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No se como paso 5

Desperté de repente. No podía abrir los ojos. Mi marido seguía durmiendo mi lado sin moverse, la boca semiabierta, despeinado.
Intenté situarme, pensar en donde estaba y cuál era el motivo por el que no podía abrir los ojos. Notaba cierta tirantez en mis cejas. Mi pelo alborotado en la parte del flequillo notaba una dureza pegajosa que hacía que no pudiera peinarlo con mis dedos. Intenté dentro de la modorra que tenía liberarlo de esa sustancia pegajosa ya seca que parecía no poder despegar a pesar de mi empeño en ello.
Mis ojos durante esta acción permanecían cerrados. De repente conseguí abrirlos por un momento. Uff! La cabeza parecía estallarme. Tuve que cerrarlos de nuevo. Poco a poco comencé a desperezarme comenzando a asimilar que es lo que me pasaba. Llevé la mano a mi canalillo, donde notaba la misma sustancia que aparecía en mi pelo también reseca y pegada a mi piel.
Poco a poco empecé a reaccionar y a despejar mi cabeza a pesar de los latidos intensos de dolor que notaba en mis sienes.
Noté que no llevaba bragas y tampoco sujetador. Sólo una camiseta larga de mi marido cubría mi cuerpo. Empecé a sentir que una ducha quizás pusiera en orden mi vida, al menos por el momento hasta que las imágenes de la noche anterior volvieran a mi mente.
Me levanté como pude de la cama. Puse un pie en el suelo y necesité un buen rato para bajar el otro. Intenté centrarme en andar sin caerme hasta que poco a poco llegué a la puerta de la habitación. Mis piernas no mantenían una dirección uniforme durante ese trayecto que a pesar de ser muy corto tuve la sensación de que fuera de varios cientos de metros.
Por fin llegué al pasillo. Me asomé y vi que no había nadie todavía a la vista. Me dirigí como pude hacia el baño. Entré y eché el pestillo apoyándome en la puerta mientras las imágenes de la noche anterior aparecían de repente en mi mente una por una.
Entonces empecé a notar el bajón que experimentó mi cuerpo cuando me di cuenta de hasta dónde había llegado mi estado de embriaguez y del emputecimiento al que había llegado.
Sí! Emputecimiento Laura. Te comportaste como una verdadera puta. Primero dejándote follar por tu sobrino y después dando lugar a que tu cuñado ( el fantasma de tu cuñado, joder Laura…estás tonta o qué?) se corriera encima de ti.
Veía mi imagen en el espejo del baño mientras intentaba lavarme el pelo y mi escote de la corrida del hermano de mi marido, mientras volvían las lágrimas a mis ojos y sin poderlo remediar rompí en un llanto continuo y silencioso que hacía que mi desasosiego interior tuviera un desahogo, mientras mi cabeza analizaba las consecuencias que el descubrimiento de lo que pasó ayer noche podría traer para mi y sobre todo para mi familia.
Joder Laura! Eres una inconsciente!
Me despojé de la camiseta de mi marido y me metí en la ducha intentando quitarme de encima las huellas de mi acción nocturna enjabonando mi cuerpo todo lo fuerte que pude, aun sabiendo que no conseguiría quitarme el recuerdo de lo ocurrido. Cómo iba a poder mirar a mi cuñado a la cara después de lo ocurrido. Le había dado barra libre para intentar lo que tanto tiempo llevaba en mente. Buf! En menudo lío acababa de meterme.
Salí de la ducha y entonces me dí cuenta de que no había traído ninguna muda para después de la ducha. Decidí volver a colocarme la camiseta de mi marido y algo más despejada me encaminé hacia mi habitación.
A pesar de mi resaca me acordé de mi hija y despacio me asomé a su habitación dándome cuenta que seguía durmiendo como duermen los niños después de una noche de emociones intensas.
Al salir de la habitación con la semioscuridad del pasillo, de repente vi a mi suegra delante de mi observándome fijamente:
Dios!! Qué susto Julia! Dije llevando mi mano al pecho y sintiendo una arcada que amenazaba con salir de mi estómago queriéndose dirigir hacia mi boca, pudiéndola controlar de momento.
Lo siento Laura! Dijo mi suegra aguantándose la risa.
No te preocupes por la niña que ya estoy yo pendiente de ella para cuando se despierte. Voy a pasarme a su cama y así lo primero que hará será despertarme.
Gracias Julia! La verdad es que estoy hecha polvo.
Ya lo imagino. Muchas gracias por ayudarme en todo, hija.
