A la hora de cenar nos sentamos a la mesa los tres, el niño ya estaba en su cuna hacía un rato, su madre le había dado su ración cumplidamente, yo sin proponérmelo casi siempre supervisaba la operación, era el encargado de mantener la carita del pequeño seca de leche, el niño lo agradecía porque no se le irritaba la piel, Elena también pues le quitaba trabajo, Corina lo gozaba pues mis dedos no sólo se limitaban a los labios de Javi sino que rodeaban con suavidad los pezones ásperos de su madre y los mantenía en constante dureza, a mi nieto a veces le costaba metérselos en la boca y yo los pellizcaba y se los ponía entre los labios, por supuesto a mi me encantaba esta ocupación, aprovechaba para lamerme los dedos mojados de la leche que escurría por la mejilla de Javi y si Elena estaba muy ocupada por dentro de la casa me permitía en chupar directamente de la teta vacante en ese momento.
Hablábamos de cosas sin transcendencia hasta que Elena se puso triste, añoraba muchas cosas de España, su ambiente, sus amigas, las tiendas y sobre todo las comidas, aunque había prácticamente de todo en los supermercados era yo el que se encargaba de ir con la lista de la compra y traer lo que necesitábamos, ésta noche salió el tema del pan, por supuesto el que comíamos era excelente pero ya echaba en falta los panes que compraba es su horno del barrio, a Corina como a mí nos sorprendió que una cosa tan sencilla le hiciera sentirse triste, yo no sabía qué hacer pero Corina encontró la solución rápidamente.
Elena yo creo que sé lo que te pasa, a tu marido le encanta salir, ver cosas, conocer a gente nueva y probar todo lo que puede pero vos te has centrado en ayudarme lo cual me encanta y te lo agradezco mucho pero deberías salir hay mucha cosas que ver, aquí mismo en ésta calle en la misma acera hay una panadería que regenta una española precisamente, se llama Francisca, la señora Paquita como le llamamos hace panes de muchas clases y le gusta hacer también al estilo español, muchas veces me lo ha hecho probar y me encanta, podías ir y conocerla, hablar con ella, hacerte amiga, te presentaría a sus amistades, en el barrio nos conocemos todos, es un barrio tranquilo, no hay ningún peligro, en otros lados también llamadas “villa” no es igual pero aquí sí, hay tiendas de ropa, peluquerías, perfumerías, lo que necesites, ponte linda, a Pepe le gustaría verte bien y hermosa, hazme caso.
Tienes razón Corina, desde que vinimos apenas he salido, sólo recuerdo cuando fuimos a comprar la sillita y un paseo con Pepe, te haré caso y buscaré a la señora Paquita.
Tienes razón mujer, yo no paro, hasta cuando me fui con Javier vi cosas que me encantaron, hay mucho que ver.
La cena ya fue más animada, se había abierto una salida para la morriña de Concha y por la mañana ya se levantó con ánimo de salir, se había peinado y pintado los labios, ante el espejo se dio cuenta que el pelo necesitaba un retoque importante, las canas, las puntas, luego se miró las uñas, ella que siempre las llevaba pintadas impolutas ahora de fregar y limpiar las tenía descuidadas, me ofrecí a acompañarla por si tenía reparo en ir sola pero me contestó tajante…
Tú te quedas en casa, acompaña a Corina y al niño por si les hace falta algo, yo sola me manejo bien, he cogido dinero y voy a ponerme guapa o linda como decís, os voy a sorprender, hasta luego no os preocupéis si tardo, me tienen que hacer muchas cosas.
Lo que tú digas, estamos impacientes para que nos sorprendas.
Nos dejó boquiabiertos, debía haber comprendido que Corina tenía razón, desde que llegamos se había centrado en la casa y no se había preocupado por ella, volví al salón con Javi, estaba jugando con un sonajero y parloteando contento, su madre se había metido en su habitación, la oía arreglar la cama y los armarios, luego el baño. Cuando salió casi se me para el corazón, apoyada en el quicio de la puerta se quedó mirándome, se había puesto un camisón negro hasta los pies, con un escote que le llegaba a la cintura tanto por delante como por detrás, una franja de encaje por debajo del pecho que los mantenía altos y una falda muy amplia todo ello transparente, calzaba unas zapatillas de tacón también negras de raso con una borla en el empeine, lo había rebuscado en los cajones, se lo había comprado antes de quedar embarazada con intención de tener una noche de sexo loco y provocar a su marido la preñara, lo cierto es que quedó cuando menos pensaba con un polvo rápido matutino del que apenas se enteró, se había acordado y después de un baño perfumado lo había estrenado para mí.
Yo estaba inmovilizado sentado en una silla al lado de la ventana releyendo la prensa como siempre, no pude reaccionar ni cuando se acercó a mí con paso lento, poniendo un pie delante del otro como las modelos en las pasarelas, sin dejar de mirarme a los ojos me quitó de un tirón el periódico de las manos y levantando la falda se sentó en mis rodillas de frente, yo habría querido admirar toda su belleza, su camisón sus curvas… pero sólo puede mirar sus ojos, me tenía atrapado, noté su peso en mis piernas y sus brazos que rodeaban mi cuello, lo siguiente fueron sus labios sobre los míos, me abrazó tan estrechamente que sentía sus pezones como tatuados en mi pecho, con la cintura se removía sobre mis piernas buscando la dureza de mi polla que no tardó en rozarla, no me había fijado si llevaba bragas pero sí que las noté, seguramente para dar más sensualidad al conjunto.
Ya me tenía medio asfixiado con su beso cuando se levantó y se puso en medio del salón parada enfrente, dio dos vueltas rápidas dando vuelo a la falda que subió más arriba de sus rodillas, cogió la orilla con las dos manos y la levantó sobre su cabeza, no dejó de tirar hasta que toda la prenda salió dejando su melena flotando en el aire, sólo con las bragas mínimas se acercó tendiéndome las manos, como un autómata se las di y me las cogió tirando de mí, me fue llevando hacia su habitación, había cambiado la sábana por una de seda azul oscuro, me soltó y se tumbó en medio de la cama, levantó las piernas sobre su cabeza y se quitó las bragas de un solo estirón por las piernas, quedó con los brazos y piernas en cruz, la blancura de su piel contrastaba con el azulón de la sábana, movió las piernas abriéndolas y cerrándolas haciendo sisear la seda e invitándome al banquete.
Pepe ven conmigo.
Voy, eres un encanto.
La ropa que llevaba para estar por casa quedó en el suelo en un montón en el mismo orden que la llevaba puesta, zapatillas, pantalones slips, camisa, todo bajó vertical al suelo, con la polla alborotada subí a gatas hacia ella, su mirada sonriente mezcla de ilusión y deseo acabaron de ponerme la polla tan dura y gruesa como era posible.
Soy tuya Pepe, sólo tuya, hazme lo que gustes.
No eres mía, lo sé pero en este momento si lo somos, quiero que seamos sólo uno, fundámonos en el sexo.
Tiró de mi subiéndome sobre ella a la vez que acercaba mi cara sobre la suya, me volvió a besar mientras me acomodaba entre sus piernas plegadas y abiertas, sus pechos servían de amortiguadores entre los dos, resbalando en mi pecho por la leche que perdían se acomodaron a los lados de su cuerpo, sentía sobre mí los latidos agitados de su corazón, con sus manos en mis nalgas fue dirigiéndome sobre sus muslos, confiaba en la dureza de mi polla y no la defraudé pues enseguida se colocó abriendo sus labios y buscando la humedad de su vagina, con un leve movimiento de cintura se elevó lo suficiente para introducirse mi capullo, sólo tuve que dejar que empujara mis nalgas y clavarse mi polla con sus piernas rodeándome las mías acabó de empalarse ella misma, me volvió a besar cuando se notó llena a la vez que yo buscaba los pezones mojados debajo, era difícil mantener el equilibrio en la sábana de seda pero pasando mis manos por debajo de sus hombros me aferré a ellos y me hundí hasta notar el útero al fondo de su coño, yo esperaba que quisiera cambiar de postura pero tuvo el acierto de mantenerse así pues la sábana no tenía mucho agarre, las ganas y la emoción del momento hicieron que su orgasmo viniera anticipadamente, no me avisó pero me abrazó y besándome con pasión aguantó los calambres que la sacudieron, los soporté gustoso junto con ella, intenté seguir moviéndome adentro pero sin correrme.
Me gustaría comerte la concha.
Comeme lo que vos queráis, sos mi hombre.
No me lo tuvo que repetir, me incorporé sobre ella y busqué bajo su ombligo, desde allí fui lamiendo hacia abajo, en sus labios abiertos encontré el clítoris hinchado y le quité el pequeño prepucio, estaba brillante y rosado, aspiré y entró tocándome el paladar, con la lengua lo iba acariciando y Corina se agitaba rehuyendo y ofreciéndomelo a la vez, la sensación tan placentera no la dejaba decidirse y buscó entre mis piernas el posible remedio a sus males, se vengó conmigo. Con el capullo estirado me lamió alrededor del frenillo, me hizo probar mi medicina, yo no podía contener la excitación que me provocaba, cuando me veía a punto de estallar se metía todo el tronco en la boca y aspiraba con fuerza, mi polla entraba hasta su garganta como en su vagina, yo notaba la campanilla como el útero, nos revolcábamos sobre la sábana de seda imposible de controlar los movimientos, le avisé con tiempo.
Corina cariño, me voy a correr en tu boca.
Ni lo pienses, hoy te vas a correr dentro de mí, necesito sentir tu leche.
Como quieras, te la meteré por detrás, también me gusta.
No, esta vez te vas a correr en mi concha dentro de mí.
Corina no seas loca, la otra vez tentamos a la suerte y nos salió bien, no forcemos la cosa.
No te preocupes, desde ese día me tomo la píldora, Javier no tiene tanto miramiento y me llena de semen sin pensar en mí.
Tantos argumentos me convencieron al instante y me propuse complacerla pero antes debíamos apurar la mañana, la chica me buscó todos los ángulos que sabía que me gustaban, desde la ingle me lamió los huevos hasta llegar al culo, su dedo exploró lo suficiente para acariciarme la próstata y casi me corro en su boca, estaba imitándome pues yo estaba dándole el mismo trato, alternaba sus labios con su culo, los dos saltábamos con las contracciones que sentíamos, buscábamos darnos el máximo placer el uno al otro y lo conseguíamos.
El que no quiera que te corras en mi cola no quiere decir que no quiero que me metas tu pene en ella.
Gracias, sólo esperaba que me lo dijeras para hacerlo.
Efectivamente, ya se había puesto a cuatro ofreciéndome su culo.
Dame crema para lubricarte.
No, solamente echame saliva, quiero sentirte más aunque me duela un poco.
Admiraba su fogosidad y su ardor y la obedecí, desde arriba acumulé lo que pude de saliva y la dejé caer entre sus nalgas, cuando se esparció por su agujero rugoso y oscuro me apoyé.
