Hola Gente, esta es la tercera parte de la historia con mi suegra, espero les guste y la disfruten, y acepto críticas para mejorar. Gracias por leerla y les dejo los links de las otras partes
Toda la historia
http://www.poringa.net/posts/relatos/3283541/Mi-Suegra-I.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3284136/Mi-Suegra-II.html
Me fui a mi habitación, y les aseguro que no tuve tiempo de pensar en nada, me dormí como un bebe, así, desnudo como estaba.
Continuará...
Una voz me arrastraba desde la profundidad de mis sueños, el viaje había sido maravilloso, no quería regresar...
-Dale dormilón, vamos a almorzar, aseate un poco que hueles terrible- dijo alguien con una carcajada- te espero en la cocina.
Regresé a la realidad, estaba desnudo sobre mi cama, mi suegra salía de la habitación, mire el despertador, eran las 2 de la tarde, y de verdad olía terrible. Entonces comprendí, no había sido un sueño, de verdad había tenido sexo con mi suegra... Corrí al baño y me duche, me puse un short y una musculosa. Me senté en la cama pensando cómo iba a encarar esa situación ahora.
-Dale que la comida está servida -la voz provenía de la cocina, tomé coraje y me dirigí hacia allí. Clara estaba ya sentada a la mesa. Me miró con una amplia sonrisa. Me senté en silencio, sin poder mirarla a los ojos, me sentía avergonzado, pero a la vez excitado, no podía comprender mis sentimientos.
-Vamos come, que lo hice especialmente para vos.
Comía callado, mirando el plato. Posó una mano sobre la mía y dijo:
-No te sientas apenado, no hicimos nada malo. Yo estoy muy feliz, hacía tiempo que no me sentía así. Y creo que también vos la pasaste bien.
-Es que no se qué decir, todo fue tan repentino...
-No tienes que decir nada, se que casi te obligue a hacerlo, reconozco que te seduje y no te di opción. Por ahora no digas nada, solo déjame hablar a mí.
-Es que yo...
-Te dije que no digas nada -me interrumpió- solo escúchame y después puedes decirme lo que quieras. Lo que pasó hoy fue algo que deseaba desde hacía tiempo y no fue una decisión rápida, lo pensé mucho, no quiero lastimar a mi hija. Pero por otro lado, si ella no se entera, que daño hacemos, creo que ninguno... Yo no me sentía así desde que noviaba con mi esposo, y sentirme nuevamente una mujer deseada fue algo maravilloso, por eso te lo agradecí, fui sincera, pero tampoco quiero forzarte a que hagas algo que consideres incorrecto, porque no estarías a gusto y solo quiero que estés conmigo si realmente lo deseas. -iba a interrumpirla, pero nuevamente me hizo guardar silencio- .Lo que te propongo es que tengamos estos encuentros cuando vos lo quieras, ya que yo los voy a querer siempre -dijo con una amplia sonrisa -sin ningún tipo de compromiso, si en algún momento alguno de los dos decide terminarlos, no debe haber reclamos de la otra parte, y desde ya esto no debe salir de nuestra intimidad, nadie fuera de nosotros dos debe enterarse. Pensalo, vas a tener a dos mujeres para cumplir todos tus caprichos -y al decir eso, me miró en una forma tan pícara, como solo las adolescentes pueden hacerlo.
No sabía que responderle, la miré a los ojos y estaban chispeantes, su mano todavía estaba posada sobre la mía.
-Déjame que lo piense, es mucho para un día -le dije, y retiró su mano y se levantó de la mesa, recogiendo las cosas para lavarlas.
-Deja, vos cocinaste, yo limpio -y me dediqué a lavar los trastos, mientras trataba de digerir, no solo lo que había pasado, sino lo que podría pasar.
Había transcurrido un rato y estaba limpiando la mesada, cuando escuche su vos casi en mi oído -me invitas un café- la cercanía de su cuerpo fue tanta que me estremecí, no me había tocado, pero pude sentirla casi pegada a mi cuerpo.
-Si claro -dije nervioso- pero no me animé a darme vuelta.
Lleve los cafés hasta el living, estaba sentada en un sillón individual, y me senté en el otro que se hallaba frente a ella. Tenía puesto un solero muy amplio y que terminaba muy arriba de sus rodillas, estaba radiante, y por primera vez la apreciaba como a una mujer, una mujer hermosa a pesar de su edad, o tal vez, una mujer hermosa justamente por la madurez que presentaba. Hablamos de nimiedades y al cabo de una hora de charla y miradas cómplices, le dije que debía dormir un rato que a la noche tenía que trabajar. Tomé las tazas y las lleve a lavar a la cocina.
