El domingo normalmente era el día familiar, nos juntábamos todos alrededor de la mesa y después de la comida especial que hacía mi tía la sobremesa se prolongaba tarde, degustando unos pastelillos que traía mi tío cuando salía a por el periódico, era el rato donde salían a todos los temas a tratar, normalmente eran cosas que contábamos para animar la reunión, para hacer el payaso un poco mi prima Maite era especial, yo creo que se inventaba las anécdotas que le pasaban pero siempre nos hacía reír a carcajadas a todos.
Aquel domingo la cosa no parecía tan divertida, mi tío tenía la cara larga, y mi tía le cogía la mano como apoyándolo, miré a María, ella pensaba como yo, nos habrían descubierto manejando los vibradores y haciéndoles ir por todos lados con la polla tiesa o el coño mojado.
Me preparé para la bronca, hasta ahora nunca me habían regañado por nada, en una familia convencional las relaciones que teníamos entre nosotros eran impensables y habría sido motivo para una ruptura fulminante, pero todos pensábamos igual, era una suerte o una educación en la que se daba prioridad al respeto mutuo y a la libertad total.
Nos queríamos con locura todos, yo sin ser familia directa era tratado con igualdad con los demás, pasado un primer momento de conocernos todos fuimos poco a poco adquiriendo una confianza que sin ser un acuerdo tácito se sobreentendía, el cariño era intocable pero a la vez procurábamos dar a los demás todo lo que podíamos ofrecer, sexo incluido claro, las cosas venían rodadas, no había sido necesario forzar la situación en ningún caso y eso creaba un clima de sosiego en el que dejarse llevar era la mejor regla.
Tanto mi tío Antonio, como mi tía Ana o mis primas María y Maite eran para mí mis mejores amigos, mis confidentes y mis compañeros de aventuras, la confianza entre nosotros nos hacía estar unidos como una piña, por eso cualquier problema que surgiera estaba solucionado de antemano por la buena disposición de todos.
Antonio, ante el jolgorio que teníamos los jóvenes se levantó y con un carraspeo llamó nuestra atención y nos callamos.
- Chicos, Ana y yo pensamos que por fortuna todo marcha bastante bien dentro de la familia y de los negocios, con esto pretendemos que vosotros vayáis tomando conciencia de que tenéis un futuro bastante prometedor, si trabajáis duro claro, por eso quisiéramos que cada uno de vosotros orientéis vuestras vidas a lo que más os guste pero si puede ser para continuar gestionando las tiendas, Juan hace tiempo te hable de encauzar tus estudios para dirigir la empresa, María y Maite por supuesto pueden hacer lo que quieran pero sería ideal que te ayudaran.
- Con esto, Antonio quiere decir que si os implicáis poco a poco nosotros os dejaríamos espacio para ir haciendo el relevo progresivamente, la verdad es que nos gustaría retirarnos aún jóvenes para disfrutar de la vida lo más posible, como madre os quiero a todos por igual, Juan aunque es nuestro sobrino nos ha ganado el corazón y se ha hecho merecedor de nuestra confianza.
- Gracias tíos, estoy abrumado no me esperaba hoy tantos halagos y sobre todo tanta muestra de cariño, efectivamente soy vuestro sobrino y os quiero como a mis padres, pero siempre respetaré a mis primas su derecho a ser ellas las que dirijan las tiendas.
- Gracias papá, aunque no nos lo dijeras Maite y yo ya habíamos comentado la capacidad de Juan para hacer cualquier cosa, y el que se dedique a llevar el negocio familiar sería lo mejor que nos podía pasar, nosotras todavía no nos hemos inclinado por ninguna dirección laboral pero no nos importaría integrarnos en la mecánica empresarial.
Antonio se relajó en la silla, para él no estaba nada claro la disposición nuestra especialmente la de sus hijas, pero era un aliciente de que se interesaran por trabajar en las zapaterías.
- Hemos pensado en que no estaría de más que algún día acudierais a las zapaterías para ver cómo funciona el negocio, os advierto que no es solo vender zapatos, hay que tratar bien a los clientes y mantenerlo en los años, comprar lo mejor y al mejor precio, y ganar el suficiente dinero para reinvertir en el negocio y aumentar los beneficios a la larga, dicho así parece fácil, pero hay que estar todos los día del año pensando en esto.
- Me has sorprendido tío, no esperaba esta conversación hoy y me has animado mucho, mañana mismo iré por tu tienda, me gustará fijarme como actuar y ver cómo te cumplimentas con la tía, creo que hacéis un equipo ideal.
Mi tía apretó la mano de Antonio, yo miré aliviado a María, nos habíamos equivocado, habíamos pensado mal y nos quisimos asegurar, saqué el móvil y abrí la app de los consoladores, se la ofrecía María, pulsó el de sus padres y al momento se irguió en la silla apretando con fuerza la copa de coñac que tenía en la mano, mi tía cerró los ojos y le clavó las uñas en la mano de mi tío.
Las cosas seguían por su cauce, aún le pasamos Maite el teléfono para que ella también participara, primero lo hizo a su madre, la pilló en la cocina y un gemido se oyó seguido de un ruido de platos, se le habían caído dentro de la pila.
- Estas bien cariño?, te ha pasado algo?
- Nada tranquilo, se me han caído los platos de las manos.
Al pulsar el de Antonio Maite se entretuvo más, mi tío cerró los ojos y se cogió al canto de la mesa, cuando pudo se levanto despacio, con la servilleta quiso taparse pero en la bragueta se marcaba un bulto muy significativo.
Se dirigió a la cocina y se puso detrás de mi tía, a la vez que le soltaba el lazo del delantal le pegaba su polla a las nalgas de Ana.
Mi tía colgó el delantal y salió diciendo.
- Uf estoy un poco mareada, voy a acostarme un poco.
- Yo te acompaño Ana, tampoco me vendrá mal una siesta.
Cuando iban por la escalera mi tía le iba cogiendo la polla, seguramente no llegaría a la cama sin meterla en cualquier agujero.
Mis primas y yo terminamos de recoger la mesa, María metió la loza en el lavavajillas cuando pasé por detrás de ella le hice lo mismo que su padre a su madre, al notar mi polla entre sus nalgas se levantó pellizcando la falda entre los cachetes, seguro que llevaría un tanga.
Maite vio la operación y me atrapó el bulto sobre mi bragueta, e imitando la voz de su madre dijo.
- Uf estoy un poco mareada, voy a acostarme un poco.
María y yo le contestamos a dos voces.
- Yo te acompaño, no me vendría mal una siesta.
Al pasar por la puerta de la habitación de mis tíos guardamos silencio, claramente se oían.
- Madre mía Antonio, que polla más grande tienes.
- Sobre todo cuando te la meto en el coño, pero prepara el culo también.
- También?, no prefieres una mamada?
- También, luego.
De puntillas nos metimos en la habitación de Maite, mi prima siguió con la broma cuando me bajó el pantalón de un tirón.
- Madre mía Juan, que polla más grande tienes.
- Sobre todo cuando te le meto en el coño, pero prepara el culo también.
- Eh! Un momento, que para mí no hay nada?
- Si María, las dos tendréis lo que queráis, estoy demasiado caliente para escatimar polla.
- Estamos seguras primo.
Maite fue como siempre la más lanzada y se metió la polla en la boca, le ofreció a su hermana mis huevos y las dos cabezas se pegaron para chuparme sin parar, me habían cogido por imprevisto y mi polla fue subiendo hasta quedar a 45º, Maite la soltó y fue ella la que la buscaba con sus labios, María a la vez que se metía un testículo en la boca y aspiraba me pasaba la mano entre las nalgas.
Yo solo podía alcanzarles las tetas y lo hice muy a gusto, cada una en su estilo me ponían muy burro, Maite buscó en el cajón de su mesita, lo primero que sacó fue una moneda, después un tubo de crema.
No hablaron, solo dijeron.
- Cara.
- Cruz.
La moneda al aire, la seguí con la mirada, cayó sobre el revés de la mano de Maite que la cubrió con la otra mano, las tres cabeza se inclinaron para ver el resultado.
Maite levantó los brazos victoriosa, había ganado y no soltó el tubo de crema, mi polla se metería en su culo, María se conformó pero pidió ser la primera, su hermana le concedió el deseo y mientras se desnudaba del todo me estuvo mamando la polla y prepararla para el coño de su hermana.
Mi prima mayor se arrodilló en el canto de la cama poniendo la cabeza sobre la sabana, procuró separar las piernas y sus labios rosados se abrieron, brillaban de humedad cuando me acerqué a ella, Maite con la polla en la boca seguía mis pasos y cuando su cara estaba pegada a la nalga de María la soltó y la encaró en su vagina.
Me dio una nalgada y empujé, en coño estrecho de María se abrió dejándome pasar, mi prima menor no se quedó mirando, pasó una mano entre mis piernas amasando mis huevos, con la otra iba dilatando su esfínter con la crema.
Me dijo que me inclinara sobre su hermana, lo hice atrapando las tetas colgantes de María pero ella separó mis cachetes y me lamió el ojo, me dio una impresión que me encogí, el dedo meñique de Maite lubricado recién salido de su culo entró en el mío, tuve que dejarlo entrar, le pareció a poco igual que a mí y lo cambió por el corazón, el masaje que me hizo casi me hace eyacular dentro de María pero se detuvo a tiempo cuando notó que mis huevos se preparaban para la corrida.
Prefirió soltar momentáneamente mi culo y rozar el clítoris de su hermana, es posible que fuera lo que había oído en la habitación de sus padres, o el apretón que le di en la cocina o que la moneda le hubiera tocado en el coño o la caricia de su hermana en el botón lo que le hizo correrse, no fue una corrida normal, el orgasmo le sacudió de pies a cabeza, la sostuve de la cintura mientras daba puñetazos en la sabana, cuando se fue calmando se escurrió hacia adelante y se quedó tendida boca abajo.
Cuando se salió mi polla del coño de María saltó como un resorte hacia arriba, estaba llena de espuma blanca, Maite ya estaba en la misma postura a su lado, tuve que decidirme por el coño de mi prima o su culo, era una pena dejar aquel coño sin su ración de carne y se la metí de golpe, lubricada como estaba con los flujos de María no se enteró hasta notarse llena, pero ella ya tenía la idea hecha.