No te preocupes Pepe, empuja y entra sin llamar.
Lo hice como me pedía y forzando el esfínter hundí el capullo aplastado en su ímpetu, Corina apretaba la sábana con fuerza, clavando las uñas pero sin quejarse, sólo suspiraba y movía el culo para facilitarme la entrada, cuando pasó el glande me hundí casi de golpe, un salivazo más y hasta el fondo. Al soltarse de la sábana sus manos resbalaron cayendo de bruces, la acompañé quedando sobre ella sin sacarla, abrió las piernas y seguí moviéndome en su culo, las tetas goteaban la sábana cuando las amasaba con las dos manos.
Pepe me viene otra vez, si puedes aguantar me corro, sino me doy la vuelta y lo haces en mi concha.
Puedo aguantar Corina, déjate llevar.
Graaaacias, Pepe me vooooy, argg, que pija tienes Pepe, me la partes, me partes la cola pero me encanta.
Corina se quedó en cruz boca abajo, de su coño asomaba el flujo blanco de su orgasmo me levanté para liberarla de mi peso y estuve sentado a su lado admirando su cuerpo, con la cabeza ladeada y la expresión de paz infinita repartida su melena entre sus hombros con la espalda sudorosa y los bultos de sus tetas saliendo debajo de sus axilas apretujadas, la cintura estrecha con las caderas anchas con los hoyuelos tan sensuales y aquellas nalgas, duras poderosas, que terminaban en los muslos torneados que encerraban malamente los labios de su sexo, las piernas largas que terminaban en unos tobillos finos y unos pies que daban ganas de comérselos también.
La chica respiraba más tranquila cuando se fue dando la vuelta despacio, abrió los ojos lentamente y me dijo…
¿Te gusta lo que ves?
Me vuelve loco, eres una mujer maravillosa, en todos los sentidos, me gustaría que no pasara el tiempo junto a ti.
Ahora me toca a mí, quiero demostrarte que también soy buena cabalgando.
Soy todo tuyo.
En efecto, se levantó con agilidad y pasó una pierna sobre mí, en un principio se deslizó desde mis pies hacia arriba, me iba dando besos y lametones desde los pies hasta los muslos, al pasar por las rodillas sus tetas rozaban mis pies, con ellos estuve jugando apresando las dos a la vez, no tardó en seguir y cuando alcanzó los muslos lamió entre ellos haciéndome abrirlos, mis huevos fueron succionados uno detrás de otro, mis dedos de los pies pasaban entre los labios hinchados del coño, se notaba en su lengua cuando pulsaba su clítoris con un dedo, se engulló mi polla con la misma facilidad que un polo de vainilla, pasó, repasó y chupó el capullo, cuando lo abandonó quedó vertical mirando al techo, no tardó en quedar entre las dos tetas que subían detrás, con mis manos las junté atrapando la polla, moví las caderas hasta hacerlo asomar entre ellas y al verlo lo besó.
Al llegar a mi altura se irguió y dejó que admirara sus pechos desde abajo, eran redondos, suaves aunque duros, llenos pero no sólo de leche, mientras los admiraba intentando verle el rostro entre ellos Corina se adelantó inclinándose sobre mí y me acercó los pezones a mi cara, al volver hacia atrás fue resbalando sobre mi vientre hasta que ocurrió lo que tenía previsto, entre sus labios mi polla encontró la ruta, la siguió y sin obstáculos fue entrando en ella, cerró los ojos concentrándose en las sensaciones de sus sentidos, contorneándose fue guiando mi verga adentro de ella hasta que hizo tope en sus nalgas, luego se puso vertical y acabó de hundirse mi polla.
Ya está, Pepe ya estás adentro de mí, todo tú y hasta el final.
Sólo siento no tener el pene más grande para que no te faltara nada.
No sabes lo que dices, tu hijo lo tiene más largo y me molesta más de lo que me da placer, el tuyo me llega bien adentro y me llena por completo, en cada pliegue, en cada rincón lo noto quemándome, eres perfecto.
Yo también me siento feliz dentro de ti, parece que estoy en casa, me siento plenamente saciado, sólo deseo que te produzca tanto placer como te mereces.
El movimiento oscilante de adelante hacia atrás lo combinaba con otros circulares, en ningún momento encontraba huecos dentro de ella, según recibía placer en su interior iba cogiendo velocidad, al movimiento rotatorio añadía la presión que sus músculos vaginales practicaban a la verga, me exprimía como un limón, ella misma me puso una mano en su clítoris pelado y otra en una teta, con su manos pellizcaba su otro pezón estirándolo hasta lo imposible y con la otra mano libre me estrujaba los huevos por detrás. Desde la posición que estaba aún resbalando en la seda de la sábana estaba inmovilizado pero no me quejaba. Ella excitaba todas mis zonas erógenas, todos mis sentidos estaban al máximo, mi vista se regalaba con la visión del cuerpo oscilante de Corina.
El tacto apreciaba su piel suave, el olor a mujer caliente me embriagaba y el sabor que aún tenía en mi boca de la suya y de su coño me hacía soñar.
Por favor Corina, no te pares, me voy a correr pronto.
Sihhht, calla Pepe y concéntrate y goza, ahora mando yo.
Ten piedad de mí, no puedo aguantar más.
No te preocupes y disfruta, vas a tener una eyaculación de lo más plena que hayas tenido.
Por favorrr, Corina, hazme correr.
No, es pronto aún, tengo que notar tu leche hervir dentro de mí.
Acelera ya cariño, muévete sin parar, por piedad.
¿Sufres?, no lo parece y todavía tienes que sentir más placer, te lo has ganado y ahora eres mi hombre, te voy a vaciar, a ti te gusta mi leche y a mí me encanta la tuya.
Me va a explotar la polla Corina, los huevos los tengo pegados a tu culo, redondos como pelotas de tenis, necesito vaciarlos en ti.
Mmm, ya noto como palpitas… siiii, ya palpitas, noto cada latido de tu corazón en mi coño, prepárate que voy… yo también me voy a correr, he estado esperando este momento desde hace rato, ya me habría corrido pero quería ponerte al máximo.
¿Ya me puedo correr Corina?
Sí, nos vamos a correr juntos, yaaaaa, siiii.
Siiii, Corina si, toma toda mi leche es para tiii.
La quiero toda, no te pares ahora o te matooo, así sigue así, aaagr.
El orgasmo de Corina no tenía nada que ver con los anteriores, se había superado pero a mí me había dejado extenuado, estuve bombeando dentro de ella hasta que me dolían los riñones, cuando se dejó caer sobre mí para luego rodar a mi lado estábamos tan sudados que la sábana tenía un círculo a nuestro alrededor.
Estuvimos tumbados boca arriba hasta que Javi se asomó por encima de la baranda de la cuna, sólo se le veían los ojitos pero parecía comprender que allí reinaba la felicidad, estuvo callado unos instantes hasta que llamó a su madre, ésta tuvo el detalle de antes de coger al peque para darle el pecho sentada en la cama me dio a elegir que teta quería mamar antes de que el niño tomara posesión de la otra.
Cuando terminó el niño quedó dormido. Corina recogió la sábana y al agacharse me enseñó el trasero, no me pude resistir y le pegué mi polla flácida en su culo, ella se volvió y por encima de su hombro me regaló un beso.
Cuando salimos desnudos al salón recogió del suelo el camisón negro, con sumo cuidado lo plegó otra vez por las marcas y volvió aguardarlo en la caja.
Este camisón será sólo para ti y para mi, Javier no se lo ha ganado.
Corina aún desnuda totalmente metió la sábana en la lavadora, al poco rato ya estaba lavada y la tendió entre dos sillas, con el calor que hacía no tardó en secarse, le ayudé a plegarla y la guardó hasta la próxima ocasión, nos metimos en el baño y nos duchamos entre caricias y besos, aún tardó en volver Elena. Ya estábamos jugando con Javier y al verla entrar nos deslumbró, estaba guapa de verdad, se había hecho mechas de otro color, después del corte y el maquillaje que le habían hecho estaba preciosa, siempre había sido bella pero ahora con la madurez estaba resplandeciente.
Estaba exultante y nos contó sus correrías, en principio había conocido a la panadera española, era andaluza y muy risueña, se reía por todo y le salía el cante a la mínima ocasión, conectaron al instante se alegró de conocer a una compatriota nueva, pertenecía a un circulo de españoles en Buenos Aires y prometió presentarle a todos, me dijo que por supuesto quería conocerme a mí también, sobre Corina dijo que le parecía acordarse de ella y a Viviana la recordó de inmediato, llamaba la atención por donde iba.
Por la noche en la cama Elena quiso celebrar su cambio de look y me encantó hacerla todavía un poco más feliz, pese haber pasado la mañana con Corina en casa pude cumplir holgadamente con Elena, estaba tan contento como ella, ya parecía que se iba ambientando a la nueva residencia, fue una hora completa, con cuidado de no deshacerle el pelo Elena cambio la rutina y buscó mi polla, le costó un poco en ponerla en condiciones pero lo aprovechó para disfrutar de ella hasta el final, tuvo un orgasmo más escandaloso de lo normal y me pareció que se desmelenaba por fin, admitió mi lengua por toda ella y cuando me corrí entre sus pechos no dejó nada de leche en el canalillo.
Por la mañana Corina se levantó con cara de sueño, Javi le había dado la noche, parecía que le había sentado algo mal y le dolía la tripita, me extraño pues a mí la mamada que le había dado a su madre antes que él me había sentado de maravilla pero el niño tenía un poco de fiebre. Me ofrecí a llevarles al pediatra no estaba lejos pero preferimos ir en el coche, puse la sillita y mi mujer la acompañó en el asiento de atrás, Corina estaba preocupada, no dejaba de tocarle la frente, por suerte el médico le dijo que era un virus que pululaba por ahí y con un jarabe lo solucionó. Por suerte Javi al rato ya estaba bien y no dejaba de patalear, me alegré también por otro motivo, me había atrevido a conducir por el tráfico endiablado sin la guía de Corina.
La salida al médico nos mostró la conveniencia de que le diera el sol al niño pero ya pesaba lo suficiente para cansar a cualquiera además no queríamos que se acostumbrara a estar siempre en brazos, la idea vino de Elena, le debíamos comprar un cochecito para pasearlo, por suerte llamé a Viviana, le comentamos la nueva idea y nos dijo que ella conocía al encargado de una tienda y además se ofreció a pagarlo ella.
Fuimos todos a recogerla a su casa, con el coche de mi hijo ya me manejaba con soltura, aunque no conocía las calles ellas me guiaban y yo hacía de taxista.
