El periódico se me cayó de las manos, Corina se había colocado frente a mí y con el vestido que iba totalmente abrochado desde el cuello hasta las rodillas, empezó a desabrocharse los botones lentamente sobre su piel morena natural además de bronceada en la playa, pronto aparecieron los dos globos que se iban juntando hasta llegar a pegarse, yo me había propuesto mantener mis convicciones y soportar la tentación y pude aguantar hasta que las dos partes del vestido habían descubierto las curvas de tetas después de separarse otra vez para ir formando la redondez de la base, me enderecé en la silla y mis manos fueron hacia ella, la cogí por la cintura y con un esfuerzo sobrehumano la aparté de donde estaba, cerré los ojos aunque en mi manos notaba la piel caliente bajo el leve tejido del vestido pero me levanté y busqué la puerta de la calle, lo peor de todo fue ver la expresión de Corina, una mirada asombrada, mezcla de decepción, incomprensión y dudas me despidió pero aún tuve la fuerza de cerrar la puerta con un poco más de energía de lo normal que resonó a portazo.
Salí como un toro del toril al ruedo, entre desorientado y furioso, sabía lo que no debía hacer aunque me estaba resultando muy duro pero lo que tenía muy claro era que estaba andando sobre el filo de una navaja de afeitar, mi familia estaba peligrando gravemente y al menor resbalón, sería el fin, se iría al garete el matrimonios de mi hijo con Corina que era una mujer especial muy difícil de encontrar y sobre todo estaba mi nieto, aquel angelito no tenía que pagar por el “pelotudo de su abuelo” que tenía la bragueta más rápida del cono sur. También mi matrimonio, tantos años juntos, con todo lo que habíamos superado, las “crisis” como se llaman ahora que habíamos pasado por mi culpa y que siempre me había perdonado mi mujer y ahora por unos celos seguramente injustificados, mi ego dañado sólo porque mi mujer no me había contado mis dudas y que yo creía que tenía todo el derecho de saberlo, no me tenía por machista (hasta ahora) pero creía que mi mujer no debía ni podía ocultarme nada)
Mis pies me llevaron al parque acostumbrado, mi amigo parecía mi confesor, imagino que estaría hasta los huevos de mí, bastantes problemas tendría él para aguantar mis boludeces, no tuve que darle muchos detalles, lo entendió pronto, me había descrito sin contárselo la lista de problemas que llevaba a mis espaldas, él parecía ser un hombre de dilatada experiencia, educado en una sociedad bastante patriarcal, aunque al final reconocía que la mujer era lo mejor de la Creación, se mantenía en la posición de que la mujer debía contar siempre con el hombre, con sus razones se reafirmaba aunque con sus reticencias no dejaba de reconocer que los hombres al final éramos los que bajábamos la cabeza, aunque antes se le hubiéramos hecho bajar a las mujeres, era un juego tonto pero que era mantener el statu quo, aparentemente un pulso en el que desde el principio sabíamos que teníamos la partida perdida, pero estuve de acuerdo de por lo menos mostrarme duro en mi “convicciones” el caballero compartía el diagnostico como una grabación de la conversación que había tenido con Malena y se lo dije, bueno el resto de la tarde que me dedicó ella no pero, los consejos fueron similares, debía reorientar mis relaciones y controlar a mi familia mejor. Le pareció muy buena idea hacer el viaje con mi hijo a Mendoza y poner tierra por medio unos días, esta vez me dejó contar a mí y luego me soltó su opinión, no se lo dije pero pensé que el mito de que los argentinos son buenos psicólogos era totalmente real. En un momento de meditación me puso la mano en el brazo y acercándose me dijo.
Tengo novedades de Magda,
¿De verdad? Cuenta, soy todo oído, ¿para cuándo habréis quedado? (me alivió cambiar de tema)
Jajaja, que impaciente, no nada de eso, simplemente la chica me encontró aquí, yo creo que quería encontrarme, me dio una muestra de que el primer día no había quedado descontenta aunque la mejor parte la había llevado yo. Antes de que se desmadrara le advertí que mi problema me limitaba mucho pero me dijo que estaba al tanto y se estaba preparando para una cita con todas las garantías. Mientras decía esto, me enseñó la falda que llevaba, era como la típica de colegiala, cruzada por delante y abrochada con grandes botones, la chica se apretó contra mí y dejó que una de mis manos se deslizara por un muslo hasta encontrar un botón desabrochado, el calor de la entrepierna pronto aceleró mi respiración y en mis bronquios se encendieron las luces amarillas, tuvo que aminorar el roce pero con gran paciencia fue dejando que sus piernas se separaran y que yo fuera aventurando a mi voluntad la mano. Estuve disfrutando de la suavidad de la piel y según me aproximaba hacia arriba las piernas se separaban más y más, cuando rocé su ropa interior lo primero que hice fue seguir la línea de los labios, los separé hasta donde pude, Magda parecía estar haciéndome una confidencia al oído pero una pierna la tenía sobre la mía y la otra la dejaba caer todo lo separada que podía, cuando pude apartar el elástico de la bombacha y rozar el clítoris la chica estaba tan excitada que me abrazó por debajo de la campera y apoyando la cabeza en mi hombro se corrió, yo estaba excitado pero mis bronquios pudieron aguantar la presión, gocé mucho sintiendo vibrar el cuerpo de la mujer pegado a mí en el banco del parque, ese día era el suyo y preferí dedicárselo a ella, prometió volver y buscar una buena solución para una reunión sin prisas y sin esfuerzos.
Me alegra que Magda haya vuelto, eso demuestra su calidad humana y su interés por mis amigos, estate seguro que volverá y estarás en las mejores manos.
Ya más animado acepté un mate que me ofreció, lo preparó como para un principiante que comparado con el que se tomó él no tenía nada de parecido. Después de una serie de comentarios sobre las mujeres lo dejé con una expresión de felicidad, posiblemente estaría pensando en su nueva cita con Magda.
Cuando después de cenar me acosté esperaba dormirme pronto, habíamos quedado Javier y yo en madrugar para salir de ruta hacia Mendoza, estaba a unos 1.100 Km. Hacia el oeste y pese a que el coche de mi hijo corría mucho las limitaciones de velocidad no lo hacía más rápido. Corina y Javier también se recogieron pronto y yo ya estaba en los brazos de Morfeo cuando una mano me rozó el pecho canoso, era la clásica señal de que Elena quería “hablar”.
Hola hombretón… ¿Tienes mucho sueño?
Desde aquel momento ya sabía que no iba a dormir en un rato, me deslicé a un lado de la cama y me dispuse en la postura de las “confidencias” pero Elena no tenía el mismo proyecto y se puso de rodillas a mi lado, los calzoncillos desaparecieron y su boca buscó y encontró mi polla, ya no me era tan extraño las costumbres directas de Elena, ya no era la Concha española, ahora me ponía la polla a su gusto y cuando lo conseguía se montaba sobre ella y la hacía desaparecer entre sus labios. La diferencia de aquella noche era que se tumbó sobre mí, no era nada desagradable notar sus tetas sobre mi pecho rozando sus pezones con el vello canoso, el ritmo lo marcaba ella metiéndose y sacándose la polla y paseando arriba y abajo las tetas sobre mí, se me acercó al cuello, me besó y me dijo al oído.
Pepe, ¿me vas a echar de menos estos días?
¿Cómo lo dudas? Claro que sí, ya sabes que como tú no hay ninguna.
Eso es lo que me da miedo, que encuentres a una mujer que te guste más que yo, no lo podría resistir.
Eso no puede pasar, a mí también me da miedo que encuentres a algún joven que te dé lo que yo ya no te puedo dar, eres una mujer muy sensual y hay jóvenes que han aprendido mucho en poco tiempo.
Tranquilo, a mi no me gustan los jóvenes.
¿Seguro? Tengo la sospecha de que algún joven te ha despertado a las delicias de la juventud.
¿Qué insinúas Pepe?, sabes bien que desde que tú me quitaste la virginidad sólo tú has entrado en mi.
Eso creía hasta hace poco.
¿Cómo que hasta hace poco? ¿y no has sido capaz de preguntármelo? Tantas veces que he hecho oídos sordos a comentarios que me han hecho sobre ti y tú no eres capaz de preguntarme algo tan sencillo.
Me temía lo peor.
Lo peor es esto, ya no me apetece tenerte dentro.
Elena se levantó como un resorte y se puso las bragas, se tumbó dándome la espalda y al momento la oí sollozar, me sentí muy mal pero no di mi brazo a torcer, ella tampoco me contó nada, a partir de ahí ya no podía dormir, en mi cabeza bullían las imágenes de mi mujer siendo follada por un joven bien dotado y ella deshaciéndose al recibir aquella polla que aunque en la imaginación no la veía la imaginaba gigantesca, el “ángel” que tenía en el otro lado de la cabeza rebatía al “demonio” que me insistía en los malos pensamientos y me decía que no había pasado nada de eso y que eran imaginaciones mías, de todas formas me habría gustado que me hubiera hablado claro, aunque luego me hubiera echado a llorar yo solo, porque la amaba.
Cuando me levanté me aseé y me afeité, en la cocina me encontré a Corina que se había levantado para prepararle el desayuno a su marido, se había liado malamente la sábana al cuerpo y la sujetaba con una mano sola, con la otra manejaba el microondas y los demás preparativos, se me quedó mirando con la misma mirada que el día anterior, no comprendía mi actitud, debió despistarse un momento con el microondas porque cuando fue a retirar la leche se quemó en la mano, la reacción fue soltar la otra y echarse agua en la mano quemada, la sábana, lógicamente, cayó al suelo, la chica agachada en el grifo del fregadero se refrescaba la quemadura con el culo desnudo frente a mí, las tetas caían a la parte de adentro del fregadero y se salpicaban de agua, yo estaba totalmente descolocado, estaba sufriendo por el daño que estaría sintiendo por mi culpa en la mano pero por otra parte estaba gozando de la vista de aquel cuerpo en una posición propicia para ser empalado sin ninguna dificultad. Pudo más el sentimiento de culpa y me acerqué a ella con calma pero con seguridad.
Corina lo siento pero no te mojes con agua del grifo, es mejor que te pongas aceite en la quemadura o áloe vera si tienes alguna crema.
Con sus manos entre las mías ella sólo quería que el dolor desapareciera cuanto antes, lloraba silenciosamente para no despertar a Javier ni al niño, le junté las manos y con cuidado le fui echando aceite de oliva, con las tetas apretadas entre los dos antebrazos, los pezones sobresalían todavía más, al momento entró como una tromba mi hijo.
¿Qué ha pasado Corina?
Nada hijo, nada de importancia, sólo que el microondas ha calentado de más la leche y al coger el vaso se ha quemado.
¡Te has quemado mucho? A ver… ¿Y qué haces totalmente desnuda en la cocina?
Pues porque he madrugado para tenerte el desayuno preparado cuando te levantaras cariño y no he querido despertarte.
¡Ah!, gracias, que detalle, perdona papá no te he dicho nada, buenos días, lamento lo ocurrido y menos mal que estabas aquí y sabías el remedio, así no le hará ampollas.
No tiene importancia, ha sido una suerte, lo que siento es que se le cayera la ropa y se quedara sin nada debajo.
¡Bah! No tiene importancia, ¿verdad Corina? Lo más importante es la quemadura, ¡A tu edad ya habrás visto muchas mujeres desnudas! Son todas más o menos iguales.
Corina me miró con otra mirada diferente, esta vez mezcla de decepción por la valoración de su marido y otra esperando mi compensación que estaba segura que recibiría a no mucho tardar, recogió la sábana del suelo y no se molestó en cubrirse con ella, la plegó en su brazo sano y moviendo el culo y las tetas se fue detrás de su marido a la habitación.
Ya en la carretera después de muchos km. en silencio mi hijo me preguntó.
Parece que no tienes buena cara, ¿has dormido poco o estás de mal humor?
Estoy que muerdo, tu madre y yo hemos tenido una discusión como nunca la habíamos tenido.
¡Bah! Eso no es nada, con un buen polvo se arregla todo, ya verás a la vuelta, a mi me ha pasado algo parecido.
¿Ah sí? Que te ha pasado.
Pues no lo sé, sólo que Corina cuando más caliente me tenía me ha dicho que esperaba que me portara bien y que ella era mi verdadera mujer aunque luego lo suavizó llorisqueando diciendo que me quería pero me lo dijo muy en serio, daba la impresión de que sabía algo de mis “movimientos” durante mis viajes, ¿no le habrás dicho tú nada verdad?
Ni pensarlo, aunque no me gusta lo que haces jamás le diría nada, no quisiera que tu matrimonio se fuera al garete.
