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Jugando con fuego 17

Lo que más me sorprendía, aquello a lo que nunca me acababa de acostumbrar, era a la montaña rusa de emociones y sentimientos de aquella época. Lo único que era lineal era mi fantasía con Edu y María estrictamente hablando. Pero todo lo que lo rodeaba subía y bajaba. Recuerdo que aquella mañana de viernes, poco después de pedirle a María que se pusiera el bikini rojo, comencé a sentirme terriblemente mal. Mal conmigo mismo, como si me estuviera fallando. Y recapitulé todos los errores, todas traiciones que estaba cometiendo contra mí mismo y contra María. Contra mí mismo por cómo permitía que Edu me tratase así, y contra María por haberle mandado su foto a aquel idiota.
Y es que mi juego a dos bandas, si bien lo consideraba en cierta forma una jugada de dudosa ética para con mi novia, yo en ningún momento había obligado a María a nada, al menos lo veía así. Quiero decir que tenía en mi cabeza una especie de exoneración de culpa que consistía en que si algún día pasaba algo grave, algo fuerte entre ellos dos, sería siempre porque María habría querido; pero lo de enviarle aquella foto sí me parecía una jugada injusta por mi parte. María no se lo merecía, seguro que tampoco se merecía mi juego a dos bandas, pero lo de la foto mucho menos.
Esa mañana me metieron en dos reuniones en el trabajo que afortunadamente me acabaron sacando del bucle de pensamientos negativos en los que me encontraba. Además, comí con un par de jefes lo cual prolongó que pudiera evadirme; por suerte o por desgracia llegó la tarde y el volumen de trabajo bajó bastante.
Acabé escribiéndole a María, unos mensajes bastante románticos, por decirlo de alguna manera. Pero pasaron los minutos y las horas y María no me respondía. En esos momentos nunca lograba comprender en qué podría estar tan entretenida como para estar dos horas sin mirar el móvil.
Y como si de un tiovivo se tratara, mi mente comenzó a volar pensando que estaría ocupada con el cabrón de Edu, y mi romanticismo se tornó en morbo. De nuevo en el trabajo teniendo una erección cada diez minutos pensando en qué estarían haciendo en su apartamento de la playa.
Unas horas atrás escribiéndole unos mensajes de lo más ñoños para después empalmarme imaginándome que Edu le metía mano por todas partes...
Ella no me respondió y no supe nada de ella hasta que ya en casa apareció con un vestido de playa liso y de color verde, y por el nudo en el cuello, supe que debajo llevaba el bikini rojo... El bikini debía de estar húmedo pues se notaba que había traspasado la humedad al vestido.
Como si tal cosa me propuso ir a cenar fuera después de darse una ducha. Le dije que me parecía bien y le pregunté cómo es que no me respondía a los mensajes y me dijo que se le había quedado el móvil en el apartamento y que cuando vio los mensajes ya iba de vuelta a casa. Me quedé algo sorprendido, mis mensajes creo que eran suficientemente románticos o melosos, para ser respondidos al momento.
Estando los dos en el cuarto de baño sonó un mensaje en su móvil y María lo cogió, al momento me lo dio a leer.
Edu: Cuando volváis de Cantabria deberías venir a pasar aquí un fin de semana tu novio y tú. Lo pasaríamos bien los cuatro.
Yo intentaba disimular mi sorpresa, y María dijo:
-Se le va la olla, ¿no?
-¿Por qué?
-Hombre... pasar un fin de semana... me parece mucho, no sé. ¿Tú quieres?
-No sé, ¿por qué no?
-¿Sí? Me extraña que te apetezca.
-No sé, es algo diferente.
-No habrá segundas intenciones en que te apetezca, ¿no? -dijo quitándose el vestido.
-Bueno... -dije esbozando una media sonrisa.
Me acerqué a ella y nos dimos un beso. Llevé mis manos a su cintura y en seguida sobre sus tetas... su bikini rojo estaba húmedo... era un escándalo aquel bikini. Me eché un poco hacia atrás para contemplarla bien...
-Al final te lo pusiste...
-Llevé tres y acabé mojando los tres...
-¿Mojando arriba o abajo?
-Eres tonto... de verdad... -respondió besándome.
Nuestro beso se fue alargando... notaba su lengua caliente y juguetona y me deshice de la parte de arriba de su bikini, le acaricié las tetas que tenía más calientes que el bikini y se le erizaban los pezones por momentos.