-Vos hiciste el café, yo lavo -me dijo desde atrás, rodeándome con sus brazos, pero solo para agarrar las tazas y abrir el grifo. Sentí sus pechos apretándose contra mi espalda, y ya no pude contenerme más. Me giré, y nuestras caras quedaron casi pegadas, nuestros ojos no podían separarse de la mirada del otro. Esta vez fui yo quien buscó sus labios, su boca se abrió, y oí las tazas que caían en la pileta. El beso fue profundo, tierno, húmedo, como el de dos enamorados, y nuestras lenguas no se saciaban de jugar entre ellas. Mis manos comenzaron a acariciar su espalda, como si tuvieran vida propia, no tenía corpiño, como podía tener los pechos tan firmes, me preguntaba. Ella hizo lo propio y nos fundimos en un abrazo. "Mi amigo", como ella lo había llamado, comenzó a crecer, saliendo por abajo del short que era corto pero muy holgado, era imposible que no lo notara entre sus piernas, las abrió levemente, y su vestido era tan corto, que mi pene fue directamente al centro de su placer. Igual que en la mañana, no tenía bombacha. Pude sentir la tibieza de su sexo, que ya estaba húmedo.
-Quiero ser tu esclava -me susurro al oído- tu esclava sexual, darte todos los gustos y hacer todo lo que me pidas. Con mi marido teníamos un sexo muy convencional, y antes de morirme quiero probar cosas nuevas. Me vas a dar ese gusto...pendejo.
Eso terminó de explotar mi cabeza, baje mis manos hacia sus glúteos y la levanté en el aire, no sé de dónde saque fuerzas. Fui bajándola lentamente mientras la penetraba. El short me molestaba, pero al bajar su cuerpo la tela se corrió, facilitando la penetración.
-Hay, gracias mi amor, soy toda tuya...
Sus palabras me encendían cada vez más, si eso era posible, la subía y bajaba suavemente, estaba toda mojada, lo que hacía que la penetración fuera sencilla. Igual que en la mañana, su cuerpo envolvía mi pene como un guante, y el placer que me brindaba era extraordinario. Como pude, caminé hacia la mesa y la deposité allí, hice que se recostara y comencé a hacer lo que más me gusta, hundí mi cabeza en su vulva y enterré mi lengua entre sus labios. Sus gemidos salían del fondo de su vientre, mi lengua jugaba desde su ano hasta su clítoris, apretó fuertemente su cabeza con sus manos y me rodeo la espalda con sus piernas, otra vez la misma técnica para que no pudiera escaparme. No sé cuánto tiempo pasó, me encanta chuparla y me pierdo en esa faena, pero un aullido de su parte me volvió a la realidad, dándome cuenta que estaba acabando, y al parecer varias veces. Me separé de ella, acaricie su rostro y bese tiernamente sus labios.
-La mesa es dura -me dijo- ya no soy una quinceañera -y rio con todas sus ganas.
La ayude a levantarse, me agarró la pija y parte del short y enfiló para el living. Ella iba a ser mi esclava sexual, pero en realidad yo me sentía como un esclavo de ella, me empujó haciéndome caer en el sillón grande, tomó del borde de mis shorts y me los sacó de un tirón.
-Te dije que mi esposo era muy convencional, quiero hacer algo que siempre me gustó pero que él no me dejaba, decía que eso no hacían las esposas.
Se arrodilló frente a mí, y adivinando lo que vendría, mi cuerpo comenzó a temblar, no sé porque, no puedo explicarlo. Agarró suavemente mi pija con ambas manos, y comenzó a besarla y acariciarla con una suavidad y amor, como su fuera una mascota. No sé que le decía, pero creo que le hablaba, lamía el tronco, acariciaba mis huevos, besaba la cabeza, se la pasaba por la cara, acariciándose con mi chota. El cuadro que se presentaba frente a mis ojos era tan sensual que creía que nunca experimentaría un placer mayor. El placer era visual, ya que acariciaba mi miembro con tal suavidad que casi no lo sentía, había oído alguna vez que el mejor aparato sexual era el cerebro y creo que lo estaba comprobando.
Acto seguido me miró a los ojos, y comenzó a introducirse mi pija en la boca lentamente, pero hasta llegar al fondo, no tengo una gran miembro, serán unos 16 centímetros, aunque algo ancho, pero nunca me lo habían comido con tanta facilidad. Al llegar al tope, sacó su lengua, lamiendo hasta donde alcanzaba mis testículos. No puedo explicar mi placer...no hay palabras para ello. Solo sé que no mentía, solo alguien que realmente lo disfruta podía chuparla así, y lo sé porque yo hago lo mismo con las conchas.