Pues ya no sé, no sé si pensar en Viviana, ¿sería capaz de haberle contado algo a Corina?
Podría ser pero no creo, tú quedarías mal, pero ella… además a Viviana sólo le interesa tu polla, nada más.
Pues ya no se me ocurre nada, esperaremos a ver. ¿Y a mamá que le pasa?
Algo parecido también pero a nuestra edad se magnifican mucho las cosas aunque hay que ir con mucho cuidado, nos jugamos mucho. ¿Y qué tal es Mendoza? He buscado en internet y me gusta de momento.
Te encantará, está en un valle pegado a los Andes, es una ciudad muy adelantada con Internet y WiFi muy desarrollado, ahora voy sobre ese tema, a ti que te gusta el vino podrás ir con unos minibuses que recorren bodegas y hacen catas, ¡ah! y hay otra cosa que te llamara mucho la atención, ¿te acuerdas de aquel automóvil Citroën 2 caballos que tuviste en España? Pues aquí se llaman “ranitas” y una empresa los alquila para ir de bodega en bodega.
Uff, cuanto tiempo, me encantaría conducir otro ahora.
Pues puedes alquilarlo y dar una vuelta, te darán información y lo pasarás estupendamente, yo no sé cómo llevaré la estancia y si iré a dormir al hotel o no.
Ya…
Jejeje, no pienses mal.
Javier, que te conozco.
Papá… ahora en serio, ¿te has sentido violento por ver a Corina desnuda? Me gustaría disculparme por ella, seguro que estará avergonzada, ha sido todo tan rápido.
No te preocupes hijo, lo podré soportar.
Mendoza me sorprendió, era muchísimo más de lo que yo había pensado, aprendí muchas cosas, estaba entre las cuatro primeras ciudades de Argentina y era muy rica en vino y en comercio, las avenidas muy cuidadas y llenas con arboledas que regaban con acequias, era una ciudad bonita, había una oferta de hoteles, bares y restaurantes muy extensa y tiendas de categoría, mi hijo pronto encontró un Hotel y alquiló dos habitaciones individuales. Mientras yo me entretenía colocando la ropa que llevaba en una bolsa de viaje, él se fue a la empresa para preparar todo. En la recepción había un chico y una chica según me enteré después se turnaban, no tenían mucho trabajo porque sólo tenían 12 habitaciones y no se notaba mucho ajetreo de hospedados, por lo que la mayor parte del tiempo estaban frente a la pantalla del ordenador, cuando bajé para dar un paseo el chico estaba mirando el ordenador protegido por el alto mostrador, daba la impresión de que estaba haciendo funciones de control del hotel pero el cristal del armario que tenía a su espalda reflejaba el monitor con una cara de mujer en primerísimo plano, tenía una polla dentro de la boca. Por el interés que ponía no tardó en conseguir lo que se proponía y quedó llena de leche hasta en las pestañas. El chico ni se molestó en cambiar de página cuando le pregunté por algunas cosas de la ciudad, al fin con bastante apatía me dejó delante un serie de prospectos para hacer varias rutas de bodegas y sitios turísticos, el único gesto fue cambiar de página en la pantalla, ahora salía un tío comiéndole el coño afeitado a una actriz, me dio la impresión que ya se había visto todas las películas de porno que había.
En la calle me dirigí a una oficina donde organizaban uno de los varios recorridos, a mi me era indiferente pero recabando información en la cola me decidí por una ruta de tantas, recorría el Valle de Uca y no parecía nada mal, compré el billete para el día siguiente y me informé del horario y demás, al parecer nos iban llevando por diferentes haciendas y hacían catas y demostraciones invitando además con productos de la tierra, pasé por un bar donde había bastante gente cenando, me pareció buena señal y quise sentarme en una mesa libre pero el camarero me detuvo porque estaba reservada, al verme sólo y todas las mesas llenas me preguntó si me importaría compartir mesa con otras personas, a mi me era indiferente y le preguntó a un matrimonio si querrían permitirme acompañarles, a ellos tampoco les pareció mal.
No eran muy mayores, seguro que no llegaban a los cincuenta años y junto a ellos quedaba una silla vacía, imaginé que pronto nos propondrían otro compañero pero cuando vino una chiquilla de algo más de dieciseis años, muy maquillada para su edad y para mi gusto, era la hija del matrimonio que acababa de retocarse los labios y venía dando saltitos, me levanté para presentarme y ella como todo saludo me dedicó una sonrisa deliciosa, según iba trascurriendo la cena fuimos entrando en conversación, yo les conté mi visita y ella cuando notaron mi acento me preguntaron muchas cosas sobre España querían ir de vacaciones para distraer al padre pues había salido de una depresión por motivos laborales y como disponían de buena posición querían devolverle el ánimo.
El hombre parecía que estaba saliendo de su problema anímico y de vez en cuando parecía más o menos simpático en cambio la mujer era súper activa no dejaba de hablar y gesticular, costumbre que había heredado su hija, la niña era bastante bonita, había juntado la dulzura de su edad con la belleza de su madre, me di cuenta que eran las dos las que llevaban al padre donde ellas querían, el hombre bastante hacía en seguir el ritmo de las dos mujeres. Hablando de todo salió el tema de los viajes organizados por los viñedos y dio la casualidad que ellos habían contratado también el mismo que yo, procuré terminar la cena lo antes posible y me fui al hotel.
Ya habían cambiado el turno en recepción y ahora estaba la chica, no era muy guapa, se podría calificar de físicamente normal, el pelo rubio lacio con una melena descuidada partida por la mitad y con unas gafas redondas con montura muy fina, los ojos no eran nada extraordinarios aunque la boca la tenía bastante carnosa, todo esto lo estuve analizando mientras esperaba que terminara de escribir en el ordenador, parecía que estaba haciendo todo el trabajo atrasado del día que su compañero había evitado, me gustaba la dedicación de la chica, no levantaba la cabeza del monitor y tecleaba como una posesa, me supo mal distraerla y como no tenía prisa me senté en un taburete en el mostrador leyendo todos los catálogos que vi.
Al fin se dio cuenta pues me entró la tos. Se puso roja y me pidió mil perdones, yo le quité importancia y alabé su dedicación al trabajo quedándome las ganas de decirle el uso que hacía su compañero.
Buenas noches, me llamo Rosario y hoy me toca el turno de noche, tome su llave, si precisa alguna cosa no tiene más que llamarme.
Gracias no creo que necesite nada, me alegro de conocerla y que se llame Rosario, me recuerda a la ciudad.
¡Aha! Es que soy de allí, mis padres me pusieron así por la ciudad, es muy bonita.
Seguro que menos que usted.
¡Ooh! Por favor no se burle de mi, sé que no tengo nada de bonita.
Supongo que eso se lo habrá dicho alguien con mucha autoridad estética, ¿no?
Me lo dicen todos o peor, no me lo dice nadie.
Pues se lo digo yo, permítame decirle que usted tiene unos rasgos muy bonitos, sólo hace falta que les saque partido, realce las líneas más bonitas y disimule si tiene algún defecto.
Gracias pero no tengo nada para realzar.
¿Qué me dice de sus labios?
Bueno… a lo mejor eso…
Y sus ojos, con un poquito de sombra, las pestañas las tiene larguísimas igual que el pelo y un cambio radical en sus gafas y aunque sólo le veo sentada imagino que tendrá un cuerpo nada despreciable.
La chica se sintió halagada y se levantó dando una vuelta en redondo, aunque la ropa que llevaba no le hacía justicia, se le notaba que tenía un buen potencial. Cuando se levantó dejó al descubierto el monitor del ordenador y por el mismo cristal que el de su compañero pude ver la pantalla, no era en tonos grises de oficina como suponía sino a todo color, en ella había una parte con imagen y otra con texto, reconocí que era de un chat en directo, en el texto estaba cambiando y añadiendo frases esperando sin duda contestación, en la imagen sólo se veía una mano que recorría una polla monstruosa de arriba abajo, se le notaban todas las venas posibles hinchadas al máximo, parecía que al chico le urgía acabar la corrida porque estaba desesperado pajeándose y pidiéndole a la chica una muestra de “colaboración”, la chica miraba de soslayo la pantalla, ella también estaba desesperada por ver los chorros que le había prometido el colega pero no se atrevía a dejarme con la palabra en la boca.
Si quieres un consejo de un hombre mayor atiende al chico de la pantalla, creo que se lo merece y tú también.
Rosario no sé si oyó mis últimas palabras pero se sentó liberada de su obligación conmigo, el chico seguía agitando su polla de más de 23 cm. amenazaba constantemente en eyacular pero le exigía que ella le enseñara las tetas por lo menos, Rosario se sentía obligada moralmente y le apetecía, no sólo eso sino haber tenido aquel tronco entre sus piernas, a mi me había olvidado por completo en la otra parte del mostrador, con curiosidad me fui colocando para poder ver directamente el monitor, la chica no notaba mis cambios de posición y en pocos movimientos me puse a su lado, ocultos por el mostrador el monitor no se veía si no era a través del reflejo del cristal, con disimulo puse un suéter sobre el cristal por si alguien entraba de momento, al lado del ratón estaban las bragas de Rosario, se las debía haber quitado ya hacía rato porque se le veía absorta mirando la verga del joven, quien ahora ya presumía cogiendo con los dos puños a la vez la polla y aún le sobresalía un buen trozo, el chico no dejaba de insistir, (quítate el sujetador, quiero verte las tetas) y así sin dejar de escribir, la chica ya ni notaba mi presencia, estaba loca por ver la cantidad de leche que amenazaba por salir de aquella enorme polla, el rostro del chico no se veía pero eso era lo de menos, lo importante estaba desde el capullo a los huevos redondos depilados y pegados a la verga.
La resistencia de la chica llegó a su límite, se abrió la camisa y se subió el sujetador sin soltárselo siquiera, las dos tetas medio aplastadas quedaron frente a la webcam, el chico le pidió más, quiso que acercara la cámara a los pezones y ella lo hizo, ya le era todo igual, se los enfocó en primer plano, en la parte del monitor que se veía su cámara se podía ver con todo detalle las areolas con unos pequeños poros coronadas por los rugosos pezones, húmedos por sus lamidas, estaba entregada a la voluntad del falo que se resistía a correrse, las dos tetas separadas con los pezones oblicuos por la tensión aguantaban todas las peticiones del chico, eran escupidas, pellizcadas y lamidas pero el chico estaba tan embalado como ella y le pidió ver el resto, la chica dudó, no se atrevía a tanto, eso sí que no, ahí fui yo quien inclinó la balanza a favor del chico, cogí las bragas blancas que estaban al lado del ratón y las dejé sobre el teclado a la vista del muchacho.
Rosario me miró pero creo que ni me vio, cogió la cámara y al verse descubierta echó hacia atrás la silla con ruedas del despacho, puso los pies sobre la mesa y con un pié a cada lado del teclado bajó la luz que iluminó su coño, la mano del muchacho casi era una sombra por la velocidad que había tomado, la chica también hacía lo posible para correrse con un dedo pero el orgasmo no llegaba, tuve que ayudar otra vez, me puse detrás del sillón giratorio de la chica, le solté el sujetador que la oprimía hasta casi no dejarle respirar, ya las dos tetas saltaron libres, la mano de Rosario se movía sin orden ni concierto entre sus labios del coño, ya no sabía si meterse dos dedos o más, le cogí la silla giratoria y la encaré hacia mí, mi cabeza y mi boca le demostraron a Rosario dónde debía incidir, cuando le estaba chupando el clítoris ella separó las manos y se cogió los pezones sin dejar de enfocarse con la cámara, la sorpresa del compañero fue mayúscula pero el morbo le enfureció más y con las dos manos no paró hasta lanzar chorros de leche mientras Rosario no pestañeaba mirando al monitor mientras ignoraba mi boca en su coño.
El chico mojó de semen su teclado incluso su cámara porque salió un manchurrón de leche y Rosario siguió cogiéndome la cabeza para le hiciera correrse, la pena fue que nada más eyacular el chico apagó su cámara y se quedó en negro. Rosario con la boca abierta sin terminar de creérselo sólo dijo.
Cómo me habría gustado tener dentro una pija como esa.
Desde luego era todo un ejemplar, un pollón.
Quien la encontrara, creo que nadie más tenga ninguna así.
Es cierto, una maravilla, era gigante, pero… era delgada y estaba al otro lado del monitor.
¿Qué quiere decir?
Que podrías terminar de correrte con una no tan grande pero sí más gorda y que está aquí y ahora.
¿Aquí? Por favor señor…
No te costaría nada comprobarlo.
