A la mañana siguiente en cuanto desperté, Sofía entró en la habitación.
- Dormiste bien? - me preguntó.
- No... estoy un poco nervioso por la revisación de hoy.
- No te preocupes. La revisación médica es obligatoria y hoy es sólo el primer día.
Después abrió la puerta y trajo una bandeja con el desayuno.
- Tenés media hora para desayunar, después tenemos que empezar a revisarte.
Y puntualmente media hora después Sofía, María y otra Enfermera que no conocía entraron con un carro. La Enfermera desconocida tenía cabello oscuro, ojos verdes y un hermoso rostro. Las Enfermeras me ordenaron que me duche antes de empezar con la revisación.
- Te quiero completamente desnudo y acostado en la cama - me ordenó Eva, la tercer Enfermera.
María y Sofía abandonaron la habitación. Cuando Eva descubrió el contenido del carro pude ver los cuatro brazaletes de cuero marrón con anillas. Eva procedió a colocármelos. Así que ahí estaba yo, acostado y desnudo, con brazaletes en mis tobillos y muñecas. Después ella me entregó una bata y me ordenó que me la ponga mientras ella buscaba una silla de ruedas.
Unos diez minutos después, Eva y Sofía volvieron a la habitación.
- A la silla - me ordenaron.
Me llevaron hasta el ascensor y entramos. Fuimos a la planta baja. En cuanto salimos del ascensor, me condujeron a una puerta que estaba rotulada como Consultorio 1. Ambas Enfermeras entrecruzaron una mirada antes de abrir la puerta.
Me introdujeron a un gran Consultorio con azulejos verdes en las paredes. En Consultorio tenía varios sectores. Eva me condujo hasta uno de ellos.
- Acostate en la camilla - me ordenó justo antes de retirarse.
Apenas Eva salió, Sofía sujetó con unos ganchos los aros de mis brazaletes a la camilla y se empezó a calzar un par de guantes de látex.
- La revisación médica obligatoria tiene varias etapas - empezó a explicar mientras se ajustaba los guantes - Eva y yo te vamos a revisar. Vos portate bien y obedecé.
Una vez más estaba atado a una camilla con una Enfermera a mi lado. En seguida, me conectó a un tensiómetro y empezó a inflarlo. También me auscultó.
- Respirá hondo... - me dijo mientras controlaba mi respiración después de quitar el tensiómetro de mi brazo.
- Estás disfrutando? - me preguntó sarcástica, cuando notó que yo empezaba a tener una erección.
Yo no contesté. Después de otras mediciones, ella liberó mis ataduras y me ayudó a bajar de la camilla. En la silla de ruedas me llevó al segundo sector donde Eva me estaba esperando.
Cuando vi el sillón de dentista entré en pánico. Odio visitar al dentista. Eva me ayudó a salir de la silla de ruedas y acomodarme en el sillón de dentista. Sofía había acercado una pequeña silla y se ubicó a mi lado, mientras Eva me ataba al sillón. Ambas mujeres se pusieron barbijos y guantes de látex. Eva acomodó el sillón hasta que estuvieron conformes.
- Me pasás la bandeja con el instrumental por favor, Sofi?
En cuanto se hizo de la bandeja, Eva levantó un babero descartable y lo ubicó sobre mi pecho. Sofía encendió la luz de la lámpara sobre mi rostro y tomó de la bandeja algo que no pude distinguir. Eva apoyó su mano enguantada sobre mi frente, obligándome a apoyar mi cabeza en el sillón.
- Abrí grande la boquita bebé!
En cuanto abrí la boca Sofía puso un abridor bucal metálico entre mis labios y lo fijó. Sofía empezó a revisar mis dientes y encías, apretando y empujando y metiéndome en la boca todo tipo de instrumentos de acero quirúrgico que Eva le iba entregando. Luego de un extenso pero excitante examen bucal, Sofía retiró el abridor y me liberó del sillón de dentista.
En la silla de ruedas me llevaron hasta la parte trasera del Consultorio.
- Ahora te vamos a hacer una colonoscopía bebé - me anunció Eva, tal vez demasiado entusiasmada.
Las dos enfermeras me aseguraron a la camilla y pusieron mis piernas en los estribos y empezaron a ponerse delantales descartables sobre sus ambos blancos y otra vez barbijos cubrieron sus rostros y guantes de látex cubrieron sus manos. Yo empecé a asustarme. Sofía debió haberlo notado.
- Tenés miedo bebé?
- S... sí... Doctora - contesté balbuceando.