-¿No le dio un infarto cuando te vio con este bikini?
-No sé... Fue un día muy raro, la verdad...
-¿Sí? ¿Y eso?
-Mmm... No sé... ¿que te parece si nos ponemos guapos y te lo cuento en la cena?
-Ufff... no aguanto... María... cuéntamelo ya... -dije besando su cuello sin soltar sus pechos... que acariciaba cada una de sus tetas con una mano.
Nuestras bocas se fundieron en otro beso largo y encendido. Ella se quitaba la braga del bikini mientras yo, de forma improvisada, me deshacía de mi ropa, ocurriéndoseme entrar con ella en la ducha. Ya no sentía aquel nudo en el estómago por haberle mandado la foto a Edu, ni me sentía mal por mi juego a dos bandas, otra vez, el morbo lo envolvía todo.
Pronto un chorro caliente nos mojaba a los dos, nos besábamos, nos acariciábamos y abrazábamos, mientras yo le preguntaba y ella me contaba:
-Pues... por la mañana fue normal... y la comida también... después bajamos a la playa y ahí empezaron... con cuchicheos y cosas raras que yo no oía. No sé, no me parecía muy normal.
-¿Pero hablaban de ti?
-Es que no lo sé. Bueno, tampoco me puse como loca a intentar escuchar, serían cosas suyas. Pero era un poco de mala educación, lo peor es que después... empezaron a enrollarse...
-Jaja, ¿En serio?
-Sí.
-Bueno... son novios... ¿Pero mucho?
-No mucho, pero bueno, no tenemos quince años, ¿no?
Ya nos embadurnábamos con jabón que María esparcía sobre mi pecho y fue bajando hasta comenzar a acariciarme la polla, enjabonándomela, y yo hacía lo propio con su vientre y sus tetas...
-Y nada... me fui al agua... volví... la verdad es que era como estar sola. Después ellos se fueron al agua... y allí bueno... pues un poco escándalo la verdad...
-¿Por?
-Bueno, empezaron como a jugar, después a besarse, después ella le abrazó... y como que se le subió encima... ya sabes... rodeándole con los brazos... y las piernas...
-Joder... qué morboso ¿no? -dije recreándome en enjabonar sus tetas con cuidado...
-Para tí todo es morboso...
-Todo no... pero eso...
-No sé... yo no quería ni mirar.
-¿Pero por donde les llegaba el agua?
-No sé... por el pecho... o el cuello...
-No estarían follando...
-Mmm... no creo. ¿No?
-No sé, tú sabrás... yo no estaba allí.
-No creo.
-¿Pero cuanto tiempo estuvieron?
-Pues no sé, igual cinco minutos.
-¿Y no notaste movimientos rítmicos?
-No sé... lo que sí... -dijo ella enjabonándome la polla con las dos manos y echando la piel de mi polla adelante y atrás- lo que sí... es que ella ponía unas caritas...
-No me jodas...
-Pues sí.
-Joder, María... estaban follando fijo...
-No sé... segura no puedo estar. Además que tampoco miraba mucho, solo de vez en cuando.
-¿Y te puso?
-No... qué me iba a poner... lo que estaba era flipando.
Mis manos fueron a enjabonar su sexo mientras ella ya lo que hacía no era enjabonarme si no pajearme claramente... la besé y le susurré:
-Se la estaba follando seguro.
-No sé...
-Y algo te tuvo que poner...
Mis dedos acariciaban su sexo con suavidad y lentitud... dejando que su coño se fuera abriendo solo y ávido de mis manos, cuando ella continuó:
-Bueno, y después se separaron y hablaron un rato y volvieron del agua.
-¿Y no salió empalmadísimo?
-Pues no...
-¿Ves? Eso es que ya había descargado...
-Jaja... ¿tú crees?
-Está clarísimo, María.
-Bueno, no sé.... después se fueron a dar un paseo... y yo me fui al agua... y al volver aproveché que no estaban y me cambié el bikini, porque ya no me pensaba bañar más, y me puse el rojo con el que me das tanto la lata... Y después volvieron del paseo y Nati dijo que se iba a estudiar un rato.
-¿Y os quedasteis Edu y tú solos y tú con ese bikini?
-Pues sí.