Comenzó a subir y bajar la cabeza lentamente, pero apretándome el miembro con sus labios, mientras que con una mano me acariciaba los testículos y con la otra se tocó la concha empapada y la dirigió hacia mis nalgas...si, la posó en la entrada de mi ano. El placer fue tal, que involuntariamente me arqueé, y tuve que cerrar mis ojos a pesar de que me encantaba lo que estaba viendo. Aceleró su movimiento, metiendo y sacando la totalidad de mi pija de su boca, al tiempo que acariciaba la entrada de mi ano y mis bolas. No iba a aguantar mucho esa situación, y ella lo sabía. Cuando sintió que la pija me latía y que de mi garganta salía un profundo grito, introdujo su dedo en el interior de mi culo...Otra vez no encuentro palabras, nunca me habían hecho eso, el placer que experimenté me llevo casi al desmayo. Que me perdone mi esposa, pero creo que nunca tuve un orgasmo semejante...
Descargue todo lo que tenía, soy de acabar mucho, pero seguramente no era tanto ya que me había vaciado en la mañana. Ella no solo no había retirado su boca, sino que se había metido la pija hasta el fondo, y disfrutaba de cada gota de mi acabada. Apretaba con sus labios y jugaba con su lengua, hasta que notó que los latidos de mi chota disminuían. Lentamente retiró su boca y se sentó sobre mí, al hacerlo se introdujo mi miembro que todavía no se había dormido del todo, eso hizo que yo volviera de donde estaba, el cielo creía, me tomó de la nuca, me miró a los ojos, y me dio un profundo beso, tan hermoso como los anteriores, solo que por primera vez pude sentir el sabor de mi semen, aún presente en su boca.
Me sonrió, me estaba enamorando de su sonrisa -Supongo que esto puede ser un sí a mi propuesta, pero no quiero que te sientas presionado, pensalo esta noche en tu trabajo y si queres mañana me respondes...O cuando vos quieras. Ahora estás listo para dormir tu siesta -me dijo, y se fue hacia su cuarto. La vi alejarse, intuyendo su culo bajo el solero que no se había quitado en ningún momento. Era hermosa...
Me levanté como pude y fui hacia el mío, esta vez me puse unos calzoncillos, por si mi mujer llegaba antes que me despertara, me tiré boca abajo en la cama y volví a dormirme como un bebe.
Continuará...
Toda la historia
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Me fui a mi habitación, y les aseguro que no tuve tiempo de pensar en nada, me dormí como un bebe, así, desnudo como estaba.
Continuará...
Una voz me arrastraba desde la profundidad de mis sueños, el viaje había sido maravilloso, no quería regresar...
-Dale dormilón, vamos a almorzar, aseate un poco que hueles terrible- dijo alguien con una carcajada- te espero en la cocina.
Regresé a la realidad, estaba desnudo sobre mi cama, mi suegra salía de la habitación, mire el despertador, eran las 2 de la tarde, y de verdad olía terrible. Entonces comprendí, no había sido un sueño, de verdad había tenido sexo con mi suegra... Corrí al baño y me duche, me puse un short y una musculosa. Me senté en la cama pensando cómo iba a encarar esa situación ahora.
-Dale que la comida está servida -la voz provenía de la cocina, tomé coraje y me dirigí hacia allí. Clara estaba ya sentada a la mesa. Me miró con una amplia sonrisa. Me senté en silencio, sin poder mirarla a los ojos, me sentía avergonzado, pero a la vez excitado, no podía comprender mis sentimientos.
-Vamos come, que lo hice especialmente para vos.
Comía callado, mirando el plato. Posó una mano sobre la mía y dijo:
-No te sientas apenado, no hicimos nada malo. Yo estoy muy feliz, hacía tiempo que no me sentía así. Y creo que también vos la pasaste bien.
-Es que no se qué decir, todo fue tan repentino...
-No tienes que decir nada, se que casi te obligue a hacerlo, reconozco que te seduje y no te di opción. Por ahora no digas nada, solo déjame hablar a mí.
-Es que yo...
