Ese mismo fin de semana mi padre se plantó en casa de mi madre, su intención era llevarme con él a los países nórdicos. Hacía más de cinco años que mis padres no se veían en persona y tal vez ahora lo hicieran más frecuentemente que nunca. Aquel sábado me había quedado en casa esperando a mi padre, añadido a la prohibición de mi madre de dejarme salir en mi estado. Yo me sentía igual que siempre y necesitaba evadirme del agobio de casa, en realidad quería estar a solas con papá, después de tres semanas viéndolo solo por Skype. Su compañía masculina me enardecía en sofocantes ganas de sobarlo y besarlo… comérmelo.
Durante la cena sentí la mano de mi padre sobre mi muslo, deslizándose hacia arriba, no habíamos tenido oportunidad de estar solos, y nuestros cuerpos se extrañaban. Lamentablemente durante la mañana no habíamos podido pasar de algún roce disimulado o un beso al apuro. Por la tarde no prometía nada, ya que mamá y su marido se enfrascaban en una conversación infinita con mi padre sobre los detalles de mi estancia en Finlandia. Mi padre nos aseguró que la asistencia sanitaria para una mujer embarazada es total, máxime cuando es hija de un residente en el país como él. También charlaban animadamente sobre trabajo y sus cosas mientras yo definitivamente me aburría como una ostra.
Fastidiada me marché para poner en marcha mi plan de escapada con papá. No tenía ninguna intención de que llegara la noche en aquella monotonía. Tomé una ducha y para vestirme agarré un vestido rojo con un escote que me llegaba hasta el ombligo de esos que marcan las tetas, y que por la finura de la tela resaltan los pezones. Escogí ese vestido porque a mi padre le encantaba, le fascina el rojo… todo hay que decirlo, el modelo es coqueto y se amoldaba a las caderas dejando exhibir mi silueta, así como mis piernas desnudas que se alargaban con los tacones. Usé maquillaje mascarilla y me puse radiantemente arrebatadora, más de lo usual. Pese a ello no quitaba de mi rostro los últimos vestigios de inocencia que ahora se aleaban con una dosis fuerte de sensualidad y madurez, sabiendo que es lo que quería en la vida…
Salí de mi habitación y me detuve en las escaleras, el cuadro era perfecto, mi padre estaba ubicado en el sillón del frente, mientras mi madre y su marido quedaban ocultos por el espaldar del mueble. Bajé los escalones despacio, zarandeando las caderas y taconeando suave, quería llamar su atención y lo estaba logrando, su mirada no perdía detalle de mis movimientos, arrastrándose desde mis pantorrillas hasta mi rostro, con una descarada pausa en mis pechos…en mis caderas…en mis muslos… Al ruido del taconeo mi madre se dio la vuelta algo contrariada y señaló…
-“¿Dónde vas Paula y….vestida así con ese escote?”
-“Ay mama, déjame salir un rato solo voy con mis amigas”.
-“¡¡Sabes que no me gusta que salgas sola y menos en tu estado… tan escotada!!”
-“Mamá se te olvida que ya no soy una niña…solo quiero dar una vuelta”.
-“Hija entiendo en la edad que estás, pero de ninguna forma sales así, mira hasta tu padre se ha sorprendido al verte así con las tetas fuera. ¿No le vas a decir nada a la niña?”.
Reí para mis adentros, mi pobre madre no imaginaba porqué mi padre me miraba así… estas tetas las había mamado más de una vez y lo seguiría haciendo muchas veces más con la misma frecuencia que yo chupaba su polla y sus huevazos. Fernando tragó saliva y entre dientes musitó.
-“Si hija, tu madre tiene razón, vas demasiado desbocada con esos tacones y en tu estado has de cuidarte un poco más. Estas muy guapa pero mejor haz caso a tu madre”.
-“¡¡Ok, entonces iré a encerrarme en mi habitación mientras todos se divierten!! ¡¡Vaya familia que me ha tocado!! En Finlandia con el frio que hace, seguro que la gente sale más y es más explayada”
-“Sabes muy bien que no es así mi vida…”
-“Espera… hija” dijo mi madre conciliadora. “¿Porque no le dices a tu padre que te acompañe a dar es vuelta?” Estaba consiguiendo lo que quería de manera fácil…
-“Ay mamá, no sé si es buena idea después de todo…no sé si a mi papi le aburre estar conmigo”. Esto último lo dije plantando intensamente la mirada en la bragueta de papá, imaginándomela en mi boca, lamiendo sus gordas pelotas.
-“Vamos Fernando, haz un esfuerzo, total en dos días se marcha lejos y Oulu no es una ciudad como esta para salir, aprovecha estos días en España…”.
-“Bueno…este… me parece bien, yo también hace años que no salgo a disfrutar del ambiente mediterráneo…, por mi no hay ningún problema… te llevo donde quieras”. Ese “a donde quieras” lo sentí remarcado…
-“Muy bien papá. Oye mamá no nos esperes levantada, no sabemos a la hora que llegaremos, vamos a quemar la ciudad”.
-“¡¡Hija no digas eso que vas a preocupar a tu madre…!!”
Todo estaba resultando como yo quería, pero lo mejor es que la idea fue de mamá, ¡Fue a ella quién sugirió que saliéramos juntos! Nos subimos al coche y mi padre sonriente arrancó sin dirección. Sabía que mamá no me dejaría salir sola sin un guardaespaldas… y mucho menos vestida tan provocativamente, dejando entrever mis pechos,
-“Ves papá que fácil se logra permiso sin levantar sospechas… ¡A poco no soy muy lista y no lo conseguimos!”.
-“Eres realmente un encanto y por cierto cual es la dirección, ¿a dónde vamos princesa?”
-“¿A dónde…? A la habitación de tu hotel…” dije desviando la mirada hacia la ventana, un tanto avergonzada.
Llegamos, mi padre había reservado una habitación con cama de matrimonio lo que nos permitía pasar toda la noche muy cómodos. Al cruzar el umbral, me abrazó por detrás llenando de besos mi cuello, dirigiéndonos hacia la cama.
-“Espérame un minuto nena, voy a tomar una ducha yo también, mientras puedes entretenerte viendo la tele”.
-“Ok, papi ve tranquilo, si necesitas ayuda solo tienes que decírmelo”.
-“Me encantaría que te metieras conmigo, pero prefiero que estés así de guapa para cuando salga”.