De nada mujer! Dije con toda la sinceridad de que fui capaz sintiendo un nudo en la garganta ante lo que estaba haciendo a espalda de esta mujer. Estaba engañando a su hijo justo con su otro hijo. Si se descubriera el asunto quedaría como el culo. Como una puta deseosa de romper una familia o mejor dos con tal de pasar un rato de placer.
Me dirigí de nuevo a mi habitación pensando en cómo iba a salir de este lío. En la penumbra conseguí llegar hasta mi cama, donde a pesar de los remordimientos al momento de caer en ella, me introduje en sueño intenso, que muy a mi pesar intercalaba sueños dulces con situaciones verdaderamente estresantes que hacía que mis músculos fueran incapaces de sujetar mis miembros hasta que poco a poco fui perdiendo la consciencia entrando en una modorra jaquecosa que hacía que me despertara de vez en cuando con la sensación de que mis sienes iban a estallar de un momento a otro.
Desperté de mi letargo no sé al cuanto tiempo sola en la cama( mi marido debía de haberse levantado) y poco a poco conseguí abrir los ojos a pesar de la sensación de que mi cabeza seguía queriendo estallar y de tener la boca estropajosa y sin apenas saliva. Conseguí desperezarme hasta estirarme todo lo que daban de si mis músculos.
Una vez conseguido estabilizar mis ojos y a pesar del ligero mareo que hacía no tener la seguridad de poder estar de pie, puse los pies en el suelo y poco a poco eché a andar hacia la ventana por donde se oía el escándalo de mi hija mientras se bañaba en la piscina junto con dos niños más que reconocí como los hijos de los vecinos que a veces venían a bañarse en nuestra piscina. Sentía el calor en mi piel y mis poros dilatándose dejando mi piel pegajosa y mi camiseta pegada a ella.
Comencé a vestirme muy despacio. Me puse un vestido corto veraniego y muy fino. Debajo una bragas de algodón blancas y un sujetador a juego también muy fino y sin aros. La mínima ropa posible dado el calor insoportable que hacía a pesar de las horas que eran. Miré mi reloj y vi que ya eran las doce del mediodía.
Salí al pasillo y me dirigí hacia el baño. Entré y cerré la puerta con el pestillo. Me acerqué al lavabo y después de observar mi pelo desaliñado fruto de haberme acostado con él mojado todavía empecé a refrescarme la cara esperando despejarme un poco de la resaca.
Así, apoyada en el borde del lavabo, mirándome fijamente en el espejo vino a mi cabeza el último recuerdo de la noche pasada mientras estaba lavándome en el bidé y mi cuñado frente a mi masturbándose. No podía quitarme de la cabeza la imagen de su polla, su cabeza ancha y más gorda que el tronco escupiendo su carga sobre mi pelo y mis tetas. Un atisbo de placer recorrió rápidamente mi entrepierna cediendo al momento. No estaba mi cuerpo para emociones en ese momento.
Me recompuse como pude y bajé al salón que comunicaba con la cocina a través de una barra ancha que separaba las dos piezas.
Cogí el cartón del zumo y llené un vaso. El frescor y el dulzor del líquido hizo que mi cuerpo empezará a atemperarse y agradecer que mi boca fuera aliviada de la pastosidad con que había pasado toda la noche.
No vuelvo a beber en mi vida! Pensé en voz alta.
Me quedé apoyada en la barra mientras veía el trasiego de los niños en el jardín y mi suegra sentada en la hamaca vigilándolos. Estaba enormemente agradecida a esta mujer, sobre todo hoy en las condiciones en que me encontraba.
Seguía bebiendo del vaso y pensando en todo lo acontecido durante la noche anterior. Mi mente se iba aclarando y procesaba uno tras otro lo sucedido. Notaba como el azoramiento acaloraba mi cara mientras iban desfilando cada una de las situaciones ocurridas dentro del cuarto de baño.
Sin poderlo evitar sentía como mi sexo comenzaba a inquietarse y a sentir ese calor que presagiaba que muy pronto empezaría a humedecerse sin que pudiera evitarlo.
En ese momento empecé a oír voces que procedían de la parte de arriba de la casa. Mi cuñada con voz ronca y pastosa hablaba con mi cuñado que por lo que reflejaba su cara estaba muy lejos de prestar atención a lo que decía su mujer.
Mi cuñada llevaba puesta una camiseta corta y un pantalón de pijama corto también de color rosa. Por lo que podía observar no llevaba ropa interior. Mi cuñado llevaba puesto el pantalón de pijama corto sin ropa interior tampoco, por lo que podía apreciarse que a pesar de la resaca que también padecía, su miembro en estado semierecto, ya que al ir sin otra prenda dentro, hacía que sobresaliera notándose el bulto aunque no fijaras mucho la vista en ello. Arriba llevaba el torso desnudo.
