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Mis primas de la capital 26

Con las piernas flojeando y los ojos cegados por el sol de la mañana crucé a casa, no había nadie a esas horas y me metí en la habitación, me eche en la cama vestido, había desayunado en casa de Emi, cuando nos dejó tranquilos su sobrina Magda ya no pudimos dormir y Emi con muy buen criterio se levantó y trajo una bandeja con un delicioso desayuno a la cama, de no haber sido así habríamos acabado como empezamos la noche.
Estábamos bastante perjudicados y me sugirió muy amablemente que me fuera a mi casa, ella por su parte iba a darse una ducha y seguiría un rato más entre las sábanas.
Cuando desperté el olor a comida casera de mi tía me llenaba los pulmones, sin muchas ganas me duché, mi ropa hacía olor a todo menos a limpia, cuando bajé al comedor la familia estaba ya a la mesa, había una expectación como cuando baja una vedette la escalera en el escenario, todos se volvieron y esperaron a que me sentara, mi tía me sonreía socarrona, mis primas estaban deseosas de saber que había pasado y mi tío impaciente por averiguar cómo había disfrutado con Emi.
Los mantuve en la incógnita hasta la noche, me quedé más tarde en el sofá viendo una película de cine negro evitando el interrogatorio del tercer grado, mi tío estuvo leyendo y mis primas un poco decepcionadas se fueron a dormir, al fin mi tío se rindió y mi tía subió para arriba también.
Ya había pasado un tiempo prudencial cuando apagué la tv y me fui a dormir, la película ya la había visto muchas veces.
Entré en la habitación a oscuras para no alertar a mi familia pero cuando encendí la luz de la mesita vi que mi tía estaba dentro de mi cama, llevaba el camisón puesto, esto me tranquilizó un poco pues era de las que se lo quitaba todo rápidamente, no le dije nada y me desnude, cuando retiré la sábana para entrar vi que el camisón si lo llevaba pero subido justo hasta el cuello, debajo una mano se pellizcaba un pezón y la otra se perdía entre sus piernas.
-       Cuanto has tardado Juan, me tienes en ascuas.
-       ¿Qué te pasa Ana? Te veo algo intranquila.
-       Intranquila no, impaciente de que me cuentes todo.
-       Todo ¿el qué?
-       Pues todo ya sabes, la fiesta del cumpleaños de Emi.
-       Pse. Ya sabes… cena, baile, cama, lo normal en estos casos.
-       De eso nada, quiero que me lo cuentes con pelos y señales y te advierto que he estado con Emi y también me lo ha contado todo, pero me gusta más como lo cuentas tú, la versión femenina ya la tengo, así que cuenta, cuenta.
-       Jajaja, no te puedo engañar Ana, pues te puedes imaginar… si te cuento el aspecto de Emi, era de lo más excitante, la blusa que le regalaste era un primor, sus tetas lucían como faros en la noche, ya sabes el cuerpo que tiene la chica y arreglándose a conciencia era una visón celestial, la cena no pudo ser mejor pero sobre todo en el baile las cosas llegaron a un nivel difícil de superar, yo sin ninguna idea de bailar seguí a Emi y me perdí entre sus brazos, no pensaba más que en no pisarla y en no correrme en mis pantalones, como no podíamos aguantar nos vinimos pronto, en su cama acabamos la fiesta, ha sido una noche de ensueño, los dos teníamos ganas de dar placer y nos portamos bien o por lo menos eso creo.
-       Si eso ya me lo ha contado Emi, está encantada contigo, además de lo buena persona que eres, el trato que nos das nos pierde, me dijo que está encoñada con tu polla, la llevas al cielo cuando folláis, en eso estoy totalmente de acuerdo con ella, tienes una verga tan suave que nos enloquece.
-       Pues te podrás quejar, tu marido la tiene mucho más grande que yo.
-       No entiendes a las mujeres aún, a mi me gusta más la tuya, es tierna, suave, y tan gorda como la de Antonio, cuando me la metes la noto como si fuera de terciopelo que me va llenando paulatinamente hasta quedar casi sin poder hablar, me rozas las rugosidades de la vagina con una suavidad que me hace subir a las nubes, esto mismo me dijo Emi, en cambio Antonio tiene el capullo áspero, si no estoy muy mojada me hace daño, no se preocupa en mojarme primero, va a la suya y con esa polla enorme me atraviesa, contigo me excitas lo más sensible de mí, ¿te das cuenta a lo que me refiero?
