Hoy quiero compartir un relato un tanto distinto. Es de humor aunque no por eso exento de sexo.
¡Ah! Y os prometo que está basado en hechos reales. Evidentemente, he cambiado los nombres, que a fin de cuentas no importan para los hechos. La conversación no sería exactamente tal y como aquí aparece, pero el resto sí...
Pepe y Pepa formaban un matrimonio muy bien avenido. Eran tal para cual. Tenían las mismas aficiones (sobre todo beber), los mismos gustos (vino tinto) y el mismo sentido del humor un tanto picante.
Ese día, como tantos otros, decidieron salir a dar una vuelta y tomarse unos vinos. Como de costumbre, entre los dos se bebieron media cosecha y acabaron, lógicamente, un tanto.. perjudicados.
Como pudieron, un poco a pie y un poco a rastras, llegaron a casa e increiblemente fueron capaces de abrir la puerta y tirarse desmadejados en el sofá.
-¿Sabes Pepa? No sé si será el vino o que estamos entrando en el verano, pero el caso es que estoy caliente. Y hoy te veo especialmente guapa.
-Joder Pepe, que cosas tan bonitas me dices. Ahora que lo pienso yo también te noto como más apuesto que de costumbre (más que apuesto, Pepe apestaba. Pero no nos metamos en los gustos de cada uno, o una).
-Pues Pepa.. Ya estás tardando en comérmela un poco. ¿No te parece?
Pepa no se hizo de rogar y a toda prisa, como si estuviese famélica, se tiró a por el paquete de Pepe que increíblemente estaba empalmado como un burro a pesar del alcohol que llevaba a bordo.
Allí estuvo la buena de Pepa dale que te pego hasta sacarle brillo a la polla de Pepe. Enseguida ella decidió que estaba tan mojada que necesitaría algo que tapase su coño para evitar un desbordamiento.
-Venga Pepe. Métemela ya, que tan mojada que me van a encojer las bragas.
Pepe no se hizo de rogar. La tumbó boca arriba sobre el sofá y se tiró sobre ella a culminar la faena. Torpemente consiguió desabotonar el pantalón vaquero que llevaba Pepa y tiró sin misericordía de el hacia abajo. A continuación constató que efectivamente, Pepa estaba totalmente empapada, así que las bragas volaron también hasta acabar sobre la mesa con un sonido sordo, como un trapo mojado que cae al suelo.
A la vista de aquel matojo de pelo (Pepa no era muy aficionada a la depilación y a él le gustaba así) Pepe se puso como un verraco y sin pensarlo más arremetió contra aquel agujero sin dilación.
Pero algo pasó. Pepe no era capaz de entrar para coronar la faena.
-¿Qué pasa Pepe? ¿Porqué no me la metes ya?
-Joder Pepa, no sé que pasa. Pero no entra.
-¿Como que no entra? Siempre entró y hoy tiene que entrar. ¿No se te habrá bajado la polla? Ven que te la chupe otro poco y verás.
-¿Qué dices? Mira que bonita está -dijo Pepe mostrando a su mujer una hermosa erección.
-Pues es verdad. Venga. Clávala ya que estoy más caliente que la moto de un macarra.
Pepe siguió intentándolo, pero por más esfuerzos que hacía, algo impedía culminar la faena. No había manera de que su polla entrase en el coño de Pepa. La pobre Pepa estba ya pensando en pedirle que si no podía por delante, se la metiese por el culo cuando Pepe decidió indagar a ver que demonios pasaba alli.
-Pepa, una cosa.. ¿tienes canas en el coño? -preguntó Pepe intrigado tras una breve inspección.
-Claro que no -contestó Pepa extrañada-. Al menos creo que no. ¿A qué viene eso?
-¡A QUE TE HAS OLVIDADO DE QUITARTE EL TAMPAX, HIJA DE PUTA!
Espero que os gustase 😉
¡Ah! Y os prometo que está basado en hechos reales. Evidentemente, he cambiado los nombres, que a fin de cuentas no importan para los hechos. La conversación no sería exactamente tal y como aquí aparece, pero el resto sí...
Pepe y Pepa formaban un matrimonio muy bien avenido. Eran tal para cual. Tenían las mismas aficiones (sobre todo beber), los mismos gustos (vino tinto) y el mismo sentido del humor un tanto picante.
Ese día, como tantos otros, decidieron salir a dar una vuelta y tomarse unos vinos. Como de costumbre, entre los dos se bebieron media cosecha y acabaron, lógicamente, un tanto.. perjudicados.
Como pudieron, un poco a pie y un poco a rastras, llegaron a casa e increiblemente fueron capaces de abrir la puerta y tirarse desmadejados en el sofá.
-¿Sabes Pepa? No sé si será el vino o que estamos entrando en el verano, pero el caso es que estoy caliente. Y hoy te veo especialmente guapa.
-Joder Pepe, que cosas tan bonitas me dices. Ahora que lo pienso yo también te noto como más apuesto que de costumbre (más que apuesto, Pepe apestaba. Pero no nos metamos en los gustos de cada uno, o una).
-Pues Pepa.. Ya estás tardando en comérmela un poco. ¿No te parece?
Pepa no se hizo de rogar y a toda prisa, como si estuviese famélica, se tiró a por el paquete de Pepe que increíblemente estaba empalmado como un burro a pesar del alcohol que llevaba a bordo.
Allí estuvo la buena de Pepa dale que te pego hasta sacarle brillo a la polla de Pepe. Enseguida ella decidió que estaba tan mojada que necesitaría algo que tapase su coño para evitar un desbordamiento.
-Venga Pepe. Métemela ya, que tan mojada que me van a encojer las bragas.
Pepe no se hizo de rogar. La tumbó boca arriba sobre el sofá y se tiró sobre ella a culminar la faena. Torpemente consiguió desabotonar el pantalón vaquero que llevaba Pepa y tiró sin misericordía de el hacia abajo. A continuación constató que efectivamente, Pepa estaba totalmente empapada, así que las bragas volaron también hasta acabar sobre la mesa con un sonido sordo, como un trapo mojado que cae al suelo.
A la vista de aquel matojo de pelo (Pepa no era muy aficionada a la depilación y a él le gustaba así) Pepe se puso como un verraco y sin pensarlo más arremetió contra aquel agujero sin dilación.
Pero algo pasó. Pepe no era capaz de entrar para coronar la faena.
-¿Qué pasa Pepe? ¿Porqué no me la metes ya?
-Joder Pepa, no sé que pasa. Pero no entra.
-¿Como que no entra? Siempre entró y hoy tiene que entrar. ¿No se te habrá bajado la polla? Ven que te la chupe otro poco y verás.
-¿Qué dices? Mira que bonita está -dijo Pepe mostrando a su mujer una hermosa erección.
-Pues es verdad. Venga. Clávala ya que estoy más caliente que la moto de un macarra.
Pepe siguió intentándolo, pero por más esfuerzos que hacía, algo impedía culminar la faena. No había manera de que su polla entrase en el coño de Pepa. La pobre Pepa estba ya pensando en pedirle que si no podía por delante, se la metiese por el culo cuando Pepe decidió indagar a ver que demonios pasaba alli.
-Pepa, una cosa.. ¿tienes canas en el coño? -preguntó Pepe intrigado tras una breve inspección.
-Claro que no -contestó Pepa extrañada-. Al menos creo que no. ¿A qué viene eso?
-¡A QUE TE HAS OLVIDADO DE QUITARTE EL TAMPAX, HIJA DE PUTA!
Espero que os gustase 😉
0 comentarios - Prepe, Pepa y el intruso