...relata él...
Como contaba en el anterior relato, Susana había estado toda la tarde con ellos en la piscina, jugando al billar y preparando la cena. Estaba cada vez más borracha, y yo seguía con la piel roja del sol. Lo cierto es que durante la cena la cosa no mejoró mucho. Todos seguían haciendo juegos subiditos de tono con mi novia, aprovechando que ella estaba borracha y es muy inocentona (como ya conté en el anterior relato).
Cuando terminamos de cenar, el socorrista echó un vistazo a mi enrojecido torso y me llevó preocupado a la enfermería, que era un pequeño edificio donde había una litera y poco más. Me echó un poco de crema hidratante en la espalda (que no estaba quemada) y me dijo:
-Por seguridad, te voy a recomendar que te quedes esta noche en la cama.
-Pero si no eres médico. –repliqué.
-Bueno, soy el socorrista, mi misión es cuidar de la gente. –dijo exagerando.
-Claro, y quién cuida de mi novia, con lo borracha que la habéis puesto?
-No te preocupes. Yo lo haré. –y acto seguido desapareció por la puerta, cerrando con llave tras él. Me acababa de dejar encerrado.
Rápidamente me puse de pie e intenté abrir la puerta, pero no lo lograba. Había una ventana pero tenía rejas. Intenté al menos abrir el cristal, pero nada. Mi móvil comenzó a sonar, seguro que era mi novia. Lo saqué nervioso de mi bolsillo, con tan mala suerte que la colgué.
-mierda! Voy a llamarla. –más mierda. No tenía crédito. Joder, no me lo podía creer.
Sonó mi móvil de nuevo, era un jodido mensaje de mi novia.
“ya me a dicho Soco, k t kdas n descansando en enfrmeria. supongo q duerms, dulcs bsos mi niño. nos vams a un jacuzzi natural k stos conocen. tqmx”
Casi lanzo el móvil contra la pared del enfado. Ella borracha y se iba con unos tíos a un jacuzzi natural? Que cojones era eso? Intentaba llamarla en vano, incluso intenté a cobro revertido, pero no lo logré. Vi un coche pasar con ellos dentro, paso lentamente por enfrente de la ventana. Y pude ver a mi novia dentro, aún llevaba la camiseta blanca llena de grasa.
Me quedé durante una media hora mirando por la ventana sin casi pestañear. Sólo me lograba repetir: "ella lo controlará, ella lo controlará". Estuve así hasta que sonó otra vez el móvil, era una llamada de mi novia... y esta vez sí pude responder...
/... continúa ella relatando.../
Qué gran lástima lo de mi novio, “Soco” me dijo que estaba bien, pero que había solicitado quedarse esa noche en la enfermería para recuperarse. La verdad estaba muy apenada por él. Le llamé, pero me colgó, supongo que estaría dormidito el pobre. Los chicos me notaban apenada y me habían invitado a ir a un jacuzzi natural para animarme. Me dijeron que de poco servía lamentarme y que intentara estar contenta. Acabé aceptando a cambio de que volviéramos pronto de dicho jacuzzi natural.
Nos metimos en el coche y salimos lentamente. Cuando llevábamos unos minutos de camino les pedí que pararan:
-chicos, se me ha olvidado traerme el bikini, volvemos un momento a cogerlo?
Nacho, que iba al volante respondió: -naaa, ni te preocupes, además ya no daría tiempo a volver... mira qué tarde es.
Aunque no era tan tarde supuse que Nacho tendría razón... eran tan buena gente que resultaba imposible decirles que no a nada.
Llegamos por fin a un paraje fabuloso. Como era noche de luna llena, apagaron las luces del coche, no se veía bien, pero era suficiente para no caerse al suelo. Era, tal como dijeron, un jacuzzi natural, donde entraba por un conducto agua de mar.
Se me quedaron mirando: -no te metes Sus?
-ya os dije que necesito el bikini para bañarme, no quiero que se me moje la ropa, debe hacer mucho frío ahí dentro.
-no te preocupes, mira. Te bañas sin ropa y así no se te moja. Qué me dices?
-jo, es que me da muchísima vergüenza. Si al menos estuviera mi novio...
-bueno, sí, te entendemos... estas cosas sólo se hacen con gente en la que confías...- dijo Nacho, los otros asintieron apenados.
-jo, Nacho, no digas eso.- le di un abrazo, y él me rodeó con sus fuertes brazos. – sois excelentes personas... pero no me parece bien...
-pues no se hable más... o todos o ninguno... volvamos al campamento. –dijo Nacho.
-jo, chicos, no seáis tontos... – la verdad es q con ese comentario me había convencido. Éramos tan buenos amigos que preferían no bañarse a dejarme de lado.
–venga, me baño un poquito, pero no miréis mientras me quito la ropa. –todos celebraron mi decisión. Qué pena que mi novio no hubiera venido, el sitio era precioso.
Me desnudé junto al coche mientras ellos se tapaban los ojos con las manos. Me metí en el Jacuzzi natural El agua estaba fría al principio. Notaba mis pezones endurecerse. Me senté dentro del jacuzzi, con el agua por encima del pecho. Quedaba exactamente para estar sentada, si me ponía ligeramente tumbada el agua me llegaba a la barbilla.
Al momento entraron todos al jacuzzi y comentaron lo fresca que estaba el agua. Tenía que tener cuidado porque el agua quedaba justo por encima de mis pechos, y con el movimiento de ellos, a veces bajaba el nivel demasiado para mi comodidad. Aunque tampoco era muy escandaloso, dado que con la luz que había no se veía mucho por encima del nivel del agua, y por supuesto nada por debajo.
Me sentía espléndidamente aunque a ratos me sentía un tanto incómoda, por eso de ser la única chica rodeada de hombres y encima estar completamente desnuda. Intentaba no pensar mucho en ello, al fin y al cabo son buenos amigos y en ellos podía confiar plenamente, no eran unos depravados. Carlos estaba sentado a mi lado, y parecía mucho más distendido, parece que el mal momento que habíamos pasado, ese incómodo incidente, ya no tenía ninguna importancia.
Nacho estaba sentado a mi otro lado (a mi izquierda) con él también había tenido un pequeño encontronazo sin mayores consecuencias ese mismo día al untarle crema en la playa, y al igual que con Carlos, todos los posibles resentimientos se habían difuminado. Estaba tan contentísima de estar rodeada de tan buenos amigos...
Cerrando el círculo estaba Pedro, con el cual parecía que ya no había ningún rencor, a pesar del pequeño escándalo accidental que habíamos sufrido ambos juntos, cuando sufrió una pequeña erección al jugar conmigo en el mar... Y Soco, o el socorrista de la piscina. Un chico muy amable y que desde el primer día había sido encantador con todos, tanto con mi novio, como conmigo.
Soco tuvo una gran idea, o al menos a todos les pareció eso. Dijo que era injusto que yo estuviera desnuda y ellos vestidos, y que lo más democrático era que todos se desnudaran. Yo no me opuse, aunque realmente no me parecía de lo más importante. Pero lo entendí como un gran detallazo por parte de ellos. No se cansaban de demostrar ser buenos amigos.
Carlos, que estaba a mi lado, parece que les hizo una seña, que no entendí muy bien qué significaba. Era algo así como, “un momento chicos”, pero no tenía mucho sentido. Comenzó a zarandearse, para quitarse el bañador, y parece que no era capaz. El resto nos mantuvimos a la expectativa de lo que él hacía. No me podía creer que fuera tan torpe.
Dijo -Me rindo, susana, no puedo quitármelo en esta posición, esto es demasiado pequeño.
Asique se puso de pie e hizo el amago de quitárselo. Yo me tapé la cara de vergüenza, no podía volver a ver esa tremenda barra de carne. Sólo imaginarlo me recordó la vergüenza pasada.
Nacho dijo -No, hombre, no te lo quites así, no seas exhibicionista, jajaja.
A lo que Carlos contestó: ok, bueno, pues me meto otra vez al agua.
Se puso de rodillas metiendo su cuerpo bajo el nivel del agua, pero lo hizo quedando justo delante de mí. Se metió una mano, imagino que en el bañador, parecía que le molestaba algo, porque se lo colocó.
Se quedó mirándome directamente a los ojos, yo le sonreí.
Noté sus manos, bajo el agua,cómo hacían contacto con mis rodillas y las sostuvieron firmemente. Yo no sabía que pasaba, pero llevé instintivamente mis manos atrás, y las coloqué debajo de mis nalgas, sobre la roca, como para evitar hundirme teniendo más puntos de apoyo.
Carlos dijo: -Me vas a tener que ayudar.- Y separó firme y suavemente mis rodillas. Separando mis piernas bajo el agua. Esto provocó que me medio tumbara muy ligeramente. Se abalanzó lentamente sobre mí. Colocándose extrañamente al estilo misionero, de manera que sus manos se apoyaron sobre la piedra del fondo, rodeandome con sus fuertes biceps y quedando su cabeza... y sus labios, pegados a mi cuello.
Alzó la voz suavemente diciendo: Susanita, ayúdame, que yo sólo no puedo.- yo no entendía nada, la situación habría sido extremadamente incómoda, de no haber sido porque estábamos entre amigos. Lógicamente, intenté ayudarle. Pasé mis manos a su bañador, y tiré de él hacia abajo. El perder el punto de apoyo provocó que me hundiera un poco en el agua. Menos mal que Nacho es todo un caballero, y con una de sus manos, me sostuvo de la parte baja de mi espalda, para que no me llegara a hundir.