Cuando estacioné frente a casa de Viviana sólo esperamos un momento, como era de esperar apareció como una diosa, con un vestido de tarde rosa pálido con zapatos y bolso a juego, con paso firme cruzó la acera, al ver que estaba el asiento de mi lado vacante se sentó en él, Corina y Elena estaban detrás con Javi, las saludó lanzándoles un beso al aire, a mi me apretó el muslo con disimulo, con la excusa de no arrugarse la falda se la subió hasta más de media pierna, llevaba medias de verano y enseñaba hasta el elástico que las sujetaba a la pierna, se recostó entre el respaldo y la puerta casi mirándome a mí, con las piernas jugando a abrirlas y cerrarlas mientras hablaba animadamente me iba mostrando las bragas, las llevaba también de color rosa y fácilmente me habría engañado creyendo que no llevaba nada de no haber visto la piel morena de su pubis depilado anteriormente.
Desde atrás, Corina no perdía detalle y Viviana cuando descubrió a Elena y su nuevo peinado y maquillaje se volvió hacia ellas y se deshizo de elogios hacia mi mujer, por supuesto la falda con tanto movimiento iba subiendo y subiendo hasta que se plegó en su regazo, ya claramente se veían las bragas, eran tan escuetas que sólo cubrían el nacimiento de los labios del coño, por la ingle quedaba tan holgada que se incrustaba entre los labios forzados, estaban brillantes en el interior de un rosa más intenso, mi polla empezó a reaccionar pero me dediqué a concentrarme en el tráfico, no era compatible mirar el coño de Viviana y los semáforos y demás coches.
Nos dirigió al gran almacén que nos había indicado, con la experiencia que habíamos tenido con la sillita íbamos prevenidos pero el señor conocido de mi consuegra demostró ser un buen profesional, además de saber de cochecitos de bebé también parecía conocer las características de Viviana, aprovechaba cualquier momento para rozarse disimuladamente con ella, Viviana se dejaba querer y con unos manoseos le pagaba las atenciones que le dispensaba, al final y con buen criterio nos recomendó un cochecito con toda clase de accesorios, sombrilla, protección para el frio, canasta para bebé y para cuando fuera más grande…
El resultado fue una factura que le hizo tragar saliva a Viviana pero como se había ofrecido en abonarlo nos sonrió forzadamente cuando le dejó la tarjeta de crédito al dependiente.
¿Qué les ha parecido Fabián? Es el encargado, lo conozco porque es amigo de Olga, (la amiga de la madre impedida) Es muy simpático y muy atractivo.
Ni a Corina ni a mí se nos pasó que el susodicho Fabián conocía a Viviana más detalladamente y seguro que a Olga también o quizás a las dos a la vez. Ya volvíamos a casa cuando pasamos por una heladería, a Elena le apeteció tomarse un helado, hacía mucho tiempo que en España acostumbrábamos a tomarnos unas terrinas de varios sabores en una heladería italiana. Estacionamos el coche cerca y paseando estrenamos el cochecito de Javi, las tres estaban encantadoras a cual de ella más bellas. Corina se había arreglado para salir con el niño, mi mujer recién peinada y con uno de su mejores vestidos y Viviana como de costumbre, la oportunidad parecía preparada porque de una tienda de mate salió mi amigo, casi nos topamos con él, Corina enseguida le reconoció y yo me alegré pues era una ocasión ideal para presentarle a Elena, a Viviana ya la conocía de otra vez anterior.
¡Qué casualidad Pepe, siempre que le veo está bien acompañado pero en esta ocasión se ha esmerado!
Hola buenas tardes, me alegro en encontrarle, aprovecho para presentarle a mi señora Elena, bueno, en confianza se llama Concha pero… ya sabe. Mi nuera Corina, su madre Viviana y el más guapo de todos, el pequeñín Javi, mi nieto.
No le discuto que el más guapo sea Javi pero que las damas lo sean menos… son tres señoras impresionantes.
En eso estamos totalmente de acuerdo.
Las tres mujeres se rieron ante la competencia con Javi y sus risas iluminaron la calle, algunos transeúntes se volvieron comentando lo bellas que eran las tres. Nos despedimos del caballero y tuve que explicarles que nos veíamos a veces en el parque, Corina aprovechó para recalcar a Elena cómo me había integrado yo.
Llevé a Viviana a su casa de vuelta pero insistió tanto que pasamos todos, mi mujer no había estado y quedó impresionada, aun no siendo grande, la casa estaba amueblada muy acorde al carácter de Viviana, cortinajes, muebles y decoración demasiado abigarrada para mi gusto y mucho más para Concha pero la madre de Corina se encontraba como pez en el agua, se empeñó en invitarnos y en una mesita baja tomamos unos refrescos, le ayudé a sacarlos de la cocina y mientras estábamos protegidos por la puerta abierta del frigorífico me rodeó con los brazos y me dio un beso en el cuello mientras susurraba.
Qué pena que no estemos solos, te iba a chupar hasta la sangre, jajaja.
Me conformaría con la pija, jajaja.
No seas vulgar, se dice pene.
Creí que no me habías entendido, yo lo llamo polla, si no te gusta…
Está bien vos ganás, le llamaré polla si querés.
Lo que quiero es que me la comas.
Y yo también pero tenemos muchos testigos, si se enterara Elena…
¿Y si se enterara Corina?
No la nombres, dejémoslo como está, seguro que pronto tengo otra avería en casa.
Ya traigo yo la herramienta, jajaja.
Eso, esa polla tan gorda que tienes guardada.
Antes de salir al salón y, aprovechando que yo tenía las manos ocupadas aún, me agarró la verga por encima del pantalón y la apretó con ganas.
¡Ah! Pepe, tengo buenas noticias para vos, mi amiga Olga me ha dicho que sos muy buena persona, que está encantada con la muchacha que le recomendaste y que quiere agradecértelo, no sería mala idea que te pases un día que no tengas prisa y charláis un rato, su madre es muy simpática.
Me alegro que se hayan entendido, la chica me pareció muy buena gente y profesional, el poco rato que estuve hablando con la madre de Olga me causó una grata opinión, tiene mis mismos gustos, igual vamos Elena y yo una tarde.
¡Ah! no, a mi no me metas en tus compromisos, yo estoy muy bien en casa con mi nieto Javi, ve tú solo.
Corina me miró admirada con qué facilidad se estaba fraguando una cita que nadie sabía cómo podía acabar, ella conocía a Olga, la había visto con su madre y eran tal para cual.
Entonces estupendo, ya le diré a Olga que irás y puede que algún día te acompañe yo también, somos muy buenas amigas y hace mucho que no la veo.
A Viviana no le gustaba dejar las cosas para otro día y a la mañana siguiente me dijo que casualmente Olga iba a estar en su casa por la tarde y le venía muy bien si me acercaba por allí.
Mi mujer fue la primera que me animó, le encantaba que la gente me apreciara y hasta ahora todo eran muestras de amistad lo que recibía. Para ir a su casa me arreglé lo suficiente pues conociéndola un poco imaginé que sería igual que Viviana, a una hora prudente me fui paseando, la tarde era buena aunque el cielo estaba gris, al pasar por el parque me fijé pero no vi a nadie conocido, mi amigo estaría haciendo la siesta o tomando un mate en casa, llamé a la puerta y me abrió Magda, la chica que había ayudado a encontrar trabajo estaba desconocida, se había arreglado el cabello, pintado levemente y dado que era linda al natural estaba muy guapa, además el vestido que llevaba, regalo de Olga, le sentaba precioso haciéndole una figura muy atractiva. Nada más verme me dejó pasar y mirando a su alrededor me dio un beso pero no el clásico beso argentino, bueno si era argentino pero no clásico, me comió la boca literalmente.
Hola Pepe tenía ganas de hacerlo, estoy muy contenta de que nos hayamos conocido, me has hecho un favor inmenso, has cambiado mi vida y de lo que vos sabés ya no hay nada y mis hijos tienen todo lo que necesitan.
Me alegro mucho de saberlo, me haces muy feliz, no te merecías esa vida y… gracias por el recibimiento.
Jajaja, no es nada… para lo que me gustaría.
He venido en una visita de cortesía, el día que nos conocimos apenas hablé con Olga y su madre y ella está muy contenta contigo y conmigo por haberte traído.
No me extraña nada, Olga es muy… especial, ya la conocerás pero nada tímida, lo irás viendo, deberías tener cuidado o pronto estarás en su cama, jajaja.
Mmm, que negro me lo pones, me refugiaré en su madre.
¿En su madre? La señora Cati me parece que es igual que su hija o más, ya lo verás.
¿Qué quieres decir?
Pues que le gustan los hombres más que un caramelo a un niño.
Por favor… si está impedida…
Sí pero sólo de las piernas, jajaja y te puedo decir un secreto, la he arreglado muchas veces y tiene un cuerpo que ya quisiera yo para mí.
No digas eso, si tú estás buenísima y hoy especialmente guapa.
Que galante pero no te miento, tiene unos pechos y un… ya sabes…
Jajaja, gracias por avisarme pero no hay peligro, a mi edad ya…
Pepe no te burles de mi, que ya he catado lo que es tu vejez, jajaja.
Desde dentro preguntaron quien había llegado y Magda tuvo que cortar la conversación, era Cati que con los cuidados de Magda ya se había sentado en una silla de ruedas y estaba en la salita leyendo revistas del corazón, se alegró de verme incluso hizo mención de levantarse para darme un beso pero se acordó que no podía, me agaché para dárselo yo, olía muy bien a perfume caro y por un breve momento pude ver que Magda tenía razón, por el amplio escote de su vestido se veían dos globos que se juntaban oprimidos y se perdían en la oscuridad del canalillo.
Me senté frente a ella y estuvimos hablando sobre todo ella, de lo que había cambiado su calidad de vida, ahora estaba muy bien cuidada en todos los aspectos e incluso la chica había conseguido perder el miedo y hacerle sentar en una silla para que saliera de su cama y poder estar por la casa, incluso le había prometido dar un paseo por la calle, al momento apareció Magda, traía en una bandeja unas bebidas, yo tomé algo por compromiso y después la chica se despidió pues era hora de atender a sus hijos, cuando nos separamos me dio un casto beso pero me cogió la mano y se la puso en una teta apretándola, además de su dureza aprecié que llevaba un sujetador corto de tul que no deformaba nada su pecho.
La bajada desde el piso de arriba de Olga fue triunfal, sus ojos verdes, su piel morena con el pelo corto le daba un aire de adolescente traviesa pero muy sensual, la forma de andar y moverse le daba un aspecto felino, miré a su madre y le advertí una expresión de orgullo pero mezclado con un poco de envidia y un mucho de rivalidad.
