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Víctor, el futuro médico - 8° parte

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http://www.poringa.net/posts/relatos/3226045/Victor-el-futuro-medico---9-parte.html



Advertencia:
Todo lo aquí relatado forma parte de mis vivencias personales a lo largo de mi vida. Los nombres de los personajes fueron deliberadamente cambiados para proteger a los verdaderos protagonistas de los hechos acontecidos. Es un relato autobiográfico.
 
 
 
Durante el resto del día en lo único que pensaba fue en Marta. Sobre todo en esa “extraña” invitación a conversar sobre mi relación con Susana y con Víctor. Hasta donde podía darme cuenta, todos, en especial ella, estaban muy contentos de cómo se iban dando las cosas. Tampoco podía sacarme de la cabeza una idea que hasta ese momento nunca se me había cruzado por la mente. Marta era una mujer, que seguramente si se ocupara más de mejorar su aspecto, sería un terrible minón. Tenía una excelente figura, que con un vestido que realzara sus tetas y sus caderas, más un poquito de rímel y labios pintados, estaría para el infarto de varios. Recordaba el juego tácito de ambos en donde yo le mostraba mi verga y ella disfrutaba de lo ofrecido. Me calenté recordando el casi beso que estuvimos a punto de darnos, y la visión que tuve de sus tetas cuando la acompañé al colectivo…
 
Empecé a pensar seriamente en Marta. ¿Estaba intentando seducirme? ¿Pretendía que fuera yo quien la sedujera? Tendría que esperar hasta el día siguiente para saber exactamente qué era lo que pretendía con la conversación que tendríamos a solas. Me imaginaba chupándoles esas hermosas tetas, mucho más grandes que las de Susana, y cogiéndola hasta hacerla gritar. Tuve que hacerme una paja para poder dormir…
 
Salgo a la calle y el día estaba nublado, parecía que en algún momento se iba a largar una lluvia. Tome una campera impermeable, por las dudas, y fui a mi encuentro con Marta. Tendría que cargar con esa prenda el resto del día, ya que como todos los miércoles, no llevaba el bolso al profesorado. Llegué tan temprano (ocho menos cuarto de la mañana) que desde la esquina pude ver cuando Susana se despedía de su madre en la puerta de calle. Víctor a esa hora ya debería estar en la guardia del hospital. Me escondí detrás de un árbol para que Susana no me viera, y cuando ella dobló en la esquina, me encamine a mi encuentro con Marta…
 
Me abrió la puerta, me saludo con un beso en la mejilla y me hizo pasar al comedor. Mi verga se endureció en cuanto la vi. El rodete, con el que normalmente sostenía todo su cabello, no estaba. Todo su cabello negro estaba suelto alrededor de su cara, realzando las facciones de su rostro. Tenía apenas un poco de rubor en sus mejillas, una línea de rímel en sus ojos y los labios pintados de un rojo furioso. Llevaba puesto un vestido azul a lunares blancos, con dos gruesos tirantes que conformaban un escote cuadrado donde sobresalían claramente sus preciosas tetas, podía deleitarme con el “canal” que separaban a ambas. La falda por encima de sus rodillas me volvió loco de pasión. Lo que había soñado e imaginado la noche anterior, estaba frente a mí y no sabía qué hacer. Deje que ella tomara la iniciativa, en definitiva Marta me había invitado a estar allí en ese momento…
 
Apunté hacia el sofá y ella me dice…
- “Vamos a la cocina y así podremos conversar y tomar mate al mismo tiempo…”
 
Me senté en la silla de la cabecera que daba espaldas a la puerta de la cocina. Ella en la silla del lateral a mi derecha. La corrió para estar más cerca de mí. Tan cerca que nuestras rodillas se tocaban. Comenzó a cebar mate y me volvió a repetir una y mil veces, lo feliz que estaba de mi relación con “sus chicos”. La deje hablar durante varios mates, hasta que se vació la pava de agua. Era claro que todo era una excusa para que yo estuviera con ella toda la mañana. Mientras hablaba, yo pensaba en que momento tomaría yo el coraje para besarla o tocarle descaradamente las tetas. Se pone de pie y decide volver a poner agua en la pava para una nueva ronda de mate y se lo impido diciéndole…
- “Yo no quiero más mate… Y me gustaría que me digas la verdad del porque me hiciste venir hasta acá… No me vas a hacer creer que vamos a hablar solamente de lo mucho que te gusta y te agrada mi relación con tu hija y tu sobrino, porque ya te lo escuche decir un montón de veces desde que te enteraste… ¿Por qué no me dices la verdad sobre el verdadero motivo de mi visita…?”
 
