Apagando el fuego eterno de Alicia. Alicia me esperaba en la oscuridad, cuando llegué me abrazó y la besé en los labios, metió su lengua y jugó con la mía, al oído me dijo… Me tienes bien cachonda…, hace tanto que no me comía una picha que no recuerdo cuando fue la última vez, y te puedo asegurar que ninguna ha sido como la tuya,¡So ladrón! Tengo que aprovechar tu permanencia en casa, así que vamos a tu cuarto para más tranquilidad, Aída ya se fue y Lucía está bien dormida en mi cama, te tengo un regalo.Encendí la lamparilla de la mesa de noche, Alicia se sacó la bata estaba desnuda debajo, me desnudó y de pie comenzó a lamerme las tetillas, cuando tomé sus tetas recordé los senos de Lucía, bajé y comencé a lamer los pezones gruesos empinados que parecían el dedo meñique de mi mano, mordí las puntas que se irguieron de inmediato, seguí bajando y arrodillado llegué a su mullido pubis…, lamí sus carnosos pellejos colgaderos de sus labios vaginales y con la punta de la lengua llegué finalmente al clítoris. Tan pronto lo lamí comenzó a restregar su gordo chocho contra mis labios, chupé sus jugos que manaban reciamente, sacando la cara de su vulva, le dije… ¿Y mi regalo? Me dio la espalda y agachándose quedando en cuatro patas, abrió con sus manos sus rotundas nalgas, y dijo… ¡Búscalo en el centro!
Un anillo oscuro y brotado apareció en medio, metí mi cara en su raja y lamí su ano, tratando de meter la lengua en su apretado anillo. Luego metí un dedo ensalivado y luego otro dedo girándolos. Cuando estimé que estaba lubricada, me levanté y poniendo la punta de la polla en su anillo estrellado y fruncido empujé, se clavó lenta pero sin interrupción hasta la base del garrote…, ¡¡Qué delicioso, me encanta!!, exclamó mi Comadre, deduje que el difunto había sido un usuario permanente del esfínter que ahora disfrutaba yo y mi recién amante conservaba su deleite por ser sodomizada. En ese momento intuí un leve movimiento en la entrada del cuarto, sólo podía ser Lucía y si quería un show lo iba a tener, disimulé que la había sentido. Bajé por la espalda de su madre que apoyó sus manos en la cama y comencé a bombearla una y otra vez, luego sacando el badajo que dejaba un vacío en el ano y antes que cerrara, volvía a meterla, la tenue luz de la lámpara iluminaba la clavada. Lucía seguramente veía cómo el trozo de carne se zambullía en ese culo por el oscuro agujerito estrellado, ahora dilatado de su madre.
Al salir la verga brillaba por los jugos, después pasé a clavarla en el coño un rato donde mi verga desaparecía entre los casi impenetrables labios vaginales de la dama. Alicia empezó a gemir calladamente, aumenté la velocidad de mi cadera hasta que se corrió en un orgasmo ya no tan silencioso pero sabiendo que Lucía esta despierta y como espectadora no le impedí que gimiera a su gusto. Cumpliendo ya con mi pareja regresé al recto de mi Comadre que impresionó cómo se comía de fácil mi gruesa polla y mi éxtasis de verme como centro del espectáculo me presionó la salida de la leche…, la primera descarga cayó en los intestinos de mi señora Comadre, fue un buen y rotundo chorro de leche espesa fabricado en exclusiva para ella y activado por su agraciada hija Lucía. Cerca de expulsar el segundo lechazo logré sacar mi picha del dilatado agujero, y la próxima emisión fue a la espalda de la hembra receptora, así como el tercer aldabonazo de blanca lefa.