Me resultaba muy difícil tirar de su bañador hacia abajo, puesto que había algo que lo impedía. Él me sonrió y me dijo: -Susanita, Tienes que quitar el nudo.
-ah, claro, que tonta soy... -respondí.
Dirigí mis manos a su bajo vientre y busqué por la orilla de su bañador hasta que logré encontrar donde estaba el nudo del cordón. No entendí porqué no se lo había quitado él con anterioridad. El nudo no estaba por fuera, sino por dentro. El silencio del resto del grupo era sepulcral, parece que estaban preocupados por algo.
Tuve que meter mi manita dentro de su bañador para sacar el nudo. Me dio una vergüenza tremenda, porque sin querer acaricié la cabezota suave y blandita de su pene. Me estremecí al notar su tacto en mis dedos, y me sentí mal a la vez porque podía parecer que me estaba aprovechando de nuestra amistad. Él resopló suavemente, imagino que molesto por mi error. Me dió un mordisquito en el cuello, seguro que era una llamada de atención. Pero yo me estremecí, la situación era demasiado erótica y me daba vergüenza. Sin quererlo, mis piernas le rodearon un poco.
Logré hacerme con el nudo, deshacerlo, y más tranquilamente, tirar de su bañador para sacárselo. Me resultó algo difícil. Sobretodo cuando mis manos ya no llegaban más abajo. Tenía el bañador a la altura de sus muslos, y no podía bajar más.
-Utiliza las piernas, Susana.- Me dijo.
Así hice, y cometí un grave error. Otra vez una situación incómoda con mi amigo Carlos. Otra vez. Al intentar alcanzar el bañador con mis pies, tuve que flexionar mucho las piernas. Él, como estaba encima mía, me sostuvo con más fuerza para evitar que me sumergiera. Yo, para evitar sumergirme, instintivamente le rodeé con mis brazos. Y entonces caí en la cuenta de que accidentalmente, su cuerpo se estaba pegando cada vez más al mío. Al principio, sus pectorales estaban a la altura de mi cara. Su entrepierna, al menos, apenas tenía contacto con mi cuerpo.
Sin embargo, a medida que iba bajando su bañador... Él iba bajando más su cuerpo, supongo que para ayudarme. Cuando logré poner el bañador a la altura de sus rodillas, el bajó su cuerpo. Restregándose accidentalmente conmigo. Su pene ahora sí estaba en pleno contacto con mi cuerpo, exactamente sobre mi vientre, la tenía medio blandita, pero parecía dormir sobre las ondulaciones de mi vientre.
Cuando logré sacarle el bañador. Él bajó más todavía. Su pene había recorrido el camino desde mi vientre hacia abajo. Directamente en contacto con mi rajita, y se había puesto tremendamente duro, yo hasta ese momento pensaba que el agua fría provocaba el efecto contrario. Sus manos me sujetaban firmemente muy por debajo de mi espalda.
Yo ya no tenía nada de frío, y olvidé si lo tuve en algún momento. Con el vaivén de las olas, o eso me pareció a mí, su cuerpo se movía suavemente sobre el mío. Duró unos instantes sólo, pero mi corazón estaba poniéndose a latir a mil por hora. En cada movimiento su duro pene surcaba por encima de mi intimidad. Mis piernas volvieron a apretarse alrededor de las suyas, sin mi consentimiento, por supuesto.
Afortunadamente Carlos se separó lentamente de mí.
El resto del grupo pareció volver a la vida de repente. El silencio comenzó a disiparse y todos acabaron quitándose los bañadores. Eso sí, a nadie más se le ocurrió pedirme ayuda.
Por una parte me sentía aliviada de no tener que ayudar a todos... dado que eran Pedro, Nacho y Soco y no podía volver a pasar por toda esta situación tantas veces.
Por otro lado, me sentía algo mal. Imaginaba que mis otros amigos de alguna manera habían adivinado mis sentimientos por mi comportamiento y entiendo que no quisieran sentirse aprovechados como Carlos. Me sentí un poco mal.
Menos mal que al menos se mostraban muy cariñosos. A pesar de haber cierto espacio de sobra en el Jacuzzi, Carlos y Nacho se mantuvieron pegaditos a mí, haciendome tonterías para divertirme. Y de paso, evitando que me pudiera entrar algo de frío.
-Jo chicos, y no os sabéis algún juego?... - pregunté, porque a pesar de todo, quería compartir ese momento con todos, no solo con Carlos y Nacho. - ...un juego que podamos jugar todos?
-Pues a mí se me ocurre uno. -dijo Pedro.- Pero no sé si querréis jugar. -decía divertido. -Y no sé si se puede, porque se juega con prendas, y de eso ya andamos un poco mal. Bueno, pero podemos jugar igualmente, ahora vengo. -dijo Pedro. Se incorporó de repente, sin avisar ni nada. Quedándo de pie frente a mí. Por supuesto no pude evitar fijarme en sus intimidades, y tampoco pude evitar sonrojarme un poco por lo mismo.
Salió hacia el coche y con cierta torpeza buscó algo dentro del maletero. Volvió con algo dentro de su mano, guardando el misterio. Se volvió a sentar y lentamente mostró el contenido de su mano.
Algo parecido a una pelota de ping pong, de color oscuro... bueno, no se veía muy bien el color.
-Vamos a jugar a que le tenemos que pasar la pelota al de nuestra derecha. Pero solo vale usando la boca. ok? normalmente, si se cae, se paga prenda. Pero como no hay prenda, pues nada.
-Pero alguna prenda habrá que poner de castigo, no? -preguntó Carlos para animar el juego.
-Bueno, pues el que pierda la pelota tendrá que darle un besito al que la iba a recibir. -Dijo Nacho.
-Oye! -protestó Pedro.- Pero nos vamos rotando, que yo no quiero estar todo el rato besando a estos.. jajaja
Nos reimos todos y aceptamos las reglas del juego.
No me pareció muy buena idea. Me imaginaba que mi novio se podría poner celoso si se llegara a enterar, pero no quería ser la aguafiestas del grupo.
Comenzamos la ronda.
Soco le pasó la pelotita a Pedro con la boca. Pedro se la pasó a Nacho, estuvieron a punto de besarse, pero al final no se les cayó. Me pareció muy divertido. Y más divertido habría sido si se hubieran tenido que besar como prenda. Nacho se acercó a mi cara, apoyando su mano en mi pierna bajo el agua para pasarme la pelota.
Abrí los labios y por inercia cerré los ojos. Noté el contacto directode sus labios besando los míos. Todos rieron por el error de Nacho, y yo también me reí un poquito.
-Vaya, lo siento. Ahora tengo que besarte como prenda. - dijo Nacho.
-jajaja, que tonto eres! pero si ya me has besado una vez. -protesté.
No hizo ningún comentario. Se acercó a mi lentamente. Su mano seguía en contacto con mi pierna, me soltó para acariciarme la cara. Por un momento pensé en mi novio. Su mano pasó a mi nuca, sujetándome suavemente la cabeza. Sus labios se acercaron a los míos hasta rozarlos -No me voy a escapar.- Logré decir a un volumen casi inaudible. Suspiré suavemente. Me besó de una manera dulce.
La verdad es que había sido hasta bonito. Me quedé un poco con cara de tonta. Nacho me acercó la pelota, devolviéndome a la realidad.
Parecían divertirse.
-Nacho, deja la pelota en el agua. -dijo Carlos. Nacho le observó con cara de poco entender. Carlos explicó el motivo: -sólo se puede utilizar la boca...-
Acto seguido Nacho dejó la pelotita flotando en el agua. Me encorvé para cogerla. Ellos de broma movían el agua, de manera que era bastante complicado hacer coincidir los labios alrededor de la dichosa bola...
Por fin lo conseguí, y me giré para pasarsela a Carlos, que estaba a mi derecha. Me acerqué un poco a su cara, era complicado hacer todo esto sin sacar el cuerpo del agua.
Carlos se me acercó y antes de que me pudiera dar cuenta, sus manos acariciaron mis costillas. Me empecé a reír y claro, la pelotita calló otra vez al agua, en esta ocasión frente a Carlos.
-Tienes que recogerla. - me dijo mientras me acariciaba los labios con sus dedos. -Y ya sabes cómo, verdad Susi?. -supongo que para hacer una broma, Carlos cogió la pelotita y la escondió bajo el agua. Más o menos por donde estaría su vientre. La debió soltar debajo del agua, porque apareció otra vez en la superficie. Pude reconocer su silueta redondita, aunque apenas se diferenciaban bien los detalles debido a la oscuridad. Nacho estaba en una posición un tanto extraña aunque no lo entendí muy bien.
Me encorvé nuevamente acercando los labios a la pelotita. Intentando abrirlos un poco para poder rodearla. Los chicos volvieron a mover el agua para hacer la broma. Pero extrañamente esta vez me resultó mucho más sencillo. A la primera logré hacer contacto. Mis labios acariciaron por un momento la superficie de la pelotita. Me pareció que el tacto era algo distinto, y se podría decir lo mismo de su temperatura.
Comencé a rodearla con mis labios, para cogerla. Sin embargo por algún motivo, no era capaz de levantarla. Siempre se me escurría.
Sospeché que Carlos la tenía agarrada por abajo para ponérmelo más difícil. Volví a intentarlo, pero esta vez me introduje un poco más la bolita en mi boca, la rodeé fuerte con mis labios e incluso tuve que succionar un poquito.
Pero nada. Carlos no la soltaba.
Levanté mi mirada para mirar a Carlos y decirle: -oye, no vale sujetar la bolita desde abajo, no? -estaba muy serio y mordiéndose el labio inferior, no dijo nada. Supuse que sí era parte del juego.
