Yo llego a casa antes. Hoy, en vez de aprovechar sobras o pedir comida, te sorprende llegar a casa y encontrarla invadida por el aroma de un elaborado menú. Más aún, la mesa está preparada como quien tiene una noche especial: buen vino, loza fina, cubiertos, copas, centro de mesa y hasta unas velas temblando y de fondo música clásica a buen volumen.
- ¿Me estoy olvidando de alguna fecha importante? ¿Qué estamos celebrando?
- No, ninguna fecha olvidada. Celebramos que llegaste a casa. Solo quería hacerte una atención, ¿está mal? ¿Está mal que tu mujer quiera complacerte con tu comida favorita, un buen vino y algo de buena música?
- Mmm... No, no, por supuesto que no. ¡Disfrutemos lo inusual!
Nos sentamos, comemos, bebemos, nos reímos, nos insinuamos la renovada pasión a veces eclipsada por el fárrago de la rutina diaria. Me notás brillante, atractiva hasta dejarte sin aliento, sensual y vibrante. Y me lo haces notar
- Andás medio loquita hoy. ¿No habrás estado insinuándote con otro macho?
Me conocés muy bien, y estoy así de radiante cuando tuve sexo recientemente o cuando lo estoy buscando... Así que, por el momento, no sospechás de lo que hice anoche en lugar de ir a cenar con mi amiga Vanessa. Por momentos estoy distraída, buscando el momento o el pie para confesarte lo que tanta culpa me genera, pero no lo encuentro. Como no soy de tomar mucho vino, para la sobremesa me preparé mi preferido: un mojito. Lo revuelvo algo ansiosa antes de responder.
- ¿Y si te digo que sí, que pasaron algunas cosas anoche en la cena con Vanessa (aun negándome a contarte que no veo a Vanessa hace casi un mes)?
La copa de vino que llevabas a tu boca queda a mitad de trayecto. Tus ojos se hacen enormes, demorás unos segundos y reaccionás:
- ¿Qué pasó? El tono de tu voz delata tu ansiedad.
- Luego de la cena, yendo de camino a tomar un taxi cruzamos por "El Aljibe", ¿te acordás? El bar nuevo que te comenté que me dijeron que esta bueno. Y nada, nos sentamos a tomar algo, trago va, trago viene... estábamos riéndonos mucho y muy fuerte… Ya sabés cómo me pone el alcohol - digo mirándote por encima del trago largo que estoy tomando.
- ¡Ja, ja, ja! - te reís con cierto alivio -Entonces, estuviste tonteando con tu amiga. ¿O pasó algo más? ¿Tengo que preocuparme? - te tocas con ánimo jocoso la frente, como para estar seguro de que no te salieron unos cuernos.
- Sí, bueno... en un momento se acerca el mozo y nos trae unos tragos más que no habíamos pedido y, señalando, a unas mesas de distancia nos dice que es invitación de los que allí estaban. - Tomo otro trago, jugando con tu ansiedad.
Puedo notar el temblor de la copa en tu mano, la dejás sobre la mesa y preguntás, temiendo la respuesta, si los aceptamos.
- No podíamos rechazarlos, ya estaban ahí los tragos preparados - digo sonriendo pícaramente, tratando de cortar la tensión -. Cuestión de que el par de hombres que los habían pagado fueron recompensados con un par de sonrisas nuestras hacia su mesa y las copas levantadas como brindando con ellos a la distancia.
Otro trago a mi vaso, el último... ¡Ya no puedo estirarlo mucho más! Te conozco y casi puedo adivinar lo que pasa por tu cabeza. Ahora todo tiene sentido para vos: la cena, mi ánimo alocado, el brillo mismo de mis ojos. Cuernos. Cuernos... ¡Cuernos! No pensás en otra cosa. Varias veces habíamos hablado de la posibilidad de encamarnos con otras personas y ahora había pasado. Puedo adivinar también la vorágine que te invade de saber mi boca recorriendo otra boca, recibiendo otra lengua, la mía recorriendo otra piel, mis agujeros profanados por otra pija, otro semen derramado sobre mí. Mi gozo sin remedio, la despreocupada entrega, el placer del que fuiste ajeno, mi ciertamente gratísima sensación de progresar en el camino de la lujuria.