Como ya he comentado tengo unas copiosas y abundantes corridas capaces de cubrir a una yegua…, las últimas fueron una salpicadura de varios goterones sobre el asombroso culo de Alicia, siempre bajo la atenta mirada de Lucía concentrada ante lo que veía. Justo cuando su madre percibió correrme dentro de ella emitiendo un gemido sin censura y mis gemidos se hicieron importantes ante la inminencia de la corrida, la niña sacó la cabeza para ver mejor lo que iba ocurrir y estaba sucediendo en este instante. La cría se percató de cómo bañaba a su madre de semen por toda su espalda después de haberla inseminado el culo. Los goterones de esperma espeso y más licuado rodaban por su culo repleto de espermatozoides inválidos para su menester. Pese a haberme deslechado a gusto, mi polla no se rebaja de su erección, entonces no se me ocurrió otra cosa que meter de nuevo el cipote en el agujero dilatado de su culo, quedando con las nalgas de Alicia pegadas para darle tiempo a Lucía en su regreso a la cama. Finalmente Alicia se enderezó, me besó, se despidió y pasó para su cuarto. Me dormí satisfecho pensando que en ningún hotel por lujoso que fuera incluía esa atención, pero mis sueños estaban enmarcados en las preciosas tetas de mi ahijada.
La primera follada... su virginidad. Es difícil imaginarse hoy en día la Galicia rural donde me crio en estos años para alguien de la ciudad. Todavía hoy existe una diferencia en cuanto a cultura y forma de vida, una enorme brecha de veinte o treinta años…, todavía hoy siguen pasando ciertas cosas en las aldeas de las que no se habla nunca.Mi madre, mi hermana mayor y yo vivíamos en una casa con cuadras a cincuenta o cien metros de la del vecino, y así hasta agrupar pequeño núcleos familiares, donde cada familia vivía ajena de la otra, pero siempre pendientes en nuestras necesidades como comunidad. Trabajábamos todos en el campo y en la granja. Yo ayudaba a mi madre en casa y mi hermana ya trabaja en una tienda en el casco urbano del pueblo. Yo todavía iba al instituto a mis 14 años estaba en 2º de ESO. Un autobús del colegio que recogía a todos los alumnos dispersos por el valle. Solo nos teníamos a nosotros para la mayoría de las cosas, repartiéndonos las tareas de casa entre las tres. Mi padre nos dejó caballos que alquilaba para montar a yeguas, eran sementales de muy buena calidad y ahora mi madre y nosotras manteníamos el negocio. En verdad eran animales de trabajo, pero de buena raza, y algunos vecinos nos los alquilaban para que preñaran a sus yeguas. Desde muy jovencita recuerdo el olor a sexo, aunque no lo estuviera viendo, pero sí que oía los relinchos y a los hombres jalear a la pareja apareándose. No me dejaban mirarlo, mientras que a mis vecinos, todos hombres sí, así que siempre intentaba ver algo escondiéndome.
Un día vinieron unos vecinos con su yegua. Vino el matrimonio con sus dos hijos y la hija que era de mi edad, más o menos. Las mujeres se quedaron en casa, y los hombres se dispusieron a preparar la monta. Yo ni siquiera intente acercarme, pero enseguida me di cuenta que la hija de los vecinos se había quedado a ver la monta, sin que su padre dijera nada. Me acerqué todo lo que pude por las cuadras hasta el lugar donde estaban con los animales, intentando ver algo y que no me vieran a mí. Cuando llegue el caballo ya estaba con el cipote totalmente empalmado y subido encima de la yegua, que esperaba impaciente la clavada. Mi vecino, el dueño de la yegua a la que iban a inseminar, le llevo la verga al gran agujero de su coño y le ayudo hasta que la enfilo bien. Cuando el caballo empezó el mete saca empezaron los silbidos y los gritos de los hombres, y unos relinchos increíbles de la yegua. El vecino le hizo un gesto a mi madre diciéndole con total naturalidad… Prefiero que mi hija vea lo que sufren las yeguas para que no se le ocurra dejarse follar con ningún tío….El caballo de mi padre era de mayor envergadura que la pobre joven yegua y le estaba haciendo polvo el coño, pues además de pequeña, la yegua era virgen…, pero el animal sin atender más que a su propia satisfacción seguía embistiéndola. El vecino añadió… Con las edades de nuestras crías, el día menos pensado nos vienenpreñadas con un bombo de cualquiera. Espero que así le pille algo de miedo…. Y por otra parte", añadió…. Están estos cabrones, señalando a su hijo y los amigos de este que le acompañaban…. ¡Que tienen unas ganas de meterla de la hostia!