Buenos días Laura! Dijo mi cuñada.
Es un decir, siguió hablando. Estoy fatal!
Yo también! Contesté mientras con el rabillo del ojo seguía a mi cuñado que pasando por detrás de mi abrió el frigorífico y sacó el cartón de zumo llenando un vaso y empezando a beber. Notaba su mirada clavada en mi espalda o en mi culo, vete tú a saber. Intentaba controlar mi nerviosismo mientras su mujer se dirigía hacia el jardín.
Hubo un instante en que los dos nos quedamos así. El detrás apoyado en el frigorífico y yo delante apoyada en la barra y echada hacia delante.
Hola cuñada! ¿Has pasado buena noche? Me preguntó
¿Y a ti que más te da? Contesté sin mirarle.
Ayer noche estabas más receptiva!
Ayer noche ni estaba o no te diste cuenta? Le contesté.
Sólo sé que estabas muy sexy y no me puede contener. La próxima vez intentaré no ponerte perdida! Dijo dejando escapar una risa floja que penetró en mí haciéndome sentir todavía peor de lo que ya estaba.
Tranquilo! No habrá próxima vez. Ayer noche me pasé de la raya con la bebida pero para tu desgracia no volverá a ocurrir.
Me di la vuelta y quedé enfrentándolo (estaba acostumbrada a enfrentarme a estos personajes en mi trabajo diario). Quedamos observándonos cada cual con su vaso de zumo en la mano sin dejar de mirarnos a los ojos. La tensión se palpaba en el salón de la casa.
Mi cuñado hizo una cosa que me descolocó. Empezó a acariciarse su entrepierna mientras yo no dejaba de mirarle.
No podía dejar de mirar hacia allí a pesar de que intentaba no hacerlo. Mi chocho empezaba a delatar que la situación no me desagradaba. Mi cuñado seguía tocándose muy despacio sin decir ni una palabra y sin dejar de mirarme.
Mis pezones se endurecían por momentos y amenazaban con atravesar el sujetador y salir fuera. La polla de mi cuñado lucía ya en todo su esplendor dentro de su pantalón del pijama. Él no dejaba de tallarla de arriba abajo. No podía quitar mis ojos de semejante monstruo. A mi cabeza volvían las imágenes de la noche anterior e imaginaba su glande hinchado y congestionado con los bordes sobresaliendo del tronco dándole el aspecto de un champiñón, tal era su volumen.
Laura! La voz de mi cuñada hizo que me diera la vuelta y volviera a apoyarme en la barra (la barra sobresalía por encima de mi ombligo, por lo que el resto de mi cuerpo quedaba oculto tras ella).
Dime! Contesté.
¿Pedimos alguna pizza y hacemos una ensalada y con eso comemos? No tengo cuerpo para más la verdad. Dijo mi cuñada desde la puerta.
Por mi de acuerdo! Dije mientras sentía como mi cuñado poco a poco se acercaba más a mi.
Encima de la barra de la cocina había una caja con restos de vasos y cubiertos de usar y tirar que habían sobrado de la noche anterior situada delante de donde estaba situada y que impedía a mi cuñada la visión de mi cuerpo hasta aproximadamente el comienzo de mis senos.
Mi cuñada seguía comentando desde la puerta con mi suegra el desarrollo de la fiesta. Mi cuñado aprovechó la ocasión y alargando su pierna presionó las mías contra la barra por lo que no dejaba que pudiera moverme de mi posición a pesar de intentarlo. No podía hacer mucha presión para que mi cuñada no se diera cuenta de que algo pasaba y fijara la vista donde nosotros estábamos.
¿Estás loco joder? Déjame! Le dije en voz baja mientras empezaba perder el control de la situación, algo que hacía que mi cabeza no pensara con claridad. Intentaba zafarme de allí pero tenía más fuerza que yo y me impedía moverme lo suficiente.
Ya lo creo que estoy loco cuñada! Susurró en el mismo tono de voz en que yo le había hablado.
Loco por meterte la polla hasta que te duela! Seguro que desde anoche no has pensado en otra cosa verdad!
No vas a dejar de ser un fantasma en toda tu vida! Le dije con el mayor desprecio del que fui capaz.
Suéltame ya cabrón! O quieres que demos un espectáculo aquí mismo! Le susurré sin soltar el vaso de zumo de mi mano derecha.
Adelante zorra! Inténtalo y toda tu fama de señora sensata y cabal se irá al garete!