Olga me acaparó en unos minutos, me envolvía con su forma de hablar y moverse, tenía facilidad para tratar con personas, sobre todo con hombres y manoseaba sin cesar, sin llegar a ser caricias sabía rozar las manos o la cara con cualquier excusa, imaginé que haría buena pareja con Viviana, las dos juntas serían una mezcla explosiva, no dejaba entrar en la conversación a su madre que lo intentaba por todos los medios hasta que encontró la excusa perfecta cuando me dijo que antes viajaba mucho con Viviana y que tenía un álbum de fotos de las dos por el Caribe, por supuesto me “sugirió”verlo en su casa de arriba, su madre se quedó con la cara triste mientras subía detrás de Olga por la empinada escalera. Como los escalones eran altos las caderas de Olga al subir delante de mí hacían balancear la ancha y corta falda, aunque no hubiera querido (que no era el caso)le habría visto hasta las bragas blancas que llevaba, se le metían entre las nalgas enseñando de paso los dos glúteos redondos y duros.
El piso que se había decorado para ella sola, su madre se habría asustado al verlo si pudiera, era propio de un harén oriental, rodeando las paredes una serie de sofás en los que era imposible sentarse si no te tumbabas hacia atrás, frente a ellos una colección de pubs redondos tapizados al estilo turco, en las paredes tapices y cuadros alegóricos a bellas odaliscas rodeadas de admiradores enjoyados, algunos libros de temática erótica y no había prácticamente muebles, luces indirectas con alguna mesita distribuida con cachimbas o pipas de agua, en otras bombillas de mate de diferentes colores, todo digno de una película de “Las Mil y Una Noche”.
De no sé dónde sacó el consabido álbum pero me hizo sentar primero y tumbar después sobre el sofá y pegando su cara a la mía estuvo explicándome con todo detalle cada foto. En el breve instante que desapareció para traer las fotografías se había cambiado la blusa, la falda no porque ya era bastante corta, pero la blusa con un escote de barca que se extendía de hombro a hombro, el aroma del perfume no era tan fuerte como el de su madre pero a distancia tan corta embriagaba y más porque salía potenciado entre el calor de sus tetas.
Tengo que reconocer que las dos amigas sabían vivir, en los paisajes más idílicos se hacían las más dispares fotos, sobre todo cambiándose de bikini constantemente, en alguna de ella aprovechando de la soledad de la playa se habían quitado la parte de arriba, Olga hacía como que no me dejaba verlas pero luego con cualquier excusa para enseñarme algún detalle me las dejaba admirar, en una de ellas se habían fotografiado una a la otra mirándose al espejo de la habitación del hotel, por el reflejo se podían ver con todo lujo de detalle por delante y por detrás, con unos años menos eran dos bellezas esculturales tenían las dos unos cuerpos de infarto y rivalizaban en posturas más o menos provocativas, no dejaban nada a la imaginación, las tetas eran con primeros planos enseñando los grandes pezones en un zoom brutal y las posturas agachadas desde atrás dejaban ver los labios abiertos enmarcados en sus culos.
Para dar más detalle amenizaba el relato contando las aventuras y las preferencia de posturas haciendo sexo con algún efebo nativo, yo que no era ajeno a la cercanía de la hembra ya estaba un poco alterado, a la explicación detallada de cada foto me preguntaba si había cambiado mucho con los años pasados, para ello se estiraba la blusa ciñéndosela al cuerpo, se levantaba la falda hasta justo donde empezaba el pubis y me hacía tocar los muslos para que apreciara su tersura.
Yo me resistía a ceder a sus encantos, consideraba que en un primer contacto y con su madre pendiente de lo que pasaba arriba era un poco arriesgado pero ella me buscaba por todos lados hasta que gastó el último cartucho.
Pepe, Viviana me ha contado que cogés mucho y bien, no me resisto a probar de hacerlo contigo.
Ejem… Olga, me halagas pero te puedo asegurar que Viviana exagera.
Permíteme dudarlo, conozco a mi amiga, hemos hecho muchas travesuras juntas y sé que cuando dice eso de un hombre, no me engaña.
No creas, sólo intento que ella lo pase bien.
También me ha dicho que la tratas como nadie lo había hecho y eso la pone muy perra.
Sólo que no me dejo dominar.
Pepe ¿te gusto?,
No estás mal Olga, nada mal te lo aseguro.
¿Te gustaría cogerme?, haré lo que vos queráis, cógeme.
Mujer así en frio…
¿Te parece que esto está frio?
Olga se levantó y se subió las faldas a la cabeza, no me había fijado pero se había quitado las bragas antes de venir al sofá, el coño lo tenía recortado en un triángulo perfecto de vello corto, lo suficiente para rozar el capullo y hacerlo prender como una cerilla, sin bajar la falda se la soltó y la quitó por la cabeza, de paso se sacó la blusa quedando sólo con el sujetador, aún quiso dar otra exhibición y volviéndose de espaldas a mí se agacho y separando las piernas tocó con las palmas de las manos en el suelo, la consecuencia de la demostración de agilidad fue que tanto el culo como el coño se abrieron mostrando sus excelencias, de paso las tetas al agacharse tanto se salieron de las copas quedando colgando con el sujetador arrugado debajo de ellas.
Le di un silbido de admiración y ella volvió hacia mí la cabeza…
¿Te das cuenta lo flexible que estoy todavía? Hago yoga.
Me has sorprendido, ¡qué manejable te veo!
Puedo hacer lo que quieras…
No soy entendido pero ¿podrías cogerte los tobillos con las manos sin levantarte?
Muy fácil, mira.
¡Oh! y ¿puedes andar hacia atrás sin soltar los tobillos?
¿Así?
Exacto, acércate a mí.
Olga se acercó a mi andando hacia atrás hasta quedar a pocos centímetros de mi cara, sentía el olor a sales de baño caras, estaba perfumada, como recién salida de la bañera y entre los labios del coño se apreciaba la piel rosada y brillante. La chica hacía todo lo posible para provocarme, Viviana le había contado con pelos y señales los encuentros que habíamos tenido e imagino que en alguna ocasión habían compartido más de una polla y no sería de extrañar que una de ellas fuera la de mi hijo Javier, una idea un poco morbosa me vino a la mente, parecía que le gustaba el juego de dominio como a su amiga y le dije seriamente.
Escúchame bien Olga, no quiero que te muevas de cómo estás, si no me marcho por donde he venido.
No Pepe, haré lo que me mandes, como Viviana, ¿te gusta así como estoy?
Sí pero no te muevas.
Sin levantarme del sofá acerqué la cara a sus nalgas y sacando la lengua le fui abriendo los labios del coño de principio a fin, dejé para el final el clítoris que asomaba hinchado y cuando lo atrapé con los dientes chilló, no le hice daño, simplemente lo sujeté para que mi lengua lo descapullara, la tomé por las caderas para que aguantara el equilibrio y terminé de lamerle hasta el culo, me pareció que no se lo esperaba pues hizo un amago de extrañeza pero la aquieté con una palmada en la nalga, ya suspiraba y gemía calladamente cuando me levanté y abrí la bragueta, la polla me molestaba en mala postura y pedía libertad, se la di a medias, sólo saqué del pantalón la polla y los huevos me apoyé en ella y la atraje hacia mí, la alineación era perfecta y entré directo y hasta adentro por completo.
Levantó la cabeza sintiéndome clavado a ella me pidió que la dejara incorporarse, no lo consentí y como única gracia le despasé el cierre del sujetador que le apretaba plegado debajo de las tetas, a cualquier intento de soltar los tobillos la daba un cachete en el culo, después de varios comprendió que ese iba a ser mi estreno y empezó a mover la cintura recreándose con mi grueso falo, me pareció que ese cuerpo se merecía todo, por la espalda en el canal que nacía de la cintura hasta el cuello, resbalaban gotas de sudor y por los lados asomaban balanceándose las tetas que le colgaban, mis manos se aferraron a su cintura, la tenía estrecha y le hacía una bonita figura de guitarra española, le puse los pulgares en los hoyuelos de las caderas y escupí entre las nalgas, tuve que repetirlo pues las tenía tan juntas que no llegaba adonde yo quería, Olga lo intuyó un poco tarde e intentó zafarse de mí.
No Pepe, eso no, nunca me lo han hecho, ni con la mejor pija caribeña.
¿Qué, Viviana no te había contado esta parte?
Sí pero no le creí, pensé que era para darme envidia.
Pues va a ser al contrario, ahora se la podrás dar tú a ella.
Ya no replicó, sólo gritó, no era un grito desgarrador ni mucho menos, era una combinación de sorpresa, dolor y ansiedad porque le partiera el culo, la voz de Cati se oyó desde abajo, la mujer había movido la silla de ruedas hasta el principio de la escalera y estaba atenta a lo que estaba ocurriendo arriba, apenas oía nada pero el grito de su hija sí.
Olga ¿estás bien, te pasa algo?
Siiiií mamá o nooo mamá, estoy muy bien no te preocupes, estoy encantada.
La corta conversación con su madre la distrajo lo suficiente para que no notara tanto la entrada del capullo, cuando volvió la cabeza para mí dijo…
Bueno Pepe, puedes empezar, ya me he preparado.
Pues ya la tienes adentro, ¿no te has dado cuenta?
¿Sí? Pues no ha sido para tanto, sigue, méteme más pero con cuidado.
Te parecerá poco cuando la tengas toda adentro...
Y así fue, seguía pidiendo más y más, los huevos pegados a su coño hacían tope y sólo me quedó el recurso de acariciarle el clítoris hasta que se corrió, no pudo mantener mis órdenes, soltó los tobillos y apoyó las palmas en el suelo, ya me iba a correr en su culo cuando se movió tanto que me salí, no quise volver a empezar y cuando la volví a atraer hacia mí me hundí en su coño, gimió y suspiró hondo pero agradeció el calor de mi semen cuando la llené. Le di dos palmadas con las dos manos a la vez dándole permiso para levantarse, se dio la vuelta y me abrazó.
No te preocupes ya hace tiempo que no me baja la regla.
Se arrodilló y me lamió la polla hasta dejarla limpia.
El pene te ha quedado limpio pero el pantalón tiene un círculo en la bragueta de mi flujo, quítatelo o te lo van a notar en casa.
Me miré y me acojoné, con todos los movimientos, el coño de Olga emanando jugos y leche me habían hecho una mancha redonda como la palma de la mano, reconocí la razón de Olga y me quité el pantalón, me sorprendió la resolución que tuvo, puso una toalla en una mesa y con una plancha de viaje me secó el cerco en un momento, yo se lo agradecí acariciándole por detrás las tetas mientras planchaba con los brazos ahuecados, al volverse para entregarme los pantalones secos fui yo quien se arrodillo frente a ella y le chupé los dos pezones hasta dejarle marcas violetas en ellos.
Cuando bajé su madre estaba aún al pié de la escalera, intentaba volver a la mesa pero se había enredado la rueda en la alfombra y no pudo disimular, desde arriba la voz de Olga me despidió, todavía estaba desnuda, por los muslos le escurría aún los restos de su néctar y del mío.
Perdona que no baje a despedirte Pepe, estoy un poco mareada.