Se sentó, me tomo de ambas manos y con los ojos llenos de lágrimas me dice…
- “¿Qué opinas de mi como mujer…?”
- “No entiendo que es lo que pretendes que te conteste…”
- “¿Te parezco una mujer que todavía puede seducir a alguien…? ¿Qué todavía puedo lograr que alguien se interese en mí…? Dime la verdad…”
- “Por supuesto… A pesar de tu edad sigues siendo una mujer hermosa…”
- “¿Lo dices en serio, o solo quieres quedar bien conmigo…?”
- “No… Verdaderamente creo que sos hermosa… Tienes un cuerpo y una figura todavía espectacular, y hoy, así con ese vestido, estás para que se den vuelta por la calle y te piropeen… Tu cabello suelto, tus labios pintados, la línea de rímel sobre tus ojos, el vestido con escote pronunciado y la falda corta, tus preciosas te…”
 
Me detuve en seco, iba a decirle lo mucho que me gustaban sus tetas, pero no me anime a expresarlo en voz alta. Ella me alienta…
- “¿Tus que…? ¿A qué te estabas refiriendo…? ¿A mis tetas…? ¿Te gustan…? ¿Te calientan…?”
 
En lugar abalanzarme sobre sus pechos para besarlos, y contestarle la verdad, le dije…
- “Sos muy hermosa… Todo tu cuerpo es una belleza… Pero me parece que estamos jugando un juego muy peligroso…”
- “¿Peligroso…? A esta conversación la llamas ‘peligrosa’… ¿Y cómo le vamos a llamar al jueguito que el otro día hiciste con tu hermosa pija delante de mí…? ¿Y cómo vamos a llamar al casi beso que estuvimos a punto de darnos, que fue eso…? No me vengas a decir que no te gusto ni te caliento como mujer, porque me costaría creerte… Tampoco me digas que no disfrutaste cuando casi nos besamos, porque sé que me estarías mintiendo… ¿O acaso no te hubiera gustado que nuestros labios se juntaran en un delicioso beso…? No te imaginas las ganas que tuve de chuparte la verga erguida que me ofrecías, y si no lo hice fue porque mi hija estaba cerca… No te imaginas las ganas que tuve de besarte de verdad, pero no quise tirar más de la cuerda, teniendo en cuenta la proximidad de Susana… No quiero ser la responsable de alejarte a ti de Víctor y de Susana…”
 
Me había desarmado con sus argumentos. Ambos sabíamos de la calentura mutua que sentíamos uno por el otro. Ella mostro sus cartas y me obligaba a mí a hacer lo mismo. Buscando en lo más profundo de mi cabeza las palabras adecuadas para contestarle, me pongo de pie y ofreciéndole mi mano la invito a seguirme. Me mira a los ojos, duda durante unos segundos y finalmente deja que la conduzca hasta el sofá. Nos sentamos. Ella a mi izquierda, y juntando valor le contesto…
- “Sos una mujer increíble y maravillosa… Aceptemos que el juego que jugamos, fue tácitamente consensuado… Fue a propósito que te mostré descaradamente mi verga cuando note que no podías apartar tu vista de ella… Tenes toda la razón respecto del beso, me hubiera gustado darte un beso bien prolongado y profundo… Y si… Lo confieso… Tus tetas me vuelven loco… Desde la primera vez que te vi que sueño con poder tocarlas y besarlas…”
- “¿Te gustan mis tetas…? Aquí las tienes…”, y se bajó los breteles del vestido, se desabrocho el corpiño y dejo sus tetas al aire apuntando con sus pezones hacía mí…
 
No le conteste, me abalancé sobre esas enormes ubres. Comencé besando y chupado su pezón derecho al tiempo que jugaba con mi mano izquierda en su otro pezón. Marta gemía y decía…
- “Si, Eduardo… Hace años que nadie se ocupa de mis tetas… Chupa, chupa y chupa… No te canses de chupar… Haz que se me moje por completo mi panocha…”
 
Al escuchar esto último, lleve mi mano hacia su concha y pude darme cuenta que su bombacha se estaba mojando. Alternaba de un pezón al otro, pero estábamos en una posición incómoda. La recuesto sobre el sofá y levantándole su falda pude ver una bombacha totalmente empapada. Le quité la bombacha y comencé a chuparle la vagina con desesperación. Comenzó a gemir y a gritar…
- “Ocúpate de mí concha… Ya casi no recuerdo lo que es un orgasmo… Hazme sentirlo nuevamente…”
 