Estaba deseando tenerte donde te tengo! Y no lo voy a desaprovechar! Necesitas un hombre que te demuestre quien manda en ti y ese macho soy yo! Dijo en el mismo tono de voz en que yo le había hablado.
Mi coño respondió a ese insulto con un calor que hasta ahora nunca había sentido. Ni con mi sobrino. Enseguida noté como mi flujo comenzaba a mojar mis bragas sin poder controlarme.
Noté como la mano de mi cuñado subía por mis piernas arrugando el vestido hasta mis nalgas. Estaba paralizada por la acción. Mi corazón palpitaba a punto de salir de mi pecho. No quería moverme. Evitaba el escándalo a toda costa. Estaba pillada en una trampa en la que yo solita me había metido y sin apenas poner resistencia.
La mano seguía subiendo y al llegar a mis nalgas sentí un apretón nada delicado en el comienzo de mi nalga derecha. Muy despacio se introdujo entre mis piernas, ladeando mis bragas, lo suficiente para sentir el roce de su mano directamente sobre mi periné. Un escalofrío recorrió mi espina dorsal llegando hasta mi nuca. Sentía mi piel erizarse y mis pezones endurecerse con el escalofrío.
Mientras, apenas respiraba y mi corazón bombeaba cada vez más deprisa, sentí como uno de sus dedos, sin apenas esfuerzo, se introducía dentro de mi coño. Dentro de mí o esa era la sensación que tenía en ese momento. Notaba el dedo más allá de los márgenes de mi sexo. Lo sentía allí, quieto, sin moverse.
¿Te gusta, verdad puta? Esto no es nada para lo que vendrá después zorra! Voy a darte princesa lo que mi hermano no ha sabido darte: Una polla en condiciones!
Cada palabra que me decía, en vez de incomodarme, hacía que mi coño lubricara como si no lo hubiera hecho nunca. Mientras, mi cuñada y mi suegra seguían hablando. Lo que para mi daba la sensación de no poder ocultarlo por mucho más tiempo, para los demás era lo más normal del mundo. No se daban cuenta de nada.
La mano empezó a moverse dentro de mi coño mientras yo permanecía inmóvil mirando hacia la puerta del jardín, intentando controlar la oleada de calor que ascendía por mi vientre y amenazaba con llegar hasta mis ojos y dejarme ciega. Tal era el grado de calor que sentía.
El dedo empezó a entrar y salir de mi sexo empezando a notar los espasmos, que últimamente y con suma facilidad, precedían al orgasmo. Las piernas comenzaban a aflojarse y un temblor incontrolable amenazaba con subir despacio pero sin pausa desde mi chocho hasta mi pecho y mis pulmones amenazaban con impedirme la respiración hasta que no acabara ese momento.
Cuando más sentía ascender la oleada de calor por mi cuerpo y de repente, sentí como un dedo del hermano de mi marido y después de salir de mi chocho que empapaba mi entrepierna, se apoyó en mi ano y sin avisar se introdujo en él, haciendo que mi anillo se abriera y dejara entrar (por donde no había dejado entrar a nadie hasta ahora , ni siquiera a mi marido ) al intruso que sin previo aviso se introdujo dentro de mis entrañas.
Di un respingo y una sacudida que apenas pude disimular. En ese momento, aparecieron mi marido y mi hijo por el jardín. Mi nerviosismo era evidente mientras mi cuñado aprovechaba para introducir su dedo dentro de mi culo.
Permanecí sin moverme a pesar del escozor que sentía y de que mi marido y mi hijo estaban a muy pocos metros mientras el cabrón de mi cuñado controlaba la situación como si no pasara nada y fuera lo más natural del mundo.
Tranquila cuñada! La próxima vez nadie nos va a interrumpir! Y lo que tengas dentro no será mi dedo!.
Tranquilamente sacó su dedo de mis entrañas, lo chupó con delicadeza y su cara denotaba el buen momento que estaba pasando.
Yo no sabía dónde meterme. Una oleada de arcadas acudió a mi estómago y sin esperar nada más ni a nadie más me dirigí hacia la parte superior de la casa. Entré en el baño y cerré la puerta con el pestillo. Una vez tranquila y a solas esperé con tranquilidad a que la arcada ascendiera hacia mi garganta y agarrándome al lavabo vomité lo que toda la mañana llevaba queriendo arrojar fuera de mi. Todo no! Lo que llevaba en el estómago.
Una vez vomitado, me eché agua en la cara intentando aclarar mis ideas. Estaba en las manos de mi cuñado. Lo que tanto temía acababa de suceder y yo se lo puse en bandeja con mi borrachera la noche anterior.
