Mi familia dispone de una bonita caravana, desde que nació mi hermana. Con la que hemos pasado los mejores ratos de nuestra vida, y luego sabrán por qué. Era una alternativa a las vacaciones excesivamente caras en hotel, y mucho más aventureras que quedarse en el pueblo, de las que mis padres estaban hartos. Tenemos unos amigos, veteranos campistas, que nos animaron en la compra..., de tal modo que desde que mi hermana vino al mundo, lo cual fue una bendición para todos, pasamos nuestras vacaciones cada año en un sitio distinto, viviendo mil aventuras, algunas de ellas merecedoras de ser contadas narradas. Trataré de describir sucintamente a mi familia a fin de que nos vayamos situando. Mi padre trabaja en una empresa de venta de automóviles, se llama Damián y tiene 39 años. Mi madre es Azucena de 36 años es profesora de una escuela para adultos. Yo soy Ulises con mis 17 años termino este año la E.S.O., para seguir en bachiller y por último, mi hermana Penélope de 16 años una niña morena precisa.
Como decía, nuestros veraneos se ceñían a localizar un lugar atractivo, dirigirnos a él con nuestra caravana, instalar nuestro avance y disfrutar las 3 o 4 semanas que cogíamos todos los años. Durante nuestros primeros años, los viajes resultaron fantásticos, pero los que vinieron cuando crecimos mi hermana y yo, fueron aún mejores. Nuestra caravana de 4,90 metros resultaba espaciosa para los cuatro, componiéndose los 3 cuerpos interiores con un salón/dormitorio de mis padres, cocina/baño/armario ropero central y saloncito/cama doble en la trasera de la caravana. Ni qué decir tiene que los tres compartimentos son relativamente independientes y se podían aislar del resto con puertas correderas que permitían cierta intimidad. Habitualmente las camas estaban hechas, pues en el interior de la caravana no hacíamos más que dormir, siendo en el avance en donde hacíamos las pocas comidas que realizábamos en la caravana y la poca vida familiar que teníamos, por lo que ir a acostarse era una sencilla labor de entrar y descansar. Mi hermana y yo siempre compartimos el cuarto del fondo con cama doble en litera..., de igual manera que en nuestro piso compartimos la misma habitación por lo que estamos acostumbrados a vernos en prendas íntimas, sus tetas no son un misterio para mí y su coñito y culo lo intuyo pues no lo he visto al completo bien. Más de una vez me hecho una paja pensando en ella que cada día es más bonita y atractiva.
La vida en la caravana propicia una intimidad especial, por sus reducidas dimensiones y el contacto permanente las 24 horas del día… de tal modo que hay ciertas actividades que conviene organizarse para llevarlas a cabo con la conveniente intimidad, especialmente el aseo personal en el pequeño váter de la caravana. A pesar de todo, es inevitable el incurrir en algún desliz que nos pone en evidencia ante nuestra familia, lo cual es relativamente irrelevante dada la frecuencia a lo largo del día, queda como algo asumido. Así, suele ocurrir que cuando mi madre, padre o mi hermana, se están cambiando de bañador o vistiéndose para salir… todos solemos pasar sin mayores miramientos. Esto incurre en sorprendernos casi desnudos en más de una ocasión si no llamamos a la puerta desvaneciéndose la intimidad. Es parte normal de la convivencia de la caravana, por lo que tampoco le dábamos mayor importancia. Denota el grado de intimidad que compartimos en mi familia.