Cati agradeció que le desenredara de la alfombra y me acompañó a la puerta…
Gracias por la visita Pepe pero me gustaría que volvieras pronto, me encantaría tener una tertulia contigo pero… procuraré que no esté Olga, jajaja.
Me agaché para darle un beso pero me dio dos y un piquito en los labios de propina.
Cada vez me gustan más las costumbres españolas.
Continuará
Agradezco sus opiniones.
Gracias.
Hablábamos de cosas sin transcendencia hasta que Elena se puso triste, añoraba muchas cosas de España, su ambiente, sus amigas, las tiendas y sobre todo las comidas, aunque había prácticamente de todo en los supermercados era yo el que se encargaba de ir con la lista de la compra y traer lo que necesitábamos, ésta noche salió el tema del pan, por supuesto el que comíamos era excelente pero ya echaba en falta los panes que compraba es su horno del barrio, a Corina como a mí nos sorprendió que una cosa tan sencilla le hiciera sentirse triste, yo no sabía qué hacer pero Corina encontró la solución rápidamente.
Elena yo creo que sé lo que te pasa, a tu marido le encanta salir, ver cosas, conocer a gente nueva y probar todo lo que puede pero vos te has centrado en ayudarme lo cual me encanta y te lo agradezco mucho pero deberías salir hay mucha cosas que ver, aquí mismo en ésta calle en la misma acera hay una panadería que regenta una española precisamente, se llama Francisca, la señora Paquita como le llamamos hace panes de muchas clases y le gusta hacer también al estilo español, muchas veces me lo ha hecho probar y me encanta, podías ir y conocerla, hablar con ella, hacerte amiga, te presentaría a sus amistades, en el barrio nos conocemos todos, es un barrio tranquilo, no hay ningún peligro, en otros lados también llamadas “villa” no es igual pero aquí sí, hay tiendas de ropa, peluquerías, perfumerías, lo que necesites, ponte linda, a Pepe le gustaría verte bien y hermosa, hazme caso.
Tienes razón Corina, desde que vinimos apenas he salido, sólo recuerdo cuando fuimos a comprar la sillita y un paseo con Pepe, te haré caso y buscaré a la señora Paquita.
Tienes razón mujer, yo no paro, hasta cuando me fui con Javier vi cosas que me encantaron, hay mucho que ver.
La cena ya fue más animada, se había abierto una salida para la morriña de Concha y por la mañana ya se levantó con ánimo de salir, se había peinado y pintado los labios, ante el espejo se dio cuenta que el pelo necesitaba un retoque importante, las canas, las puntas, luego se miró las uñas, ella que siempre las llevaba pintadas impolutas ahora de fregar y limpiar las tenía descuidadas, me ofrecí a acompañarla por si tenía reparo en ir sola pero me contestó tajante…
Tú te quedas en casa, acompaña a Corina y al niño por si les hace falta algo, yo sola me manejo bien, he cogido dinero y voy a ponerme guapa o linda como decís, os voy a sorprender, hasta luego no os preocupéis si tardo, me tienen que hacer muchas cosas.
Lo que tú digas, estamos impacientes para que nos sorprendas.
Nos dejó boquiabiertos, debía haber comprendido que Corina tenía razón, desde que llegamos se había centrado en la casa y no se había preocupado por ella, volví al salón con Javi, estaba jugando con un sonajero y parloteando contento, su madre se había metido en su habitación, la oía arreglar la cama y los armarios, luego el baño. Cuando salió casi se me para el corazón, apoyada en el quicio de la puerta se quedó mirándome, se había puesto un camisón negro hasta los pies, con un escote que le llegaba a la cintura tanto por delante como por detrás, una franja de encaje por debajo del pecho que los mantenía altos y una falda muy amplia todo ello transparente, calzaba unas zapatillas de tacón también negras de raso con una borla en el empeine, lo había rebuscado en los cajones, se lo había comprado antes de quedar embarazada con intención de tener una noche de sexo loco y provocar a su marido la preñara, lo cierto es que quedó cuando menos pensaba con un polvo rápido matutino del que apenas se enteró, se había acordado y después de un baño perfumado lo había estrenado para mí.
Yo estaba inmovilizado sentado en una silla al lado de la ventana releyendo la prensa como siempre, no pude reaccionar ni cuando se acercó a mí con paso lento, poniendo un pie delante del otro como las modelos en las pasarelas, sin dejar de mirarme a los ojos me quitó de un tirón el periódico de las manos y levantando la falda se sentó en mis rodillas de frente, yo habría querido admirar toda su belleza, su camisón sus curvas… pero sólo puede mirar sus ojos, me tenía atrapado, noté su peso en mis piernas y sus brazos que rodeaban mi cuello, lo siguiente fueron sus labios sobre los míos, me abrazó tan estrechamente que sentía sus pezones como tatuados en mi pecho, con la cintura se removía sobre mis piernas buscando la dureza de mi polla que no tardó en rozarla, no me había fijado si llevaba bragas pero sí que las noté, seguramente para dar más sensualidad al conjunto.
Ya me tenía medio asfixiado con su beso cuando se levantó y se puso en medio del salón parada enfrente, dio dos vueltas rápidas dando vuelo a la falda que subió más arriba de sus rodillas, cogió la orilla con las dos manos y la levantó sobre su cabeza, no dejó de tirar hasta que toda la prenda salió dejando su melena flotando en el aire, sólo con las bragas mínimas se acercó tendiéndome las manos, como un autómata se las di y me las cogió tirando de mí, me fue llevando hacia su habitación, había cambiado la sábana por una de seda azul oscuro, me soltó y se tumbó en medio de la cama, levantó las piernas sobre su cabeza y se quitó las bragas de un solo estirón por las piernas, quedó con los brazos y piernas en cruz, la blancura de su piel contrastaba con el azulón de la sábana, movió las piernas abriéndolas y cerrándolas haciendo sisear la seda e invitándome al banquete.
Pepe ven conmigo.
Voy, eres un encanto.
La ropa que llevaba para estar por casa quedó en el suelo en un montón en el mismo orden que la llevaba puesta, zapatillas, pantalones slips, camisa, todo bajó vertical al suelo, con la polla alborotada subí a gatas hacia ella, su mirada sonriente mezcla de ilusión y deseo acabaron de ponerme la polla tan dura y gruesa como era posible.
Soy tuya Pepe, sólo tuya, hazme lo que gustes.
No eres mía, lo sé pero en este momento si lo somos, quiero que seamos sólo uno, fundámonos en el sexo.
Tiró de mi subiéndome sobre ella a la vez que acercaba mi cara sobre la suya, me volvió a besar mientras me acomodaba entre sus piernas plegadas y abiertas, sus pechos servían de amortiguadores entre los dos, resbalando en mi pecho por la leche que perdían se acomodaron a los lados de su cuerpo, sentía sobre mí los latidos agitados de su corazón, con sus manos en mis nalgas fue dirigiéndome sobre sus muslos, confiaba en la dureza de mi polla y no la defraudé pues enseguida se colocó abriendo sus labios y buscando la humedad de su vagina, con un leve movimiento de cintura se elevó lo suficiente para introducirse mi capullo, sólo tuve que dejar que empujara mis nalgas y clavarse mi polla con sus piernas rodeándome las mías acabó de empalarse ella misma, me volvió a besar cuando se notó llena a la vez que yo buscaba los pezones mojados debajo, era difícil mantener el equilibrio en la sábana de seda pero pasando mis manos por debajo de sus hombros me aferré a ellos y me hundí hasta notar el útero al fondo de su coño, yo esperaba que quisiera cambiar de postura pero tuvo el acierto de mantenerse así pues la sábana no tenía mucho agarre, las ganas y la emoción del momento hicieron que su orgasmo viniera anticipadamente, no me avisó pero me abrazó y besándome con pasión aguantó los calambres que la sacudieron, los soporté gustoso junto con ella, intenté seguir moviéndome adentro pero sin correrme.
Me gustaría comerte la concha.
Comeme lo que vos queráis, sos mi hombre.
No me lo tuvo que repetir, me incorporé sobre ella y busqué bajo su ombligo, desde allí fui lamiendo hacia abajo, en sus labios abiertos encontré el clítoris hinchado y le quité el pequeño prepucio, estaba brillante y rosado, aspiré y entró tocándome el paladar, con la lengua lo iba acariciando y Corina se agitaba rehuyendo y ofreciéndomelo a la vez, la sensación tan placentera no la dejaba decidirse y buscó entre mis piernas el posible remedio a sus males, se vengó conmigo. Con el capullo estirado me lamió alrededor del frenillo, me hizo probar mi medicina, yo no podía contener la excitación que me provocaba, cuando me veía a punto de estallar se metía todo el tronco en la boca y aspiraba con fuerza, mi polla entraba hasta su garganta como en su vagina, yo notaba la campanilla como el útero, nos revolcábamos sobre la sábana de seda imposible de controlar los movimientos, le avisé con tiempo.
Corina cariño, me voy a correr en tu boca.
Ni lo pienses, hoy te vas a correr dentro de mí, necesito sentir tu leche.
Como quieras, te la meteré por detrás, también me gusta.
No, esta vez te vas a correr en mi concha dentro de mí.
Corina no seas loca, la otra vez tentamos a la suerte y nos salió bien, no forcemos la cosa.
No te preocupes, desde ese día me tomo la píldora, Javier no tiene tanto miramiento y me llena de semen sin pensar en mí.
Tantos argumentos me convencieron al instante y me propuse complacerla pero antes debíamos apurar la mañana, la chica me buscó todos los ángulos que sabía que me gustaban, desde la ingle me lamió los huevos hasta llegar al culo, su dedo exploró lo suficiente para acariciarme la próstata y casi me corro en su boca, estaba imitándome pues yo estaba dándole el mismo trato, alternaba sus labios con su culo, los dos saltábamos con las contracciones que sentíamos, buscábamos darnos el máximo placer el uno al otro y lo conseguíamos.
El que no quiera que te corras en mi cola no quiere decir que no quiero que me metas tu pene en ella.
Gracias, sólo esperaba que me lo dijeras para hacerlo.
Efectivamente, ya se había puesto a cuatro ofreciéndome su culo.
Dame crema para lubricarte.
No, solamente echame saliva, quiero sentirte más aunque me duela un poco.
Admiraba su fogosidad y su ardor y la obedecí, desde arriba acumulé lo que pude de saliva y la dejé caer entre sus nalgas, cuando se esparció por su agujero rugoso y oscuro me apoyé.
No te preocupes Pepe, empuja y entra sin llamar.
Lo hice como me pedía y forzando el esfínter hundí el capullo aplastado en su ímpetu, Corina apretaba la sábana con fuerza, clavando las uñas pero sin quejarse, sólo suspiraba y movía el culo para facilitarme la entrada, cuando pasó el glande me hundí casi de golpe, un salivazo más y hasta el fondo. Al soltarse de la sábana sus manos resbalaron cayendo de bruces, la acompañé quedando sobre ella sin sacarla, abrió las piernas y seguí moviéndome en su culo, las tetas goteaban la sábana cuando las amasaba con las dos manos.
