Estaba tomando un café recién duchado, desnudo con sólo la toalla puesta alrededor de la cintura.
Encontré, en mi celular, una notificación de nuevo wapp.
Remitente Karina, amiga de mi esposa y mía. Conmigo la cosa es con “derecho a roce”. Nuestra complicidad y conexión es lasciva y sensual a la vez.
Había transcurrido más de un mes desde nuestra última cita tramposa.
Leyendo sentado en el sofá, no tardé en ponerme caliente y excitado. Es lo malo que tiene leer a Karina: que me calienta al toque... Sus mensajes sensuales y provocadores... Mmmmm...
Este último era explosivo. Conoce mis gustos. Lo que me calienta. Sabe disparar mi excitación.
Nuestros encuentros, desde aquel verano en la costa, que vio el inicio de nuestra relación infiel, son explosivos. Llenos de pasión y lujuria, mezclados con una pizca de ternura. El cóctel perfecto.
Apenas un muy leve escozor por el hecho de “cagar” al marido y a su amiga ella, a mi esposa y a mi amigo yo.
Mi imaginación trabajó y divagó...
Tomé un sorbo de café, cerré los ojos después de leer y la visualicé. Vi sus preciosos ojos, su sonrisa. Su lengua....sus tetas …. su culo …..
“Venite, si podes, estoy solo …. tu amiga Mariana, tiene una cena de camaradería en la empresa ….. o una cita, andá a saber con quién– tecleo en el celular.
En breve, por reloj, largo por mi impaciencia, tiempo una mano acaricia mi pierna izquierda. Va subiendo. Es real o es que me lo imagino. No quiero pensar en eso. Solo me limito a sentir. A disfrutar de esa tenue caricia de las yemas de sus dedos recorriendo la parte interna de mi muslo. Uno de mis puntos sensibles. Disfruto de ese roce suave, casi imperceptible, pero continuo. Es agradable, es erótico, placentero, excitante... Consigue erizar mi piel.
Sube muy despacio. Solo deseo que llegue a mi ingle para que acaricie mi verga. Sabe que me enloquecen sus caricias ahí. Y me hace sufrir. Esquiva mi pija sin tocarla y sube por mi abdomen. Ahora suma sus besos a sus dedos. Besos y caricias. Me derrite. Besa mi tórax y se entretiene en mis pezones. Los lame, chupa y mordisquea, se endurecen. Y por fin, su mano, acaricia mi miembro.
-Que pensabas que no iba a manoteártela? - me dice al oído mientras me acaricia y besa.
- Por un momento, e lo temí. - Le digo bajito
- ¡Ni loca iba a perdérmela- suspira.
Y sus besos van bajando por mi cuerpo. Mi excitación va subiendo. Y cuando su lengua roza mi glande me estremezco. La pasa despacio, de abajo a arriba. Da besitos.
Juega con la boca, lamiendo la punta de mi verga con lentitud hasta conseguir el máximo de temple. Es un placer exquisito. Repite los mimos, despacio, muy despacio. Se toma tu tiempo. Sabe lo que me gusta. De repente noto una tibiez y una humedad envuelve mi pija y me llevan al séptimo cielo. Sus labios, su boca la rodean transmitiéndome una sensación de placer alucinante. Ese calor, la humedad de su saliva, el roce de su lengua me hace gozar. Sabe que es lo que más me gusta y con lo que más disfruto. Y me complace.
Su lengua juega con mi glande, lo rodea, lo acaricia, lo besa, lo chupa.
- Siiiii miiiiii Dios! – alcanzo a suspirar.
Me mira desde abajo y sonriendo. Hace un alto y se incorpora. Me extraño y la interrogo con la mirada. Se sonríe y me tira un beso. Vuelve a la carga. Su boca succiona mi verga ahora con ímpetu, con ansia. Sube y baja a lo largo de mi pija. Sus labios aprietan el “tallo” en toda su longitud, hasta rodear el glande y vuelve a tragarla, mientras su mano la agarra por la base. Aprieta. Consigue que endurezca a más no poder. Se hinchan las venas. Y combina los movimientos de su boca y mano. Me está enloqueciendo. Tenso mi cuerpo. Levanto mi pelvis. Sigue chupando. Me hace gozar como nunca lo había hecho. Suspiro. Gimo. Clavo mis dedos en el sofá. Me arqueo... Y empiezo a sentir el sobresalto en el ánimo previo al orgasmo. Y por fin exploto. Siento esa descarga eléctrica incontrolable. Noto ese clímax nacer desde mi ingle cuando arranca a salir mi leche por mi miembro y se derrama en su boca.
Chillo pronunciando su nombre...
