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Viaje de jubilado a la argentina 10

 
                                                 A partir de ese momento Corina cambió sutilmente, se hizo más “madraza”, estaba más encariñada con Javi si esto pudiera ser posible, le hablaba como a una persona mayor y sobre todo le hacía reflexiones sobre su yayo Pepe, me sorprendió agradablemente que se uniera a Elena en querer enseñarle que sus primeras palabras fueran mi nombre y todo esto que parecían alucinaciones mías me las confirmó Elena en nuestro “confesionario” íntimo, como era ya costumbre en la cama con las piernas entrelazadas tumbados de lado y con la polla dentro de mi mujer con un suave vaivén a la vez que íbamos reflexionando e intercambiando sensaciones.
Pepe ¿te has fijado en Corina últimamente?
No especialmente, como siempre, ¿le ocurre algo?
Tú siempre tan despistado… claro que le ocurre y lo malo es que no se qué es.
Si no te explicas mejor…
No sé… la veo muy cariñosa con Javi, debe ser porque ya no es tan bebé, ya reacciona, sonríe, quiere hablar y chapurrea cosas, se hace entender pero lo que más me ha llamado la atención es que quiere enseñarle a decir “yayo Pepe” y lo lógico es que fuera papá o mamá, como todo el mundo.
Es una chica muy cariñosa, imagino que como nosotros estamos tan pendiente del niño quiere agasajarnos con esos detalles.
Puede ser pero una cosa tan importante como las primeras palabras…
No va a decir primero yaya Viviana… con lo complicado que es hasta para mí.
Espero que a nuestro hijo no le sepa mal.
Yo creo que ni se dará cuenta.
                                                 Como era de esperar mi mujer levantó una pierna y se acomodó mi polla lo más hondo posible y acariciándose el clítoris se corrió silenciosamente, yo me moví procurando que me sintiera profundamente y me corrí con ella.
                                                 Con la confirmación de Elena me fijé mucho más, Corina era una mujer extremadamente inteligente, había pasado de la fogosidad desatada de mostrarme cuando podía el coño o las tetas a recordarme en cualquier momento con apenas un gesto que me tenía en su cabeza, se mordía el labio o movía la lengua dentro de la mejilla mostrando un bulto imitando a mi polla en su boca o juntando sus tetas y apretando los pezones haciéndoles chorrear, todo esto conseguía que mi polla, tras años de apatía, ahora siempre estaba deseando entrar en acción.
                                                 Por la mañana tuvimos la visita sorpresa de Viviana, la mujer venía sofocada, al parecer tenía otro “problema”, cuando supimos cual Corina y yo nos miramos, mi nuera me hizo un gesto de lo más significativo, “ya sabes lo que te toca”, en cambio mi mujer me recriminó que no me ofreciera inmediatamente a solucionarle el “grave” problema que tenía, que la alcachofa de la ducha se había embozado de cal y sólo caía un hilillo de agua, para más datos sacó de una bolsa de papel de una perfumería que había comprado un desodorante, porque no se había duchado y un bote grande de crema hidratante, del desodorante no hicimos caso pero de la crema, mi nuera y yo ya sabíamos su utilidad y con la cantidad que traía no era para una visita aislada. Elena en su ignorancia se puso un poco en las manos y comprobó la suavidad y lo bien que lubricaba, resbalaba tanto que hasta el anillo se le salía solo, Viviana estaba contenta con la compra que había hecho.
                                                 Quedé para ir por la tarde nada más comer, se ofreció a venir a buscarme pero lo desestimé, no quería que se me “cortara la digestión”, de camino vi sentado en la terraza de una panadería al caballero canoso, estaba con su mate y leía la prensa, había salido a comprar pastas para su mujer, me gustó el establecimiento, se llamaba Panadería la Maga y en la sombra se estaba muy bien, daba a cuatro calles y corría el aire muy bueno supongo que lo de Buenos Aíres tendría su lógica, el caballero se levantó nada más verme y me invitó a acompañarle, enseguida encargó un café para mí y me ofreció un cigarrillo, le miré reprobándole el vicio, no sólo del mate sino del tabaco, me contestó que los dos eran muy argentinos y me dejó sin respuesta.
                                                 La pregunta que temía no llegó directa, simplemente fue un comentario al aire.
Parece que en La Argentina se crían buenas hembras… ¿no cree?
Está claro que no puedo rebatirle nunca, sus palabras parecen sentencias de juez aunque no sé por qué lo dice, jajaja
Amigo… he nacido aquí cerca y aunque he vivido mucho y de todo tipo de actividades no había visto a un hombre, para más datos , español, con semejante selección de mujeres bonitas, y sobre todo jóvenes, porque no me va a decir que las dos hembras que llevaba agarradas de la cintura el otro día eran viejitas… y al parecer iban más que satisfechas… y el otro día la muchacha del auto parecía Blanca Nieves saliendo de la calabaza, ¡que porte!, ¡que belleza de mujer!, además, se notaba que estaba por vos o por ti o como te guste, me tengo por imaginativo pero no quiero pensar o imaginar de dónde venían… no, no me lo digas, prefiero no saberlo o no dormiré esta noche. Jajaja.