Ana mientras decía esto cerca de mi oreja remarcaba sus afirmaciones cogiéndome la polla y bajándola con efusión, la había sacado por la bragueta del pijama corto que llevaba pero sólo se contentaba con moverla con la mano apretada al tronco.
Cuando se abrió la puerta de mi habitación la cabeza de mi tío Antonio apareció y se coló.
-       ¿Qué hacéis a estas horas? Mañana hay que madrugar.
-       Pueees, le estaba anunciando la visita de sus padres, ha sido una sorpresa.
-       Vale pero no tardes, no me puedo dormir y ya sabes cómo concilio el sueño pronto.
Mi tío se cogió el paquete sobre su pijama indicando sin ninguna duda lo que esperaba de Ana, ésta había soltado mi polla según se había aflojado, mi tío no se había percatado porque hasta medio pecho se le veía el camisón puesto y no sospechó.
Cuando cerró la puerta tras de sí mi tía me dijo.
-       Ves a lo que me refiero, poquito romántico, le tendré que hacer una mamada y se dormirá como un bebé, me sabe mal dejarte así, yo ya estoy mojada, me habría gustado que terminaras en mi.
-       No te preocupes, ya habrá lugar ¿pero qué has dicho de mis padres?
-       Ah! Se me olvidaba, tu madre me ha llamado porque venían a la ciudad a no sé qué asunto y que pasarían a vernos, lógicamente los hemos invitado a comer, mañana estarán aquí.
-       Uf, pues me van a echar la bronca, hace ya un poco que no les llamo.
-       No será para tanto, te adoran igual o más que nosotros.
Al salir Ana me dedico una despedida especial, se levantó el camisón por detrás enseñándome su culo redondo, yo le correspondí sacándole la lengua.
Creí que me iba a dormir enseguida pero la siesta “del borrego” que había hecho por la mañana antes de comer me había sentado tan bien que no podía conciliar el sueño, bajé con cuidado a la cocina y me bebí un vaso de leche, cuando subí oí en la habitación de mis tíos.
-       Ana, me voy a corre, deja de chuparme los huevos.
-       De eso nada, aguanta más que ahora me la tienes que meter en el culo.
Me sorprendió el cambio de mi tía, ahora era ella la que agobiaba a su marido, se notaba que había salido caliente de mi habitación, tras de mí se abrió la puerta de María.
-       Shhhht, Juan entra un momento.
Silenciosamente entre como me pedía, la luz estaba apagada y solo la encendió cuando cerró detrás de mí, le puso un pañuelo a la mesita de noche y quedo una luz tenue.
-       ¿Qué haces aún despierta?
-       Qué hacemos, yo estoy aquí, dentro de la cama de mi hermana.
-       ¡Maite! ¿Sabéis la hora que es?
-       Me vine con María por si querías contarnos algo pero ahora mis padres no nos dejan dormir, desde hace un rato están follando como locos.
-       Sí, mi madre no lo deja acabar, al parecer mi padre solo quería que le diera una mamada para dormirse pronto pero mi madre ahora le pide el servicio completo, jajaja.
-       Hace un rato lo hemos oído subir a tu habitación, buscaba a mi madre.
-       Tu madre estaba contándome que mis padres vendrán a comer mañana, ya hace mucho que no les llamo.
-       Ah, ¿entonces no estabais follando? Pues menos mal, habría sido un show, jajaja.
-       Bueno qué queréis que os cuente.
-       Pues como os lo pasasteis la azafata y tú.
Les tuve que repetir la versión que le había dado a Ana un momento antes, aunque no tenían la referencia de una polla de hombre maduro estuvieron de acuerdo en que mi polla les encantaba.
