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Tenían razón las amigas.

Por esas cosas de la casualidad, ese día (de esto hace más o menos un par de meses) coincidimos con Florencia (Fló) en el mismo transfer (combi lo llamamos en Buenos Aires y alrededores) de la hora 8:40. Fue azar genuino porque yo viajo muy de tanto en tanto y a distintos horarios y ella tiene su estudio de contador cruzando la calle de su casa de modo que tampoco es viajera frecuente. Me senté en el asiento a su lado, que estaba libre cuando subí. Nos saludamos como es habitual: beso en la mejilla.
- ¡Fló!!!..Qué bueno encontrarte, me aburre viajar solo más de una hora. – comenté
- Cierto. A mí también me “embola” ir y venir del centro. Tres horas perdidas y pesadas - confirmó ella.
Florencia es una de las amigas de mi esposa Mariana (Maru). Son un grupo de 5 mujeres que se mantienen en, estrecha relación, desde la escuela secundaria, y que rondan en los 36 a 37 años de edad, todas casadas con hijos. La verdad sea dicha son agraciadas y llevan, con prestancia, el paso del tiempo.
Florencia en particular además de simpática y conversadora ingeniosa es una linda profesional. Quizás no para ser tapa de una revista para hombres, pero si con todos los atributos femeninos bien puestos: más de 1,74 mts de estatura, de cabello negro azabache, ojos color miel, rasgos faciales delicados, senos, culo y piernas entre 7 y 9 puntos. Cada vez que venía a mi casa o nos encontrábamos en reuniones grupales concitaba mi atención e inducía, en mí, fantasías con mucha facilidad. No puedo decir que le tenía unas ganas locas pero alteraba bastante mis latidos.
“Imposible voltearla” pensaba.
Pero es sabido que, frecuentemente: Lo imposible sólo tarda un poco más.