No… déjelo, ya me correré otro día, si lo vuelvo a encontrar.
Bueno, creí que te gustaría sentir un pene de verdad en tu coño mojado… Como éste.
Me lo jugué todo a una carta, ya hacía rato que tenía la polla dura, desde que se había quitado el sujetador y ahora sólo ansiaba llenarle el coño con ella.
Su cara hizo un gesto de admiración lamiéndose el labio inferior y tímidamente alargó la mano hacia ella.
¿Puuuedo tocarla?
Y chuparla también y hacerla correrse como la de tu amigo.
…Vaya a su habitación, ahora pongo el letrero de “vuelvo enseguida” y le sigo.
Casi no encontraba la llave para abrir la habitación, la cama era de 90 cm. pero había dos, por la ventana del primer piso donde estaba entraba la luz intermitente del letrero luminoso que anunciaba el hotel, estaba bastante descuidado y más de una letra fallaba pero le daba un tono rojizo a la habitación. No hizo falta encender la luz, la ventana estaba abierta, no hacía frio y las cortinas se movían apenas, estaba yo cavilando en todos aquellos detalles casi sin acordarme de la chica, la verdad es que estaba tardando más de lo que debería, me senté en la orilla de la cama e hipnotizado por el clic-clac del luminoso esperé como un tonto, me di cuenta tarde de que la chica me había tomado el pelo, se había desembarazado de mí de la manera más infantil, como quien ofrece un caramelo sin la más remota intención de darlo.
Ya había desestimado la ocasión, me quité la ropa y me tiré sobre la sábana, estaba cabreado conmigo mismo y más que enfadado por mi inocencia, estaba mosqueado porque a mis años debía haber rematado la faena allí mismo, que sé yo, haberle puesto con las manos sobre el mostrador con la cara pegada al monitor y habérmela follado hasta que hubiera gritado que mi polla era mucho mejor que aquella enormidad que, a mí mismo me había impresionado, pero nada de eso se me había ocurrido, me había ido a mi habitación con las piernas temblando de emoción a esperar a aquella chica feucha viniera a mí en un hotel pidiendo a gritos ya ser derribado.
No oí la puerta, no llamó porque tenía una llave maestra, no me di cuenta que estaba detrás de mi hasta notar su peso en mi colchón, me volví más por cortesía que por interés, di un salto que me quedé de pie delante de ella.
Por lo menos eres sincero… no la tienes tan grande pero promete ser más gorda.
Glup… perdona no te había visto, ya no te esperaba, pero… ¿Eres tú?
¿A ti qué te parece?, sólo he seguido tus consejos, espero que te guste, siento haber sido tan lenta, no tengo costumbre, entendelo.
Me eché atrás unos pasos para verla de lejos, aún con el tono rojizo del luminoso me di cuenta de la trasformación que se había hecho, el pelo antes lacio, partido por una ralla central ahora era una melena rubia (natural, claro) los ojos perfilados y sombreados y con brillo le daban un tono azulado, los pómulos debidamente maquillados le corregían la delgadez de su cara, pero la boca… me quedé callado mirándola, apenas si separaba los labios rojo brillante enseñando una dentadura blanca y perfecta. Estaba vestida con una bata de camarera, la que habría llevado cualquier empleada para limpiar la habitación pero al separarla, porque no la llevaba abrochada me enseñó el interior, el sujetador aunque llevaba ni lo vi, era bastante sencillo pero sus tetas pugnaban por salirse por todos lados, definitivamente aquella no era su talla y debía haberlo cambiado hacía tiempo, el vientre plano, los huesos de las caderas se le marcaban haciendo ver su delgadez pero su pubis no se podía disimular debajo de las bragas de color malva, las manos las llevaba detrás por lo que la bata se abrió sola al dar un paso al frente casi a mi altura, yo no sabía por dónde empezar cuando me enseñó que en las manos llevaba una botella de vino y dos copas de buen tamaño.
Quise quitarle la botella de las manos pero ella mordió el tapón y lo escupió, bebió directamente de la botella y abrazándome me besó pasándome el líquido a mi boca, lo saboreé junto a su lengua y me lo tragué.
Hola, me llamo Rosario, bienvenido a Mendoza.
Hola, me llamo Pepe y estoy encantado por el recibimiento.
Ya no me preguntó, escanció dos dedos de vino en la copas y me ofreció una.
¿Lo sientes?
¿El qué?
El vino, en el paladar y en todo el cuerpo, es magnífico lleva muchos años esperando una ocasión especial para salir de la botella y hoy es la mejor.
Sabe a gloria, no imaginaba que supieras de vinos.
Mi padre era un gran bodeguero, de los mejores, mucho mejor que los que hoy se anuncian tanto, tuvo una de las mayores bodegas de Mendoza, tenía el hotel también, en él se alojaba lo mejor de todos los viñateros acompañados de sus sommeliers privados de confianza, aquí se hacían transacciones de mucho dinero, todo el mundo lo conocía y lo respetaba pero tenía un defecto… era jugador, todavía recuerdo la mesa que se montaba cuando cerraban el comedor, el dinero corría a raudales, mi padre no me dejaba ni asomarme, allí se jugaban todo, mas de dos veces se jugaron las esposas, uno de ellos exigió cogérsela encima de la mesa delante de todos, para el que perdió estaba en juego toda la hacienda y consintió, mi padre tenía miedo que alguno se encaprichara conmigo, yo siempre he sido un patito feo pero porque mi padre no me dejaba arreglarme para que no se fijaran en mi. El final tardó pero llegó, era una jugada segura, se lo jugó todo menos el hotel, las cartas son así, lo perdió todo en una sola mano, me buscó un marido para que pudiera poder vivir con el hotel, me casó y a los seis meses se pegó un tiro.
… Lo siento no me lo habría imaginado nunca, entonces, ¿el chico que estaba esta mañana no es tu hermano?
No, es mi marido, no hace nada en todo el día, lo obligo por lo menos a estar un rato ahí sentado, mientras atiendo mi casa o sea la habitación 12.
¿Y no hace nada?, yo lo he visto frente al ordenador tecleando.
Si ya sé, viendo porno todo el día, se hace pajas y se corre sobre el teclado que luego tengo que limpiar yo, se hace tantas que a mí ni me mira, hoy me estaba desahogando yo, me imaginaba que aquel “pistolón” sería para mí.
Aquel no pero éste si va a ser.
No sé si debo después de contarte todo esto, no lo merezco.
Claro que sí, te has puesto bellísima y no solo para mí, sino para ti, querías sentirte hermosa tanto como eres por dentro y lo has conseguido, tienes una boca deliciosa y unos ojos que enamoran mirarlos solamente y un cuerpo tan deseable que mira como me tienes… sólo te pido una cosa…
Dime… lo que quieras.
Que olvides por un rato a tu pasado, a tu marido y… a la polla gigante de ese malnacido de la pantalla.
Jajaja, no sé cómo puedo reír pero gracias eso está hecho, brindemos por nosotros.
Por nosotros.
Nos bebimos de un trago los dos dedos de vino de la copa, la volvió a rellenar y la olió.
¡Huele!… es una maravilla, de este vino ya no hay, ¿notas el aroma, el olor a roble de la barrica, el sabor afrutado y de tantas cosas más?
Si huelo todo eso y el sabor de tus labios y me embriaga…
Nos fundimos en un beso desesperado, la chica no debía haber besado desde hacía mucho porque se entregó a mí con ese beso, luego me abrazó y se dejó caer sobre el colchón, la cama era estrecha pero se encogió de piernas y se quitó las bragas, luego las estiró y las separó sacando los pies por cada lado invitándome a entrar, no tuvimos preliminares como yo hubiera querido, ni mamadas, ni comidas de coño, simplemente follamos, me recibió como quien recibe a los reyes magos, con toda la ilusión y ternura, se notaba su vagina como agradecía que mi capullo rozara todos sus pliegues haciéndole sentir mujer deseada. Estuvimos follando sin descanso unos ratos furiosos y otros pausados, le hice cambiar de posición, algunas sumamente básicas que ni las conocía, la hubiera hecho mía hasta por el culo si se lo hubiera propuesto pero no quise romper el hechizo de la primera vez, era todo candor, el primer orgasmo le llegó por sorpresa, ni siquiera sabía lo que era correrse de verdad, creía que le daba algo, cuando le expliqué que aquello era simplemente que se había corrido sólo me dijo.
Haz que me corra otra vez.
Me apliqué procurando enseñarle nuevas posturas para ella, le besé los pezones sacándoselos como nunca los había visto, ella misma se asombró, cuando le lamí el clítoris creyó morir, su marido sólo se la follaba con la polla semi dura y no esperaba a que ella lo siguiera, le enseñé a chuparme la polla, ella sólo lo había visto en Internet y le parecía asqueroso pero cuando sintió mi glande entre sus labios lo aspiró hasta tragarse casi toda la polla, cuando le dije que me iba a correr, que ya no aguantaba tanto placer insistió que me corriera dentro de ella, su marido lo hacía siempre y quería sentirme temblar a mi dentro de su vagina, casi me convenció pero le dije que debía hacerlo en su boca, por curiosidad o por darme gusto accedió y casi se tragó toda la leche, el resto cayó por sus tetas y ella misma las lamió hasta dejarlas brillantes, unidos en la cama estrecha estuvimos hablando de muchas cosas, incluso de vinos, me estuvo diciendo las cualidades que debía tener un buen vino, verdaderamente amaba el vino, ella íntimamente se habría quedado toda la noche conmigo pero le convencí que se fuera a su habitación 12, bastantes problemas tenía para aumentarlos por mi culpa.
Cuando salió con la bata de limpiadora no parecía la misma, subió a su habitación con paso seguro, yo me iba a duchar pero preferí no hacerlo, me gustaba el olor a vino y sexo de Rosario, me dormí con los flashes del neón, aún recordaba las tetas de la chica y su coño todo de color rojo, me encantaba.
Por la mañana me levanté temprano, me había puesto la alarma del celular por si acaso, de todas formas había dejado recado en Recepción que me llamaran a las 7, no debí hacerlo, la voz desagradable y escueta del marido de Rosario sólo dijo.
Son las siete.
Me duché rápido y me preparé para pasar el día de bodega en bodega, no tenía muchas esperanzas pero en España ya lo había hecho y lo había pasado muy bien, por curiosidad me apunté, me afeité y me iba a vestir cuando noté un roce en la puerta, abrí con precaución y vi a Rosario con una bandeja con lo que podía ser su desayuno, me dijo que guardara silencio y me la dio, con las manos ocupadas no pude evitar que Rosario pasara su mano por debajo de la bandeja y me cogiera la polla estrechándola un momento, luego cerró con suavidad la puerta y subió sin hacer ruido a su habitación. El escueto desayuno me supo a gloria, cada bocado me recordaba a los labios de la chica, el calor de la taza de café a la tibieza de sus tetas y apuré hasta la última gota de café, recordando los jugos de su vagina ardiente.
En la recepción estaba el marido como siempre, sólo se le veía la coronilla de la cabeza ensimismado con una ya vista y revista película porno, me lo confirmó el espejo de detrás de él, (tendría que advertir a Rosario del reflejo del cristal), ni él me dijo nada ni yo me despedí pero ya estaba en la puerta cuando volví, sólo por curiosidad le pregunté.
Perdone joven… ¿la señora mayor que estaba ayer aquí, ya no está?
No es una señora mayor, es mi mujer y tiene veinticinco años, ¿quería alguna cosa?
No nada, sólo preguntar si admitían perros en el hotel.
No admitimos perros, adiós.
Cuando salí la calle me reí con ganas, la señora mayor “sólo” tenía 25 años y no admitía perros, con uno tenía bastante.
Llegué al punto de reunión del minibús de los primeros, los asientos no estaban numerados y me senté en el que me pareció casi al final, me extrañó que según iban llegando los demás se fueran sentando en los otros asientos del otro lado, yo lo hice por ir asomado en la ventanilla y ver más cosas pero no resultó buena idea. De los últimos que aparecieron fueron el matrimonio y la hija del restaurante, como ya estaba todo ocupado se tuvieron que conformar con lo que había, a mi lado se sentó el marido, su mujer en el otro asiento al lado pero después del pasillo y la hija a su lado en la otra ventanilla.
No tardó mucho en arrancar el autobús y una azafata que no había visto hasta ahora porque subió justo casi en marcha nos saludó (en español… qué placer) y nos explicó el plan para la excursión, visitaríamos varias bodegas además de admirar el paisaje lleno de viñas y nos harían catas de diferentes vinos además en alguna bodega nos ofrecerían algún refrigerio y después “sugirió” que lo cortés sería comprar algunas cajas de vino para degustar cada “caldo”.