-Joder... -le dije pegando mi cuerpo al suyo... besándola, y comenzando a introducir un dedo en su interior mientras su paja se hacía más intensa.
-Y... ¿qué más? Pues... uufff, mmm -gimió al notar mi dedo entrar en su cuerpo- pues... me dijo de... dar un paseo... y fuimos hasta el final de la playa... y... después fuimos los dos a bañarnos...
-¿Te bañaste con él... con el bikini rojo?
-Sí...
-¿Y te miraba?
-Mmm... no sé...
-¿Y no se acarició la polla mirando para ti como la otra vez?
-No...
-Vamos... seguro que algo hizo... ¿En serio no intentó nada al estar los dos solos?
-No... ufff... me encanta... dios... -resopló al notar como añadía un dedo más al otro y la penetraba lentamente- lo que sí... uff..
-Lo que sí, ¿qué?
-No sé... en el paseo, y en el agua... había silencios incómodos... que yo pensaba que intentaría algo...
-¿Ah sí? Como.... tensión sexual...
-Ay... No sé, tanto no sé...
Mis dedos se movían con rapidez en su sexo y su mano hacía lo propio sobre mi miembro... tenía la polla que me explotaba en cualquier momento... No podía más.
-María...
-Qué...
-Te voy a follar... te voy a follar aquí...
Le pedí que se diera la vuelta y echara el culo hacia atrás, el chorro de agua nos empapaba a ambos haciendo desaparecer todos los restos de jabón. María, con el pelo mojado, aun me parecía que estaba más buena. Me situé tras ella y dirigí mi miembro hasta colocarlo a la entrada de su sexo, llevé mis manos a sus nalgas y a su cintura y la fui invadiendo poco a poco... se la metí hasta el fondo y ella gritó solapando mi suspiro.
Comencé a follarla lentamente para en seguida acelerar el ritmo, pronto el ruido del agua de la ducha se combinó con los gemidos de María y con el ruido de mi pelvis chocando con su culo, el cuarto de baño era un festival de sonidos al que se añadió el de nuestras voces, pues yo le preguntaba si se había excitado viéndolos en el agua, incluso si había sentido envidia.... ella gemía y jadeaba, pero me respondía que no. Yo seguí follándola... penetrándola cada vez más rápido... haciendo que el sonido de nuestros cuerpos chocar se hiciera cada vez más atronador... llevaba mis manos a sus tetas y alucinaba como éstas se movían adelante y atrás por mis embestidas... y como colgaban enormes de su torso por la postura. Decidí que no quería correrme, decidí que quería saber más de todo aquello.... así que me salí de ella, le di la vuelta y frente a frente, y entre beso y beso, le dije:
-Dime algo, reconóceme lo que quieras pero que sea verdad.
-Mmm... está bien... pues... la tensión sí... si que hay...
-¿Tensión sexual entre los dos?
-Yo creo que sí...
-Ufff... María... ¿Tú sabes lo que me pone eso?
-Ya... y tú... reconóceme también algo que sea verdad... que no sea fantasía... o qué quieras que pase...
-Pues quiero... que aguantemos el calentón... ir a cenar fuera... meterte mano... y follarte... y que cuando te folle... me vuelvas a llamar cornudo...
-¿Sí? -dijo ella besándome de nuevo.
-Sí... quiero que me grites cornudo, que me... insultes... y que grites que quieres que Edu te folle...
-¿Y algo más?
-Y... quiero que vayamos ese fin de semana a su casa... y que le calientes delante de mí.
-Uff...
-¿Qué?
-¿No es peligroso ese lío otra vez?
-Joder, María... ¿te das cuenta como nos ponemos?
-Mmm... ya... dios...
Nos fundimos en otro beso y nos tocamos sin parar, como si nos faltaran manos. A punto estuvimos de volver a ponernos a follar allí mismo, pero conseguimos controlarnos. Justo antes de salir de la ducha le dije:
-Quiero que te pongas el vestido más escotado que tengas... que todos vean lo buena que estás... y te voy a meter mano sin parar.
-¿Ah sí...?
-Sí... y al llegar ya sabes...
-Mmm... al llegar me follas... te llamo CORNUDO... y nos imaginamos que Edu me folla...
-¿Tú también lo imaginarás...?
-Mmm... si quieres... lo imagino...