Me tendí en su cama con los tacones y agarrando el mando a distancia empecé a buscar alguna programación que me entretuviese. Mi padre había contratado todo tipo de lujos y tenía cable internacional así que la cantidad de canales era innumerable, cambiaba uno a otro sin que nada llamara mi atención, hasta que una escena, me forzó a detenerme. Una preciosa rubia se ubicaba despatarragada y después a cuatro patas sobre una mullida cama. Sus cabellos caían por la espalda, y su desnudez dejaba ver la perfección de unas líneas que graciosamente se ensanchaban en las caderas, permitiendo ver entre sus muslos casi hasta su alma… Sus labios teñidos de rojo, se entreabrían, dejando escapar incesantes jadeos. Sus tetas con botones disparados se bamboleaban al ritmo de los testículos del tipo que se la follaba. Era una diosa, una verdadera diosa del erotismo, y soñé… soñé con parecerme a ella… Instintivamente, empecé a desvestirme, me quité el vestido y saltaron mis tetas desnudas a falta de sujetador que cayó por el piso al igual que mi tanga. Coloqué mis rodillas en la cama, mis codos sobre el almohadón y el espejo me devolvió la imagen felina de una morena sensual y caprichosa. Me miraba a mi misma sin reparo, como desconociéndome, ¿dónde estaba quedando la jovencita inocente que se refugiaba dulcemente en brazos de su amado padre…? Me sentía diferente, como si hubiera roto los grilletes que me encadenaban y al fin como una mariposa inquieta me abría a la vida, al amor y al sexo. Un estremecimiento cortó el hilo de mis pensamientos, Fernando estaba a mis espaldas contemplándome enmudecido atreviéndose a rozar con su dedo el final de mi espalda…. También surcaba los senderos de mis caderas, las elevaciones de mis ubres en erupción, las planicies de mi vientre y cada recodo de piel que encontrara, mientras en la tele la rubia en igual posición gemía descontrolada…
-“Eres muy hermosa mi cielo…”
Dijo casi sin aliento y yo me sentí feliz, de ser la dueña de sus ojos y la causante de que su tremenda erección surcase mi entrepierna. Con las yemas de los dedos, pellizcó mis labios mayores, juntándolos y besándolos lentamente. Abrió paso separando mis labios y permitiendo que su lengua acaricie mi coñito rasurado. Formaba círculos lentamente con su nariz, como si quisiera penetrarme con ella, luego hizo lo mismo con sus labios y su barbilla… besaba profundamente. Mordisqueaba y chupaba suavemente el clítoris intentando tomarlo entre sus labios y con ligeros soplidos me llevaba a la gloria…
-“Ven chiquita quiero enseñarte algo…”
Se recostó en la cama y yo quedé sobre él, su boca a la altura de mi coño impúber, tan suave como mis mamas, y la mía al alcance de su gran maza… una polla con unos huevos enormes. Íbamos a disfrutar de un magnífico 69, que me hacia convertirme en un animalito goloso. Separé todo lo que pude mis piernas para que él tuviera total acceso, a la vez que me llenaba la boca de toda su erección, era evidente que apenas podía engullirme una pequeña parte de algo tan desmesurado. Mi lengua lo rozaba desde la base, se paseaba por la textura venosa de su troco, alcanzando poco a poco la cima, mi boca llena de saliva formaba una cuna tibia que le ofrecía abrigo, y suavemente, engullí su glande, que me cabía justo en mi boca, cual un enorme bocado de una ciruela entera. Con mis labios forme una O acorde a la medida de su cabeza de ariete y punta de su fabuloso estoque, los ajustaba de modo que las sensaciones se multiplicaran, forzando las comisuras.
De esa manera, deslizándome hacia abajo terminé comiéndola casi entera…, ligeras arcadas me hacían detenerme por el tamaño y roce en mi garganta, pero rápidamente conseguí ritmo y la gozaba increíblemente. ¡Qué extraña y deliciosa sensación mezclada con la que él me regalaba…! Su lengua musculosa daba largas y suaves lamidas, comenzando en el clítoris y acabando en la entrada de mi vagina, a veces llegaba una caricia húmeda a mi ano estremeciéndome al sentirla. La endurecía e intentaba introducirla dentro. La agilidad de su lengua producía estremecimientos en mis labios más aún cuando llevándola hacia atrás dejaba que jugueteara en mi culo. Su rostro zambullido llenándose de mi aroma y de mi humedad era el mejor incitante. Por otro lado dejaba que mis tetas firmes, trabajaran en su polla para terminar desmayado en mi boca. Cada bajada en su verga era compensada con el ingreso de su lengua en mi coñito, y cada chupón de mi clítoris con el de sus bolas, duras y grandes como nueces cada una. Él empujaba las caderas hacia arriba, mientras yo las llevaba hacia atrás… mi boca quedó con su sabor a macho y su rostro con mi aroma de hembra en celo recién preñada.
No sé cuánto tiempo pasamos así, pero por la facilidad que tengo para alcanzar orgasmos irremediablemente me corrí, disfrutando de lengüetazos en mi vulva y clítoris, más allá de mi intensa explosión. Me dio la vuelta y me besó, con esa mezcla de dulzura y lascivia con la que fácilmente me vuelvo una golfa. Se recostó sobre mí sin dejarse caer para no presionarme, dejando que su cipote con su acerada punta de ariete besara mi coño. Ingresaba suave, muy suave el glande curvado como casco militar alemán… después el tronco… hasta llegar a la base… se sumergía y emergía con la fuerza necesaria para despertar nuevamente mi hambre. No conforme con esa posición, levanté mis piernas acomodándolas sobre sus hombros.
¡¡Diablos!! Eso sí era morir en vida… y renacer ensartada por mi hombre. De esta forma él no me forzaba mi vientre y tenía total acceso a mi chocho caliente y húmedo. Sus fuertes arremetidas golpeaban contra mi vulva produciendo en mí la necesidad de más polla dentro de mi vagina, y como poseída levantaba mis caderas buscando más presión, entraba y salía produciendo el ruido del mar chocando contra las rocas, pero lo único que golpeaban eran sus grandes huevos balanceándose contra mi culo, dentro de un mar de fluidos jugosos. El sudor perlaba su frente y goteaba sobre mi cuerpo. Volví a gemir más fuerte presintiendo otro orgasmo, pero su lengua comiéndome la boca me distrajo de la sensación de querer correrme, casi inmediatamente se incorporó ubicándose detrás de mí, me apresó como una perrita atrevida que disfruta siendo follada.
No nos importaba nada del mundo, solo existíamos él y yo. Su polla se introdujo bruscamente obligándome a huir de su embate, pero sin dar tregua me agarró de la cadera dosificando su entrada. En cuestión de segundos era mi cuerpo el que buscaba más profundidad. Haciéndome hacia atrás escuchaba el golpeteo enloquecedor de la cópula. Notaba su verga dura como el acero con sus hinchadas venas frotaban el interior de mi intimidad ¡Sentía como aquella tranca me llegaba hasta la barriga! La rubia chillaba en la tele y yo berreaba en su cama…
-“FÓLLAME…FÓLLAME… ¡¡¡por favor, no pares…!!! ¡¡¡Dale a tu perrita todo el gusto…dale lo que se merece!!!”
-“¿Y qué más quiere esta perrita cachonda…si ya te la estoy empalando hasta los huevos?”
-“¡¡¡Quiero más…quiero más polla en mi vagina papi y que se corra con un buen chorro de leche!!!” A cada palabra me devolvía una fuerte embestida, mi vocabulario se ennegrecía y el suyo también…
-“¡Qué buen culo tienes para recibir mi verga! ¡Me vuelves loco nena! ¡¡Estás tan buena, que con mucho gusto te daré mi leche…! ¿Dónde la quieres, cariño…?”
