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Viaje de jubilado a la argentina 2

El avión iba perdiendo altura, se notaba por el rumor de los motores y por la suavidad que inclinaba el morro, yo sólo estiraba el cuello para poder ver algo por las ventanillas aunque me quedaban un poco lejos, por estribor sólo veía tierra y por babor agua cada vez con más detalle, Fernando viéndome sufrir le preguntó a la pareja que iban sentados a su lado en la ventanilla si me podrían dejar un momento el sitio para que curioseara un poco, tuvo que convencerlos explicándoles casi mi historia completa y que era como un crío pero la táctica funcionó y con un poco de reticencia cambiamos los asientos, Malena se sentó a mi lado y yo con las narices pegadas al cristal.
Mira Pepe, esto de ahí abajo es Uruguay, con suerte podremos ver Montevideo, no sé la ruta que llevaremos.
Que emoción, es como ver un mapa grande, ¿y aquella mancha marrón? Parece agua.
Ah sí, es el río de la Plata.
Parece un mar pero no es azul como pensaba.
Bueno es el Mar del Plata más bien y es marrón por lo que arrastra desde el interior, te gustaría ver cuando se mezcla con el océano, parece que se clava en el.
Como yo te la clavaría a ti Malena, al sentir tu cara tan cerca de la mía se me está poniendo la polla como antes.
Calla loco, que te van a oír, aunque tú serías capaz…
No lo sabes bien, me has encendido la sangre otra vez, hacía mucho que no sentía esto, parezco un adolescente.
Jajaja, no me lo creo ¿a ver? ¡Pepe, si tienes la pistola dura!
Ya te lo he dicho si nos vemos por la calle te llevo a un hotel, donde sea y follamos hasta caer rendido o… muerto.
Calla tonto, veo que no tienes ni idea de lo grande que es Buenos aires, es imposible que nos veamos.
Cruzaré los dedos. ¿Y qué es aquello a lo lejos?
Eso ya es Buenos Aires, ¿ves?, en ese barrio con esas calles estrechas trabaja Fernando, en un club con su banda, se llama Caminito.
Eso me suena mucho, ¿no hay una canción que se llama así?
Claro Pepe, un tango muy famoso, ¿te suena Carlos Gardel?
Por favor… claro, siempre me ha gustado.
Fernando toca muchos tangos de Gardel, el toca el bandoneón.
Me encantaría oírlo.
Si tenemos suerte te llevaré, trabajo también por allí de guía turística.
Ya haré por encontrarte y ¿todo eso que se ve ahí abajo también es Buenos Aires?
También y mucho más ya lo verás, es inmensa, mucho más grande que Madrid.
Pues si vieras mi ciudad… es como un pueblo al lado de esto y además con las calles mucho más ordenadas, parece un tablero de ajedrez.
Jajaja, me gusta como hablas, se nota que eres curioso como un niño.
Mmm, si mucho y me gustaría mamar de esas tetas que tienes Malena.
Eres un loco de remate, jajaja, casi te creo.
Déjame tocarte las tetas ahora que estamos pegados, así no se ve nada, será un anticipo hasta que follemos de verdad.
Eres incorregible Pepe pero vale, me sabes alagar y no te puedo negar nada, espera que me baje el tirante.
Mmm que piel más suave Malena y que duras las tienes, me gustaría chuparte los pezones que te estoy poniendo tan duros.
Si hombre y yo te como la polla también jajaja, paciencia que pareces que tengas 15 años.
                        El sonido del aviso para que nos pusiéramos los cinturones acabó con el magreo de teta, Malena me había regalado unas caricias en la polla sobre el pantalón, tuve que esperar un momento para levantarme, los dueños de los asientos esperaban impacientes a que lo hiciera pero cuando les agradecí el favor se les pasó el mosqueo.
¿Qué Pepe, le ha gustado las vistas? y mi mujer… es un lujo, con guía y todo.
Si Fernando ha sido un orgasmo de placer, jajaja, Malena me ha hecho feliz antes de tocar tierra. 
 