- Shiiit. Una apuesta es una apuesta, te has equivocado de entrada muchacho.
Tuve que retroceder a mi pesar aunque lo hice lo más lentamente posible, ella movía el culo para que la sacara pronto y cuando la tuve fuera hundió la cabeza en el colchón.
La chica pese a su edad ya había aprendido como dilatar su esfínter, cuando apuntaba mi polla le vi al agujero vierto, dentro su piel rosa fuerte que se iba oscureciendo hasta el negro absoluto.
Medio capullo entró sin presionar y el otro medio apenas se resistió, más bien se deformó mi polla antes que el ano juvenil, pero el diámetro de mi tronco tuvo que aguantarlo y suspiró un par de veces.
Me agache como me había dicho antes sobre su hermana y le apreté los pezones, entre mis dedos sobresalía y rozaban la sabana, mientras la estaba taladrando gemía calladamente, su hermana la miraba a su lado, le devolvió la caricia y le acarició el clítoris haciéndole círculos.
Maite se quiso resistir pero María sabía muy bien cómo tratar un clítoris y le hizo correrse, fue un orgasmo explosivo, desde la nada al todo, cayó estirada sobre la sabana arrastrándome a mi dentro de ella, tuve que soltarle los pezones y apoyarme en el colchón pero lo conseguí, mi polla no salió y seguí hundiéndome en ella, no había acabado de estremecerse bajo los espasmos de su corrida cuando notó los míos, iban acompañados de leche inyectada a presión.
Me quedé tumbado sobre ella, nuestros pies colgando fuera de la cama, poco a poco me escurrí entre las dos hermanas, si hubieran entrado sus padres entonces habrían encontrado tres culos uno de ellos manando semen.
Como le prometí a Antonio al día siguiente fui a la tienda, lo hice un poco antes de abrir para empezar a ver como se organizaban.
La señora de la limpieza pronto dejó el suelo brillante, mientras se secaba pasé al almacén, mi tío me presentó a la dependienta, era un chica menuda, apenas tenía tetas ni culo pero tenía unas piernas muy bonitas pero lo que más me impactó de ella fue su sonrisa, con los labios bien perfilados su cara se iluminaba.
Mi tío nos presentó, se llamaba Elena y me pareció que yo le caí bien también, desde ese momento mi tío nos dejó para que me pusiera al corriente de la rutina de la tienda.
Elena me explicó entre estanterías llenas de zapatos como distinguir las múltiples referencias, a mí me parecía imposible distinguirlas pero ella se armó de paciencia y me lo repitió mil veces.
Olía a flores frescas, yo debía hacer cara de bobo cuando le quería atender, ella algunas veces me decía alguna tontería para saber si estaba prestando atención, en realidad estaba pensando en lo deliciosa que estaría esa boca, por mis manos notaba como un hormigueo pensando la suavidad de su piel y el tacto de sus tetas pequeñas.
Tan ensimismado estaba que no la vi acercarse a mí, cuando me dio un piquito en los labios ni reaccioné, tuvo que darme tres más para que yo bajara de la nube donde estaba colgado, mis ojos se quedaron clavados en los suyos, una chispa debió saltar pero como atraídas por un imán nuestras bocas se juntaron.
La empotré contra una estantería llena de cajas, le cogí las muñecas y las dejé sobre su cabeza, mis manos buscaron bajo la camisa del uniforme y encontré sus tetas bajo un pequeño sujetador, lo subí hasta su cuello y las dos perlas quedaron en mis manos.
Solamente llenaban las palmas de la mano pero estaban duras, nos besamos ardientemente, las lenguas se encontraron y bebimos de nuestra saliva, me abrazó cuando bajó los brazos y me empujó a un rincón del almacén más discreto.
Entre cajas de zapatos me bajó el pantalón y buscó mi polla, la cogió con fuerza y la meneó hasta ponerla dura como una piedra, se abrazó a mí a la vez que agitaba la polla cogiéndola del glande, yo busqué entre los pliegues de su falda hasta encontrar la cremallera, la bajé dejándola caer al suelo, después de tantear su pubis peludo pasé la mano bajo de sus bragas hasta separar sus labios y atacar su clítoris, nos corrimos a la vez, parecía como si nos hubiera dado un ataque a los dos, abrazados y dando tumbos por el almacén, más de una caja se mancho de leche y mi mano salió mojada de su coño.
Nos quedamos abrazados hasta que los corazones dejaron de latir como tambores, cuando nos pudimos recomponer salimos a la tienda, ya habían encendido las luces y era hora de abrir al público.
Antonio me preguntó que tal las explicaciones de Elena, yo le repetí lo que tantas veces me había machacado la dependienta, le iba a añadir que estaba muy buena cuando me presentó a la cajera, Pepita era una mujer de unos cuarenta años, estaba un poco llenita pero se cuidaba mucho y junto a una piel cuidada y una peluquería perfecta estaba preciosa.
Mi tío le rogó que me explicara un poco el funcionamiento de la caja registradora.
La mujer me hizo un lado en su asiento dentro de la tarima de la caja, cerró la puertecita y quedamos apretujados frente a la registradora y el ordenador, me explicó cómo hacer los tickets y como usar el datafono para cobrar con tarjeta, la mecánica de cobro no era demasiado difícil, lo más complicado era el manejo de la caja registradora, era un modelo muy antiguo que mi tío se resistía a cambiar, quizá porque iba con la decoración antigua de la tienda, era la primera que montaron sus padres hacía muchos años y esto hacía que los clientes de solera acudieran en masa.
Yo notaba a mi lado que Pepita estaba incómoda, no por la postura, el asiento de madera que aunque acolchado era duro y estrecho, sino que teníamos los cuerpos pegados, los culos juntos rozándose continuamente, la cadera carnosa de la cajera estaba pegada a la mía, tuve que girar y pasar un brazo por detrás de ella que aunque no la tocaba hacía que mi pecho se pegara a su brazo.
Posiblemente esto aún la ponía más nerviosa pues me miraba y sonreía sin ganas moviéndose continuamente.
Lo comprendí y con dificultad me levanté y me puse detrás de ella, en el poco espacio que dejaba la banqueta hasta la pared, por lo menos ella se podía sentar cómoda.
Para fijarme más en lo que me explicaba Pepita me inclinaba sobre su espalda y asomaba la cara al lado de la suya, su pelo suelto me rozaba la cara y se me metía en la nariz, ella preocupada se retiraba el pelo enganchándolo en su oreja, mi respiración junto a su cuello le hacía recorrer escalofríos, lo notaba en sus brazos por la carne de gallina que marcaban, tampoco podía estar quieta en el asiento, y con disimulo se pasaba los dedos sobre los bultitos que marcaban el sujetador y los apretaba hacia dentro.
Al asomarme por su izquierda la abertura de su camisa me dejaba ver una pequeña porción de teta, pero era suficiente para estar más pendiente de su escote que de la caja.
La cajera estaba incómoda, se notaba que no estaba acostumbrada a tener a un chico tan cerca y no dejaba de eliminar cualquier motivo de exhibición por su parte, continuamente se cerraba la camisa o se hundía los pezones para disimularlos, yo me puse de pié, detrás de ella vi que la mujer no se podía concentrar teniéndome a su lado sabiendo que se le podían ver algo las tetas, cuando me pasé al otro lado ya desanimado sin querer le roce la espalda con la polla semi erecta que bullía bajo el pantalón.
Fue apenas un roce pero que recorrió de la izquierda a la derecha de su espalda, noté el canal que tenía en la columna, la chica se quedó inmóvil cuando mi polla se hundió entre sus riñones, incluso se recostó hacia atrás, por unos segundos me presionaba contra la pared, no me di por enterado y seguí hasta pasar a su derecha.
Debía tener mucho trabajo atrasado ya que su brazo derecho no dejaba de pulsar las teclas de la maquina y golpeaba en mi bragueta con cada movimiento, me incliné sobre su hombro, desde allí no había posibilidad de mirar bajo su camisa, se tranquilizó al saberse cubierta pero mi boca al lado de su cuello no la dejaba concentrarse, yo no tenía intención de hacer nada pues no sabía cómo iba a reaccionar y con Antonio revoloteando cerca y Elena arreglando el escaparate no lo veía adecuado.
Le pasé la nariz por detrás de su oreja sin tocarla, solo respirando y lanzándole el aire tibio por las mechas que se le metían en ella, Pepita con cuidado de no tocarme se retiraba los pelos que le atormentaban aunque sin éxito, ya no estaba concentrada en nada, lo mismo cerraba que abría la caja del dinero o cogía al teléfono y lo colgaba seguidamente.
Se volvía y me miraba sin atreverse a decir nada, estaba claro que a su lado la descolocaba por lo que me puse otra vez detrás, así se encontraba más segura de sí misma, yo me apoyé contra la pared mientras me explicaba no sé qué, cuando se estiró para sentarse mejor su espalda se pegó contra mí, notó el estado en que estaba y no volvió a adelantarse, movía sus omóplatos y me daba un masaje quizá sin querer en la polla.
En el hueco que hacía su espalda estuve recorriendo mi bragueta de arriba abajo suavemente mientras ella levantaba y bajaba los hombros, cuando llegué al broche del sujetador presioné hacia arriba, la prenda era preciosa, la había visto un segundo entre su camisa, pero de tan delicada no pudo soportar la presión y se soltó, Pepita se cruzó los brazos por delante inmediatamente, mi tío en ese momento se acercó a nosotros preguntándonos como iba progresando, la chica azorada no tuvo más remedio que soltarse y explicarle a mi tío lo que me había enseñado, vi los ojos de Antonio seguir los movimientos de las tetas libres bajo la camisa, ya no miraba a la chica se había quedado embobado imaginando lo que había debajo de la prenda, cuando pareció volver a la realidad sonrió como salido de un sueño, la chica no sabía qué hacer pues el sujetador libre se le había subido al cuello asomando por el escote mientras las tetas iban a su aire.
Antonio fue prudente pero había tenido una idea, se fue al despacho al momento, una luz se encendió en el teléfono de la cajera, estaba llamando a la calle.
Cuando salió le dijo a Pepita que iban a traer una caja con los nuevos uniformes y si era tan amables podrían probarse varios para elegir el que más les gustaran, la chica dudó, pero le dijo que vivía lejos y que si salía tarde no le daba tiempo a comer y volver a la hora.