Tenía un calentón increíble. No sabía como había aguantado sin correrme, pero la espera haría todo más morboso. María se fue al dormitorio a vestirse cuando la llamaron al móvil, por lo que escuchaba estaba claro que era una amiga. Me fui al salón a esperar; siempre me empiezo a vestir cuando ella acaba de vestirse y entra en el baño a acabar de arreglarse, pero pasaban los minutos y seguía escuchándola de vez en cuando hablar por teléfono desde el sofá.
Estaba deseando que colgara de una vez para que se arreglara, quería verla radiante, provocativa, y meterle mano y fantasear una vez más con Edu, quería que me reconociera de una vez que Edu la ponía cachonda, no me valía lo de la tensión sexual, no me llegaba, quería que una María sobria y seria me dijera con todas las letras "Edu me pone cachonda", ese sería mi propósito en la cena.
Dejé de escuchar a María hablar por lo que me alegré, pero en seguida vinieron las malas noticias. Mi novia apareció en el salón y ya, antes de que me lo dijera, solo por su cara y su ropa, sabía que no quería salir. Efectivamente me dijo que se nos había hecho tarde... que estaba cansada... y que teníamos todo el fin de semana por delante. La verdad era que yo a pesar de ser viernes, y que era el que no estaba de vacaciones, no estaba casi cansado, pero tampoco le insistí demasiado. Además me dijo que se iba a la cama directamente, no quiso ni quedarse conmigo viendo algo de tele y quedarnos así dormidos antes de ir a la cama.
Me puse a ver una película empezada y no tardé mucho más de media hora hasta meterme en la cama y María ya dormía. Pensé que tenía razón, que teníamos todo el fin de semana por delante, lo que no sabía era lo que me depararía la mañana siguiente:
Me desperté y ya entraba algo de luz en la habitación, por la ventana y por la puerta entre abierta. María ya se había levantado, escuchaba de fondo la tele, seguramente estaría en el sofá con un café y su portátil. Cogí mi móvil y comprobé que me había quedado sin batería, así que abrí el cajón de la mesilla para buscar uno de los cargadores, entonces me di cuenta en seguida que María había revuelto las cosas, y me extrañó porque en ese cajón solo hay cosas mías, como relojes y cargadores de mi móvil, a parte del famoso consolador enorme que habíamos comprado. Me extrañó, pero estaba demasiado dormido para pensar. Me levanté y fui al baño, pero con la sensación permanente de que era raro que María hubiera estado trasteando en ese cajón. Después de ir al baño volví al dormitorio, me senté en la cama. Yo siempre dejaba el consolador a lo ancho del cajón y estaba a lo largo; como si una parte de mi rigiera más que otra lo cogí, sospechando algo raro, y esa parte ya despierta y lúcida de mi acercó aquel objeto a mi nariz. Lo olí. Y, de repente, lo vi todo claro, tremendamente claro; olía a coño de una manera impresionante. Deduje inmediatamente que María lo había usado la noche anterior, y, al estar yo en el salón, no se había levantado a lavarlo como siempre hacía. María había preferido masturbarse con aquella polla de plástico, aquel pollón que venía a representar la polla de Edu, a follar conmigo.
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Me costaba asumir aquello. María siempre me había dicho que desde que estábamos juntos siempre que se había tocado había sido en juegos conmigo, ya fuera en persona o por teléfono, o pensando en mí. Tampoco es que por usar la polla de plástico significara con absoluta certeza que no había pensado en mi al masturbarse, pero había altas probabilidades.
En ningún momento me planteé preguntarle. Me parecía algo totalmente de su ámbito privado, no me imaginaba a mí mismo, consolador en mano, pidiéndole explicaciones por haberlo usado y no digamos preguntándole sobre en quién había pensado para darse placer...
Sin embargo me empecé a emparanoyar con que ella pudiera empezar a buscar o a aspirar a algo más que yo, a un amante mejor que yo, a una polla mejor que la mía, a un cuerpo mejor que el mío, y no me ayudó lo sucedido aquel sábado, y es que nos fuimos a la playa, yo estuve muy tocón, y ella estuvo más bien esquiva. Nuestros besos los empezaba yo y los terminaba ella, las caricias eran mías y no suyas, y los tocamientos acababan cortados con un "venga, para, que nos van a ver".