Los chico se rieron, pero la chica miraba impasible la follada del caballo. A mi padrino que se hallaba por allí le pareció buena idea y me hizo llamar con el consentimiento de mi madre que estaba en casa con la vecina. Mi vecino fue a buscar a la casa, donde yo había vuelto corriendo, y fui con él… Mira hija…, me dijo. Para que veas lo que se hace con lo que los tíos tenemos entre las piernas. Yo miraba alucinada como el pollón del caballo entraba y salía de la yegua. El vecino me animo a acercarme, y lo hice tanto que los fluidos me salpicaron. Mi padrino me advirtió sobre lo doloroso que era, y que no debía dejarme hacer lo mismo por un chico, porqueme haría daño. Yo había visto las pollas de algún novio de mi hermana mayor, e incluso la suya…, la primera vez meando, y eran mucho más pequeñas, aunque mi chochito también era mucho más pequeño que la yegua. Cada raza tiene el tamaño que puede albergar, pese a que mi padrino se gastaba la verga más grande que nunca he visto en los chicos que se follaba mi hermana, únicas vergas que he visto hasta la fecha para comparar.
El vecino le dijo a mi padrino que los chicos no eran problema, que los podían llevar al puticlub un día, como hicieron sus padres con ellos, para que se descargaran a gusto, pero nosotras sí que éramos un problema… Estas crías ya están para echarle al macho. En el momento en que quieran rabo, lo pueden tener de cualquiera de estos cabrones, dijo, señalando a los chicos. Los tíos se rieron, a la vez que el caballo relincho de gusto, anunciando la corrida. La sacó de un golpe y un montón de semen se vino detrás, salpicando el suelo. Mi vecino se apresuró a poner la mano para evitar que se perdiera más, metiendo el brazo hasta el codo, para favorecer que el semen entrara bien adentro. Después le haría otra monta, dentro de un par de horas había muchas posibilidades de que se quedase preñada. Los jóvenes no se quedaron por la granja y se marcharon por esas dos horas con sus padres a su finca. Mientras tanto mi madre, mi padrino y yo nos fuimos para casa. Mi madre y mi padrino comentaban lo buen macho que había sido, y lo grande que era el rabo que todavía colgaba flácido fuera de la funda del prepucio al marcharnos. La vagina de la hembra estaba dilatada pero permanecía a su lado, como esperando a que el caballo quisiera darle más polla
Un anillo oscuro y brotado apareció en medio, metí mi cara en su raja y lamí su ano, tratando de meter la lengua en su apretado anillo. Luego metí un dedo ensalivado y luego otro dedo girándolos. Cuando estimé que estaba lubricada, me levanté y poniendo la punta de la polla en su anillo estrellado y fruncido empujé, se clavó lenta pero sin interrupción hasta la base del garrote…, ¡¡Qué delicioso, me encanta!!, exclamó mi Comadre, deduje que el difunto había sido un usuario permanente del esfínter que ahora disfrutaba yo y mi recién amante conservaba su deleite por ser sodomizada. En ese momento intuí un leve movimiento en la entrada del cuarto, sólo podía ser Lucía y si quería un show lo iba a tener, disimulé que la había sentido. Bajé por la espalda de su madre que apoyó sus manos en la cama y comencé a bombearla una y otra vez, luego sacando el badajo que dejaba un vacío en el ano y antes que cerrara, volvía a meterla, la tenue luz de la lámpara iluminaba la clavada. Lucía seguramente veía cómo el trozo de carne se zambullía en ese culo por el oscuro agujerito estrellado, ahora dilatado de su madre.