Me agaché y volví a intentarlo esta vez succionando más fuerte aún. Por algún motivo el silencio era sepulcral otra vez. Me pareció que mi posición era inadecuada para la tarea. Sin soltar la pelotita, me giré y pasé de estar sentada y encorvada hacia mi derecha, a apoyarme con las rodillas y las manos sobre el fondo del Jacuzzi.
Así podía hacerlo mejor. Carlos resoplaba fuerte, parece que a él también le costaba cierto esfuerzo. -Muy bien Susi, lo estás consiguiendo. -Me animaba entre sus fuertes respiraciones.
Abrí más mi boca, para rodear mejor la pelotita. Me costaba bastante esfuerzo, parecía que se había hinchado con el agua. Seguía succionando cuando de repente noté unos brazos por detrás, de Nacho. Tirándo de mis caderas hacia detrás, tiró demasiado fuerte y me quedé sentada sobre él. La pelotita quedó ahí flotando. Carlos tenía aspecto cansado.
-Ya basta Carlos, creo que te estás pasando. -le increpó Nacho.
-Es sólo un juego. - respondí para calmarle. - No nos enfademos.
Carlos no decía nada. Se limitaba a sujetar la pelotita y estaba completamente serio. No sé si estaba molesto con Nacho. Se me ocurrió decirle: -Nacho, si quieres cógela tú, que yo no puedo.
Se emperazon a reír todos como si hubiera hecho la mejor broma del mundo.
-Ni por todo el oro del mundo. -dijo Nacho riéndose.
En ese momento me di cuenta de que seguía sentada encima de Nacho. A horcajadas sobre si pierna izquierda.
Sus manos seguían en mis caderas, tirando de mí hacia atrás suavemente. Tenía que mantener mi torso debajo del agua, con lo que mi postura era un tanto extraña. Casi lo que se podría decir el estilo perrito, pero con Nacho detrás sujetándome las caderas.
Me gustaba la sensación. Por alguna extraña razón me sentía bien con Nacho protegiéndome de una manera tan cariñosa. Aunque notara cada vez más claramente su entrepierna en mi glúteo.
Soco y Pedro parece que no decían nada.
La situación estaba un poco tensa. O no, pero estaban todos muy callados y eso me ponía un poco tensa.
-Me gustaría hablar con mi novio. -les dije.- Estaría bien saber si se encuentra bien.
-De eso nada. -me decía Nacho. Sus manos subieron un poco a mis costillas y comenzó a hacerme cosquillas. Por supuesto empecé a reirme y a moverme sin querer sobre su pierna. Espero que no se notara que con tanto movimiento, mi desnuda intimidad estaba en contacto con la piel de su musculada pierna. Me estaba gustando demasiado. Y eso provocó que me interesara más por mi novio, para intentar salir de esa situación.
-Por favor, traedme el movil del coche, que quiero hablar con él. -decía intentando no reirme por las cosquillas. - ¿ves, aguanto bien las cosquillas? -dije a Nacho.
-Venga vale, voy yo a por el móvil. -dijo Soco.
-¿Aguantas bien las cosquillas, Susana? -preguntó de repente Carlos, que parecía vuelto a la vida.
-Sí, perfectamente. -dije desafiándole de broma. -Si me río es para que Nacho no se sienta mal, jajaja.
Se acercó hasta estar a un palmo de mi cara. Su semblante era serio.
-¿serías capaz de hablar con tu novio y que no se diera cuenta de que te estoy haciendo cosquillas? Que conste que soy muy bueno. -me dijo.
-bueno, no sé, quizás sí. quién sabe? -respondí sin saber muy bien qué responder.
Me parecía una idea un tanto estúpida, pero también divertida a la vez. Me senté entre Pedro y Nacho.
Carlos estaba enfrente mía. Me miraba fijamente, como examinándome. Sus manos palparon torpemente mi cuerpo por debajo del agua. Mis piernas, mis pechos ligeramente, otra vez mis piernas, que estaban flexionadas. Otra vez ligeramente mis pechos, quizá un segundo más que antes. Mis piernas, esta vez, acariciando primero mis rodillas y luego la piel suave de mis muslos, por la parte interna, llegando hasta el vientre.
Lo que él no sabía es que estaba excitandome bastante con tanto manoseo. Lo que él no podía saber era que mis manos estaban apretando la piel de mis muslos, debido a la tensión que estaba aguantando.
Sus manos pasaron a mis costillas, y apenas las rozaron. Esbocé una ligera sonrisa.
-Ves? no me haces cosquillas.
-Vaya, asique ahí no tienes cosquillas, eh? -dijo sonriendo.
Bajó sus manos hasta mis caderas y las apretó con firmeza, pero suavemente. Tiró un poco de ellas hacia él.
-Aquí tampoco tienes, verdad?
Negué con la cabeza mirándole a los ojos. Tiró un poco más de mis caderas hacia él. Me estaba empezando a tumbar, muy ligeramente, pero algo. Sus manos pasaron acariciando mis caderas y llegaron a mis piernas. Comenzó a acariciarlas. Por algún motivo estaba haciendo todo lo contrario que se hace para provocar cosquillas, estaba claro que así no ibamos a llegar a ningún lado.
Al acariciar mis piernas, de vez en cuando sus manos se acercaban demasiado a mi entrepierna. Me estaba poniendo demasiado nerviosa.
Sus manos palpaban otra vez mis piernas, por todas partes. De vez en cuando las apretaba, supongo que buscando hacerme cosquillas, pero lo cierto es que con cada apretón lo único que conseguía era hacer que me quedara un poco más tumbada.
-Nada? no sientes nada?
-No... ahí tampoco me haces cosquillas. -A mí ya se me estaba olvidando que tenía que hablar con mi novio por el móvil. Me iba a resultar complicado ante tal situación.
Intentaba buscar la mirada cómplice de Pedro y Nacho. Pero ellos se mantenían completamente callados . En alguna ocasión me dio la impresión de que había más de una mano sobre mi piel, pero supuse que eran imaginaciones mías.
Una de sus manos viajó de nuevo a mis cosquillas y comenzó a apretar un poco. Sonreí. Parece que lograba encontrarlas por fin. Me tranquilicé al comprobar que el juego no se iba demasiado del guión. Sin embargo, su otra mano se posó directamente sobre mi rajita, sólo contacto, sin caricias.
Me quedé en estado de shock. Mis manos fueron directamente a tapar la suya, en un innecesario intento de que nadie lo viera. Intenté sonreir, pero no pude. Intenté decirle que parara, pero mi cuerpo no me pedía lo mismo. Sólo logré moderme un labio mirándole fijamente.
Con su otra mano me apretó las costillas y solté una suave risa, acompañada de un gemidito apenas audible.
-Vaya, parece que ahí si tienes cosquillas, eh?
-No, ahí no... bueno, sí, pero ahí no... -intenté decirle sin saber qué quería decirle.
Su mano comenzó a acariciar mis intimidades. Suavemente. Mis piernas no me respondieron y se abrieron ligeramente. Mis labios soltaron un suspiro. Mis manos ya no estaban sobre mis muslos, sino sobre los de Pedro y Nacho. Agarrándome a ellos como una niña asustada en una atracción de vértigo.
Me mordí otra vez el labio inferior.
-Parece que sabes aguantarte la risa... voy a intentar un poquito más.
Sus dedos comenzaron a surcar por mi rajita, separando los labios y acariciando directamente mi suave piel. No pude evitar soltar otro gemido apagado. Mis manos apretaban fuerte los muslos de Pedro y Nacho, mientras Carlos seguía con su mano haciéndome lo que él creía que eran cosquillas.
-Veamos si esto lo aguantas... -dijo Carlos
Noté la presión creciente de uno de sus dedos, entrando suavemente en mi interior. Estaba completamente excitada y él seguía jugando. Mis piernas rodearon las suyas, estando él de rodillas frente a mí. Comenzó a mover su dedo dentro de mí haciendo círculos. El pobre aún buscaba hacerme cosquillas y yo me preguntaba dónde habría aprendido a hacerlas.
Esta vez mi gemido fue perfectamente audible. Aunque sonó más como un quejido.
-Te ha dolido? - preguntó Carlos, muy atento.
-Noooh - logré responderle.
Su dedo salió delicadamente de mi intimidad. Aliviada porque todo esto se había terminado, suspiré tranquila.
Sin embargo me extrañé al notar que la mano que Carlos tenía en mis costillas bajó hasta tocar mi culito. Lo sujetó con fuerza y tiró del mismo hacia arriba, provocándo que me quedara aún más horizontal. Mis piernas seguían rodeando las suyas. Mis manos seguían apoyadas en los muslos de Nacho y Pedro. Podía ver mis pechos recortando la superficie del agua y mi respiración era entrecortada.
Carlos estaba aún frente a mí. Veía los músculos de su torso, húmedos por el agua y brillantes ante la tenue luz de la luna. Su mano izquierda sostenía mi culito. Su mano derecha se perdía bajo el agua, sujetándo algo en la profundidad.
Noté de nuevo un calor que empujaba en mi entrepierna. Por un momento creí que era su dedo otra vez. Cuando empezó a presionar entendí que era otra cosa bastante más grande. Intenté abrir mis labios para explicarle que el juego había acabado, que así no iba a provocarme cosquillas. Sin embargo no dije nada. Noté el frío del teléfono móvil en mi oreja.
