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Cómo conocí a Kali

CÓMO CONOCÍ A KALI
 
(este relato me lo dedicó un Amo que tuve hace mucho tiempo)
 
Desdeque ocurrieron los hechos de esta historia, han pasado muchos años ya; en eseentonces Kali debía tener alrededor de 43 años, y yo estaría en los 50. ¡Cómohan cambiado algunas cosas! Hoy dos personas se conocen, y si se gustan, salencorriendo a tener el sexo en algún lugar según sus gustos o posibilidades.Antes era distinto. Había un juego de asedio/resistencia, de conquistarposiciones (o de ir cediéndolas), que le daba al sexo otro interés; otrosabor...
 
Detodos modos, a Kali la conocí en la calle. Fue lo que podemos llamar un“levante”.  Todo empezó en la confitería LaPaz; yo tenía que llenar una hora y pico antes de la próxima entrevista, yentré a tomar un café.
 
Nobien atravesé la puerta sentí su mirada clavada en mí. La miré de reojo y,dándole tiempo, busqué una mesa que nos pusiera uno frente al otro. Cuandoestaba ubicado, la miré. Desvió los ojos al instante, y un tenue rubor aparecióen sus mejillas. Al poco rato, otra mirada, fugaz. Luego pasó su vista sobre mí,como si no me viera. Después se puso a mirar algo que debía estar justo detrásde mí, un poco a la izquierda.
 
Perocada una de estas “no-miradas”, estuvo acompañada, siempre, por más color ensus mejillas. El detalle fue suficiente para mí. Nunca fui un “levantador”,pero ella tenía unos ojos muy bonitos, cabello rubio y lacio, faccionesagradables, y sobre todo un par de pechos que al poco rato se habían convertidoen una idea fija.
 
Nosé qué le dije. A lo mejor el más estúpido de los “¿Venís siempre a este bar?”o “¿No nos conocemos de algún lado?” o vaya a saber qué otra pavada. Era lo quese estilaba, y el contenido carecía absolutamente de importancia.
 
Abreviando.Que me dejó sentar a su mesa, compartimos otro café, y yo llegué tarde a micita. Pero quedamos en vernos a los dos días. Volvimos a encontrarnos, y lo desiempre: tomamos  mas café, y charlamosde generalidades; la vez siguiente salimos a caminar; y luego a tomar mas café;y a caminar...  Y por fin el gran día: lainvite a ver una película, y ¡Aceptó!
Porsupuesto nos sentamos en la última fila, y ninguno de los dos sabe que pasó enla pantalla; pero ambos recordamos muy bien lo que ocurrió en las butacas. Comosiempre. Primero una mano en la otra; luego mi brazo sobre sus hombros; luegoun beso tímido, como probando cada uno el sabor y la reacción del otro; luegouna lengua que se proyecta, golosa; a la vez una mano en el escote; otra manoque la retira y que ante la insistencia simula el rechazo, pero deja hacer;luego esa misma mano que guía ansiosa hacia la rodilla, y de ahí al muslo, y deahí... Bueno, lo de siempre...
 
Cuandosalimos del cine, exhaustos, con la ropa en desorden y frustrados, la acompañéhasta cerca de su casa, y quedamos en vernos nuevamente en un par de días; yambos sabíamos, sin haber dicho una sola palabra al respecto, que la próximacita no sería como las anteriores.
 
Esosdos días fueron eternos, pero al final... nos encontramos en el bar, tomamos uncafé, y después de charlar un rato muy corto (que para los dos fue muy largo),sin dar motivos, nos levantamos y salimos a la calle. Caminamos por unascuadras, y doblamos una esquina. Cada vez caminábamos más rápido. Cuandoestábamos a dos metros de la entrada del hotel, nos miramos, y sin dudarlo noszambullimos adentro.
 
Cincominutos después estábamos por primera vez solos frente a frente, sabiendo quéqueríamos, pero, no conociéndonos, dudando sobre la forma de encararlo sinprovocar en el otro una reacción adversa. Por supuesto yo tomé la iniciativa...Puse mis manos en sus hombros y la atraje suavemente, mirando fijo a susojos... Ella los cerró, y se apretó contra mi... Luego los besos, las caricias,el primer botón desprendido como sin querer...
 
Cayóla ropa de ambos, prenda por prenda; y de pronto estaba ante mi, desnuda,esperando... Y yo no podía hacer nada... estaba extasiado, mirando esa hermosastetas... Había visto ya unos cuantos pares, pero ese era verdaderamenteespecial para mí...
 
