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Cruzados

Federico abrió la puerta de su casa y entró. Estaba todo oscuro. Dejó sus cosas sobre la mesa del comedor, medio desordenadas como siempre y se sacó los zapatos para no hacer ruido. En el baño se lavó los dientes con esmero. Sentía todavía un poco el olor de la pija de Pablo entre sus labios. Se miró al espejo mientras lo hacía. Se vió cansado y un poco viejo, con la barba canosa a medio crecer. Pensó en que era otro martes con Pablo. Recordó sus pezones entre sus labios, su verga dura entre sus manos y se le volvió a parar. 
Era martes y Julieta estaba acostada en la cama matrimonial hacía unos veinte minutos. Escuchó a Federico entrar al baño pero se hizo la dormida. Estaba un poco cansada. Fabricio había estado especialmente fogozo esa noche. Tomó la pastilla azul y utilizó las dos horas enteras de telo en bombearle la cajeta sin parar, un poco desesperado por mostrarse viril y sin pensar demasiado en el goce de ella, que apenas pudo acabar una vez y medio a desgano, tristona y con el timbre del teléfono avisando el fin del turno en medio del orgasmo. 
Federico se terminó de lavar y a oscuras entró en la habitación. Se desvistió y se metió en la cama. Julieta dormía de espaldas a su lado. El la abrazó por detrás. Sintió el mismo olor a desodorante de ambiente barato de todos los martes en su pelo revuelto. El conocía ese olor porque era el del telo que a veces frecuentaban cuando se sentían con ganas de cogerse como cuando eran novios. Ella se acomodó con la espalda contra su pecho, le gustaba sentir sus brazos tomándola y arrullándola en esa posición. También acomodó su culo contra su verga. La sintió dura contra una de sus nalgas. Le pareció extraño, pero lo acomodó de manera que quedara apoyada y casi metida en la vedetina. Aparte de cansada se sentía un entre caliente y cariñosa. Tanto bombeo absurdo y sin onda la habían dejado vacía y con ganas de sentir una caricia amorosa de su esposo.
Federico sintió lo suave de la piel de su mujer. Pensaba en la diferencia de textura con la de Pablo mientras acariciaba despacio y un poco mecánicamente su panza con la mano izquierda. Sentía su respiración casi idéntica a la suya. Su verga dura se iba acomodando cada vez mejor entre las nalgas de Julieta, que con pequeños movimientos iba ayudando.
Ella sin decir palabra, se corrió la bombacha para que la cabeza dura y firme de la poronga se apoyara en el lugar exacto de su ano y despues guió la mano izquierda de Federico a su entrepierna. Una vez allí empezó a mover el orto en pequeños círculos que hicieron agitar la respiración de ambos. Siguieron así en silencio unos largos minutos de calentura plácida y compartida. El apretándola y besándole de vez en cuando el cuello. Ella sintiendo a su hombre en su espalda y la verga acariciándole el ano y sus dedos rozándole el clítoris en una postura que la hacía sentir segura y querida mientras recordaba los músculos tensos de los brazos de Fabricio a los lados de su cara mientras la cogía desesperado en el telo.
Era raro y excitante a la vez para ella. Ese hombre musculoso con la verga dura y tensa, cogiéndola como un trapo y gimiendo como animal encima suyo no la habían calentado tanto en ese momento, como ahora recordandolo y con la verga de su esposo apoyada en el ojete.
Federico acariciaba apenas con la punta de los dedos el clítoris de Julieta, agarrándola siempre por detrás. Sentía la humedad de sus jugos fluyendo de su concha hasta empaparle los dedos. Su clítoris que se ponía duro entre sus yemas como pequeña pijaque vibraba en cada roce. De vez en cuando seguía hacia abajo recorriendo los labios exteriores de la vagina, llenos de flujos. Ella se revolvía despacio entre sus brazos y le apretaba cada vez más fuerte la verga entre las nalgas. Guiaba con su mano la cabeza de la poronga hacia el orto. Quería que se abriera, que le de lugar para que se meta dentro suyo, sentía las terminaciones nerviosas de su ano llena de ganas de recibir la verga de su marido, conocida y mas tierna.
Hace un rato Fabricio intentó metérsela y tuvo que pedir por favor que parara porque la estaba matando. Intentó clavarla sin miramientos y lo unico que logró es hacerle caer un par de lágrimas de dolor.
Ahora estaba segura que Federico le haría el culo como tenía ganas.
Julieta buscó un poco a tientas el lubricante en la mesita de luz. Encontró el pomito medio vacío y virtió el contenido en los dedos de Federico que untuó el ojete despacio, metiendo un poco el dedo. Se dió cuenta de que estaba dilatado previamente. Le calentó de una manera extraña sentir tan explícitamente lo que ya sabía sin tanto detalle. Exploró el orto medio abierto de su mujer que recibía la caricia con deseo cada vez más agitado y tocándose ella misma el clítoris mientras tanto. Primero entró el dedo medio y luego el índice, dos falanges de cada uno se introdujeron despacio y haciendo movimientos suaves y circulares. Ella se revolvía pensando en el compañero de gimnasio bufando encima suyo. Federico pensaba en Pablo metiéndole la lengua hasta casi quedar sin aire. Volvía a sentir la lengua deseosa dentro del ojete y la verga se le ponía dura a reventar.
Apoyó la cabeza en la entrada y empujó apenitas para entrar. Ninguna dificultad tuvo en introducirse hasta casi la mitad en el primer empujón. Julieta dió un pequeño gritito de placer y empezó a pedirle que la coja, casi en voz baja, tocándose el clítoris y siempre entre los brazos de su marido, que la penetraba de costado y desde atrás. Así fueron bombeándose juntos hasta encontrar el ritmo adecuado. Cada vez más intenso, cada vez más adentro, cada vez más fuerte. Con la verga apretada por los músculos del ojete y ese vaivén que los volvía locos a ambos.
De repente desaparecieron de sus mentes Fabricio y Pablo. Desapareció el mundo alrededor, solo fueron ellos dos otra vez. Los mismos que se conocieron y desearon desde el primer momento hace veinte años. Dos cuerpos que parecían hechos para gozar uno del otro, juntos y calientes, gimiendo y abrazándose. Fundiéndose en un orgasmo compartido que llenó el culo de Julieta de la leche tan deseada. Acabaron casi juntos. Federico sacó la pija sucia de adentro del culo y quedaron así, abrazados, exhaustos y durmiéndose.
Federico se durmió pensando en que algún día le tendría que contar sus aventuras con Pablo, y que quizás hasta acepte sumarlo a la cama.
Julieta pensó en lo bien que su marido coge por el culo, que seguramente aprendió eso en la cama con Pablo y que tendría que contarle que ya sabe de sus gustos bisexuales. Julieta se durmió calentándose con la idea de un trío y de ver a su marido chupándole la verga.