... / continúa él relatando / ...
tras media hora mirando petrificado por la ventana, sin saber qué hacer, sin poder llamar a mi novia, intentando convencerme de que no pasaba nada, que ella estaría bien. Compaginando un aluvión de pensamientos de todo tipo. tras media hora que se hizo eterna, sonó mi teléfono. Rápidamente respondí a la llamada, era de Susana.
Al principio no logré escuchar nada a parte del sonido ambiente.
Oía como si alguien caminara con el teléfono. Escuché una lejana conversación *te ha dolido?* preguntaba un chico *nooooh* logré escuchar como respuesta. Era la voz de mi novia.
-Hola? -dije al teléfono. Escuché un suave chapoteo de agua.
-Hola? Susana? responde, joder.- volví a escuchar un silencio. Sonó un ligero ruido de cuando se mueve el teléfono contra algo. Otro chapoteo ligero.
por fin respondió Susana: *hola [...silencio...] amor.
-qué pasa? donde estás? porqué no me has llamado antes? con quién estás?
...
La respuesta fue casi un silencio sepulcral y digo casi porque escuchaba un ligero vaivén del agua y la respiración entrecortada de mi novia.
Entendí que eran demasiadas preguntas, al fin y al cabo tampoco quería agobiarla. No quería discutir con ella.
-estás bien, Susana?
*ahm... -suspiró y no dijo nada por un instante.- sí ... estoy bien amor... no te... -calló otro instante.- no te preocuhhpes.
Me parecía muy raro todo esto. Parecía que Susana no estaba prestando mucha atención a la conversación, parecía ocupada con otras cosas. Y no entendía porqué hablaba con tanta dificultad.
-Vais a venir pronto, amor?
Otra vez ese silencio, sólamente con el sonido de fondo del agua chapoteando rítmicamente.
*el teléfono, Soco... ahhh... sepáralo...* dijo mi novia.
Yo no entendía nada. Simplente el sonido del agua chapoteando se alejó. Se oía más lejano. Subí el volumen de mi teléfono. Se oía menos claro, pero más alto. Podía escuchar algo parecido a mi novia respirando muy fuerte. Habría jurado que estaba gimiendo.
Así estuvo unos segundos. La oía respirar fuerte, gemir. Un silencio. Otra vez gemir. Y siempre el chapoteo del agua.
*es ... sólo un ... juego... -dijo Susana.
-qué juego, qué hacéis? porqué estás así de rara?
*AAH.
Joder, eso había sido un grito. Comencé a preocuparme de verdad.
-Qué ha sido eso? que te ha pasado?
*una ... mmmh... un... -no atinaba a responderme.
*una culebra! -escuché decir una voz masculina. Al instante escuché las risas de varios chicos, mi novia no reía.
*sí.. una culebra... amor. -respondió por fin. Volví a escuchar cómo se reían todos menos Susana.
-Ten cuidado amor, que no te haga daño.
*y con veneno! -dijo otra voz masculina al otro lado de teléfono. Se volvieron a reír sonoramente. Mi novia no se reía, seguía dando pequeños grititos. Pobrecita, pensé, ella pasando miedo por una culebra y ellos riéndose de ella y aprovechandose para meterle miedo.
-No te preocupes amor, no les hagas caso, tranquilízate.
*ah... sí... sii yo sí... me tranquilizo.
-En serio, tranquilizate Susana.
*sí mi... amor... me tranqui-lizo.
-¿es muy grande? -la pregunté con seriedad.
Se oyó ahora sí un silencio sepulcral. Fuera lo que fuera que estuviesen haciendo, se quedaron completamente callados. Susana suspiró un par de veces y contestó como asustada.
*no... grande? el qué... sólo estamos jugando, no te enfades amor. -otra vez un silencio sepulcral roto por una voz masculina: "ostias, igual nos está viendo"
No entendí nada.
-La culebra, Susana, que si es muy grande. las grandes no tienen veneno.
Volvieron a reirse, esta vez ya de una manera casi macabra. Incluso Susana se estaba riendo. Parece que dije algo divertido. El sonido del agua reapareció, al igual que los suspiros (supongo que de miedo a la culebra).
*Sí ... si mi amor... aaah -suspiró.- esta sí que ..... es ... grande, pero ... no me ...
-No te qué? -
*que sí es grande. -dijo medio gritando. parecía histérica. la tenían que estar metiendo una buena razón de miedo para que estuviera así.
-Sí, eso me has dicho amor, que es grande, pero no te ...?
*susana... dile... que...aah -era la voz de un chico, entrecortada- *joder... respóndele... que no te hace... daño...
*amoooor... -ahora sí era otra vez Susana- no me hace.... daño...
-joder, y porqué estás así? estás muy rara
*sólo ... es un ... juego...
-qué juego? de qué hablas?
Mi pregunta otra vez quedó sin respuesta. El ruido ambiente parecía muy lejano, como cuando alguien tapa el micrófono del teléfono con la mano. Supongo que sería una distorsión del sonido, porque me parecía oir a Susana cómo gemía a un volumen considerable.
Por supuesto que de repente, los peores temores pasaron por mi cabeza. Y me habría escandalizado si no fuera porque sé que Susana apenas gime cuando estamos juntos, ni siquiera en los momentos más apasionados. Me tranquilizó la seguridad de saber que esos gemidos los producía otra cosa. Quizá el miedo a la dichosa culebra, quizá la distorsión del teléfono.
Me quedé mucho más tranquilo. El sonido de la batería del movil me avisó de que la llamada acabaría pronto.
-Tengo que colgarte, se me acaba la batería. Por favor, vuelve pronto. -logré decirle.
*tranquilo tío, ya estamos acabando. -dijo una voz masculina. Oí a Susana gemir una vez más y la comunicación se cortó.
...
Más tranquilo me tumbé en la cama de la enfermería, a pesar de que la llamada había sido bastante poco ortodoxa. Me sentí como un tonto por haber desconfiado de ella, y me prometí disculparme al día siguiente, aunque caí en la cuenta de que tampoco le había montado ninguna escena de celos. De manera que no sería necesaria ninguna disculpa.
Intenté reconstruir la conversación porque aún no entendía a qué se refería con lo de "solo es un juego". Estuve pensando un buen rato, pero el cansancio hizo mella en mí y acabé completamente dormido.
Horas más tarde me despertó Susana acariciandome. Estaba recién duchada, y olía genial al perfume del gel de baño. Parecía muy seria.
Una lagrimita parecía agarrarse a sus ojos, sin llegar a caer.
La observé pensativo. Sin saber qué decir o qué hacer, no me esperaba en absoluto esa situación, y mucho menos recién levantado.
-Siento mucho lo de anoche, amor.- Me dijo sin lograr mirarme a los ojos. -No sé qué me pasó... sé que no es excusa, pero estaba algo bebida, aunque no quiero excusarme en ello, pero lo estaba. En el momento disfruté mucho, lo reconozco, pero no quería hacerte daño. Si quieres, te puedo jurar que nunca más volveré a estar con Carlos. Y también he de decirte, que pienses lo que pienses, contigo disfruto muchísimo más, amor, porque a tí te amo de verdad.
Yo no entendía nada del discursito. Me quedé pensativo un rato mirándola. Ella seguía mirando hacia abajo. La veía preciosa.
-con Carlos? qué pasó con Carlos?
-jo, amor... ya sabes lo que pasó, no me hagas decirlo en voz alta. Me da mucha vergüenza.
-sí, ya sé lo que pasó, no soy tonto. Soco me encerró aquí. Y al principio pensé que lo que quería era dejarme encerrado para ir todos vosotros de fiesta y librarse de mí. Pero, mira!
Mi novia seguía con la mirada baja...
-Mira! -le repetí.
-qué quieres que mire? -Susana levantó ligeramente la vista.
-Joder, que ya no estoy quemado. Gracias a Soco estoy curado. Le debo una disculpa. Lo que no entiendo es qué problema hay con Carlos.
-por favor amor, no me hagas pasar por esto, me da mucha vergüenza, ya escuchaste qué pasó con Carlos por el teléfono. Si tú quieres, te prometo no volver a verle nunca.
-aaah, ok... -dije. Ahora entendía todo. -Así que Carlos era el que te metió miedo con la culebra, no?
Mi novia se quedó callada unos instantes. Frunció el ceño pensativa. Poco a poco levantó su mirada, hasta encontrarse con la mía. Su gesto mostró alivio al ver que yo no estaba enfadado.
Intentó decir algo, pero calló. Parecía dudar. Al final se atrevió a decir algo:
-Sí, amor... fue Carlos quien me... quien me estuvo metiendo "miedo" con la broma de la culebra.
-pues es un imbécil, porque esas cosas no se hacen. Ya sabía yo que era un imbécil. Pero vamos, tampoco es para que te pongas así. No? Ya sé que con mis bromas disfrutas más, como antes has dicho, pero tampoco soy tan celoso. -intenté animarla.
-Entonces, no te enfadas? - su boca dibujó una sonrisa.
-No. Me molesta que sea tan imbécil, pero tampoco me voy a enfadar.
-De verdad no te enfadas? -insistió. Parecía que no se lo creía.
-que no... no seas pesada.
-Y no te molestaría si volviese a estar con él?
-volver a "estar con él"? -pregunté haciendo hincapié en la expresión.
-Sí, bueno, me refiero a quedar con él... bueno, con ellos en general... No sólo con Carlos. Bueno, con Carlos también, pero no sólo con él, sino con todos. ya sabes.
Parecía nerviosa, me hacía gracia verla estar nerviosa.
-claro, tonta. ya sabes que confío en tí.
Se abalanzó sobre mí para abrazarme y darme besos en la cara.
-Oh amor, eres un cielo.
