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El informe

"Estamos en el trabajo. Yo te entrego un informe que estuve haciendo durante el fin de semana. Sin embargo, y sin darme cuenta, cuando descargás los archivos del pendrive a la computadora hay una carpeta con un par de cuentos que me olvidé de borrar. Estando en tu casa, y después de leer el informe, te preguntás de donde salió esa carpeta, entonces deducís que debe ser mía. La abrís y para tu sorpresa te encontrás con mis historias. La verga se te pone al palo al toque, te hacés una buena paja y te acabás encima hasta el pecho.
Al día siguiente me pedís que vaya a tu casa para revisar unas cosas sobre el informe que te pasé. Para mi sorpresa, cuando abro la puerta, te encuentro vestido informalmente, con una remera y una bermuda que no oculta para nada la terrible erección que tenés. Me hacés ir hasta donde está la computadora y me hacés tomar asiento para mostrarme las cosas que tengo que corregir. Disimuladamente me pasás la chota por el brazo cuando te inclinás sobre el monitor para mostrarme algo. Está durísima y gruesa.

Entonces me decís que habrá la carpeta con mis cuentos, a la cual le cambiaste de nombre a propósito, y me hacés leer mientras me acaricías el hombre. A esta altura siento tu erección deslizándose por mi espalda. Con la mano en el hombro me hacés girar savemente sobre las ruedas de la silla para encontrarme con tu bulto adentro del calzoncillo. Lo manoseo sin bajártelo. Está realmente dura. Lo huelo. Cuando acerco mi cara siento como palpita. Te bajo el calzoncillo y vos mientras te sacás la rememra para quedar desnudo. Tengo la boca hecha agua ante esa pija y mi saliva chorrea hasta tus huevos desde la punta de tu chota. De ahí pasa despacito hasta tu culo y sentís como un hilo tibio y líquido lo recorre. Te lamo las pelotas. Después te digo que te apoyes sobre la mesa de la computadora y, sentado en la silla, me como tu cola que palpita con cada lamida, casi se puede sentir como la leche sube y baja por tu chota.

Después de un rato de lamerte, me decís que me saque la ropa ahí nomás. Ahora sos vos el que se sienta en la silla y me decís que te la chupe mientras lees mis cuentos. Me hacés apoyas contra la mesa de la computadora y me empezás a chupar la cola mientras te pajeás. Te lamés un dedo y lo metés despacio y después más fuerte, diciéndome que así me vas a meter la pija. Lamés, chupas y escupís mi cola un buen rato hasta que considerás que ya está lista para tu chota. Te parás y, abriéndome las nalgas, colás la cabeza. Jugás un rato con ella, apoyándola, untando tu saliva en el ano hasta que la metés toda y empezás a bombeame el orto como leíste en uno de mis cuentos. Me repetís frase que leísta mientras tus pelotas se golpean contras mis nalgas. Estás durísimo. Inclusive hasta duele un poquito pero estás demasiado caliente para decírtelo, el placer que me produce supera la molestia. De pronto me decís que estás por acabar. La sacás y me hacés sentar en la silla. Me decías que te chupe el culo hasta que acabes. En menos de un minuto tengo todo tu semen en una mejillas chorreándome por la barba hasta el pecho. Me decís que la siga chupando así toda enlechada, soprendentemente sigue dura. La razón es que se viene una segunda acabada "secreta" al hilo que termina en mi boca sin previo aviso".

2 comentarios - El informe

caagon
Asi me gusta sin muchas palabras entrar a la faena, parece que quedastes satisfecho. sigue asi que disfrutaras las vergotas de otros....