Pepe me viene otra vez, si puedes aguantar me corro, sino me doy la vuelta y lo haces en mi concha.
Puedo aguantar Corina, déjate llevar.
Graaaacias, Pepe me vooooy, argg, que pija tienes Pepe, me la partes, me partes la cola pero me encanta.
Corina se quedó en cruz boca abajo, de su coño asomaba el flujo blanco de su orgasmo me levanté para liberarla de mi peso y estuve sentado a su lado admirando su cuerpo, con la cabeza ladeada y la expresión de paz infinita repartida su melena entre sus hombros con la espalda sudorosa y los bultos de sus tetas saliendo debajo de sus axilas apretujadas, la cintura estrecha con las caderas anchas con los hoyuelos tan sensuales y aquellas nalgas, duras poderosas, que terminaban en los muslos torneados que encerraban malamente los labios de su sexo, las piernas largas que terminaban en unos tobillos finos y unos pies que daban ganas de comérselos también.
La chica respiraba más tranquila cuando se fue dando la vuelta despacio, abrió los ojos lentamente y me dijo…
¿Te gusta lo que ves?
Me vuelve loco, eres una mujer maravillosa, en todos los sentidos, me gustaría que no pasara el tiempo junto a ti.
Ahora me toca a mí, quiero demostrarte que también soy buena cabalgando.
Soy todo tuyo.
En efecto, se levantó con agilidad y pasó una pierna sobre mí, en un principio se deslizó desde mis pies hacia arriba, me iba dando besos y lametones desde los pies hasta los muslos, al pasar por las rodillas sus tetas rozaban mis pies, con ellos estuve jugando apresando las dos a la vez, no tardó en seguir y cuando alcanzó los muslos lamió entre ellos haciéndome abrirlos, mis huevos fueron succionados uno detrás de otro, mis dedos de los pies pasaban entre los labios hinchados del coño, se notaba en su lengua cuando pulsaba su clítoris con un dedo, se engulló mi polla con la misma facilidad que un polo de vainilla, pasó, repasó y chupó el capullo, cuando lo abandonó quedó vertical mirando al techo, no tardó en quedar entre las dos tetas que subían detrás, con mis manos las junté atrapando la polla, moví las caderas hasta hacerlo asomar entre ellas y al verlo lo besó.
Al llegar a mi altura se irguió y dejó que admirara sus pechos desde abajo, eran redondos, suaves aunque duros, llenos pero no sólo de leche, mientras los admiraba intentando verle el rostro entre ellos Corina se adelantó inclinándose sobre mí y me acercó los pezones a mi cara, al volver hacia atrás fue resbalando sobre mi vientre hasta que ocurrió lo que tenía previsto, entre sus labios mi polla encontró la ruta, la siguió y sin obstáculos fue entrando en ella, cerró los ojos concentrándose en las sensaciones de sus sentidos, contorneándose fue guiando mi verga adentro de ella hasta que hizo tope en sus nalgas, luego se puso vertical y acabó de hundirse mi polla.
Ya está, Pepe ya estás adentro de mí, todo tú y hasta el final.
Sólo siento no tener el pene más grande para que no te faltara nada.
No sabes lo que dices, tu hijo lo tiene más largo y me molesta más de lo que me da placer, el tuyo me llega bien adentro y me llena por completo, en cada pliegue, en cada rincón lo noto quemándome, eres perfecto.
Yo también me siento feliz dentro de ti, parece que estoy en casa, me siento plenamente saciado, sólo deseo que te produzca tanto placer como te mereces.
El movimiento oscilante de adelante hacia atrás lo combinaba con otros circulares, en ningún momento encontraba huecos dentro de ella, según recibía placer en su interior iba cogiendo velocidad, al movimiento rotatorio añadía la presión que sus músculos vaginales practicaban a la verga, me exprimía como un limón, ella misma me puso una mano en su clítoris pelado y otra en una teta, con su manos pellizcaba su otro pezón estirándolo hasta lo imposible y con la otra mano libre me estrujaba los huevos por detrás. Desde la posición que estaba aún resbalando en la seda de la sábana estaba inmovilizado pero no me quejaba. Ella excitaba todas mis zonas erógenas, todos mis sentidos estaban al máximo, mi vista se regalaba con la visión del cuerpo oscilante de Corina.
El tacto apreciaba su piel suave, el olor a mujer caliente me embriagaba y el sabor que aún tenía en mi boca de la suya y de su coño me hacía soñar.
Por favor Corina, no te pares, me voy a correr pronto.
Sihhht, calla Pepe y concéntrate y goza, ahora mando yo.
Ten piedad de mí, no puedo aguantar más.
No te preocupes y disfruta, vas a tener una eyaculación de lo más plena que hayas tenido.
Por favorrr, Corina, hazme correr.
No, es pronto aún, tengo que notar tu leche hervir dentro de mí.
Acelera ya cariño, muévete sin parar, por piedad.
¿Sufres?, no lo parece y todavía tienes que sentir más placer, te lo has ganado y ahora eres mi hombre, te voy a vaciar, a ti te gusta mi leche y a mí me encanta la tuya.
Me va a explotar la polla Corina, los huevos los tengo pegados a tu culo, redondos como pelotas de tenis, necesito vaciarlos en ti.
Mmm, ya noto como palpitas… siiii, ya palpitas, noto cada latido de tu corazón en mi coño, prepárate que voy… yo también me voy a correr, he estado esperando este momento desde hace rato, ya me habría corrido pero quería ponerte al máximo.
¿Ya me puedo correr Corina?
Sí, nos vamos a correr juntos, yaaaaa, siiii.
Siiii, Corina si, toma toda mi leche es para tiii.
La quiero toda, no te pares ahora o te matooo, así sigue así, aaagr.
El orgasmo de Corina no tenía nada que ver con los anteriores, se había superado pero a mí me había dejado extenuado, estuve bombeando dentro de ella hasta que me dolían los riñones, cuando se dejó caer sobre mí para luego rodar a mi lado estábamos tan sudados que la sábana tenía un círculo a nuestro alrededor.
Estuvimos tumbados boca arriba hasta que Javi se asomó por encima de la baranda de la cuna, sólo se le veían los ojitos pero parecía comprender que allí reinaba la felicidad, estuvo callado unos instantes hasta que llamó a su madre, ésta tuvo el detalle de antes de coger al peque para darle el pecho sentada en la cama me dio a elegir que teta quería mamar antes de que el niño tomara posesión de la otra.
Cuando terminó el niño quedó dormido. Corina recogió la sábana y al agacharse me enseñó el trasero, no me pude resistir y le pegué mi polla flácida en su culo, ella se volvió y por encima de su hombro me regaló un beso.
Cuando salimos desnudos al salón recogió del suelo el camisón negro, con sumo cuidado lo plegó otra vez por las marcas y volvió aguardarlo en la caja.
Este camisón será sólo para ti y para mi, Javier no se lo ha ganado.
Corina aún desnuda totalmente metió la sábana en la lavadora, al poco rato ya estaba lavada y la tendió entre dos sillas, con el calor que hacía no tardó en secarse, le ayudé a plegarla y la guardó hasta la próxima ocasión, nos metimos en el baño y nos duchamos entre caricias y besos, aún tardó en volver Elena. Ya estábamos jugando con Javier y al verla entrar nos deslumbró, estaba guapa de verdad, se había hecho mechas de otro color, después del corte y el maquillaje que le habían hecho estaba preciosa, siempre había sido bella pero ahora con la madurez estaba resplandeciente.
Estaba exultante y nos contó sus correrías, en principio había conocido a la panadera española, era andaluza y muy risueña, se reía por todo y le salía el cante a la mínima ocasión, conectaron al instante se alegró de conocer a una compatriota nueva, pertenecía a un circulo de españoles en Buenos Aires y prometió presentarle a todos, me dijo que por supuesto quería conocerme a mí también, sobre Corina dijo que le parecía acordarse de ella y a Viviana la recordó de inmediato, llamaba la atención por donde iba.
Por la noche en la cama Elena quiso celebrar su cambio de look y me encantó hacerla todavía un poco más feliz, pese haber pasado la mañana con Corina en casa pude cumplir holgadamente con Elena, estaba tan contento como ella, ya parecía que se iba ambientando a la nueva residencia, fue una hora completa, con cuidado de no deshacerle el pelo Elena cambio la rutina y buscó mi polla, le costó un poco en ponerla en condiciones pero lo aprovechó para disfrutar de ella hasta el final, tuvo un orgasmo más escandaloso de lo normal y me pareció que se desmelenaba por fin, admitió mi lengua por toda ella y cuando me corrí entre sus pechos no dejó nada de leche en el canalillo.
Por la mañana Corina se levantó con cara de sueño, Javi le había dado la noche, parecía que le había sentado algo mal y le dolía la tripita, me extraño pues a mí la mamada que le había dado a su madre antes que él me había sentado de maravilla pero el niño tenía un poco de fiebre. Me ofrecí a llevarles al pediatra no estaba lejos pero preferimos ir en el coche, puse la sillita y mi mujer la acompañó en el asiento de atrás, Corina estaba preocupada, no dejaba de tocarle la frente, por suerte el médico le dijo que era un virus que pululaba por ahí y con un jarabe lo solucionó. Por suerte Javi al rato ya estaba bien y no dejaba de patalear, me alegré también por otro motivo, me había atrevido a conducir por el tráfico endiablado sin la guía de Corina.
La salida al médico nos mostró la conveniencia de que le diera el sol al niño pero ya pesaba lo suficiente para cansar a cualquiera además no queríamos que se acostumbrara a estar siempre en brazos, la idea vino de Elena, le debíamos comprar un cochecito para pasearlo, por suerte llamé a Viviana, le comentamos la nueva idea y nos dijo que ella conocía al encargado de una tienda y además se ofreció a pagarlo ella.
Fuimos todos a recogerla a su casa, con el coche de mi hijo ya me manejaba con soltura, aunque no conocía las calles ellas me guiaban y yo hacía de taxista.
Cuando estacioné frente a casa de Viviana sólo esperamos un momento, como era de esperar apareció como una diosa, con un vestido de tarde rosa pálido con zapatos y bolso a juego, con paso firme cruzó la acera, al ver que estaba el asiento de mi lado vacante se sentó en él, Corina y Elena estaban detrás con Javi, las saludó lanzándoles un beso al aire, a mi me apretó el muslo con disimulo, con la excusa de no arrugarse la falda se la subió hasta más de media pierna, llevaba medias de verano y enseñaba hasta el elástico que las sujetaba a la pierna, se recostó entre el respaldo y la puerta casi mirándome a mí, con las piernas jugando a abrirlas y cerrarlas mientras hablaba animadamente me iba mostrando las bragas, las llevaba también de color rosa y fácilmente me habría engañado creyendo que no llevaba nada de no haber visto la piel morena de su pubis depilado anteriormente.