Al saber que había pasado la noche con Emi y quisieron demostrármelo, Maite como siempre la más intrépida mientras les daba detalles más o menos fieles de la noche de sexo me rozaba la mano por el pecho y la iba bajando hasta pasarla debajo de mi pijama pero cuando llegó se encontró con la de su hermana que había empezado después pero fue directa al capullo, tuvieron un leve forcejeo por apoderarse de mi polla del que salí beneficiado, al final firmaron un pacto, María seguiría dominando el capullo y Maite el tronco con los huevos como premio, me exigieron que les siguiera contando todo desde el baile hasta la follada nocturna mientras ellas seguían entretenidas en chupar mi polla a dúo, lo único que me dejaron hacer fue acariciarles las tetas y pulsar los botones que asomaban brillando entre los labios de sus juveniles coños, era una delicia tener las dos manos ocupadas en las dos hermanas tan iguales y tan diferentes.
Cuando empezaron a notar que mi capullo se ponía morado y palpitaba peligrosamente pegaron sus caras a la verga vertical y siguieron lamiendo hasta que una fuente de leche lanzaba al aire unas sacudidas que caían aleatoriamente sobre sus rostros, rompieron su pacto cuando las dos quisieron limpiar mi polla chupando desde el capullo hasta los huevos.
Ahora ya no tuve excusa para no dormirme pronto, caí como un saco y no desperté hasta bien entrada la mañana.
Mi tía estaba afanosa en la cocina, no había ido a la tienda para preparar la comida para los siete, le ayudaba a montar la mesa grande cuando me dijo.
-       Vaya manera de roncar ésta mañana.
-       ¿Yo?, si no me he despertado en toda la noche, ¿Cómo lo sabes?
-       Porque esta mañana he subido a verte, quería terminar lo de anoche, me supo mal dejarte con la polla dura pero dormías como un ángel, parecía como si te hubieran ordeñado esta noche.
-       Pues no te quejarás, anoche te oí como fustigabas a Antonio para que te diera por el culo.
-       Jajaja, fue gracioso, él tan egoísta como siempre solo quería que le mamara la verga y dejarme a dos velas pero con lo mojada que salí de tu habitación también quise mi ración y vaya que la conseguí, pero me acordaba de tu polla ¿Eh?
-       Gracias, es todo un detalle, hablando de otra cosa, ¿le notaste a mi madre algún tono de enfado hacia mí?
-       Nada de eso, estaba encantada de vernos otra vez, a las dos se nos ha pasado el tiempo sin sentir, por diferentes motivos, claro.
Un poco antes de medio día el coche de mis padre pitó desde la puerta, Ana estaba al tanto y abrió la puerta de par en par, se había arreglado para la ocasión y estaba guapísima, cuando bajó mi madre del coche yo estaba sujetándole la puerta, se le cayó el bolso con la impaciencia de abrazarme, se me hizo un nudo en la garganta al notar su abrazo tan amoroso, las lágrimas le caían sobre las mejillas.
Mi padre me tocó en el hombro reclamando su tiempo, mi madre a regañadientes le tuvo que dejar espacio y me abrazó igualmente, era un abrazo distinto, el de mi madre era más sentimental pero el de mi padre era más de amigo, compañero o resumiendo de hombre, noté la diferencia de los que me daba antes de venir con mis tíos.
Mis primas los saludaron igualmente, ellos alabaron la belleza de las chicas, también habían cambiado mucho, de las niñas pijas que fueron un verano al pueblo ahora eran una señoritas de lo más sencillas y afables.
Mi madre aun con la poca diferencia de edad con Ana se notaba más mayor, por supuesto no vestía con la clase de Ana ni tampoco se cuidaba el cuerpo como ella pero estaba guapa y elegante.
-       Bueno pasad, estáis en vuestra casa, mira Maritere, ¿qué te parece el cambio en la decoración? Creo que no la habías visto, y a ti Paco ¿te gusta?
-       Nos encanta todo pero sobre todo veros tan guapos y contentos, parece que ha pasado una eternidad cuando Juan se vino con vosotros y más cuando no se acuerda ya de sus padres…
-       Mmm, no le regañes, puedo dar fe que está muy ocupado, no para de aquí para allá.
Ana me miró de reojo y me vio muy nervioso esperando la bronca y salió al quite.