Mi tío encontró la solución inmediatamente.
- No hay problema, si os parece os invito a comer a todos, así tendréis tiempo de probaros con tranquilidad, van a venir varias prendas, podéis elegir vosotras, que te parece?
- Bueeeeno, pero llamaré a mi madre para avisarla.
- Y a ti te viene bien Elena?
- Pues precisamente hoy iba a venir mi novio a recogerme, le llamaré y le diré que voy de compras por el centro.
- Hecho, voy a reservar una mesa para cuatro en el Mesón de Cantábria, tienen una cocina especial, os gustará.
Cuando se acercó Elena a la caja no le pasó inadvertida la situación de Pepita, la fina camisa le trasparentaban los pezones claramente además de que la puntilla del sujetador asomaba entre sus botones, me miró a los ojos irónica, sabía que yo tenía mucho que ver en el accidente.
La cajera se levantó con los brazos cruzados sobre el pecho y se metió en el baño, tenía las mejillas coloradas del rubor, Elena me miró la bragueta y me dijo.
- Vaya con Juan, sabía que tenías buena herramienta pero no que fuera tan hábil.
- Te aseguro que ha sido sin querer Elena, ah! no sabía que tenías novio.
- No me lo has preguntado, me caso el año que viene.
- Lo siento, bueno no quiero decir eso, sino que siento lo de antes en el almacén.
- Te refieres a que nos hemos hecho una paja mutua?, yo no pensaba decírselo a mi novio y tú?
- Pues yo tampoco por supuesto, te enfadarías conmigo si te digo que tienes un coño muy apetitoso?
- Pues no, pero tú te enfadarías si te digo que tu polla hizo correrme al sentirla en la mano?
- Tampoco, eres una chica especial, estoy seguro que tu novio estará encantado contigo.
- Pues creo que sí porque le doy todo lo que me pide, a veces más.
- Como que más?
- A veces soy más lanzada que él y quiero probar cosas nuevas, es bastante clásico.
- Qué pena, a mí me encantan los experimentos, haríamos un buen equipo.
- Estoy segura, puede que tengamos ocasión antes de la boda.
- Soñaré con ello.
La dependienta se alejó al volver Pepita, ya venía arreglada, cada teta en su sitio y el pelo impoluto, me sonrió con la tranquilidad de que se veía perfecta otra vez, no estaba acostumbrada a perder el control de su típica monotonía.
A la hora de cerrar a mediodía mi tío estaba nervioso, se notaba su impaciencia en la forma de andar, fue a su despacho y me dijo que le ayudara a sacar las prendas que habían llegado, las esparcimos sobre el sofá que tenía y la mesa, desechó alguna que le parecía demasiado recatada y las escondió en un cajón, me guiño un ojo cómplice.
En el restaurante Antonio quiso tirar la casa por la ventana, mientras las chicas se arreglaban un poco en el aseo mi tío pidió platos típicos de Santander, pronto nos sirvieron los entremeses, rabas, anchoas de Santoña, una muestra de cocido montañés y luego cada uno pidió lo que quiso, lechazo o almejas a la marinera, para postre los sobaos pasiegos y regados con orujo de Liébana. Antonio estaba exultante, cada plato le parecía exquisito y le preguntaba al camarero lo que contenía y de que parte de Cantábria era.
A nuestro lado una pareja comía también, eran de Santander y estaban disfrutando de la comida de su tierra, mientras miraban el móvil de vez en cuando, estaban leyendo algo que parecía interesarles mucho porque tenían mucha complicidad.
Antonio posiblemente por la edad o por la confianza que tenía se decantó por Pepita y se acercó a ella en el banco corrido que rodeaba la mesa, Elena y yo lo hicimos también por afinidad.
Según Antonio iba bebiendo chupitos de orujo de Liébana la punta de la nariz se le iba poniendo colorada, a Pepita eran los mofletes de las mejillas, abrí el móvil y pulse una vez el botón de mi tío para ver el efecto a poca distancia, el tenedor se le cayó de la mano, la siguiente vez iba a coger el chupito de orujo y lo volcó en la mesa, Pepita lo miró preguntándole con la mirada que le pasaba, no había bebido mucho para estar borracho, pero Antonio se separó de la mesa un poco y le enseñó a la cajera el problema, ella abrió los ojos espantada, por debajo del cinturón le salía el capullo rojo.
La mano de mi tío se posó sobre la de Pepita en la mesa, ella quería escabullirse pero él la arrastraba hacia su pantalón, se resistió hasta convencer a mi tío que no quería ponerle la mano en la polla.
Elena era todo lo contrario, fue ella la que me cogió la mano y la puso en el canto de la mesa, seguidamente se inclinó para llegar a la fuente que había en el centro y apretó su teta a mi mano, tardo bastante en servirse y me dio tiempo a atraparle el pezón entre dos dedos.
La chica sabía cómo levantar una polla, pronto se me salió del bóxer y bajó reptando por mi muslo, volvió a buscar más comida en otra fuente y se apoyó sobre mi polla para alcanzar mejor, cuando se sentó tuvo la habilidad de sentarse levantando la falda hacia atrás.
Estuvo todo más que claro cuando separó sus piernas rozándome con una la mía incluso la dejó subida sobre mi muslo la otra a casi 90º.
Mi tío pasaba el brazo por detrás de Pepita, ella lo esquivaba en lo posible, se le veía estirar su falda cuando mi tío escondía la mano bajo de la mesa.
Elena viendo que no me animaba pensó que sería por su próxima boda y me animó poniéndome la mano sobre su muslo. Ya no tuve duda, la subí por su muslo rozando suavemente, a cada centímetro la temperatura subía un grado cuando llegué a la ingle me dispuse a levantarle las bragas pero solo encontré una mata de vello rizado, no creí que se le había salido por el elástico pero cuando mis dedos tocaron la otra ingle comprendí que bajo de mi mano estaba el coño de Elena entero.
Teniendo la referencia de las dos ingles mi dedo corazón tomo la media y no falló, aquí encontré el clítoris duro, lo acaricié levantándole la piel, un pequeño glande presionaba mi dedo, la chica escurrió el culo al canto del asiento ofreciéndome todo su coño.
Mi tío nos miraba de reojo, veía nuestras manos bajo de la mesa y la cara que hacía Elena, el intentaba hacer algo parecido con Pepita pero la mujer se resistía empecinadamente, se tuvo que rendir, Pepita no cedía y su polla casi asomaba por el mantel, mis dedos ya hurgaban dentro de la vagina de Elena pero tuve que desistir cuando mi tío llamó al camarero pidiéndole la cuenta, le di un último repaso al clítoris y saqué la mano sobre la mesa, Elena se sentó bien y se bajó la falda y soltó mi polla.
Pepita fue la primera en levantarse, se estiró la falda reafirmándose en su postura Elena en cambio se cogía de mi mano presionando su teta en mi brazo.
En la tienda no encendimos las luces, nos dirigimos directamente al despacho y mi tío les enseño las diferentes opciones que les había encargado, a Elena le gustaron casi todas, entre las dos fueron descartando los que no les gustaban hasta quedar solo tres.
Elena no esperó que se lo pidiéramos, allí mismo se cambió, el pequeño sujetador cumplía su función sin esfuerzo incluso le venía un poco grande y al levantar los brazos se le salía media teta por debajo, cuando se fue a cambiar la falda se acordó a tiempo que no llevaba bragas y se las puso sobre la suya y luego la dejó caer al suelo.
Pepita quedó impactada por la inhibición de la dependienta, mi tío también pero por otros motivos, no había pensado que estuviera tan buena Elena, pero su objetivo era Pepita.
La mujer salió al almacén a cambiarse, cuando volvió a entrar ya venía con el uniforme nuevo, a Elena le sentaba mejor y le gustaba pero sobre ella no estaba a gusto, la dependienta le alargó otro modelo y Pepita quiso salir otra vez al almacén pero Elena le cogió del brazo.
- Vamos Pepita que pareces una niña, que te da vergüenza que te veamos a lencería que usas?
- No, solo es que… me da apuro delante de los hombres.
- De los hombres? Y quien te va a aconsejar mejor que los hombres, don Antonio tiene un gusto exquisito, fíjate cuando compra las colecciones de zapatos, se venden inmediatamente y Juan con lo joven que es seguro que sabe de mujeres y no sde va a asustar de ver una chica en lencería, además tu te compras las prendas más bonitas, no quieres lucirlas?
Mientras le estaba dando este discurso le iba sacando el uniforme por la cabeza, Pepita sin estar convencida se resistía estirando hacia abajo la blusa, pero Elena no se arredró y no dejó de estirar hasta que se la sacó.
Pepita se quedó con los brazos cruzados tapándose el sujetador, pero entre todos le alabamos el gusto y eso le hizo bajarlos, cuanto más le elogiábamos más orgullosa se sentía de sus prendas íntimas, no se dio cuenta de que Elena no se conformaba en la blusa y tiró de la falda, quedándose en bragas y sujetador.
Sonó el aplauso de los tres, lo cierto es que tenía los cuarenta muy bien llevados, era una pena ver esta chica tan modosa sin ningún novio en su lista y sin muchas esperanzas de tenerlo.
Elena con la misma naturalidad que le había quitado la blusa le dio otra, la cajera se la puso apresuradamente estirándola al máximo para que le tapara las bragas a juego del sujetador granate de blonda, la dependienta le ayudó a ponerse la falda nueva.
Elena también se puso la blusa pero tuvo bastante al ver lo mal que le sentaba a Pepita, ya no se cambió la falda, la cajera estuvo de acuerdo, era horrible y le caía fatal, no esperó a que Elena se la quitara y se desnudó rápido.
Disimuladamente pulsé el botón del vibrador de Antonio, dejé el dedo unos segundos sobre él, se encogió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago y cuando se levantó ya mostraba el bulto en la bragueta, el capullo se marcaba claramente bajo la fina tela del traje de Antonio.
Elena se quedó asombrada, nunca había visto una erección tan grande y tan rápida, de reojo me miró a la bragueta, realmente se notaba que estaba empalmado pero ni mucho menos lo de mi tío.