No alcancé a responder, porque un orgasmo, me hizo gritar dejándome desmadejada. Pero él sin detener los embates continuó agitando su pelvis, hundiéndose en mi laguna con chapoteos en mi mar de jugos…me tenía el coño encharcado. Sus movimientos se hicieron más intensos, más rápidos, más profundos… como si a base de metidas me arrancara la vida y me partiera en dos con aquella animalada de verga dentro de mi estrecho conejito. Aún sintiendo una fuerte carga de sensaciones, le expuse mi trasero hacia atrás, facilitando la follada dispuesta como una puta sumisa que solo oye la voz del placer. En ese punto de la fornicación se perdía el respeto padre-hija, pasando a ser dos animales sedientos de sexo, un macho y una hembra.Empujó una vez más, profundo e intenso, noté la presión de sus brazos y la tensión de sus piernas junto con el dolor placentero que me producían sus dedos engarfiados en mis nalgas. La clavó de una sola vez en lo más hondo de mí y con un gemido potente descargó toda su semilla en mi interior. La tibieza de su leche estallando en mis profundidades en varios chorros convulsionados con resoplidos, me enorgullecía como hembra que satisface las necesidades de su hombre. Un semental al que quiere y del desea tener su más preciado sabor, el néctar producido en sus huevos exclusivamente para mí. Se dejó caer sobre su espalda, y yo me desplomé rendida sobre el pecho de mi padre. Nuestra respiración se iba calmando y el huracán volvió a ser brisa… Allí estaba mi amante todavía empalando mi coño bajo mi cuerpecito preñado de él, presionándole con mis tetas sudorosas…
-“¿Sabes qué? -“¿Qué?”
-“Eres una mujer estupenda, toda una hembra que sabe sacar lo mejor de un hombre”, dijo con su acostumbrado guiño y su sonrisa dulce. Sonreí y extrañamente me ruboricé. Se dio cuenta y como consuelo me siguió diciendo… “Mi niña, tranquila… te quiero mucho y te mereces todo lo mejor del mundo, con papi no te faltará de nada”.
Fueron unas palabras que me llenaros en ese momento de felicidad, al saber que es el hombre adecuado en el que confiar tu vientre, tu bienestar y protección. Asentí con mi cabeza y me refugié en sus brazos buscando esa seguridad, no pensaba en las consecuencias de hacer el amor estando preñada, pero confiaba plenamente en papá, él no dejaría que me pasara nada. Me dejaba llevar con la agradable sensación de haber sido follada con por su gran tranca y la de llevar la vagina llena de su esperma una vez más, señal de haberle gustado a mi hombre. Me sentía tan hermosa y feliz que deseaba con todas mi ganas, no se acabara nunca.
Acariciando mi cabello murmuró… -“Siempre serás eso…mi niña preciosa, mi princesa y de vez en cuando….mi… mi…¡¡mi putita amante deliciosa!!”
Ambos reímos mientras nos encaminamos a la ducha. Iba a apagar la tele, pero una imagen de la rubia, practicando sexo anal me hizo buscar su mirada…
-“¡¡Qué!! ¿No sabes lo que es sexo anal?”
-“Papá, claro que lo sé, ¡¡tengo 20 años…!! Pero… ¡Sabes que aún no lo he probado!” Dije socarronamente.
Dándome un azote en el culo sonrió diciendo… -“Un día de estos voy a acabar con todas tus curiosidades…”.
A la mañana siguiente desayunamos en el restaurante del hotel y me devolvió a casa… en diez horas volaríamos a Filandria, saldríamos del aeropuerto de Barajas como padre e hija y llegarían al aeropuerto de Hensilki-Vantaa como esposos. El día siguiente amaneció un domingo precioso de luz polar de belleza inabordable….
…Fernando se despertó en la misma postura en la que se había quedado dormido.Sintió su polla flácida pero ensanchada por la dilatación de su erección mañanera. Miró a Paula, con un pecho destapado de la sábana. La luz boreal que entraba por la ventana se reflejaba en su rostro y le daba más dulzura. Se levantó con cuidado de no despertarla, se puso unos calzoncillos y una camiseta… se fue a preparar el desayuno. Un agradable olor a café recién hecho inundaba la cocina cuando se fue a despertar a Paula.
-“Arriba dormilona”. -“Mmmm, cinco minutos más”.
-“Nada que se va a enfriar el café, venga”. Se incorporó levemente, sonrió y agarró por la dotación fastuosa viril a su padre manoseándole con delirio el magnífico cetro. “Veo que te sigue gustado el sexo que te da papá”.
-“Mucho, espero que hoy funcione igual como anoche. ¡¡Verla ahí justo delante de mí, me ayuda a levantarme!!”.
Se levantó y Fernando le acabó de despertar con una sonora palmada en el culo. La vio orinar e incorporarse a lavarse la cara. -“¡Por Dios mi amor, ponte algo que me va a dar un infarto de ver tanta hermosura, déjame al menos desayunar para tomar fuerzas! ¡¿O es que deseas que te haga el amor sin desayunar?!” riéndose dijo…
-“Ya voy, pero no sería mala idea, eh... Porque la leche que más me gusta no es la que sale de las ubres de una vaca, sino de un par de pelotas bien gordas que están muy bien abastecidas. Desayuna y toma fuerzas que te necesito en plena forma”.
Se puso el pijama corto y volvió a la cocina a desayunar. Paula acabó antes y empezó a tocarse el cuello de la camisa del pijama mientras sonreía con picardía. Se desabrochó un botón y se tocaba la teta derecha, luego otro botón mostrando abiertamente sus mamas y suspirando al ritmo con que se lo acariciaba. Fernando estaba ya empalmadísimo… acabó de un trago el tazón de café con leche. Paula también se levantó, le miró mordiéndose el labio y se quitó la camisa del pijama. Su padre la besó, bajó sus labios a las tetas… las lamió y chupó sus pezones.
-“Umm que ricas me saben tus tetas hija, lo mejor del desayuno sin duda”.
-“Tu mujer te las dará siempre lo que tú quieras, y cuando estén llenas te dejaré que me las mames y bebas un poco de su leche…”.
La cogió en brazos y la llevó en volandas a la cama donde la dejó caer con sumo cuidado. Paula se bajó los pantalones del pijama y su padre se los acabó de quitar. La niña ya iba de casi 10 semanas, sin embargo las ganas de follar no se le había disipado. Fernando se desnudó y le metió la polla de un solo empujón.
-“¡¡Aaahm, que fuerza ya de mañana papá!! ¡Me vas a partir en dos!”
“Me estabas pidiendo una ración entera de mi polla, eso es lo que te estoy dando, además te la daré todas las mañanas”.
Se la metía hasta el fondo y se la sacaba casi por completo para volver a introducírsela. Sentía el coño mojado de su hija y como entraba y salía con facilidad, sin duda el estrecho coño de Paula se había acomodado al tamaño del miembro paterno, añadido a la dilatación de la follada de la noche anterior.
-“Aaaaah, aaaaaah”.
-“Te va a oír todo el vecindario, Paula”.
-“Que me oigan, siii. Que se enteren lo que me quiere mi padre y cuanto lo amo yo”.
Fernando sujetaba a la niña por sus nalgas mientras su cadera se balanceaba suavemente adentro y afuera con la raja abierta de su hija. Dejaba caer las piernas en el filo de la cama, observando su culo franco despatarrada, le mantuvo el ritmo bombeando cariñosamente y sin pausa el interior de Paula, totalmente sumisa con los ojos entrecerrados y con los codos hincados en el colchón. Tras más de doce minutos le sacó la polla y gustosamente ella se la engulló siguiendo con una felación digna de toda una meretriz. Agarraba a su padre de los huevos mientras se introducía más allá del glande, lo lamía y se lo volvía a tragar. Las gónadas de papá no aguantaron y se derramó en su garganta con una generosa ración de semen.