Durante los trayectos juntos hablamos de temas variados: trabajo, política y familia. Supe que estaría sola hasta la noche del día siguiente: su marido había viajado a Córdoba por trabajo. Deslizó su disconformidad por las frecuentes (y algunas prolongadas) ausencias del esposo. Para colmo esa noche, Lorena, su hija de 12 añitos, tenía una fiesta de cumpleaños de una compañera, así que estaría sola hasta la medianoche. Creí ver, en su mirada, tristeza, fastidio y tal vez resentimiento cuando se refería al marido viajero.
Además de encontrarnos en la combi había otra coincidencia (¿feliz?): yo también estaría solo-solo ya que Maru, con nuestros dos hijos, se encontraba de visita en la casa de los padres en interior del País, por un tema de salud de la madre.
Otro tema que tocamos es la afición, compartida, por la literatura. No recuerdo como pero en algún momento dijo que tenía intención de comprar el libro Sostiene Pereira del escritor italiano Antonio Tabucchi uno de los mejores especialista y traductores de Fernando Pessoa.
- No lo compres, por ahora Florencia, yo lo tengo y lo leí. Estoy seguro que vos no sos de aquellas que “olvidan” devolver los libros que le prestan –
- Si un libro me apasiona, me siento tentada, pero nunca me hice de alguno de manera indebida. Voy y lo compro. – bromeó sonriente.
A poco de separarnos, al final del viaje, caí en cuenta que con “Sostiene Pereira” tenía una buena excusa para ir a verla a la tarde-noche cuando estaba sin ninguna compañía y, tal vez, estando resentida con el marido, susceptible de ser seducida. Decidí verificar si la circunstancia resultaba propicia.
Alrededor de la 19 hs de ese día, Florencia me abrió la puerta de su casa, con cara de auténtica extrañeza.
- ¿Juan?..... -
- Hola nena, te traje el libro de Tabucchi – le susurré mientras le daba un beso en la mejilla.
- ¡uuuuhhhiii!! Tampoco tenía que ser ya, ya –
- ¿No me dijiste que estarías sola hasta tarde? –
- Siii….pero…..- en la cara se le dibujó una expresión de haber vislumbrado a que me refería con que estaba sola. Que no era, precisamente, para que se entretuviese con el libro. Tuvo unos instantes de perplejidad, de duda al cabo de los cuales se decidió:
- Supongo que te debo, por lo menos, un café. ¿Querés pasar? –
“¡Tanto a favor!” Supuse que me estaba haciendo “el campo orégano”
- ¡¡De mil amores!!!!! – respondí y entré velozmente.
Vestía de acuerdo al calendario (la primavera estaba a escasos días): una remerita corta, que dejaba al aire el ombligo, un short y sandalias con tacos que hacían que casi igualara mi estatura. Una diosa a pesar de que estaba escasamente producida.
- Lorena tampoco está. – murmuró, como queriendo poner el acento en que, en la casa, estábamos solos los dos.
Me dejó sentado en el amplio sofá del living y se encaminó, a la cocina meneando la cola con mucho donaire.
“¿Me está incitando a que la encare?” me pregunté. Me respondí afirmativamente, “in mente” e “in miembro”
Reprimí, a duras penas, el impulso de seguirla durante el tiempo que tardó en regresar con una bandeja, dos tazas, las jarritas y accesorios de rigor. Se acomodó a mi lado. Consumimos los cafés hablando de cosas disociadas de lo que estábamos pensando y deseando. Los dos, a ese punto, teníamos el sexo en la cabeza. Yo al asecho, ella a la defensiva aunque, los minutos siguientes lo confirmarían, sin mucha determinación para defender su virtud.
Cuando se inclinó para dejar sobre la mesita “ratona” su taza, entreví en el escote que no vestía corpiño. No hizo falta nada más: solté amarras apoyando mi mano derecha en su muslo interno izquierdo.
No sin antes tomarse su tiempo, con sus ojos saltando, en forma circular, de los míos a mi mano en su pierna, en el mi bulto en el pantalón y de ahí al cielorraso:
- Si te viera Maru ¡¡Te mata!!! ….y ¡¡me mata!!!! – murmuró, simulando censura.
- Está a kilómetros de aquí,…. apuesto que podemos pasarla joya y….no corremos riesgos de muerte….. ¿Dale?.-
Sin agregar palabras, sólo con un leve movimiento de asentimiento con la cabeza, aceptó el convite. Por lo menos así lo interpreté yo y me “arrojé” sobre ella apretándola contra el respaldo del sofá.
- ¡Qué hacesss Juaaaan!!!....Noooo…No podesss…¿qué te pensás?...- esquivó mi boca en las tres a cuatro primeras arremetidas hasta que se abandonó al primer beso y a mis caricias cada vez más osadas.
Estimo que no más de 15 minutos después de ese primer boca a boca le estaba quitando el shortcito y, arrodillado en el piso, comenzaba a besarle y comerle la concha por arriba de la bombacha al principio, luego apartándosela y, con mi brazo derecho rodeando su pierna izquierda recogida, mis dedos acariciaban la pequeña protuberancia situada en la comisura de los labios vaginales, bajo el pubis, mientras con la lengua recorría su cueva, recalentada, por afuera y por adentro.
Fló ejecutó un concierto de corcovos, aunque sólo le había dejado suelta una pierna, de gemidos, quejas y frases entrecortadas que evidenciaban lo bien que recibía mis atenciones orales. Con un suspiro prolongado y temblor de su cuerpo puso en evidencia que había alcanzado su primer orgasmo.
Hizo un breve relax y, aprovechando que me había sentado a su lado, como impulsada por un resorte pasó encima mío, a caballito, me besó apasionadamente, bajó de cuclillas al piso y comenzó a desabrocharme la camisa, a besar mi pecho a medida que soltaba los botones, siguió progresando, en el descenso de su cabeza, hasta alcanzar mi bulto y, por encima del pantalón, a darle mordisquitos cariñosos. Corrió el cierre y hundió una mano y su boca en la bragueta en procura de mi abadejo tensado.