Antonio miró a Pepita suplicante, ella se tapó los ojos no queriendo ver semejante verga pero ya estaba decidido y se bajó la cremallera del pantalón, Elena se me abrazó esperando ver aquello, todo fue lento hasta que la enorme polla de Antonio saltó en medio del despacho, pegados a ella dos huevos redondos aprisionados por un anillo.
Elena cuando se recuperó se acercó para verlo con detalle, yo la seguía detrás pero Antonio ya había cogido la mano de Pepita que tenía en los ojos, dócilmente se la dejó hasta que sintió entre sus dedos la dureza de la verga, sin volverse la apretó fuertemente, Elena vio como se hinchaban las venas de sangre mientras ella seguía dándole la espaldas.
- Lo siento pero no debo hacerlo, no está bien.
- Cómo que no debes Pepita? Mira lo que hago yo!
Elena a mi lado se quitó la fea blusa.
- No te das cuenta de la polla que tienes en la mano? Cuantas has tenido así?
- Ninguna es la única que he tocado, soy virgen todavía!
- Cómo virgen?, entonces ya no te acuerdas cuando me ayudaste el otro día? -dijo mi tío-
- Bueno es verdad, pro solo fue para ayudarte.
- Y no puedes ayudarme ahora?, estoy tan mal como el otro día o más.
- Si no lo haces tú lo haré yo! –dijo Elena-
Eso pareció animarla más, no quería ser repudiada delante de todos y se volvió cogiéndose con la otra mano a la barra de carne del jefe.
- Vamos Pepita no me obligues a comérmela yo.
Elena se había quitado también de un tirón la falda quedándose solo con el sujetador, el triángulo peludo de la chica hizo que la polla de Antonio diera dos saltos frente a Pepita, tenía un dilema, por una parte no quería hacerlo aunque en su coño brotaban los jugos desde hacía rato y por otra no podía consentir que Elena se le adelantara en una polla que ya había sido de ella.
Elena sabía todo lo que pasaba por su cabeza y estaba intentando por todos los medios empujarla hacia la polla que tenía delante.
- Si no la quieres yo la aprovecharé, no tengo problema.
La dependienta se sacó el sujetador por la cabeza sin despasarlo de un tirón, las tetas cayeron a la vez, yo no se las había visto aún y me encantaron, eran pequeñas pero con unos pezones que superaban a los de mis primas, sobresalían amenazantes.
Aún así Pepita era un mar de dudas, no esperó más Elena me cogió de la mano y me llevó detrás de la cajera, la llevó hasta el cierre del sujetador para que lo soltara, yo ya sabía cómo hacerlo y con dos dedos lo solté, los tirantes saltaron con fuerza dejando caídas las copas sobre el estomago de Pepita, las dos hermosas tetas prácticamente intocadas vibraron hasta tomar su forma natural, le hacían unas curvas por debajo apenas caídas por su peso pero con unos pezones centrados que ya marcaban su dureza.
Elena me animó y pasé las manos bajo de sus brazos cogiéndole las dos mamas, Pepita cerró los ojos queriéndose evadir de la situación pero Antonio ya se había quitado los pantalones y la camisa, se había quedado tan desnudo como Elena, pero con el anillo vibrando el tronco de su verga.
Elena cogió del brazo a Pepita, esta seguía aferrada con las dos manos ala polla de mi tío, le hizo arrodillarse frente a él, la cajera no abría los ojos, pero Elena tiró de sus manos y fue acercándose ella misma el capullo de Antonio a su boca, cuando notó el calor en su nariz, abrió la boca y mi tío se acerco metiendo el glande entre los labios de Pepita.
Elena se relajó por fin, le había costado pero lo había conseguido, yo le puse mis manos en sus tetas pequeñas y volviéndose me besó en la boca.
Eligió el sofá y tirando de mí me arrastró hasta tenerme sobre ella, me fue desnudando a tirones, cuando estuve en pelotas me dio la vuelta y me sentó en el sofá, ella saltó sobre mis piernas y se dejó caer, mi polla resbaló entre sus labios y salió por delante entre los dos, entre sus pelos parecía que era suya en vez de mía de hecho era ella la que disponía de donde debía entrar y lo decidió pronto, se elevó y se mojó el coño con saliva, cuando se dejó caer otra vez se sentó sobre mis piernas, mi polla era toda suya o por lo menos estaba en su terreno.
Vi a Antonio, ahora era él el que manejaba la acción, había despejado la mesa y Pepita estaba tumbada sobre ella, con las piernas en los hombros de mi tío aguantaba las envestidas que le daba en el coño, la chica gemía lastimosamente, aún follando no disfrutaba.
Elena también gemía pero era de placer, yo con mi polla la hacía gozar, cuando saltaba sobre mí le recordé.
- No te apetece probar algo nuevo?
- Esperaba a que me lo pidieras.
- Pues soy todo tuyo.
- Me gustaría sentirte dentro por todos sitios.
- Pues te faltan dos, tu boca y tu culo.
- Primero probare con la boca.
Se arrodilló entre mis piernas y se metió la polla en su boca, aspiró y desapareció casi toda.
Mi tío estaba pendiente de nosotros y como estaba se salió y separó las piernas de Pepita, cogió una silla y se sentó frente a su coño mientras apoyaba loas piernas de la mujer en sus hombros, cuando su lengua lamió desde el culo hacia arriba la cajera ya no gimió con pena, gritaba pidiendo que le comiera el coño, pero ya no fue nada comparado cuando le mordisqueó el clítoris, la mujer dejó caer las piernas de los hombros de Antonio y se las cogió sobre ella abriéndolas, los labios chorreaban flujos espesos que Antonio tragaba ávidamente.
Elena notó que mi polla se hinchaba peligrosamente y antes de sacarla de su boca la relamió, cuando se sentó sobre mi lo hizo dándome la espalda, por delante cogió el tronco y lo paseó por sus labios mojados, lo balanceaba como un limpiaparabrisas eligiendo destino, optó por el agujero que le faltaba, y no lo dudó, no le ví los ojos pero solo suspiró y dijo.
- Esto es una polla y no la de mi novio, dice que no le gusta por ahí ni chuparme el coño.
Me acerque a su oído por detrás.
- Él se lo pierde, yo te voy a follar por el culo y luego te voy a comer el coño hasta que te corras diez veces en ella.
Noté que le gustaba la exageración por el apretón qué me dio con su culo en mi polla.
A mi tío se le encendió la luz, viendo frente a él las nalgas abiertas de Pepita y su coño a su disposición también vio el círculo oscuro que adornaba el culo de Pepita, se levantó y apoyó el capullo en el coño de la cajera, ésta abrió todo lo que pudo las piernas, los zapatos ya los había perdido antes, pero cuando sacó la polla blanca de espuma y la apoyó en su culo no creyó que sería capaz.
Mi tío fue capaz, estaba viendo como Elena próxima a casarse se estaba metiendo mi polla en su culo y no lo hacía con resentimiento, lo estaba disfrutando bien, él iba a probar el culo de la cajera quizá ella se lo reprocharía siempre, pero ese culo tenía que ser suyo y que mejor ocasión que tener su coño y su culo a elegir.
Cuando gritó Pepita Elena apretó su esfínter dándome a entender que ella no gritaba, estaba disfrutando conmigo dentro y le notó sobre todo cuando le puse mis dedos en sus pezones, fue como tocar un interruptor, saltó de golpe y se quedó clavada, un temblor recorrió su cuerpo, su bonita boca se abría como queriendo coger más aire, me tuve que abrazar por detrás de ella para que no se callera de mis piernas con mi polla dentro, le estuve prolongando el orgasmo acariciando su clítoris, fueron minutos largos, aun cuando ya creía que había cesado aún la daban espasmos.
Pepita ya no gritaba, solo pedía más y más polla, la barra de Antonio parecía un embolo en una máquina de vapor, ahora era él quien tenía cogidas sus muslos para que disfrutara solamente mientras la atraía hacia él, la mujer estrenó su primer orgasmo anal, nunca creyó lo que le habían contado sus amigas, solo una había probado el sexo anal y se había corrido pero apenas lo había gozado, ella no, lo había tenido tan intenso como en el coño, claro que la polla que tenía dentro no la tendría su amiga pensó mientras su cuerpo se movía adelante y a tras sobre la mesa.
Antonio se sintió feliz cuando vio a Pepita cogiéndose los pezones y estirándolos desesperadamente mientras se corría, fue una visión que le encendió la polla del todo, le dio dos empujones hasta dentro y a la tercera se quedó clavado quieto, la manguera que tenía entre las piernas empezó a llenar el intestino de Pepita, la mujer con los brazos caído a su lado respiraba agitadamente, Antonio quiso probar su estado y le rozó el clítoris, la mujer dio un salto estremeciéndose, estaba extremadamente sensible pero agotada.
Elena estaba tumbada en el sofá mi boca en su coño, mi lengua pasaba de su vagina a su clítoris aún no se había recuperado del orgasmo anal que había disfrutado pero con las caderas buscaba mi boca, quería correrse también en ella como le había prometido yo, movía su cintura para que alcanzara todos los pliegues del coño, cuando me dio una palmada al culo entendí que quería chupar mi polla a la vez y me tumbé sobre ella, nos comíamos los sexos a la vez, se tragaba mi verga mientras yo incrustaba la cara entre sus labios, lo que le había prometido lo cumplí cuando se volvió a correr, me inundó la cara de flujo, a aquella chica la gustaba follar y lo hacía bien, me dio pena que entre las virtudes de su novio no estuviera la de follar.
Quizá con un poco de resentimiento hacia su novio me corrí dentro de su boca, tragaba a la vez que se le llenaba de leche, notaba en el capullo el movimiento de sus garganta al tragar.
Cuando nos sentamos en el sofá mi tío estaba ayudando a levantarse a Pepita, los pezones los tenía rojos de tanto estirarlos, su cara ya no era la indecisa temerosa que había entrado en el despacho, ahora estaba pletórica, llena de leche de Antonio y el coño de jugos.
Nus juntamos en el centro del despacho faltaba poco para abrir el comercio, Pepita me abrazó y me dijo.
- Me permites un capricho?
- Claro lo que quieras.
Se arrodilló frente a mí y se metió mi polla en la boca, no paró de lamerla hasta que me la puso durísima.
- Así me gusta, ya sé cómo me has despasado el sujetador antes.