-“Aaaah, hoy vas a tomar doble ración de leche caliente para el desayuno”.
-“No me importa si es tuya”.
Paula sonrió mientras se recogía con el dedo los churretones de semen con saliva que le salían por las comisuras y se los tragaba con cara de satisfacción y relamiéndose. Después de descansar un rato se fueron juntos a ducharse. Las caricias no pararon aseándose uno al otro con la esponja, con la mano y con los labios. Con la felicidad plena de estar en el lugar más maravilloso del mundo, con la persona adecuada. Ambos se amaban y sonrían peinándole el pelo, a continuación la besaba y le acariciaba un pecho.
-“Hay que hacer algo con esa pelambrera” dijo ella señalando la parte púbica de su padre -“¿Qué?”
-“Que no me gustan los pelos en la boca cuando te hago una mamada, eso mismo”
-“¿Y qué quieres que haga?”
-“Depilarte o rasurarte, como hacemos nosotras con el chochito. ¿A ti no te gustan más los conejos depilados y suaves?”
-“Pues, sí”.
-“Ahora mismo sin salir de la ducha te lo hago yo misma, no te preocupes. Para que veas me lo haré yo primero ¡¿Vale?!”.
-“Ten cuidado no me cortes las partes más sensibles de mi cuerpo”.
“No tienes por qué preocuparte, me rasuro todas las semanas, por eso lo tengo tan suave, sabré cuidar de tus huevazos”.
-“Mira se me ha puesto dura”.
-“Esta mañana has estado demasiado dominador”.
-“Y bien que te ha gustado”.
-“Bobo, no te acostumbres”.
Acabada la ducha y sin salir de ella cogió la maquinilla y crema de afeitar y se afeitó ella, después prosiguió con su padre. Primero con unas tijeras de corte de pelo. -“No tengas miedo, soy tu hija y necesito esta herramienta tanto como tú, ¡lo haré con cuidado!”. Le extendió la crema después de mojarle esa parte y esperó unos instantes. Con cuidado le pasó la cuchilla.
-“Así muy bien. Casi ni me estoy dando cuenta”.
-“Y ahora esos pelillos de la polla con las tijeras. Que la tengas así de dura me lo pone más fácil”.
La cercanía de su hija manipulando la verga provocó una reacción natural, sin estar en plena erección, aumentó su tamaño lo suficiente para realizar un buen y cómodo trabajo.
-“Perfecto, puedes acabar de aclararte tu mismo. Verás que bien la próxima vez que follemos”.
-“Eso espero, después del mal rato”.
-“Exagerado”. Pasaron al dormitorio y se vistieron.
-“Cariño me escuece algo con el calzoncillo”.
-“No pienses en eso que se te pasará enseguida. Además me gustará verte así, ¿No vale la pena el sacrificio? Nosotras también nos sacrificamos algo por vosotros”.
-“No si ya”.
-“Mira que aguantáis poco los hombres”.
Se acercó en plan burlón e insinuante a la vez, todavía desnuda, y le bajó el calzoncillo y le empezó a acariciar la polla y a señalar puntos de la misma, que empezó a adquirir consistencia. -“Dile a tu nena dónde te escuece, ¿aquí? ¿Es aquí donde pongo el dedo? Lo que te pasa es que está demasiado tiempo dura”.
-“Será porque tú me la pones así”. Mientras le acariciaba una teta y se la lamía. “Hija tus mamadas me vuelven loco”.
-“Y mi culo, mi chocho, mis tetas… ¿Acaso no te gustan… golfo? Anda deja que tu hija te cure, no quiero que sufra mi papi”.
Se introdujo todo la polla y la chupaba con suavidad, dentro-fuera, lo lamía y lo volvía meter. -“Si me curas así siempre que me duela algo, serás mi enfermera particular de por vida”.
-“ahy, suena mi móvil”.
-“¡Olvídalo y sigue!, no me dejes a medias”.
-“Te voy a hacer sufrir, puede ser una llamada importante, y te necesito en forma, no quiero ordeñarte demasiado”.
-“Yo puedo con todo, Paula”.
-“Hola mamá”
-“¿No te habré despertado, no?”
-“No, ya estaba levantada”.
-“Como has tardado un poco en cogerlo”.
-“Sí, es que me estaba vistiendo ya”
-“¿Qué tal hija? ¿Estás bien con papá?”
-“Estupendamente, no sabes lo bien que nos llevamos, me tiene entre algodones”.
-“Me alegra, que lleves bien el embarazo con el cambio de ambiente, cariño”.
-“Papá me está apoyando mucho e incluso ha dejado de trabajar un poco para dedicarme más tiempo”.
Como venganza a la mamada interrumpida su padre le estaba restregando y golpeándole ligeramente con su polla por la cara. Mientras Paula tenía que contenerse la risa y trataba de darle manotazos a la polla, que sólo hacía que se pusiera más dura.
-“Sí, nos lo pasamos bien juntos, salimos un poco y he conocido a gente encantadora”.
-“Seguro que conseguirás adaptarte a sus costumbres”.
-“¿Y tú como estás mamá?”
-“Sola otra vez con tus hermanos, su padre se fue de viaje ayer por la tarde”.
-“Sí, viaja mucho tu marido”.
-“Es su trabajo”. Cuando Paula no hablaba Fernando aprovechaba y le ponía la punta de la polla rozándole los labios. “Dice papá que un beso mamá”.
-“Otro de mi parte para él y hazle caso en todo a tu padre”.
-“Se lo haré mamá”.
-“Un beso hija”.
-“Para ti también mamá”.
-“¡Qué morbo me daba con tu madre al otro lado!”
-“Eres un cabroncete, no veas que esfuerzos he tenido que hacer para que no notara nada”.
-“Eso te pasa por dejar los trabajos a medias”.
-“Confórmate. Te quiero con las ganas intactas…, tengo planes y no eres un chaval de veinte años”.
-“Es cierto que tengo el doble pero doy la talla mejor que ellos…”. Los dos se rieron, indicando ella con ambas palmas de sus manos el tamaño de la verga de papá. “Uy que peligro, pero no me dejes así”.
-“Puedes sobarme las tetas, que te gustan mucho. Tu golfada al teléfono me ha excitado a mí también, tengo el coño encharcado para ti, sigue un poco más abajo”.
Sin decir palabra Fernando bajó su lengua hasta el empapado chochito de Paula, que segregaba con profusión. -“No dejes nada, papi. Aaaahm”.
-“¡Qué hija tan escandalosa tengo!”. Al cabo de un rato alcanzó correrse en la boca de su padre.
Esta era la forma más habitual de despertar cada fin de semana, cuando Fernando disponía de todo el tiempo para su amor, para gozar y hacer gozar a la madre de su futuro hijo el más grande de sus amores jamás concebidos por quien daría la vida. Así pasaban las semanas, entre folladas y trabajo, entre amigos y visitas culturales en la medida que la niña podía moverse y estar a gusto con su amante padre. La niña tampoco descuidada sus estudios avanzados en “Relaciones Internacionales”, en tanto la panza crecía preciosa abultando cada vez más sin dificultarle realizar mil y una tareas sin esfuerzo aparente, especialmente follar con papá….