No le di mucho espacio a su homenaje. Ahí de nuevo, invertimos las posiciones, le quité el top y el calzón, la acosté, me desvestí y, sin más dilaciones, la monté y le entré, con suavidad pero sin pausa y sin condón. Cogimos largamente, intercambiando halagos mutuos. Florencia repitió, corregido y aumentado, el show de contorsiones, de movimientos de pelvis, de un sinnúmero de sonidos y expresiones que le arrancaba, su parte, del intenso placer que experimentábamos. Al percibir la proximidad del epílogo, el semen parecía estar subiéndose a mi cabeza para tomar impulso, me preocupó la falta de protección:
- Reina…. ¿Puedo…. terminar….dentro…. de vos….sin capuchón…..? –
- Siiiiiii…..¡aahhh!...lo que…¡uuuhhh!..quieras…aahhh!...…pero…¡uuuhhh!..no te vayas… aahhh!...todavía…¡uuuhhh!.. ¡porfiiii!!….–
No se cómo aguanté unos segundos adicionales, con el miembro adentro y moviendo, en forma circular las caderas. Unas pocas embestidas, después del “parate”, alcanzaron para el epílogo. Los orgasmos fueron a toda orquestra, los exteriorizamos sin recato alguno.
Luego de una pausa, prolongada, para recuperar fuerzas, higienizarnos y conversar lo hicimos una vez más esa noche.
Con esa remake, nos dimos, provisionalmente, por satisfechos, nos higienizamos, nos vestimos y volvimos a sentarnos en el sofá a tomar una gaseosa y comer unos sándwiches calientes que Florencia improvisó.
La conversación durante la precaria cena, me deparó una revelación sorpresiva, insospechada.
- La pasé muy bien contigo, Juancito. Hacía mucho, mucho tiempo que no disfrutaba tanto del sexo. Sentí que era algo mal hecho y a la vez absolutamente perfecto. – me dijo con un beso, sucio de pan de miga, mayonesa, queso y jamón.
- Sos una mujer hermosa y deliciosa, yo también la pasé de maravillas. Creo que lo vedado le pone un plus de placer. ¿Vamos a repetirlo de tanto en tanto? – le devolví el cumplido.
- ¡Si, seguro!!! Tenían razón mis amigas-
- ¿En qué?-
- En que después de unos años de matrimonio, no hay nada mejor que hacerlo con un amante, por lo menos de vez en cuando. Debe ser por lo prohibido, por la adrenalina de lo ilícito, como vos decís, no lo sé, pero lo cierto es que se disfruta lo increíble. –
- ¿Tus amigas te dicen eso? ¡Qué zarpadas!!!-
- Siiiiii. Todas mis amigas tienen amantes. Algunas con muchachos más jóvenes que ellas, otras incluso con maduros y pero, sin excepción, todas se deshacen en alabanzas al sexo con sus queridos. Me resistía a emularlas pero, ya viste, hoy también yo debuté, con vos, en la infidelidad y, no me arrepiento, para nada. –
- ¿Por qué esperaste tanto tiempo en “levantarme”, ehhhh? –agregó sonriendo.
- Esperá un momento: dijiste que todas tus amigas tienen amantes. ¿Maru es tu amiga o me equivoco? –
- ¡Uuuuhhhiiii Juan!!! Que “boluda” que soy. ¡Perdoname!–
- ¿Entonces Maru también….….? –
- Y see…..¿o queres que te mienta? Ella también cuenta de sus perlitas extramatrimoniales. –
Me quedé en silencio tratando de asimilar el impacto.
- ¿Qué pensas hacer con Maru, Juan?...Mirá que….. –
- Nada. Nada Fló….¿Qué queres que haga si yo soy tanto o más cretino que ella -
Por increíble que parezca yo, que acababa de cogerme por partida doble una de sus amigas, me sentía defraudado por mi esposa, al enterarme que se revolcaba con otro(s), pero tenía claro que la amo y que, al fin y al cabo, sus escapadas equivalían a las mías.
Florencia me sacó de mis cavilaciones, machistas, con un comentario, si se quiere risueño:
- ¿Qué bueno que seas comprensivo y no se te dé por dramatizar…...Maru te quiere mucho …sólo que, siempre “la misma sopa” en la cama aburre y nosotras…….¡Uuuuhhhiii Juan!!! Ahora que lo pienso no voy a poder contarles a las chicas que sos mi amante, ni describirle las cositas alucinantes que hacemos, juntos. Maru me arrancaría los ojos –
Se quedó pensativa unos segundos y agregó:
- ¡¡Sí que le voy a contar!!!! Y con lujo de detalles. No voy a ser menos que ellas. Sólo que le voy a decir que salgo con un colega del colegio de profesionales de nombre Pablo casado, un amante increíble que vive lejos de aquí, digamos, en Flores. Va a ser muy parecido a vos cuando quieran saber cómo es. –
- ¿No acostumbran armar reuniones de parejas piratas???? Porque en ese caso vas a estar en problemas. – le dije en broma.
- ¡No digas boludeces! ¡Qué ocurrencia!!!.–

Para que Florencia tenga temas nuevos, en las reuniones de amigas, ya tuvimos tres encuentros más, en hoteles apartados de nuestros domicilios, en los más de dos meses trascurridos desde el día de nuestra primera trampa. En cada uno de ellos siempre innovamos en algo en el cómo hacemos el amor.
Me gusta imaginar a ella, con carita de pícara decir: “Chicas, chicas…..no quieran saber lo que me hizo Pablo…….” y el morbo de las amigas, en especial el de Maru.
Claro que yo me tengo que “comer” que también Maru aporte sus travesuras en las rondas de confidencias de esposas tramposas, alguna(s) de la cuales, con marido ídem.

5 comentarios - Tenían razón las amigas.

Sergiocorno
Nos calentaste mucho mas a mi mujer y esperamos sigas contando y si alguna vez blanqueaste con tu mujer como hicimos nosotros,van pts.
rand1974
buen relato!!! me encantó!+10
capitan_can
Muy bueno e imaginativo... aunque no tan safado de la relaidad. +10.
serason
Ese relato o es viejo o copiado de otro relato que leí hace tiempo