Aquel verano del 2016, llevaba varios años percibiendo lo que era notorio para mi edad. En la relativa intimidad que puede proporcionar la caravana, mis padres casi todas las noches, se dedicaban a echar un polvo… o dos, hacia las dos o las tres de la mañana, cuando tenían la certeza de que nosotros ya dormíamos. Me solía despertar, sobre todo porque el movimiento de la caravana al vaivén de mis padres, que se hacía ligeramente sensible. Había días que tenía el sueño ligero por el calor, con lo que cualquier pequeño ruido o movimiento, eran suficientes para despertarme. De hecho, había llegado a escuchar con claridad los suspiros y gemidos de placer que emitían, especialmente mi madre, se notaba que disfrutaba bastante cuando la follaban llegando a tener varios orgasmos en un solo polvo. A mí en principio no me violentaba la situación, porque es una relación amorosa, cuyo fruto somos mi hermana y yo. Me colocaba mis cascos para oír música mientras duraba la "tormenta" o me pajeaba por la excitación cuando adquiría una erección notoria, pensando en el culo de mamá siendo penetrado por mi polla. Algunas veces mi pensamiento se desviaba hacia el cuerpo de Penélope y ese coñito apretado tan divino que tiene…
La tercera noche en el camping y a la hora habitual, comenzó la fiesta de mis padres y yo, como venía haciendo, me puse mis casos para oír música. Pero algo distinto sucedió, y es que mi hermana también se despertó y dirigiéndose a mí para preguntarme, me dijo…
-"Oye Ulises, ¿Que hacen papá y mamá, que se les oye jadear?" Yo eludí la respuesta y traté de que volviese a dormir, pero ella insistió…
-"Pues si tú no lo sabes, yo sí lo sé lo que hacen…".
Sorprendido, volví a evitar responder directamente y le dije que no me importaba lo que hiciesen. Nuevamente mi hermana volvió a la carga, esta vez para decirme que desde el armario se podía ver el habitáculo de nuestros padres por una grieta que tenía el panel de madera que lo separaba de su habitación y que ella iba a mirar, pues ya lo había hecho en otras ocasiones el año pasado. Yo le recriminé su actitud y le dije que si hacía eso se lo diría a mis padres, pero no sirvió de nada. Con sumo cuidado y en silencio, salió de nuestra habitación y se dirigió hacia el armario y, abriéndolo, se introdujo dentro. Yo vi esta maniobra desde nuestra habitación, cuya puerta había quedado abierta. Al cabo de unos minutos en los que yo estaba más que intranquilo, volvió mi hermana, y con una sonrisa maliciosa me dijo…
-"¿De verdad que no quieres verlo? Lo están pasando en grande, ¡Venga, ven conmigo! ¡Si no se van a enterar tal y como están!" Y reía.
Yo, que no sabía qué hacer, al final cedí al requerimiento de mi hermana que tiraba de mi brazo. Ambos nos introdujimos en el armario, con cierta dificultad por sus reducidas dimensiones y nos aprestamos a mirar por una gran grieta que efectivamente había en la junta del panel de madera con la pared de la caravana. Yo por arriba y mi hermana desde algo más abajo, percibimos a mis padres, a pesar de la oscuridad..., eran perfectamente visibles, pues la luz del camping se filtraba a través de los visillos de sus dos grandes ventanas y pude comprobar que efectivamente estaban haciendo el amor. Mi madre colocada a cuatro patas sobre la cama y mi padre, de rodillas tras ella, la penetraba desde atrás, la estaba follando a base de bien. Me sorprendió el vaivén de las tetas moviéndose al compás que marcaba mi padre. Me avergoncé de verles en esa posición y en esa situación, pero mantuve mi observación unos minutos, atraído y asombrado del espectáculo. Mi hermana, por el contrario, no solo no se le veía violenta, sino que parecía disfrutar del mismo, y en la oscuridad del armario, notaba por una gota de luz que nos entraba, que sonreía con los ojos muy abiertos. La escena avivó mis instintos básicos y noté que entraba en erección, haciéndole notar a mi hermana el hecho con la presión de mi creciente polla en su baja espalda, sobre su culito, por lo que llegado un momento de máxima extensión, de repente se volvió hacia mí y me preguntó en voz baja…
-"¿Oye Ulises, te das cuenta cómo te estás poniendo al ver esto? Pues yo estoy igual que tú, aunque a mí no se me note ¿sabes? Es que no es para menos, ¡verdad?"-
Mi turbación subió de nivel hasta el extremo de que me retiré de ella y salí del armario hacia el cuarto. Ella me siguió casi inmediatamente y tras cerrar nuestra puerta, me preguntó ya más tranquilos… -“¿Oye nene qué te pasa, te has excitado como yo?” En fin, con esta primera pregunta rompimos el hielo confiándonos mutuamente nuestras inquietudes y mi hermana….