10 comentarios - Cruzados

casadobi53 +1
Muy buen relato... me encantó y me calentó. Van 10
paspadohastalos +1
gracias por lo puntos, y lo mejor es haber logrado calentarte.
Pervberto +1
Precioso relato que deja un mensaje a la pasada que no llega a moraleja.
paspadohastalos +1
Muchas gracias. Espero no haber sido un poco "moralizante".
Pervberto +1
¡Muy por el contrario! Describe una situación de lo más común y el anhelo de lo que estaría del otro lado de una instancia difícil...
morochadel84 +2
Qué bueno cuando una joyita irrumpe entre tanto 'masdelomismo'.
Rompe cada uno de los cuadraditos donde cada una de las historias se podría morir, las enlaza y devuelve a la vida. Nos muestra la complejidad de los mundos internos de las personas en ese lugar donde muchas veces se la intenta negar, o se esquiva la mirada: en la cama.
Agradecimientos, puntos, abrazo y reco.
paspadohastalos +1
Muchas gracias por los piropos al texto!
Lady_GodivaII +1
como siempre, sus relatos son especiales
en este caso, es para pensar, sentir y sonreír
paspadohastalos +1
Muchas gracias Lady! Como siempre tan generosa con mis relatos usted!
grancucon +1
¡¡¡ Muy bueno lo suyo...Intersante y bien llevado el relato, Imaginaciones cruzadas....Gracias por compartir...!!!
paspadohastalos +1
Gracias a vos por el comentario!
PAJAESVIDA +1
me recalento, tan real, tan testimonial de tantos! van 10!
paspadohastalos +1
Muchas gracias! Si te calento ya es un exito total el relato!
InvisibleT +2
"Tomó la pastilla azul y utilizó las dos horas enteras de telo en bombearle la cajeta sin parar, un poco desesperado por mostrarse viril y sin pensar demasiado en el goce de ella, que apenas pudo acabar una vez y medio a desgano, tristona y con el timbre del teléfono avisando el fin del turno en medio del orgasmo" lean a un maestro pequeños saltamontes!
paspadohastalos
Gracias! Justo estuve un par de veces por borrar esa frase que me parecia exageradamente larga y medio engorrosa de leer...
SweetDragonfly_ +1
Sin palabras, una genialidad que acabo de descubrir. Sin dudas seguire leyendo, a ver con qué mas me encuentro.
paspadohastalos +1
Muchas gracias! Veo tus relatos tambien desconocidos para mi. A ver que hay...
SweetDragonfly_
@paspadohastalos Pase, adelante, vea... 😉
qoqopelado
El bisex es magnifico, siempre encuentra a algien dispuesto al placer de como sea.