Permanecí un rato mientras pasaba esa sensación de angustia vital que sigue al vómito. Notaba la sudoración fría recorrer mi cuello y resbalar sobre el canal de mis senos. Mis ojos enrojecidos e inundados de lágrimas que apenas podía controlar.
Poco a poco comencé a recuperarme. Oí llamar a la puerta y una voz que reconocí al momento. Era mi hija Laura. Me enjuagué las lágrimas y los mocos y abrí la puerta.
Me hago pis Mamá! Dijo mi hija bajándose sus braguitas y subiéndose en el inodoro.
Allí sentada reparó en mi y en la dulzura con que la miraba.
¿Qué te pasa Mami? Estás toda roja! Dijo con su candidez habitual.
Nada cariño! Tengo mucho calor y me estaba refrescando la cara!
Con la misma rapidez con que había aparecido en el cuarto de baño salió corriendo hacia abajo, sin apenas despedirse.
Conseguí reponerme no sin esfuerzo. Me arreglé un poco el pelo y mi vestido, que con el sudor del momento, se había pegado a mi cuerpo como una segunda piel.
Bajé al salón y allí estaba esperándome mi cuñada. También reflejaba en su rostro lo larga que había sido la noche y los abusos que habíamos cometidos todos.
Acabo de pedir la pizza! ¿Me ayudas y hacemos una ensalada Laura?
Claro que sí! Dije dirigiéndome tras ella hacia la cocina.
Estábamos concentradas en la tarea. Mi cuñada con las lechugas y yo cortando un par de zanahorias cuando oímos a los dos hombres entrar en la cocina (su marido y el mío).
Vaya por fin aparece mi marido! Dije con la mejor de mis sonrisas intentando compensar mis actos de la noche anterior y el asalto sufrido esa misma mañana en la cocina.
Perdona cariño pero no podía levantarme! Su cara era un poema y las ojeras le hacían envejecer algunos años más de los que tenía.
Cogieron unas cervezas y comenzaron a hablar entre ellos con esa conversación que tienen los hombres y en las que dan por sentado que las mujeres no tienen nada que opinar. De vez en cuando cogían alguna aceituna o alguna patata frita de la bolsa que había abierta encima de la mesa. Mi cuñado no desaprovechaba la ocasión para rozarse conmigo todo lo que podía. Con disimulo metía la mano por mi costado hacia la mesa y rozaba mi cadera y al salir la subía algo más de lo aconsejable rozando mi costado muy cerca de mis senos.
Estaba empezando a ponerme nerviosa. Temía que cualquiera de los dos, mi cuñada o mi marido se dieran cuenta y se formara la tragedia.
De repente mi suegra sentada en la hamaca del jardín hizo alguna observación que al estar dentro de la cocina, tanto mi cuñada como mi marido no alcanzaron a oir bien, asomando un poco más a la puerta que comunicaba la cocina con el exterior.
Mi cuñado aprovechó el descuido y por encima del vestido agarró mi nalga apretándola hasta hacerme algo de daño. Me zafé como pude con un movimiento de cadera ya que tenía las manos ocupadas con el cuchillo y la zanahoria.
Estate quieto cabrón! Le dije en voz baja.
Se van a dar cuenta!
Te tengo que follar este culito cuñada! Me dijo en voz baja acercándose a mi oído.
A la vez que me incomodaba su desfachatez sentí como mi coño daba un respingo y se ponía en alerta. A la misma vez mi cuñada volvía a su tarea y mi marido salía al patio y se puso a hablar con mi suegra. A los pocos segundos y como si no hubiera pasado nada mi cuñado me hizo el gesto con los labios de echarme un beso y salió en busca de su hermano.
Resoplé de alivio mientras mi sexo se calmaba. Tenía que cortar todo aquello o tarde o temprano lo de Raúl iba a ser un juego de niños comparado con esto.
Metida en mis pensamientos oí una voz conocida detrás de mi. Me giré y vi a la zorrita buscona que tanto interés estaba poniendo con mi sobrino.
Hola Bárbara! Le sonreí con mi mejor sonrisa.
Gema, me llamo Gema! Dijo la chica con cara de circunstancias que cambió al oir mi respuesta.
Uy! Perdona Gema pero es que ayer noche fue muy larga le dije haciendo un gesto con mi cara de sufrimiento.
La verdad es que seguía teniendo pinta de llamarse Bárbara, pensé para mis adentros viendo el pantaloncito corto que traía con medio carrillo del culo asomando y un sujetador deportivo por toda vestimenta.
