Es sorprendente como la timidez más absoluta puede fomentar nuestra imaginación hasta límites insospechados. Coincidimos en la parada del colectivo durante seis meses aproximadamente, o al menos eso creo. Él salía de practicar básquet, yo de la biblioteca de la facultad, los miércoles yo siempre salía tarde de ahí. Nunca lo vi directamente, siempre de a poco y disimulando cada vez que me fijaba si el colectivo estaba por llegar. Y es muy probable que la imagen que tengo en mi memoria sea un 50% invención mía. Era trigueño y narigón (creo que su nariz es el único rasgo del que verdaderamente me acuerdo), más de 1,90 m seguro y flaquito. Con sólo eso me alcanzaba parapajearme pensando en él. Sin embargo nunca lo imaginé cogiéndome. En mi cabezano entraba que alguien como él pudiese fijarse en alguien como yo, aunque fuese una fantasía. Así que siempre fantaseaba con comerle el culo una hora hasta hacerlo acabar, mientras frotaba su pija contra el cubrecama. O se la mamaba mientras él veía porno o chateaba con su novia (porque seguro tenía novia).Nunca nos mirábamos a la cara, me daba vergüenza hasta en las pajas. A veces podía masturbarme solamente imaginándome chupando sus axilas, de las cuales seguro sobresalía bastante vello. A veces se la mamaba en la parada, a plenaluz del día y él estaba desnudo. Creo que me hubiese alcanzado con saber su nombre para completar los huecos del rompecabezas que mi mente armó de él. Pero bueno, al menos me quedan las palabras para no olvidarlo.
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