Esa niña inocente que yo consideraba, me comenzó a contar que ella ya estaba informada desde hace tiempo lo que es echar un polvo... Es más, su amiga Marta del instituto que solía venir por casa con frecuencia, salía con un chico desde hace unos meses y que ya habían follado varias veces, y excepto una vez las demás le había gustado mucho. Yo no salía de mi asombro escuchando a mi hermana, pues aunque yo estoy debidamente informado hace años, no contaba con que mi hermana estuviese tan al día y utilizando ese lenguaje. Ella, lejos de cortarse, me confirmó que no solo los chicos hablamos de sexo y que algunas de sus amigas ya lo habían practicado, casi todas con éxito. La pregunta era obligada, así es que le pregunté directamente si ella también había probado…
-“No, no he tenido novio para follar...” Confirmándome que aún era virgen… Ella me preguntó lo mismo y le dije que solo una chica en un juego de la botella me hizo una paja las pasadas vacaciones de semana santa en el pueblo. A partir de ese momento ya mostró más interés por mi verga…
-“Sabes que he notado lo dura que se te ha puesto, y lo increíble es que al notarla ¡Me ha dado un escalofrío! Nunca había sentido algo así, tan cerca, a pesar de que lo ha visto en películas porno que me han enseñado mis amigas.”
Ella me confesó que viendo a nuestros padres, también había sentido una excitación especial, por lo cual, quizá, le impresionó más el contacto con mi miembro viril. A pesar de que nos teníamos bastante vistos, no completamente desnudos, pero en ropa interior sí, en casa y sobre todo en la caravana con más frecuencia. Yo solo había alcanzado a verla en bragas con las tetas al aire y ella a mí en calzoncillos, por lo que mi hermana me pidió que le enseñase la polla. Tuve mis dudas, a lo mejor, en casa saliendo de la ducha o en otra circunstancia similar, no me hubiese importando que me viese desnudo o yo a ella, pero así, en estas circunstancias y sobre todo en plena erección, la verdad es que me cortaba un poco.
Ella trató de tranquilizarme… -“Al menos déjame tocarla y te prometo que tú puedes acaríciame mi chocho si quieres, es como un favor mutuo...”
Ante mi indecisión ella tomó la iniciativa y sin responderle, dirigió su mano a mi entrepierna dándome un sobresalto su decisión. Posó su mano en mi cipote a través del bóxer, la única prenda que llevaba encima. Hizo una exclamación de sorpresa y admiración al comprobar la dureza y dimensiones del badajo que gasto a punto de reventar y con la misma libertad e iniciativa, metió su mano por la parte superior del calzoncillo y comenzó a tocar directamente con habilidad, en la carne trémula. El mástil quedó al descubierto al desplazar el bóxer hacia abajo.Mi corazón latía a 200 pulsaciones, por lo menos, mientras ella manoseaba mi polla y testículos con curiosidad, incluso mirando con descaro. Aunque yo traté de zafarme de su maniobra, ella me lo impedía con maestría, frotando y acariciando mi miembro en sus zonas más sensibles. Y de pronto hizo lo que nunca pensé que Penélope me podría hacer.... Sin contemplaciones se la metió en la boca para hacerme la primera mamada de mi vida. Su pequeña boca se ensanchó hasta poder engullirse mi verga casi hasta la mitad. Su torpeza en la succión no evitó mi excitación, a pesar que sus dientes se hacían notar en mi glande. Aquella situación me era incontrolable, mis ganas de eyacular no atendían a mis deseos de continuar un poco más, o mucho más deleitandome de la felación deliciosa que mi hermana me propinaba sin el menor recato. Sentía su lengua rozar el sencible glande enervado haciendome templar de gozo..., hasta que de pronto el gusto por esa mamada llegó al punto álgido sin remisión ni cotención alguna por mi parte... solo pasaban tres minutos en semejante situación y sin poder remediarlo me corrí en la garganta de mi hermana en un orgasmo tan placentero como violento, expulsando mi semen en chorros a presión acumulado de varios días. Mi hermana dejó de chupar, sacándola para beberse la leche depositada en su boca. Con descaro me la enseñó para ver como se lo zampaba de un solo trago, para mi sorpresa y curiosidad se limpió con la lengua el rebose de sus comisuras dejando que mi atolondramiento por el subidón de adrenalina se pasase con unas caricias amistosas a mi falo.