Al salir la verga brillaba por los jugos, después pasé a clavarla en el coño un rato donde mi verga desaparecía entre los casi impenetrables labios vaginales de la dama. Alicia empezó a gemir calladamente, aumenté la velocidad de mi cadera hasta que se corrió en un orgasmo ya no tan silencioso pero sabiendo que Lucía esta despierta y como espectadora no le impedí que gimiera a su gusto. Cumpliendo ya con mi pareja regresé al recto de mi Comadre que impresionó cómo se comía de fácil mi gruesa polla y mi éxtasis de verme como centro del espectáculo me presionó la salida de la leche…, la primera descarga cayó en los intestinos de mi señora Comadre, fue un buen y rotundo chorro de leche espesa fabricado en exclusiva para ella y activado por su agraciada hija Lucía. Cerca de expulsar el segundo lechazo logré sacar mi picha del dilatado agujero, y la próxima emisión fue a la espalda de la hembra receptora, así como el tercer aldabonazo de blanca lefa.
Como ya he comentado tengo unas copiosas y abundantes corridas capaces de cubrir a una yegua…, las últimas fueron una salpicadura de varios goterones sobre el asombroso culo de Alicia, siempre bajo la atenta mirada de Lucía concentrada ante lo que veía. Justo cuando su madre percibió correrme dentro de ella emitiendo un gemido sin censura y mis gemidos se hicieron importantes ante la inminencia de la corrida, la niña sacó la cabeza para ver mejor lo que iba ocurrir y estaba sucediendo en este instante. La cría se percató de cómo bañaba a su madre de semen por toda su espalda después de haberla inseminado el culo. Los goterones de esperma espeso y más licuado rodaban por su culo repleto de espermatozoides inválidos para su menester. Pese a haberme deslechado a gusto, mi polla no se rebaja de su erección, entonces no se me ocurrió otra cosa que meter de nuevo el cipote en el agujero dilatado de su culo, quedando con las nalgas de Alicia pegadas para darle tiempo a Lucía en su regreso a la cama. Finalmente Alicia se enderezó, me besó, se despidió y pasó para su cuarto. Me dormí satisfecho pensando que en ningún hotel por lujoso que fuera incluía esa atención, pero mis sueños estaban enmarcados en las preciosas tetas de mi ahijada.
La primera follada... su virginidad. Es difícil imaginarse hoy en día la Galicia rural donde me crio en estos años para alguien de la ciudad. Todavía hoy existe una diferencia en cuanto a cultura y forma de vida, una enorme brecha de veinte o treinta años…, todavía hoy siguen pasando ciertas cosas en las aldeas de las que no se habla nunca.Mi madre, mi hermana mayor y yo vivíamos en una casa con cuadras a cincuenta o cien metros de la del vecino, y así hasta agrupar pequeño núcleos familiares, donde cada familia vivía ajena de la otra, pero siempre pendientes en nuestras necesidades como comunidad. Trabajábamos todos en el campo y en la granja. Yo ayudaba a mi madre en casa y mi hermana ya trabaja en una tienda en el casco urbano del pueblo. Yo todavía iba al instituto a mis 14 años estaba en 2º de ESO. Un autobús del colegio que recogía a todos los alumnos dispersos por el valle. Solo nos teníamos a nosotros para la mayoría de las cosas, repartiéndonos las tareas de casa entre las tres. Mi padre nos dejó caballos que alquilaba para montar a yeguas, eran sementales de muy buena calidad y ahora mi madre y nosotras manteníamos el negocio. En verdad eran animales de trabajo, pero de buena raza, y algunos vecinos nos los alquilaban para que preñaran a sus yeguas. Desde muy jovencita recuerdo el olor a sexo, aunque no lo estuviera viendo, pero sí que oía los relinchos y a los hombres jalear a la pareja apareándose. No me dejaban mirarlo, mientras que a mis vecinos, todos hombres sí, así que siempre intentaba ver algo escondiéndome.