                                                 Intenté contarle la historia del dependiente y la sillita pero el caballero llevaba demasiados kilómetros a la espalda para tragarse la píldora, lo dejé con la intriga pues no le iba a dar detalles, en algún momento podría conocer a alguna acompañante y ponerme en una situación violenta, solamente le dije que iba de paso a casa de mi consuegra a solucionarle un problemilla, bajo el bigote esbozó una sonrisa socarrona y dio una chupada a la pipa del mate que ellos llaman “bombilla”.
                                                 Me despedí agradeciéndole la invitación del café y me fui paseando a casa de Viviana, no tenía idea de lo que me esperaba al llegar, aunque sin saber los detalles imaginaba el final. El recibimiento fue de lo más sugerente, unos pantalones de licra tan ceñidos que se le abrían las costuras, el coño se le marcaba sin agacharse y una blusa súper holgada como contraste, a cualquier movimiento tanto por el escote o por la sisa de la mangas se asomaban los dos pechos sueltos, me dio dos besos, según ella se había contagiado ya de la costumbre española pero en realidad fue uno corrido de mejilla a mejilla pasando por la boca, por supuesto y tan pegada a mí que parecía que llevaba yo un tatuaje de su cuerpo.
                                                 Ya tenía preparada la caja de herramientas sobre una mesa, junto a ellas el frasco de crema y una sábana sobre todo el sofá “para no mancharlo”, se ofreció a quitarme la camisa para que mi mujer no protestara y puesto ya, los pantalones también, de atrás del sofá sacó un paquete, lo desenvolvió y me enseñó un traje de judoca, me dio risa, no me lo podía creer pero insistió porque según ella era muy varonil y era el que mandaba en su casa, por deferencia a ella me lo puse quitándome los calzoncillos también, ella tuvo el honor de atarme el cinturón negro, por supuesto abrazándome por la cintura y, de paso, enseñándome las tetas, alegando poca habilidad se arrodilló frente a mí y palpó disimuladamente la polla para ir poniéndola en forma, no debió hacerlo porque le obligué a terminar lo que había empezado, el pantalón cayó y la polla desapareció en su boca, literalmente se la follé, se fue endureciendo en ella pero cuando ya no pudo acogerla toda dio palmadas en el suelo pidiendo tiempo, le lloraban los ojos por el esfuerzo.
                                                 Con el dedo lo hice señas para que se diera la vuelta, obediente se puso de rodillas en el asiento del sofá apoyando la cabeza en el respaldo mientras se separaba las nalgas y me señalaba la crema, ya asumía que primero le iba a llenar el culo pero le hice desearlo, estuve paseando mi verga a todo lo largo de sus labios, le presionaba el clítoris hasta que saltaba forzado por la presión, le abría los labios menores hasta hacerle creer que iba a entrar, cuando llegaba al ano arqueaba los riñones para recibirme, ya gemía nada más imaginarlo pero yo, apretado a su culo y cogido a sus tetas pendulares, me entretenía cómodamente, se lo hice desear durante muchos minutos ella culeaba buscándome para recibirme, lo temía pero en su resignación lo deseaba ardientemente, suponía que era mi postura preferida y estaba decidida a obedecerme. 
                                                 Cuando presionaba untado de crema en su agujero intentaba huir sabiendo que iba a entrar con decisión por eso, preferí que bajara del sofá y se inclinara en el reposabrazos con la cabeza en el asiento, así no tenía posibilidad de huir, lo comprendió en cuanto me puse detrás, sus muslos hacían tope en el mueble y su esfínter estaba lo suficientemente dilatado y lubricado para intentar cualquier resistencia. Viviana optó por lo más práctico se separó los cachetes y se relajó, gimiendo aún antes de presionar me recibió con gusto, me animaba y me informaba sobre mis progresos.
Uff, Pepe, ya me está entrando, me duele un poco pero sigue… huy, ya me ha entrado la cabeza, tenés una cabezota, que gruesa y dura está hoy Pepe, uff, uff, despacio, despacio pero no te pares, sigue hasta bien adentro… por favor movete Pepe, movete y no pares, dame con ganas Pepe, lléname, haceme bien la cola.
                                                 Me gustaba ver las caderas redondas de Viviana, en su madurez se conservaba muy bien y el brillo de su espalda perlada de gotitas de sudor me animaba a seguir clavándole la polla hasta adentro de golpe, el ruido que hacía al entrar y salir semejaba a un embolo perdiendo presión por la junta. Ella estaba resignada a ser enculada pero quise sorprenderla, mi intención secreta era tenerla siempre en vilo, me había hecho padecer con su indecisión bastante tiempo y ahora que se había rendido a mi polla quería mantener el suspenso.