Como contaba en el anterior relato, Susana había estado toda la tarde con ellos en la piscina, jugando al billar y preparando la cena. Estaba cada vez más borracha, y yo seguía con la piel roja del sol. Lo cierto es que durante la cena la cosa no mejoró mucho. Todos seguían haciendo juegos subiditos de tono con mi novia, aprovechando que ella estaba borracha y es muy inocentona (como ya conté en el anterior relato).
Cuando terminamos de cenar, el socorrista echó un vistazo a mi enrojecido torso y me llevó preocupado a la enfermería, que era un pequeño edificio donde había una litera y poco más. Me echó un poco de crema hidratante en la espalda (que no estaba quemada) y me dijo:
-Por seguridad, te voy a recomendar que te quedes esta noche en la cama.
-Pero si no eres médico. –repliqué.
-Bueno, soy el socorrista, mi misión es cuidar de la gente. –dijo exagerando.
-Claro, y quién cuida de mi novia, con lo borracha que la habéis puesto?
-No te preocupes. Yo lo haré. –y acto seguido desapareció por la puerta, cerrando con llave tras él. Me acababa de dejar encerrado.
Rápidamente me puse de pie e intenté abrir la puerta, pero no lo lograba. Había una ventana pero tenía rejas. Intenté al menos abrir el cristal, pero nada. Mi móvil comenzó a sonar, seguro que era mi novia. Lo saqué nervioso de mi bolsillo, con tan mala suerte que la colgué.
-mierda! Voy a llamarla. –más mierda. No tenía crédito. Joder, no me lo podía creer.
Sonó mi móvil de nuevo, era un jodido mensaje de mi novia.
“ya me a dicho Soco, k t kdas n descansando en enfrmeria. supongo q duerms, dulcs bsos mi niño. nos vams a un jacuzzi natural k stos conocen. tqmx”
Casi lanzo el móvil contra la pared del enfado. Ella borracha y se iba con unos tíos a un jacuzzi natural? Que cojones era eso? Intentaba llamarla en vano, incluso intenté a cobro revertido, pero no lo logré. Vi un coche pasar con ellos dentro, paso lentamente por enfrente de la ventana. Y pude ver a mi novia dentro, aún llevaba la camiseta blanca llena de grasa.
Me quedé durante una media hora mirando por la ventana sin casi pestañear. Sólo me lograba repetir: "ella lo controlará, ella lo controlará". Estuve así hasta que sonó otra vez el móvil, era una llamada de mi novia... y esta vez sí pude responder...
/... continúa ella relatando.../
Qué gran lástima lo de mi novio, “Soco” me dijo que estaba bien, pero que había solicitado quedarse esa noche en la enfermería para recuperarse. La verdad estaba muy apenada por él. Le llamé, pero me colgó, supongo que estaría dormidito el pobre. Los chicos me notaban apenada y me habían invitado a ir a un jacuzzi natural para animarme. Me dijeron que de poco servía lamentarme y que intentara estar contenta. Acabé aceptando a cambio de que volviéramos pronto de dicho jacuzzi natural.
Nos metimos en el coche y salimos lentamente. Cuando llevábamos unos minutos de camino les pedí que pararan:
-chicos, se me ha olvidado traerme el bikini, volvemos un momento a cogerlo?
Nacho, que iba al volante respondió: -naaa, ni te preocupes, además ya no daría tiempo a volver... mira qué tarde es.
Aunque no era tan tarde supuse que Nacho tendría razón... eran tan buena gente que resultaba imposible decirles que no a nada.
Llegamos por fin a un paraje fabuloso. Como era noche de luna llena, apagaron las luces del coche, no se veía bien, pero era suficiente para no caerse al suelo. Era, tal como dijeron, un jacuzzi natural, donde entraba por un conducto agua de mar.
Se me quedaron mirando: -no te metes Sus?
-ya os dije que necesito el bikini para bañarme, no quiero que se me moje la ropa, debe hacer mucho frío ahí dentro.
-no te preocupes, mira. Te bañas sin ropa y así no se te moja. Qué me dices?
-jo, es que me da muchísima vergüenza. Si al menos estuviera mi novio...
-bueno, sí, te entendemos... estas cosas sólo se hacen con gente en la que confías...- dijo Nacho, los otros asintieron apenados.
-jo, Nacho, no digas eso.- le di un abrazo, y él me rodeó con sus fuertes brazos. – sois excelentes personas... pero no me parece bien...
-pues no se hable más... o todos o ninguno... volvamos al campamento. –dijo Nacho.
-jo, chicos, no seáis tontos... – la verdad es q con ese comentario me había convencido. Éramos tan buenos amigos que preferían no bañarse a dejarme de lado.
–venga, me baño un poquito, pero no miréis mientras me quito la ropa. –todos celebraron mi decisión. Qué pena que mi novio no hubiera venido, el sitio era precioso.
Me desnudé junto al coche mientras ellos se tapaban los ojos con las manos. Me metí en el Jacuzzi natural El agua estaba fría al principio. Notaba mis pezones endurecerse. Me senté dentro del jacuzzi, con el agua por encima del pecho. Quedaba exactamente para estar sentada, si me ponía ligeramente tumbada el agua me llegaba a la barbilla.
Al momento entraron todos al jacuzzi y comentaron lo fresca que estaba el agua. Tenía que tener cuidado porque el agua quedaba justo por encima de mis pechos, y con el movimiento de ellos, a veces bajaba el nivel demasiado para mi comodidad. Aunque tampoco era muy escandaloso, dado que con la luz que había no se veía mucho por encima del nivel del agua, y por supuesto nada por debajo.
Me sentía espléndidamente aunque a ratos me sentía un tanto incómoda, por eso de ser la única chica rodeada de hombres y encima estar completamente desnuda. Intentaba no pensar mucho en ello, al fin y al cabo son buenos amigos y en ellos podía confiar plenamente, no eran unos depravados. Carlos estaba sentado a mi lado, y parecía mucho más distendido, parece que el mal momento que habíamos pasado, ese incómodo incidente, ya no tenía ninguna importancia.
Nacho estaba sentado a mi otro lado (a mi izquierda) con él también había tenido un pequeño encontronazo sin mayores consecuencias ese mismo día al untarle crema en la playa, y al igual que con Carlos, todos los posibles resentimientos se habían difuminado. Estaba tan contentísima de estar rodeada de tan buenos amigos...
Cerrando el círculo estaba Pedro, con el cual parecía que ya no había ningún rencor, a pesar del pequeño escándalo accidental que habíamos sufrido ambos juntos, cuando sufrió una pequeña erección al jugar conmigo en el mar... Y Soco, o el socorrista de la piscina. Un chico muy amable y que desde el primer día había sido encantador con todos, tanto con mi novio, como conmigo.
Soco tuvo una gran idea, o al menos a todos les pareció eso. Dijo que era injusto que yo estuviera desnuda y ellos vestidos, y que lo más democrático era que todos se desnudaran. Yo no me opuse, aunque realmente no me parecía de lo más importante. Pero lo entendí como un gran detallazo por parte de ellos. No se cansaban de demostrar ser buenos amigos.
Carlos, que estaba a mi lado, parece que les hizo una seña, que no entendí muy bien qué significaba. Era algo así como, “un momento chicos”, pero no tenía mucho sentido. Comenzó a zarandearse, para quitarse el bañador, y parece que no era capaz. El resto nos mantuvimos a la expectativa de lo que él hacía. No me podía creer que fuera tan torpe.
Dijo -Me rindo, susana, no puedo quitármelo en esta posición, esto es demasiado pequeño.
Asique se puso de pie e hizo el amago de quitárselo. Yo me tapé la cara de vergüenza, no podía volver a ver esa tremenda barra de carne. Sólo imaginarlo me recordó la vergüenza pasada.
Nacho dijo -No, hombre, no te lo quites así, no seas exhibicionista, jajaja.
A lo que Carlos contestó: ok, bueno, pues me meto otra vez al agua.
Se puso de rodillas metiendo su cuerpo bajo el nivel del agua, pero lo hizo quedando justo delante de mí. Se metió una mano, imagino que en el bañador, parecía que le molestaba algo, porque se lo colocó.
Se quedó mirándome directamente a los ojos, yo le sonreí.
Noté sus manos, bajo el agua,cómo hacían contacto con mis rodillas y las sostuvieron firmemente. Yo no sabía que pasaba, pero llevé instintivamente mis manos atrás, y las coloqué debajo de mis nalgas, sobre la roca, como para evitar hundirme teniendo más puntos de apoyo.
Carlos dijo: -Me vas a tener que ayudar.- Y separó firme y suavemente mis rodillas. Separando mis piernas bajo el agua. Esto provocó que me medio tumbara muy ligeramente. Se abalanzó lentamente sobre mí. Colocándose extrañamente al estilo misionero, de manera que sus manos se apoyaron sobre la piedra del fondo, rodeandome con sus fuertes biceps y quedando su cabeza... y sus labios, pegados a mi cuello.
Alzó la voz suavemente diciendo: Susanita, ayúdame, que yo sólo no puedo.- yo no entendía nada, la situación habría sido extremadamente incómoda, de no haber sido porque estábamos entre amigos. Lógicamente, intenté ayudarle. Pasé mis manos a su bañador, y tiré de él hacia abajo. El perder el punto de apoyo provocó que me hundiera un poco en el agua. Menos mal que Nacho es todo un caballero, y con una de sus manos, me sostuvo de la parte baja de mi espalda, para que no me llegara a hundir.