Un día vinieron unos vecinos con su yegua. Vino el matrimonio con sus dos hijos y la hija que era de mi edad, más o menos. Las mujeres se quedaron en casa, y los hombres se dispusieron a preparar la monta. Yo ni siquiera intente acercarme, pero enseguida me di cuenta que la hija de los vecinos se había quedado a ver la monta, sin que su padre dijera nada. Me acerqué todo lo que pude por las cuadras hasta el lugar donde estaban con los animales, intentando ver algo y que no me vieran a mí. Cuando llegue el caballo ya estaba con el cipote totalmente empalmado y subido encima de la yegua, que esperaba impaciente la clavada. Mi vecino, el dueño de la yegua a la que iban a inseminar, le llevo la verga al gran agujero de su coño y le ayudo hasta que la enfilo bien. Cuando el caballo empezó el mete saca empezaron los silbidos y los gritos de los hombres, y unos relinchos increíbles de la yegua. El vecino le hizo un gesto a mi madre diciéndole con total naturalidad… Prefiero que mi hija vea lo que sufren las yeguas para que no se le ocurra dejarse follar con ningún tío….El caballo de mi padre era de mayor envergadura que la pobre joven yegua y le estaba haciendo polvo el coño, pues además de pequeña, la yegua era virgen…, pero el animal sin atender más que a su propia satisfacción seguía embistiéndola. El vecino añadió… Con las edades de nuestras crías, el día menos pensado nos vienenpreñadas con un bombo de cualquiera. Espero que así le pille algo de miedo…. Y por otra parte", añadió…. Están estos cabrones, señalando a su hijo y los amigos de este que le acompañaban…. ¡Que tienen unas ganas de meterla de la hostia!
Los chico se rieron, pero la chica miraba impasible la follada del caballo. A mi padrino que se hallaba por allí le pareció buena idea y me hizo llamar con el consentimiento de mi madre que estaba en casa con la vecina. Mi vecino fue a buscar a la casa, donde yo había vuelto corriendo, y fui con él… Mira hija…, me dijo. Para que veas lo que se hace con lo que los tíos tenemos entre las piernas. Yo miraba alucinada como el pollón del caballo entraba y salía de la yegua. El vecino me animo a acercarme, y lo hice tanto que los fluidos me salpicaron. Mi padrino me advirtió sobre lo doloroso que era, y que no debía dejarme hacer lo mismo por un chico, porqueme haría daño. Yo había visto las pollas de algún novio de mi hermana mayor, e incluso la suya…, la primera vez meando, y eran mucho más pequeñas, aunque mi chochito también era mucho más pequeño que la yegua. Cada raza tiene el tamaño que puede albergar, pese a que mi padrino se gastaba la verga más grande que nunca he visto en los chicos que se follaba mi hermana, únicas vergas que he visto hasta la fecha para comparar.
El vecino le dijo a mi padrino que los chicos no eran problema, que los podían llevar al puticlub un día, como hicieron sus padres con ellos, para que se descargaran a gusto, pero nosotras sí que éramos un problema… Estas crías ya están para echarle al macho. En el momento en que quieran rabo, lo pueden tener de cualquiera de estos cabrones, dijo, señalando a los chicos. Los tíos se rieron, a la vez que el caballo relincho de gusto, anunciando la corrida. La sacó de un golpe y un montón de semen se vino detrás, salpicando el suelo. Mi vecino se apresuró a poner la mano para evitar que se perdiera más, metiendo el brazo hasta el codo, para favorecer que el semen entrara bien adentro. Después le haría otra monta, dentro de un par de horas había muchas posibilidades de que se quedase preñada. Los jóvenes no se quedaron por la granja y se marcharon por esas dos horas con sus padres a su finca. Mientras tanto mi madre, mi padrino y yo nos fuimos para casa. Mi madre y mi padrino comentaban lo buen macho que había sido, y lo grande que era el rabo que todavía colgaba flácido fuera de la funda del prepucio al marcharnos. La vagina de la hembra estaba dilatada pero permanecía a su lado, como esperando a que el caballo quisiera darle más polla
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