                        Cuando ya nos levantamos en el pasillo del avión nos apretujamos para dejar paso a los impacientes que querían salir primero, Malena se apretaba contra mí pegándome las nalgas en mi polla, Concha estaba pendiente de la bolsa de mano y no se preocupaba del viejo de su marido, Fernando intentando entrar en el río de gente que empujaba.  Al entrar en el tubo del finguer la cola avanzó rápida, el gentío nos arrastró y perdimos el contacto con Malena y su marido, casi al fondo vi la mano alzada de la chica cómo se despedía de nosotros.  En la recogida de equipajes estuve buscando a la pareja, no se me había ocurrido pedirles el teléfono, habría sido más fácil para encontrarles.
                        En la sala de llegadas varias personas esperaban a los que llegábamos, yo miraba al gentío y no veía nada, temía que no hubiera venido nadie a recogernos pues después de lo visto desde el aire la cosa no era sencilla. Un cartel que ponía PEPE en mayúsculas advirtió a mi mujer y tiró de mí, bajo de él se veía a duras penas la frente de Javier mi hijo.
¡Hijo! ¿cómo estás? ¡Oh!, que ganas tenía de verte.
Hola mamá, que joven estás, no pasa el tiempo para ti.
Pues para ti hijo sí, que parece que vas perdiendo pelo, te estás quedando calvo, te pareces a mí.
Hola papá tú siempre tan agudo pero te quiero.
Yo también Javier, ya me conoces soy un bromista. Oye Javier, ¿esto es Buenos Aires, estás seguro?
Jajaja, pues que te imaginabas y no has visto nada aún, ¿ya tenéis las maletas?
Si ya está todo, vamos a salir, ¿pero tú te aclararás para volver?
Papaaaá… claro.
Deja a tu hijo ya, pareces un crío.
Si, ya me lo han dicho…
                        Con un carrito llevamos las maletas hasta el coche, anduvimos bastante pero al final, llegamos, otra sorpresa era el coche que tenía, era un coche alemán de alta gama, me gustó pero pronto vi que la mayoría de coches era de marcas europeas y orientales como en España, tras un laberinto de pasos elevados y autovías salimos del aeropuerto de EZE, yo iba a su lado preguntándole todo lo que me llamaba la atención que era mucho, mi mujer por entre los asientos me daba golpes para que lo dejara en paz pero a Javier también le gustaba explicar y me iba dando detalles, el coche iba por avenidas anchas y con un tráfico endiablado.
¿Está muy lejos tu casa?
Uf bastante, poneos cómodos que aún tardaremos, aquí las distancias son largas.
Y el pequeño Javi, ¿cómo está… y tu mujer Corina?
Están muy bien, ya veréis como os encantan.
¿Y a tu mujer le parece bien que vengamos?
Claro, siempre está diciéndomelo, ¡a ver cuando vienen los abuelos! Y su madre también.
¿Y qué tal su madre?
¿Viviana?, muy bien, ya veréis que suegra más guapa y joven tengo, ten cuidado mamá el papá peligra, jajaja.
No tengas miedo que tu padre ya…
No te burles, que hace pocos años no decías lo mismo.
Hace ya muchos años Pepe, muchos años.
                        El coche no paraba y no se terminaba el trayecto.
¿Aún falta mucho Javier?
Papá, te pareces a los críos, ya llegamos pronto.
¿Todo esto son barrios? Es curioso son casas bajitas, de un piso o dos, de vez en cuando alguna finca de pisos, en casa que todo son edificios de siete o más pisos…
Aquí sobra el terreno y la ciudad es muy joven y ha crecido rápido, esto que pasamos son villas o barrios, el nuestro se llama Villa Devoto, está al noroeste, más o menos, ésta avenida que vamos se llama Avda. General Paz, divide del centro al área metropolitana, ya te explicaré.
Yo he mirado por internet y he reservado habitación en el hotel Belsur Baigorria, creo que estará cerca de tu casa.
¿Qué has reservado habitación?, tú no estás bien de la cabeza, vosotros venís a mi casa, Corina ya tiene la habitación vuestra preparada, así que llama al hotel y anúlala.
Bueno no la he reservado aún, sólo lo he mirado.
Menos mal porque el hotel está cerrado desde hace tiempo, jajaja, ¡vaya mi padre con el Internet!
Joder, que fallo.
Mira ¿ves? por fin estamos en mi calle, la calle Cuenca.
/ ¿La calle Cuenca? ¡Sí en Valencia también está la calle Cuenca!, es una de las calles más largas de la ciudad.
Jajaja, mira vamos por el número 3300 y mi casa es mucho más del 3600 y es todavía mucho más larga.
Glup, ¿has dicho 3600? Me callo.
                        Ya no dije más pero el ambiente me parecía familiar, las calles rectas limpias con árboles que estaban brotando mientras en mi calle estaba cayendo la hoja, que chocante. La casa de Javier estaba en un edificio a su lado casas de planta baja o un piso máximo, parecía que vivían familias mayores pero no, habían tiendas y de todo pero muy extendidas. Cuando subimos a su casa nos abrió Corina, me causó una impresión inmejorable, era morena bastante alta, quizá más que Javier, el pelo moreno con una cola gruesa atada detrás, llevaba una blusa negra con un escote redondo y una falda estrecha, era mucho más guapa que por el Skipe y sobre todo muy simpática pero lo mejor era que en el brazo llevaba a Javi, un niño precioso que empezó a sonreír nada más vernos, a mi mujer se le salieron los lagrimones enseguida, yo carraspeé pero tenía un nudo en la garganta también. Las maletas se quedaron en el pasillo y Corina nos hizo pasar al salón, la casa estaba muy bien amueblada y con gusto, el pequeño pasó enseguida a los brazos de mi mujer Concha (vale ya no le llamaré Conchaaa). Mi nuera era muy parlanchina, pensé que haría buenas migas con mi mujer, después de mucho tiempo hablando sólo por la pantalla del ordenador ahora querían recuperar el tiempo perdido. Mientras mi hijo me pidió el móvil, yo no había caído en el detalle pero allí el mío no me servía para nada, de un cajón con toda ceremonia sacó un teléfono de última generación, al lado del mío era el doble de grande, una pantalla clarísima y un lío impresionante para manejarlo, el mío ya había cumplido su labor, hasta el último momento le hizo creer a Malena que era mi polla lo que notaba y era el pequeño teléfono. Como prueba nos hizo una foto a todos, quedé impresionado, mucho mejor que una cámara, la mía antigua que llevaba en la maleta acababa de ser tan jubilada como yo. En pocas palabras me explicó lo básico y me prometió que ya me lo iría enseñando todo lo que podía hacer, mi mayor interés eran las fotografías y tener donde guardarlas, me dijo que por eso no tenía que preocuparme y eso hice. Las dos mujeres hablaban y hablaban sin parar, el crío las miraba, al no estar acostumbrado a tanta conversación estaba muy a gusto en los brazos de su abuela.
                        Javier me explicaba desde el balcón del piso alto donde vivían la inmensidad de casas y calles que se perdían en el horizonte, por la calle adoquinada circulaban coches pero no los suficientes para molestar por el ruido. Al rato sonó el telefonillo de la puerta.
Debe ser mi madre, le he dicho que llegabais hoy y vendrá para conoceros. 
 