Me resultaba muy difícil tirar de su bañador hacia abajo, puesto que había algo que lo impedía. Él me sonrió y me dijo: -Susanita, Tienes que quitar el nudo.
-ah, claro, que tonta soy... -respondí.
Dirigí mis manos a su bajo vientre y busqué por la orilla de su bañador hasta que logré encontrar donde estaba el nudo del cordón. No entendí porqué no se lo había quitado él con anterioridad. El nudo no estaba por fuera, sino por dentro. El silencio del resto del grupo era sepulcral, parece que estaban preocupados por algo.
Tuve que meter mi manita dentro de su bañador para sacar el nudo. Me dio una vergüenza tremenda, porque sin querer acaricié la cabezota suave y blandita de su pene. Me estremecí al notar su tacto en mis dedos, y me sentí mal a la vez porque podía parecer que me estaba aprovechando de nuestra amistad. Él resopló suavemente, imagino que molesto por mi error. Me dió un mordisquito en el cuello, seguro que era una llamada de atención. Pero yo me estremecí, la situación era demasiado erótica y me daba vergüenza. Sin quererlo, mis piernas le rodearon un poco.
Logré hacerme con el nudo, deshacerlo, y más tranquilamente, tirar de su bañador para sacárselo. Me resultó algo difícil. Sobretodo cuando mis manos ya no llegaban más abajo. Tenía el bañador a la altura de sus muslos, y no podía bajar más.
-Utiliza las piernas, Susana.- Me dijo.
Así hice, y cometí un grave error. Otra vez una situación incómoda con mi amigo Carlos. Otra vez. Al intentar alcanzar el bañador con mis pies, tuve que flexionar mucho las piernas. Él, como estaba encima mía, me sostuvo con más fuerza para evitar que me sumergiera. Yo, para evitar sumergirme, instintivamente le rodeé con mis brazos. Y entonces caí en la cuenta de que accidentalmente, su cuerpo se estaba pegando cada vez más al mío. Al principio, sus pectorales estaban a la altura de mi cara. Su entrepierna, al menos, apenas tenía contacto con mi cuerpo.
Sin embargo, a medida que iba bajando su bañador... Él iba bajando más su cuerpo, supongo que para ayudarme. Cuando logré poner el bañador a la altura de sus rodillas, el bajó su cuerpo. Restregándose accidentalmente conmigo. Su pene ahora sí estaba en pleno contacto con mi cuerpo, exactamente sobre mi vientre, la tenía medio blandita, pero parecía dormir sobre las ondulaciones de mi vientre.
Cuando logré sacarle el bañador. Él bajó más todavía. Su pene había recorrido el camino desde mi vientre hacia abajo. Directamente en contacto con mi rajita, y se había puesto tremendamente duro, yo hasta ese momento pensaba que el agua fría provocaba el efecto contrario. Sus manos me sujetaban firmemente muy por debajo de mi espalda.
Yo ya no tenía nada de frío, y olvidé si lo tuve en algún momento. Con el vaivén de las olas, o eso me pareció a mí, su cuerpo se movía suavemente sobre el mío. Duró unos instantes sólo, pero mi corazón estaba poniéndose a latir a mil por hora. En cada movimiento su duro pene surcaba por encima de mi intimidad. Mis piernas volvieron a apretarse alrededor de las suyas, sin mi consentimiento, por supuesto.
Afortunadamente Carlos se separó lentamente de mí.
El resto del grupo pareció volver a la vida de repente. El silencio comenzó a disiparse y todos acabaron quitándose los bañadores. Eso sí, a nadie más se le ocurrió pedirme ayuda.
Por una parte me sentía aliviada de no tener que ayudar a todos... dado que eran Pedro, Nacho y Soco y no podía volver a pasar por toda esta situación tantas veces.
Por otro lado, me sentía algo mal. Imaginaba que mis otros amigos de alguna manera habían adivinado mis sentimientos por mi comportamiento y entiendo que no quisieran sentirse aprovechados como Carlos. Me sentí un poco mal.
Menos mal que al menos se mostraban muy cariñosos. A pesar de haber cierto espacio de sobra en el Jacuzzi, Carlos y Nacho se mantuvieron pegaditos a mí, haciendome tonterías para divertirme. Y de paso, evitando que me pudiera entrar algo de frío.
-Jo chicos, y no os sabéis algún juego?... - pregunté, porque a pesar de todo, quería compartir ese momento con todos, no solo con Carlos y Nacho. - ...un juego que podamos jugar todos?
-Pues a mí se me ocurre uno. -dijo Pedro.- Pero no sé si querréis jugar. -decía divertido. -Y no sé si se puede, porque se juega con prendas, y de eso ya andamos un poco mal. Bueno, pero podemos jugar igualmente, ahora vengo. -dijo Pedro. Se incorporó de repente, sin avisar ni nada. Quedándo de pie frente a mí. Por supuesto no pude evitar fijarme en sus intimidades, y tampoco pude evitar sonrojarme un poco por lo mismo.
Salió hacia el coche y con cierta torpeza buscó algo dentro del maletero. Volvió con algo dentro de su mano, guardando el misterio. Se volvió a sentar y lentamente mostró el contenido de su mano.
Algo parecido a una pelota de ping pong, de color oscuro... bueno, no se veía muy bien el color.
-Vamos a jugar a que le tenemos que pasar la pelota al de nuestra derecha. Pero solo vale usando la boca. ok? normalmente, si se cae, se paga prenda. Pero como no hay prenda, pues nada.
-Pero alguna prenda habrá que poner de castigo, no? -preguntó Carlos para animar el juego.
-Bueno, pues el que pierda la pelota tendrá que darle un besito al que la iba a recibir. -Dijo Nacho.
-Oye! -protestó Pedro.- Pero nos vamos rotando, que yo no quiero estar todo el rato besando a estos.. jajaja
Nos reimos todos y aceptamos las reglas del juego.
No me pareció muy buena idea. Me imaginaba que mi novio se podría poner celoso si se llegara a enterar, pero no quería ser la aguafiestas del grupo.
Comenzamos la ronda.
Soco le pasó la pelotita a Pedro con la boca. Pedro se la pasó a Nacho, estuvieron a punto de besarse, pero al final no se les cayó. Me pareció muy divertido. Y más divertido habría sido si se hubieran tenido que besar como prenda. Nacho se acercó a mi cara, apoyando su mano en mi pierna bajo el agua para pasarme la pelota.
Abrí los labios y por inercia cerré los ojos. Noté el contacto directode sus labios besando los míos. Todos rieron por el error de Nacho, y yo también me reí un poquito.
-Vaya, lo siento. Ahora tengo que besarte como prenda. - dijo Nacho.
-jajaja, que tonto eres! pero si ya me has besado una vez. -protesté.
No hizo ningún comentario. Se acercó a mi lentamente. Su mano seguía en contacto con mi pierna, me soltó para acariciarme la cara. Por un momento pensé en mi novio. Su mano pasó a mi nuca, sujetándome suavemente la cabeza. Sus labios se acercaron a los míos hasta rozarlos -No me voy a escapar.- Logré decir a un volumen casi inaudible. Suspiré suavemente. Me besó de una manera dulce.
La verdad es que había sido hasta bonito. Me quedé un poco con cara de tonta. Nacho me acercó la pelota, devolviéndome a la realidad.
Parecían divertirse.
-Nacho, deja la pelota en el agua. -dijo Carlos. Nacho le observó con cara de poco entender. Carlos explicó el motivo: -sólo se puede utilizar la boca...-
Acto seguido Nacho dejó la pelotita flotando en el agua. Me encorvé para cogerla. Ellos de broma movían el agua, de manera que era bastante complicado hacer coincidir los labios alrededor de la dichosa bola...
Por fin lo conseguí, y me giré para pasarsela a Carlos, que estaba a mi derecha. Me acerqué un poco a su cara, era complicado hacer todo esto sin sacar el cuerpo del agua.
Carlos se me acercó y antes de que me pudiera dar cuenta, sus manos acariciaron mis costillas. Me empecé a reír y claro, la pelotita calló otra vez al agua, en esta ocasión frente a Carlos.
-Tienes que recogerla. - me dijo mientras me acariciaba los labios con sus dedos. -Y ya sabes cómo, verdad Susi?. -supongo que para hacer una broma, Carlos cogió la pelotita y la escondió bajo el agua. Más o menos por donde estaría su vientre. La debió soltar debajo del agua, porque apareció otra vez en la superficie. Pude reconocer su silueta redondita, aunque apenas se diferenciaban bien los detalles debido a la oscuridad. Nacho estaba en una posición un tanto extraña aunque no lo entendí muy bien.
Me encorvé nuevamente acercando los labios a la pelotita. Intentando abrirlos un poco para poder rodearla. Los chicos volvieron a mover el agua para hacer la broma. Pero extrañamente esta vez me resultó mucho más sencillo. A la primera logré hacer contacto. Mis labios acariciaron por un momento la superficie de la pelotita. Me pareció que el tacto era algo distinto, y se podría decir lo mismo de su temperatura.
Comencé a rodearla con mis labios, para cogerla. Sin embargo por algún motivo, no era capaz de levantarla. Siempre se me escurría.
Sospeché que Carlos la tenía agarrada por abajo para ponérmelo más difícil. Volví a intentarlo, pero esta vez me introduje un poco más la bolita en mi boca, la rodeé fuerte con mis labios e incluso tuve que succionar un poquito.
Pero nada. Carlos no la soltaba.
Levanté mi mirada para mirar a Carlos y decirle: -oye, no vale sujetar la bolita desde abajo, no? -estaba muy serio y mordiéndose el labio inferior, no dijo nada. Supuse que sí era parte del juego.
