Primera parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/3232142/Sister.html
Segunda parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/3237750/Sister-II.html
Después de la magistral sesión oral que Kiari me propiciase, mi deseo se encontraba orientado a Azul. Su belleza me tenía esclavizado, trastocaba completamente mi razón. Su mirada de niña comenzando a transitar la adolescencia. Solía masturbarme una, dos o hasta tres veces por día mientras navegaba su perfil de Instagram. Sus fotos o stories no eran crudas como las de mi hermana, sino que reflejaban su inocencia e ingenuidad. Sus pechos que comenzaban a surgir debajo de remeras de las cuales seguramente se avergonzaría en muy poco tiempo. Su cola que comenzaba a mutar en una fruta para saborear a mordiscones gentiles. Su boca y su lengua aún tímidas, su candorosa sonrisa. Todo ello batía un cóctel explosivo en mi cabeza.
-Me debés una-me dijo Kiari. Mi respuesta fue una expresión de estupor. Sí, no te hagas el boludo. Me debés una. Azul viene el viernes. Se queda a dormir.
Llegó el día señalado. El celular de Kiari sonó. Era Azul. Estaba en la puerta. Aún recuerdo su perfume, el cual inundaba maravillosamente cada uno de los cuartos por los que pasaba. Su pelo largo y castaño. Esos jeans que realzaban su gran culo, y esa escotada musculosa blanca que me permitía ver la suave piel de su abdomen y sus pechos perfectos. Compartimos la cena, regada con un poco de cerveza. Era sensacionalmente extrovertida. Me resultaba muy interesante, inteligente y madura. Acompañados de pochoclo, los tres miramos una película de terror en Netflix, y luego las chicas se fueron a la habitación de Kiari. Era una emocionante noche de verano. La fragancia de los árboles estaba en el aire. Me serví un vaso de cerveza y fui al balcón. Saqué mi celular, y entré al Insta de Azul. Ahora no sólo me excitaba el contemplar su cuerpo, sino que también me seducía lo brillante que era. A los pocos minutos, Azul apareció en el ventanal. En vez del pantalón, ahora llevaba un minishort gris de algodón que mostraba sus gambas casi enteras.
- ¿Me convidás?
Le di un poco de mi vaso. Mientras bebía, me miraba, desafiante. Lo tomó casi todo.
-Voy a tener que ir a servirme de nuevo, jaja. ¿Querés un poco?
Seguimos bebiendo y charlando. Kiari ya se había dormido profundamente. La conversación florecía y florecía. Después de la charla, intercambiamos nuestros números de celular. Ella volvió con mi hermana, yo fui a mi cuarto. El estímulo del encuentro me dispuso a masturbarme frenéticamente. Mientras volvía a ver las fotos de Azul, sonó mi Whats App. Era ella. “No puedo dormir. Q haces”. Los mensajes fueron y vinieron. “Quiero que vengas aca y sigamos hablando pero vamos a despertar a Ki”. “Querés venir vos?” le propuse. “Dale” me respondió.
Yo tenía mi espalda contra el respaldo de la cama. Ella estaba más alejada, sentada con sus piernas flexionadas y cruzadas. Me calentaba muchísimo. Poco a poco nos fuimos acercando, como seduciéndonos. Estaba enloquecido por las ganas de besarla. En un momento, ella se sonrió y bajó la cabeza, quedando su cara tras su pelo.
- ¿Qué pasa? -la pregunté.
-Vos sabés lo que pasa…
No sabía que responder. Corrí su pelo, la miré, tomé su cara, me miró, su sonrisa me desarmó, me acerqué, y apoyé mis labios sobre los suyos, besándola cada vez más intensamente. Ella me correspondió, pero después de unos segundos se corrió. Le pedí disculpas.
-No, todo bien. Es que... estoy nerviosa…
-Te entiendo. Tranquila. Andá a dormir. Fue una noche larga. Si querés después hablamos.
-Dale-me respondió. Saltó de la cama, me dio un fuerte beso en la mejilla, y se fue.