Todos íbamos contentos, al principio admiré la ciudad, preciosa, bien cuidada y con buen ambiente, cuando enfilamos por la ruta nacional 40 entramos en lo que nos dijo que era el Portal del Sur, la azafata, muy simpática nos explicaba cada cosa curiosa pero llegó un momento que todo lo que se veía era una llanura de viñedos que con la velocidad parecía un campo de césped.
A mi vecino sea por los fármacos que debía tomar o por el sol que entraba a raudales por la ventanilla (por eso todos pasaban al otro lado) pronto empezó a cabecear y a poner ojos de carnero degollado, su cabeza iba al ritmo de las curvas del camino que aunque eran pocas de vez en cuando chocaba con mi cabeza, yo procuraba huir de él pegándome al cristal de la ventana pero él cada vez encontraba mi hombro más cómodo hasta que se apoderó de él y empezó a roncar.
Tuve suerte que entramos en un pueblo pequeño y al callejear se inclinó hacia el pasillo y su mujer se percató del problema, aprovechando un semáforo en rojo lo despabiló y le hizo cambiar a su parte poniéndolo apoyado en el cristal y a su hija en el pasillo, yo creo que el hombre ni se enteró del cambio porque aplastó la cara en el cristal en una mueca grotesca.
Hasta entonces tenía mucho sol, molestias del caballero y calor, ahora tenía mucho sol, la señora parlanchina y más calor, la mujer se deshacía en lamentaciones por el comportamiento de su marido, me contó toda su historia de pe a pá, quedé bien informado del motivo de su depresión y en parte lo compartía y lo comprendía.
La excursión que yo creí que era con muchas etapas se alargó bastante, la primera bodega me impresionó bastante, estaba claro que la industria del vino era muy potente y sabían sacarle partido, nos hicieron una cata de varios vinos, la mayoría blancos bastante frescos, bebimos con más sed que paladar, aunque nos habían dicho que tuviéramos paciencia. Al caballero lo habían hecho bajar, no sé realmente para qué pues con lo que tomaba no podía beber alcohol pero bajó y subió medio traspuesto, si hasta entonces la señora se demostró parlanchina ahora con el vinito fresco se le desató la lengua más todavía.
Realmente no sé para que hemos venido, a veces pienso que para acallar las conciencias porque mi marido ni se entera pero la familia… llevamos así mucho tiempo, demasiado para mi, si no fuera por mi hija… y claro además porque mi familia política se quedarían con todo, seguro. Me plantearé que hago con mi marido, esto no es vida, ni vive el ni vivo yo y todavía soy joven para dedicarme a cuidar a enfermos, aún me gustaría vivir la vida, ¿a usted qué le parece, soy joven aún para vivir la vida?
Sinceramente si señora, es usted muy joven y simpática, tiene una conversación arrolladora, da gusto oírla y… verla.
Mmm gracias, eso hace mucho que no me lo dice nadie. ¿Usted cree que aún estoy de buen ver?
Perdóneme la expresión, como soy español no conozco la forma del hablar argentino pero en mi país le diría que está usted muy buena.
¡Oh! no sé qué habrá querido decir, como lo dice en español… ¡repítamelo!
Pues que tiene un cuerpo que haría feliz a cualquier hombre, sobre todo en la cama o en cualquier otro lugar.
Uff, debe ser el vino, tengo un sofoco y me dice usted unas cosas…
Lo siento si la he ofendido, debe ser el vino también pero soy sincero de verdad.
No me ha ofendido, me ha halagado, me gusta que me digan cosas bonitas, en casa no me dice nada nadie y a mí me gusta lucir, vestir bien, sentirme hermosa por dentro y por fuera.
Por fuera le juro que está usted preciosa, por dentro… me lo podría imaginar, aunque no soy muy de imaginar…
Pues por dentro llevo una ropa interior de marca, me encantan las marcas, vestir como esas modelos… me siento como ellas.
A mí siempre me han parecido diosas inalcanzables, parecen irreales, es imposible que nadie vista esos modelos.
Uy, si yo le contara, yo sólo me pongo lo que anuncian en las revistas de moda, ¿quiere ver el tirante de lo que llevo debajo?
No será para tanto, la publicidad es engañosa.
No, la cara no, mire por aquí.
Se levantó un poco la solapa de la camisa apenas se le veía la puntilla del tirante del sujetador, se notaba de mucho valor pero preferí hacerme el escéptico.
Parece bonito y de moda pero eso es como los pasteles, parecen apetitosos por encima pero luego…
No, no lo crea, es precioso el sujetador, me costó un dineral, si se entera mi marido me mata, aunque a él le es igual, mire con detalle.
Se abrió más botones de la camisa, ahora la visión me llegaba a media copa del sujetador, la hinchada teta que aguantaba iba apretada y se quería escapar por donde podía, miré al lado, la hija estaba absorta con los auriculares y la tableta.
Es cierto, el tejido es bonito pero debe estar usted sufriendo, le debe oprimir como una coraza.
Ni pensarlo, es de tul se adapta muy bien y no molesta, toma la forma del pecho y lo sujeta como si fuera una mano, ¿quiere pasar un dedo y verá como no aprieta?
Si insiste… pero las mujeres son muy sufridas, por estar guapas padecen todo lo que hay que sufrir.
Mientras iba justificando mi inspección un dedo pasó apenas rozando la puntilla elástica.
No, no tenga vergüenza, vea cómo no aprieta nada, yo ni noto que lo llevo.
Al dedo “tímido” se le unió el “listo” y a este el “espabilado” y a estos el “abusón” en un momento toda la mano estaba entre el sujetador y la teta de la señora, ella estaba expectante esperando mi calificación hasta que llegué al pezón, me cogió la mano por encima de la camisa un momento, cerró los ojos y me soltó, yo seguí hasta abarcar toda la teta hasta el estómago, ella misma se bajó el tirante y la copa se aflojó, la teta era mía y jugué con ella lo que quise, cogió el bolso grande que llevaba de rafia y se lo puso delante abriéndose más la camisa y bajando el otro tirante, las dos tetas quedaron sueltas y mi mano las recorrió durante muchos kilómetros, las viñas no me importaban, yo tenía entre mis dedos dos granos más gordos que cualquiera de aquellos de uva, cuando la azafata anunció la próxima parada, mi mano tuvo que desandar lo andado y devolver las tetas a su dueña, me miró con ojos lánguidos y se organizó la lencería como antes.
Esta vez la hija miró a su padre, estaba tan dormido que hasta babeaba el cristal, con buen criterio lo dejó donde estaba, el vehículo estaba aparcado en una buena sombra y no iba a pasar calor, los demás bajamos en tropel como un aula de críos de excursión, a la guía le costó poner orden, a muchos se les notaba la impaciencia por catar los “caldos” de aquella bodega, se notaba que era de más categoría porque cuidaban hasta el mínimo detalle, además de una extensa mesa con toda clase de los vinos que producían, unas copas ordenadas estaban preparadas para que degustáramos con más o menos conocimiento los vinos, un poco más allá otra mesa estaba llena de aperitivos, bocadillos dulces y salados, la visita tuvo éxito, las copas se vaciaron rápidamente, el enólogo que explicaba las excelencias de cada copa se quedó más de una vez con la palabra en la boca porque unos llenaban sus copas de cualquier botella y se pasaban a la otra mesa a pillar los mejores aperitivos, al final la visita fue un éxito pues detrás de la mesa de aperitivos habían unos montones de cajas de cartón con botellas que fueron cogiendo y pagando sin rechistar ni preguntar qué clase de vino contenían.
La vuelta al bus fue de lo más alegre, algunos ya entonaban alguna canción del colegio, otros más serenos miraban con indignación los excesos y otros éramos los intermedios, la mujer del “depre” me pidió que le dejara ir en la ventanilla, a mi no me pareció mal pues me daría menos el sol y me pondría de pantalla a la vista del marido y la hija. El marido no dio muestras de haberse despertado, habría recostado el asiento en un momento de lucidez y estaba como en el sofá de casa, la hija había descubierto que el microbús disponía de wi-fi y eso colmó sus expectativas.
Después de la explicación resumen de la estancia con alguna pullita para los más desvergonzados la azafata se sentó y se calló, la esposa del bello durmiente pronto volvió a la carga con su verborrea, yo miraba al infinito, se veía las estribaciones de los Andes (me lo habían explicado ya) y como estaba a la izquierda de la dama miraba de soslayo la camisa mal cerrada por las prisas, ella no se daba por aludida, parecía que la sobada mamaria de antes era capítulo pasado y ahora volvía a la carga con cuentos familiares de lo más irrelevantes, las yemas de mis dedos me hacían cosquillas esperando de un momento a otro volver a sondear aquel par de tetas a medio usar.
La excusa fue el calor, según ella hacía mucho más calor al lado de la ventanilla que a quince centímetros más adentro (¿…?) además se quejaba de que había comido (no bebido) demasiado en la última parada y se notaba hinchada por lo que quizás aflojándose la falda se sentiría mejor, todo esto se lo argumentaba ella y yo asentía, me pidió que por la estrechez de los asientos le ayudara a soltar el corchete que llevaba al lado izquierdo de la cintura, en realidad eran dos y una cremallera, lo de la cremallera no me lo había pedido pero yo lo incluí en la misma operación, suspiró satisfecha al notarse suelta, unos kilómetros más allá era el calor, se sacó la camisa de la falda y la despasó por los botones de abajo, me enseñó el ombligo que según ella su madre había puesto mucho interés al nacer para que le quedara perfecto, ciertamente era perfecto redondo y sugerente, incluso aprovechó para enseñarme el diseño del sujetador por debajo, apenas pude ver las copas por debajo pero sí que vi que no le descansaban en el pecho, las tenía bien altas y con la dureza que había corroborado anteriormente me hice una idea exacta de la calidad mamaria de la mujer.
La falda se fue aflojando cada vez más, ella intentaba que llegara sólo a un límite pero si movía las manos al hablar no podía sujetar la falda a la vez y a veces se quedaba rozando el borde de la puntilla de las bragas.
¡Qué curioso, la puntilla que se asoma es igual que la del sujetador!
¡Por favoooor! Yo siempre voy conjuntada, no se me ocurriría mezclar tejidos ni colores.
¡Entonces tendrá una colección de lo más completa!
Reconozco que sí, fíjese incluso con el mismo sujetador puedo ponerme varias bragas, las tengo tipo bikini, tanga, culotte, incluso tengo unas que no puedo decírselo.
Jajaja, no me lo creo, se quiere quedar conmigo.
¡Que sí! Fíjese hoy me he puesto las de bikini, son más cortas y estrechas por las caderas, las normales son más anchas y las tangas son lo mínimo, quedan las nalgas descubiertas y parece que no llevas nada, con los pantalones de licra son ideales.
Ya veo que está muy puesta en este tema, yo nunca me había fijado…
Uy, pues eso no es nada, le confieso que a veces incluso no me pongo nada.
¿Cómo que nada? ¿Nada de nada?
Nada, sin bragas, es una sensación de libertad especial y si me pongo leggins se me notan los labios de… ya me entiende.
¡No! No puede ser.
Si y le diré un secreto que no sabe nadie y menos mi marido, tengo unas rojas que tienen una abertura de adelante a atrás adornada por una puntilla blanca.
¿Sí? ¿Y eso para qué? La rozará toda…
¡Qué inocente es usted!, se nota que no entiende de esto, con esas bragas cuando me voy de fiesta si encuentro algún chico que me gusta siempre puedo ir a pasear por algún sitio oscuro y sólo tengo que levantarme la falda.
¿Para enseñársela?
Uff que ingenuo es con lo mayor que es… pues me subo la falda, me agacho y el chico me mete la pija sin bajarme las bragas y cuando acaba sólo me bajo la falda y aquí no ha pasado nada.
¡Oh! que tonto soy, en mi juventud no había nada de esto, entonces tenías que desenredar la mata de pelos rizados y cuando lo lograbas igual venía alguien y ya no podías…
Jajaja… ¡Qué gracioso! ahora no pasa eso, mire pero no toque ¿eh?
La mujer se separó la cintura de la falda y el elástico de las escuetas bragas, un pubis recién depilado me enseñaba, la piel morena marcaba el contorno del pelo cortado, incluso como una leve carrera de hormigas que le llegaba al ombligo.
¡Qué maravilla!, si en mis tiempos hubiera visto esto alguna vez…
Pues no es usted tan viejo y ahora hay muchas películas en Internet que se ven vaginas depiladas.