¿Y Raúl? Preguntó a mi cuñada.
Quedamos en bajar a la playa esta tarde!
Uy niña! ¿Y tú te lo has creído?
Ese no se levanta por lo menos hasta las cinco de la tarde! Y te lo digo yo que lo conozco como si lo hubiera parido! Dijo ante la carcajada de las dos.
Por fin un rato bueno, pensé para mis adentros. Una vez acabada la ensalada, pusimos los cubiertos y todo lo necesario para comer oyendo como en ese momento llamaban a la puerta de la verja anunciando que nuestras pizzas ya estaban allí.
Nos sentamos a la mesa con el alboroto propio de cuando se juntan a comer seis adultos y una niña de cinco años que no sabía qué hacer para llamar la atención de todo el mundo.
Por fin y una vez acabada la comida, recogimos entre todos, bueno, entre todas mejor dicho y mi cabeza ya clamaba por una buena siesta que unido a llevar el estómago ocupado en otra cosa que no fuese generar jugos gástricos a un espacio vacío cuando oigo a mi suegra comentar:
Yo me tomaría un buen helado de los que hacen en la heladería del paseo marítimo y un buen café!
Me apunto! Oí decir a mi cuñada.
Yo también quiero ir! Dijo mi hija poniendo cara de gatita mimosa.
Yo me muero por una siesta, tengo la cabeza que me estalla! Dije saliéndome del alma.
No te preocupes Laura! Te vienes con nosotras! Dijo mi suegra.
Si tu madre te da permiso claro! Apostilló mi suegra pidiéndome mi opinión.
Venga vale! Vete con ellas! Pero prométeme que te vas a portar bien!
Lo prometo Mami! Dijo mi hija dando saltos de alegría.
Empecé a pensar en la buena siesta que iba a echarme sin tener que estar pendiente de la vigilancia de mi hija.
A la vez que se preparaban para salir apareció Raúl en la cocina ya vestido para salir también.
Gema ha estado buscándote Raúl! Dijo su madre.
Ya lo sé Mamá! Pesada! Voy a comer con ella y con unos amigos! No ha parado de mandarme mensajes y olvidé poner en silencio el móvil ayer anoche! Dijo saliendo rápidamente sin apenas detenerse.
Un sentimiento de frustración me recorrió al advertir que ni se había fijado en mí. Será niñato! Pensé con enfado.
Una vez sola, me desperecé satisfecha de tener la casa para mi sola.
Subí a mi habitación. Me quité el vestido y el sujetador y quedándome en bragas busqué una camiseta de mi marido. Me la puse y me dejé caer en la cama boca arriba con las piernas y los brazos abiertos disfrutando de mi soledad y del silencio que había en la oscuridad de mi habitación.
Casi al momento me quedé dormida. Entre sueños notaba lo pegajoso del sudor mezclado con el placer de estar inmensa en un sueño profundo que hacía que todo mi cuerpo flotara como en una nube que me trasportaba desde el cielo dejando al alcance de mi vista una perspectiva del suelo y de la gente que nunca antes había considerado capaz de sentir. Todo esto me estaba introduciendo en una sensación de dejadez que empezaba a mezclarse con otra de placer.
Sentía mis piernas acariciadas muy suavemente desde mis rodillas hasta subir muy despacio por el interior de mis muslos haciendo que mi sexo comenzara a inquietarse poco a poco. Notaba como en mi sueño abría mis piernas un poco más para dejar que la caricia reptara un poco más arriba y llegara a esa parte de mi anatomía que estaba empezando a humedecerse cada vez con más intensidad.
Sentía como mi cuerpo entero comenzaba a responder a esas caricias cada vez con más entrega. Sentía mis pezones endurecerse haciendo que mis pechos empezarán a inflamarse del gusto. Mi respiración comenzaba a agitarse y mi lengua a humedecer mis labios.
La sensación de placer ascendía desde mis muslos y apartando mis bragas comenzaba a rozar la entrada de mi coño haciendo que comenzara a inundarse. Poco a poco sentía como entraba en mi interior y empezaba a ascender y descender con lentitud. Mis caderas iban y venían acompañando los movimientos del placer hasta que cesó de golpe y mis caderas seguían buscándola cada vez con más deseo.
Empecé a notar como desde cada lado de mis caderas, mis bragas abandonaban su lugar con suma lentitud, ayudadas por el ahuecamiento de mis caderas para facilitar la operación.
Sentía como subía mi camiseta hasta mi vientre dejando al descubierto mi chocho con mi vello recortado y como la misma sensación de placer que había sentido hacía un rato volvía a introducirse dentro de mi acompañando el movimiento de mis caderas que desde su desaparición, continuaba buscándola cada vez con más ahínco.