Con mi lengua hurgue en todos los lugares posibles de su vagina. Mi saliva se mezclaba con sus flujos hasta que finalmente ella tuvo su orgasmo. Me bebí todos sus jugos. No conforme me pidió que siguiera, que quería un segundo orgasmo. Mi lengua ya estaba un poco cansada así que la fui alternando con mis dedos. Cuando logró su nuevo orgasmo, que al igual que el primero le bebí todos los jugos que pude tragar, y a medida que se iba relajando y calmando, comenzó a sentir vergüenza por lo sucedido. Le dije…
- “Marta, fue maravilloso… No te avergüences… Los dos lo buscamos y los dos lo disfrutamos…”
- “Sí, pero tú eres el novio de ‘mis chicos’… ¿Qué haremos ahora…?”
- “Por lo pronto seguir disfrutando… Luego pensaremos que hacer y qué decirles a Susana y a Víctor…”
- “¿Y por qué no lo pensamos ahora…?”
- “Porque vos ya disfrutaste y gozaste dos veces, y mira como estoy yo… Esta pija así sola no se va a calmar…”, mostrándole una verga durísima debajo de mi pantalón vaquero…
- “Tienes razón… Que egoísta que he sido… Dame esa hermosa poronga… Hace tiempo que no tengo una dentro de mi boca…”
 
Me ayudo a aflojarme el cinturón, bajó el pantalón y el slip de un tirón y se devoro mi pija de un solo movimiento. Pude sentir la punta de mi verga tocar el fondo de su garganta. Se notaba que no se había olvidado que hacer con una pija en la boca. De a poco fue desplegando todas sus habilidades y cuando estaba a punto de acabar le aviso para que no la sorprenda, me dice…
- “Dame toda la leche que tengas… Quiero volver a sentir en mi boca el sabor de la leche de macho…”
 
Descargue tres violentos chorros y vacié por completo mis bolas dentro de su boca. Tragó lo que pudo, pero parte se le derramaba por los labios. Limpiamos el lugar y nos aseamos un poco. Volvimos a sentarnos en el sofá. Había comenzado a llover, era una fina llovizna. Nos miramos durante segundos que parecieron años y decidimos que era hora que no hubiera más besos en las mejillas o en las comisuras de los labios entre nosotros. Ambos entre abrimos las bocas y nos besamos apasionadamente introduciendo alternativamente nuestras lenguas en una y otra boca…
 
Pasó una larga media hora de besos. Ya era cerca de las nueve y media de la mañana. Fue el momento en que ella decidió que tendríamos que aclarar lo sucedido, primero entre nosotros y de ser necesario con Víctor y Susana…
 
Primero me agradece por haberla hecho gozar y por los orgasmos que tuvo. Me contó que desde que había quedado viuda, hacía ya quince años, solamente había tenido relaciones ocasionales con un par de hombres. Pero ellos no querían nada formal, y mucho menos con una mujer que además de viuda tenía una hija pequeña de apenas 9 o 10 años, por aquella época. Marta los terminó ahuyentando de su vida…
 
Me decía que los besos que nos acabamos de dar le hicieron redescubrirse a sí misma. Que ella se recordaba, como una mujer muy apasionada y exaltada respecto del sexo, y que con los años esa pasión y exaltación habían ido disminuyendo. Intente besarla nuevamente y me lo impide diciéndome…
- “¿Qué le diremos a los chicos…?”, refiriéndose a Susana y Víctor…
- “No sé… Hasta ahora solo nos hemos besado y algunas cositas más…”
- “¿Cositas más…? Me hiciste acabar como hacía años que no me sucedía… Bebí tu preciosa leche y chupaste mis tetas como un bebe… ¿Y a todo eso le llamas ‘cositas’…?”
- “¿Crees que es mucho más fácil para mí…? Intento llevar adelante una relación con tu hija y al mismo tiempo con tu sobrino, y todavía no tengo claro esto que está sucediendo entre nosotros dos… Marta, me gustas y me calientas muchísimo… Pero eres la madre de Susana, mi novia…”
- “Pero hace un rato parecía no importarte demasiado esa condición…”
- “Y a vos tampoco, y es por eso que estamos pensando en que hacer al respecto… Te deseo, me encantaría cogerte… Pero si damos ese paso, tarde o temprano deberemos decirle a Susana y a Víctor esto que nos sucede…”
 