                                                 Con los brazos extendidos sobre el asiento y las piernas abiertas sin tocar el suelo acusaba mis embestidas gimiendo y jadeando al sentirse llena, en mi entusiasmo me salí sin querer y al volver a entrar lo hice en el coño, un suspiro profundo salió de su garganta y ya que estaba allí tan a gusto o más que en su trasero me apliqué con más fuerza.
Gracias Pepe, así me gusta más, siento en cada pliegue el rozar de tu anillo, méteme todo lo que tengas, lléname toda con tu pene gordo... ¡Ayy, por Dios, qué pedazo de pija!...
 
                                                 La altiva Viviana estaba desatada, no sabía cómo ponerse para aprovechar mi polla, yo habría querido tener un buen tamaño para complacerla, envidiaba aquellos miembros que veía en internet en mi casa, siempre me parecieron producto de trucos ópticos pero aún así le habría ofrecido uno de aquellos al coño de Viviana, en esos dilemas estaba pensando cuando Viviana me quitó la idea.
Pepe me corro, me encanta tu pija tan gruesa, mejor que la larga de Javier y además sabés cómo usarla, no puedo aguantar más, no aguanto, me corroooo.
                                                 Aun sin poder moverse mucho agitaba los brazos y encogía las piernas apoyándose solamente de la cintura sobre el reposabrazos como el nivel de una balanza, tanto me gustó que presentí que iba a eyacular pronto y se lo dije.
Viviana me voy a correr también, te voy a llenar el coño de leche, estate quieta por favor, me vas a romper la polla.
Nooo, no te corras adentro de mi concha, espera, hacelo en mis tetas, me hace sentir mejor.
                                                 Realmente a mi me daba lo mismo, era seguir hundiéndome en su cálida cueva o sacarla y meterla entre sus tetas pero a ella la hacía sentir mejor como decía, se dio la vuelta y esperó a que me pusiera sentado sobre su estómago, ella se encargó de todo, abrazó entre los dos pechos mi verga sujetándose los pezones y las movía de arriba abajo haciéndola desaparecer o asomar el capullo, estaba pendiente de él y cuando notó las pulsaciones y la tirantez del glande se lo acercó a la boca y recibió casi todas las descargas, las que no, cayeron entre los pechos que luego esparció una contra la otra, pasé por encima de ella camino de sentarme en el sofá pasaba a gatas sobre ella pero me atrapó dejándome limpio de semen y brillante de saliva, se relamía cuando terminó y me dejó sentarme a su lado.
Viviana cuando has dicho que te gusta mi polla más que la de mi hijo ¿era verdad?
Lo siento Pepe, se me escapó… pero es cierto, Javier tiene una forma de coger bastante… personal, tengo que reconocer que tiene un pene grande y hermoso, él sabe que me gusta mucho coger y cuando viene cogemos siempre pero parece ausente y cuando se corre, lo da todo por terminado, acaba y punto, vos sos más atento conmigo y me haces correr antes y con más ganas, es un detalle que te agradezco. Al principio me sentía muy mal porque estaba cogiendo con el marido de mi hija pero de la forma que lo hace no lo considero un engaño, si no lo hace conmigo lo hará con otra y yo lo cuido más. Me da vergüenza contarte todo esto pero lo hago para que me comprendas un poco y no me consideres una mujer… digamos… fácil.
No te preocupes, me gusta que me lo hayas contado, ahora estoy más tranquilo, por ti y por mí.
Gracias eres todo un caballero, me alegro por Elena, estoy convencida o sé que puedes meter la polla donde sea que tu corazón siempre está con ella.
Tú también eres una mujer encantadora y… follas como los ángeles.
¡Mira vos, nadie me lo había dicho! pero gracias.
Y… ¿qué tal si arreglo la ducha?
¡Ah! Tranquilo he comprado otra nueva, si querés la cambiás y la otra la tiro, ya está amortizada y si tenés ganas la estrenamos los dos juntos.
Como quieras pero no me hagas ponerme otra vez el traje de judoca, jajaja.
Jajaja, lo siento, era una broma que te hacía, me gustás como estás, desnudo y con el pito parado.
                                                 La reparación de la ducha fue efectivamente como dijo Viviana, desenroscar una y colocar la otra, desnudos los dos recibimos el chorro nuevo, abrazados y con sus tetas de por medio que no dejaban correr el agua más abajo, tampoco hacía falta, mi polla entre sus labios se movía lentamente y cuando levantó una pierna y la apoyó en la pared se coló suavemente hasta la mitad en el primer empujón, en los siguientes desapareció completamente.