Reprimís el mareo, aguantando la puntada en la boca del estómago, sintiendo claramente la incipiente erección, con la boca seca disimulada por una sonrisa canchera, me decís:
- Contame cómo me cagaste, trola de mierda.
- Bueno, en realidad.. Vanessa nunca apareció al restaurant, me avisó que se le habían complicado algunas cosas y no iba a poder llegar. Así que decidí, aprovechando que ya había salido, irme a ese bar que te conté. Solo fui con la idea de comer alguito y tomar un poco de cerveza y volver a casa - te digo levantando la vista de la mesa, esperando tu reacción.
- ¡Empezá de nuevo y contame la verdad! -me decís con una voz que denota tu doble impaciencia, porque no te gusta que te lleven a versos ¡y porque querés saber todo!
- Nada, eso… -como restándole importancia- caí al bar nuevo ése, me pedí unas papas gratinadas como para no tener el estómago vacío y me tomé un par de cervezas... -jugando con mi vaso ya vacío - y unos mojitos. Después se acercó el mozo con otro mojito que no había pedido y, cuando abro la boca para decírselo, me indica que es una invitación de "aquel hombre" apuntando a una mesa. Solo atiné a sonreír y a agradecer con un gesto de brindis. ¡Nunca pensé que vendría a encararme después de eso!
Te levantás lenta y amenazadoramente, das la vuelta a la mesa, me agarrás del cabello de la nuca y me decís entre dientes:
- ¡Basta de vueltas, putona! Contame todo AHORA -tu erección ya es indisimulable.
Sonrío con malicia, relamiéndome le labio superior y continúo:
- Vino hasta mi mesa, se presentó muy respetuosamente (sabés que con eso ya gano un punto) y esperó a ser invitado a sentarse. No tengo que explicarte cómo me pone el alcohol y más la mezcla que había hecho. Estaba encendida, provocativa, pícara y muy risueña. Él, un hombre mayor que yo -como si pudiera ser de otra forma- muy bien conservado, lindo físicamente y con una voz cautivante... empezó a hacerme fantasear con algo más que un par de tragos en un bar…
Te miro esperando tu reacción, aun con algo de temor ya que si bien lo habíamos hablado nunca dejamos totalmente abierta esa puerta. Caliente -en ambos sentidos- y algo alterado, con una voz casi susurrante pero intimidante a la vez preguntás de tal manera que la respuesta no pueda ser evadida por más tiempo:
- ¿Y qué más? ¡Más te vale que cuentes todo de una vez! ¿Te lo cogiste, puta?
- ¡Sííí, me lo cogí! - Explotando tras la tensión acumulada con un tono y una mirada desafiantes - Después de un rato de charla, insinuaciones y alguna que otra manito más bien inocente que dejaba ver nuestros deseos de algo más íntimo, llegó su pregunta: "¿Vamos a un lugar más tranquilo? Tengo el auto acá en la otra cuadra". Acepté, acepté en un rapto de calentura, acepté sin pensar un segundo, delatando que estaba dispuesta a todo. ¡Sí, me lo recogí! ¡Y no sabes cómo!
Te sentís humillado, excitado, ardiendo de deseo. La erección empieza a dolerte dentro del pantalón, y soltás una amenaza:
- ¿Ah, sí? Vas a pagar por eso.
(( Si quieren ver como sigue pueden leer la segunda parte, escrita por @Pervberto en:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3283311/Confesion-de-infidelidad-II.html ))
- ¿Me estoy olvidando de alguna fecha importante? ¿Qué estamos celebrando?