                        Al abrir la puerta Corina me quedé sorprendido, lamujer que llegaba debía ser hermana de Corina pues era apenas un poco mayor que esta.
 
Papás, os presento a mi suegra Viviana, como veréis es muy guapa.
¡Qué dices guapa, es bellísima!
Mmm estos gallegos… siempre tan galantes, estoy encantada de conocerles, pues ustedes no están mal, lo que pasa es que tuve a Corina con apenas veinte años, entonces fue un problema gordo, ahora es una ventaja, jajaja.
 
                         Como estaban una al lado de la otra la seguí adulando y juntándolas para que se apretaran les dije…
 
Por favor Viviana no me engañe, ¡si son gemelas!
Jajaja, que hombre, seguro que su esposa estará celosa, perdone ¿cómo se llama?, se me olvidó, qué distraída soy.
Me llamo Concha, bueno Concepción pero no me gusta tan largo.  Las dos mujeres se miraron atónitas, mi hijo adivinó porqué.
Creo que es el momento de solucionar un pequeño problema, mamá te vamos a bautizar, ¿qué nombre te gusta más?
No sé… ¿por qué lo dices?
Perdone que sea yo quien se lo diga pero aquí Concha no suena… bien.
¡Ah!, ya me lo dijo su hija pero creí que era de broma.
De broma nada, aquí la concha es como dicen por allá…
El coño Viviana, el coño entre otras muchas variantes.
Eso, eso, necesita otro nombre mientras está aquí y a lo mejor le gusta más y se lo queda, jajaja.
Pues si es así… siempre me ha gustado el nombre Elena.
Listo, ya está bautizada, se llamará Elena, vamos a brindar por eso.
                        Sacaron una botella que mi hijo había preparado en el frigo y brindamos por el momento. Ahora la conversación animada era a tres bandas, mi hijo me contó cómo iba el trabajo, parecía que todo le marchaba bien incluso lo iban a hacer jefe de alguna sección, lo malo es que le obligaría a viajar bastante.
Lo que sea preciso, aprovecha la ocasión cuando surja, si os hacemos falta, aquí estamos, aunque no queremos hacernos pesados, con toda confianza nos dices cuando nos debemos marchar, allí no nos espera nadie. 
 