Se quedó en silencio, pensativa. Absorta en sus ideas. De pronto, como si hubiera encontrado la punta para desenrrollar la madeja me dice…
- “Mi hija me estuvo insistiendo demasiado últimamente, en que necesitaría un hombre con ‘cama afuera’, y cada vez me convenzo más que tu serias el amante indicado… No necesito un enamorado, necesito un hombre que me quiera y me respete, y a la vez me haga gozar como sé que puedo hacerlo… No quiero más masturbarme a escondidas en mi habitación…¿Qué opinas…? Muero de ganas de que me cojas lo antes posible…”
- “Yo también muero de ganas, pero me gustaría primero que aclaramos esta situación para poder contársela a Víctor y a Susana…”, un trueno nos sobresalta y ella aprovecha para abrazarse con fuerzas a mí…
- “Cógeme con todas tus ganas, y luego vemos como se lo contáremos a ellos… ¿Sí…?”
 
La bese con muchísima pasión. Nuestras bocas eran incapaces de separarse. Los minutos pasaban, la lluvia sin ser demasiado fuerte era constante. Se hicieron cerca de las diez de la mañana y como si pudiéramos leernos mutuamente las mentes, nos levantamos y ella me condujo a su habitación. Era la primera vez que traspasaba esa puerta e ingresaba a la misma…
 
Al frente el ventanal que daba a la calle, sobre la pared de la derecha un placard y sobre la izquierda una cama matrimonial totalmente arreglada. Luego pude ver sobre la pared de la puerta, un espejo de cuerpo entero. Cuando lo descubrí, la llevé frente a él para que se observara y yo abrazándola desde atrás, le besé el cuello y le acaricié las tetas por encima de su vestido. Le bajé el cierre de la prenda e hice que el vestido cayera al suelo. Se avergonzó un poco cuando se vio en ropa interior. La gire para besarla y nos acostamos abrazados en la cama. Me ayudo a desvestirme hasta desnudarme completamente. Le quite el soutien y la bombacha y me pidió que nos metamos dentro de las cobijas. Yo quedé del lado del ventanal…
 
Recordé que tenía forros en el bolso e intento levantarme. Ella me detiene y me pregunta…
- “¿Adónde vas…?”
- “A buscar los preservativos que tengo en el bolso…”
- “No los necesitamos…”
- “¿Cómo que no los necesitamos…? ¿Estás en tus días infértiles…?”
- “No… Cuando sucedió la desaparición y muerte de los padres de Víctor, la mala sangre y angustia vivida en esos momentos, hicieron que la menopausia se me adelantara varios años… Desde hace más de un año que no ovulo más… No hay ningún riesgo de embarazo, si es eso lo que te preocupaba…”
 
Nos abrazamos, nos besamos y me monte sobre ella. Me interrumpe y me dice…
- “¿Por qué tenías preservativos…? ¿Imaginabas acaso que hoy me cogerías…?”
- “No, siempre tengo una cajita… Por lo que pueda suceder… ¿No creerás que con tu hija son solo besos y sesenta y nueves…?”, fue una pequeña mentirita ya que Susana no quería coger con forro…
 
Se sonrió pícaramente y me beso con pasión. Acerque la punta de mi verga a su vagina y lentamente la fui penetrando. Cuando ya mi verga no entraba más comencé un suave mete y saca quede a poco fui incrementando en el ritmo. Marta cerraba los ojos y gemía suavemente, y cuando los volvía a abrir me besaba buscando con su lengua la mía. Después de los primeros instantes logramos acoplarnos en un ritmo cómodo para ambos. Mi verga se deslizaba con mucha facilidad gracias a lo mojada que estaba la concha de Marta. Mientras aumentaba el ritmo de mis embestidas, le besaba y chupaba alternativamente sus pezones. Los suaves gemidos ya eran casi gritos, por como los músculos de su vagina apretaban el tronco de mi pija, sentí que su orgasmo estaba cerca de producirse. Efectivamente, ella gimió casi gritando y sus jugos empaparon mi verga. Lubricada como estaba aumente el ritmo del bombeo durante varios minutos hasta que estalle en dos descargas en lo profundo de su concha. Ella tuvo su segundo orgasmo y en agradecimiento recorrió mi cara y mi pecho con sus labios llenándome de besos…
 