La sensación de placer iba en aumento lo mismo que el vaivén de mis caderas. Mi respiración se aceleraba cada vez más y mi corazón amenazaba de nuevo con salirse de su sitio. Notaba mis pezones duros como piedras y mis pechos subir y bajar acompasadamente cada vez con más rapidez.
Estaba a punto de conseguir lo que tanto buscaba. Una sensación de bienestar empezaba a llenarme. Ya casi estaba. Mi corazón latía desaforadamente. Mis caderas apretaban el placer entre mis muslos y cuando ya casi lo conseguía empecé a despertarme. Abrí los ojos y allí estaba frente a mi sonriéndome con su polla en la mano apuntándome. Fue en ese momento cuando me di cuenta de la situación y desperté de golpe.
No era un sueño. Era real. Tenía a mi cuñado frente a mi, arrodillado entre mis piernas, con un dedo dentro de mi coño y la otra mano acariciándose la polla que ya estaba en todo su esplendor esperando obtener su botín.
Reaccioné como pude intentando levantarme gritando. Lejos de asustarlo mi cuñado me sujetó por el pecho con una mano y con la otra siguió dentro de mi coño. Esta vez ya con dos dedos dentro. Intentaba escapar con todas mis fuerzas intentando morderle la mano y dándole manotazos en la cara y en el cuerpo.
Estaba claro que era mucho más fuerte que yo.
Estate quieta joder! Me dijo con cara de enfado.
Estás loca porque te folle cuñadita! Además estamos solos y nadie te va a poder ayudar, así lo mejor que puedes hacer es estarte quieta ¿entiendes?
Mi cabeza no paraba de pensar en cómo escapar de esta situación. El pánico unido al morbo de la situación no me dejaba pensar con claridad. En un descuido, mi cuñado sacó los dedos de mi intimidad y con las dos manos tiró del cuello de la camiseta rompiéndola en dos trozos haciendo que mis tetas saltaran en libertad con mis pezones apuntando al agresor como desafiándolo.
Al ver mis tetas al aire moviéndose con mi forcejeo y ya sin la sujeción de la camiseta, mi cuñado fue como si le dieran el escopetazo de salida. Se tiró como un loco sobre mis pechos mordiéndome primero un pezón y después el otro alternándolos. Mis pezones respondieron al unísono endureciéndose todavía más si era posible endurecerse aún más. Mi coño chocho parecía un torrente y notaba como la humedad sobrepasaba mis labios y humedecían mis ingles.
Mi cuñado seguía entre mis piernas por lo que no podía cerrarlas. Levanto su boca de mis pechos y agarrando su polla comenzó a enfrentarla a los labios de mi coño que así abierto, al no poder cerrar las piernas, se ofrecía a ser penetrado por semejante rabo.
Estate quieta coño! Así será más fácil. Dijo mientras la cabeza de su polla se apoyaba en mi raja mojándose con sus fluidos.
Yo no podía articular palabra. Tal era mi estado de shock mientras veía semejante monstruo buscar mi entrada. Poco a poco sentía como su glande iba despareciendo dentro de mi sexo. Mi boca permanecía expectante mientras mi vagina se dilataba para recibir algo para lo que hasta ese momento pensaba que no estaba preparada. Hasta que sucedió. Había entrado toda. Una media sonrisa de satisfacción se me escapó mientras veía semejante falo dentro de mi cuerpo.
Entonces mi cuñado empezó a bombear su polla dentro de mi coño al principio despacio para poco a poco ir acelerando el ritmo. Mis caderas comenzaran inconscientemente a seguir su ritmo mientras mis tetas se movían de arriba a abajo con mi cuñado mirándome, apoyado con ambas manos en la cama, no perdiéndose el espectáculo de ver a su cuñada por fin ensartada y dominada por su polla.
El muy cabrón paraba de vez en cuando en su bombeo esperando que mis chocho buscara con desesperación su polla comenzando con más fuerza su bombeo. Sentía su glande chocar contra mi cérvix sintiendo mover mi útero dándome la sensación de que estaba taladrando mis entrañas tal era el gusto que recibía.
De repente mi cuñado aceleró el bombeo y mi vagina empezó a apretarse y a intentar retener la polla temiendo que la abandonase. Empecé a sentir como cada terminación nerviosa se ponía en marcha y una sensación de placer y de abandono comenzó a ascender desde mi coño hasta mi vientre ascendiendo hasta mis pechos y atenazando mi garganta de la cual empezaba a surgir un grito que apenas pude controlar.