Me agaché y volví a intentarlo esta vez succionando más fuerte aún. Por algún motivo el silencio era sepulcral otra vez. Me pareció que mi posición era inadecuada para la tarea. Sin soltar la pelotita, me giré y pasé de estar sentada y encorvada hacia mi derecha, a apoyarme con las rodillas y las manos sobre el fondo del Jacuzzi.
Así podía hacerlo mejor. Carlos resoplaba fuerte, parece que a él también le costaba cierto esfuerzo. -Muy bien Susi, lo estás consiguiendo. -Me animaba entre sus fuertes respiraciones.
Abrí más mi boca, para rodear mejor la pelotita. Me costaba bastante esfuerzo, parecía que se había hinchado con el agua. Seguía succionando cuando de repente noté unos brazos por detrás, de Nacho. Tirándo de mis caderas hacia detrás, tiró demasiado fuerte y me quedé sentada sobre él. La pelotita quedó ahí flotando. Carlos tenía aspecto cansado.
-Ya basta Carlos, creo que te estás pasando. -le increpó Nacho.
-Es sólo un juego. - respondí para calmarle. - No nos enfademos.
Carlos no decía nada. Se limitaba a sujetar la pelotita y estaba completamente serio. No sé si estaba molesto con Nacho. Se me ocurrió decirle: -Nacho, si quieres cógela tú, que yo no puedo.
Se emperazon a reír todos como si hubiera hecho la mejor broma del mundo.
-Ni por todo el oro del mundo. -dijo Nacho riéndose.
En ese momento me di cuenta de que seguía sentada encima de Nacho. A horcajadas sobre si pierna izquierda.
Sus manos seguían en mis caderas, tirando de mí hacia atrás suavemente. Tenía que mantener mi torso debajo del agua, con lo que mi postura era un tanto extraña. Casi lo que se podría decir el estilo perrito, pero con Nacho detrás sujetándome las caderas.
Me gustaba la sensación. Por alguna extraña razón me sentía bien con Nacho protegiéndome de una manera tan cariñosa. Aunque notara cada vez más claramente su entrepierna en mi glúteo.
Soco y Pedro parece que no decían nada.
La situación estaba un poco tensa. O no, pero estaban todos muy callados y eso me ponía un poco tensa.
-Me gustaría hablar con mi novio. -les dije.- Estaría bien saber si se encuentra bien.
-De eso nada. -me decía Nacho. Sus manos subieron un poco a mis costillas y comenzó a hacerme cosquillas. Por supuesto empecé a reirme y a moverme sin querer sobre su pierna. Espero que no se notara que con tanto movimiento, mi desnuda intimidad estaba en contacto con la piel de su musculada pierna. Me estaba gustando demasiado. Y eso provocó que me interesara más por mi novio, para intentar salir de esa situación.
-Por favor, traedme el movil del coche, que quiero hablar con él. -decía intentando no reirme por las cosquillas. - ¿ves, aguanto bien las cosquillas? -dije a Nacho.
-Venga vale, voy yo a por el móvil. -dijo Soco.
-¿Aguantas bien las cosquillas, Susana? -preguntó de repente Carlos, que parecía vuelto a la vida.
-Sí, perfectamente. -dije desafiándole de broma. -Si me río es para que Nacho no se sienta mal, jajaja.
Se acercó hasta estar a un palmo de mi cara. Su semblante era serio.
-¿serías capaz de hablar con tu novio y que no se diera cuenta de que te estoy haciendo cosquillas? Que conste que soy muy bueno. -me dijo.
-bueno, no sé, quizás sí. quién sabe? -respondí sin saber muy bien qué responder.
Me parecía una idea un tanto estúpida, pero también divertida a la vez. Me senté entre Pedro y Nacho.
Carlos estaba enfrente mía. Me miraba fijamente, como examinándome. Sus manos palparon torpemente mi cuerpo por debajo del agua. Mis piernas, mis pechos ligeramente, otra vez mis piernas, que estaban flexionadas. Otra vez ligeramente mis pechos, quizá un segundo más que antes. Mis piernas, esta vez, acariciando primero mis rodillas y luego la piel suave de mis muslos, por la parte interna, llegando hasta el vientre.
Lo que él no sabía es que estaba excitandome bastante con tanto manoseo. Lo que él no podía saber era que mis manos estaban apretando la piel de mis muslos, debido a la tensión que estaba aguantando.
Sus manos pasaron a mis costillas, y apenas las rozaron. Esbocé una ligera sonrisa.
-Ves? no me haces cosquillas.
-Vaya, asique ahí no tienes cosquillas, eh? -dijo sonriendo.
Bajó sus manos hasta mis caderas y las apretó con firmeza, pero suavemente. Tiró un poco de ellas hacia él.
-Aquí tampoco tienes, verdad?
Negué con la cabeza mirándole a los ojos. Tiró un poco más de mis caderas hacia él. Me estaba empezando a tumbar, muy ligeramente, pero algo. Sus manos pasaron acariciando mis caderas y llegaron a mis piernas. Comenzó a acariciarlas. Por algún motivo estaba haciendo todo lo contrario que se hace para provocar cosquillas, estaba claro que así no ibamos a llegar a ningún lado.
Al acariciar mis piernas, de vez en cuando sus manos se acercaban demasiado a mi entrepierna. Me estaba poniendo demasiado nerviosa.
Sus manos palpaban otra vez mis piernas, por todas partes. De vez en cuando las apretaba, supongo que buscando hacerme cosquillas, pero lo cierto es que con cada apretón lo único que conseguía era hacer que me quedara un poco más tumbada.
-Nada? no sientes nada?
-No... ahí tampoco me haces cosquillas. -A mí ya se me estaba olvidando que tenía que hablar con mi novio por el móvil. Me iba a resultar complicado ante tal situación.
Intentaba buscar la mirada cómplice de Pedro y Nacho. Pero ellos se mantenían completamente callados . En alguna ocasión me dio la impresión de que había más de una mano sobre mi piel, pero supuse que eran imaginaciones mías.
Una de sus manos viajó de nuevo a mis cosquillas y comenzó a apretar un poco. Sonreí. Parece que lograba encontrarlas por fin. Me tranquilicé al comprobar que el juego no se iba demasiado del guión. Sin embargo, su otra mano se posó directamente sobre mi rajita, sólo contacto, sin caricias.
Me quedé en estado de shock. Mis manos fueron directamente a tapar la suya, en un innecesario intento de que nadie lo viera. Intenté sonreir, pero no pude. Intenté decirle que parara, pero mi cuerpo no me pedía lo mismo. Sólo logré moderme un labio mirándole fijamente.
Con su otra mano me apretó las costillas y solté una suave risa, acompañada de un gemidito apenas audible.
-Vaya, parece que ahí si tienes cosquillas, eh?
-No, ahí no... bueno, sí, pero ahí no... -intenté decirle sin saber qué quería decirle.
Su mano comenzó a acariciar mis intimidades. Suavemente. Mis piernas no me respondieron y se abrieron ligeramente. Mis labios soltaron un suspiro. Mis manos ya no estaban sobre mis muslos, sino sobre los de Pedro y Nacho. Agarrándome a ellos como una niña asustada en una atracción de vértigo.
Me mordí otra vez el labio inferior.
-Parece que sabes aguantarte la risa... voy a intentar un poquito más.
Sus dedos comenzaron a surcar por mi rajita, separando los labios y acariciando directamente mi suave piel. No pude evitar soltar otro gemido apagado. Mis manos apretaban fuerte los muslos de Pedro y Nacho, mientras Carlos seguía con su mano haciéndome lo que él creía que eran cosquillas.
-Veamos si esto lo aguantas... -dijo Carlos
Noté la presión creciente de uno de sus dedos, entrando suavemente en mi interior. Estaba completamente excitada y él seguía jugando. Mis piernas rodearon las suyas, estando él de rodillas frente a mí. Comenzó a mover su dedo dentro de mí haciendo círculos. El pobre aún buscaba hacerme cosquillas y yo me preguntaba dónde habría aprendido a hacerlas.
Esta vez mi gemido fue perfectamente audible. Aunque sonó más como un quejido.
-Te ha dolido? - preguntó Carlos, muy atento.
-Noooh - logré responderle.
Su dedo salió delicadamente de mi intimidad. Aliviada porque todo esto se había terminado, suspiré tranquila.
Sin embargo me extrañé al notar que la mano que Carlos tenía en mis costillas bajó hasta tocar mi culito. Lo sujetó con fuerza y tiró del mismo hacia arriba, provocándo que me quedara aún más horizontal. Mis piernas seguían rodeando las suyas. Mis manos seguían apoyadas en los muslos de Nacho y Pedro. Podía ver mis pechos recortando la superficie del agua y mi respiración era entrecortada.
Carlos estaba aún frente a mí. Veía los músculos de su torso, húmedos por el agua y brillantes ante la tenue luz de la luna. Su mano izquierda sostenía mi culito. Su mano derecha se perdía bajo el agua, sujetándo algo en la profundidad.
Noté de nuevo un calor que empujaba en mi entrepierna. Por un momento creí que era su dedo otra vez. Cuando empezó a presionar entendí que era otra cosa bastante más grande. Intenté abrir mis labios para explicarle que el juego había acabado, que así no iba a provocarme cosquillas. Sin embargo no dije nada. Noté el frío del teléfono móvil en mi oreja.