                                                                                                                                                     
                                                 Al salir de casa de Viviana pasé de nuevo por la panadería donde había visto a mi amigo, le hubiera contado la visita a Viviana si lo hubiera preguntado pero seguro que no lo habría hecho, era muy discreto aunque a mí me gustaría escucharle alguna de sus muchas aventuras de juventud. A lo mejor en otra ocasión.
                                                 Fui hacia casa y al cruzar las vías del tren por la estación vi en el andén a la chica que había visto llorando en el tren, me acerqué a ella, tenía el semblante triste y no me reconoció al verme, se asustó y me rehuyó un poco, me presenté y le recordé nuestro encuentro. Sin confiar mucho me confesó que su situación laboral lejos de mejorar cada día estaba peor, estaba a punto de ponerse a llorar otra vez y como el tren tardaría un poco la invité a tomar un café, un poco más confiada y con ganas de contar su angustia se lanzó a hablar, me explicó que era enfermera y sólo la llamaban para cubrir faltas por enfermedades o vacaciones y aún así había muchas para estos contratos cortos, también me contó que para más desgracia estaba separada y con dos hijos pequeños, había recurrido a todo, se ofrecía a cuidar enfermos tanto en hospitales o en sus casas. 
                                                 Al contarme todo esto su semblante se ensombreció, en voz baja me confesó que con algunos de los pacientes que estaban mejor físicamente a veces había accedido a hacerles ciertos favores, en algunos sólo era dejarse tocar los pechos pero otros le pedían masturbaciones o incluso coger con ellos, al principio lo hacía por compasión pues eran hombres con largas estancias imposibilitados pero cuando empezaron a agradecerle sus favores con dinero ya no vio tan mal su labor altruista y comenzó a tener una serie de caballeros fieles a los que complacía en sus casas o albergues transitorios, se notaba que no lo hacía a gusto pero su situación había mejorado un poco hasta el próximo contrato.
Lamento oírte contarme todo esto, aunque no te culpo de nada, cualquiera haría lo que fuera para darle qué comer a sus hijos y admiro tu dedicación para luchar contra la desgracia, me gustaría ayudarte aunque no sé cómo pero te prometo que haré lo que sea, no te preocupes.
Muchas gracias, no sabe cómo me alivian sus palabras, si quiere se lo demuestro estando un rato con usted, mire, sólo por decirme esto no le cobraría, lo haría gratis.
No mujer, nada de eso yo no quiero que me agradezcas nada y menos con sexo, aunque reconozco que eres una chica hermosa y muy apetecible, en parte envidio a los hombres que puedes disfrutar del sexo contigo pero no es mi caso, soy muy mayor para ti y te gustarán más jóvenes.
No lo crea, a mi me gustan los hombres que me tratan como una mujer, los que se acuestan conmigo no siempre me gustan pero necesito su dinero.
                                                 El altavoz de la estación anunció la llegada del tren en que iba a subir la chica, ya había dejado pasar uno debido a la charla y el café y debía llegar a su casa. Al despedirnos me dijo que se llamaba Magdalena, Magda para los amigos, a ella le gustó llamarme Pepe mejor que José.
                                                 Por la tarde había decidido no salir, la mañana había sido movidita con Viviana y me apetecía descansar aunque estar jugando con Javi no era descansar precisamente, la sorpresa fue que a media tarde vino Viviana a casa con la excusa de ver a su nieto, como siempre parecía una Pin-up de calendario, un vestido de lo más llamativo con unos tacones altísimos y marcando sus curvas a cada paso que daba, tenía una expresión de estar muy contenta. A su hija no le pasó por alto tanta “alegría” interior y enseguida me miró de reojo, no tuve más remedio que bajar la vista disimulando, esta chica era más lista que un lince. La mujer después de saludar al peque nos comentó que iba a visitar a una amiga que hacía algún tiempo que no veía, vivía cerca por la calle Santo Tomé, no sabía por dónde estaba pero cuando me dijo que había un parque cerca y lo describió como “una plaza”, supuse que estaría por “mi “ parque favorito.
                                                 La conversación no me interesaba nada hasta que ya estaba despidiéndose y comentó de pasada que su amiga no podía salir casi de casa porque tenía que cuidar a su madre impedida, dejé lo que estaba haciendo y me puse alerta, por la cabeza me pasaron un montón de ideas y todas ellas con Magda como protagonista, me propuse buscar a la chica otra vez y proponerle mi idea recién parida, antes de salir Viviana de casa ya conocía mi idea respecto a que una chica profesional se ocupara de cuidar a la madre de su amiga, a ella le encantó pues le permitiría salir más también pues era de su misma forma de ser.
                                                 Al día siguiente probé suerte, no tenía ninguna esperanza de encontrarla y estuve una hora sentado en el andén de la estación de Villa Devoto en la línea del San Martin, mirando cómo pasaban trenes en los dos sentidos, no tuve suerte como era lógico, quizá por eso en uno que iba mucha gente subí, con la tarjeta para viajar podía ir hasta el final, no tenía problema, igual Magda había subido en otra estación pero debía haber subido en la peor hora porque la gente iba hasta de pie.
