Mujer casada

Que hace esa mujer casada, viajando nerviosamente hacia el centro de la ciudad? Que pensamientos cruzan su cabeza mientras ansiosamente desea llegar a su destino? Cuanto placer guardado lleva entre sus ropas, cuantos deseos reprimidos tiene consigo?
Finalmente llega al lugar pactado, su mente se nubla, su cuerpo arde en deseo. 
Finalmente, lo ve, lo reconoce entre tantas otras personas que  pasean por la plaza. Reconoce su cara, que sólo había visto por foto. Será su primera vez frente a frente, será una prueba de fuego. Sus cuerpos serán atraídos o rechazados, pero no pasaran desapercibidos. 
Finalmente se encuentran y luego del saludo de rigor, y de unas cuantas palabras sin sentido, sus bocas se buscan como si estuvieran atraídas por un imán. 
Son dos desconocidos, enfrentados a una ola irresistible de pasion y de ardores contenidos.
Se besan en esa plaza, se matan en un beso, caliente, obseno, pendiente, deseado, reprimido.
Se dan cuenta que necesitan estar desnudos, amandose, cogiendose.
Necesitan saciarse, agotarse, acabarse el uno al otro. 
Interrumpen el beso, toman un taxi, le dan la espalda a la plaza, a la gente, huyen de ambos, necesitan estar solos, desean estarlo. 
Al hotel alojamiento más próximo dicen, piden, gritan. 
Y hacia van...