Al fondo del pasillo estaba el baño, nos metimos los cuatro a la vez en la ducha, no nos podíamos mover pero sentíamos el frescor del agua encima y el calor de nuestros cuerpos pegados, al salir cada uno recupero su ropa y salimos a abrir en la hora en punto.
Continuará.
Agradezco sus comentarios.
Gracias
Aquel domingo la cosa no parecía tan divertida, mi tío tenía la cara larga, y mi tía le cogía la mano como apoyándolo, miré a María, ella pensaba como yo, nos habrían descubierto manejando los vibradores y haciéndoles ir por todos lados con la polla tiesa o el coño mojado.
Me preparé para la bronca, hasta ahora nunca me habían regañado por nada, en una familia convencional las relaciones que teníamos entre nosotros eran impensables y habría sido motivo para una ruptura fulminante, pero todos pensábamos igual, era una suerte o una educación en la que se daba prioridad al respeto mutuo y a la libertad total.
Nos queríamos con locura todos, yo sin ser familia directa era tratado con igualdad con los demás, pasado un primer momento de conocernos todos fuimos poco a poco adquiriendo una confianza que sin ser un acuerdo tácito se sobreentendía, el cariño era intocable pero a la vez procurábamos dar a los demás todo lo que podíamos ofrecer, sexo incluido claro, las cosas venían rodadas, no había sido necesario forzar la situación en ningún caso y eso creaba un clima de sosiego en el que dejarse llevar era la mejor regla.
Tanto mi tío Antonio, como mi tía Ana o mis primas María y Maite eran para mí mis mejores amigos, mis confidentes y mis compañeros de aventuras, la confianza entre nosotros nos hacía estar unidos como una piña, por eso cualquier problema que surgiera estaba solucionado de antemano por la buena disposición de todos.
Antonio, ante el jolgorio que teníamos los jóvenes se levantó y con un carraspeo llamó nuestra atención y nos callamos.
- Chicos, Ana y yo pensamos que por fortuna todo marcha bastante bien dentro de la familia y de los negocios, con esto pretendemos que vosotros vayáis tomando conciencia de que tenéis un futuro bastante prometedor, si trabajáis duro claro, por eso quisiéramos que cada uno de vosotros orientéis vuestras vidas a lo que más os guste pero si puede ser para continuar gestionando las tiendas, Juan hace tiempo te hable de encauzar tus estudios para dirigir la empresa, María y Maite por supuesto pueden hacer lo que quieran pero sería ideal que te ayudaran.
- Con esto, Antonio quiere decir que si os implicáis poco a poco nosotros os dejaríamos espacio para ir haciendo el relevo progresivamente, la verdad es que nos gustaría retirarnos aún jóvenes para disfrutar de la vida lo más posible, como madre os quiero a todos por igual, Juan aunque es nuestro sobrino nos ha ganado el corazón y se ha hecho merecedor de nuestra confianza.
- Gracias tíos, estoy abrumado no me esperaba hoy tantos halagos y sobre todo tanta muestra de cariño, efectivamente soy vuestro sobrino y os quiero como a mis padres, pero siempre respetaré a mis primas su derecho a ser ellas las que dirijan las tiendas.
- Gracias papá, aunque no nos lo dijeras Maite y yo ya habíamos comentado la capacidad de Juan para hacer cualquier cosa, y el que se dedique a llevar el negocio familiar sería lo mejor que nos podía pasar, nosotras todavía no nos hemos inclinado por ninguna dirección laboral pero no nos importaría integrarnos en la mecánica empresarial.
Antonio se relajó en la silla, para él no estaba nada claro la disposición nuestra especialmente la de sus hijas, pero era un aliciente de que se interesaran por trabajar en las zapaterías.
- Hemos pensado en que no estaría de más que algún día acudierais a las zapaterías para ver cómo funciona el negocio, os advierto que no es solo vender zapatos, hay que tratar bien a los clientes y mantenerlo en los años, comprar lo mejor y al mejor precio, y ganar el suficiente dinero para reinvertir en el negocio y aumentar los beneficios a la larga, dicho así parece fácil, pero hay que estar todos los día del año pensando en esto.
- Me has sorprendido tío, no esperaba esta conversación hoy y me has animado mucho, mañana mismo iré por tu tienda, me gustará fijarme como actuar y ver cómo te cumplimentas con la tía, creo que hacéis un equipo ideal.
Mi tía apretó la mano de Antonio, yo miré aliviado a María, nos habíamos equivocado, habíamos pensado mal y nos quisimos asegurar, saqué el móvil y abrí la app de los consoladores, se la ofrecía María, pulsó el de sus padres y al momento se irguió en la silla apretando con fuerza la copa de coñac que tenía en la mano, mi tía cerró los ojos y le clavó las uñas en la mano de mi tío.
Las cosas seguían por su cauce, aún le pasamos Maite el teléfono para que ella también participara, primero lo hizo a su madre, la pilló en la cocina y un gemido se oyó seguido de un ruido de platos, se le habían caído dentro de la pila.
- Estas bien cariño?, te ha pasado algo?
- Nada tranquilo, se me han caído los platos de las manos.
Al pulsar el de Antonio Maite se entretuvo más, mi tío cerró los ojos y se cogió al canto de la mesa, cuando pudo se levanto despacio, con la servilleta quiso taparse pero en la bragueta se marcaba un bulto muy significativo.
Se dirigió a la cocina y se puso detrás de mi tía, a la vez que le soltaba el lazo del delantal le pegaba su polla a las nalgas de Ana.
Mi tía colgó el delantal y salió diciendo.
- Uf estoy un poco mareada, voy a acostarme un poco.
- Yo te acompaño Ana, tampoco me vendrá mal una siesta.
Cuando iban por la escalera mi tía le iba cogiendo la polla, seguramente no llegaría a la cama sin meterla en cualquier agujero.
Mis primas y yo terminamos de recoger la mesa, María metió la loza en el lavavajillas cuando pasé por detrás de ella le hice lo mismo que su padre a su madre, al notar mi polla entre sus nalgas se levantó pellizcando la falda entre los cachetes, seguro que llevaría un tanga.
Maite vio la operación y me atrapó el bulto sobre mi bragueta, e imitando la voz de su madre dijo.
- Uf estoy un poco mareada, voy a acostarme un poco.
María y yo le contestamos a dos voces.
- Yo te acompaño, no me vendría mal una siesta.
Al pasar por la puerta de la habitación de mis tíos guardamos silencio, claramente se oían.
- Madre mía Antonio, que polla más grande tienes.
- Sobre todo cuando te la meto en el coño, pero prepara el culo también.
- También?, no prefieres una mamada?
- También, luego.
De puntillas nos metimos en la habitación de Maite, mi prima siguió con la broma cuando me bajó el pantalón de un tirón.
- Madre mía Juan, que polla más grande tienes.
- Sobre todo cuando te le meto en el coño, pero prepara el culo también.
- Eh! Un momento, que para mí no hay nada?
- Si María, las dos tendréis lo que queráis, estoy demasiado caliente para escatimar polla.
- Estamos seguras primo.
Maite fue como siempre la más lanzada y se metió la polla en la boca, le ofreció a su hermana mis huevos y las dos cabezas se pegaron para chuparme sin parar, me habían cogido por imprevisto y mi polla fue subiendo hasta quedar a 45º, Maite la soltó y fue ella la que la buscaba con sus labios, María a la vez que se metía un testículo en la boca y aspiraba me pasaba la mano entre las nalgas.
Yo solo podía alcanzarles las tetas y lo hice muy a gusto, cada una en su estilo me ponían muy burro, Maite buscó en el cajón de su mesita, lo primero que sacó fue una moneda, después un tubo de crema.
No hablaron, solo dijeron.
- Cara.
- Cruz.
La moneda al aire, la seguí con la mirada, cayó sobre el revés de la mano de Maite que la cubrió con la otra mano, las tres cabeza se inclinaron para ver el resultado.
Maite levantó los brazos victoriosa, había ganado y no soltó el tubo de crema, mi polla se metería en su culo, María se conformó pero pidió ser la primera, su hermana le concedió el deseo y mientras se desnudaba del todo me estuvo mamando la polla y prepararla para el coño de su hermana.
Mi prima mayor se arrodilló en el canto de la cama poniendo la cabeza sobre la sabana, procuró separar las piernas y sus labios rosados se abrieron, brillaban de humedad cuando me acerqué a ella, Maite con la polla en la boca seguía mis pasos y cuando su cara estaba pegada a la nalga de María la soltó y la encaró en su vagina.
Me dio una nalgada y empujé, en coño estrecho de María se abrió dejándome pasar, mi prima menor no se quedó mirando, pasó una mano entre mis piernas amasando mis huevos, con la otra iba dilatando su esfínter con la crema.
Me dijo que me inclinara sobre su hermana, lo hice atrapando las tetas colgantes de María pero ella separó mis cachetes y me lamió el ojo, me dio una impresión que me encogí, el dedo meñique de Maite lubricado recién salido de su culo entró en el mío, tuve que dejarlo entrar, le pareció a poco igual que a mí y lo cambió por el corazón, el masaje que me hizo casi me hace eyacular dentro de María pero se detuvo a tiempo cuando notó que mis huevos se preparaban para la corrida.
Prefirió soltar momentáneamente mi culo y rozar el clítoris de su hermana, es posible que fuera lo que había oído en la habitación de sus padres, o el apretón que le di en la cocina o que la moneda le hubiera tocado en el coño o la caricia de su hermana en el botón lo que le hizo correrse, no fue una corrida normal, el orgasmo le sacudió de pies a cabeza, la sostuve de la cintura mientras daba puñetazos en la sabana, cuando se fue calmando se escurrió hacia adelante y se quedó tendida boca abajo.
Cuando se salió mi polla del coño de María saltó como un resorte hacia arriba, estaba llena de espuma blanca, Maite ya estaba en la misma postura a su lado, tuve que decidirme por el coño de mi prima o su culo, era una pena dejar aquel coño sin su ración de carne y se la metí de golpe, lubricada como estaba con los flujos de María no se enteró hasta notarse llena, pero ella ya tenía la idea hecha.
- Shiiit. Una apuesta es una apuesta, te has equivocado de entrada muchacho.
Tuve que retroceder a mi pesar aunque lo hice lo más lentamente posible, ella movía el culo para que la sacara pronto y cuando la tuve fuera hundió la cabeza en el colchón.