Me preguntó… -“¿Te ha gustado como te lo he hecho, nene?”
no cabía nada más que una respuesta “Claro que sí, eres divina haciendo mamadas.” mentí un poco pero la excitación junto al trabajo de ella no merecía la verdad.
Me preguntó… -“¿Cuántas pajas te haces a la semana?”
le contesté que una al día por lo menos. -“Pues yo llevo varios meses tocándome y aquí en el camping ya me he hecho dos pajas, incluso contigo en la habitación” rió como una descosida a ver mi cara de asombro por no haberla descubierto.
No dejaba de asómbrame por su atrevimiento y grandes conocimientos para su edad. Pronto comprendí que ella llevaba la iniciativa en todo, pues era mucho más atrevida y sabía más que yo seguramente. Me dijo que si quería yo ahora tocarle su chocho, hasta que se corriese también, y con un pudor incontenible, dirigí mi mano hacia sus genitales con mucha precaución y cuidado. Ella recogió la mano y tirando de ella se la situó directamente en su vagina, pues el pantalón se lo había bajado ella con la otra mano. Me sorprendió el escaso vello que aún tenía y para su edad lo grande y caliente que era su coño. Le pasaba la mano por su raja de arriba abajo e introducía mis dedos en su interior, tratando de localizar el clítoris que me había dicho estaba en la parte superior de su raja, pero no sabía exactamente donde se hallaba.
Mi primer impulso fue retirar la mano enseguida, pero ella la retenía… -“Un poco más arriba está el clítoris, vamos frótamelo, necesito que me hagas una buena paja. Méteme el dedo también”. Si yo quería, me ofreció que le tocase sus tetas, pues aunque poco desarrolladas, ya tenían cuerpo y eran realmente atractivas. Con la otra mano, comencé a metérsela por debajo de su camiseta-pijama y comencé a manosear sus pechos. Me llamó la atención el pezón tan duro y erecto que tenía.
Con estos tocamientos, mi hermana comenzó a suspirar profundamente y gemir ligeramente. -“¡¡Por favor Penélope nos pueden oír!!” se percató y bajó su tono.
Después se colocó de modo más cómodo para disfrutar de la masturbación a tope. Se puso boca arriba y se abrió de piernas. Sin el pantalón y la camisa, de tal modo que estaba totalmente desnuda en la cama dejándose arrastrar por la lujuria... no paraba de tocarle todo. Se amarró de nuevo a mi polla que seguía erecta mientras le masturbaba sin dilación siguiendo sus instrucciones. Me pidió que le chupase los pechos, pues le daría mucho gusto y yo así lo hice. Realmente pareció gustarle, pues me sujetaba la cabeza para que no pudiese retirarme y yo también disfrutaba con la labor. Pero al rato me bajé a comerle el coño y eso nos gustó mucho más.
En mi caso duré escasos minutos en correrme, pero lo de mi hermana era más lento, pues llevábamos más de cinco minutos y a pesar de su grado de excitación extrema y de moverse y retorcerse con ardor, no decía nada sobre si ya había alcanzado el clímax, por lo que yo continué con mi labor, lo que ocurría era que yo ahora, también estaba comenzando a excitarme y me daban mil tentaciones de hacer con mi hermana un arreglo total, algo que veía del todo inevitable. Poco a poco fui acercando a ella mi polla para conocer su reacción; hacía rato que ella lo había cogido haciendo amagos de acercarlo a su sexo. Me dio un poco de reparo y paré lo que estaba haciendo… -
-“Nena si seguimos te voy a tener que follar con toda sus consecuencia y demás.” Ella me dijo que siguiera con mi boca en su coño más rápidamente y entre grandes convulsiones se corrió. Dejaríamos la penetración para una ocasión futura. Tras descansar un poco a que decreciesen los latidos internos de su conejito, me pidió que la siguiese tocando suavemente. Yo me vi inmerso en una preocupación por lo que acababa de suceder y aquella noche no pude conciliar el sueño hasta ya entrada la mañana. A partir de ese momento, descansé algo mejor, pero cuando me desperté, solo en la caravana me embargó una sensación de culpa por haber arrastrado a mi hermana pequeña a hacer algo impropio, sin ser consciente que ella llevó la iniciativa en todo momento.