Cuando logramos que nuestras pulsaciones bajaran a un ritmo razonable, ella mira su reloj pulsera y dándose cuenta que ya eran las once menos cuarto de la mañana, como un resorte se levantó de la cama, y ofreciéndome la visión de todo su culo desnudo salió hacia el comedor. Le pregunté…
- “¿Adónde vas…?”
- “Tengo que hacer un llamado telefónico urgente…”
- “¿Justo ahora…? ¿Qué es tan urgente…? Hacelo después y tengamos un segundo round ahora…”
- “El llamado nos permitirá tener varios round seguidos hasta finalizar ‘la pelea’, mi amor…”, sonriéndose…
 
Escuchar que me dijera “mi amor” me excitó. La seguí hasta el comedor, y mientras ella discaba un número de teléfono, la abracé por detrás refregando mi verga contra su culo. Logra comunicarse y solo escuchándola a ella entendí la trama de la mentira que había imaginado…
- “Hola… ¿Señora Ángela…? Soy yo Marta…”
- “…”
- “La llamaba porque hoy no voy a poder ir a hacerle la limpieza… Amanecí con unas líneas de fiebre y no quisiera que la lluvia y las bajas temperaturas del día me compliquen más de lo que ya estoy…”
- “…”
- “Gracias por comprenderme… Le pido mil disculpas…No se preocupe, la próxima semana llegaré más temprano y me quedaré un ratito más para compensarle el día de hoy…”
- “…”
- “Adiós y hasta el próximo miércoles…”
 
Y dirigiéndose a mí, me dice…
- “Listo, mi amor… Tenemos el resto del día para nosotros… ¿Qué te parece si preparó unos sándwich y unas bebidas y los llevamos al dormitorio…?”
 
Asentí con la cabeza y desnudos como estábamos fuimos a la cocina. Mientras ella preparaba el frugal almuerzo, yo no dejaba de besarla y toquetearla por todos lados. La preparación del tentempié fue permanentemente acompañada con sesiones de besos de lengua. Cuando todo estuvo listo nos volvimos a la habitación. Entre ambos compartimos el primero de los sándwich, y no solo comíamos el bocado, sino que nos “devorábamos” con las miradas. Apenas si bebimos un trago de las bebidas para ayudar a bajar la comida y sin ningún preámbulo, nos besamos, nos abrazamos y nuevamente recomenzamos la tarea abandonada. Esta vez, ella se montó sobre mi cuerpo y tomando mi verga con su mano derecha, la fue guiando hasta hacerla desaparecer dentro de su ya chorreante concha…
 
La visión de Marta, con sus enormes tetas bamboleándose frente a mí, era como estar en el paraíso. Ella marcaba el ritmo de la cogida y yo le dejaba hacer. Se reclinó al frente apoyando sus manos sobre la almohada para que sus pezones quedaran casi sobre mis labios. Atrape el pezón derecho y me dedique durante un tiempo que parecía interminable, a besarlo y chuparlo con mis labios y mi lengua. Marta parecía un volcán a punto de estallar de lo caliente que estaba. Tuvo un orgasmo, y en plenas convulsiones es ella la que me pone dentro de mi boca su pezón izquierdo diciéndome…
- “Ocúpate también de esta… No querrás que se ponga celosa… Sigue chupando hasta que me vuelva a correr…”
 
Comencé a besar y chupar en forma alternada ambas tetas y pezones. Ella gemía y aumentaba el ritmo. Acabe dentro de ella al mismo tiempo que ella tenía un nuevo orgasmo. Nos abrazamos y, entre el rumor de la lluvia y la quietud que nuestros cuerpos nos exigían, fuimos quedándonos adormecidos. Sin tomar conciencia de la hora, nos despertamos con ganas de volver a tenernos el uno al otro. Comenzamos con nuestros juegos y toqueteos. Me coloco encima de ella y cuando de un solo golpe la penetro hasta el fondo de su vagina, Marta pega un grito de placer que recorrió toda la casa. Ninguno se había percatado que ya cerca de la una de la tarde había regresado Susana. Sobresaltada por el grito, irrumpe en la habitación y ante el espectáculo ofrecido por nosotros, grita entre sorprendida y enojada…
- “Mamá... Eduardo… ¿Qué están haciendo…?”
- “¿No te parece muy obvio lo que estamos haciendo…?”, le contesto Marta. Y prosiguió…
- “Tu misma me alentaste a tener un amante… Un hombre con ‘cama afuera’… Eduardo es un hombre excepcional, me ha hecho redescubrir a la mujer apasionada que alguna vez fui… Permite que nos vistamos y podamos conversar como adultos civilizados…”
- “Y tú… ¿Qué tienes para decir…?”, dirigiendo a mí…
- “¿No era que yo te hacía muy feliz…? ¿No era que yo cogía como los dioses…? ¿O acaso piensas cogerte a toda la familia…?”
- “Cuando te calmes un poco te diré lo que corresponda, pero te recuerdo que fuiste vos la de la idea de compartirme con Víctor… ¿Con él no hay ningún problema y con tu madre si…?”
 