-Te dije que no digas nada -me interrumpió- solo escúchame y después puedes decirme lo que quieras. Lo que pasó hoy fue algo que deseaba desde hacía tiempo y no fue una decisión rápida, lo pensé mucho, no quiero lastimar a mi hija. Pero por otro lado, si ella no se entera, que daño hacemos, creo que ninguno... Yo no me sentía así desde que noviaba con mi esposo, y sentirme nuevamente una mujer deseada fue algo maravilloso, por eso te lo agradecí, fui sincera, pero tampoco quiero forzarte a que hagas algo que consideres incorrecto, porque no estarías a gusto y solo quiero que estés conmigo si realmente lo deseas. -iba a interrumpirla, pero nuevamente me hizo guardar silencio- .Lo que te propongo es que tengamos estos encuentros cuando vos lo quieras, ya que yo los voy a querer siempre -dijo con una amplia sonrisa -sin ningún tipo de compromiso, si en algún momento alguno de los dos decide terminarlos, no debe haber reclamos de la otra parte, y desde ya esto no debe salir de nuestra intimidad, nadie fuera de nosotros dos debe enterarse. Pensalo, vas a tener a dos mujeres para cumplir todos tus caprichos -y al decir eso, me miró en una forma tan pícara, como solo las adolescentes pueden hacerlo.
No sabía que responderle, la miré a los ojos y estaban chispeantes, su mano todavía estaba posada sobre la mía.
-Déjame que lo piense, es mucho para un día -le dije, y retiró su mano y se levantó de la mesa, recogiendo las cosas para lavarlas.
-Deja, vos cocinaste, yo limpio -y me dediqué a lavar los trastos, mientras trataba de digerir, no solo lo que había pasado, sino lo que podría pasar.
Había transcurrido un rato y estaba limpiando la mesada, cuando escuche su vos casi en mi oído -me invitas un café- la cercanía de su cuerpo fue tanta que me estremecí, no me había tocado, pero pude sentirla casi pegada a mi cuerpo.
-Si claro -dije nervioso- pero no me animé a darme vuelta.
Lleve los cafés hasta el living, estaba sentada en un sillón individual, y me senté en el otro que se hallaba frente a ella. Tenía puesto un solero muy amplio y que terminaba muy arriba de sus rodillas, estaba radiante, y por primera vez la apreciaba como a una mujer, una mujer hermosa a pesar de su edad, o tal vez, una mujer hermosa justamente por la madurez que presentaba. Hablamos de nimiedades y al cabo de una hora de charla y miradas cómplices, le dije que debía dormir un rato que a la noche tenía que trabajar. Tomé las tazas y las lleve a lavar a la cocina.
-Vos hiciste el café, yo lavo -me dijo desde atrás, rodeándome con sus brazos, pero solo para agarrar las tazas y abrir el grifo. Sentí sus pechos apretándose contra mi espalda, y ya no pude contenerme más. Me giré, y nuestras caras quedaron casi pegadas, nuestros ojos no podían separarse de la mirada del otro. Esta vez fui yo quien buscó sus labios, su boca se abrió, y oí las tazas que caían en la pileta. El beso fue profundo, tierno, húmedo, como el de dos enamorados, y nuestras lenguas no se saciaban de jugar entre ellas. Mis manos comenzaron a acariciar su espalda, como si tuvieran vida propia, no tenía corpiño, como podía tener los pechos tan firmes, me preguntaba. Ella hizo lo propio y nos fundimos en un abrazo. "Mi amigo", como ella lo había llamado, comenzó a crecer, saliendo por abajo del short que era corto pero muy holgado, era imposible que no lo notara entre sus piernas, las abrió levemente, y su vestido era tan corto, que mi pene fue directamente al centro de su placer. Igual que en la mañana, no tenía bombacha. Pude sentir la tibieza de su sexo, que ya estaba húmedo.
-Quiero ser tu esclava -me susurro al oído- tu esclava sexual, darte todos los gustos y hacer todo lo que me pidas. Con mi marido teníamos un sexo muy convencional, y antes de morirme quiero probar cosas nuevas. Me vas a dar ese gusto...pendejo.
Eso terminó de explotar mi cabeza, baje mis manos hacia sus glúteos y la levanté en el aire, no sé de dónde saque fuerzas. Fui bajándola lentamente mientras la penetraba. El short me molestaba, pero al bajar su cuerpo la tela se corrió, facilitando la penetración.
-Hay, gracias mi amor, soy toda tuya...
Sus palabras me encendían cada vez más, si eso era posible, la subía y bajaba suavemente, estaba toda mojada, lo que hacía que la penetración fuera sencilla. Igual que en la mañana, su cuerpo envolvía mi pene como un guante, y el placer que me brindaba era extraordinario. Como pude, caminé hacia la mesa y la deposité allí, hice que se recostara y comencé a hacer lo que más me gusta, hundí mi cabeza en su vulva y enterré mi lengua entre sus labios. Sus gemidos salían del fondo de su vientre, mi lengua jugaba desde su ano hasta su clítoris, apretó fuertemente su cabeza con sus manos y me rodeo la espalda con sus piernas, otra vez la misma técnica para que no pudiera escaparme. No sé cuánto tiempo pasó, me encanta chuparla y me pierdo en esa faena, pero un aullido de su parte me volvió a la realidad, dándome cuenta que estaba acabando, y al parecer varias veces. Me separé de ella, acaricie su rostro y bese tiernamente sus labios.