Continúa...
Como decía, nuestros veraneos se ceñían a localizar un lugar atractivo, dirigirnos a él con nuestra caravana, instalar nuestro avance y disfrutar las 3 o 4 semanas que cogíamos todos los años. Durante nuestros primeros años, los viajes resultaron fantásticos, pero los que vinieron cuando crecimos mi hermana y yo, fueron aún mejores. Nuestra caravana de 4,90 metros resultaba espaciosa para los cuatro, componiéndose los 3 cuerpos interiores con un salón/dormitorio de mis padres, cocina/baño/armario ropero central y saloncito/cama doble en la trasera de la caravana. Ni qué decir tiene que los tres compartimentos son relativamente independientes y se podían aislar del resto con puertas correderas que permitían cierta intimidad. Habitualmente las camas estaban hechas, pues en el interior de la caravana no hacíamos más que dormir, siendo en el avance en donde hacíamos las pocas comidas que realizábamos en la caravana y la poca vida familiar que teníamos, por lo que ir a acostarse era una sencilla labor de entrar y descansar. Mi hermana y yo siempre compartimos el cuarto del fondo con cama doble en litera..., de igual manera que en nuestro piso compartimos la misma habitación por lo que estamos acostumbrados a vernos en prendas íntimas, sus tetas no son un misterio para mí y su coñito y culo lo intuyo pues no lo he visto al completo bien. Más de una vez me hecho una paja pensando en ella que cada día es más bonita y atractiva.
La vida en la caravana propicia una intimidad especial, por sus reducidas dimensiones y el contacto permanente las 24 horas del día… de tal modo que hay ciertas actividades que conviene organizarse para llevarlas a cabo con la conveniente intimidad, especialmente el aseo personal en el pequeño váter de la caravana. A pesar de todo, es inevitable el incurrir en algún desliz que nos pone en evidencia ante nuestra familia, lo cual es relativamente irrelevante dada la frecuencia a lo largo del día, queda como algo asumido. Así, suele ocurrir que cuando mi madre, padre o mi hermana, se están cambiando de bañador o vistiéndose para salir… todos solemos pasar sin mayores miramientos. Esto incurre en sorprendernos casi desnudos en más de una ocasión si no llamamos a la puerta desvaneciéndose la intimidad. Es parte normal de la convivencia de la caravana, por lo que tampoco le dábamos mayor importancia. Denota el grado de intimidad que compartimos en mi familia.
Aquel verano del 2016, llevaba varios años percibiendo lo que era notorio para mi edad. En la relativa intimidad que puede proporcionar la caravana, mis padres casi todas las noches, se dedicaban a echar un polvo… o dos, hacia las dos o las tres de la mañana, cuando tenían la certeza de que nosotros ya dormíamos. Me solía despertar, sobre todo porque el movimiento de la caravana al vaivén de mis padres, que se hacía ligeramente sensible. Había días que tenía el sueño ligero por el calor, con lo que cualquier pequeño ruido o movimiento, eran suficientes para despertarme. De hecho, había llegado a escuchar con claridad los suspiros y gemidos de placer que emitían, especialmente mi madre, se notaba que disfrutaba bastante cuando la follaban llegando a tener varios orgasmos en un solo polvo. A mí en principio no me violentaba la situación, porque es una relación amorosa, cuyo fruto somos mi hermana y yo. Me colocaba mis cascos para oír música mientras duraba la "tormenta" o me pajeaba por la excitación cuando adquiría una erección notoria, pensando en el culo de mamá siendo penetrado por mi polla. Algunas veces mi pensamiento se desviaba hacia el cuerpo de Penélope y ese coñito apretado tan divino que tiene…
La tercera noche en el camping y a la hora habitual, comenzó la fiesta de mis padres y yo, como venía haciendo, me puse mis casos para oír música. Pero algo distinto sucedió, y es que mi hermana también se despertó y dirigiéndose a mí para preguntarme, me dijo…
-"Oye Ulises, ¿Que hacen papá y mamá, que se les oye jadear?" Yo eludí la respuesta y traté de que volviese a dormir, pero ella insistió…
-"Pues si tú no lo sabes, yo sí lo sé lo que hacen…".