                                                 Cuando me tocaron en el hombro me dio un vuelco el corazón, había tenido suerte, al volverme esperaba ver la cara bonita de la joven Magda pero me encontré con otra cara tan bonita o más, era Gloria, me miraba con su sonrisa especial, sensual y simpática.
Hola Pepe, ¿Qué pasó, te dedicas a viajar ahora?
Hola Gloria, donde menos me imaginaba encontrarte es aquí, una mujer con el chic y el glamur tuyo no es normal, te va más una carroza de princesa.
Jajaja, que hombre, sos terrible, soy tan mortal como vos, y creo que lo sabés, ya conoces mi textura corporal, ¿o no te acuerdas que tus manos han paseado por mi talla 95?
Sigo opinando que es una 100, mis manos no me engañan.
Jajaja, es una buena discusión.
Para la cual, sólo hay una forma de convencerme, demuéstramelo y se acaba la discusión.
Mmm, eso quisieras y no me desagradaría… pero… hay cosas más difíciles, quizás algún día.
                                                 La suerte estaba de mi lado y en la siguiente estación subió toda una clase de un colegio, una multitud de niños que iban de excursión acompañados de sus maestros, como una tromba nos aplastaron, yo pude evitar que nos golpearan contra la barra de asidero y protegí a Gloria, en un hueco nos quedamos, ella apoyada contra el cristal de la ventanilla y yo empujado con un enjambre de alborotados colegiales, los monitores que los acompañaban les gritaban inútilmente que se portaran bien pero la alegría de la libertad era más fuerte, se empujaban unos contra otros y ellos a mí y yo a Gloria, la mujer ponía en su defensa sus manos para separarnos pero en un frenazo del tren tuvo que sujetarse a la barra y yo me pegué a ella, note en mi pecho los suyos, no me importaba si era una talla 95 o 100, ni si eran naturales u operados, estaban muy duros, suaves y calientes y se hundían contra mí, en un primer momento intentó separarme pero se rindió a la evidencia y quedamos con las caras casi pegadas sobre los hombros de cada uno.
 
Sigo opinando que son una 100, y además subo a una copa C.
De eso nada, es una 95 y copa D.
No lo creo, noto cómo los pezones se marcan y están a punto de salirse de las copas.
Es porque son cortas, me gusta llevarlos medio afuera.
Pues los noto muy duros.
Porque lo están.
Y separados.
Porque los tengo así.
¿No los cambiaron en la operación?
No, me gustan así como están.
A mí también me gustan así.
Lo noto.
¿En qué?
En lo duro que se te está poniendo “tu amigo”.
¿Te molesta?
No, me gusta.
¿Quieres tocarlo?
No, prefiero notarlo entre las piernas.
¿Así o más al centro?
Ya lo tengo en el centro.
¡Ah! Creí que era la pierna.
No, no es precisamente la pierna.
La tienes hinchada.
Mucho y tú también la tienes “hinchada”.
Bastante y aún no lo está del todo.
Joder… Pepe, me estoy mojando.
Me gustaría cogerte.
Y a mí, algún día.
¿Quieres que me la saque?
Lo que quieras.
¿Me la menearás?
No lo sé.
¿No te gustaría?
Si, la tienes muy gruesa.
¿Me dejas tocarte los pechos?
Nos van a ver, hay muchos críos.
Están ocupados jugando.
No tenemos espacio.
No te preocupes, te despaso el sujetador y te lo quito.
¿Cómo me lo vas a quitar?
Por las mangas de la blusa.
¡No me jodas Pepe!, veo que sabes demasiado, dale, animate.
Tienes una espalda para lamerla hasta el culo.
Seguro que te gustaría también.
Claro, te lo iba a llenar de lo que notas ahí adelante.
Ni hablar, por ahí ni lo sueñes.
Te gustaría.
Nunca lo he hecho.
Me encantará ser el primero.
Iluso.
Toma tu sujetador, es precioso, guárdatelo en el bolso.
¿No querés guardarlo vos?
Me gustaría pero no es de la talla de mi novia.
Jajaja, ¡qué pelotudo sos!
Sigo creyendo que las tetas son de la talla 100, te engañaron cuando te las hicieron.
Me habrán crecido.
A mí sí que me crece, ¿lo notas?
Claro, casi me estás metiendo la “puntita”.
Si te subes la falda te la meto entera.
Jajaja, ¿serías capaz?, con todos mirando.
¿No te gustaría coger a escondidas aquí y ahora?
Estás loco.
Por estas tetas que tengo en las manos sí, ¿te gusta cómo te acaricio?
Mucho, tienes unas manos muy suaves y sabes hacerlo.
Si te las comiera aún te gustaría más.