-       ¿Qué os parece si nos sentamos a la mesa?, la ha montado Juan.
-       Vaya, si que ha cambiado, en mi casa no lo había hecho nunca.
-       Pues aquí colabora como el que más, mis hijas también han aprendido con él, ahora somos todos uno.
Mi tía se esforzaba por tener todo al máximo detalle y fue sirviendo la comida, después de un aperitivo de mariscos.
A mi madre se le notaba ganas de decir algo y yo me temía lo peor.
-       Os envidio, vosotros estáis tan acompañados y nosotros tan solos los dos, nos gustaría que Juan volviera con nosotros a casa, ya os ha molestado bastante.
-       ¡DE ESO NADA! Juan no molesta en absoluto, precisamente es un chico que está siempre encima de nosotras, pendiente de nuestras necesidades más intimas, cualquier cosa que necesitamos allí está Juan, ¿verdad chicas? y Antonio está encantado con él, le ayuda en todo, está siempre pendiente de su tío Antonio, colabora con él para todo, os diré que le ha prometido enseñarle el negocio de las tiendas cara al futuro, nos queremos retirar pronto.
-       Pero Juan debe estar con nosotros, lo añoramos mucho y estamos tan lejos que apenas lo vemos, os agradecemos vuestros desvelos pero ya está mucho tiempo aquí.
-       Os entiendo mucho cuñada pero eso se puede arreglar, precisamente estos días había hablado con tu hermana Ana porque he decidido pagarle la autoescuela para que se saque el permiso de conducir y después le pensaba comprar un cochecito para que tuviera más movilidad, así podría ir a veros con frecuencia.
-       Ah! eso sí que no, el coche se lo compro yo, que menos, mi hijo es mi responsabilidad y para eso soy su padre, no faltaría más, ¿verdad Maritere?
-       Nada, nada está decidido, el coche se lo compramos nosotros, estamos económicamente mejor y el chico se lo merece.
-       No me parece bien, el coche lo pagamos nosotros.
-       Bueno si quieres a medias.
-       Vale me parece bien a medias, pero que no sea muy caro que los jóvenes son muy atolondrados.
-       Pero mi sobrino Juan no lo es, tiene un tino especial y una paciencia de Job, siempre nos da la prioridad a nosotras y es todo un caballero.
Mi tía Ana no daba “puntada sin hilo”, yo la miraba asombrado y a ella se notaba como se mordía el labio dentro de la boca cuando hablaba con segunda intención, a mis primas no les pasaba desapercibido nada, por eso se levantaron y Maite se puso detrás de su madre y María detrás de mí como reafirmando lo que decían, mis padres lo notaron y perdieron fuerza, se percataron como todos estaban conmigo, el colmo fue cuando sonó la puerta de la calle, al salón entró Emi, vestía bastante modosa, con el pelo recogido en una gruesa trenza y apenas maquillaje, los labios rosados y una falda estrecha, se había puesto gafas graduadas que le sentaban de maravilla y le daban un toque intelectual, era la primera vez que la veía con gafas y creo que los demás también.
-       Hola a todos, soy Emi la vecina de enfrente, he oído que llegaban y no me he resistido a venir a conocerles.
Mi padre se levantó de un salto y fue a darle la mano, la chica la recogió pero lo atrajo hacia ella y le besó en la cara, a mi madre le dio dos besos sin rozarle el maquillaje pero muy cariñosos.
-       Os voy a presentar, Emi mi vecina y mi mejor amiga, le conté que veníais a comer, también está muy contenta con Juan, es su profesora de lenguas y está encantada con su alumno.
-       Oh sí, es un alumno aventajado, en cualquier lengua aprende muchísimo, incluso a veces me sorprende y es él el que me enseña a mí.
Yo estaba abochornado, imagino que colorado por el calor que me subía a las mejillas, Emi le seguía el juego a Ana y no podía ser más explícita si hubieran captado la ironía.
Mi padre la miraba embobado con la boca abierta, mi madre tuvo que darle un codazo para que se espabilara.
-       Es que mi hijo no tiene juventud, lo veo apagado, nunca nos ha comentado nada de chicas, como madre me gustaría que me alegrara contándome de sus novias, siempre está solo sin amigos, estudiando, se pierde la edad de salir por ahí.