Bueno si… pero el tacto, el calor, la suavidad, eso no se puede describir sin notarlo.
No crea, es como cualquier parte sólo es pie,l hágase la cuenta de que dobla el brazo, en la unión del codo hace una arruga igual como los labios de la vagina.
¿A ver? ¡ah! Pues si pero el roce del pelo recién depilado…
Bueeeno, hay cosas que cuestan menos demostrarlo que explicarlo, déjeme la mano pero déjela muerta ¿eh? Yo le pondré la mano sobre mi Monte de Venus y “notará” todo lo que
Salí como un toro del toril al ruedo, entre desorientado y furioso, sabía lo que no debía hacer aunque me estaba resultando muy duro pero lo que tenía muy claro era que estaba andando sobre el filo de una navaja de afeitar, mi familia estaba peligrando gravemente y al menor resbalón, sería el fin, se iría al garete el matrimonios de mi hijo con Corina que era una mujer especial muy difícil de encontrar y sobre todo estaba mi nieto, aquel angelito no tenía que pagar por el “pelotudo de su abuelo” que tenía la bragueta más rápida del cono sur. También mi matrimonio, tantos años juntos, con todo lo que habíamos superado, las “crisis” como se llaman ahora que habíamos pasado por mi culpa y que siempre me había perdonado mi mujer y ahora por unos celos seguramente injustificados, mi ego dañado sólo porque mi mujer no me había contado mis dudas y que yo creía que tenía todo el derecho de saberlo, no me tenía por machista (hasta ahora) pero creía que mi mujer no debía ni podía ocultarme nada)
Mis pies me llevaron al parque acostumbrado, mi amigo parecía mi confesor, imagino que estaría hasta los huevos de mí, bastantes problemas tendría él para aguantar mis boludeces, no tuve que darle muchos detalles, lo entendió pronto, me había descrito sin contárselo la lista de problemas que llevaba a mis espaldas, él parecía ser un hombre de dilatada experiencia, educado en una sociedad bastante patriarcal, aunque al final reconocía que la mujer era lo mejor de la Creación, se mantenía en la posición de que la mujer debía contar siempre con el hombre, con sus razones se reafirmaba aunque con sus reticencias no dejaba de reconocer que los hombres al final éramos los que bajábamos la cabeza, aunque antes se le hubiéramos hecho bajar a las mujeres, era un juego tonto pero que era mantener el statu quo, aparentemente un pulso en el que desde el principio sabíamos que teníamos la partida perdida, pero estuve de acuerdo de por lo menos mostrarme duro en mi “convicciones” el caballero compartía el diagnostico como una grabación de la conversación que había tenido con Malena y se lo dije, bueno el resto de la tarde que me dedicó ella no pero, los consejos fueron similares, debía reorientar mis relaciones y controlar a mi familia mejor. Le pareció muy buena idea hacer el viaje con mi hijo a Mendoza y poner tierra por medio unos días, esta vez me dejó contar a mí y luego me soltó su opinión, no se lo dije pero pensé que el mito de que los argentinos son buenos psicólogos era totalmente real. En un momento de meditación me puso la mano en el brazo y acercándose me dijo.
Tengo novedades de Magda,
¿De verdad? Cuenta, soy todo oído, ¿para cuándo habréis quedado? (me alivió cambiar de tema)
Jajaja, que impaciente, no nada de eso, simplemente la chica me encontró aquí, yo creo que quería encontrarme, me dio una muestra de que el primer día no había quedado descontenta aunque la mejor parte la había llevado yo. Antes de que se desmadrara le advertí que mi problema me limitaba mucho pero me dijo que estaba al tanto y se estaba preparando para una cita con todas las garantías. Mientras decía esto, me enseñó la falda que llevaba, era como la típica de colegiala, cruzada por delante y abrochada con grandes botones, la chica se apretó contra mí y dejó que una de mis manos se deslizara por un muslo hasta encontrar un botón desabrochado, el calor de la entrepierna pronto aceleró mi respiración y en mis bronquios se encendieron las luces amarillas, tuvo que aminorar el roce pero con gran paciencia fue dejando que sus piernas se separaran y que yo fuera aventurando a mi voluntad la mano. Estuve disfrutando de la suavidad de la piel y según me aproximaba hacia arriba las piernas se separaban más y más, cuando rocé su ropa interior lo primero que hice fue seguir la línea de los labios, los separé hasta donde pude, Magda parecía estar haciéndome una confidencia al oído pero una pierna la tenía sobre la mía y la otra la dejaba caer todo lo separada que podía, cuando pude apartar el elástico de la bombacha y rozar el clítoris la chica estaba tan excitada que me abrazó por debajo de la campera y apoyando la cabeza en mi hombro se corrió, yo estaba excitado pero mis bronquios pudieron aguantar la presión, gocé mucho sintiendo vibrar el cuerpo de la mujer pegado a mí en el banco del parque, ese día era el suyo y preferí dedicárselo a ella, prometió volver y buscar una buena solución para una reunión sin prisas y sin esfuerzos.
Me alegra que Magda haya vuelto, eso demuestra su calidad humana y su interés por mis amigos, estate seguro que volverá y estarás en las mejores manos.
Ya más animado acepté un mate que me ofreció, lo preparó como para un principiante que comparado con el que se tomó él no tenía nada de parecido. Después de una serie de comentarios sobre las mujeres lo dejé con una expresión de felicidad, posiblemente estaría pensando en su nueva cita con Magda.
Cuando después de cenar me acosté esperaba dormirme pronto, habíamos quedado Javier y yo en madrugar para salir de ruta hacia Mendoza, estaba a unos 1.100 Km. Hacia el oeste y pese a que el coche de mi hijo corría mucho las limitaciones de velocidad no lo hacía más rápido. Corina y Javier también se recogieron pronto y yo ya estaba en los brazos de Morfeo cuando una mano me rozó el pecho canoso, era la clásica señal de que Elena quería “hablar”.
Hola hombretón… ¿Tienes mucho sueño?
Desde aquel momento ya sabía que no iba a dormir en un rato, me deslicé a un lado de la cama y me dispuse en la postura de las “confidencias” pero Elena no tenía el mismo proyecto y se puso de rodillas a mi lado, los calzoncillos desaparecieron y su boca buscó y encontró mi polla, ya no me era tan extraño las costumbres directas de Elena, ya no era la Concha española, ahora me ponía la polla a su gusto y cuando lo conseguía se montaba sobre ella y la hacía desaparecer entre sus labios. La diferencia de aquella noche era que se tumbó sobre mí, no era nada desagradable notar sus tetas sobre mi pecho rozando sus pezones con el vello canoso, el ritmo lo marcaba ella metiéndose y sacándose la polla y paseando arriba y abajo las tetas sobre mí, se me acercó al cuello, me besó y me dijo al oído.
Pepe, ¿me vas a echar de menos estos días?
¿Cómo lo dudas? Claro que sí, ya sabes que como tú no hay ninguna.
Eso es lo que me da miedo, que encuentres a una mujer que te guste más que yo, no lo podría resistir.
Eso no puede pasar, a mí también me da miedo que encuentres a algún joven que te dé lo que yo ya no te puedo dar, eres una mujer muy sensual y hay jóvenes que han aprendido mucho en poco tiempo.
Tranquilo, a mi no me gustan los jóvenes.
¿Seguro? Tengo la sospecha de que algún joven te ha despertado a las delicias de la juventud.
¿Qué insinúas Pepe?, sabes bien que desde que tú me quitaste la virginidad sólo tú has entrado en mi.
Eso creía hasta hace poco.
¿Cómo que hasta hace poco? ¿y no has sido capaz de preguntármelo? Tantas veces que he hecho oídos sordos a comentarios que me han hecho sobre ti y tú no eres capaz de preguntarme algo tan sencillo.
Me temía lo peor.
Lo peor es esto, ya no me apetece tenerte dentro.
Elena se levantó como un resorte y se puso las bragas, se tumbó dándome la espalda y al momento la oí sollozar, me sentí muy mal pero no di mi brazo a torcer, ella tampoco me contó nada, a partir de ahí ya no podía dormir, en mi cabeza bullían las imágenes de mi mujer siendo follada por un joven bien dotado y ella deshaciéndose al recibir aquella polla que aunque en la imaginación no la veía la imaginaba gigantesca, el “ángel” que tenía en el otro lado de la cabeza rebatía al “demonio” que me insistía en los malos pensamientos y me decía que no había pasado nada de eso y que eran imaginaciones mías, de todas formas me habría gustado que me hubiera hablado claro, aunque luego me hubiera echado a llorar yo solo, porque la amaba.
Cuando me levanté me aseé y me afeité, en la cocina me encontré a Corina que se había levantado para prepararle el desayuno a su marido, se había liado malamente la sábana al cuerpo y la sujetaba con una mano sola, con la otra manejaba el microondas y los demás preparativos, se me quedó mirando con la misma mirada que el día anterior, no comprendía mi actitud, debió despistarse un momento con el microondas porque cuando fue a retirar la leche se quemó en la mano, la reacción fue soltar la otra y echarse agua en la mano quemada, la sábana, lógicamente, cayó al suelo, la chica agachada en el grifo del fregadero se refrescaba la quemadura con el culo desnudo frente a mí, las tetas caían a la parte de adentro del fregadero y se salpicaban de agua, yo estaba totalmente descolocado, estaba sufriendo por el daño que estaría sintiendo por mi culpa en la mano pero por otra parte estaba gozando de la vista de aquel cuerpo en una posición propicia para ser empalado sin ninguna dificultad. Pudo más el sentimiento de culpa y me acerqué a ella con calma pero con seguridad.
Corina lo siento pero no te mojes con agua del grifo, es mejor que te pongas aceite en la quemadura o áloe vera si tienes alguna crema.
Con sus manos entre las mías ella sólo quería que el dolor desapareciera cuanto antes, lloraba silenciosamente para no despertar a Javier ni al niño, le junté las manos y con cuidado le fui echando aceite de oliva, con las tetas apretadas entre los dos antebrazos, los pezones sobresalían todavía más, al momento entró como una tromba mi hijo.
¿Qué ha pasado Corina?
Nada hijo, nada de importancia, sólo que el microondas ha calentado de más la leche y al coger el vaso se ha quemado.
¡Te has quemado mucho? A ver… ¿Y qué haces totalmente desnuda en la cocina?
Pues porque he madrugado para tenerte el desayuno preparado cuando te levantaras cariño y no he querido despertarte.
¡Ah!, gracias, que detalle, perdona papá no te he dicho nada, buenos días, lamento lo ocurrido y menos mal que estabas aquí y sabías el remedio, así no le hará ampollas.
No tiene importancia, ha sido una suerte, lo que siento es que se le cayera la ropa y se quedara sin nada debajo.
¡Bah! No tiene importancia, ¿verdad Corina? Lo más importante es la quemadura, ¡A tu edad ya habrás visto muchas mujeres desnudas! Son todas más o menos iguales.
Corina me miró con otra mirada diferente, esta vez mezcla de decepción por la valoración de su marido y otra esperando mi compensación que estaba segura que recibiría a no mucho tardar, recogió la sábana del suelo y no se molestó en cubrirse con ella, la plegó en su brazo sano y moviendo el culo y las tetas se fue detrás de su marido a la habitación.
Ya en la carretera después de muchos km. en silencio mi hijo me preguntó.
Parece que no tienes buena cara, ¿has dormido poco o estás de mal humor?
Estoy que muerdo, tu madre y yo hemos tenido una discusión como nunca la habíamos tenido.
¡Bah! Eso no es nada, con un buen polvo se arregla todo, ya verás a la vuelta, a mi me ha pasado algo parecido.
¿Ah sí? Que te ha pasado.
Pues no lo sé, sólo que Corina cuando más caliente me tenía me ha dicho que esperaba que me portara bien y que ella era mi verdadera mujer aunque luego lo suavizó llorisqueando diciendo que me quería pero me lo dijo muy en serio, daba la impresión de que sabía algo de mis “movimientos” durante mis viajes, ¿no le habrás dicho tú nada verdad?
Ni pensarlo, aunque no me gusta lo que haces jamás le diría nada, no quisiera que tu matrimonio se fuera al garete.
Pues ya no sé, no sé si pensar en Viviana, ¿sería capaz de haberle contado algo a Corina?
Podría ser pero no creo, tú quedarías mal, pero ella… además a Viviana sólo le interesa tu polla, nada más.
Pues ya no se me ocurre nada, esperaremos a ver. ¿Y a mamá que le pasa?
Algo parecido también pero a nuestra edad se magnifican mucho las cosas aunque hay que ir con mucho cuidado, nos jugamos mucho. ¿Y qué tal es Mendoza? He buscado en internet y me gusta de momento.