                         Cuando Viviana se marchó la despedimos en el rellano de la escalera, mirándola por detrás tenía un cuerpo espectacular pero de frente lo tenía todo una cara preciosa, una cintura estrecha para su edad y unas piernas torneadas, de perfil es cuando se apreciaba lo mejor, el culo le sobresalía lo justo para no parecer demasiado culona y la cintura no se le notaba debajo de las generosas tetas, los tacones altos que llevaba le hacían un conjunto muy deseable.
                         “Elena” pronto asimiló su nuevo nombre y después de ver la habitación que nos había asignado empezó a deshacer las maletas, parecía que nos habíamos trasladado definitivamente, el “por si acaso” nos había hecho cargar casi todo el guardarropa. Con la excusa que estaríamos cansados del viaje y que habríamos dormido poco, (en mi caso así era) nos fuimos a dormir temprano, yo estaba acostumbrado a dormir poco pero me vino bien. Por la mañana temprano mi mujer ya estaba ayudando a Corina, el pequeño se portaba bastante bien y yo me entretuve en mirar por el balcón para situarme un poco, el bullicio de la calle llegaba hasta mí. Las mujeres ya se habían organizado, sobre todo en las comidas, una de las cosas en que no habíamos pensado era que posiblemente no se acostumbrara a comer lo mismo pero la cosa se resolvió sola, mi nuera le contó la variedad de comidas influenciadas por los diferentes inmigrantes y llegaron a un acuerdo de enseñarse una a la otra sus mejores platos, a mi hijo le vino de maravilla pues pronto se apuntó.
Mamá por favor a ver cuando haces aquel potaje de garbanzos que tanto me gustaba y las lentejas y el cocido o la empanada gallega… ¡aaaah!y los buñuelos con chocolate ufff.
Tranquilo Javier, habrá tiempo para todo, yo también quiero aprender de Corina, seguro que guisa de maravilla.
Eso te lo puedo jurar, mi mujer es una estupenda cocinera.
Vale pues… Corina. ¿Dónde guardas los productos de limpieza?, te iré quitando el polvo para que puedas atender a Javi.
No te preocupes, me ayuda una chica jovencita, ya la conoceréis, viene tres veces por semana y limpia toda la casa.
Como quieras, era por entretenerme.
¡Ah!, si quieres después de que le dé de mamar al pequeño lo cambias tú, así veré cómo lo haces, seguro que mejor que yo.
Muy bien, me encantan los niños.
                        El día pasó rápido, mi hijo vino a comer aunque no solía hacerlo pero así de paso veía cómo nos adaptábamos.
¿Qué has hecho hoy papá?
Mmm… la verdad es que nada, me estoy ambientando aún, ¿dónde puedo ir?, ya sabes que me gusta andar y aquí no hay mucho que hacer.
Pues hay mil cosas, si te gusta pasear esta calle de Cuenca es kilométrica, te puedes encontrar de todo y si andas mucho llegarás al Museo Argentino de Ciencias Naturales y además verás cosas que te llamarán la atención, la estatua al Cid y muchas más pero no te separes de la calle esta porque te perderás, llévate el teléfono siempre por si acaso.
  
                        Ya estaba más animado, me propuse salir al día siguiente para explorar, por la noche en la cama mi mujer me dijo…
 
¿Te has fijado en Corina?
Pues… sí, es una chica muy guapa, nuestro hijo ha tenido suerte.
No, no te lo digo por eso, ¿de verdad no te has fijado?
No, la verdad que no, ¿a qué te refieres?
Como eres tan curioso, antes me he acordado de ti, si la hubieras visto cuando daba de mamar al nieto…
¿….?
¡Tiene los pezones como a ti te gustan!
¿Cómo a mí me gustan? A mí me gustan todos.
¿Y no dices siempre que te gustaría ver unos pezones grandes, negros y con la areola bien redonda?
Claro pero de esos no existen, es una fantasía mía.
Pues Corina los tiene así, como a ti te gustan.
No me lo creo, me quieres provocar, déjame ver los tuyos que también me gustan.
Deja, déjame que ya los has tocado bastante y a dormir.
 