-       Es que Juan es muy inteligente, los estudios para él son lo primero y las novias siempre complican las cosas, estoy seguro que no perderá la ocasión si tiene alguna oportunidad, hasta juraría que ya no es virgen.
-       Todos estallaron en una carcajada menos yo y mi madre.
-       Eso también me preocupa, mi hijo debe saber de la vida, a su edad ya debía a conocer a las mujeres, luego si no sabe tratarlas se aprovecharán de él y le harán daño.
-       No creo que sea el caso de mi sobrino, demuestra una gran discreción pero creo que alguna aventurilla si habrá tenido ¿verdad Juan?
-       Siiii tía Ana, alguna.
-       ¿Veis? No hay que preocuparse de nada.
-       Hijo ¿quieres que hablemos de hombre a hombre? Te invito a tomar un café en el bar de la esquina.
No me pude negar a mi padre y salí con la cabeza baja.
-       Mira hijo, tu madre no hace más que insistir para que tenga una conversación de hombre a hombre contigo y creo que tiene razón, ya eres un hombrecito y debes saber cosas de mayores, la vida no es como se ve de crío, hay muchas cosas que desconoces, las mujeres entre otras, las chicas son unas personas a las que tienes que respetar mucho, sobre todo ser caballero siempre, piensa en tu madre, yo siempre la he respetado como lo que es, y no sé si hablarte del sexo, es un tema delicado pero a tu edad debes estar preparado, entendería que viviendo rodeado por mujeres y todas muy guapas tengas tentaciones y malos pensamientos pero piensa en que son tus primas y tu tía y les debes un gran respeto y sobre todo a tu tío Antonio, es un hombre muy cabal y serio, yo no le conozco ningún defecto y a tu tía menos, es una persona muy formal, aunque te tengo que confesar que tiene un punto que me gusta, siempre me ha gustado y en secreto te diré que le tengo un poco de envidia sana a Antonio y no sé porqué porque tu madre es una santa y nos queremos mucho.
Solo te aconsejo que vayas con cuidado y te juntes con personas que te enseñen mucho y que te quieran, las chicas sobre todo, por cierto tu profesora de lengua es un bombón, ¿no te has dado cuenta?
-       Si papá lo haré, gracias por advertirme, me has despejado muchas dudas, el tema de las chicas siempre me ha preocupado pero ahora me interesa estudiar, las novias pueden esperar, ¿te refieres a Emi? Pues no me había fijado, no está mal, no.
-       Así me gusta, pero ten cuidado con las neuronas porque a veces se piensa más con la polla que con la cabeza, ¡uf! perdona se me ha escapado la expresión.
-       No te preocupes papá te he entendido.
Cuando volvimos con el resto estaban riendo todos, mi tío había contado alguna anécdota de la tienda, esperaba que no fuera la vez que follamos a la cajera y a la dependienta los dos.
Mi madre ya había bajado la guardia y ahora era ella la que borraba cualquier duda a mi padre, le convencía que donde mejor estaba era con mi familia adoptiva rodeado de mis tíos y primas y de mi profesora de lenguas vivas.
Cuando se despidieron me hicieron jurar que les llamaría con más frecuencia y que cuando quisiera comprar el coche llamaría a mi padre para elegirlo entre todos.
Al oír el coche de mis padres alejarse mi tío se sentó en el sofá con su periódico, mis primas se subieron a sus habitaciones riéndose de la tarde que habían pasado y yo entré en la cocina para beber un poco de zumo, estaba empachado y nervioso por todas las recomendaciones. Ana estaba delante de una pila de cacharros sucios en la pila.
-       ¿Qué te ha parecido la comida, les habrá gustado a tus padres?
-       Cómo no, eres una anfitriona perfecta.
-       Perece que se han ido convencidos, ¿verdad?
-       Que mal rato he pasado, me veía en el pueblo otra vez, menos mal que me has apoyado aunque me has tenido en vilo.
-       No he mentido en nada, solo he dicho que estabas encima de nosotras y es cierto, bueno a veces detrás o debajo o delante pero es cierto y que te adoramos, hasta tu tío es tu “socio” a veces, jajaja.