-Mmmmm..... Me encantas Karina ... Vení bésame-
-…No ….glupp …. puedo. Me llenaste la boca –
Termina de tragar, se limpia la boca con el revés de la mano y, ahora sí, se incorpora y me besa.
Tira hacia atrás, ligeramente, la cabeza y con sus ojos clavados en los míos:
-¿Más te vale, Juancito, que se te vuelva a parar rápido. –
No tuvo que esperar mucho. Con mi boca, lengua y dedos en su ingle, pubis y concha, acostada boca arriba en la cama de su amiga, gimiendo, suspirando y chillando, se reanimó, velozmente, mi verga. Enseguida después de dar señales inequívocas de un orgasmo (que le había provocado con dedos, labios y lengua en clítoris) Karina terminó de desvestirse y, en posición cuatro patas, sobre la cama, me mostraba la concha empapada. Se la acariciaba, la abría con los dedos. Me urgía a que la penetrara de una vez por todas.
Tuve que hacer grandes esfuerzos para no eyacular de manera fulminante. Me arrodillé detrás de ella, la “ensarté” de un modo excesivo, desproporcionado y comencé a cogerla profunda e intensamente y, simultáneamente a manosearla en las tetas, caderas y alrededores. Comenzó a gemir escandalosamente, mientras reclinaba ligeramente su espalda y empinaba las nalgas.
No había posibilidad, que ese torbellino de placer y pasión se prolongase por largo rato. Una enésima contracción de su vagina hizo que explotase, por segunda vez, soltando un manantial de semen que provocó una catálisis incontrolable en Karina y su tercer clímax, de esa tarde-noche, exteriorizado con una brutal vibración de su cuerpo y de sus cuerdas vocales.
Se derrumbó boca arriba, con las mejillas coloreadas e intentando salir del sofoco. Mojó mi mano, que acariciaba su sexo, sus piernas y las sábanas.
Había sido una alucinante cogida, como todas las que nos regalamos, cada vez que nos resulta posible, pero en esta ocasión, en un grado superlativo.
Por precaución, lo dejamos ahí. No nos quedaba tiempo para más.
Cuando ella, después de ducharse, vestirse y “adecentarse” se aprestaba a despedirse con un beso:
–Sé que está mal decirlo, y que posiblemente no me creas, Karina… pero creo que este ha sido el mejor polvo de mi vida-
Sonrío, se ruborizó un poquito, murmuró que creía que para ella también lo había sido.
Me dio un último beso y, al salir, cerró suavemente la puerta tras de sí.
Encontré, en mi celular, una notificación de nuevo wapp.
Remitente Karina, amiga de mi esposa y mía. Conmigo la cosa es con “derecho a roce”. Nuestra complicidad y conexión es lasciva y sensual a la vez.
Había transcurrido más de un mes desde nuestra última cita tramposa.
Leyendo sentado en el sofá, no tardé en ponerme caliente y excitado. Es lo malo que tiene leer a Karina: que me calienta al toque... Sus mensajes sensuales y provocadores... Mmmmm...
Este último era explosivo. Conoce mis gustos. Lo que me calienta. Sabe disparar mi excitación.
Nuestros encuentros, desde aquel verano en la costa, que vio el inicio de nuestra relación infiel, son explosivos. Llenos de pasión y lujuria, mezclados con una pizca de ternura. El cóctel perfecto.
Apenas un muy leve escozor por el hecho de “cagar” al marido y a su amiga ella, a mi esposa y a mi amigo yo.
Mi imaginación trabajó y divagó...
Tomé un sorbo de café, cerré los ojos después de leer y la visualicé. Vi sus preciosos ojos, su sonrisa. Su lengua....sus tetas …. su culo …..
“Venite, si podes, estoy solo …. tu amiga Mariana, tiene una cena de camaradería en la empresa ….. o una cita, andá a saber con quién– tecleo en el celular.
En breve, por reloj, largo por mi impaciencia, tiempo una mano acaricia mi pierna izquierda. Va subiendo. Es real o es que me lo imagino. No quiero pensar en eso. Solo me limito a sentir. A disfrutar de esa tenue caricia de las yemas de sus dedos recorriendo la parte interna de mi muslo. Uno de mis puntos sensibles. Disfruto de ese roce suave, casi imperceptible, pero continuo. Es agradable, es erótico, placentero, excitante... Consigue erizar mi piel.
Sube muy despacio. Solo deseo que llegue a mi ingle para que acaricie mi verga. Sabe que me enloquecen sus caricias ahí. Y me hace sufrir. Esquiva mi pija sin tocarla y sube por mi abdomen. Ahora suma sus besos a sus dedos. Besos y caricias. Me derrite. Besa mi tórax y se entretiene en mis pezones. Los lame, chupa y mordisquea, se endurecen. Y por fin, su mano, acaricia mi miembro.