Continuúa
Durante la cena sentí la mano de mi padre sobre mi muslo, deslizándose hacia arriba, no habíamos tenido oportunidad de estar solos, y nuestros cuerpos se extrañaban. Lamentablemente durante la mañana no habíamos podido pasar de algún roce disimulado o un beso al apuro. Por la tarde no prometía nada, ya que mamá y su marido se enfrascaban en una conversación infinita con mi padre sobre los detalles de mi estancia en Finlandia. Mi padre nos aseguró que la asistencia sanitaria para una mujer embarazada es total, máxime cuando es hija de un residente en el país como él. También charlaban animadamente sobre trabajo y sus cosas mientras yo definitivamente me aburría como una ostra.
Fastidiada me marché para poner en marcha mi plan de escapada con papá. No tenía ninguna intención de que llegara la noche en aquella monotonía. Tomé una ducha y para vestirme agarré un vestido rojo con un escote que me llegaba hasta el ombligo de esos que marcan las tetas, y que por la finura de la tela resaltan los pezones. Escogí ese vestido porque a mi padre le encantaba, le fascina el rojo… todo hay que decirlo, el modelo es coqueto y se amoldaba a las caderas dejando exhibir mi silueta, así como mis piernas desnudas que se alargaban con los tacones. Usé maquillaje mascarilla y me puse radiantemente arrebatadora, más de lo usual. Pese a ello no quitaba de mi rostro los últimos vestigios de inocencia que ahora se aleaban con una dosis fuerte de sensualidad y madurez, sabiendo que es lo que quería en la vida…
Salí de mi habitación y me detuve en las escaleras, el cuadro era perfecto, mi padre estaba ubicado en el sillón del frente, mientras mi madre y su marido quedaban ocultos por el espaldar del mueble. Bajé los escalones despacio, zarandeando las caderas y taconeando suave, quería llamar su atención y lo estaba logrando, su mirada no perdía detalle de mis movimientos, arrastrándose desde mis pantorrillas hasta mi rostro, con una descarada pausa en mis pechos…en mis caderas…en mis muslos… Al ruido del taconeo mi madre se dio la vuelta algo contrariada y señaló…
-“¿Dónde vas Paula y….vestida así con ese escote?”
-“Ay mama, déjame salir un rato solo voy con mis amigas”.
-“¡¡Sabes que no me gusta que salgas sola y menos en tu estado… tan escotada!!”
-“Mamá se te olvida que ya no soy una niña…solo quiero dar una vuelta”.
-“Hija entiendo en la edad que estás, pero de ninguna forma sales así, mira hasta tu padre se ha sorprendido al verte así con las tetas fuera. ¿No le vas a decir nada a la niña?”.
Reí para mis adentros, mi pobre madre no imaginaba porqué mi padre me miraba así… estas tetas las había mamado más de una vez y lo seguiría haciendo muchas veces más con la misma frecuencia que yo chupaba su polla y sus huevazos. Fernando tragó saliva y entre dientes musitó.
-“Si hija, tu madre tiene razón, vas demasiado desbocada con esos tacones y en tu estado has de cuidarte un poco más. Estas muy guapa pero mejor haz caso a tu madre”.
-“¡¡Ok, entonces iré a encerrarme en mi habitación mientras todos se divierten!! ¡¡Vaya familia que me ha tocado!! En Finlandia con el frio que hace, seguro que la gente sale más y es más explayada”
-“Sabes muy bien que no es así mi vida…”
-“Espera… hija” dijo mi madre conciliadora. “¿Porque no le dices a tu padre que te acompañe a dar es vuelta?” Estaba consiguiendo lo que quería de manera fácil…
-“Ay mamá, no sé si es buena idea después de todo…no sé si a mi papi le aburre estar conmigo”. Esto último lo dije plantando intensamente la mirada en la bragueta de papá, imaginándomela en mi boca, lamiendo sus gordas pelotas.
-“Vamos Fernando, haz un esfuerzo, total en dos días se marcha lejos y Oulu no es una ciudad como esta para salir, aprovecha estos días en España…”.
-“Bueno…este… me parece bien, yo también hace años que no salgo a disfrutar del ambiente mediterráneo…, por mi no hay ningún problema… te llevo donde quieras”. Ese “a donde quieras” lo sentí remarcado…
-“Muy bien papá. Oye mamá no nos esperes levantada, no sabemos a la hora que llegaremos, vamos a quemar la ciudad”.
-“¡¡Hija no digas eso que vas a preocupar a tu madre…!!”
Todo estaba resultando como yo quería, pero lo mejor es que la idea fue de mamá, ¡Fue a ella quién sugirió que saliéramos juntos! Nos subimos al coche y mi padre sonriente arrancó sin dirección. Sabía que mamá no me dejaría salir sola sin un guardaespaldas… y mucho menos vestida tan provocativamente, dejando entrever mis pechos,
-“Ves papá que fácil se logra permiso sin levantar sospechas… ¡A poco no soy muy lista y no lo conseguimos!”.
-“Eres realmente un encanto y por cierto cual es la dirección, ¿a dónde vamos princesa?”
-“¿A dónde…? A la habitación de tu hotel…” dije desviando la mirada hacia la ventana, un tanto avergonzada.
Llegamos, mi padre había reservado una habitación con cama de matrimonio lo que nos permitía pasar toda la noche muy cómodos. Al cruzar el umbral, me abrazó por detrás llenando de besos mi cuello, dirigiéndonos hacia la cama.
-“Espérame un minuto nena, voy a tomar una ducha yo también, mientras puedes entretenerte viendo la tele”.
-“Ok, papi ve tranquilo, si necesitas ayuda solo tienes que decírmelo”.
-“Me encantaría que te metieras conmigo, pero prefiero que estés así de guapa para cuando salga”.