Sorprendido, volví a evitar responder directamente y le dije que no me importaba lo que hiciesen. Nuevamente mi hermana volvió a la carga, esta vez para decirme que desde el armario se podía ver el habitáculo de nuestros padres por una grieta que tenía el panel de madera que lo separaba de su habitación y que ella iba a mirar, pues ya lo había hecho en otras ocasiones el año pasado. Yo le recriminé su actitud y le dije que si hacía eso se lo diría a mis padres, pero no sirvió de nada. Con sumo cuidado y en silencio, salió de nuestra habitación y se dirigió hacia el armario y, abriéndolo, se introdujo dentro. Yo vi esta maniobra desde nuestra habitación, cuya puerta había quedado abierta. Al cabo de unos minutos en los que yo estaba más que intranquilo, volvió mi hermana, y con una sonrisa maliciosa me dijo…
-"¿De verdad que no quieres verlo? Lo están pasando en grande, ¡Venga, ven conmigo! ¡Si no se van a enterar tal y como están!" Y reía.
Yo, que no sabía qué hacer, al final cedí al requerimiento de mi hermana que tiraba de mi brazo. Ambos nos introdujimos en el armario, con cierta dificultad por sus reducidas dimensiones y nos aprestamos a mirar por una gran grieta que efectivamente había en la junta del panel de madera con la pared de la caravana. Yo por arriba y mi hermana desde algo más abajo, percibimos a mis padres, a pesar de la oscuridad..., eran perfectamente visibles, pues la luz del camping se filtraba a través de los visillos de sus dos grandes ventanas y pude comprobar que efectivamente estaban haciendo el amor. Mi madre colocada a cuatro patas sobre la cama y mi padre, de rodillas tras ella, la penetraba desde atrás, la estaba follando a base de bien. Me sorprendió el vaivén de las tetas moviéndose al compás que marcaba mi padre. Me avergoncé de verles en esa posición y en esa situación, pero mantuve mi observación unos minutos, atraído y asombrado del espectáculo. Mi hermana, por el contrario, no solo no se le veía violenta, sino que parecía disfrutar del mismo, y en la oscuridad del armario, notaba por una gota de luz que nos entraba, que sonreía con los ojos muy abiertos. La escena avivó mis instintos básicos y noté que entraba en erección, haciéndole notar a mi hermana el hecho con la presión de mi creciente polla en su baja espalda, sobre su culito, por lo que llegado un momento de máxima extensión, de repente se volvió hacia mí y me preguntó en voz baja…
-"¿Oye Ulises, te das cuenta cómo te estás poniendo al ver esto? Pues yo estoy igual que tú, aunque a mí no se me note ¿sabes? Es que no es para menos, ¡verdad?"-
Mi turbación subió de nivel hasta el extremo de que me retiré de ella y salí del armario hacia el cuarto. Ella me siguió casi inmediatamente y tras cerrar nuestra puerta, me preguntó ya más tranquilos… -“¿Oye nene qué te pasa, te has excitado como yo?” En fin, con esta primera pregunta rompimos el hielo confiándonos mutuamente nuestras inquietudes y mi hermana….