Te encantará, está en un valle pegado a los Andes, es una ciudad muy adelantada con Internet y WiFi muy desarrollado, ahora voy sobre ese tema, a ti que te gusta el vino podrás ir con unos minibuses que recorren bodegas y hacen catas, ¡ah! y hay otra cosa que te llamara mucho la atención, ¿te acuerdas de aquel automóvil Citroën 2 caballos que tuviste en España? Pues aquí se llaman “ranitas” y una empresa los alquila para ir de bodega en bodega.
Uff, cuanto tiempo, me encantaría conducir otro ahora.
Pues puedes alquilarlo y dar una vuelta, te darán información y lo pasarás estupendamente, yo no sé cómo llevaré la estancia y si iré a dormir al hotel o no.
Ya…
Jejeje, no pienses mal.
Javier, que te conozco.
Papá… ahora en serio, ¿te has sentido violento por ver a Corina desnuda? Me gustaría disculparme por ella, seguro que estará avergonzada, ha sido todo tan rápido.
No te preocupes hijo, lo podré soportar.
Mendoza me sorprendió, era muchísimo más de lo que yo había pensado, aprendí muchas cosas, estaba entre las cuatro primeras ciudades de Argentina y era muy rica en vino y en comercio, las avenidas muy cuidadas y llenas con arboledas que regaban con acequias, era una ciudad bonita, había una oferta de hoteles, bares y restaurantes muy extensa y tiendas de categoría, mi hijo pronto encontró un Hotel y alquiló dos habitaciones individuales. Mientras yo me entretenía colocando la ropa que llevaba en una bolsa de viaje, él se fue a la empresa para preparar todo. En la recepción había un chico y una chica según me enteré después se turnaban, no tenían mucho trabajo porque sólo tenían 12 habitaciones y no se notaba mucho ajetreo de hospedados, por lo que la mayor parte del tiempo estaban frente a la pantalla del ordenador, cuando bajé para dar un paseo el chico estaba mirando el ordenador protegido por el alto mostrador, daba la impresión de que estaba haciendo funciones de control del hotel pero el cristal del armario que tenía a su espalda reflejaba el monitor con una cara de mujer en primerísimo plano, tenía una polla dentro de la boca. Por el interés que ponía no tardó en conseguir lo que se proponía y quedó llena de leche hasta en las pestañas. El chico ni se molestó en cambiar de página cuando le pregunté por algunas cosas de la ciudad, al fin con bastante apatía me dejó delante un serie de prospectos para hacer varias rutas de bodegas y sitios turísticos, el único gesto fue cambiar de página en la pantalla, ahora salía un tío comiéndole el coño afeitado a una actriz, me dio la impresión que ya se había visto todas las películas de porno que había.
En la calle me dirigí a una oficina donde organizaban uno de los varios recorridos, a mi me era indiferente pero recabando información en la cola me decidí por una ruta de tantas, recorría el Valle de Uca y no parecía nada mal, compré el billete para el día siguiente y me informé del horario y demás, al parecer nos iban llevando por diferentes haciendas y hacían catas y demostraciones invitando además con productos de la tierra, pasé por un bar donde había bastante gente cenando, me pareció buena señal y quise sentarme en una mesa libre pero el camarero me detuvo porque estaba reservada, al verme sólo y todas las mesas llenas me preguntó si me importaría compartir mesa con otras personas, a mi me era indiferente y le preguntó a un matrimonio si querrían permitirme acompañarles, a ellos tampoco les pareció mal.
No eran muy mayores, seguro que no llegaban a los cincuenta años y junto a ellos quedaba una silla vacía, imaginé que pronto nos propondrían otro compañero pero cuando vino una chiquilla de algo más de dieciseis años, muy maquillada para su edad y para mi gusto, era la hija del matrimonio que acababa de retocarse los labios y venía dando saltitos, me levanté para presentarme y ella como todo saludo me dedicó una sonrisa deliciosa, según iba trascurriendo la cena fuimos entrando en conversación, yo les conté mi visita y ella cuando notaron mi acento me preguntaron muchas cosas sobre España querían ir de vacaciones para distraer al padre pues había salido de una depresión por motivos laborales y como disponían de buena posición querían devolverle el ánimo.
El hombre parecía que estaba saliendo de su problema anímico y de vez en cuando parecía más o menos simpático en cambio la mujer era súper activa no dejaba de hablar y gesticular, costumbre que había heredado su hija, la niña era bastante bonita, había juntado la dulzura de su edad con la belleza de su madre, me di cuenta que eran las dos las que llevaban al padre donde ellas querían, el hombre bastante hacía en seguir el ritmo de las dos mujeres. Hablando de todo salió el tema de los viajes organizados por los viñedos y dio la casualidad que ellos habían contratado también el mismo que yo, procuré terminar la cena lo antes posible y me fui al hotel.
Ya habían cambiado el turno en recepción y ahora estaba la chica, no era muy guapa, se podría calificar de físicamente normal, el pelo rubio lacio con una melena descuidada partida por la mitad y con unas gafas redondas con montura muy fina, los ojos no eran nada extraordinarios aunque la boca la tenía bastante carnosa, todo esto lo estuve analizando mientras esperaba que terminara de escribir en el ordenador, parecía que estaba haciendo todo el trabajo atrasado del día que su compañero había evitado, me gustaba la dedicación de la chica, no levantaba la cabeza del monitor y tecleaba como una posesa, me supo mal distraerla y como no tenía prisa me senté en un taburete en el mostrador leyendo todos los catálogos que vi.
Al fin se dio cuenta pues me entró la tos. Se puso roja y me pidió mil perdones, yo le quité importancia y alabé su dedicación al trabajo quedándome las ganas de decirle el uso que hacía su compañero.
Buenas noches, me llamo Rosario y hoy me toca el turno de noche, tome su llave, si precisa alguna cosa no tiene más que llamarme.
Gracias no creo que necesite nada, me alegro de conocerla y que se llame Rosario, me recuerda a la ciudad.
¡Aha! Es que soy de allí, mis padres me pusieron así por la ciudad, es muy bonita.
Seguro que menos que usted.
¡Ooh! Por favor no se burle de mi, sé que no tengo nada de bonita.
Supongo que eso se lo habrá dicho alguien con mucha autoridad estética, ¿no?
Me lo dicen todos o peor, no me lo dice nadie.
Pues se lo digo yo, permítame decirle que usted tiene unos rasgos muy bonitos, sólo hace falta que les saque partido, realce las líneas más bonitas y disimule si tiene algún defecto.
Gracias pero no tengo nada para realzar.
¿Qué me dice de sus labios?
Bueno… a lo mejor eso…
Y sus ojos, con un poquito de sombra, las pestañas las tiene larguísimas igual que el pelo y un cambio radical en sus gafas y aunque sólo le veo sentada imagino que tendrá un cuerpo nada despreciable.
La chica se sintió halagada y se levantó dando una vuelta en redondo, aunque la ropa que llevaba no le hacía justicia, se le notaba que tenía un buen potencial. Cuando se levantó dejó al descubierto el monitor del ordenador y por el mismo cristal que el de su compañero pude ver la pantalla, no era en tonos grises de oficina como suponía sino a todo color, en ella había una parte con imagen y otra con texto, reconocí que era de un chat en directo, en el texto estaba cambiando y añadiendo frases esperando sin duda contestación, en la imagen sólo se veía una mano que recorría una polla monstruosa de arriba abajo, se le notaban todas las venas posibles hinchadas al máximo, parecía que al chico le urgía acabar la corrida porque estaba desesperado pajeándose y pidiéndole a la chica una muestra de “colaboración”, la chica miraba de soslayo la pantalla, ella también estaba desesperada por ver los chorros que le había prometido el colega pero no se atrevía a dejarme con la palabra en la boca.
Si quieres un consejo de un hombre mayor atiende al chico de la pantalla, creo que se lo merece y tú también.
Rosario no sé si oyó mis últimas palabras pero se sentó liberada de su obligación conmigo, el chico seguía agitando su polla de más de 23 cm. amenazaba constantemente en eyacular pero le exigía que ella le enseñara las tetas por lo menos, Rosario se sentía obligada moralmente y le apetecía, no sólo eso sino haber tenido aquel tronco entre sus piernas, a mi me había olvidado por completo en la otra parte del mostrador, con curiosidad me fui colocando para poder ver directamente el monitor, la chica no notaba mis cambios de posición y en pocos movimientos me puse a su lado, ocultos por el mostrador el monitor no se veía si no era a través del reflejo del cristal, con disimulo puse un suéter sobre el cristal por si alguien entraba de momento, al lado del ratón estaban las bragas de Rosario, se las debía haber quitado ya hacía rato porque se le veía absorta mirando la verga del joven, quien ahora ya presumía cogiendo con los dos puños a la vez la polla y aún le sobresalía un buen trozo, el chico no dejaba de insistir, (quítate el sujetador, quiero verte las tetas) y así sin dejar de escribir, la chica ya ni notaba mi presencia, estaba loca por ver la cantidad de leche que amenazaba por salir de aquella enorme polla, el rostro del chico no se veía pero eso era lo de menos, lo importante estaba desde el capullo a los huevos redondos depilados y pegados a la verga.
La resistencia de la chica llegó a su límite, se abrió la camisa y se subió el sujetador sin soltárselo siquiera, las dos tetas medio aplastadas quedaron frente a la webcam, el chico le pidió más, quiso que acercara la cámara a los pezones y ella lo hizo, ya le era todo igual, se los enfocó en primer plano, en la parte del monitor que se veía su cámara se podía ver con todo detalle las areolas con unos pequeños poros coronadas por los rugosos pezones, húmedos por sus lamidas, estaba entregada a la voluntad del falo que se resistía a correrse, las dos tetas separadas con los pezones oblicuos por la tensión aguantaban todas las peticiones del chico, eran escupidas, pellizcadas y lamidas pero el chico estaba tan embalado como ella y le pidió ver el resto, la chica dudó, no se atrevía a tanto, eso sí que no, ahí fui yo quien inclinó la balanza a favor del chico, cogí las bragas blancas que estaban al lado del ratón y las dejé sobre el teclado a la vista del muchacho.
Rosario me miró pero creo que ni me vio, cogió la cámara y al verse descubierta echó hacia atrás la silla con ruedas del despacho, puso los pies sobre la mesa y con un pié a cada lado del teclado bajó la luz que iluminó su coño, la mano del muchacho casi era una sombra por la velocidad que había tomado, la chica también hacía lo posible para correrse con un dedo pero el orgasmo no llegaba, tuve que ayudar otra vez, me puse detrás del sillón giratorio de la chica, le solté el sujetador que la oprimía hasta casi no dejarle respirar, ya las dos tetas saltaron libres, la mano de Rosario se movía sin orden ni concierto entre sus labios del coño, ya no sabía si meterse dos dedos o más, le cogí la silla giratoria y la encaré hacia mí, mi cabeza y mi boca le demostraron a Rosario dónde debía incidir, cuando le estaba chupando el clítoris ella separó las manos y se cogió los pezones sin dejar de enfocarse con la cámara, la sorpresa del compañero fue mayúscula pero el morbo le enfureció más y con las dos manos no paró hasta lanzar chorros de leche mientras Rosario no pestañeaba mirando al monitor mientras ignoraba mi boca en su coño.
El chico mojó de semen su teclado incluso su cámara porque salió un manchurrón de leche y Rosario siguió cogiéndome la cabeza para le hiciera correrse, la pena fue que nada más eyacular el chico apagó su cámara y se quedó en negro. Rosario con la boca abierta sin terminar de creérselo sólo dijo.
Cómo me habría gustado tener dentro una pija como esa.
Desde luego era todo un ejemplar, un pollón.
Quien la encontrara, creo que nadie más tenga ninguna así.
Es cierto, una maravilla, era gigante, pero… era delgada y estaba al otro lado del monitor.
¿Qué quiere decir?
Que podrías terminar de correrte con una no tan grande pero sí más gorda y que está aquí y ahora.
¿Aquí? Por favor señor…
No te costaría nada comprobarlo.
No… déjelo, ya me correré otro día, si lo vuelvo a encontrar.
Bueno, creí que te gustaría sentir un pene de verdad en tu coño mojado… Como éste.
Me lo jugué todo a una carta, ya hacía rato que tenía la polla dura, desde que se había quitado el sujetador y ahora sólo ansiaba llenarle el coño con ella.
Su cara hizo un gesto de admiración lamiéndose el labio inferior y tímidamente alargó la mano hacia ella.
¿Puuuedo tocarla?