Me tendí en su cama con los tacones y agarrando el mando a distancia empecé a buscar alguna programación que me entretuviese. Mi padre había contratado todo tipo de lujos y tenía cable internacional así que la cantidad de canales era innumerable, cambiaba uno a otro sin que nada llamara mi atención, hasta que una escena, me forzó a detenerme. Una preciosa rubia se ubicaba despatarragada y después a cuatro patas sobre una mullida cama. Sus cabellos caían por la espalda, y su desnudez dejaba ver la perfección de unas líneas que graciosamente se ensanchaban en las caderas, permitiendo ver entre sus muslos casi hasta su alma… Sus labios teñidos de rojo, se entreabrían, dejando escapar incesantes jadeos. Sus tetas con botones disparados se bamboleaban al ritmo de los testículos del tipo que se la follaba. Era una diosa, una verdadera diosa del erotismo, y soñé… soñé con parecerme a ella… Instintivamente, empecé a desvestirme, me quité el vestido y saltaron mis tetas desnudas a falta de sujetador que cayó por el piso al igual que mi tanga. Coloqué mis rodillas en la cama, mis codos sobre el almohadón y el espejo me devolvió la imagen felina de una morena sensual y caprichosa. Me miraba a mi misma sin reparo, como desconociéndome, ¿dónde estaba quedando la jovencita inocente que se refugiaba dulcemente en brazos de su amado padre…? Me sentía diferente, como si hubiera roto los grilletes que me encadenaban y al fin como una mariposa inquieta me abría a la vida, al amor y al sexo. Un estremecimiento cortó el hilo de mis pensamientos, Fernando estaba a mis espaldas contemplándome enmudecido atreviéndose a rozar con su dedo el final de mi espalda…. También surcaba los senderos de mis caderas, las elevaciones de mis ubres en erupción, las planicies de mi vientre y cada recodo de piel que encontrara, mientras en la tele la rubia en igual posición gemía descontrolada…
-“Eres muy hermosa mi cielo…”
Dijo casi sin aliento y yo me sentí feliz, de ser la dueña de sus ojos y la causante de que su tremenda erección surcase mi entrepierna. Con las yemas de los dedos, pellizcó mis labios mayores, juntándolos y besándolos lentamente. Abrió paso separando mis labios y permitiendo que su lengua acaricie mi coñito rasurado. Formaba círculos lentamente con su nariz, como si quisiera penetrarme con ella, luego hizo lo mismo con sus labios y su barbilla… besaba profundamente. Mordisqueaba y chupaba suavemente el clítoris intentando tomarlo entre sus labios y con ligeros soplidos me llevaba a la gloria…
-“Ven chiquita quiero enseñarte algo…”
Se recostó en la cama y yo quedé sobre él, su boca a la altura de mi coño impúber, tan suave como mis mamas, y la mía al alcance de su gran maza… una polla con unos huevos enormes. Íbamos a disfrutar de un magnífico 69, que me hacia convertirme en un animalito goloso. Separé todo lo que pude mis piernas para que él tuviera total acceso, a la vez que me llenaba la boca de toda su erección, era evidente que apenas podía engullirme una pequeña parte de algo tan desmesurado. Mi lengua lo rozaba desde la base, se paseaba por la textura venosa de su troco, alcanzando poco a poco la cima, mi boca llena de saliva formaba una cuna tibia que le ofrecía abrigo, y suavemente, engullí su glande, que me cabía justo en mi boca, cual un enorme bocado de una ciruela entera. Con mis labios forme una O acorde a la medida de su cabeza de ariete y punta de su fabuloso estoque, los ajustaba de modo que las sensaciones se multiplicaran, forzando las comisuras.
De esa manera, deslizándome hacia abajo terminé comiéndola casi entera…, ligeras arcadas me hacían detenerme por el tamaño y roce en mi garganta, pero rápidamente conseguí ritmo y la gozaba increíblemente. ¡Qué extraña y deliciosa sensación mezclada con la que él me regalaba…! Su lengua musculosa daba largas y suaves lamidas, comenzando en el clítoris y acabando en la entrada de mi vagina, a veces llegaba una caricia húmeda a mi ano estremeciéndome al sentirla. La endurecía e intentaba introducirla dentro. La agilidad de su lengua producía estremecimientos en mis labios más aún cuando llevándola hacia atrás dejaba que jugueteara en mi culo. Su rostro zambullido llenándose de mi aroma y de mi humedad era el mejor incitante. Por otro lado dejaba que mis tetas firmes, trabajaran en su polla para terminar desmayado en mi boca. Cada bajada en su verga era compensada con el ingreso de su lengua en mi coñito, y cada chupón de mi clítoris con el de sus bolas, duras y grandes como nueces cada una. Él empujaba las caderas hacia arriba, mientras yo las llevaba hacia atrás… mi boca quedó con su sabor a macho y su rostro con mi aroma de hembra en celo recién preñada.
No sé cuánto tiempo pasamos así, pero por la facilidad que tengo para alcanzar orgasmos irremediablemente me corrí, disfrutando de lengüetazos en mi vulva y clítoris, más allá de mi intensa explosión. Me dio la vuelta y me besó, con esa mezcla de dulzura y lascivia con la que fácilmente me vuelvo una golfa. Se recostó sobre mí sin dejarse caer para no presionarme, dejando que su cipote con su acerada punta de ariete besara mi coño. Ingresaba suave, muy suave el glande curvado como casco militar alemán… después el tronco… hasta llegar a la base… se sumergía y emergía con la fuerza necesaria para despertar nuevamente mi hambre. No conforme con esa posición, levanté mis piernas acomodándolas sobre sus hombros.
¡¡Diablos!! Eso sí era morir en vida… y renacer ensartada por mi hombre. De esta forma él no me forzaba mi vientre y tenía total acceso a mi chocho caliente y húmedo. Sus fuertes arremetidas golpeaban contra mi vulva produciendo en mí la necesidad de más polla dentro de mi vagina, y como poseída levantaba mis caderas buscando más presión, entraba y salía produciendo el ruido del mar chocando contra las rocas, pero lo único que golpeaban eran sus grandes huevos balanceándose contra mi culo, dentro de un mar de fluidos jugosos. El sudor perlaba su frente y goteaba sobre mi cuerpo. Volví a gemir más fuerte presintiendo otro orgasmo, pero su lengua comiéndome la boca me distrajo de la sensación de querer correrme, casi inmediatamente se incorporó ubicándose detrás de mí, me apresó como una perrita atrevida que disfruta siendo follada.
No nos importaba nada del mundo, solo existíamos él y yo. Su polla se introdujo bruscamente obligándome a huir de su embate, pero sin dar tregua me agarró de la cadera dosificando su entrada. En cuestión de segundos era mi cuerpo el que buscaba más profundidad. Haciéndome hacia atrás escuchaba el golpeteo enloquecedor de la cópula. Notaba su verga dura como el acero con sus hinchadas venas frotaban el interior de mi intimidad ¡Sentía como aquella tranca me llegaba hasta la barriga! La rubia chillaba en la tele y yo berreaba en su cama…
-“FÓLLAME…FÓLLAME… ¡¡¡por favor, no pares…!!! ¡¡¡Dale a tu perrita todo el gusto…dale lo que se merece!!!”
-“¿Y qué más quiere esta perrita cachonda…si ya te la estoy empalando hasta los huevos?”
-“¡¡¡Quiero más…quiero más polla en mi vagina papi y que se corra con un buen chorro de leche!!!” A cada palabra me devolvía una fuerte embestida, mi vocabulario se ennegrecía y el suyo también…
-“¡Qué buen culo tienes para recibir mi verga! ¡Me vuelves loco nena! ¡¡Estás tan buena, que con mucho gusto te daré mi leche…! ¿Dónde la quieres, cariño…?”