-La mesa es dura -me dijo- ya no soy una quinceañera -y rio con todas sus ganas.
La ayude a levantarse, me agarró la pija y parte del short y enfiló para el living. Ella iba a ser mi esclava sexual, pero en realidad yo me sentía como un esclavo de ella, me empujó haciéndome caer en el sillón grande, tomó del borde de mis shorts y me los sacó de un tirón.
-Te dije que mi esposo era muy convencional, quiero hacer algo que siempre me gustó pero que él no me dejaba, decía que eso no hacían las esposas.
Se arrodilló frente a mí, y adivinando lo que vendría, mi cuerpo comenzó a temblar, no sé porque, no puedo explicarlo. Agarró suavemente mi pija con ambas manos, y comenzó a besarla y acariciarla con una suavidad y amor, como su fuera una mascota. No sé que le decía, pero creo que le hablaba, lamía el tronco, acariciaba mis huevos, besaba la cabeza, se la pasaba por la cara, acariciándose con mi chota. El cuadro que se presentaba frente a mis ojos era tan sensual que creía que nunca experimentaría un placer mayor. El placer era visual, ya que acariciaba mi miembro con tal suavidad que casi no lo sentía, había oído alguna vez que el mejor aparato sexual era el cerebro y creo que lo estaba comprobando.
Acto seguido me miró a los ojos, y comenzó a introducirse mi pija en la boca lentamente, pero hasta llegar al fondo, no tengo una gran miembro, serán unos 16 centímetros, aunque algo ancho, pero nunca me lo habían comido con tanta facilidad. Al llegar al tope, sacó su lengua, lamiendo hasta donde alcanzaba mis testículos. No puedo explicar mi placer...no hay palabras para ello. Solo sé que no mentía, solo alguien que realmente lo disfruta podía chuparla así, y lo sé porque yo hago lo mismo con las conchas.
Comenzó a subir y bajar la cabeza lentamente, pero apretándome el miembro con sus labios, mientras que con una mano me acariciaba los testículos y con la otra se tocó la concha empapada y la dirigió hacia mis nalgas...si, la posó en la entrada de mi ano. El placer fue tal, que involuntariamente me arqueé, y tuve que cerrar mis ojos a pesar de que me encantaba lo que estaba viendo. Aceleró su movimiento, metiendo y sacando la totalidad de mi pija de su boca, al tiempo que acariciaba la entrada de mi ano y mis bolas. No iba a aguantar mucho esa situación, y ella lo sabía. Cuando sintió que la pija me latía y que de mi garganta salía un profundo grito, introdujo su dedo en el interior de mi culo...Otra vez no encuentro palabras, nunca me habían hecho eso, el placer que experimenté me llevo casi al desmayo. Que me perdone mi esposa, pero creo que nunca tuve un orgasmo semejante...
Descargue todo lo que tenía, soy de acabar mucho, pero seguramente no era tanto ya que me había vaciado en la mañana. Ella no solo no había retirado su boca, sino que se había metido la pija hasta el fondo, y disfrutaba de cada gota de mi acabada. Apretaba con sus labios y jugaba con su lengua, hasta que notó que los latidos de mi chota disminuían. Lentamente retiró su boca y se sentó sobre mí, al hacerlo se introdujo mi miembro que todavía no se había dormido del todo, eso hizo que yo volviera de donde estaba, el cielo creía, me tomó de la nuca, me miró a los ojos, y me dio un profundo beso, tan hermoso como los anteriores, solo que por primera vez pude sentir el sabor de mi semen, aún presente en su boca.
Me sonrió, me estaba enamorando de su sonrisa -Supongo que esto puede ser un sí a mi propuesta, pero no quiero que te sientas presionado, pensalo esta noche en tu trabajo y si queres mañana me respondes...O cuando vos quieras. Ahora estás listo para dormir tu siesta -me dijo, y se fue hacia su cuarto. La vi alejarse, intuyendo su culo bajo el solero que no se había quitado en ningún momento. Era hermosa...
Me levanté como pude y fui hacia el mío, esta vez me puse unos calzoncillos, por si mi mujer llegaba antes que me despertara, me tiré boca abajo en la cama y volví a dormirme como un bebe.
Continuará...
4 comentarios - Mi Suegra III