Hola. Podría decir que mi nombre es Clay (así me pusieron mis amigos el día que noqueé a un bravucón del colegio), tengo 45 años, ingeniero de profesión. Estoy casado con, vamos a ponerle (para proteger su privacidad) Lola. Ella tiene mi edad, de buen físico, buena cola, buenas tetas que recibió algún retoque quirúrgico después de darle de amamantar a nuestros dos hijos.
Hace tiempo me llegó a mi conocimiento el término "cuckold" y con franqueza no sabía que existía gente que sintiera alguna atracción por ver a su esposa tener sexo con alguien que no sea su marido; sin embargo esto es una práctica que llevamos adelante hace unos diez años. Pero toda historia tiene un principio y por allí voy a empezar para contarles mi historia (bah... nuestra historia).
Todo comenzó la noche de año nuevo en la casa de un matrimonio amigo. Fuimos varios los invitados, en su mayoría habitué del club donde, no solo practicábamos deportes, sino también cenas o asados. Después de las doce de la noche y los brindis y todos los chicos, todos adolescentes, se fueron a bailar a una disco. Nosotros quedamos bebiendo, bailando y charlando en un clima muy ameno y divertido. En un momento le perdí de vista a mi esposa, sin embargo no me preocupó. Calculaba que estaba en el baño y yo, para ser sincero, estaba algo bebido. Fui a buscar más cervezas en la heladera cuando escuché un ruido raro aunque no muy fuerte. Caminé hacia el garage cuando veo por un ventiluz a Martín, el dueño de casa, con los pantalones bajo, semidesnudo, y mi esposa, sin quitarse el vestido, sobre el capot del Falcon de Martín con las piernas abiertas recibiendo de manera rítmica y frenética sacudidas. Ambos trataban de no hacer ruidos pero el rechinar del Falcon los puso en evidencia ante mi. Ebrio y aturdido no reacciono a nada, tan solo a mi mirar absorto como mi mujer se la estaban cogiendo, así nomás. Martín seguía empujando y con sus manos acariciaba los pechos de Lola por debajo del vestido de ella. Poco después la bajó del capot, la dio vuelta y la empujó de modo tal que ella tenía sus pechos donde antes estaba recostada, le levantó el vestido y se acomodó para penetrarla por detrás. Con una mano le tapaba le boca y con la otra la sujetaba y con fuerza empujaba la cola de ella. Lola parecía querer gritar con fuerza y sus ojos azules por momentos se blanqueaban. "Te gusta putita?" me pareció oírle decir a Martín. Ella asintió con su cabeza. No se podía ver con más detalles desde el ventiluz, solo se que en lugar de hacerle un ataque de celos estaba al palo. Saqué mi pene firme, rígido y excitado y me empecé a masturbar hasta acabar. Me fui al baño y nuevamente me masturbé con la imagen de mi esposa recibiendo por detrás a su amante. Al salir de allí me topé con ella en la cocina, le tomé de la mano y la besé apasionadamente. Ella no sabía aún lo que había visto.
Hace tiempo me llegó a mi conocimiento el término "cuckold" y con franqueza no sabía que existía gente que sintiera alguna atracción por ver a su esposa tener sexo con alguien que no sea su marido; sin embargo esto es una práctica que llevamos adelante hace unos diez años. Pero toda historia tiene un principio y por allí voy a empezar para contarles mi historia (bah... nuestra historia).
Todo comenzó la noche de año nuevo en la casa de un matrimonio amigo. Fuimos varios los invitados, en su mayoría habitué del club donde, no solo practicábamos deportes, sino también cenas o asados. Después de las doce de la noche y los brindis y todos los chicos, todos adolescentes, se fueron a bailar a una disco. Nosotros quedamos bebiendo, bailando y charlando en un clima muy ameno y divertido. En un momento le perdí de vista a mi esposa, sin embargo no me preocupó. Calculaba que estaba en el baño y yo, para ser sincero, estaba algo bebido. Fui a buscar más cervezas en la heladera cuando escuché un ruido raro aunque no muy fuerte. Caminé hacia el garage cuando veo por un ventiluz a Martín, el dueño de casa, con los pantalones bajo, semidesnudo, y mi esposa, sin quitarse el vestido, sobre el capot del Falcon de Martín con las piernas abiertas recibiendo de manera rítmica y frenética sacudidas. Ambos trataban de no hacer ruidos pero el rechinar del Falcon los puso en evidencia ante mi. Ebrio y aturdido no reacciono a nada, tan solo a mi mirar absorto como mi mujer se la estaban cogiendo, así nomás. Martín seguía empujando y con sus manos acariciaba los pechos de Lola por debajo del vestido de ella. Poco después la bajó del capot, la dio vuelta y la empujó de modo tal que ella tenía sus pechos donde antes estaba recostada, le levantó el vestido y se acomodó para penetrarla por detrás. Con una mano le tapaba le boca y con la otra la sujetaba y con fuerza empujaba la cola de ella. Lola parecía querer gritar con fuerza y sus ojos azules por momentos se blanqueaban. "Te gusta putita?" me pareció oírle decir a Martín. Ella asintió con su cabeza. No se podía ver con más detalles desde el ventiluz, solo se que en lugar de hacerle un ataque de celos estaba al palo. Saqué mi pene firme, rígido y excitado y me empecé a masturbar hasta acabar. Me fui al baño y nuevamente me masturbé con la imagen de mi esposa recibiendo por detrás a su amante. Al salir de allí me topé con ella en la cocina, le tomé de la mano y la besé apasionadamente. Ella no sabía aún lo que había visto.
9 comentarios - Soy cornudo... Y que? (el origen)