La chica pese a su edad ya había aprendido como dilatar su esfínter, cuando apuntaba mi polla le vi al agujero vierto, dentro su piel rosa fuerte que se iba oscureciendo hasta el negro absoluto.
Medio capullo entró sin presionar y el otro medio apenas se resistió, más bien se deformó mi polla antes que el ano juvenil, pero el diámetro de mi tronco tuvo que aguantarlo y suspiró un par de veces.
Me agache como me había dicho antes sobre su hermana y le apreté los pezones, entre mis dedos sobresalía y rozaban la sabana, mientras la estaba taladrando gemía calladamente, su hermana la miraba a su lado, le devolvió la caricia y le acarició el clítoris haciéndole círculos.
Maite se quiso resistir pero María sabía muy bien cómo tratar un clítoris y le hizo correrse, fue un orgasmo explosivo, desde la nada al todo, cayó estirada sobre la sabana arrastrándome a mi dentro de ella, tuve que soltarle los pezones y apoyarme en el colchón pero lo conseguí, mi polla no salió y seguí hundiéndome en ella, no había acabado de estremecerse bajo los espasmos de su corrida cuando notó los míos, iban acompañados de leche inyectada a presión.
Me quedé tumbado sobre ella, nuestros pies colgando fuera de la cama, poco a poco me escurrí entre las dos hermanas, si hubieran entrado sus padres entonces habrían encontrado tres culos uno de ellos manando semen.
Como le prometí a Antonio al día siguiente fui a la tienda, lo hice un poco antes de abrir para empezar a ver como se organizaban.
La señora de la limpieza pronto dejó el suelo brillante, mientras se secaba pasé al almacén, mi tío me presentó a la dependienta, era un chica menuda, apenas tenía tetas ni culo pero tenía unas piernas muy bonitas pero lo que más me impactó de ella fue su sonrisa, con los labios bien perfilados su cara se iluminaba.
Mi tío nos presentó, se llamaba Elena y me pareció que yo le caí bien también, desde ese momento mi tío nos dejó para que me pusiera al corriente de la rutina de la tienda.
Elena me explicó entre estanterías llenas de zapatos como distinguir las múltiples referencias, a mí me parecía imposible distinguirlas pero ella se armó de paciencia y me lo repitió mil veces.
Olía a flores frescas, yo debía hacer cara de bobo cuando le quería atender, ella algunas veces me decía alguna tontería para saber si estaba prestando atención, en realidad estaba pensando en lo deliciosa que estaría esa boca, por mis manos notaba como un hormigueo pensando la suavidad de su piel y el tacto de sus tetas pequeñas.
Tan ensimismado estaba que no la vi acercarse a mí, cuando me dio un piquito en los labios ni reaccioné, tuvo que darme tres más para que yo bajara de la nube donde estaba colgado, mis ojos se quedaron clavados en los suyos, una chispa debió saltar pero como atraídas por un imán nuestras bocas se juntaron.
La empotré contra una estantería llena de cajas, le cogí las muñecas y las dejé sobre su cabeza, mis manos buscaron bajo la camisa del uniforme y encontré sus tetas bajo un pequeño sujetador, lo subí hasta su cuello y las dos perlas quedaron en mis manos.
Solamente llenaban las palmas de la mano pero estaban duras, nos besamos ardientemente, las lenguas se encontraron y bebimos de nuestra saliva, me abrazó cuando bajó los brazos y me empujó a un rincón del almacén más discreto.
Entre cajas de zapatos me bajó el pantalón y buscó mi polla, la cogió con fuerza y la meneó hasta ponerla dura como una piedra, se abrazó a mí a la vez que agitaba la polla cogiéndola del glande, yo busqué entre los pliegues de su falda hasta encontrar la cremallera, la bajé dejándola caer al suelo, después de tantear su pubis peludo pasé la mano bajo de sus bragas hasta separar sus labios y atacar su clítoris, nos corrimos a la vez, parecía como si nos hubiera dado un ataque a los dos, abrazados y dando tumbos por el almacén, más de una caja se mancho de leche y mi mano salió mojada de su coño.
Nos quedamos abrazados hasta que los corazones dejaron de latir como tambores, cuando nos pudimos recomponer salimos a la tienda, ya habían encendido las luces y era hora de abrir al público.
Antonio me preguntó que tal las explicaciones de Elena, yo le repetí lo que tantas veces me había machacado la dependienta, le iba a añadir que estaba muy buena cuando me presentó a la cajera, Pepita era una mujer de unos cuarenta años, estaba un poco llenita pero se cuidaba mucho y junto a una piel cuidada y una peluquería perfecta estaba preciosa.
Mi tío le rogó que me explicara un poco el funcionamiento de la caja registradora.
La mujer me hizo un lado en su asiento dentro de la tarima de la caja, cerró la puertecita y quedamos apretujados frente a la registradora y el ordenador, me explicó cómo hacer los tickets y como usar el datafono para cobrar con tarjeta, la mecánica de cobro no era demasiado difícil, lo más complicado era el manejo de la caja registradora, era un modelo muy antiguo que mi tío se resistía a cambiar, quizá porque iba con la decoración antigua de la tienda, era la primera que montaron sus padres hacía muchos años y esto hacía que los clientes de solera acudieran en masa.
Yo notaba a mi lado que Pepita estaba incómoda, no por la postura, el asiento de madera que aunque acolchado era duro y estrecho, sino que teníamos los cuerpos pegados, los culos juntos rozándose continuamente, la cadera carnosa de la cajera estaba pegada a la mía, tuve que girar y pasar un brazo por detrás de ella que aunque no la tocaba hacía que mi pecho se pegara a su brazo.
Posiblemente esto aún la ponía más nerviosa pues me miraba y sonreía sin ganas moviéndose continuamente.
Lo comprendí y con dificultad me levanté y me puse detrás de ella, en el poco espacio que dejaba la banqueta hasta la pared, por lo menos ella se podía sentar cómoda.
Para fijarme más en lo que me explicaba Pepita me inclinaba sobre su espalda y asomaba la cara al lado de la suya, su pelo suelto me rozaba la cara y se me metía en la nariz, ella preocupada se retiraba el pelo enganchándolo en su oreja, mi respiración junto a su cuello le hacía recorrer escalofríos, lo notaba en sus brazos por la carne de gallina que marcaban, tampoco podía estar quieta en el asiento, y con disimulo se pasaba los dedos sobre los bultitos que marcaban el sujetador y los apretaba hacia dentro.
Al asomarme por su izquierda la abertura de su camisa me dejaba ver una pequeña porción de teta, pero era suficiente para estar más pendiente de su escote que de la caja.
La cajera estaba incómoda, se notaba que no estaba acostumbrada a tener a un chico tan cerca y no dejaba de eliminar cualquier motivo de exhibición por su parte, continuamente se cerraba la camisa o se hundía los pezones para disimularlos, yo me puse de pié, detrás de ella vi que la mujer no se podía concentrar teniéndome a su lado sabiendo que se le podían ver algo las tetas, cuando me pasé al otro lado ya desanimado sin querer le roce la espalda con la polla semi erecta que bullía bajo el pantalón.
Fue apenas un roce pero que recorrió de la izquierda a la derecha de su espalda, noté el canal que tenía en la columna, la chica se quedó inmóvil cuando mi polla se hundió entre sus riñones, incluso se recostó hacia atrás, por unos segundos me presionaba contra la pared, no me di por enterado y seguí hasta pasar a su derecha.
Debía tener mucho trabajo atrasado ya que su brazo derecho no dejaba de pulsar las teclas de la maquina y golpeaba en mi bragueta con cada movimiento, me incliné sobre su hombro, desde allí no había posibilidad de mirar bajo su camisa, se tranquilizó al saberse cubierta pero mi boca al lado de su cuello no la dejaba concentrarse, yo no tenía intención de hacer nada pues no sabía cómo iba a reaccionar y con Antonio revoloteando cerca y Elena arreglando el escaparate no lo veía adecuado.
Le pasé la nariz por detrás de su oreja sin tocarla, solo respirando y lanzándole el aire tibio por las mechas que se le metían en ella, Pepita con cuidado de no tocarme se retiraba los pelos que le atormentaban aunque sin éxito, ya no estaba concentrada en nada, lo mismo cerraba que abría la caja del dinero o cogía al teléfono y lo colgaba seguidamente.
Se volvía y me miraba sin atreverse a decir nada, estaba claro que a su lado la descolocaba por lo que me puse otra vez detrás, así se encontraba más segura de sí misma, yo me apoyé contra la pared mientras me explicaba no sé qué, cuando se estiró para sentarse mejor su espalda se pegó contra mí, notó el estado en que estaba y no volvió a adelantarse, movía sus omóplatos y me daba un masaje quizá sin querer en la polla.
En el hueco que hacía su espalda estuve recorriendo mi bragueta de arriba abajo suavemente mientras ella levantaba y bajaba los hombros, cuando llegué al broche del sujetador presioné hacia arriba, la prenda era preciosa, la había visto un segundo entre su camisa, pero de tan delicada no pudo soportar la presión y se soltó, Pepita se cruzó los brazos por delante inmediatamente, mi tío en ese momento se acercó a nosotros preguntándonos como iba progresando, la chica azorada no tuvo más remedio que soltarse y explicarle a mi tío lo que me había enseñado, vi los ojos de Antonio seguir los movimientos de las tetas libres bajo la camisa, ya no miraba a la chica se había quedado embobado imaginando lo que había debajo de la prenda, cuando pareció volver a la realidad sonrió como salido de un sueño, la chica no sabía qué hacer pues el sujetador libre se le había subido al cuello asomando por el escote mientras las tetas iban a su aire.
Antonio fue prudente pero había tenido una idea, se fue al despacho al momento, una luz se encendió en el teléfono de la cajera, estaba llamando a la calle.
Cuando salió le dijo a Pepita que iban a traer una caja con los nuevos uniformes y si era tan amables podrían probarse varios para elegir el que más les gustaran, la chica dudó, pero le dijo que vivía lejos y que si salía tarde no le daba tiempo a comer y volver a la hora.
Mi tío encontró la solución inmediatamente.
- No hay problema, si os parece os invito a comer a todos, así tendréis tiempo de probaros con tranquilidad, van a venir varias prendas, podéis elegir vosotras, que te parece?