Me quedé mirando el techo, pensando. Al rato volvió a sonar mi Whats App. Era ella nuevamente. “Perdona lo q paso recien”. “No hay drama. Intentá dormir” le respondí. “Tengo muchas ganas d besarte d nuevo”. “Yo también. Pero como te decía, fue una noche larga y rara, quizás estamos confundidos, mejor bajar un cambio.” Mientras esperaba la respuesta, sentí la puerta de mi habitación abrirse. La iluminación del celular fue suficiente para darme cuenta de que era Azul. Yo había vuelto a recostar mi espalda sobre el respaldo, ella subió a la cama y me montó, colocando sus piernas una a cada lado de las mías, y aproximándose me besó agitadamente. Como un rayo correspondí su contacto, y nos besamos furiosamente. Nuestras bocas se alimentaban mutuamente. Las lenguas se encontraban húmedas, calientes y trenzadas. Mientras, nuestras manos intentaban explorar los cuerpos. Comencé a amasar su culo firmemente. Mis palmas y mis dedos se regocijaban ante semejantes nalgas. Ella sólo tenía mi cara entre sus manos. Al momento que los cachetes de su ojete se iban escapando por debajo del short y yo los iba adivinando, Azul frenó, se levantó y se fue. Mi pija quedó hecha un monumento fálico, erecto, macizo y descomunal. Proseguí a masturbarme, cuando nuevamente sonó mi Whats App. “Quede muy excitada”. El mensaje era perfecto para aumentar mi placer. “Yo también”. El siguiente envío fue una foto de esa cola que hasta hace segundos había manoseado, en una tanga rosa chicle, además de una leve percepción visual de sus herméticos labios vaginales. “Que cola maravillosa tenés Azul. Disfruté mucho tocándotela.” “A mi me gusto como me la tocaste”. No se lo pregunté, pero intuí que ella también se estaba haciendo la paja. Yo acabé. Un volcán de leche. Pasaron unos minutos. Mi Wapp volvió a sonar. “Tuve que tocarme”. “La próxima vez me gustaría ayudarte.” Azul respondió con un emoticón sonrojado.
Segunda parte: http://www.poringa.net/posts/relatos/3237750/Sister-II.html
Después de la magistral sesión oral que Kiari me propiciase, mi deseo se encontraba orientado a Azul. Su belleza me tenía esclavizado, trastocaba completamente mi razón. Su mirada de niña comenzando a transitar la adolescencia. Solía masturbarme una, dos o hasta tres veces por día mientras navegaba su perfil de Instagram. Sus fotos o stories no eran crudas como las de mi hermana, sino que reflejaban su inocencia e ingenuidad. Sus pechos que comenzaban a surgir debajo de remeras de las cuales seguramente se avergonzaría en muy poco tiempo. Su cola que comenzaba a mutar en una fruta para saborear a mordiscones gentiles. Su boca y su lengua aún tímidas, su candorosa sonrisa. Todo ello batía un cóctel explosivo en mi cabeza.
-Me debés una-me dijo Kiari. Mi respuesta fue una expresión de estupor. Sí, no te hagas el boludo. Me debés una. Azul viene el viernes. Se queda a dormir.
Llegó el día señalado. El celular de Kiari sonó. Era Azul. Estaba en la puerta. Aún recuerdo su perfume, el cual inundaba maravillosamente cada uno de los cuartos por los que pasaba. Su pelo largo y castaño. Esos jeans que realzaban su gran culo, y esa escotada musculosa blanca que me permitía ver la suave piel de su abdomen y sus pechos perfectos. Compartimos la cena, regada con un poco de cerveza. Era sensacionalmente extrovertida. Me resultaba muy interesante, inteligente y madura. Acompañados de pochoclo, los tres miramos una película de terror en Netflix, y luego las chicas se fueron a la habitación de Kiari. Era una emocionante noche de verano. La fragancia de los árboles estaba en el aire. Me serví un vaso de cerveza y fui al balcón. Saqué mi celular, y entré al Insta de Azul. Ahora no sólo me excitaba el contemplar su cuerpo, sino que también me seducía lo brillante que era. A los pocos minutos, Azul apareció en el ventanal. En vez del pantalón, ahora llevaba un minishort gris de algodón que mostraba sus gambas casi enteras.