Esa niña inocente que yo consideraba, me comenzó a contar que ella ya estaba informada desde hace tiempo lo que es echar un polvo... Es más, su amiga Marta del instituto que solía venir por casa con frecuencia, salía con un chico desde hace unos meses y que ya habían follado varias veces, y excepto una vez las demás le había gustado mucho. Yo no salía de mi asombro escuchando a mi hermana, pues aunque yo estoy debidamente informado hace años, no contaba con que mi hermana estuviese tan al día y utilizando ese lenguaje. Ella, lejos de cortarse, me confirmó que no solo los chicos hablamos de sexo y que algunas de sus amigas ya lo habían practicado, casi todas con éxito. La pregunta era obligada, así es que le pregunté directamente si ella también había probado…
-“No, no he tenido novio para follar...” Confirmándome que aún era virgen… Ella me preguntó lo mismo y le dije que solo una chica en un juego de la botella me hizo una paja las pasadas vacaciones de semana santa en el pueblo. A partir de ese momento ya mostró más interés por mi verga…
-“Sabes que he notado lo dura que se te ha puesto, y lo increíble es que al notarla ¡Me ha dado un escalofrío! Nunca había sentido algo así, tan cerca, a pesar de que lo ha visto en películas porno que me han enseñado mis amigas.”
Ella me confesó que viendo a nuestros padres, también había sentido una excitación especial, por lo cual, quizá, le impresionó más el contacto con mi miembro viril. A pesar de que nos teníamos bastante vistos, no completamente desnudos, pero en ropa interior sí, en casa y sobre todo en la caravana con más frecuencia. Yo solo había alcanzado a verla en bragas con las tetas al aire y ella a mí en calzoncillos, por lo que mi hermana me pidió que le enseñase la polla. Tuve mis dudas, a lo mejor, en casa saliendo de la ducha o en otra circunstancia similar, no me hubiese importando que me viese desnudo o yo a ella, pero así, en estas circunstancias y sobre todo en plena erección, la verdad es que me cortaba un poco.
Ella trató de tranquilizarme… -“Al menos déjame tocarla y te prometo que tú puedes acaríciame mi chocho si quieres, es como un favor mutuo...”
Ante mi indecisión ella tomó la iniciativa y sin responderle, dirigió su mano a mi entrepierna dándome un sobresalto su decisión. Posó su mano en mi cipote a través del bóxer, la única prenda que llevaba encima. Hizo una exclamación de sorpresa y admiración al comprobar la dureza y dimensiones del badajo que gasto a punto de reventar y con la misma libertad e iniciativa, metió su mano por la parte superior del calzoncillo y comenzó a tocar directamente con habilidad, en la carne trémula. El mástil quedó al descubierto al desplazar el bóxer hacia abajo.Mi corazón latía a 200 pulsaciones, por lo menos, mientras ella manoseaba mi polla y testículos con curiosidad, incluso mirando con descaro. Aunque yo traté de zafarme de su maniobra, ella me lo impedía con maestría, frotando y acariciando mi miembro en sus zonas más sensibles. Y de pronto hizo lo que nunca pensé que Penélope me podría hacer.... Sin contemplaciones se la metió en la boca para hacerme la primera mamada de mi vida. Su pequeña boca se ensanchó hasta poder engullirse mi verga casi hasta la mitad. Su torpeza en la succión no evitó mi excitación, a pesar que sus dientes se hacían notar en mi glande. Aquella situación me era incontrolable, mis ganas de eyacular no atendían a mis deseos de continuar un poco más, o mucho más deleitandome de la felación deliciosa que mi hermana me propinaba sin el menor recato. Sentía su lengua rozar el sencible glande enervado haciendome templar de gozo..., hasta que de pronto el gusto por esa mamada llegó al punto álgido sin remisión ni cotención alguna por mi parte... solo pasaban tres minutos en semejante situación y sin poder remediarlo me corrí en la garganta de mi hermana en un orgasmo tan placentero como violento, expulsando mi semen en chorros a presión acumulado de varios días. Mi hermana dejó de chupar, sacándola para beberse la leche depositada en su boca. Con descaro me la enseñó para ver como se lo zampaba de un solo trago, para mi sorpresa y curiosidad se limpió con la lengua el rebose de sus comisuras dejando que mi atolondramiento por el subidón de adrenalina se pasase con unas caricias amistosas a mi falo.
Me preguntó… -“¿Te ha gustado como te lo he hecho, nene?”
no cabía nada más que una respuesta “Claro que sí, eres divina haciendo mamadas.” mentí un poco pero la excitación junto al trabajo de ella no merecía la verdad.