- Bueeeeno, pero llamaré a mi madre para avisarla.
- Y a ti te viene bien Elena?
- Pues precisamente hoy iba a venir mi novio a recogerme, le llamaré y le diré que voy de compras por el centro.
- Hecho, voy a reservar una mesa para cuatro en el Mesón de Cantábria, tienen una cocina especial, os gustará.
Cuando se acercó Elena a la caja no le pasó inadvertida la situación de Pepita, la fina camisa le trasparentaban los pezones claramente además de que la puntilla del sujetador asomaba entre sus botones, me miró a los ojos irónica, sabía que yo tenía mucho que ver en el accidente.
La cajera se levantó con los brazos cruzados sobre el pecho y se metió en el baño, tenía las mejillas coloradas del rubor, Elena me miró la bragueta y me dijo.
- Vaya con Juan, sabía que tenías buena herramienta pero no que fuera tan hábil.
- Te aseguro que ha sido sin querer Elena, ah! no sabía que tenías novio.
- No me lo has preguntado, me caso el año que viene.
- Lo siento, bueno no quiero decir eso, sino que siento lo de antes en el almacén.
- Te refieres a que nos hemos hecho una paja mutua?, yo no pensaba decírselo a mi novio y tú?
- Pues yo tampoco por supuesto, te enfadarías conmigo si te digo que tienes un coño muy apetitoso?
- Pues no, pero tú te enfadarías si te digo que tu polla hizo correrme al sentirla en la mano?
- Tampoco, eres una chica especial, estoy seguro que tu novio estará encantado contigo.
- Pues creo que sí porque le doy todo lo que me pide, a veces más.
- Como que más?
- A veces soy más lanzada que él y quiero probar cosas nuevas, es bastante clásico.
- Qué pena, a mí me encantan los experimentos, haríamos un buen equipo.
- Estoy segura, puede que tengamos ocasión antes de la boda.
- Soñaré con ello.
La dependienta se alejó al volver Pepita, ya venía arreglada, cada teta en su sitio y el pelo impoluto, me sonrió con la tranquilidad de que se veía perfecta otra vez, no estaba acostumbrada a perder el control de su típica monotonía.
A la hora de cerrar a mediodía mi tío estaba nervioso, se notaba su impaciencia en la forma de andar, fue a su despacho y me dijo que le ayudara a sacar las prendas que habían llegado, las esparcimos sobre el sofá que tenía y la mesa, desechó alguna que le parecía demasiado recatada y las escondió en un cajón, me guiño un ojo cómplice.
En el restaurante Antonio quiso tirar la casa por la ventana, mientras las chicas se arreglaban un poco en el aseo mi tío pidió platos típicos de Santander, pronto nos sirvieron los entremeses, rabas, anchoas de Santoña, una muestra de cocido montañés y luego cada uno pidió lo que quiso, lechazo o almejas a la marinera, para postre los sobaos pasiegos y regados con orujo de Liébana. Antonio estaba exultante, cada plato le parecía exquisito y le preguntaba al camarero lo que contenía y de que parte de Cantábria era.
A nuestro lado una pareja comía también, eran de Santander y estaban disfrutando de la comida de su tierra, mientras miraban el móvil de vez en cuando, estaban leyendo algo que parecía interesarles mucho porque tenían mucha complicidad.
Antonio posiblemente por la edad o por la confianza que tenía se decantó por Pepita y se acercó a ella en el banco corrido que rodeaba la mesa, Elena y yo lo hicimos también por afinidad.
Según Antonio iba bebiendo chupitos de orujo de Liébana la punta de la nariz se le iba poniendo colorada, a Pepita eran los mofletes de las mejillas, abrí el móvil y pulse una vez el botón de mi tío para ver el efecto a poca distancia, el tenedor se le cayó de la mano, la siguiente vez iba a coger el chupito de orujo y lo volcó en la mesa, Pepita lo miró preguntándole con la mirada que le pasaba, no había bebido mucho para estar borracho, pero Antonio se separó de la mesa un poco y le enseñó a la cajera el problema, ella abrió los ojos espantada, por debajo del cinturón le salía el capullo rojo.
La mano de mi tío se posó sobre la de Pepita en la mesa, ella quería escabullirse pero él la arrastraba hacia su pantalón, se resistió hasta convencer a mi tío que no quería ponerle la mano en la polla.
Elena era todo lo contrario, fue ella la que me cogió la mano y la puso en el canto de la mesa, seguidamente se inclinó para llegar a la fuente que había en el centro y apretó su teta a mi mano, tardo bastante en servirse y me dio tiempo a atraparle el pezón entre dos dedos.
La chica sabía cómo levantar una polla, pronto se me salió del bóxer y bajó reptando por mi muslo, volvió a buscar más comida en otra fuente y se apoyó sobre mi polla para alcanzar mejor, cuando se sentó tuvo la habilidad de sentarse levantando la falda hacia atrás.
Estuvo todo más que claro cuando separó sus piernas rozándome con una la mía incluso la dejó subida sobre mi muslo la otra a casi 90º.
Mi tío pasaba el brazo por detrás de Pepita, ella lo esquivaba en lo posible, se le veía estirar su falda cuando mi tío escondía la mano bajo de la mesa.
Elena viendo que no me animaba pensó que sería por su próxima boda y me animó poniéndome la mano sobre su muslo. Ya no tuve duda, la subí por su muslo rozando suavemente, a cada centímetro la temperatura subía un grado cuando llegué a la ingle me dispuse a levantarle las bragas pero solo encontré una mata de vello rizado, no creí que se le había salido por el elástico pero cuando mis dedos tocaron la otra ingle comprendí que bajo de mi mano estaba el coño de Elena entero.
Teniendo la referencia de las dos ingles mi dedo corazón tomo la media y no falló, aquí encontré el clítoris duro, lo acaricié levantándole la piel, un pequeño glande presionaba mi dedo, la chica escurrió el culo al canto del asiento ofreciéndome todo su coño.
Mi tío nos miraba de reojo, veía nuestras manos bajo de la mesa y la cara que hacía Elena, el intentaba hacer algo parecido con Pepita pero la mujer se resistía empecinadamente, se tuvo que rendir, Pepita no cedía y su polla casi asomaba por el mantel, mis dedos ya hurgaban dentro de la vagina de Elena pero tuve que desistir cuando mi tío llamó al camarero pidiéndole la cuenta, le di un último repaso al clítoris y saqué la mano sobre la mesa, Elena se sentó bien y se bajó la falda y soltó mi polla.
Pepita fue la primera en levantarse, se estiró la falda reafirmándose en su postura Elena en cambio se cogía de mi mano presionando su teta en mi brazo.
En la tienda no encendimos las luces, nos dirigimos directamente al despacho y mi tío les enseño las diferentes opciones que les había encargado, a Elena le gustaron casi todas, entre las dos fueron descartando los que no les gustaban hasta quedar solo tres.
Elena no esperó que se lo pidiéramos, allí mismo se cambió, el pequeño sujetador cumplía su función sin esfuerzo incluso le venía un poco grande y al levantar los brazos se le salía media teta por debajo, cuando se fue a cambiar la falda se acordó a tiempo que no llevaba bragas y se las puso sobre la suya y luego la dejó caer al suelo.
Pepita quedó impactada por la inhibición de la dependienta, mi tío también pero por otros motivos, no había pensado que estuviera tan buena Elena, pero su objetivo era Pepita.
La mujer salió al almacén a cambiarse, cuando volvió a entrar ya venía con el uniforme nuevo, a Elena le sentaba mejor y le gustaba pero sobre ella no estaba a gusto, la dependienta le alargó otro modelo y Pepita quiso salir otra vez al almacén pero Elena le cogió del brazo.
- Vamos Pepita que pareces una niña, que te da vergüenza que te veamos a lencería que usas?
- No, solo es que… me da apuro delante de los hombres.
- De los hombres? Y quien te va a aconsejar mejor que los hombres, don Antonio tiene un gusto exquisito, fíjate cuando compra las colecciones de zapatos, se venden inmediatamente y Juan con lo joven que es seguro que sabe de mujeres y no sde va a asustar de ver una chica en lencería, además tu te compras las prendas más bonitas, no quieres lucirlas?
Mientras le estaba dando este discurso le iba sacando el uniforme por la cabeza, Pepita sin estar convencida se resistía estirando hacia abajo la blusa, pero Elena no se arredró y no dejó de estirar hasta que se la sacó.
Pepita se quedó con los brazos cruzados tapándose el sujetador, pero entre todos le alabamos el gusto y eso le hizo bajarlos, cuanto más le elogiábamos más orgullosa se sentía de sus prendas íntimas, no se dio cuenta de que Elena no se conformaba en la blusa y tiró de la falda, quedándose en bragas y sujetador.
Sonó el aplauso de los tres, lo cierto es que tenía los cuarenta muy bien llevados, era una pena ver esta chica tan modosa sin ningún novio en su lista y sin muchas esperanzas de tenerlo.
Elena con la misma naturalidad que le había quitado la blusa le dio otra, la cajera se la puso apresuradamente estirándola al máximo para que le tapara las bragas a juego del sujetador granate de blonda, la dependienta le ayudó a ponerse la falda nueva.
Elena también se puso la blusa pero tuvo bastante al ver lo mal que le sentaba a Pepita, ya no se cambió la falda, la cajera estuvo de acuerdo, era horrible y le caía fatal, no esperó a que Elena se la quitara y se desnudó rápido.
Disimuladamente pulsé el botón del vibrador de Antonio, dejé el dedo unos segundos sobre él, se encogió como si le hubieran dado un puñetazo en el estómago y cuando se levantó ya mostraba el bulto en la bragueta, el capullo se marcaba claramente bajo la fina tela del traje de Antonio.
Elena se quedó asombrada, nunca había visto una erección tan grande y tan rápida, de reojo me miró a la bragueta, realmente se notaba que estaba empalmado pero ni mucho menos lo de mi tío.
Antonio miró a Pepita suplicante, ella se tapó los ojos no queriendo ver semejante verga pero ya estaba decidido y se bajó la cremallera del pantalón, Elena se me abrazó esperando ver aquello, todo fue lento hasta que la enorme polla de Antonio saltó en medio del despacho, pegados a ella dos huevos redondos aprisionados por un anillo.