Y chuparla también y hacerla correrse como la de tu amigo.
…Vaya a su habitación, ahora pongo el letrero de “vuelvo enseguida” y le sigo.
Casi no encontraba la llave para abrir la habitación, la cama era de 90 cm. pero había dos, por la ventana del primer piso donde estaba entraba la luz intermitente del letrero luminoso que anunciaba el hotel, estaba bastante descuidado y más de una letra fallaba pero le daba un tono rojizo a la habitación. No hizo falta encender la luz, la ventana estaba abierta, no hacía frio y las cortinas se movían apenas, estaba yo cavilando en todos aquellos detalles casi sin acordarme de la chica, la verdad es que estaba tardando más de lo que debería, me senté en la orilla de la cama e hipnotizado por el clic-clac del luminoso esperé como un tonto, me di cuenta tarde de que la chica me había tomado el pelo, se había desembarazado de mí de la manera más infantil, como quien ofrece un caramelo sin la más remota intención de darlo.
Ya había desestimado la ocasión, me quité la ropa y me tiré sobre la sábana, estaba cabreado conmigo mismo y más que enfadado por mi inocencia, estaba mosqueado porque a mis años debía haber rematado la faena allí mismo, que sé yo, haberle puesto con las manos sobre el mostrador con la cara pegada al monitor y habérmela follado hasta que hubiera gritado que mi polla era mucho mejor que aquella enormidad que, a mí mismo me había impresionado, pero nada de eso se me había ocurrido, me había ido a mi habitación con las piernas temblando de emoción a esperar a aquella chica feucha viniera a mí en un hotel pidiendo a gritos ya ser derribado.
No oí la puerta, no llamó porque tenía una llave maestra, no me di cuenta que estaba detrás de mi hasta notar su peso en mi colchón, me volví más por cortesía que por interés, di un salto que me quedé de pie delante de ella.
Por lo menos eres sincero… no la tienes tan grande pero promete ser más gorda.
Glup… perdona no te había visto, ya no te esperaba, pero… ¿Eres tú?
¿A ti qué te parece?, sólo he seguido tus consejos, espero que te guste, siento haber sido tan lenta, no tengo costumbre, entendelo.
Me eché atrás unos pasos para verla de lejos, aún con el tono rojizo del luminoso me di cuenta de la trasformación que se había hecho, el pelo antes lacio, partido por una ralla central ahora era una melena rubia (natural, claro) los ojos perfilados y sombreados y con brillo le daban un tono azulado, los pómulos debidamente maquillados le corregían la delgadez de su cara, pero la boca… me quedé callado mirándola, apenas si separaba los labios rojo brillante enseñando una dentadura blanca y perfecta. Estaba vestida con una bata de camarera, la que habría llevado cualquier empleada para limpiar la habitación pero al separarla, porque no la llevaba abrochada me enseñó el interior, el sujetador aunque llevaba ni lo vi, era bastante sencillo pero sus tetas pugnaban por salirse por todos lados, definitivamente aquella no era su talla y debía haberlo cambiado hacía tiempo, el vientre plano, los huesos de las caderas se le marcaban haciendo ver su delgadez pero su pubis no se podía disimular debajo de las bragas de color malva, las manos las llevaba detrás por lo que la bata se abrió sola al dar un paso al frente casi a mi altura, yo no sabía por dónde empezar cuando me enseñó que en las manos llevaba una botella de vino y dos copas de buen tamaño.
Quise quitarle la botella de las manos pero ella mordió el tapón y lo escupió, bebió directamente de la botella y abrazándome me besó pasándome el líquido a mi boca, lo saboreé junto a su lengua y me lo tragué.
Hola, me llamo Rosario, bienvenido a Mendoza.
Hola, me llamo Pepe y estoy encantado por el recibimiento.
Ya no me preguntó, escanció dos dedos de vino en la copas y me ofreció una.
¿Lo sientes?
¿El qué?
El vino, en el paladar y en todo el cuerpo, es magnífico lleva muchos años esperando una ocasión especial para salir de la botella y hoy es la mejor.
Sabe a gloria, no imaginaba que supieras de vinos.
Mi padre era un gran bodeguero, de los mejores, mucho mejor que los que hoy se anuncian tanto, tuvo una de las mayores bodegas de Mendoza, tenía el hotel también, en él se alojaba lo mejor de todos los viñateros acompañados de sus sommeliers privados de confianza, aquí se hacían transacciones de mucho dinero, todo el mundo lo conocía y lo respetaba pero tenía un defecto… era jugador, todavía recuerdo la mesa que se montaba cuando cerraban el comedor, el dinero corría a raudales, mi padre no me dejaba ni asomarme, allí se jugaban todo, mas de dos veces se jugaron las esposas, uno de ellos exigió cogérsela encima de la mesa delante de todos, para el que perdió estaba en juego toda la hacienda y consintió, mi padre tenía miedo que alguno se encaprichara conmigo, yo siempre he sido un patito feo pero porque mi padre no me dejaba arreglarme para que no se fijaran en mi. El final tardó pero llegó, era una jugada segura, se lo jugó todo menos el hotel, las cartas son así, lo perdió todo en una sola mano, me buscó un marido para que pudiera poder vivir con el hotel, me casó y a los seis meses se pegó un tiro.
… Lo siento no me lo habría imaginado nunca, entonces, ¿el chico que estaba esta mañana no es tu hermano?
No, es mi marido, no hace nada en todo el día, lo obligo por lo menos a estar un rato ahí sentado, mientras atiendo mi casa o sea la habitación 12.
¿Y no hace nada?, yo lo he visto frente al ordenador tecleando.
Si ya sé, viendo porno todo el día, se hace pajas y se corre sobre el teclado que luego tengo que limpiar yo, se hace tantas que a mí ni me mira, hoy me estaba desahogando yo, me imaginaba que aquel “pistolón” sería para mí.
Aquel no pero éste si va a ser.
No sé si debo después de contarte todo esto, no lo merezco.
Claro que sí, te has puesto bellísima y no solo para mí, sino para ti, querías sentirte hermosa tanto como eres por dentro y lo has conseguido, tienes una boca deliciosa y unos ojos que enamoran mirarlos solamente y un cuerpo tan deseable que mira como me tienes… sólo te pido una cosa…
Dime… lo que quieras.
Que olvides por un rato a tu pasado, a tu marido y… a la polla gigante de ese malnacido de la pantalla.
Jajaja, no sé cómo puedo reír pero gracias eso está hecho, brindemos por nosotros.
Por nosotros.
Nos bebimos de un trago los dos dedos de vino de la copa, la volvió a rellenar y la olió.
¡Huele!… es una maravilla, de este vino ya no hay, ¿notas el aroma, el olor a roble de la barrica, el sabor afrutado y de tantas cosas más?
Si huelo todo eso y el sabor de tus labios y me embriaga…
Nos fundimos en un beso desesperado, la chica no debía haber besado desde hacía mucho porque se entregó a mí con ese beso, luego me abrazó y se dejó caer sobre el colchón, la cama era estrecha pero se encogió de piernas y se quitó las bragas, luego las estiró y las separó sacando los pies por cada lado invitándome a entrar, no tuvimos preliminares como yo hubiera querido, ni mamadas, ni comidas de coño, simplemente follamos, me recibió como quien recibe a los reyes magos, con toda la ilusión y ternura, se notaba su vagina como agradecía que mi capullo rozara todos sus pliegues haciéndole sentir mujer deseada. Estuvimos follando sin descanso unos ratos furiosos y otros pausados, le hice cambiar de posición, algunas sumamente básicas que ni las conocía, la hubiera hecho mía hasta por el culo si se lo hubiera propuesto pero no quise romper el hechizo de la primera vez, era todo candor, el primer orgasmo le llegó por sorpresa, ni siquiera sabía lo que era correrse de verdad, creía que le daba algo, cuando le expliqué que aquello era simplemente que se había corrido sólo me dijo.
Haz que me corra otra vez.
Me apliqué procurando enseñarle nuevas posturas para ella, le besé los pezones sacándoselos como nunca los había visto, ella misma se asombró, cuando le lamí el clítoris creyó morir, su marido sólo se la follaba con la polla semi dura y no esperaba a que ella lo siguiera, le enseñé a chuparme la polla, ella sólo lo había visto en Internet y le parecía asqueroso pero cuando sintió mi glande entre sus labios lo aspiró hasta tragarse casi toda la polla, cuando le dije que me iba a correr, que ya no aguantaba tanto placer insistió que me corriera dentro de ella, su marido lo hacía siempre y quería sentirme temblar a mi dentro de su vagina, casi me convenció pero le dije que debía hacerlo en su boca, por curiosidad o por darme gusto accedió y casi se tragó toda la leche, el resto cayó por sus tetas y ella misma las lamió hasta dejarlas brillantes, unidos en la cama estrecha estuvimos hablando de muchas cosas, incluso de vinos, me estuvo diciendo las cualidades que debía tener un buen vino, verdaderamente amaba el vino, ella íntimamente se habría quedado toda la noche conmigo pero le convencí que se fuera a su habitación 12, bastantes problemas tenía para aumentarlos por mi culpa.
Cuando salió con la bata de limpiadora no parecía la misma, subió a su habitación con paso seguro, yo me iba a duchar pero preferí no hacerlo, me gustaba el olor a vino y sexo de Rosario, me dormí con los flashes del neón, aún recordaba las tetas de la chica y su coño todo de color rojo, me encantaba.
Por la mañana me levanté temprano, me había puesto la alarma del celular por si acaso, de todas formas había dejado recado en Recepción que me llamaran a las 7, no debí hacerlo, la voz desagradable y escueta del marido de Rosario sólo dijo.
Son las siete.
Me duché rápido y me preparé para pasar el día de bodega en bodega, no tenía muchas esperanzas pero en España ya lo había hecho y lo había pasado muy bien, por curiosidad me apunté, me afeité y me iba a vestir cuando noté un roce en la puerta, abrí con precaución y vi a Rosario con una bandeja con lo que podía ser su desayuno, me dijo que guardara silencio y me la dio, con las manos ocupadas no pude evitar que Rosario pasara su mano por debajo de la bandeja y me cogiera la polla estrechándola un momento, luego cerró con suavidad la puerta y subió sin hacer ruido a su habitación. El escueto desayuno me supo a gloria, cada bocado me recordaba a los labios de la chica, el calor de la taza de café a la tibieza de sus tetas y apuré hasta la última gota de café, recordando los jugos de su vagina ardiente.
En la recepción estaba el marido como siempre, sólo se le veía la coronilla de la cabeza ensimismado con una ya vista y revista película porno, me lo confirmó el espejo de detrás de él, (tendría que advertir a Rosario del reflejo del cristal), ni él me dijo nada ni yo me despedí pero ya estaba en la puerta cuando volví, sólo por curiosidad le pregunté.
Perdone joven… ¿la señora mayor que estaba ayer aquí, ya no está?
No es una señora mayor, es mi mujer y tiene veinticinco años, ¿quería alguna cosa?
No nada, sólo preguntar si admitían perros en el hotel.
No admitimos perros, adiós.
Cuando salí la calle me reí con ganas, la señora mayor “sólo” tenía 25 años y no admitía perros, con uno tenía bastante.
Llegué al punto de reunión del minibús de los primeros, los asientos no estaban numerados y me senté en el que me pareció casi al final, me extrañó que según iban llegando los demás se fueran sentando en los otros asientos del otro lado, yo lo hice por ir asomado en la ventanilla y ver más cosas pero no resultó buena idea. De los últimos que aparecieron fueron el matrimonio y la hija del restaurante, como ya estaba todo ocupado se tuvieron que conformar con lo que había, a mi lado se sentó el marido, su mujer en el otro asiento al lado pero después del pasillo y la hija a su lado en la otra ventanilla.
No tardó mucho en arrancar el autobús y una azafata que no había visto hasta ahora porque subió justo casi en marcha nos saludó (en español… qué placer) y nos explicó el plan para la excursión, visitaríamos varias bodegas además de admirar el paisaje lleno de viñas y nos harían catas de diferentes vinos además en alguna bodega nos ofrecerían algún refrigerio y después “sugirió” que lo cortés sería comprar algunas cajas de vino para degustar cada “caldo”.
Todos íbamos contentos, al principio admiré la ciudad, preciosa, bien cuidada y con buen ambiente, cuando enfilamos por la ruta nacional 40 entramos en lo que nos dijo que era el Portal del Sur, la azafata, muy simpática nos explicaba cada cosa curiosa pero llegó un momento que todo lo que se veía era una llanura de viñedos que con la velocidad parecía un campo de césped.