Con la lengua que tienes seguro que sí.
A mí también me gustaría que me comieras la polla.
Que imaginación, lo siento mucho pero no lo vamos a hacer.
                                                 El tren había parado y los críos en manada salieron del vagón, por unos instantes permanecimos pegados hasta que las miradas de los pasajeros nos avisaron que estábamos pegados en un rincón, saqué las manos de la blusa de Gloria como si estuviera intentando quitarle la cartera, ella soltó mi polla, menos mal que no me la había llegado a sacar pero tenía una mancha de líquido pre seminal, en la parada siguiente vi que era Bella Vista, Gloria se estiró la ropa y se dispuso a bajar.
Yo me bajo aquí, ¿vos seguís?
No, me bajo contigo, te acompaño a tu casa si quieres.
Lo siento pero ahora no voy a casa, he venido sólo para recoger el coche en el taller porque le están haciendo una revisión.
Bueno, aunque, si quieres podemos ir luego a tu casa y seguimos hablando.
Jajaja, no loquito, he quedado a comer con mi fotógrafo y una modelo nueva, queremos hacerle una sesión de fotos.
Qué pena, envidio al fotógrafo, seguro que te habrá hecho muchas fotos sexis.
A veces sí, un día te enseñaré mi book, verás mis pechos antes y después de operarme.
El fotógrafo debe ser todo un experto en tetas…
Sí pero Héctor es… un artista, no se fija en los pechos.
Lástima, a mi me gustaría ir haciendo fotos de chicas con buenas tetas.
Jajaja, te desilusionarías porque la modelo nueva creo que no usa ni la talla 80.
¿Tan pocas?
O menos pero en cambio tiene unos pezones tan grandes y en punta que para desfilar se tiene que poner pezoneras porque se marcan en la tela y todos se fijan en ellos en lugar de fijarse en el vestido.
Por lo menos te acompaño hasta el taller, por si te arrepientes.
Jajaja, que insistente, si no fueras tan simpático, te diría “pesado”.
                                                 Íbamos por la calle y con el paso tan garboso que llevaba parecía que bajo la blusa fina tenía una riña de gatos, cuando entramos en el taller me quedé discretamente afuera pero vi como la rodeaban todos los mecánicos incluso el encargado de la oficina, al fin salió ya con el coche.
Sube te llevo a la estación. Ya llego un poco tarde.
¿Seguro que no tienes que recoger nada en tu casa?
Nooo, seguro, jajaja.
¿Y no te vas a poner el sujetador?
No, me gusta ir así de suelta.
Ya hemos llegado, déjame bajar, me estás volviendo loco. Ya lo dije en tono de broma porque me parecía que podría llegar a sentirse un poco agobiada y no quería importunarla con insistencias.
Eres el colmo, jajaja, otro día será, jajaja.
 
 
                                                 La vi marchar, con la mano en el bolsillo del pantalón tuve que posicionarme la polla pues me molestaba para andar y volví a esperar el tren de vuelta. Ahora iba casi vacío, me senté mirando por la ventana, al parar en una estación, de otro tren vi bajar a Magda, rápidamente salté del vagón y la llamé, ya salía cuando la alcancé, sofocado.
Buenos días Magda, estaba buscándote, tengo que hablar contigo.
Hola Pepe, vamos a mi casa, hablaremos más tranquilos.
No quisiera molestar, sólo era darte una noticia, me parece que te interesa.
No es molestia, así sabrás donde vivo y te enseñaré mi casa.
                                                 No quise adelantarle el tema y fuimos andando a su casa, estaba justo detrás de la estación, Magda me enseñó toda la casa, la habitación de los niños con literas y la suya, todo muy ordenado, me enseñó el diploma de su fin de carrera de enfermera y me ofreció un refresco, nos sentamos en el sofá y se quedó esperando. Estaba guapa, no tenía nada que ver con Gloria pero en su sencillez tenía unas facciones bastante lindas, era morena con una melena corta, unos ojos muy expresivos y aunque sólo iba levemente maquillada estaba atractiva, no debía llegar a los 40 años, por lo demás el vestido que llevaba le hacía un tipo normal.
                                                 Le conté lo que había averiguado y la posibilidad de cuidar a una señora impedida, eso para ella era pan comido y por el tipo de personas que eran no deberían pagarle mal, Magda se entusiasmó nada más saberlo, ya en su cabeza bullían un montón de ideas y proyectos, podría hacer muchas cosas por sus hijos y por ella, no sabía cómo agradecérmelo, me quería abrazar, besarme las manos, yo estaba avergonzado, sólo quería ayudarle, nada más pero para ella representaba mucho.
Gracias Pepe, no sé cómo agradecértelo, pídeme lo que quieras, lo que sea de verdad.
No tiene importancia me basta con verte así de contenta.
Por lo menos dejame que te dé un beso.
