Después de esa noche, de la visión fantástica del amigo de papà sobandosé la pija hasta acabar, de sentir ese éxtasis inexplicable tan inténso y maravilloso no había ninguna otra idéa o imágen que distrajera mi mente. Todos mis sentidos estaban enfocados en su entrepierna. Durante las tardes ya casi no salía, me quedaba en la casa para verlo andar vestido solo con un pantalon corto de futbol que ocultaba abultado el objeto de mi afécto, no entendía esa compulsión que sentía por mirarlo entre las piernas esperando la oportunidad de ver mas
A veces cuando se sentaba con las piernas abiertas podía ver como los testiculos de semental se asomaban por el borde de su short.
Tanta era la fijación que tenía con el tio que no dejaba pasar una sola noche sin verlo y ya teníamos casi un mes de convivencia solos en la casa.
Él no tenía idéa, hasta donde yo creía del por qué me había hecho inseparable, me decía que era porque extrañaba a mis padres, yo por dentro sabía que su presencia me daba seguridad y placer, mucho placer, todo el placer del mundo.
Una tarde de domingo en que hacía mucho calor regresamos del potrero donde jugabamos al futbol, el calor y la cerveza lo habían emborrachado lo suficiente como para perder la compostura que solía tener, al llegar a la casa se quitó la ropa hasta quedar solo con un boxer de aquellos que tenían una abertura por delante y eran bien holgados, se dió cuenta de que no podía apartar los ojos de su sexo que se mecía pesado bajo la tela, no decía nada, solo se reia desinhibido y feliz mientras andaba por la casa semidesnudo.
- Hace calor chango... - me dijo mientras se metía en el baño dejando la puerta para mi asombro; pude oir como el chorro de orín pegaba en el hinodoro , luego de una pausa abrió la ducha y escuché el sonído del agua salpicando el suelo igual que cada vez que se duchaba.
- Me olvidé la toalla chángo, alcanzamela pués... - , - Dále changuito, traeme la toalla no tengas verguenza que somos hombres los dos -...
Me gritaba desde la ducha con su acénto tucumáno y yo no podía dar crédito a lo que estaba escuchando...
Continuará
A veces cuando se sentaba con las piernas abiertas podía ver como los testiculos de semental se asomaban por el borde de su short.
Tanta era la fijación que tenía con el tio que no dejaba pasar una sola noche sin verlo y ya teníamos casi un mes de convivencia solos en la casa.
Él no tenía idéa, hasta donde yo creía del por qué me había hecho inseparable, me decía que era porque extrañaba a mis padres, yo por dentro sabía que su presencia me daba seguridad y placer, mucho placer, todo el placer del mundo.
Una tarde de domingo en que hacía mucho calor regresamos del potrero donde jugabamos al futbol, el calor y la cerveza lo habían emborrachado lo suficiente como para perder la compostura que solía tener, al llegar a la casa se quitó la ropa hasta quedar solo con un boxer de aquellos que tenían una abertura por delante y eran bien holgados, se dió cuenta de que no podía apartar los ojos de su sexo que se mecía pesado bajo la tela, no decía nada, solo se reia desinhibido y feliz mientras andaba por la casa semidesnudo.
- Hace calor chango... - me dijo mientras se metía en el baño dejando la puerta para mi asombro; pude oir como el chorro de orín pegaba en el hinodoro , luego de una pausa abrió la ducha y escuché el sonído del agua salpicando el suelo igual que cada vez que se duchaba.
- Me olvidé la toalla chángo, alcanzamela pués... - , - Dále changuito, traeme la toalla no tengas verguenza que somos hombres los dos -...
Me gritaba desde la ducha con su acénto tucumáno y yo no podía dar crédito a lo que estaba escuchando...
Continuará
5 comentarios - Vitacora de un chico curioso ( 3 )