                        Me costó mucho dormirme y no es normal en mí pero la idea de mi mujer me comía los sesos, seguro que no mentía, Corina estaba buena pero no aparentaba tener unos pezones así, siempre habían sido una ilusión utópica poder comerme unos pezones de esa categoría, sólo los había visto en revistas, hasta ahora no tenía hambre de tetas, las tetas de Malena aún las tenía en el paladar pero aquellas… las tenía que ver.
                        Por la mañana me levanté más tarde que había pensado, había dormido poco pero me impuse salir a dar una vuelta, desayuné rápido y salí a la calle, en el patio me crucé con una niña de apenas veinte años, creí que sería una vecina pero llamó por el telefonillo y contestó Corina diciéndole que subiera. Me intrigó bastante y la seguí con la mirada cuando subía los pocos escalones hasta el ascensor, era muy delgada, apenas tenía culo y nada más pero tenía algo, no sabía el qué pero era muy atractiva además de simpática pues me saludó como si me conociera de toda la vida. La primera incursión fue de reconocimiento del barrio, me recordaba mucho a mi ciudad, las casas bajas, bien cuidadas, echaba de menos los escaparates de tiendas, parece que era una zona residencial aunque había bastantes y además en español con muchas similitudes, bueno algunas no, vi un parque para niños donde se celebraban cumpleaños y demás, donde yo hubiese dicho “piscina de bolas” lo anunciaban como “pelotero” no pude aguantar la risa, en España el pelotero era el que hacía la “pelota” o sea el que gastaba coba ful o cobista, después reconocí que era la manera más exacta de definirlo y me marché riendo. Me llamaron la atención un par de personas que iban con una especie de vaso con un tubito, eran de muchas formas y bastante trabajados, me lo anoté para preguntar a Corina. Después de comer me llegó la ocasión, mi mujer me puso alerta, Corina se sentó para darle la teta a Javi, Elena frente a ella le sujetaba el crío para que se abriera la ropa, yo por prudencia me volví disimuladamente porque la veía un poco violenta.
Mi marido es muy educado, le sabe mal mirar como mama el niño por si te da vergüenza que te vea el pecho, en España es normal y muy bonito ver como amamanta una madre a su hijo bebé. 
 
                         La chica no sé, si porque no le importaba o porque se vio presionada dijo…
 
No se preocupe Pepe, a mí no me importa que me vea…
                        Me volví como una peonza y disimulando me preparé para ver el espectáculo, mi mujer miraba la expresión de la cara. Elena esperó intencionadamente a que hubiera sacado del todo la teta izquierda para entregarle al niño, Corina se tomaba su tiempo apretando el pezón para que fuera saliendo la leche y que la teta quedara totalmente fuera para que no se pellizcara con el sujetador. Me tuve que apoyar en el canto de la mesa, Elena no me había engañado lo más mínimo, a una teta perfecta en su forma, llena de leche, piel tirante, morena de piel y sin duda sedosa, alta aún estando llena a rebosar, con alguna venita azulada y coronada por una areola redonda, áspera, grande, color café pero, café italiano expreso, de la que salía un pezón duro como un dátil en confitura se le unía la delicadeza con la que presionaba con dos dedos para que fluyera la leche, el niño no podía beber tanta como salía y se separaba para poder respirar, la leche seguía saliendo entre los dedos de Corina que peleaba para que el bebé siguiera bebiendo, mi mujer me echó un cable…
Que poco te preocupas Pepe, ¿no ves que el niño no mama cómodo?, anda sécale con esta gasa la barbilla que se va a escaldar el pobrecito. 
 