- Es normal. Todos se asustan cuando se dan cuenta que los vamos a penetrar.
Mientras Sofía decía esto, Eva encendía una pantalla de computadora y se paraba entre mis piernas sosteniendo y moviendo en todas las direcciones posibles el tubo flexible con la mini cámara justo en frente de mi rostro. Sofía se ubicó a mi lado, me cubrió con una delgada manta descartable semi transparente y con cuidado me puso una máscara de oxígeno de goma que me cubría la nariz y la boca.
- El paciente está listo Eva... procedé cuando quieras - dijo Sofía.
- Perfecto - respondió Eva mientras terminaba de lubricar el tubo - Penetrando!
Sentí como empezaba a insertar el tubo en mi recto. Al principio fue bastante agradable, pero después me empezó a rozar la próstata y una erección elevó ligeramente la manta y la manchó con la secreción que emanaba de mi pene. Sofía me acarició la frente con su mano enguantada y me sonrió detrás de su barbijo. Después de unos minutos el procedimiento empezó a tornarse bastante doloroso. Entendí porqué Sofía me había colocado la máscara de oxigeno cuando por el dolor empecé a tener dificultades para respirar.
- Ya casi terminamos... - dijo Eva.
- Un poquito más bebé... - me animó Sofía.
Con cuidado y tan rápidamente como pudo Eva retiró el tubo con la mini cámara. Ésos últimos 25 segundos fueron realmente desagradables.
Cuando terminaron, me desataron y me ayudaron a volver a la silla de ruedas. Me sacaron del Consultorio y me llevaron de vuelta a mi habitación. Cuando llegamos al pabellón, Eva me abandonó y Sofía me condujo a mi habitación. En seguida me acosté.
- Qué... me van a hacer... mañana? - le pregunté.
- Los pacientes no necesitan ésa información - me contestó Sofía mientras me daba una toalla - Ahora hay que limpiarte.
Yo me incorporé y empecé a dirigirme a la ducha.
- No, ahí no - me aclaró la Enfermera - Vas a venir conmigo y te vamos a dejar bien limpito...
Volví sobre mis pasos y cubrí mi cuerpo desnudo con una bata de baño.
- Vení! - me dijo Sofía.
Yo la seguí hasta un lugar oscuro y ella encendió las luces. Lo que vi, jamás me lo hubiera imaginado.
- Dormiste bien? - me preguntó.
- No... estoy un poco nervioso por la revisación de hoy.
- No te preocupes. La revisación médica es obligatoria y hoy es sólo el primer día.
Después abrió la puerta y trajo una bandeja con el desayuno.
- Tenés media hora para desayunar, después tenemos que empezar a revisarte.
Y puntualmente media hora después Sofía, María y otra Enfermera que no conocía entraron con un carro. La Enfermera desconocida tenía cabello oscuro, ojos verdes y un hermoso rostro. Las Enfermeras me ordenaron que me duche antes de empezar con la revisación.
- Te quiero completamente desnudo y acostado en la cama - me ordenó Eva, la tercer Enfermera.
María y Sofía abandonaron la habitación. Cuando Eva descubrió el contenido del carro pude ver los cuatro brazaletes de cuero marrón con anillas. Eva procedió a colocármelos. Así que ahí estaba yo, acostado y desnudo, con brazaletes en mis tobillos y muñecas. Después ella me entregó una bata y me ordenó que me la ponga mientras ella buscaba una silla de ruedas.
Unos diez minutos después, Eva y Sofía volvieron a la habitación.
- A la silla - me ordenaron.
Me llevaron hasta el ascensor y entramos. Fuimos a la planta baja. En cuanto salimos del ascensor, me condujeron a una puerta que estaba rotulada como Consultorio 1. Ambas Enfermeras entrecruzaron una mirada antes de abrir la puerta.
Me introdujeron a un gran Consultorio con azulejos verdes en las paredes. En Consultorio tenía varios sectores. Eva me condujo hasta uno de ellos.
- Acostate en la camilla - me ordenó justo antes de retirarse.
Apenas Eva salió, Sofía sujetó con unos ganchos los aros de mis brazaletes a la camilla y se empezó a calzar un par de guantes de látex.
- La revisación médica obligatoria tiene varias etapas - empezó a explicar mientras se ajustaba los guantes - Eva y yo te vamos a revisar. Vos portate bien y obedecé.
Una vez más estaba atado a una camilla con una Enfermera a mi lado. En seguida, me conectó a un tensiómetro y empezó a inflarlo. También me auscultó.