... / continúa él relatando / ...
tras media hora mirando petrificado por la ventana, sin saber qué hacer, sin poder llamar a mi novia, intentando convencerme de que no pasaba nada, que ella estaría bien. Compaginando un aluvión de pensamientos de todo tipo. tras media hora que se hizo eterna, sonó mi teléfono. Rápidamente respondí a la llamada, era de Susana.
Al principio no logré escuchar nada a parte del sonido ambiente.
Oía como si alguien caminara con el teléfono. Escuché una lejana conversación *te ha dolido?* preguntaba un chico *nooooh* logré escuchar como respuesta. Era la voz de mi novia.
-Hola? -dije al teléfono. Escuché un suave chapoteo de agua.
-Hola? Susana? responde, joder.- volví a escuchar un silencio. Sonó un ligero ruido de cuando se mueve el teléfono contra algo. Otro chapoteo ligero.
por fin respondió Susana: *hola [...silencio...] amor.
-qué pasa? donde estás? porqué no me has llamado antes? con quién estás?
...
La respuesta fue casi un silencio sepulcral y digo casi porque escuchaba un ligero vaivén del agua y la respiración entrecortada de mi novia.
Entendí que eran demasiadas preguntas, al fin y al cabo tampoco quería agobiarla. No quería discutir con ella.
-estás bien, Susana?
*ahm... -suspiró y no dijo nada por un instante.- sí ... estoy bien amor... no te... -calló otro instante.- no te preocuhhpes.
Me parecía muy raro todo esto. Parecía que Susana no estaba prestando mucha atención a la conversación, parecía ocupada con otras cosas. Y no entendía porqué hablaba con tanta dificultad.
-Vais a venir pronto, amor?
Otra vez ese silencio, sólamente con el sonido de fondo del agua chapoteando rítmicamente.
*el teléfono, Soco... ahhh... sepáralo...* dijo mi novia.
Yo no entendía nada. Simplente el sonido del agua chapoteando se alejó. Se oía más lejano. Subí el volumen de mi teléfono. Se oía menos claro, pero más alto. Podía escuchar algo parecido a mi novia respirando muy fuerte. Habría jurado que estaba gimiendo.
Así estuvo unos segundos. La oía respirar fuerte, gemir. Un silencio. Otra vez gemir. Y siempre el chapoteo del agua.
*es ... sólo un ... juego... -dijo Susana.
-qué juego, qué hacéis? porqué estás así de rara?
*AAH.
Joder, eso había sido un grito. Comencé a preocuparme de verdad.
-Qué ha sido eso? que te ha pasado?
*una ... mmmh... un... -no atinaba a responderme.
*una culebra! -escuché decir una voz masculina. Al instante escuché las risas de varios chicos, mi novia no reía.
*sí.. una culebra... amor. -respondió por fin. Volví a escuchar cómo se reían todos menos Susana.
-Ten cuidado amor, que no te haga daño.
*y con veneno! -dijo otra voz masculina al otro lado de teléfono. Se volvieron a reír sonoramente. Mi novia no se reía, seguía dando pequeños grititos. Pobrecita, pensé, ella pasando miedo por una culebra y ellos riéndose de ella y aprovechandose para meterle miedo.
-No te preocupes amor, no les hagas caso, tranquilízate.
*ah... sí... sii yo sí... me tranquilizo.
-En serio, tranquilizate Susana.
*sí mi... amor... me tranqui-lizo.
-¿es muy grande? -la pregunté con seriedad.
Se oyó ahora sí un silencio sepulcral. Fuera lo que fuera que estuviesen haciendo, se quedaron completamente callados. Susana suspiró un par de veces y contestó como asustada.
*no... grande? el qué... sólo estamos jugando, no te enfades amor. -otra vez un silencio sepulcral roto por una voz masculina: "ostias, igual nos está viendo"
No entendí nada.
-La culebra, Susana, que si es muy grande. las grandes no tienen veneno.
Volvieron a reirse, esta vez ya de una manera casi macabra. Incluso Susana se estaba riendo. Parece que dije algo divertido. El sonido del agua reapareció, al igual que los suspiros (supongo que de miedo a la culebra).
*Sí ... si mi amor... aaah -suspiró.- esta sí que ..... es ... grande, pero ... no me ...
-No te qué? -
*que sí es grande. -dijo medio gritando. parecía histérica. la tenían que estar metiendo una buena razón de miedo para que estuviera así.
-Sí, eso me has dicho amor, que es grande, pero no te ...?
*susana... dile... que...aah -era la voz de un chico, entrecortada- *joder... respóndele... que no te hace... daño...
*amoooor... -ahora sí era otra vez Susana- no me hace.... daño...
-joder, y porqué estás así? estás muy rara
*sólo ... es un ... juego...
-qué juego? de qué hablas?
Mi pregunta otra vez quedó sin respuesta. El ruido ambiente parecía muy lejano, como cuando alguien tapa el micrófono del teléfono con la mano. Supongo que sería una distorsión del sonido, porque me parecía oir a Susana cómo gemía a un volumen considerable.
Por supuesto que de repente, los peores temores pasaron por mi cabeza. Y me habría escandalizado si no fuera porque sé que Susana apenas gime cuando estamos juntos, ni siquiera en los momentos más apasionados. Me tranquilizó la seguridad de saber que esos gemidos los producía otra cosa. Quizá el miedo a la dichosa culebra, quizá la distorsión del teléfono.
Me quedé mucho más tranquilo. El sonido de la batería del movil me avisó de que la llamada acabaría pronto.
-Tengo que colgarte, se me acaba la batería. Por favor, vuelve pronto. -logré decirle.
*tranquilo tío, ya estamos acabando. -dijo una voz masculina. Oí a Susana gemir una vez más y la comunicación se cortó.
...
Más tranquilo me tumbé en la cama de la enfermería, a pesar de que la llamada había sido bastante poco ortodoxa. Me sentí como un tonto por haber desconfiado de ella, y me prometí disculparme al día siguiente, aunque caí en la cuenta de que tampoco le había montado ninguna escena de celos. De manera que no sería necesaria ninguna disculpa.
Intenté reconstruir la conversación porque aún no entendía a qué se refería con lo de "solo es un juego". Estuve pensando un buen rato, pero el cansancio hizo mella en mí y acabé completamente dormido.
Horas más tarde me despertó Susana acariciandome. Estaba recién duchada, y olía genial al perfume del gel de baño. Parecía muy seria.
Una lagrimita parecía agarrarse a sus ojos, sin llegar a caer.
La observé pensativo. Sin saber qué decir o qué hacer, no me esperaba en absoluto esa situación, y mucho menos recién levantado.
-Siento mucho lo de anoche, amor.- Me dijo sin lograr mirarme a los ojos. -No sé qué me pasó... sé que no es excusa, pero estaba algo bebida, aunque no quiero excusarme en ello, pero lo estaba. En el momento disfruté mucho, lo reconozco, pero no quería hacerte daño. Si quieres, te puedo jurar que nunca más volveré a estar con Carlos. Y también he de decirte, que pienses lo que pienses, contigo disfruto muchísimo más, amor, porque a tí te amo de verdad.
Yo no entendía nada del discursito. Me quedé pensativo un rato mirándola. Ella seguía mirando hacia abajo. La veía preciosa.
-con Carlos? qué pasó con Carlos?
-jo, amor... ya sabes lo que pasó, no me hagas decirlo en voz alta. Me da mucha vergüenza.
-sí, ya sé lo que pasó, no soy tonto. Soco me encerró aquí. Y al principio pensé que lo que quería era dejarme encerrado para ir todos vosotros de fiesta y librarse de mí. Pero, mira!
Mi novia seguía con la mirada baja...
-Mira! -le repetí.
-qué quieres que mire? -Susana levantó ligeramente la vista.
-Joder, que ya no estoy quemado. Gracias a Soco estoy curado. Le debo una disculpa. Lo que no entiendo es qué problema hay con Carlos.
-por favor amor, no me hagas pasar por esto, me da mucha vergüenza, ya escuchaste qué pasó con Carlos por el teléfono. Si tú quieres, te prometo no volver a verle nunca.
-aaah, ok... -dije. Ahora entendía todo. -Así que Carlos era el que te metió miedo con la culebra, no?
Mi novia se quedó callada unos instantes. Frunció el ceño pensativa. Poco a poco levantó su mirada, hasta encontrarse con la mía. Su gesto mostró alivio al ver que yo no estaba enfadado.
Intentó decir algo, pero calló. Parecía dudar. Al final se atrevió a decir algo:
-Sí, amor... fue Carlos quien me... quien me estuvo metiendo "miedo" con la broma de la culebra.
-pues es un imbécil, porque esas cosas no se hacen. Ya sabía yo que era un imbécil. Pero vamos, tampoco es para que te pongas así. No? Ya sé que con mis bromas disfrutas más, como antes has dicho, pero tampoco soy tan celoso. -intenté animarla.
-Entonces, no te enfadas? - su boca dibujó una sonrisa.
-No. Me molesta que sea tan imbécil, pero tampoco me voy a enfadar.
-De verdad no te enfadas? -insistió. Parecía que no se lo creía.
-que no... no seas pesada.
-Y no te molestaría si volviese a estar con él?
-volver a "estar con él"? -pregunté haciendo hincapié en la expresión.
-Sí, bueno, me refiero a quedar con él... bueno, con ellos en general... No sólo con Carlos. Bueno, con Carlos también, pero no sólo con él, sino con todos. ya sabes.
Parecía nerviosa, me hacía gracia verla estar nerviosa.
-claro, tonta. ya sabes que confío en tí.
Se abalanzó sobre mí para abrazarme y darme besos en la cara.
-Oh amor, eres un cielo.
3 comentarios - El camping 5 (final)