Vale, eso sí pero en España damos dos.
                                                 Realmente me dio sólo uno pero fue desde una mejilla hasta la otra, al pasar por mi boca se entretuvo mordisqueando mis labios hasta hacerme abrirlos y buscó mi lengua, fue una sensación maravillosa, los labios tiernos de la chica y su ávida lengua dentro de mi boca retorciéndose con la mía, me fue empujando sobre el sofá hasta tenerme tumbado debajo de ella, siguió besándome sin parar, era un beso eterno, parte de agradecimiento y parte de entrega voluntaria lejos de obligaciones, se tumbó sobre mi sujetándome la cara y besándome en toda ella, mis manos quisieron sujetarla para que no se cayera y la cogieron del estómago, un poco más arriba noté el contorno del sujetador, al tacto no se parecía en nada al que le había quitado a Gloria un rato antes, éste era de tela normal, posiblemente comprado en algún mercadillo pero cuando notó mis manos sobre él se encogió ahuecándolo dejó que salieran sus tetas por debajo quedando la prenda casi en su cuello.
                                                 El vestido sencillo que llevaba me había engañado, el par de tetas que ahora tenía en las manos eran preciosas, pesaban y me llenaban los dedos, entre ellos se incrustaron los pezones que pellizqué haciéndole suspirar.
Magda, déjame comerte el coño.
No Pepe hoy no, vengo de estar con un cliente, no tenía dinero para dar de cenar a mis hijos, seguramente aún tendré “algo” de su leche adentro y no sería justa contigo pero te prometo que será el último, a partir de ahora ya no tendré que consolar a nadie.
                                                 La chica quiso compensarme y me sacó la polla, me descubrió el glande y quiso metérselo en la boca.
No por favor Magda, no quiero que te sientas obligada conmigo.
                                                 Ella volvió a besarme como antes o más ardientemente, se sentó sobre mí y se ladeó las bragas, se mojó con saliva y se dejó caer sobre mí. Noté como entraba en ella, cerró los ojos con fuerza sintiéndome entrar y suspiró cuando ya estaba encima, puse mi mano entre sus labios, quise acariciar su clítoris y lo encontré duro entre sus labios cerrados pero no toqué el tronco de mi polla, alargué los dedos y no lo encontré en su vagina, un poco más allá, estaba clavado en su culo, la chica había preferido tenerme a mi sólo para ella y había elegido su culo sin apenas lubricar, se lo compensé corriéndome dentro de él, mi leche sirvió de lubricante que Marga agradeció con un orgasmo como hacía mucho que no gozaba, estuvo unos minutos con los ojos cerrados sintiendo todas las sensaciones que le sacudían, era un orgasmo íntimo, sólo para ella y muy merecido.
                                                 Sin sacarse mi polla se irguió y se fue sacando la ropa por la cabeza, la camisa, la falda, el sujetador, solamente se quedó con las bragas blancas de medio lado porque no pudo, me cogió las manos y las llevó a sus pechos, las fue guiando acariciándolos sujetándome los dedos entrelazados, mientras se iba moviendo con la cadera manteniéndome la polla dura dentro de ella, la chica no lo sabía pero me había vaciado por ella y por Gloria a la vez, la rubia tenía la virtud de ponerme como un burro pero no terminaba de decidirse y Marga se benefició de ello.
                                                 Con la aprobación entusiasta de Magda y después de agradecérmelo de antemano nos adecentamos y salimos en dirección a la estación para ir a casa de la amiga de Viviana, ésta me había dado una tarjeta de presentación a la vez que le había contado mi idea, la mujer se había ilusionado también, acostumbrada a vivir sin ataduras pues estaba también divorciada ahora se veía obligada a estar casi constantemente con su madre, al no estar lejos de mi estación decidimos ir paseando, las calles estaban muy animadas de gente, los comercios con bastante afluencia de clientes y se respiraba un ambiente de actividad.
                                                 No sé porqué, será porque soy animal de costumbres pasamos por el parque tan frecuentado por mí, me alegré al ver a mi amigo tomando su mate, a su lado un libro con una señal por donde iba la lectura, me vio desde lejos y ya me sonreía socarronamente al verme acompañado por la bella enfermera, se la presenté y muy amable le dijo que había tenido suerte conmigo, ya que yo era una persona muy amigable y otras lindezas, por mi parte le expliqué a Magda que este caballero era mi mejor amigo en Argentina, que era muy culto y con cierta doble intención que Marga comprendió enseguida también le dije que me gustaría que lo considerara igual que a mí, pues me había demostrado ser tan comprometido con buenas obras como yo.
Encantada de conocerlo, se nota que conoce muy bien a Pepe, me ha ayudado mucho casi sin conocerme y siempre le estaré agradecida y si él me dice que usted es su mejor amigo, desde ya lo considero igual que a él, sepa que puede contar conmigo para lo que guste.