Y la cosa se agravó aun más cuando por la noche le planteé salir a cenar, con lo que eso conllevaba, y ella prefirió quedarse en casa. Solo, en el sofá, mientras ella se iba a la cama, me planteaba si es que ella se había cansado de mi fantasía y esa era su manera de evitarlo o si, lo que podría ser peor, se estaba cansando de mí, sexualmente hablando.
Pero, como siempre durante aquellos meses, a todo pensamiento racional que yo desarrollase, se acompañaba una dosis de morbo vinculada a la situación. Mi extrañeza por su actitud iba por un lado, y mi morbo porque ella en aquel momento estuviera en la cama masturbándose pensando en Edu iba por otro. Era como si, en vez de un ángel y un demonio encima de cada hombro, hubiera un Pablo reflexivo y racional y un Pablo excitado y pensando en morbo permanentemente. Comencé a imaginarme a María, abierta de piernas, metiéndose el consolador, pensando en Edu y alerta por si yo iba al dormitorio, sonrojada por el deseo, quién sabe si escribiéndole algo a Edu... y me levanté del salón a la mesa del comedor para coger unas servilletas... pronto estaba en el sofá pajeándome frenéticamente imaginándome a María corriéndose como loca... usando ahora sus manos para calmar su coño y chupando la polla de plástico escenificando que se la comía a Edu. Me corrí intentando no hacer ruido, derramándome sobre las servilletas, mientras quizás María tenía un orgasmo simultáneo al mío, corriéndonos cada uno en extremos opuestos de la casa.
El domingo le acabé preguntando qué íbamos a hacer con la propuesta de Edu de estar los cuatro en su apartamento, le pregunté si ya le había respondido y me contestó que le había dado largas, que le había dicho que estábamos dudando, lo cual me reveló que se había escrito con él sin habérmelo dicho. No me costó convencerla para que accediera a la propuesta de Edu esta vez.
Tal como estaban las cosas nada me habría gustado más que que María fuera al apartamento de Edu el lunes, pero hacía tiempo habíamos decidido que María fuera a visitar a sus padres durante la semana, aprovechando que yo trabajaba. Quién también sabía que María estaría fuera lunes y martes era Edu, para mi sorpresa, y me escribió el domingo proponiéndome que la noche del lunes fuera a visitarlo a su apartamento.
Había algo en mí que no veía bien quedar con Edu. No me sentía a gusto hablando en persona con él sobre María... como si pasara de golpe de juego inocente a canallada maquinada... pero, al final, la tentación, el morbo de saber de su boca ciertas cosas, era demasiado tentador... Yo seguía sin fiarme absolutamente nada de él, pero mi morbo le había elegido a él.
No tenía ninguna duda de que aquella semana se me iba a hacer realmente larga. La semana siguiente iría de viaje con María, y la siguiente más sería la que acabaría con el fin de semana en el apartamento de Edu. Y largo, pero sobre todo incómodo, se me estaba haciendo aquel lunes, en el trabajo, sabiendo que a última hora me vería con aquel chico que siempre acababa por anularme, por mucho que yo me dijera a mí mismo que no podía permitirlo.
Y es que además era realmente violento verse las caras con alguien que, entre otras cosas, se había reído repetidas veces de mí, de mi polla, de mi actitud, pero sobre todo era violento porque en el fondo me daba morbo, me sentía hipnotizado por esa actitud de superioridad que él tenía conmigo.
Salí del trabajo y cené algo rápido en casa para no liarme demasiado en su casa. No tenía más intención que tomarme una o dos cervezas en su apartamento, que me contara su versión de las últimas semanas, así como sus planes con María, y volver a casa.
No podía evitar estar realmente nervioso, pero intenté fingir seguridad desde el primer momento, desde el momento en el que me abrió la puerta de su apartamento y me ofreció una cerveza. Salimos a la terraza y yo miraba todo, el salón, la cocina, con un extraño y especial interés por saber que María había estado allí varias veces.
La actitud de Edu me desconcertó al principio, parecía como si tuviera prisa, y en seguida fué al grano. Empezó por lo sucedido el viernes de la cena que habían tenido los del despacho. Me dijo que cuando María había accedido a ir con él a la discoteca, los dos solos, pensaba que estaba hecho, y más en la barra, y más aun cuando se habían estado sobando contra su coche... Yo le escuchaba atentamente, deseando con todas mis fuerzas que me contara algo que no supiese, algo que María hubiera omitido o suavizado, pero sus versiones coincidían y yo me sentía decepcionado por un lado, aunque también alegre y orgulloso de María por otro.
