Clara consigna para dejar volar la imaginación y el deseo. Preciso pedido que sólo anticipa el orgasmo que le voy a dedicar en la distancia. Porque eso es lo único que podemos hacer con @Pervberto, desearnos y fantasear a la distancia.
Estoy sola en mi departamento, con algo de tiempo libre, y algo -mucho- de ganas de acariciarme. Asi que me preparo como pocas veces la rutina diaria me lo permite. Pongo algo de música suave, despacio. Unas velas aromáticas para darle el toque a la habitación ya cargada de erotismo. Me acomodo en la cama, solo vistiendo una remera y la ropa interior y busco en el teléfono nuestras conversaciones.
Enseguida encuentro algo que me enciende: "Ahora es la cara, todavía manchada de mi leche, la que recibe un par de cachetadas. Te digo puta, arrastrada, viciosa, sucia, tragapijas mientras te golpeo". Automáticamente siento una electricidad recorriendo mi cuerpo, que desemboca en una humedad en mi intimidad.
Meto mi mano por debajo de la ropa interior que llevo puesta (diminuta, provocativa, de encaje negro) y desparramo esa humedad por toda la zona, hasta llegar a mi clítoris. Nueva oleada de electricidad me indica dónde mi cuerpo quiere ser tocado, asi que me detengo ahí. Presionándolo suave pero con firmeza, como quien espera que salga el jugo de la fruta que está comiendo.. y así sucede. Una tercer oleada me deja totalmente empapada, lista para penetrarme profúndamente con un par de dedos -el anular y el del medio- mientras mantengo la presión en el clítoris -con el pulgar- de la mano derecha.
Mientras la izquierda se distrae intentando sacar la remera que aún mantiene prisioneras al par que tengo en mi haber. Logra al fin liberarlas. Las observo mientras me las aprieto, una a la vez, y se van endureciendo los pezones. No son del todo de mi agrado pero estoy segura de algo: vuelve loco a quien las mire, las toque o las saboree. Y con eso me basta.
Pienso en la presión que haría tu cuerpo sobre el mío y en cómo quedaría sometida a tus deseos. Pienso en vos, agarrándome las muñecas por encima de mi cabeza, apretándolas sobre el colchón, mientras me penetras profundamente.
Todo mi cuerpo es ahora una descarga de electricidad constante. Todos mis sentidos se agudizaron, puedo escuchar en mas detalle la música, puedo sentir el aroma a cítricos de la vela derritiéndose, puedo sentir cada centímetro de mi piel invadida por el calor y el deseo que me provocas.
Una última imagen aparece en mi cabeza, acercándome súbitamente al orgasmo. Te imagino, te siento y te deseo cogiéndome desde atrás, yo con las piernas abiertas y el cuerpo y la cara apoyados en la mesa del comedor. Vos dándome fuerte, presionándome con fuerza contra la mesa con una mano, y con la otra entretenida en mi culo, penetrándome con dos y hasta tres dedos. Yo gritando en un estado entre dolor y placer. Vos preguntándome si yo se porqué me coges así, tan brusco, tan fuerte. Y yo respondiendo segura y desafiante:
- Si, por puta.
Vuelvo con el pensamiento a mi habitación. Se aproxima el orgasmo. Puedo sentirlo en lo hinchado de mi clítoris, en lo endurecido de mis pezones que ya parecen pequeñas rocas morenas, en el movimiento inconciente de cadera, en lo tenso de mi cuerpo, y en los gemidos que ya no intento ocultar de algún vecino indiscreto y curioso.
Y así acabo. Satisfecha, sonriendo entre inocente y maliciosamente, pensando en voz alta:
- Esto se lo tengo que contar.
Estoy sola en mi departamento, con algo de tiempo libre, y algo -mucho- de ganas de acariciarme. Asi que me preparo como pocas veces la rutina diaria me lo permite. Pongo algo de música suave, despacio. Unas velas aromáticas para darle el toque a la habitación ya cargada de erotismo. Me acomodo en la cama, solo vistiendo una remera y la ropa interior y busco en el teléfono nuestras conversaciones.
Enseguida encuentro algo que me enciende: "Ahora es la cara, todavía manchada de mi leche, la que recibe un par de cachetadas. Te digo puta, arrastrada, viciosa, sucia, tragapijas mientras te golpeo". Automáticamente siento una electricidad recorriendo mi cuerpo, que desemboca en una humedad en mi intimidad.
Meto mi mano por debajo de la ropa interior que llevo puesta (diminuta, provocativa, de encaje negro) y desparramo esa humedad por toda la zona, hasta llegar a mi clítoris. Nueva oleada de electricidad me indica dónde mi cuerpo quiere ser tocado, asi que me detengo ahí. Presionándolo suave pero con firmeza, como quien espera que salga el jugo de la fruta que está comiendo.. y así sucede. Una tercer oleada me deja totalmente empapada, lista para penetrarme profúndamente con un par de dedos -el anular y el del medio- mientras mantengo la presión en el clítoris -con el pulgar- de la mano derecha.
Mientras la izquierda se distrae intentando sacar la remera que aún mantiene prisioneras al par que tengo en mi haber. Logra al fin liberarlas. Las observo mientras me las aprieto, una a la vez, y se van endureciendo los pezones. No son del todo de mi agrado pero estoy segura de algo: vuelve loco a quien las mire, las toque o las saboree. Y con eso me basta.
Pienso en la presión que haría tu cuerpo sobre el mío y en cómo quedaría sometida a tus deseos. Pienso en vos, agarrándome las muñecas por encima de mi cabeza, apretándolas sobre el colchón, mientras me penetras profundamente.
Todo mi cuerpo es ahora una descarga de electricidad constante. Todos mis sentidos se agudizaron, puedo escuchar en mas detalle la música, puedo sentir el aroma a cítricos de la vela derritiéndose, puedo sentir cada centímetro de mi piel invadida por el calor y el deseo que me provocas.
Una última imagen aparece en mi cabeza, acercándome súbitamente al orgasmo. Te imagino, te siento y te deseo cogiéndome desde atrás, yo con las piernas abiertas y el cuerpo y la cara apoyados en la mesa del comedor. Vos dándome fuerte, presionándome con fuerza contra la mesa con una mano, y con la otra entretenida en mi culo, penetrándome con dos y hasta tres dedos. Yo gritando en un estado entre dolor y placer. Vos preguntándome si yo se porqué me coges así, tan brusco, tan fuerte. Y yo respondiendo segura y desafiante:
- Si, por puta.
Vuelvo con el pensamiento a mi habitación. Se aproxima el orgasmo. Puedo sentirlo en lo hinchado de mi clítoris, en lo endurecido de mis pezones que ya parecen pequeñas rocas morenas, en el movimiento inconciente de cadera, en lo tenso de mi cuerpo, y en los gemidos que ya no intento ocultar de algún vecino indiscreto y curioso.
Y así acabo. Satisfecha, sonriendo entre inocente y maliciosamente, pensando en voz alta:
- Esto se lo tengo que contar.
10 comentarios - Contame cómo acabas..
Gracias por los pts y el comentario, me alegro que les guste 😚
@Pervberto es un gran inspirador
Siempre tan deliciosos tus besos con aires de montañas 😘
Disfruto mucho las experiencias compartidas por las mujeres.
Besos