Muy amable, Pepe es eso y mucho más, me lo ha demostrado considerándome digno de su amistad, aún sin conocerla ya me gusta como persona y no lo puedo negar, como la bella dama que es.
Me halagan ustedes sin motivo, yo sólo quiero que mis amigos sean felices a mi lado.
Pues eso lo tienes asegurado.
                                                 Mi amigo nos explicó donde estaba la calle que buscábamos, Santo Tomé estaba muy cerca e incluso parecía que creía saber que señora era, sobre todo la hija ya que llamaba la atención por allí donde pasaba y mi amigo era hombre de vista aguda.
Cuando nos despedimos nos estrechamos la mano y ella le dio un beso en la mejilla, para demostrarle que le decía la verdad el beso fue más efusivo que un trámite y mi amigo quedó muy satisfecho.
                                                 La casa era de dos plantas, estaba rehabilitada con todas las comodidades, la planta baja la habían acondicionado para que la madre no dependiera de escaleras y la hija se había aposentado en el piso superior, allí vivía a su gusto, casi en una jaula de oro donde en contadas ocasiones celebraba alguna reunión acompañada de su amiga Viviana.
                                                 La conversación fue muy grata, por las dos partes había mucho interés en solucionarlo y cuanto antes, por lo que con intención de que trataran el tema monetario en privado me acerqué a su mamá y le acompañé un rato, la mujer era más joven de lo que yo había supuesto, aparte de su problema de movilidad era una señora con clase y una educación exquisita, coincidimos en ser curiosos por naturaleza y nuestros gustos eran similares en muchas cosas, nos caímos bien desde el principio, me rogó y acepté pasar a saludarla con frecuencia y acompañarla charlando.
                                                 Cuando ya estaba todo el tema tratado y las dos mujeres demostraban tener gran ilusión por empezar la hija que se llamaba Olga ya se dedicó a darse a conocer más conmigo, me fijé en ella con detenimiento, en muchos aspectos era calcada a Viviana, además de tener un tipo envidiable sabía sacar provecho a sus virtudes, era morena, con un corte de pelo casi a lo chico que le hacía las facciones de la cara más grandes, los ojos verdes parecían semáforos y sus labios carnosos enseñaban cada vez que sonreía que era casi siempre una dentadura perfecta, en mi rápido examen pude apreciar que le gustaba vestir ropa cara y con mucho gusto y juraría que sería tanto por fuera como en su ropa íntima, me propuse terminar mi información preguntándole sutilmente a Viviana por su amiga pero ella me dio un anticipo.
Pepe, Viviana me ha hablado mucho y bueno de vos y me parece que sos todavía mejor, estoy segura que seremos muuuy buenos amigos.
Viviana es muy amable y exagerada, soy un tipo normal, del montón como decimos en España.
No lo creo, me ha contado de sus habilidades, te llama el “manitas” de Pepe y… por algo será.
                                                 Magda asentía a todo lo que decía Olga, no sé si por complacerme, por complacerla o por conocimiento de causa, yo estaba abrumado por las dos y deseaba salir cuanto antes de aquel acoso.
                                                 Cuando nos fuimos volvimos a pasar por el parque y mi amigo con la mirada me preguntó sobre la cuestión que nos traía, le dije que estaba todo solucionado y a partir del día siguiente vería con frecuencia a Magda por el barrio, la chica por agradecimiento le volvió a dar otro beso extra.
Gracias Pepe, me salvaste la vida.
Calla mujer qué exagerada eres.
Si y por sobre todo podré dejar los servicios de mis “amigos” generosos, ahora podré elegir a mis compañías y vos vas a ser el primero y tu amigo también, claro.
Te lo he presentado porque es un hombre de una pieza pero no te sientas obligada a nada.
Es que me gustó desde que lo conocí, me gustan los hombre maduros, creo que te lo he demostrado.
Por supuesto con creces, eres una mujer encantadora.
Gracias nunca me habían dicho eso.
                                                 Acompañé a Magda a la estación tuve que resistir a la tentación pues me volvió a invitar a merendar a su casa, quería agradecerme debidamente otra vez mi favor, según ella ya se había librado de los restos de su última cita y ahora estaba lista para una nueva vida.
                                                 Cuando volví a casa le comenté a mi mujer y a Corina mi “buena obra” del día, a Elena le encantó, a Corina también pero su sexto sentido sospechaba que había habido algo más que agradecimiento, ¡qué mujer, siempre acertaba!
Continuará.
 
Agradezco sus opiniones.
 
Gracias

1 comentarios - Viaje de jubilado a la argentina 10

jorvac164
Aguante Pepe! Después de navegar 30 años con ellos,no los banco,pero este ,a fuerza de leer tus relatos,hasta me cae simpático.Esperando nuevas andanzas te dejo 10.Saludos !!!!!!!!!!!!!