- ¿Me convidás?
Le di un poco de mi vaso. Mientras bebía, me miraba, desafiante. Lo tomó casi todo.
-Voy a tener que ir a servirme de nuevo, jaja. ¿Querés un poco?
Seguimos bebiendo y charlando. Kiari ya se había dormido profundamente. La conversación florecía y florecía. Después de la charla, intercambiamos nuestros números de celular. Ella volvió con mi hermana, yo fui a mi cuarto. El estímulo del encuentro me dispuso a masturbarme frenéticamente. Mientras volvía a ver las fotos de Azul, sonó mi Whats App. Era ella. “No puedo dormir. Q haces”. Los mensajes fueron y vinieron. “Quiero que vengas aca y sigamos hablando pero vamos a despertar a Ki”. “Querés venir vos?” le propuse. “Dale” me respondió.
Yo tenía mi espalda contra el respaldo de la cama. Ella estaba más alejada, sentada con sus piernas flexionadas y cruzadas. Me calentaba muchísimo. Poco a poco nos fuimos acercando, como seduciéndonos. Estaba enloquecido por las ganas de besarla. En un momento, ella se sonrió y bajó la cabeza, quedando su cara tras su pelo.
- ¿Qué pasa? -la pregunté.
-Vos sabés lo que pasa…
No sabía que responder. Corrí su pelo, la miré, tomé su cara, me miró, su sonrisa me desarmó, me acerqué, y apoyé mis labios sobre los suyos, besándola cada vez más intensamente. Ella me correspondió, pero después de unos segundos se corrió. Le pedí disculpas.
-No, todo bien. Es que... estoy nerviosa…
-Te entiendo. Tranquila. Andá a dormir. Fue una noche larga. Si querés después hablamos.
-Dale-me respondió. Saltó de la cama, me dio un fuerte beso en la mejilla, y se fue.
Me quedé mirando el techo, pensando. Al rato volvió a sonar mi Whats App. Era ella nuevamente. “Perdona lo q paso recien”. “No hay drama. Intentá dormir” le respondí. “Tengo muchas ganas d besarte d nuevo”. “Yo también. Pero como te decía, fue una noche larga y rara, quizás estamos confundidos, mejor bajar un cambio.” Mientras esperaba la respuesta, sentí la puerta de mi habitación abrirse. La iluminación del celular fue suficiente para darme cuenta de que era Azul. Yo había vuelto a recostar mi espalda sobre el respaldo, ella subió a la cama y me montó, colocando sus piernas una a cada lado de las mías, y aproximándose me besó agitadamente. Como un rayo correspondí su contacto, y nos besamos furiosamente. Nuestras bocas se alimentaban mutuamente. Las lenguas se encontraban húmedas, calientes y trenzadas. Mientras, nuestras manos intentaban explorar los cuerpos. Comencé a amasar su culo firmemente. Mis palmas y mis dedos se regocijaban ante semejantes nalgas. Ella sólo tenía mi cara entre sus manos. Al momento que los cachetes de su ojete se iban escapando por debajo del short y yo los iba adivinando, Azul frenó, se levantó y se fue. Mi pija quedó hecha un monumento fálico, erecto, macizo y descomunal. Proseguí a masturbarme, cuando nuevamente sonó mi Whats App. “Quede muy excitada”. El mensaje era perfecto para aumentar mi placer. “Yo también”. El siguiente envío fue una foto de esa cola que hasta hace segundos había manoseado, en una tanga rosa chicle, además de una leve percepción visual de sus herméticos labios vaginales. “Que cola maravillosa tenés Azul. Disfruté mucho tocándotela.” “A mi me gusto como me la tocaste”. No se lo pregunté, pero intuí que ella también se estaba haciendo la paja. Yo acabé. Un volcán de leche. Pasaron unos minutos. Mi Wapp volvió a sonar. “Tuve que tocarme”. “La próxima vez me gustaría ayudarte.” Azul respondió con un emoticón sonrojado.
6 comentarios - Sister III: Azul