- No, ninguna fecha olvidada. Celebramos que llegaste a casa. Solo quería hacerte una atención, ¿está mal? ¿Está mal que tu mujer quiera complacerte con tu comida favorita, un buen vino y algo de buena música?
- Mmm... No, no, por supuesto que no. ¡Disfrutemos lo inusual!
Nos sentamos, comemos, bebemos, nos reímos, nos insinuamos la renovada pasión a veces eclipsada por el fárrago de la rutina diaria. Me notás brillante, atractiva hasta dejarte sin aliento, sensual y vibrante. Y me lo haces notar
- Andás medio loquita hoy. ¿No habrás estado insinuándote con otro macho?
Me conocés muy bien, y estoy así de radiante cuando tuve sexo recientemente o cuando lo estoy buscando... Así que, por el momento, no sospechás de lo que hice anoche en lugar de ir a cenar con mi amiga Vanessa. Por momentos estoy distraída, buscando el momento o el pie para confesarte lo que tanta culpa me genera, pero no lo encuentro. Como no soy de tomar mucho vino, para la sobremesa me preparé mi preferido: un mojito. Lo revuelvo algo ansiosa antes de responder.
- ¿Y si te digo que sí, que pasaron algunas cosas anoche en la cena con Vanessa (aun negándome a contarte que no veo a Vanessa hace casi un mes)?
La copa de vino que llevabas a tu boca queda a mitad de trayecto. Tus ojos se hacen enormes, demorás unos segundos y reaccionás:
- ¿Qué pasó? El tono de tu voz delata tu ansiedad.
- Luego de la cena, yendo de camino a tomar un taxi cruzamos por "El Aljibe", ¿te acordás? El bar nuevo que te comenté que me dijeron que esta bueno. Y nada, nos sentamos a tomar algo, trago va, trago viene... estábamos riéndonos mucho y muy fuerte… Ya sabés cómo me pone el alcohol - digo mirándote por encima del trago largo que estoy tomando.
- ¡Ja, ja, ja! - te reís con cierto alivio -Entonces, estuviste tonteando con tu amiga. ¿O pasó algo más? ¿Tengo que preocuparme? - te tocas con ánimo jocoso la frente, como para estar seguro de que no te salieron unos cuernos.
- Sí, bueno... en un momento se acerca el mozo y nos trae unos tragos más que no habíamos pedido y, señalando, a unas mesas de distancia nos dice que es invitación de los que allí estaban. - Tomo otro trago, jugando con tu ansiedad.
Puedo notar el temblor de la copa en tu mano, la dejás sobre la mesa y preguntás, temiendo la respuesta, si los aceptamos.
- No podíamos rechazarlos, ya estaban ahí los tragos preparados - digo sonriendo pícaramente, tratando de cortar la tensión -. Cuestión de que el par de hombres que los habían pagado fueron recompensados con un par de sonrisas nuestras hacia su mesa y las copas levantadas como brindando con ellos a la distancia.
Otro trago a mi vaso, el último... ¡Ya no puedo estirarlo mucho más! Te conozco y casi puedo adivinar lo que pasa por tu cabeza. Ahora todo tiene sentido para vos: la cena, mi ánimo alocado, el brillo mismo de mis ojos. Cuernos. Cuernos... ¡Cuernos! No pensás en otra cosa. Varias veces habíamos hablado de la posibilidad de encamarnos con otras personas y ahora había pasado. Puedo adivinar también la vorágine que te invade de saber mi boca recorriendo otra boca, recibiendo otra lengua, la mía recorriendo otra piel, mis agujeros profanados por otra pija, otro semen derramado sobre mí. Mi gozo sin remedio, la despreocupada entrega, el placer del que fuiste ajeno, mi ciertamente gratísima sensación de progresar en el camino de la lujuria.