                         Me extendió una gasa y Corina separó la cara del niño de la teta, primero le sequé la carita pero luego pasé la gasa por toda la teta especialmente por el pezón hasta debajo del todo para secar lo que se escurría, fue un instante pero pude apreciar la tibieza de la piel, su tersura, su dureza y su tacto rugoso en la areola, después de esto me guardé la gasa en el bolsillo como recuerdo y me fui a la cocina, allí me arregle la polla que no se me había puesto dura desde que Malena me la había apretado.
                        Me decidí a salir a la calle para despejarme la mente, había cumplido o casi uno de mis sueños, mi mujer no era de las que les gusta mucho el sexo pero tuvo un detalle para mí, sin duda la compensaría, cuando pudiera, claro. Ya iba a abrir la puerta de la calle cuando Corina me llamó.
Pepe por favor no se vaya, mi madre me ha llamado, me ha pedido si le podría acompañar al hipermercado pues ella no podrá con toda la compra, si quiere baje al patio que pasará a recogerle.
Gracias Corina, pero… ¿por qué no nos tuteamos?, me haces mayor con el “usted”.
Como quieras, gracias por la confianza Pepe.
De nada Corina. 
 
                        En el ascensor todavía me estuve arreglando la polla de forma que Viviana no me la notara dura y cuando salí a la calle respiré hondo. Cuando un coche paró frente a mi no reconocí al conductor, tras unas gafas de sol inmensas me sonreía Viviana, llevaba una blusa floreada con escote de barco y una falda blanca de tablas, con los zapatos de tacón no era posible que pudiera conducir bien pero con la mirada que me lanzó se me olvidaron todas las opiniones.
 
Hola, mi galleguito preferido.
Hola, mi belleza porteña.
Jajaja, sabía que me ibas a contestar así.
No podía ser de otra forma, bombón.
Por favor para, que me estoy calentando más que el embrague del coche.
Mmm, yo sí que te “desembragaría” preciosa.
¿Y cómo sabes que llevo bragas, guasón?
Me lo imaginaba pero eso se puede arreglar pronto… ¿Dónde vamos?
Jajaja, zalamero, al hipermercado a comprar, no te hagas ilusiones.
No sé si podré salir cuando lleguemos.
¿Por qué, te da vergüenza ir conmigo?
Contigo no, con mi amigo.
¿Con qué amigo?
Con éste, te presento a Pepino.
                        Me cogí la polla sobre el pantalón que ya tomaba forma, le añadí los huevos para dar mayor impresión y se los presenté.
Por Dios Pepe, ¿qué haces, no sabes que soy viuda desde hace demasiado tiempo ya?
Lo siento pero aquí tienes un amigo, bueno dos, jajaja.
Qué bromista eres, creí que lo decías en serio.
Nooo, nada de serio pero… piénsalo.
Pepe reconozco que me habías calentado, no juegues con eso que no sabes con quién te juegas los cuartos y estás casado.
Nadie es perfecto, jajaja.
Que malo eres, vamos a bajar. 
 
                        Cuando bajamos imité a un cojo como si tuviera una pata de palo, Viviana enseguida me entendió y miró la bragueta, sonrió moviendo la cabeza pero a la vez se ajustaba las tetas debajo de la blusa. El hipermercado era similar a lo que ya conocía incluso me llamó la atención que era de la misma compañía francesa, lo único que cambiaban eran algunos productos, al pasar por la frutería…
 
Qué maravilla de sección, da gusto verla tan bien expuesta y ¿esa fruta qué es?
Esas son peras, ¿qué, no has visto nunca las peras?
Claro que sí pero no como esas.
Pues si vieras las mías…
¿Tú tienes peras?
Claro, dos, como todas.
                        Encogió los hombros hacia atrás sacando las tetas hacia mí, entonces comprendí que no estábamos hablando de las mismas peras.
Esas peras seguro que me gustarían más, aún sin verlas imagino que me las comía hasta el pezón, de la pera, claro.
Jajaja, aquí a las tetas las llamamos peras, ya creo que lo sabes.
Ya voy aprendiendo y no pienso dejar de probar esas peras que bullen debajo de tu blusa.
Jajaja, ay que malvado eres pero me gustas, eres igual que tu hijo.
¿Mi hijo? Por qué.
A él también le gustan las buenas peras.
Pues hoy he visto un par que no creo que vuelva a ver otras igual.
Ya imagino cuales, las de mi hija, pues aquí se dice “de tal palo tal astilla”. 
 