-       Tienes una finura y una ironía que me pone cachondo Ana.
-       Pues imagina como me pones a mí, cuando lo decía notaba como me humedecía el coño y aún no se me ha pasado, ¿dónde está tu tío ahora?
-       Está con su periódico en el salón se ve desde aquí.
-       Me gustaría que me comieras el coño ahora, siento un ardor que necesito que me calmes.
-       Súbete a la encimera, vigila por el cristal del horno que no venga nadie y quítate las bragas.
-       Ya no las llevo, me las he tenido que quitar cuando se han ido, las llevaba empapadas.
-       ¿Y Emi? No la he visto marcharse.
-       Sólo ha venido a reafirmarse para que te quedaras, la tienes enamorada, luego se ha despedido discretamente.
-       Que chica, me vuelve loco, lástima que sea yo tan joven.
-       Pues para follarla no lo eres truhan, jajaja.
-       Abre las piernas bien Ana, que tienes un coño más delicioso que tus postres.
-       Que galante eres, pues cómetelo entero, está relleno de licor.
-       Me lo beberé cuando salga, ya lo he saboreado muchas veces.
Ana abrió las piernas casi a 180º la falda de marca que llevaba no le importó y se la subió a la cintura, se metió el delantal en la boca para no gemir cuando se corriera y se pellizcaba las tetas por encima de la blusa de seda natural.
Tuve que ayudarle a bajar de la encimera, las piernas se le habían quedado entumecidas pero pronto se repuso cuando se arrodilló frente a mí, ahora era yo el encargado de vigilar por el espejo del horno, con la nata que había sobrado de los pasteles que habían traído mis padres me untó la polla hasta que desapareció en su garganta y no permitió sacarla hasta que me vacié en ella, cuando se separó me recordó a una foto que había visto de All Johnson con sus labios blancos.
Salí de la cocina cuando le había ayudado a Ana a lavar toda la vajilla, no sentía los pies en el suelo de la mamada que me había hecho, ella también había disfrutado, sin saberlo le comí el coño dedicándoselo a mi padre, cumplí su sueño secreto aunque nunca lo supiera.
Creía que la noticia del permiso de conducir había sido un farol de mi tío, pronto sería mi cumpleaños y podría conducir, la verdad es que de momento me manejaba bien en transporte público pero era una buena idea pues podría ir a ver a mis padres y hacer alguna excursión con buena compañía, ya no me acordaba del tema cuando mis tíos me reunieron con mis primas y me dieron una tarjeta de la autoescuela.
Mira Juan, esta autoescuela está cerca de mi tienda, son unos chicos jóvenes que han emprendido el negocio y les interesa tomar clientes, los he conocido en el bar donde tomo café y son muy majos, son pareja pero no lo parecen, el muy serio y ella muy moderna, pero son encantadores y muy profesionales, de momento están empezando.
Cuando entré en la autoescuela me acerqué al mostrador, la chica estaba atendiendo a un chico joven, me entretuve mirando los posters con señales de tráfico, cuando terminó me atendió la chica, su aspecto no cuadraba con el negocio pero supuse que era la secretaria, iba vestida de roquera, chaqueta de cuero con tachuelas con pantalones ceñidos de piel y tatuajes en los brazos, la cara bajo los grandes ojos sombreados de rimmel y las orejas perforadas por varios pendientes, el pelo era lo más espectacular, la mitad rojo fuego y la otra mitad azul.
Cuando le entregué la tarjeta de mi tío la chica se levantó y me dio la mano enérgicamente, entonces vi sus pantalones negros ceñidos y las plataformas de sus zapatos que llevaba, aun así era más bajita que yo.
En un momento me explicó muy amable todos los detalles, llamó al señor que estaba dando una clase teórica en un pequeño cuartito lleno de señales y semáforos, un ordenador ayudaba en las lecciones.