Desde atrás, Corina no perdía detalle y Viviana cuando descubrió a Elena y su nuevo peinado y maquillaje se volvió hacia ellas y se deshizo de elogios hacia mi mujer, por supuesto la falda con tanto movimiento iba subiendo y subiendo hasta que se plegó en su regazo, ya claramente se veían las bragas, eran tan escuetas que sólo cubrían el nacimiento de los labios del coño, por la ingle quedaba tan holgada que se incrustaba entre los labios forzados, estaban brillantes en el interior de un rosa más intenso, mi polla empezó a reaccionar pero me dediqué a concentrarme en el tráfico, no era compatible mirar el coño de Viviana y los semáforos y demás coches.
Nos dirigió al gran almacén que nos había indicado, con la experiencia que habíamos tenido con la sillita íbamos prevenidos pero el señor conocido de mi consuegra demostró ser un buen profesional, además de saber de cochecitos de bebé también parecía conocer las características de Viviana, aprovechaba cualquier momento para rozarse disimuladamente con ella, Viviana se dejaba querer y con unos manoseos le pagaba las atenciones que le dispensaba, al final y con buen criterio nos recomendó un cochecito con toda clase de accesorios, sombrilla, protección para el frio, canasta para bebé y para cuando fuera más grande…
El resultado fue una factura que le hizo tragar saliva a Viviana pero como se había ofrecido en abonarlo nos sonrió forzadamente cuando le dejó la tarjeta de crédito al dependiente.
¿Qué les ha parecido Fabián? Es el encargado, lo conozco porque es amigo de Olga, (la amiga de la madre impedida) Es muy simpático y muy atractivo.
Ni a Corina ni a mí se nos pasó que el susodicho Fabián conocía a Viviana más detalladamente y seguro que a Olga también o quizás a las dos a la vez. Ya volvíamos a casa cuando pasamos por una heladería, a Elena le apeteció tomarse un helado, hacía mucho tiempo que en España acostumbrábamos a tomarnos unas terrinas de varios sabores en una heladería italiana. Estacionamos el coche cerca y paseando estrenamos el cochecito de Javi, las tres estaban encantadoras a cual de ella más bellas. Corina se había arreglado para salir con el niño, mi mujer recién peinada y con uno de su mejores vestidos y Viviana como de costumbre, la oportunidad parecía preparada porque de una tienda de mate salió mi amigo, casi nos topamos con él, Corina enseguida le reconoció y yo me alegré pues era una ocasión ideal para presentarle a Elena, a Viviana ya la conocía de otra vez anterior.
¡Qué casualidad Pepe, siempre que le veo está bien acompañado pero en esta ocasión se ha esmerado!
Hola buenas tardes, me alegro en encontrarle, aprovecho para presentarle a mi señora Elena, bueno, en confianza se llama Concha pero… ya sabe. Mi nuera Corina, su madre Viviana y el más guapo de todos, el pequeñín Javi, mi nieto.
No le discuto que el más guapo sea Javi pero que las damas lo sean menos… son tres señoras impresionantes.
En eso estamos totalmente de acuerdo.
Las tres mujeres se rieron ante la competencia con Javi y sus risas iluminaron la calle, algunos transeúntes se volvieron comentando lo bellas que eran las tres. Nos despedimos del caballero y tuve que explicarles que nos veíamos a veces en el parque, Corina aprovechó para recalcar a Elena cómo me había integrado yo.
Llevé a Viviana a su casa de vuelta pero insistió tanto que pasamos todos, mi mujer no había estado y quedó impresionada, aun no siendo grande, la casa estaba amueblada muy acorde al carácter de Viviana, cortinajes, muebles y decoración demasiado abigarrada para mi gusto y mucho más para Concha pero la madre de Corina se encontraba como pez en el agua, se empeñó en invitarnos y en una mesita baja tomamos unos refrescos, le ayudé a sacarlos de la cocina y mientras estábamos protegidos por la puerta abierta del frigorífico me rodeó con los brazos y me dio un beso en el cuello mientras susurraba.
Qué pena que no estemos solos, te iba a chupar hasta la sangre, jajaja.
Me conformaría con la pija, jajaja.
No seas vulgar, se dice pene.
Creí que no me habías entendido, yo lo llamo polla, si no te gusta…
Está bien vos ganás, le llamaré polla si querés.
Lo que quiero es que me la comas.
Y yo también pero tenemos muchos testigos, si se enterara Elena…
¿Y si se enterara Corina?
No la nombres, dejémoslo como está, seguro que pronto tengo otra avería en casa.
Ya traigo yo la herramienta, jajaja.
Eso, esa polla tan gorda que tienes guardada.
Antes de salir al salón y, aprovechando que yo tenía las manos ocupadas aún, me agarró la verga por encima del pantalón y la apretó con ganas.
¡Ah! Pepe, tengo buenas noticias para vos, mi amiga Olga me ha dicho que sos muy buena persona, que está encantada con la muchacha que le recomendaste y que quiere agradecértelo, no sería mala idea que te pases un día que no tengas prisa y charláis un rato, su madre es muy simpática.
Me alegro que se hayan entendido, la chica me pareció muy buena gente y profesional, el poco rato que estuve hablando con la madre de Olga me causó una grata opinión, tiene mis mismos gustos, igual vamos Elena y yo una tarde.
¡Ah! no, a mi no me metas en tus compromisos, yo estoy muy bien en casa con mi nieto Javi, ve tú solo.
Corina me miró admirada con qué facilidad se estaba fraguando una cita que nadie sabía cómo podía acabar, ella conocía a Olga, la había visto con su madre y eran tal para cual.
Entonces estupendo, ya le diré a Olga que irás y puede que algún día te acompañe yo también, somos muy buenas amigas y hace mucho que no la veo.
A Viviana no le gustaba dejar las cosas para otro día y a la mañana siguiente me dijo que casualmente Olga iba a estar en su casa por la tarde y le venía muy bien si me acercaba por allí.
Mi mujer fue la primera que me animó, le encantaba que la gente me apreciara y hasta ahora todo eran muestras de amistad lo que recibía. Para ir a su casa me arreglé lo suficiente pues conociéndola un poco imaginé que sería igual que Viviana, a una hora prudente me fui paseando, la tarde era buena aunque el cielo estaba gris, al pasar por el parque me fijé pero no vi a nadie conocido, mi amigo estaría haciendo la siesta o tomando un mate en casa, llamé a la puerta y me abrió Magda, la chica que había ayudado a encontrar trabajo estaba desconocida, se había arreglado el cabello, pintado levemente y dado que era linda al natural estaba muy guapa, además el vestido que llevaba, regalo de Olga, le sentaba precioso haciéndole una figura muy atractiva. Nada más verme me dejó pasar y mirando a su alrededor me dio un beso pero no el clásico beso argentino, bueno si era argentino pero no clásico, me comió la boca literalmente.
Hola Pepe tenía ganas de hacerlo, estoy muy contenta de que nos hayamos conocido, me has hecho un favor inmenso, has cambiado mi vida y de lo que vos sabés ya no hay nada y mis hijos tienen todo lo que necesitan.
Me alegro mucho de saberlo, me haces muy feliz, no te merecías esa vida y… gracias por el recibimiento.
Jajaja, no es nada… para lo que me gustaría.
He venido en una visita de cortesía, el día que nos conocimos apenas hablé con Olga y su madre y ella está muy contenta contigo y conmigo por haberte traído.
No me extraña nada, Olga es muy… especial, ya la conocerás pero nada tímida, lo irás viendo, deberías tener cuidado o pronto estarás en su cama, jajaja.
Mmm, que negro me lo pones, me refugiaré en su madre.
¿En su madre? La señora Cati me parece que es igual que su hija o más, ya lo verás.
¿Qué quieres decir?
Pues que le gustan los hombres más que un caramelo a un niño.
Por favor… si está impedida…
Sí pero sólo de las piernas, jajaja y te puedo decir un secreto, la he arreglado muchas veces y tiene un cuerpo que ya quisiera yo para mí.
No digas eso, si tú estás buenísima y hoy especialmente guapa.
Que galante pero no te miento, tiene unos pechos y un… ya sabes…
Jajaja, gracias por avisarme pero no hay peligro, a mi edad ya…
Pepe no te burles de mi, que ya he catado lo que es tu vejez, jajaja.
Desde dentro preguntaron quien había llegado y Magda tuvo que cortar la conversación, era Cati que con los cuidados de Magda ya se había sentado en una silla de ruedas y estaba en la salita leyendo revistas del corazón, se alegró de verme incluso hizo mención de levantarse para darme un beso pero se acordó que no podía, me agaché para dárselo yo, olía muy bien a perfume caro y por un breve momento pude ver que Magda tenía razón, por el amplio escote de su vestido se veían dos globos que se juntaban oprimidos y se perdían en la oscuridad del canalillo.
Me senté frente a ella y estuvimos hablando sobre todo ella, de lo que había cambiado su calidad de vida, ahora estaba muy bien cuidada en todos los aspectos e incluso la chica había conseguido perder el miedo y hacerle sentar en una silla para que saliera de su cama y poder estar por la casa, incluso le había prometido dar un paseo por la calle, al momento apareció Magda, traía en una bandeja unas bebidas, yo tomé algo por compromiso y después la chica se despidió pues era hora de atender a sus hijos, cuando nos separamos me dio un casto beso pero me cogió la mano y se la puso en una teta apretándola, además de su dureza aprecié que llevaba un sujetador corto de tul que no deformaba nada su pecho.
La bajada desde el piso de arriba de Olga fue triunfal, sus ojos verdes, su piel morena con el pelo corto le daba un aire de adolescente traviesa pero muy sensual, la forma de andar y moverse le daba un aspecto felino, miré a su madre y le advertí una expresión de orgullo pero mezclado con un poco de envidia y un mucho de rivalidad.
Olga me acaparó en unos minutos, me envolvía con su forma de hablar y moverse, tenía facilidad para tratar con personas, sobre todo con hombres y manoseaba sin cesar, sin llegar a ser caricias sabía rozar las manos o la cara con cualquier excusa, imaginé que haría buena pareja con Viviana, las dos juntas serían una mezcla explosiva, no dejaba entrar en la conversación a su madre que lo intentaba por todos los medios hasta que encontró la excusa perfecta cuando me dijo que antes viajaba mucho con Viviana y que tenía un álbum de fotos de las dos por el Caribe, por supuesto me “sugirió”verlo en su casa de arriba, su madre se quedó con la cara triste mientras subía detrás de Olga por la empinada escalera. Como los escalones eran altos las caderas de Olga al subir delante de mí hacían balancear la ancha y corta falda, aunque no hubiera querido (que no era el caso)le habría visto hasta las bragas blancas que llevaba, se le metían entre las nalgas enseñando de paso los dos glúteos redondos y duros.