Laabracé, y comencé a recorrer toda su piel con mis manos, con mi boca, con mirespiración. Ella me dejaba hacer; no se oponía a nada, pero no contribuíatampoco a nada. Solo reaccionaba; su cuerpo temblaba ante cada caricia; surespiración era cada vez más rápida; sus ojos se cerraban y su boca emitíatenues y ansiosos quejidos.
 
Susbrazos apenas se apoyaban en mi cintura... La alejé un poco de mi para ver sussenos, y los besé con pasión; bajé hasta sus muslos y los lamí lentamente,aproximándome a su sexo... Cuando llegué al pubis, busqué los labios de suvulva y metí ávido la lengua para acariciar su clítoris. Su cuerpo se sacudiócon breves espasmos... Fue su primer orgasmo...
 
Subínuevamente hasta sus pechos, y sentí que estaban más llenos, más expuestos, másofrecidos... Había entrelazado sus manos detrás de la espalda, y eso hacía quelas soberbias tetas se proyectaran hacia mi como invitando a ocuparme de ellascon más dedicación. Comencé  a lamerlas ybesarlas mientras mis manos apretaban sus nalgas, nada despreciables tampoco,hasta que tropecé con sus manos, enlazadas la una con la otra, haciendo unsugestivo juego de soltarse-retenerse...
 
Unasúbita inspiración... La solté lentamente y la di media vuelta, quedó mirandohacia la cama. Rebusqué entre la ropa tirada, y tomando la corbata envolvísuave y lentamente las muñecas de Kali con un nudo que, sin apretar su carne,era para ella imposible de deshacer, aunque yo podía liberarla en un instantesi lo creía necesario.
 
Kalino se movió. Otra vez me dejaba hacer. La puse otra vez frente a mí. Tenía losojos cerrados; sus párpados temblaban ligeramente, y su respiración era cadavez más agitada. Retorné a las caricias... Ella tiraba la cabeza hacia atrás, yse la sentía vibrar de placer... Otra vez sus pechos, su sexo; la di vuelta,incliné su torso y vi su hermoso culo esperando turno... Y no la hiceesperar... Lo besé y lo acaricié; abrí sus nalgas y con la lengua entré en suano... Se estremeció una vez más... Me senté en la cama y la senté sobre mí, defrente, con las piernas abiertas... Quería penetrarla, pero también queríaalargar ese momento delicioso...
 
Conlos sexos juntos, volví a sus tetas.... Sentí que las apretaba contra mi bocacomo si quisiera que las tragara... Entonces las mordí, suavemente alprincipio; poco a poco con más fuerza... No gritó. No se retorció. No trató dealejarse. Al contrario, me ofrecía de a poco los lugares mas sensibles, la pielmas suave y fina... Me gustaba el juego. Mientras le mordía casi con rabia elcostado de la teta izquierda, mis dedos aprisionaron el pezón derecho y loapretaron y retorcieron. La reacción de Kali fue una respiración cada vez másagitada, y a los pocos instantes, una serie de explosiones orgásmicas comonunca había visto antes. Entonces, metiendo mis manos debajo de sus nalgas, lalevanté y la empalé en mi sexo...
 
Mismanos y mi boca y mis dientes volvieron a sus tetas, y ella, con las manosatadas a la espalda, comenzó a cabalgar mi miembro con desesperación; cada vezque bajaba violentamente sobre mi, cada vez que mis dientes apretaban lospliegues de su caliente piel, cada vez que mis dedos apretaban con furia suspezones o golpeaban sus nalgas, o invadían su ano, cada vez era un quejido más salvaje,un estremecimiento más incontrolado de su cuerpo; y eso fue una y otra vez,hasta que yo no pude controlarme mas y eyaculé lo que me parecieron litros deesperma...
 
Lentamentese levantó, mirándome muy fijo a los ojos. Sin dejar de mirarme se corrió haciaun costado y se dejó caer boca abajo sobre la cama.
 
Medi vuelta y la miré. Su cara estaba hundida en las sábanas; sus piernas estabanabiertas al extremo, como invitando...
 
Yasabía lo que debía hacer. Fui a buscar mis pantalones y me acerqué nuevamente ala cama. Los tiré nuevamente al suelo, pero en mi mano había quedado elcinturón... Lo doblé en dos y lo descargué con fuerza sobre las bellas nalgas,que se contrajeron ante el ataque... Fue su única reacción... Bueno, enrealidad no fue la única. Primero se oyó un dulce gemido, mezcla equilibrada dedolor y de placer...
 
Luegogiró la cabeza hacia mí, y dijo quedamente: “Gracias, Señor.”                 

6 comentarios - Cómo conocí a Kali

mdqpablo
wowww muy buen relato . que diaass aquellos .van pts