El señor que vino parecía vestido del siglo XIX, con una larga barba y bigote muy bien cuidados, el pelo casi rapado por las sienes y un traje a rallas finas, de cerca ya parecía otra cosa, la luminosidad de sus ojos vivos le quitaron muchos años de encima, me explicó más o menos lo mismo que me había dicho Antonio, también me dijo que como no podían costearse un coche para las prácticas habían adaptado el suyo, un Mini de alta gama, al no tener mucho que hacer me dediqué a asistir a clase, no me dieron ningún horario, lo cierto es que no tenían casi clientela por lo que acudía cuando tenía tiempo libre.
Después de alguna lección me anunció que empezarían las clases prácticas, me dijo donde estaba el coche aparcado, allí fuimos la chica que había visto en la clase y el chico del mostrador, esperamos un rato cuando vimos a la chica del pelo a colores venir sobre sus altas plataformas, imaginábamos que vendría a decirnos que se aplazaban las clases por cualquier motivo pero cuando abrió la puerta y nos invitó a subir nos quedamos fríos.
Se sentó al volante y se quitó los zapatos, este día llevaba una minifalda de cuero y una camiseta de un grupo musical heavy, se volvió hacia nosotros seriamente y nos dio una charla antes de dar contacto.
-       Bueno chicos, por si no lo sabéis me llamo Rosana, hoy por ser la primera vez voy a conducir yo, simplemente es para que veáis lo que es estar sentado de paquete, nuestra filosofía es diferente a las otras autoescuelas, nosotros queremos que aprendáis a conducir bien y no a aprobar simplemente, la mayoría de autoescuelas caen en ese error facilón, por eso os ruego que nos entendáis y que nos preguntéis cualquier duda y con toda confianza, ya somos colegas, ¿vale?.
-       Me gusta tu forma de hablar, espero aprender mucho, sobre todo de conducir.
La chica metió la llave y arrancó el motor, se subió la falda hasta bajo del culo y se volvió hacia nosotros.
-       Solamente hoy voy a conducir yo, mañana lo haréis vosotros, quiero que os fijéis como se hacen las cosas y los vicios que tienen la mayoría de conductores, también quiero que se os vaya de la cabeza de que las mujeres conducimos peor que los hombres, sólo hay mujeres torpes y hombres torpes, ¿está claro?
Nadie rechistó y cuando puso la primera y aceleró una nube de goma quemada quedó detrás de nosotros, me hundí en el asiento y me ajusté aún más el cinturón de seguridad, detrás de mi no se oía ni una mosca, los chicos sin conocerse se había cogido de las manos,
Con gran habilidad y seguridad fue sorteando los coches por las avenidas, yo me fijaba para encontrarle algún error y soltárselo a la primera ocasión, respetaba las velocidades, los semáforos, los paso de cebra, intermitentes y jugaba con el cambio de marchas como si estuviéramos en un rally.
Los chicos de detrás estaban lívidos, ya no se cogían las manos, ahora se abrazaban, yo delante y a su lado no tenía tiempo a marearme, veía la rapidez de sus piernas al pisar los pedales, aunque sus bragas negras asomaban entre sus muslos morenos no me daba tiempo a fijarme en ellas, se había puesto unas zapatillas que llevaba bajo el asiento, cuando llegamos a una explanada en las afueras de un polígono industrial dio varios trompos antes de parar bajo de una morera en un rincón de la explanada.
Los chicos urgieron a que saliéramos para poder salir de detrás, el chico se fue detrás del tronco del árbol y echar el almuerzo y la chica se tumbó en la hierba, no le importó quedarse en sujetador cuando se quitó a estirones la camisa, necesitaba urgentemente aire fresco, la profesora me miró.
-       ¿Y tú qué, no devuelves?
-       Pues no me ha dado tiempo a marearme, estaba alucinando tu manera de conducir, eres fantástica, yo quiero hacerlo igual.
-       ¿De verdad, o te cachondeas?
-       En serio, no he visto a nadie manejar el volante como tú.
-       Si lo dices de verdad te enseñaré, no es difícil, solo te tiene que gustar.
-       Me gustas mucho.
-       ¿Te refieres a mí o a mi manera de conducir, aún piensas que las mujeres conducimos mal?
-       Me refiero a todo si no te molesta, me gusta tu forma tan liberal para ti y demuestras que eres una mujer de los pies a la cabeza.
