato
gracias por pasar
Para el sexo oral, lo mejor son las conchas depiladas como esa ¿no crees?
gracais por pasar
gracias por pasar
gracias por pasar!
gracias por pasar!
gracias por pasar!
gracias por pasar
gracias por pasar
gracias por pasar!
Besos
gracias por pasar!
gracias por pasar!
gracias por comentar 😉
me encanto : í sus nalgas y metí mi lengua. Desde la cola a la concha, arriba a abajo.
❤️.<3
gracias por comentar 😉
de nada ❤️