                        Me quedé un poco pensativo sobre el comentario que había hecho Viviana, no sabía porqué pero algo me decía que Javier y su suegra…
 
Yo también lo digo y si las de tu hija me encantan, las tuyas…
Bueno, las mías sin leche.
La leche la pongo yo, no te preocupes.
Ya no sé ni qué gusto tiene.
¿La leche?
Si quieres llamarla así…
Te puedo invitar…
No me disgustaría pero ¿qué dirá Elena?
¿Quién, mi Concha?
No, la mía, mi concha ya sé lo que diría.
Mi mujer sabe que ya no estoy para maravillas.
Uuuuuy, eso no me lo dirás a mí, antes te he visto la polla muy alterada.
Es que la compañía lo merecía.
Anda loco, vamos a pagar a la caja.
                        Ayudé a poner sobre la cinta todo lo que había comprado en parte para Corina y para ella, de momento lo haríamos así hasta que yo tomara el mando de las compras, por eso a los jubilados en España nos dicen que nos dedicamos a la Bolsa pero no a la de Cambio, sino a la de la compra. Cuando subimos al coche se quedó pensativa un momento…
Estaba pensando… ¿por qué no llevamos la compra primero a mi casa y luego a la tuya y te dejo allí?
Como quieras, mejor así te ayudo, no es bueno que lleves tanto peso tu sola. 
 
Le señalé las tetas cuando le decía esto y ella se rió a la vez que ponía el coche en marcha. No estaba lejos su casa y entramos en el garaje que tenía en el bajo, era una casa unifamiliar de un piso, en la planta baja tenía el salón, una habitación, el servicio y al lado el garaje, arriba debía tener más habitaciones.
 
No te asustes por el desorden, al vivir sola y no tener que dar cuentas a nadie…
No sabes lo que tienes, jajaja.
Déjame un momento, me voy a cambiar, estoy sudada de la compra.
Pues imagina yo.
¿Te apetece ducharte?
Si es contigo, si.
Venga en serio, dúchate si quieres, acabo enseguida.
 
                        La casa estaba bastante bien decorada, de lo que ella decía desorden no era más que para cumplir, vivía muy bien sola, cuando volvió llevaba un vestido ancho con poco escote con los brazos se lo apretaba contra el pecho y cuando llegó a mi lado…
Hazme un favor Pepe, es que debo haber engordado y no puedo cerrarme la cremallera, ¿me puedes ayudar? 
 
                        La espalda la llevaba abierta hasta la cintura, en ella no llevaba sujetador ni se notaba que se lo hubiera quitado recientemente.
 
* Perdona… ¿qué me habías dicho que tenía que abrochar?
* La cremallera del vestido, ¿no la ves?
* Había entendido que era el sujetador y como no lo encuentro…
* Ni lo encontrarás, no uso de eso, no me hace falta.
* Presumidaaaa.
* ¿No te lo crees?
* Si tu lo dices…
* Bueno, compruébalo si quieres.
* No quiero que creas que te quiero tocar las tetas sin más.
* Sólo creo que me quieres tocar las tetas, con más o sin más y que yo quiero que me las toques.
                        Ya no hubo excusa, mis manos desaparecieron por los lados de su torso bajo el vestido desbrochado, cuando pasaron por delante se aferraron a las dos tetas que se balanceaban nerviosas esperándome, ya estaban duras pero al notar el tacto de mis dedos acabaron de fraguar como el cemento, me pegué a su espalda con los ojos cerrados y concentrado en mis dedos recorrí desde el nacimiento hacia arriba, recorrí las areolas y los pezones, imaginé que eran como los de Corina, no se diferenciaban mucho, los suspiros de Viviana me animaban a seguir y no paré hasta que se apoyó contra la mesa y se inclinó sobre el tablero.
* Para, para Pepe, me estoy corriendo, ¿cómo lo has hecho?, no me había pasado nunca.
 
* Ni a mí tener unas tetas en las manos como las tuyas, bueno, las de Corina aparte.
* ¿Te gustan, Eh? Yo las tenía igual, ahora ya…
* Las tienes buenísimas, me gustaría comértelas Viviana.
* Y a mí que me las comieras pero es tarde, nos esperan, me sabe mal dejarte como tienes la polla, la he notado en mi culo y me he mojado toda, te prometo que hare lo posible para que cumplamos nuestra asignatura pendiente, ¿me perdonas?
* Claro Viviana, ¿cómo no te voy a perdonar?
 
 
Continuará.
Agradezco sus comentarios.
Gracias

5 comentarios - Viaje de jubilado a la argentina 2

jorvac164
Me intriga como seguirá este relato.Van 10 y saludos !!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
NACHOR
Van 10!! Muy bueno!!
kramalo
hombreeeeee....!!! pero si está de ostias éste relato...jaja!!