A mi vecino sea por los fármacos que debía tomar o por el sol que entraba a raudales por la ventanilla (por eso todos pasaban al otro lado) pronto empezó a cabecear y a poner ojos de carnero degollado, su cabeza iba al ritmo de las curvas del camino que aunque eran pocas de vez en cuando chocaba con mi cabeza, yo procuraba huir de él pegándome al cristal de la ventana pero él cada vez encontraba mi hombro más cómodo hasta que se apoderó de él y empezó a roncar.
Tuve suerte que entramos en un pueblo pequeño y al callejear se inclinó hacia el pasillo y su mujer se percató del problema, aprovechando un semáforo en rojo lo despabiló y le hizo cambiar a su parte poniéndolo apoyado en el cristal y a su hija en el pasillo, yo creo que el hombre ni se enteró del cambio porque aplastó la cara en el cristal en una mueca grotesca.
Hasta entonces tenía mucho sol, molestias del caballero y calor, ahora tenía mucho sol, la señora parlanchina y más calor, la mujer se deshacía en lamentaciones por el comportamiento de su marido, me contó toda su historia de pe a pá, quedé bien informado del motivo de su depresión y en parte lo compartía y lo comprendía.
La excursión que yo creí que era con muchas etapas se alargó bastante, la primera bodega me impresionó bastante, estaba claro que la industria del vino era muy potente y sabían sacarle partido, nos hicieron una cata de varios vinos, la mayoría blancos bastante frescos, bebimos con más sed que paladar, aunque nos habían dicho que tuviéramos paciencia. Al caballero lo habían hecho bajar, no sé realmente para qué pues con lo que tomaba no podía beber alcohol pero bajó y subió medio traspuesto, si hasta entonces la señora se demostró parlanchina ahora con el vinito fresco se le desató la lengua más todavía.
Realmente no sé para que hemos venido, a veces pienso que para acallar las conciencias porque mi marido ni se entera pero la familia… llevamos así mucho tiempo, demasiado para mi, si no fuera por mi hija… y claro además porque mi familia política se quedarían con todo, seguro. Me plantearé que hago con mi marido, esto no es vida, ni vive el ni vivo yo y todavía soy joven para dedicarme a cuidar a enfermos, aún me gustaría vivir la vida, ¿a usted qué le parece, soy joven aún para vivir la vida?
Sinceramente si señora, es usted muy joven y simpática, tiene una conversación arrolladora, da gusto oírla y… verla.
Mmm gracias, eso hace mucho que no me lo dice nadie. ¿Usted cree que aún estoy de buen ver?
Perdóneme la expresión, como soy español no conozco la forma del hablar argentino pero en mi país le diría que está usted muy buena.
¡Oh! no sé qué habrá querido decir, como lo dice en español… ¡repítamelo!
Pues que tiene un cuerpo que haría feliz a cualquier hombre, sobre todo en la cama o en cualquier otro lugar.
Uff, debe ser el vino, tengo un sofoco y me dice usted unas cosas…
Lo siento si la he ofendido, debe ser el vino también pero soy sincero de verdad.
No me ha ofendido, me ha halagado, me gusta que me digan cosas bonitas, en casa no me dice nada nadie y a mí me gusta lucir, vestir bien, sentirme hermosa por dentro y por fuera.
Por fuera le juro que está usted preciosa, por dentro… me lo podría imaginar, aunque no soy muy de imaginar…
Pues por dentro llevo una ropa interior de marca, me encantan las marcas, vestir como esas modelos… me siento como ellas.
A mí siempre me han parecido diosas inalcanzables, parecen irreales, es imposible que nadie vista esos modelos.
Uy, si yo le contara, yo sólo me pongo lo que anuncian en las revistas de moda, ¿quiere ver el tirante de lo que llevo debajo?
No será para tanto, la publicidad es engañosa.
No, la cara no, mire por aquí.
Se levantó un poco la solapa de la camisa apenas se le veía la puntilla del tirante del sujetador, se notaba de mucho valor pero preferí hacerme el escéptico.
Parece bonito y de moda pero eso es como los pasteles, parecen apetitosos por encima pero luego…
No, no lo crea, es precioso el sujetador, me costó un dineral, si se entera mi marido me mata, aunque a él le es igual, mire con detalle.
Se abrió más botones de la camisa, ahora la visión me llegaba a media copa del sujetador, la hinchada teta que aguantaba iba apretada y se quería escapar por donde podía, miré al lado, la hija estaba absorta con los auriculares y la tableta.
Es cierto, el tejido es bonito pero debe estar usted sufriendo, le debe oprimir como una coraza.
Ni pensarlo, es de tul se adapta muy bien y no molesta, toma la forma del pecho y lo sujeta como si fuera una mano, ¿quiere pasar un dedo y verá como no aprieta?
Si insiste… pero las mujeres son muy sufridas, por estar guapas padecen todo lo que hay que sufrir.
Mientras iba justificando mi inspección un dedo pasó apenas rozando la puntilla elástica.
No, no tenga vergüenza, vea cómo no aprieta nada, yo ni noto que lo llevo.
Al dedo “tímido” se le unió el “listo” y a este el “espabilado” y a estos el “abusón” en un momento toda la mano estaba entre el sujetador y la teta de la señora, ella estaba expectante esperando mi calificación hasta que llegué al pezón, me cogió la mano por encima de la camisa un momento, cerró los ojos y me soltó, yo seguí hasta abarcar toda la teta hasta el estómago, ella misma se bajó el tirante y la copa se aflojó, la teta era mía y jugué con ella lo que quise, cogió el bolso grande que llevaba de rafia y se lo puso delante abriéndose más la camisa y bajando el otro tirante, las dos tetas quedaron sueltas y mi mano las recorrió durante muchos kilómetros, las viñas no me importaban, yo tenía entre mis dedos dos granos más gordos que cualquiera de aquellos de uva, cuando la azafata anunció la próxima parada, mi mano tuvo que desandar lo andado y devolver las tetas a su dueña, me miró con ojos lánguidos y se organizó la lencería como antes.
Esta vez la hija miró a su padre, estaba tan dormido que hasta babeaba el cristal, con buen criterio lo dejó donde estaba, el vehículo estaba aparcado en una buena sombra y no iba a pasar calor, los demás bajamos en tropel como un aula de críos de excursión, a la guía le costó poner orden, a muchos se les notaba la impaciencia por catar los “caldos” de aquella bodega, se notaba que era de más categoría porque cuidaban hasta el mínimo detalle, además de una extensa mesa con toda clase de los vinos que producían, unas copas ordenadas estaban preparadas para que degustáramos con más o menos conocimiento los vinos, un poco más allá otra mesa estaba llena de aperitivos, bocadillos dulces y salados, la visita tuvo éxito, las copas se vaciaron rápidamente, el enólogo que explicaba las excelencias de cada copa se quedó más de una vez con la palabra en la boca porque unos llenaban sus copas de cualquier botella y se pasaban a la otra mesa a pillar los mejores aperitivos, al final la visita fue un éxito pues detrás de la mesa de aperitivos habían unos montones de cajas de cartón con botellas que fueron cogiendo y pagando sin rechistar ni preguntar qué clase de vino contenían.
La vuelta al bus fue de lo más alegre, algunos ya entonaban alguna canción del colegio, otros más serenos miraban con indignación los excesos y otros éramos los intermedios, la mujer del “depre” me pidió que le dejara ir en la ventanilla, a mi no me pareció mal pues me daría menos el sol y me pondría de pantalla a la vista del marido y la hija. El marido no dio muestras de haberse despertado, habría recostado el asiento en un momento de lucidez y estaba como en el sofá de casa, la hija había descubierto que el microbús disponía de wi-fi y eso colmó sus expectativas.
Después de la explicación resumen de la estancia con alguna pullita para los más desvergonzados la azafata se sentó y se calló, la esposa del bello durmiente pronto volvió a la carga con su verborrea, yo miraba al infinito, se veía las estribaciones de los Andes (me lo habían explicado ya) y como estaba a la izquierda de la dama miraba de soslayo la camisa mal cerrada por las prisas, ella no se daba por aludida, parecía que la sobada mamaria de antes era capítulo pasado y ahora volvía a la carga con cuentos familiares de lo más irrelevantes, las yemas de mis dedos me hacían cosquillas esperando de un momento a otro volver a sondear aquel par de tetas a medio usar.
La excusa fue el calor, según ella hacía mucho más calor al lado de la ventanilla que a quince centímetros más adentro (¿…?) además se quejaba de que había comido (no bebido) demasiado en la última parada y se notaba hinchada por lo que quizás aflojándose la falda se sentiría mejor, todo esto se lo argumentaba ella y yo asentía, me pidió que por la estrechez de los asientos le ayudara a soltar el corchete que llevaba al lado izquierdo de la cintura, en realidad eran dos y una cremallera, lo de la cremallera no me lo había pedido pero yo lo incluí en la misma operación, suspiró satisfecha al notarse suelta, unos kilómetros más allá era el calor, se sacó la camisa de la falda y la despasó por los botones de abajo, me enseñó el ombligo que según ella su madre había puesto mucho interés al nacer para que le quedara perfecto, ciertamente era perfecto redondo y sugerente, incluso aprovechó para enseñarme el diseño del sujetador por debajo, apenas pude ver las copas por debajo pero sí que vi que no le descansaban en el pecho, las tenía bien altas y con la dureza que había corroborado anteriormente me hice una idea exacta de la calidad mamaria de la mujer.
La falda se fue aflojando cada vez más, ella intentaba que llegara sólo a un límite pero si movía las manos al hablar no podía sujetar la falda a la vez y a veces se quedaba rozando el borde de la puntilla de las bragas.
¡Qué curioso, la puntilla que se asoma es igual que la del sujetador!
¡Por favoooor! Yo siempre voy conjuntada, no se me ocurriría mezclar tejidos ni colores.
¡Entonces tendrá una colección de lo más completa!
Reconozco que sí, fíjese incluso con el mismo sujetador puedo ponerme varias bragas, las tengo tipo bikini, tanga, culotte, incluso tengo unas que no puedo decírselo.
Jajaja, no me lo creo, se quiere quedar conmigo.
¡Que sí! Fíjese hoy me he puesto las de bikini, son más cortas y estrechas por las caderas, las normales son más anchas y las tangas son lo mínimo, quedan las nalgas descubiertas y parece que no llevas nada, con los pantalones de licra son ideales.
Ya veo que está muy puesta en este tema, yo nunca me había fijado…
Uy, pues eso no es nada, le confieso que a veces incluso no me pongo nada.
¿Cómo que nada? ¿Nada de nada?
Nada, sin bragas, es una sensación de libertad especial y si me pongo leggins se me notan los labios de… ya me entiende.
¡No! No puede ser.
Si y le diré un secreto que no sabe nadie y menos mi marido, tengo unas rojas que tienen una abertura de adelante a atrás adornada por una puntilla blanca.
¿Sí? ¿Y eso para qué? La rozará toda…
¡Qué inocente es usted!, se nota que no entiende de esto, con esas bragas cuando me voy de fiesta si encuentro algún chico que me gusta siempre puedo ir a pasear por algún sitio oscuro y sólo tengo que levantarme la falda.
¿Para enseñársela?
Uff que ingenuo es con lo mayor que es… pues me subo la falda, me agacho y el chico me mete la pija sin bajarme las bragas y cuando acaba sólo me bajo la falda y aquí no ha pasado nada.
¡Oh! que tonto soy, en mi juventud no había nada de esto, entonces tenías que desenredar la mata de pelos rizados y cuando lo lograbas igual venía alguien y ya no podías…
Jajaja… ¡Qué gracioso! ahora no pasa eso, mire pero no toque ¿eh?
La mujer se separó la cintura de la falda y el elástico de las escuetas bragas, un pubis recién depilado me enseñaba, la piel morena marcaba el contorno del pelo cortado, incluso como una leve carrera de hormigas que le llegaba al ombligo.
¡Qué maravilla!, si en mis tiempos hubiera visto esto alguna vez…
Pues no es usted tan viejo y ahora hay muchas películas en Internet que se ven vaginas depiladas.
Bueno si… pero el tacto, el calor, la suavidad, eso no se puede describir sin notarlo.
No crea, es como cualquier parte sólo es pie,l hágase la cuenta de que dobla el brazo, en la unión del codo hace una arruga igual como los labios de la vagina.
¿A ver? ¡ah! Pues si pero el roce del pelo recién depilado…
Bueeeno, hay cosas que cuestan menos demostrarlo que explicarlo, déjeme la mano pero déjela muerta ¿eh? Yo le pondré la mano sobre mi Monte de Venus y “notará” todo lo que
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