El piso que se había decorado para ella sola, su madre se habría asustado al verlo si pudiera, era propio de un harén oriental, rodeando las paredes una serie de sofás en los que era imposible sentarse si no te tumbabas hacia atrás, frente a ellos una colección de pubs redondos tapizados al estilo turco, en las paredes tapices y cuadros alegóricos a bellas odaliscas rodeadas de admiradores enjoyados, algunos libros de temática erótica y no había prácticamente muebles, luces indirectas con alguna mesita distribuida con cachimbas o pipas de agua, en otras bombillas de mate de diferentes colores, todo digno de una película de “Las Mil y Una Noche”.
De no sé dónde sacó el consabido álbum pero me hizo sentar primero y tumbar después sobre el sofá y pegando su cara a la mía estuvo explicándome con todo detalle cada foto. En el breve instante que desapareció para traer las fotografías se había cambiado la blusa, la falda no porque ya era bastante corta, pero la blusa con un escote de barca que se extendía de hombro a hombro, el aroma del perfume no era tan fuerte como el de su madre pero a distancia tan corta embriagaba y más porque salía potenciado entre el calor de sus tetas.
Tengo que reconocer que las dos amigas sabían vivir, en los paisajes más idílicos se hacían las más dispares fotos, sobre todo cambiándose de bikini constantemente, en alguna de ella aprovechando de la soledad de la playa se habían quitado la parte de arriba, Olga hacía como que no me dejaba verlas pero luego con cualquier excusa para enseñarme algún detalle me las dejaba admirar, en una de ellas se habían fotografiado una a la otra mirándose al espejo de la habitación del hotel, por el reflejo se podían ver con todo lujo de detalle por delante y por detrás, con unos años menos eran dos bellezas esculturales tenían las dos unos cuerpos de infarto y rivalizaban en posturas más o menos provocativas, no dejaban nada a la imaginación, las tetas eran con primeros planos enseñando los grandes pezones en un zoom brutal y las posturas agachadas desde atrás dejaban ver los labios abiertos enmarcados en sus culos.
Para dar más detalle amenizaba el relato contando las aventuras y las preferencia de posturas haciendo sexo con algún efebo nativo, yo que no era ajeno a la cercanía de la hembra ya estaba un poco alterado, a la explicación detallada de cada foto me preguntaba si había cambiado mucho con los años pasados, para ello se estiraba la blusa ciñéndosela al cuerpo, se levantaba la falda hasta justo donde empezaba el pubis y me hacía tocar los muslos para que apreciara su tersura.
Yo me resistía a ceder a sus encantos, consideraba que en un primer contacto y con su madre pendiente de lo que pasaba arriba era un poco arriesgado pero ella me buscaba por todos lados hasta que gastó el último cartucho.
Pepe, Viviana me ha contado que cogés mucho y bien, no me resisto a probar de hacerlo contigo.
Ejem… Olga, me halagas pero te puedo asegurar que Viviana exagera.
Permíteme dudarlo, conozco a mi amiga, hemos hecho muchas travesuras juntas y sé que cuando dice eso de un hombre, no me engaña.
No creas, sólo intento que ella lo pase bien.
También me ha dicho que la tratas como nadie lo había hecho y eso la pone muy perra.
Sólo que no me dejo dominar.
Pepe ¿te gusto?,
No estás mal Olga, nada mal te lo aseguro.
¿Te gustaría cogerme?, haré lo que vos queráis, cógeme.
Mujer así en frio…
¿Te parece que esto está frio?
Olga se levantó y se subió las faldas a la cabeza, no me había fijado pero se había quitado las bragas antes de venir al sofá, el coño lo tenía recortado en un triángulo perfecto de vello corto, lo suficiente para rozar el capullo y hacerlo prender como una cerilla, sin bajar la falda se la soltó y la quitó por la cabeza, de paso se sacó la blusa quedando sólo con el sujetador, aún quiso dar otra exhibición y volviéndose de espaldas a mí se agacho y separando las piernas tocó con las palmas de las manos en el suelo, la consecuencia de la demostración de agilidad fue que tanto el culo como el coño se abrieron mostrando sus excelencias, de paso las tetas al agacharse tanto se salieron de las copas quedando colgando con el sujetador arrugado debajo de ellas.
Le di un silbido de admiración y ella volvió hacia mí la cabeza…
¿Te das cuenta lo flexible que estoy todavía? Hago yoga.
Me has sorprendido, ¡qué manejable te veo!
Puedo hacer lo que quieras…
No soy entendido pero ¿podrías cogerte los tobillos con las manos sin levantarte?
Muy fácil, mira.
¡Oh! y ¿puedes andar hacia atrás sin soltar los tobillos?
¿Así?
Exacto, acércate a mí.
Olga se acercó a mi andando hacia atrás hasta quedar a pocos centímetros de mi cara, sentía el olor a sales de baño caras, estaba perfumada, como recién salida de la bañera y entre los labios del coño se apreciaba la piel rosada y brillante. La chica hacía todo lo posible para provocarme, Viviana le había contado con pelos y señales los encuentros que habíamos tenido e imagino que en alguna ocasión habían compartido más de una polla y no sería de extrañar que una de ellas fuera la de mi hijo Javier, una idea un poco morbosa me vino a la mente, parecía que le gustaba el juego de dominio como a su amiga y le dije seriamente.
Escúchame bien Olga, no quiero que te muevas de cómo estás, si no me marcho por donde he venido.
No Pepe, haré lo que me mandes, como Viviana, ¿te gusta así como estoy?
Sí pero no te muevas.
Sin levantarme del sofá acerqué la cara a sus nalgas y sacando la lengua le fui abriendo los labios del coño de principio a fin, dejé para el final el clítoris que asomaba hinchado y cuando lo atrapé con los dientes chilló, no le hice daño, simplemente lo sujeté para que mi lengua lo descapullara, la tomé por las caderas para que aguantara el equilibrio y terminé de lamerle hasta el culo, me pareció que no se lo esperaba pues hizo un amago de extrañeza pero la aquieté con una palmada en la nalga, ya suspiraba y gemía calladamente cuando me levanté y abrí la bragueta, la polla me molestaba en mala postura y pedía libertad, se la di a medias, sólo saqué del pantalón la polla y los huevos me apoyé en ella y la atraje hacia mí, la alineación era perfecta y entré directo y hasta adentro por completo.
Levantó la cabeza sintiéndome clavado a ella me pidió que la dejara incorporarse, no lo consentí y como única gracia le despasé el cierre del sujetador que le apretaba plegado debajo de las tetas, a cualquier intento de soltar los tobillos la daba un cachete en el culo, después de varios comprendió que ese iba a ser mi estreno y empezó a mover la cintura recreándose con mi grueso falo, me pareció que ese cuerpo se merecía todo, por la espalda en el canal que nacía de la cintura hasta el cuello, resbalaban gotas de sudor y por los lados asomaban balanceándose las tetas que le colgaban, mis manos se aferraron a su cintura, la tenía estrecha y le hacía una bonita figura de guitarra española, le puse los pulgares en los hoyuelos de las caderas y escupí entre las nalgas, tuve que repetirlo pues las tenía tan juntas que no llegaba adonde yo quería, Olga lo intuyó un poco tarde e intentó zafarse de mí.
No Pepe, eso no, nunca me lo han hecho, ni con la mejor pija caribeña.
¿Qué, Viviana no te había contado esta parte?
Sí pero no le creí, pensé que era para darme envidia.
Pues va a ser al contrario, ahora se la podrás dar tú a ella.
Ya no replicó, sólo gritó, no era un grito desgarrador ni mucho menos, era una combinación de sorpresa, dolor y ansiedad porque le partiera el culo, la voz de Cati se oyó desde abajo, la mujer había movido la silla de ruedas hasta el principio de la escalera y estaba atenta a lo que estaba ocurriendo arriba, apenas oía nada pero el grito de su hija sí.
Olga ¿estás bien, te pasa algo?
Siiiií mamá o nooo mamá, estoy muy bien no te preocupes, estoy encantada.
La corta conversación con su madre la distrajo lo suficiente para que no notara tanto la entrada del capullo, cuando volvió la cabeza para mí dijo…
Bueno Pepe, puedes empezar, ya me he preparado.
Pues ya la tienes adentro, ¿no te has dado cuenta?
¿Sí? Pues no ha sido para tanto, sigue, méteme más pero con cuidado.
Te parecerá poco cuando la tengas toda adentro...
Y así fue, seguía pidiendo más y más, los huevos pegados a su coño hacían tope y sólo me quedó el recurso de acariciarle el clítoris hasta que se corrió, no pudo mantener mis órdenes, soltó los tobillos y apoyó las palmas en el suelo, ya me iba a correr en su culo cuando se movió tanto que me salí, no quise volver a empezar y cuando la volví a atraer hacia mí me hundí en su coño, gimió y suspiró hondo pero agradeció el calor de mi semen cuando la llené. Le di dos palmadas con las dos manos a la vez dándole permiso para levantarse, se dio la vuelta y me abrazó.
No te preocupes ya hace tiempo que no me baja la regla.
Se arrodilló y me lamió la polla hasta dejarla limpia.
El pene te ha quedado limpio pero el pantalón tiene un círculo en la bragueta de mi flujo, quítatelo o te lo van a notar en casa.
Me miré y me acojoné, con todos los movimientos, el coño de Olga emanando jugos y leche me habían hecho una mancha redonda como la palma de la mano, reconocí la razón de Olga y me quité el pantalón, me sorprendió la resolución que tuvo, puso una toalla en una mesa y con una plancha de viaje me secó el cerco en un momento, yo se lo agradecí acariciándole por detrás las tetas mientras planchaba con los brazos ahuecados, al volverse para entregarme los pantalones secos fui yo quien se arrodillo frente a ella y le chupé los dos pezones hasta dejarle marcas violetas en ellos.
Cuando bajé su madre estaba aún al pié de la escalera, intentaba volver a la mesa pero se había enredado la rueda en la alfombra y no pudo disimular, desde arriba la voz de Olga me despidió, todavía estaba desnuda, por los muslos le escurría aún los restos de su néctar y del mío.
Perdona que no baje a despedirte Pepe, estoy un poco mareada.
Cati agradeció que le desenredara de la alfombra y me acompañó a la puerta…
Gracias por la visita Pepe pero me gustaría que volvieras pronto, me encantaría tener una tertulia contigo pero… procuraré que no esté Olga, jajaja.
Me agaché para darle un beso pero me dio dos y un piquito en los labios de propina.
Cada vez me gustan más las costumbres españolas.
Continuará
Agradezco sus opiniones.
Gracias.
2 comentarios - Viaje de jubilado a la argentina 11