Arggg!!! Joderrrr que gustazooo! Salió de mi boca sin saber cómo había emitido esas palabras.
La cara de satisfacción de mi cuñado era señal equívoca de que ni en sus mejores sueños había soñado tenerme así tan entregada.
Lo ves zorra! Con lo estirada que eres! Ahora te estás dando cuenta de que no eres tan importante verdad! Dijo mientras mis ojos comenzaban a nublarse mientras seguían con la mirada como su polla entraba y salía de mi una y otra vez mientras me corría, haciendo que mi mente comenzara a perder la realidad y el sentido.
Cuando fui a darme cuenta estaba boca abajo con las piernas entreabiertas y una almohada debajo de mi vientre. Sentía como un dedo entraba en mi sexo y hurgaba en él para después dirigirse hasta mi ano y mojarlo una y otra vez amenazando con romper poco a poco su resistencia.
Poco a poco iba volviendo a la realidad. Intenté incorporarme pero una mano apoyada en mi espalda me lo impedía. Comencé a darme cuenta de lo que estaba pasando y de golpe reaccioné agitándome intentando incorporarme.
De repente sentí un manotazo en mi nalga y la voz de mi cuñado diciéndome:
Lo podemos hacer de dos formas cuñada! Por las buenas o por las malas! Dijo mientras sentía su polla apretar mi esfínter.
Nooo! Por el culo no por favor! Métemela otra vez por el coño si quieres o déjame que te la chupe! Lo que quieras! Pedía con desesperación.
Cállate y estate quieta anda! Mientras notaba su polla empujar cada vez con más fuerza para intentar pasar mi anillo.
Noo! Por favor noo! Pedía sin cesar mientras mis manos se agarraban fuertemente a las sábanas y un dolo indescriptible parecía romper mi ano.
Me dueleee, me duelee! Déjame ya joderr! Suplicaba cada vez con más desesperación.
De repente y con un nuevo empujón sentí como su cabeza, esa cabeza que tanto me había impresionado la primera vez que la ví había conseguido forzar mi resistencia y había atravesado mi esfínter.
No te muevas zorra! Decía mi cuñado mientras un escozor grandísimo salía de mi culo haciendo que brotaran lágrimas de dolor de mis ojos.
Permaneció un rato sin moverse mientras mi esfínter se acostumbraba a semejante invasor. No decía nada. Solamente lo oía bufar muy despacio mientras apenas se movía y mi culo parecía que a pesar de lo mal que lo había pasado comenzaba a aceptar al intruso. Mis ojos se inundaron de lágrimas mientras sentía como el monstruo comenzaba a despertar y a querer seguir su avance por mi recto hasta sentir como la pelvis de mi cuñado chocaba con mi culo y se quedaba ahí quieto, empalándome . Notaba sus huevos acariciar la raja de mis nalgas cuando de repente comenzó de nuevo el bombeo al principio despacio y después cada vez más seguido y más fuerte aumentando el dolor en mi entrada posterior aunque de mi boca no escapaba ni una queja, hasta que hubo un momento de inflexión cuando el dolor comenzó a mezclarse con el placer y el placer con el dolor hasta llegar a confundirse y a decantarse por el placer cuando mi cuñado haciendo uso de su mano libre llegó a mi clítoris, que aprisionado entre su dedo y la almohada que apretaba mi vientre, comenzó a hacer que mis caderas buscaran, esta vez empujando al revés, el vaivén de mi cuñado perforando mi culo.
Otra vez la misma sensación de placer recorrió mi vientre mientras oía resoplar al macho que había conseguido, por primera vez en mi vida, follarme por el culo. Poco a poco la misma sensación al correrme, entre el agotamiento y el bienestar mientras empecé a sentir los espasmos de la polla de mi cuñado, así como sus gritos de placer mientras un líquido abundante, espeso y muy caliente o al menos así lo sentía yo inundaba mis entrañas mientras mi cabeza abandonaba súbitamente la cama ascendiendo hasta el techo y los latigazos del semen de mi cuñado chocaban con fuerza contra las paredes de mi intestino.
Desperté sola en mi cama. La camiseta rota por delante. Las bragas enrolladas en mi pierna izquierda. El culo me dolía horrores. Llevé mi mano hasta él. Una mezcla de sangre y semen llenó mis dedos. Una sensación de satisfacción y de angustia me inundó. La misma sensación de siempre. Me dejé llevar de nuevo. No tenía fuerzas para levantarme a pesar de que sabía que no podía quedarme mucho tiempo más acostada…..
CONTINUARA

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