-       ¿Sabes una cosa? Me gustas, veo que tu tío tenía razón, eres un chico inteligente, te voy a enseñar todo lo que sé.
Cuando mis compañeros se repusieron del mareo sólo subieron bajo la promesa de que iríamos lentos, de vez en cuando la profe me miraba de reojo y hacía como que iba a cambiar de marcha rápidamente y empezar otra vez otra carrera alocada, me hizo reír y a ella también le hizo gracia mirar por el retrovisor, se arrellanó en el siento tomándoselo con paciencia a la vez que la falda se quedaba casi en los riñones.
-       ¿Te gustan?
-       Perdona ¿el qué?
-       Ah! No sé, ¿mis piernas, mis bragas o… quizá mis zapatillas?
Me puse rojo como el coche y no me di cuanta que la chica bromeaba hasta que alargó la mano hacia mí, creí que iba a cambiar de marcha pero me cogió la polla que abultaba bajo el pantalón y cambió a directa con doble embrague.
Los compañeros estaban bastante ocupados en respirar hondo con los ojos cerrados.
-       Perdona, creí coger el cambio, pero he cogido el freno de mano, jajaja, buena polla chico, buena polla.
Lo primero que hice cuando bajé del coche fue arreglarme la verga pues se había salido del calzoncillo pierna abajo, les tuve que coger de la mano a mis compañeros para que no tropezaran al bajar, estaban blancos como la nieve y los acompañé a la clase, bajo el chorro fresco del aire acondicionado se relajaron, el profesor me dijo.
-       Vaya, veo que hoy ha sido la primera clase, ¿me equivoco?
-       No, no te equivocas.
-       Tranquilo lo hace siempre, pero es una conductora de maravilla.
-       Si, es toda una pasada.
-       Y eso que no la conoces bien.
-       Me ha dicho que me va a enseñar todo lo que sabe y yo quiero aprender.
-       Eres un privilegiado pues, solo lo dice a muy pocos, y sabe mucho aunque no lo aparente.
Cuando entró en el aula la profesora le recomendó que me tratara como un amigo más que un alumno normal, quería hacer de mí un buen conductor, él le dijo que ya lo había decidido y que me enseñaría todos los secretos del volante.
Cuando se lo conté a mi tío me dijo que eran una pareja pero bastante liberales, se sorprendió con ella pues el aspecto exterior no daba a entender la habilidad al volante de la chica, se lo tomó como una lección aprendida.
Cuando volví al día siguiente los dos tenían una cara seria, no me atreví a preguntar nada y me senté en mi pupitre.
Al rato después de unas palabras Rosana simplemente me dijo.
-       ¡Vamos!
Salte como un muelle y corrí tras ella, unos metros antes de llegar al coche me lanzó las llaves, las cogí al vuelo mientras ella pasaba al asiento de al lado.
No sabía cómo abrir y me dijo pulsa el mando, al clak que siguió ya se había colado dentro, me senté con cuidado, ella no iba con contemplaciones y metió el brazo entre mis piernas, las abrí y cuando había ajustado el asiento con el volante pasó la mano por mi bragueta lentamente a la vez que me miraba y me decía.
-       Lo siento no es culpa tuya, estábamos enfadados o más bien tristes, los chicos que vinieron ayer se han despedido, han renunciado porque cogieron miedo, soy una bruta.
-       No tienes la culpa, no entendieron lo que querías decir, sólo esperaban lo que dan las otras clases, pero tú eres algo más, eres especial, tú enseñas a cuidar de las vidas del que conduce y la gente que le acompaña, si todos fueran como tú no habría más accidentes de los fallos mecánicos, te observé como conducías, no cometiste ningún fallo, con mucha prudencia y respetando a todos los demás, no es tu culpa.
-       Qué decepción y yo que creía que te fijabas en mis bragas…
-       Jajaja que mujer, eres una diosa pero que conduce como los ángeles, no me gustas triste.
-       ¿De verdad, me lo prometes?
-       Claro Rosana, me encantas.
-       Y tú a mí, anda ponte el cinturón y pisa el embrague.
Continuará
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2 comentarios - Mis primas de la capital 26

machotemotero
Muy buena serie de relatos...y no para...