- Respirá hondo... - me dijo mientras controlaba mi respiración después de quitar el tensiómetro de mi brazo.
- Estás disfrutando? - me preguntó sarcástica, cuando notó que yo empezaba a tener una erección.
Yo no contesté. Después de otras mediciones, ella liberó mis ataduras y me ayudó a bajar de la camilla. En la silla de ruedas me llevó al segundo sector donde Eva me estaba esperando.
Cuando vi el sillón de dentista entré en pánico. Odio visitar al dentista. Eva me ayudó a salir de la silla de ruedas y acomodarme en el sillón de dentista. Sofía había acercado una pequeña silla y se ubicó a mi lado, mientras Eva me ataba al sillón. Ambas mujeres se pusieron barbijos y guantes de látex. Eva acomodó el sillón hasta que estuvieron conformes.
- Me pasás la bandeja con el instrumental por favor, Sofi?
En cuanto se hizo de la bandeja, Eva levantó un babero descartable y lo ubicó sobre mi pecho. Sofía encendió la luz de la lámpara sobre mi rostro y tomó de la bandeja algo que no pude distinguir. Eva apoyó su mano enguantada sobre mi frente, obligándome a apoyar mi cabeza en el sillón.
- Abrí grande la boquita bebé!
En cuanto abrí la boca Sofía puso un abridor bucal metálico entre mis labios y lo fijó. Sofía empezó a revisar mis dientes y encías, apretando y empujando y metiéndome en la boca todo tipo de instrumentos de acero quirúrgico que Eva le iba entregando. Luego de un extenso pero excitante examen bucal, Sofía retiró el abridor y me liberó del sillón de dentista.
En la silla de ruedas me llevaron hasta la parte trasera del Consultorio.
- Ahora te vamos a hacer una colonoscopía bebé - me anunció Eva, tal vez demasiado entusiasmada.
Las dos enfermeras me aseguraron a la camilla y pusieron mis piernas en los estribos y empezaron a ponerse delantales descartables sobre sus ambos blancos y otra vez barbijos cubrieron sus rostros y guantes de látex cubrieron sus manos. Yo empecé a asustarme. Sofía debió haberlo notado.
- Tenés miedo bebé?
- S... sí... Doctora - contesté balbuceando.
- Es normal. Todos se asustan cuando se dan cuenta que los vamos a penetrar.
Mientras Sofía decía esto, Eva encendía una pantalla de computadora y se paraba entre mis piernas sosteniendo y moviendo en todas las direcciones posibles el tubo flexible con la mini cámara justo en frente de mi rostro. Sofía se ubicó a mi lado, me cubrió con una delgada manta descartable semi transparente y con cuidado me puso una máscara de oxígeno de goma que me cubría la nariz y la boca.
- El paciente está listo Eva... procedé cuando quieras - dijo Sofía.
- Perfecto - respondió Eva mientras terminaba de lubricar el tubo - Penetrando!
Sentí como empezaba a insertar el tubo en mi recto. Al principio fue bastante agradable, pero después me empezó a rozar la próstata y una erección elevó ligeramente la manta y la manchó con la secreción que emanaba de mi pene. Sofía me acarició la frente con su mano enguantada y me sonrió detrás de su barbijo. Después de unos minutos el procedimiento empezó a tornarse bastante doloroso. Entendí porqué Sofía me había colocado la máscara de oxigeno cuando por el dolor empecé a tener dificultades para respirar.
- Ya casi terminamos... - dijo Eva.
- Un poquito más bebé... - me animó Sofía.
Con cuidado y tan rápidamente como pudo Eva retiró el tubo con la mini cámara. Ésos últimos 25 segundos fueron realmente desagradables.
Cuando terminaron, me desataron y me ayudaron a volver a la silla de ruedas. Me sacaron del Consultorio y me llevaron de vuelta a mi habitación. Cuando llegamos al pabellón, Eva me abandonó y Sofía me condujo a mi habitación. En seguida me acosté.
- Qué... me van a hacer... mañana? - le pregunté.
- Los pacientes no necesitan ésa información - me contestó Sofía mientras me daba una toalla - Ahora hay que limpiarte.
Yo me incorporé y empecé a dirigirme a la ducha.
- No, ahí no - me aclaró la Enfermera - Vas a venir conmigo y te vamos a dejar bien limpito...
Volví sobre mis pasos y cubrí mi cuerpo desnudo con una bata de baño.
- Vení! - me dijo Sofía.
Yo la seguí hasta un lugar oscuro y ella encendió las luces. Lo que vi, jamás me lo hubiera imaginado.
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