Me preguntó… -“¿Cuántas pajas te haces a la semana?”
le contesté que una al día por lo menos. -“Pues yo llevo varios meses tocándome y aquí en el camping ya me he hecho dos pajas, incluso contigo en la habitación” rió como una descosida a ver mi cara de asombro por no haberla descubierto.
No dejaba de asómbrame por su atrevimiento y grandes conocimientos para su edad. Pronto comprendí que ella llevaba la iniciativa en todo, pues era mucho más atrevida y sabía más que yo seguramente. Me dijo que si quería yo ahora tocarle su chocho, hasta que se corriese también, y con un pudor incontenible, dirigí mi mano hacia sus genitales con mucha precaución y cuidado. Ella recogió la mano y tirando de ella se la situó directamente en su vagina, pues el pantalón se lo había bajado ella con la otra mano. Me sorprendió el escaso vello que aún tenía y para su edad lo grande y caliente que era su coño. Le pasaba la mano por su raja de arriba abajo e introducía mis dedos en su interior, tratando de localizar el clítoris que me había dicho estaba en la parte superior de su raja, pero no sabía exactamente donde se hallaba.
Mi primer impulso fue retirar la mano enseguida, pero ella la retenía… -“Un poco más arriba está el clítoris, vamos frótamelo, necesito que me hagas una buena paja. Méteme el dedo también”. Si yo quería, me ofreció que le tocase sus tetas, pues aunque poco desarrolladas, ya tenían cuerpo y eran realmente atractivas. Con la otra mano, comencé a metérsela por debajo de su camiseta-pijama y comencé a manosear sus pechos. Me llamó la atención el pezón tan duro y erecto que tenía.
Con estos tocamientos, mi hermana comenzó a suspirar profundamente y gemir ligeramente. -“¡¡Por favor Penélope nos pueden oír!!” se percató y bajó su tono.
Después se colocó de modo más cómodo para disfrutar de la masturbación a tope. Se puso boca arriba y se abrió de piernas. Sin el pantalón y la camisa, de tal modo que estaba totalmente desnuda en la cama dejándose arrastrar por la lujuria... no paraba de tocarle todo. Se amarró de nuevo a mi polla que seguía erecta mientras le masturbaba sin dilación siguiendo sus instrucciones. Me pidió que le chupase los pechos, pues le daría mucho gusto y yo así lo hice. Realmente pareció gustarle, pues me sujetaba la cabeza para que no pudiese retirarme y yo también disfrutaba con la labor. Pero al rato me bajé a comerle el coño y eso nos gustó mucho más.
En mi caso duré escasos minutos en correrme, pero lo de mi hermana era más lento, pues llevábamos más de cinco minutos y a pesar de su grado de excitación extrema y de moverse y retorcerse con ardor, no decía nada sobre si ya había alcanzado el clímax, por lo que yo continué con mi labor, lo que ocurría era que yo ahora, también estaba comenzando a excitarme y me daban mil tentaciones de hacer con mi hermana un arreglo total, algo que veía del todo inevitable. Poco a poco fui acercando a ella mi polla para conocer su reacción; hacía rato que ella lo había cogido haciendo amagos de acercarlo a su sexo. Me dio un poco de reparo y paré lo que estaba haciendo… -
-“Nena si seguimos te voy a tener que follar con toda sus consecuencia y demás.” Ella me dijo que siguiera con mi boca en su coño más rápidamente y entre grandes convulsiones se corrió. Dejaríamos la penetración para una ocasión futura. Tras descansar un poco a que decreciesen los latidos internos de su conejito, me pidió que la siguiese tocando suavemente. Yo me vi inmerso en una preocupación por lo que acababa de suceder y aquella noche no pude conciliar el sueño hasta ya entrada la mañana. A partir de ese momento, descansé algo mejor, pero cuando me desperté, solo en la caravana me embargó una sensación de culpa por haber arrastrado a mi hermana pequeña a hacer algo impropio, sin ser consciente que ella llevó la iniciativa en todo momento.
Continúa...
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