No alcancé a responder, porque un orgasmo, me hizo gritar dejándome desmadejada. Pero él sin detener los embates continuó agitando su pelvis, hundiéndose en mi laguna con chapoteos en mi mar de jugos…me tenía el coño encharcado. Sus movimientos se hicieron más intensos, más rápidos, más profundos… como si a base de metidas me arrancara la vida y me partiera en dos con aquella animalada de verga dentro de mi estrecho conejito. Aún sintiendo una fuerte carga de sensaciones, le expuse mi trasero hacia atrás, facilitando la follada dispuesta como una puta sumisa que solo oye la voz del placer. En ese punto de la fornicación se perdía el respeto padre-hija, pasando a ser dos animales sedientos de sexo, un macho y una hembra.Empujó una vez más, profundo e intenso, noté la presión de sus brazos y la tensión de sus piernas junto con el dolor placentero que me producían sus dedos engarfiados en mis nalgas. La clavó de una sola vez en lo más hondo de mí y con un gemido potente descargó toda su semilla en mi interior. La tibieza de su leche estallando en mis profundidades en varios chorros convulsionados con resoplidos, me enorgullecía como hembra que satisface las necesidades de su hombre. Un semental al que quiere y del desea tener su más preciado sabor, el néctar producido en sus huevos exclusivamente para mí. Se dejó caer sobre su espalda, y yo me desplomé rendida sobre el pecho de mi padre. Nuestra respiración se iba calmando y el huracán volvió a ser brisa… Allí estaba mi amante todavía empalando mi coño bajo mi cuerpecito preñado de él, presionándole con mis tetas sudorosas…
-“¿Sabes qué? -“¿Qué?”
-“Eres una mujer estupenda, toda una hembra que sabe sacar lo mejor de un hombre”, dijo con su acostumbrado guiño y su sonrisa dulce. Sonreí y extrañamente me ruboricé. Se dio cuenta y como consuelo me siguió diciendo… “Mi niña, tranquila… te quiero mucho y te mereces todo lo mejor del mundo, con papi no te faltará de nada”.
Fueron unas palabras que me llenaros en ese momento de felicidad, al saber que es el hombre adecuado en el que confiar tu vientre, tu bienestar y protección. Asentí con mi cabeza y me refugié en sus brazos buscando esa seguridad, no pensaba en las consecuencias de hacer el amor estando preñada, pero confiaba plenamente en papá, él no dejaría que me pasara nada. Me dejaba llevar con la agradable sensación de haber sido follada con por su gran tranca y la de llevar la vagina llena de su esperma una vez más, señal de haberle gustado a mi hombre. Me sentía tan hermosa y feliz que deseaba con todas mi ganas, no se acabara nunca.
Acariciando mi cabello murmuró… -“Siempre serás eso…mi niña preciosa, mi princesa y de vez en cuando….mi… mi…¡¡mi putita amante deliciosa!!”
Ambos reímos mientras nos encaminamos a la ducha. Iba a apagar la tele, pero una imagen de la rubia, practicando sexo anal me hizo buscar su mirada…
-“¡¡Qué!! ¿No sabes lo que es sexo anal?”
-“Papá, claro que lo sé, ¡¡tengo 20 años…!! Pero… ¡Sabes que aún no lo he probado!” Dije socarronamente.
Dándome un azote en el culo sonrió diciendo… -“Un día de estos voy a acabar con todas tus curiosidades…”.
A la mañana siguiente desayunamos en el restaurante del hotel y me devolvió a casa… en diez horas volaríamos a Filandria, saldríamos del aeropuerto de Barajas como padre e hija y llegarían al aeropuerto de Hensilki-Vantaa como esposos. El día siguiente amaneció un domingo precioso de luz polar de belleza inabordable….
…Fernando se despertó en la misma postura en la que se había quedado dormido.Sintió su polla flácida pero ensanchada por la dilatación de su erección mañanera. Miró a Paula, con un pecho destapado de la sábana. La luz boreal que entraba por la ventana se reflejaba en su rostro y le daba más dulzura. Se levantó con cuidado de no despertarla, se puso unos calzoncillos y una camiseta… se fue a preparar el desayuno. Un agradable olor a café recién hecho inundaba la cocina cuando se fue a despertar a Paula.
-“Arriba dormilona”. -“Mmmm, cinco minutos más”.
-“Nada que se va a enfriar el café, venga”. Se incorporó levemente, sonrió y agarró por la dotación fastuosa viril a su padre manoseándole con delirio el magnífico cetro. “Veo que te sigue gustado el sexo que te da papá”.
-“Mucho, espero que hoy funcione igual como anoche. ¡¡Verla ahí justo delante de mí, me ayuda a levantarme!!”.
Se levantó y Fernando le acabó de despertar con una sonora palmada en el culo. La vio orinar e incorporarse a lavarse la cara. -“¡Por Dios mi amor, ponte algo que me va a dar un infarto de ver tanta hermosura, déjame al menos desayunar para tomar fuerzas! ¡¿O es que deseas que te haga el amor sin desayunar?!” riéndose dijo…
-“Ya voy, pero no sería mala idea, eh... Porque la leche que más me gusta no es la que sale de las ubres de una vaca, sino de un par de pelotas bien gordas que están muy bien abastecidas. Desayuna y toma fuerzas que te necesito en plena forma”.
Se puso el pijama corto y volvió a la cocina a desayunar. Paula acabó antes y empezó a tocarse el cuello de la camisa del pijama mientras sonreía con picardía. Se desabrochó un botón y se tocaba la teta derecha, luego otro botón mostrando abiertamente sus mamas y suspirando al ritmo con que se lo acariciaba. Fernando estaba ya empalmadísimo… acabó de un trago el tazón de café con leche. Paula también se levantó, le miró mordiéndose el labio y se quitó la camisa del pijama. Su padre la besó, bajó sus labios a las tetas… las lamió y chupó sus pezones.
-“Umm que ricas me saben tus tetas hija, lo mejor del desayuno sin duda”.
-“Tu mujer te las dará siempre lo que tú quieras, y cuando estén llenas te dejaré que me las mames y bebas un poco de su leche…”.
La cogió en brazos y la llevó en volandas a la cama donde la dejó caer con sumo cuidado. Paula se bajó los pantalones del pijama y su padre se los acabó de quitar. La niña ya iba de casi 10 semanas, sin embargo las ganas de follar no se le había disipado. Fernando se desnudó y le metió la polla de un solo empujón.
-“¡¡Aaahm, que fuerza ya de mañana papá!! ¡Me vas a partir en dos!”
“Me estabas pidiendo una ración entera de mi polla, eso es lo que te estoy dando, además te la daré todas las mañanas”.
Se la metía hasta el fondo y se la sacaba casi por completo para volver a introducírsela. Sentía el coño mojado de su hija y como entraba y salía con facilidad, sin duda el estrecho coño de Paula se había acomodado al tamaño del miembro paterno, añadido a la dilatación de la follada de la noche anterior.
-“Aaaaah, aaaaaah”.
-“Te va a oír todo el vecindario, Paula”.
-“Que me oigan, siii. Que se enteren lo que me quiere mi padre y cuanto lo amo yo”.
Fernando sujetaba a la niña por sus nalgas mientras su cadera se balanceaba suavemente adentro y afuera con la raja abierta de su hija. Dejaba caer las piernas en el filo de la cama, observando su culo franco despatarrada, le mantuvo el ritmo bombeando cariñosamente y sin pausa el interior de Paula, totalmente sumisa con los ojos entrecerrados y con los codos hincados en el colchón. Tras más de doce minutos le sacó la polla y gustosamente ella se la engulló siguiendo con una felación digna de toda una meretriz. Agarraba a su padre de los huevos mientras se introducía más allá del glande, lo lamía y se lo volvía a tragar. Las gónadas de papá no aguantaron y se derramó en su garganta con una generosa ración de semen.