De un portazo se fue al comedor y nosotros nos terminamos de vestir en silencio. Salimos de la habitación. Marta se sentó en una de las poltronas y yo en el sofá, donde ya estaba sentada Susana. Ella se cambió de lugar y se fue a la otra poltrona. Todavía le duraba el enojo. El silencio se cortaba con una tijera. Me pareció que era el momento de hablar, que tenía que romper el hielo…
- “Susana, lo que surgió entre tu madre y yo no lo buscamos, se fue dando… Surgió una gran empatía entre ambos y sin darnos cuenta nos fueron sucediendo cosas, hasta que finalmente pudiste observar lo que nos resultó inevitable a ambos… Marta es una mujer muy apasionada y la pasamos muy bien los dos…”
 
Nunca me interrumpió y me escuchaba atentamente. Le volví a recordar como ella había alentado una relación de tres entre nosotros y su primo. Que con su negativa le estaba negando a su madre un poco de felicidad. Que yo no tendría problemas en compartirlos a los tres y varios etcéteras más…
 
Marta le recordó su pedido permanente de buscarse un hombre. Aceptaba los argumentos esgrimidos y preguntó sobre él porque Marta no estaba trabajando. Marta con lágrimas en los ojos, que eran mezcla de llanto y felicidad, trataba de hacerle comprender la mentira que había urdido y lo mucho que yo la había hecho gozar…
 
Le remarcaba insistentemente en los años que habían transcurridos desde la última vez que se sintió así. Que cuando su padre murió ella tenía solo 5 años. Que desde entonces había estado solamente con dos hombres. Que desde la última vez que la habían hecho gozar habían pasado ya diez largos años. Que yo había logrado que ella se redescubriera como la mujer apasionada que había sido alguna vez…
 
Susana comenzó a derramar lágrimas, se levantó, se acercó a su madre, la hizo ponerse de pie y se abrazaron y lloraron juntas. Las lágrimas de angustia fueron transformándose en lágrimas de felicidad, y ambas mujeres comenzaron a besarse en sus mejillas y acariciarse mutuamente sus cabellos. Me acerque y me abrace con ellas. Los tres abrazados comenzamos a compartir besos hasta que al final todos sonreímos. Nos sentamos en el sofá, yo entre mis dos mujeres, y alternaba con ambas sesiones de besos apasionados…
 
La lluvia continuaba y llegó Víctor de la guardia hospitalaria. Sorprendido de vernos a los tres juntos, sobre todo a su tía, que debería estar trabajando, nos dice…
- “¿Qué hacen los tres acá…?”
 
Susana no lo dejo hablar más. Se levantó y lo llevó a su habitación diciéndole que ella le iba a explicar todo. Luego de una larga media hora, ambos vuelven al comedor. Víctor bastante serio en sus facciones, no nos daba un solo indicio de cómo le había caído la noticia recibida. Hasta que finalmente y con una sonrisa expresa…
- “Estoy feliz por ti, tía Marta, y mucho más feliz por todos nosotros… Los quiero a todos… Abracémonos…”
 
Nos fundimos en un abrazo grupal. La tarde transcurrió con lluvia y con una charla amena entre todos. Marta acordó con Víctor cual sería la comida que prepararía para el festejo de su cumpleaños ese sábado. El clima afuera era horrible, pero dentro de la casa era de pura felicidad…
 
Ellos acordaron compartirme, lo que les daba la tranquilidad de no tener que esconderles nada a los otros. Me senté en una de las poltronas a ver televisión hasta la hora en que debía irme al profesorado. Cada vez que alguno de ellos pasaba cerca de mí nos besábamos con pasión. Cuando llegó la hora de retirarme, Víctor me acompañó hasta la puerta mientras me ponía la campera impermeable, y me ordena…
- “No necesitamos más ir al Jardín Botánico… El viernes te vienes a pasar la tarde acá… ¿Te parece…?”
 
Con un tierno beso le di a entender que así sería…
 
Continua en “Víctor, el futuro médico - 9° parte”
 
 
 
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