Reprimís el mareo, aguantando la puntada en la boca del estómago, sintiendo claramente la incipiente erección, con la boca seca disimulada por una sonrisa canchera, me decís:
- Contame cómo me cagaste, trola de mierda.
- Bueno, en realidad.. Vanessa nunca apareció al restaurant, me avisó que se le habían complicado algunas cosas y no iba a poder llegar. Así que decidí, aprovechando que ya había salido, irme a ese bar que te conté. Solo fui con la idea de comer alguito y tomar un poco de cerveza y volver a casa - te digo levantando la vista de la mesa, esperando tu reacción.
- ¡Empezá de nuevo y contame la verdad! -me decís con una voz que denota tu doble impaciencia, porque no te gusta que te lleven a versos ¡y porque querés saber todo!
- Nada, eso… -como restándole importancia- caí al bar nuevo ése, me pedí unas papas gratinadas como para no tener el estómago vacío y me tomé un par de cervezas... -jugando con mi vaso ya vacío - y unos mojitos. Después se acercó el mozo con otro mojito que no había pedido y, cuando abro la boca para decírselo, me indica que es una invitación de "aquel hombre" apuntando a una mesa. Solo atiné a sonreír y a agradecer con un gesto de brindis. ¡Nunca pensé que vendría a encararme después de eso!
Te levantás lenta y amenazadoramente, das la vuelta a la mesa, me agarrás del cabello de la nuca y me decís entre dientes:
- ¡Basta de vueltas, putona! Contame todo AHORA -tu erección ya es indisimulable.
Sonrío con malicia, relamiéndome le labio superior y continúo:
- Vino hasta mi mesa, se presentó muy respetuosamente (sabés que con eso ya gano un punto) y esperó a ser invitado a sentarse. No tengo que explicarte cómo me pone el alcohol y más la mezcla que había hecho. Estaba encendida, provocativa, pícara y muy risueña. Él, un hombre mayor que yo -como si pudiera ser de otra forma- muy bien conservado, lindo físicamente y con una voz cautivante... empezó a hacerme fantasear con algo más que un par de tragos en un bar…
Te miro esperando tu reacción, aun con algo de temor ya que si bien lo habíamos hablado nunca dejamos totalmente abierta esa puerta. Caliente -en ambos sentidos- y algo alterado, con una voz casi susurrante pero intimidante a la vez preguntás de tal manera que la respuesta no pueda ser evadida por más tiempo:
- ¿Y qué más? ¡Más te vale que cuentes todo de una vez! ¿Te lo cogiste, puta?
- ¡Sííí, me lo cogí! - Explotando tras la tensión acumulada con un tono y una mirada desafiantes - Después de un rato de charla, insinuaciones y alguna que otra manito más bien inocente que dejaba ver nuestros deseos de algo más íntimo, llegó su pregunta: "¿Vamos a un lugar más tranquilo? Tengo el auto acá en la otra cuadra". Acepté, acepté en un rapto de calentura, acepté sin pensar un segundo, delatando que estaba dispuesta a todo. ¡Sí, me lo recogí! ¡Y no sabes cómo!
Te sentís humillado, excitado, ardiendo de deseo. La erección empieza a dolerte dentro del pantalón, y soltás una amenaza:
- ¿Ah, sí? Vas a pagar por eso.
(( Si quieren ver como sigue pueden leer la segunda parte, escrita por @Pervberto en:
http://www.poringa.net/posts/relatos/3283311/Confesion-de-infidelidad-II.html ))
11 comentarios - Confesiones de Infidelidad (I)
http://www.poringa.net/posts/relatos/3283311/Confesion-de-infidelidad-II.html
http://www.poringa.net/posts/relatos/3283311/Confesion-de-infidelidad-II.html
Gracias por los pts y el comentario 😘
Delicioso el relato de la confianza entre la pajera...
Vengo del cap 2 y este principio me encantó.
Gracias por los pts y el comentario 😘