-“Aaaah, hoy vas a tomar doble ración de leche caliente para el desayuno”.
-“No me importa si es tuya”.
Paula sonrió mientras se recogía con el dedo los churretones de semen con saliva que le salían por las comisuras y se los tragaba con cara de satisfacción y relamiéndose. Después de descansar un rato se fueron juntos a ducharse. Las caricias no pararon aseándose uno al otro con la esponja, con la mano y con los labios. Con la felicidad plena de estar en el lugar más maravilloso del mundo, con la persona adecuada. Ambos se amaban y sonrían peinándole el pelo, a continuación la besaba y le acariciaba un pecho.
-“Hay que hacer algo con esa pelambrera” dijo ella señalando la parte púbica de su padre -“¿Qué?”
-“Que no me gustan los pelos en la boca cuando te hago una mamada, eso mismo”
-“¿Y qué quieres que haga?”
-“Depilarte o rasurarte, como hacemos nosotras con el chochito. ¿A ti no te gustan más los conejos depilados y suaves?”
-“Pues, sí”.
-“Ahora mismo sin salir de la ducha te lo hago yo misma, no te preocupes. Para que veas me lo haré yo primero ¡¿Vale?!”.
-“Ten cuidado no me cortes las partes más sensibles de mi cuerpo”.
“No tienes por qué preocuparte, me rasuro todas las semanas, por eso lo tengo tan suave, sabré cuidar de tus huevazos”.
-“Mira se me ha puesto dura”.
-“Esta mañana has estado demasiado dominador”.
-“Y bien que te ha gustado”.
-“Bobo, no te acostumbres”.
Acabada la ducha y sin salir de ella cogió la maquinilla y crema de afeitar y se afeitó ella, después prosiguió con su padre. Primero con unas tijeras de corte de pelo. -“No tengas miedo, soy tu hija y necesito esta herramienta tanto como tú, ¡lo haré con cuidado!”. Le extendió la crema después de mojarle esa parte y esperó unos instantes. Con cuidado le pasó la cuchilla.
-“Así muy bien. Casi ni me estoy dando cuenta”.
-“Y ahora esos pelillos de la polla con las tijeras. Que la tengas así de dura me lo pone más fácil”.
La cercanía de su hija manipulando la verga provocó una reacción natural, sin estar en plena erección, aumentó su tamaño lo suficiente para realizar un buen y cómodo trabajo.
-“Perfecto, puedes acabar de aclararte tu mismo. Verás que bien la próxima vez que follemos”.
-“Eso espero, después del mal rato”.
-“Exagerado”. Pasaron al dormitorio y se vistieron.
-“Cariño me escuece algo con el calzoncillo”.
-“No pienses en eso que se te pasará enseguida. Además me gustará verte así, ¿No vale la pena el sacrificio? Nosotras también nos sacrificamos algo por vosotros”.
-“No si ya”.
-“Mira que aguantáis poco los hombres”.
Se acercó en plan burlón e insinuante a la vez, todavía desnuda, y le bajó el calzoncillo y le empezó a acariciar la polla y a señalar puntos de la misma, que empezó a adquirir consistencia. -“Dile a tu nena dónde te escuece, ¿aquí? ¿Es aquí donde pongo el dedo? Lo que te pasa es que está demasiado tiempo dura”.
-“Será porque tú me la pones así”. Mientras le acariciaba una teta y se la lamía. “Hija tus mamadas me vuelven loco”.
-“Y mi culo, mi chocho, mis tetas… ¿Acaso no te gustan… golfo? Anda deja que tu hija te cure, no quiero que sufra mi papi”.
Se introdujo todo la polla y la chupaba con suavidad, dentro-fuera, lo lamía y lo volvía meter. -“Si me curas así siempre que me duela algo, serás mi enfermera particular de por vida”.
-“ahy, suena mi móvil”.
-“¡Olvídalo y sigue!, no me dejes a medias”.
-“Te voy a hacer sufrir, puede ser una llamada importante, y te necesito en forma, no quiero ordeñarte demasiado”.
-“Yo puedo con todo, Paula”.
-“Hola mamá”
-“¿No te habré despertado, no?”
-“No, ya estaba levantada”.
-“Como has tardado un poco en cogerlo”.
-“Sí, es que me estaba vistiendo ya”
-“¿Qué tal hija? ¿Estás bien con papá?”
-“Estupendamente, no sabes lo bien que nos llevamos, me tiene entre algodones”.
-“Me alegra, que lleves bien el embarazo con el cambio de ambiente, cariño”.
-“Papá me está apoyando mucho e incluso ha dejado de trabajar un poco para dedicarme más tiempo”.
Como venganza a la mamada interrumpida su padre le estaba restregando y golpeándole ligeramente con su polla por la cara. Mientras Paula tenía que contenerse la risa y trataba de darle manotazos a la polla, que sólo hacía que se pusiera más dura.
-“Sí, nos lo pasamos bien juntos, salimos un poco y he conocido a gente encantadora”.
-“Seguro que conseguirás adaptarte a sus costumbres”.
-“¿Y tú como estás mamá?”
-“Sola otra vez con tus hermanos, su padre se fue de viaje ayer por la tarde”.
-“Sí, viaja mucho tu marido”.
-“Es su trabajo”. Cuando Paula no hablaba Fernando aprovechaba y le ponía la punta de la polla rozándole los labios. “Dice papá que un beso mamá”.
-“Otro de mi parte para él y hazle caso en todo a tu padre”.
-“Se lo haré mamá”.
-“Un beso hija”.
-“Para ti también mamá”.
-“¡Qué morbo me daba con tu madre al otro lado!”
-“Eres un cabroncete, no veas que esfuerzos he tenido que hacer para que no notara nada”.
-“Eso te pasa por dejar los trabajos a medias”.
-“Confórmate. Te quiero con las ganas intactas…, tengo planes y no eres un chaval de veinte años”.
-“Es cierto que tengo el doble pero doy la talla mejor que ellos…”. Los dos se rieron, indicando ella con ambas palmas de sus manos el tamaño de la verga de papá. “Uy que peligro, pero no me dejes así”.
-“Puedes sobarme las tetas, que te gustan mucho. Tu golfada al teléfono me ha excitado a mí también, tengo el coño encharcado para ti, sigue un poco más abajo”.
Sin decir palabra Fernando bajó su lengua hasta el empapado chochito de Paula, que segregaba con profusión. -“No dejes nada, papi. Aaaahm”.
-“¡Qué hija tan escandalosa tengo!”. Al cabo de un rato alcanzó correrse en la boca de su padre.
Esta era la forma más habitual de despertar cada fin de semana, cuando Fernando disponía de todo el tiempo para su amor, para gozar y hacer gozar a la madre de su futuro hijo el más grande de sus amores jamás concebidos por quien daría la vida. Así pasaban las semanas, entre folladas y trabajo, entre amigos y visitas culturales en la medida que la niña podía moverse y estar a gusto con su amante padre. La niña tampoco descuidada sus estudios avanzados en “Relaciones Internacionales”, en tanto la panza crecía preciosa abultando cada vez más sin dificultarle realizar mil y una tareas sin esfuerzo aparente, especialmente follar con papá….
Continuúa
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