Elena cuando se recuperó se acercó para verlo con detalle, yo la seguía detrás pero Antonio ya había cogido la mano de Pepita que tenía en los ojos, dócilmente se la dejó hasta que sintió entre sus dedos la dureza de la verga, sin volverse la apretó fuertemente, Elena vio como se hinchaban las venas de sangre mientras ella seguía dándole la espaldas.
- Lo siento pero no debo hacerlo, no está bien.
- Cómo que no debes Pepita? Mira lo que hago yo!
Elena a mi lado se quitó la fea blusa.
- No te das cuenta de la polla que tienes en la mano? Cuantas has tenido así?
- Ninguna es la única que he tocado, soy virgen todavía!
- Cómo virgen?, entonces ya no te acuerdas cuando me ayudaste el otro día? -dijo mi tío-
- Bueno es verdad, pro solo fue para ayudarte.
- Y no puedes ayudarme ahora?, estoy tan mal como el otro día o más.
- Si no lo haces tú lo haré yo! –dijo Elena-
Eso pareció animarla más, no quería ser repudiada delante de todos y se volvió cogiéndose con la otra mano a la barra de carne del jefe.
- Vamos Pepita no me obligues a comérmela yo.
Elena se había quitado también de un tirón la falda quedándose solo con el sujetador, el triángulo peludo de la chica hizo que la polla de Antonio diera dos saltos frente a Pepita, tenía un dilema, por una parte no quería hacerlo aunque en su coño brotaban los jugos desde hacía rato y por otra no podía consentir que Elena se le adelantara en una polla que ya había sido de ella.
Elena sabía todo lo que pasaba por su cabeza y estaba intentando por todos los medios empujarla hacia la polla que tenía delante.
- Si no la quieres yo la aprovecharé, no tengo problema.
La dependienta se sacó el sujetador por la cabeza sin despasarlo de un tirón, las tetas cayeron a la vez, yo no se las había visto aún y me encantaron, eran pequeñas pero con unos pezones que superaban a los de mis primas, sobresalían amenazantes.
Aún así Pepita era un mar de dudas, no esperó más Elena me cogió de la mano y me llevó detrás de la cajera, la llevó hasta el cierre del sujetador para que lo soltara, yo ya sabía cómo hacerlo y con dos dedos lo solté, los tirantes saltaron con fuerza dejando caídas las copas sobre el estomago de Pepita, las dos hermosas tetas prácticamente intocadas vibraron hasta tomar su forma natural, le hacían unas curvas por debajo apenas caídas por su peso pero con unos pezones centrados que ya marcaban su dureza.
Elena me animó y pasé las manos bajo de sus brazos cogiéndole las dos mamas, Pepita cerró los ojos queriéndose evadir de la situación pero Antonio ya se había quitado los pantalones y la camisa, se había quedado tan desnudo como Elena, pero con el anillo vibrando el tronco de su verga.
Elena cogió del brazo a Pepita, esta seguía aferrada con las dos manos ala polla de mi tío, le hizo arrodillarse frente a él, la cajera no abría los ojos, pero Elena tiró de sus manos y fue acercándose ella misma el capullo de Antonio a su boca, cuando notó el calor en su nariz, abrió la boca y mi tío se acerco metiendo el glande entre los labios de Pepita.
Elena se relajó por fin, le había costado pero lo había conseguido, yo le puse mis manos en sus tetas pequeñas y volviéndose me besó en la boca.
Eligió el sofá y tirando de mí me arrastró hasta tenerme sobre ella, me fue desnudando a tirones, cuando estuve en pelotas me dio la vuelta y me sentó en el sofá, ella saltó sobre mis piernas y se dejó caer, mi polla resbaló entre sus labios y salió por delante entre los dos, entre sus pelos parecía que era suya en vez de mía de hecho era ella la que disponía de donde debía entrar y lo decidió pronto, se elevó y se mojó el coño con saliva, cuando se dejó caer otra vez se sentó sobre mis piernas, mi polla era toda suya o por lo menos estaba en su terreno.
Vi a Antonio, ahora era él el que manejaba la acción, había despejado la mesa y Pepita estaba tumbada sobre ella, con las piernas en los hombros de mi tío aguantaba las envestidas que le daba en el coño, la chica gemía lastimosamente, aún follando no disfrutaba.
Elena también gemía pero era de placer, yo con mi polla la hacía gozar, cuando saltaba sobre mí le recordé.
- No te apetece probar algo nuevo?
- Esperaba a que me lo pidieras.
- Pues soy todo tuyo.
- Me gustaría sentirte dentro por todos sitios.
- Pues te faltan dos, tu boca y tu culo.
- Primero probare con la boca.
Se arrodilló entre mis piernas y se metió la polla en su boca, aspiró y desapareció casi toda.
Mi tío estaba pendiente de nosotros y como estaba se salió y separó las piernas de Pepita, cogió una silla y se sentó frente a su coño mientras apoyaba loas piernas de la mujer en sus hombros, cuando su lengua lamió desde el culo hacia arriba la cajera ya no gimió con pena, gritaba pidiendo que le comiera el coño, pero ya no fue nada comparado cuando le mordisqueó el clítoris, la mujer dejó caer las piernas de los hombros de Antonio y se las cogió sobre ella abriéndolas, los labios chorreaban flujos espesos que Antonio tragaba ávidamente.
Elena notó que mi polla se hinchaba peligrosamente y antes de sacarla de su boca la relamió, cuando se sentó sobre mi lo hizo dándome la espalda, por delante cogió el tronco y lo paseó por sus labios mojados, lo balanceaba como un limpiaparabrisas eligiendo destino, optó por el agujero que le faltaba, y no lo dudó, no le ví los ojos pero solo suspiró y dijo.
- Esto es una polla y no la de mi novio, dice que no le gusta por ahí ni chuparme el coño.
Me acerque a su oído por detrás.
- Él se lo pierde, yo te voy a follar por el culo y luego te voy a comer el coño hasta que te corras diez veces en ella.
Noté que le gustaba la exageración por el apretón qué me dio con su culo en mi polla.
A mi tío se le encendió la luz, viendo frente a él las nalgas abiertas de Pepita y su coño a su disposición también vio el círculo oscuro que adornaba el culo de Pepita, se levantó y apoyó el capullo en el coño de la cajera, ésta abrió todo lo que pudo las piernas, los zapatos ya los había perdido antes, pero cuando sacó la polla blanca de espuma y la apoyó en su culo no creyó que sería capaz.
Mi tío fue capaz, estaba viendo como Elena próxima a casarse se estaba metiendo mi polla en su culo y no lo hacía con resentimiento, lo estaba disfrutando bien, él iba a probar el culo de la cajera quizá ella se lo reprocharía siempre, pero ese culo tenía que ser suyo y que mejor ocasión que tener su coño y su culo a elegir.
Cuando gritó Pepita Elena apretó su esfínter dándome a entender que ella no gritaba, estaba disfrutando conmigo dentro y le notó sobre todo cuando le puse mis dedos en sus pezones, fue como tocar un interruptor, saltó de golpe y se quedó clavada, un temblor recorrió su cuerpo, su bonita boca se abría como queriendo coger más aire, me tuve que abrazar por detrás de ella para que no se callera de mis piernas con mi polla dentro, le estuve prolongando el orgasmo acariciando su clítoris, fueron minutos largos, aun cuando ya creía que había cesado aún la daban espasmos.
Pepita ya no gritaba, solo pedía más y más polla, la barra de Antonio parecía un embolo en una máquina de vapor, ahora era él quien tenía cogidas sus muslos para que disfrutara solamente mientras la atraía hacia él, la mujer estrenó su primer orgasmo anal, nunca creyó lo que le habían contado sus amigas, solo una había probado el sexo anal y se había corrido pero apenas lo había gozado, ella no, lo había tenido tan intenso como en el coño, claro que la polla que tenía dentro no la tendría su amiga pensó mientras su cuerpo se movía adelante y a tras sobre la mesa.
Antonio se sintió feliz cuando vio a Pepita cogiéndose los pezones y estirándolos desesperadamente mientras se corría, fue una visión que le encendió la polla del todo, le dio dos empujones hasta dentro y a la tercera se quedó clavado quieto, la manguera que tenía entre las piernas empezó a llenar el intestino de Pepita, la mujer con los brazos caído a su lado respiraba agitadamente, Antonio quiso probar su estado y le rozó el clítoris, la mujer dio un salto estremeciéndose, estaba extremadamente sensible pero agotada.
Elena estaba tumbada en el sofá mi boca en su coño, mi lengua pasaba de su vagina a su clítoris aún no se había recuperado del orgasmo anal que había disfrutado pero con las caderas buscaba mi boca, quería correrse también en ella como le había prometido yo, movía su cintura para que alcanzara todos los pliegues del coño, cuando me dio una palmada al culo entendí que quería chupar mi polla a la vez y me tumbé sobre ella, nos comíamos los sexos a la vez, se tragaba mi verga mientras yo incrustaba la cara entre sus labios, lo que le había prometido lo cumplí cuando se volvió a correr, me inundó la cara de flujo, a aquella chica la gustaba follar y lo hacía bien, me dio pena que entre las virtudes de su novio no estuviera la de follar.
Quizá con un poco de resentimiento hacia su novio me corrí dentro de su boca, tragaba a la vez que se le llenaba de leche, notaba en el capullo el movimiento de sus garganta al tragar.
Cuando nos sentamos en el sofá mi tío estaba ayudando a levantarse a Pepita, los pezones los tenía rojos de tanto estirarlos, su cara ya no era la indecisa temerosa que había entrado en el despacho, ahora estaba pletórica, llena de leche de Antonio y el coño de jugos.
Nus juntamos en el centro del despacho faltaba poco para abrir el comercio, Pepita me abrazó y me dijo.
- Me permites un capricho?
- Claro lo que quieras.
Se arrodilló frente a mí y se metió mi polla en la boca, no paró de lamerla hasta que me la puso durísima.
- Así me gusta, ya sé cómo me has despasado el sujetador antes.
Al fondo del pasillo estaba el baño, nos metimos los cuatro a la vez en la ducha, no nos podíamos mover pero sentíamos el frescor del agua encima y el calor de nuestros cuerpos pegados, al salir cada uno recupero su ropa y salimos a abrir en la hora en punto.
Continuará.
Agradezco sus comentarios.
Gracias
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