-Que pensabas que no iba a manoteártela? - me dice al oído mientras me acaricia y besa.
- Por un momento, e lo temí. - Le digo bajito
- ¡Ni loca iba a perdérmela- suspira.
Y sus besos van bajando por mi cuerpo. Mi excitación va subiendo. Y cuando su lengua roza mi glande me estremezco. La pasa despacio, de abajo a arriba. Da besitos.
Juega con la boca, lamiendo la punta de mi verga con lentitud hasta conseguir el máximo de temple. Es un placer exquisito. Repite los mimos, despacio, muy despacio. Se toma tu tiempo. Sabe lo que me gusta. De repente noto una tibiez y una humedad envuelve mi pija y me llevan al séptimo cielo. Sus labios, su boca la rodean transmitiéndome una sensación de placer alucinante. Ese calor, la humedad de su saliva, el roce de su lengua me hace gozar. Sabe que es lo que más me gusta y con lo que más disfruto. Y me complace.
Su lengua juega con mi glande, lo rodea, lo acaricia, lo besa, lo chupa.
- Siiiii miiiiii Dios! – alcanzo a suspirar.
Me mira desde abajo y sonriendo. Hace un alto y se incorpora. Me extraño y la interrogo con la mirada. Se sonríe y me tira un beso. Vuelve a la carga. Su boca succiona mi verga ahora con ímpetu, con ansia. Sube y baja a lo largo de mi pija. Sus labios aprietan el “tallo” en toda su longitud, hasta rodear el glande y vuelve a tragarla, mientras su mano la agarra por la base. Aprieta. Consigue que endurezca a más no poder. Se hinchan las venas. Y combina los movimientos de su boca y mano. Me está enloqueciendo. Tenso mi cuerpo. Levanto mi pelvis. Sigue chupando. Me hace gozar como nunca lo había hecho. Suspiro. Gimo. Clavo mis dedos en el sofá. Me arqueo... Y empiezo a sentir el sobresalto en el ánimo previo al orgasmo. Y por fin exploto. Siento esa descarga eléctrica incontrolable. Noto ese clímax nacer desde mi ingle cuando arranca a salir mi leche por mi miembro y se derrama en su boca.
Chillo pronunciando su nombre...
-Mmmmm..... Me encantas Karina ... Vení bésame-
-…No ….glupp …. puedo. Me llenaste la boca –
Termina de tragar, se limpia la boca con el revés de la mano y, ahora sí, se incorpora y me besa.
Tira hacia atrás, ligeramente, la cabeza y con sus ojos clavados en los míos:
-¿Más te vale, Juancito, que se te vuelva a parar rápido. –
No tuvo que esperar mucho. Con mi boca, lengua y dedos en su ingle, pubis y concha, acostada boca arriba en la cama de su amiga, gimiendo, suspirando y chillando, se reanimó, velozmente, mi verga. Enseguida después de dar señales inequívocas de un orgasmo (que le había provocado con dedos, labios y lengua en clítoris) Karina terminó de desvestirse y, en posición cuatro patas, sobre la cama, me mostraba la concha empapada. Se la acariciaba, la abría con los dedos. Me urgía a que la penetrara de una vez por todas.
Tuve que hacer grandes esfuerzos para no eyacular de manera fulminante. Me arrodillé detrás de ella, la “ensarté” de un modo excesivo, desproporcionado y comencé a cogerla profunda e intensamente y, simultáneamente a manosearla en las tetas, caderas y alrededores. Comenzó a gemir escandalosamente, mientras reclinaba ligeramente su espalda y empinaba las nalgas.
No había posibilidad, que ese torbellino de placer y pasión se prolongase por largo rato. Una enésima contracción de su vagina hizo que explotase, por segunda vez, soltando un manantial de semen que provocó una catálisis incontrolable en Karina y su tercer clímax, de esa tarde-noche, exteriorizado con una brutal vibración de su cuerpo y de sus cuerdas vocales.
Se derrumbó boca arriba, con las mejillas coloreadas e intentando salir del sofoco. Mojó mi mano, que acariciaba su sexo, sus piernas y las sábanas.
Había sido una alucinante cogida, como todas las que nos regalamos, cada vez que nos resulta posible, pero en esta ocasión, en un grado superlativo.
Por precaución, lo dejamos ahí. No nos quedaba tiempo para más.
Cuando ella, después de ducharse, vestirse y “adecentarse” se aprestaba a despedirse con un beso:
–Sé que está mal decirlo, y que posiblemente no me creas, Karina… pero creo que este ha sido el mejor polvo de mi vida-
Sonrío, se ruborizó un poquito, murmuró que creía que para ella también lo había sido.
Me dio un último beso y, al salir, cerró suavemente la puerta tras de sí.
1 comentarios - Me hace disfrutar...Karina