Pic-nic en el Cuarto "B".

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Pic-nic en el Cuarto "B".
Hacia seis meses que me habia separado. Durante los dos primeros casi no salí, pero de a poco fuí volviendo a las andanzas. Tal vez por los muchos años de convivencia y por la falta de práctica, no conseguia levantarme una mina. Empecé a preocuparme cuando supe de una nueva relación de mi ex, tenia que sacarme el veneno de adentro. ¡Andate de putas -me dijo un amigo- te paso el contacto de una que te moris!

La llamé y quedamos en encontrarnos en su departamento. ¡Cuarto "B" -me dijo Daisy- te espero bombón! Estaba muy nervioso, sin saber el porqué. Llegué al edificio, toqué timbre y me abrió al instante. Subí por el ascensor, golpeé su puerta y me recibió vestida de policia (o algo así). Era una morocha deliciosa, de piel brillante y pelo teñido de rubio. Pagué lo acordado y me senté en un sillón frente a la cama. Comenzó a bailar, mientras se quitaba de a poco la ropa. Me mostraba de a poco; su cola tentadora, sus hermosas tetas con pezones oscuros y su conchita húmeda con muy poco vello por arriba. Estaba al palo, mi pene queria salir urgente.

Me acerqué y la besé con suavidad. Su lengua y su boca eran deliciosas; seguí besando su cuello y sus hombros, su piel salada aumentaba mi sed. Al fin me detuve en sus senos; los besé, los lamí y los chupé con energia. Eran un par de tetas suaves y los pezones duros y hechos para ser mordidos. La recosté sobre la cama y me comí su vagina. Su olor era casi afrodisíaco, lamí sus labios y chupé su clítoris. Introduje mis dedos de a poco y sentí como se estremecia. Después empezó a desvestirme y a jugar con mi pija erecta. Me recosté sobre la cama con su cara entre mis piernas. Lamió mi glande y chupó mis huevos. Succionó mi pene con fuerza que me sentí en el paraiso, su lengua y sus labios adoraban mi pija. Me puso el preservativo con la boca y me montó enseguida. Alucinaba mientras cabalgaba sobre mí. Luego se recostó a mi lado con la colita bien levantada, la penetré sin dudar y seguí follando con ganas. No queria acabar más, sobre todo después de tanta abstinencia, así que cambiaba de posición para evitarlo. Se acostó de frente a mí y la seguí cojiendo con sus piernas sobre mis hombros, sus senos rebotaban dando un espectáculo único. Abrí sus piernas, me recosté sobre ella, volví a besarla, aceleré a más no poder el ritmo del sexo, e inevitablemente acabé llenando el condón.

Quedé agotado a su lado, habia sido el mejor dinero invertido en mucho tiempo. Hablamos un rato, era muy simpática y llegó el momento de irme. Me vestí y me despedí de ella prometiendo volver a verla. Bajé a la calle aliviado y pensando que esa era una promesa que tenia que cumplir...

FIN.