Edu, apoyado contra la barandilla de la terraza, bebía de la cerveza con especial chulería, tan solo vestido con un bañador y una camiseta muy suelta, y yo a penas podía aguantarle la mirada mientras me contaba, pues aquellos ojos azules eran tremendamente intimidantes. Su versión coincidía con la de María en hechos, aunque obviamente él lo contaba de otra manera:
-Es que cuando le tocaba el culo... joder, se me ponía durísima. Le toqué el culo lo que quise, por debajo del vestido, y la cabrona cuando la quería besar me apartaba... Las tetas ni me dejó tocarlas... y cuando le quise tocar el coño apenas la rocé y me apartó... pero es que, joder, creo que te lo había dicho otras veces, con la carita me decía que la follase allí mismo, pero después no había manera, me apartaba siempre.
Yo seguía con mi mezcla de sensaciones: por un lado me excitaba, por otro lado me sentía raro escuchándole aquello en persona, por otro me alegraba que sus versiones fueran exactamente iguales, pero a su vez me decepcionaba un poco, habían sido muchos días esperando aquel momento en el que Edu me contara su versión, y mi mente había volado hasta imaginar que había pasado algo más. Nuestras cervezas bajaban, yo apenas le interrumpía, y él continuaba:
-Joder... pero lo mejor ya no solo era lo colorada que estaba... lo mejor era que... joder, se la veía nerviosa.
-¿Nerviosa? -yo daba un trago a mi cerveza, intentando fingir que aquello me producía curiosidad, que no me afectaba demasiado, cuando en realidad me tenía con el corazón en un puño.
-Sí, joder, eso se sabe, cuando le metía la mano entre los muslos... por debajo del vestido... no digo que le temblasen las piernas pero... no era esa María chulita del despacho, ya sabes...
-Ya...
-Sí, no se cómo explicarlo... pero joder, estaba tensa de narices... Yo, te digo la verdad, si no me la follé aquella noche, creo que es porque la chica no te quiere poner los cuernos... vamos, que llega a estar libre y me pide ella misma que me la folle, pero ya no en mi casa, creo que me la follaba ya en el coche.
Notaba como la cara me ardía y la polla se me movía sola al escuchar todo aquello. Con dificultad llevaba la cerveza a mi boca, temblándome las manos. El cabrón me estaba poniendo tan nervioso como excitado.
-Es que es eso, Pablito, tú verás, pero la chica ahí está, aguantando, aguantando porque está contigo, que si no llevaría dos meses follándomela.
Edu sacó dos cervezas más y me dijo que tenía un poco de prisa, que en cualquier momento vendría Alicia.
-¿Alicia? Dirás Nati -le dije.
-Jaja, no, no. Alicia, la pija andaluza esta... ya sabes, joder, si hasta te mandé foto de ella comiéndome el rabo, jaja.
-Ah, hostiá...
-Sí, es que Nati... me dijo que la semana pasada había estudiado fatal aquí... y que esta semana estudiaría en su casa, pues muy bien. Allá ella.
Tras un breve silencio Edu comenzó a contarme un resumen de los días que María había estado en el apartamento, en la playa y en la piscina con Nati y con él. Edu, más activado, quizás por la segunda cerveza, descargó todo su arsenal de palabras malsonantes y vulgaridades, describiendo a María en bikini por todas partes. Dijo que por mucho que María se intentase tapar las tetas con el pelo aquello era intapable, se acordaba perfectamente de un bikini verde que le había hecho empalmarse a lo bestia, así como el bikini rojo de triángulos. Me contaba que se había bañado con ella, llevando María el bikini rojo y que había tenido que recolocarse la polla bajo el agua porque no le cabía en el bañador.
-Sí, con el bikini rojo... está... potente -dije tras un trago a la cerveza.
-Y que lo digas, Pablito, cuando la vi con ese bikini pensé "esta quiere guerra". Joder... qué ganas de follármela cuando la vi así, dios... me daba igual que estuviera la playa a tope, con ese bikini joder... me la habría follado allí mismo. La habría puesto a cuatro patas sobre la toalla y "plas, plas", joder... le daría en el culo y me la follaría con la gente mirando.
Yo le escuchaba atentamente, terriblemente excitado, y él seguía contando, hablando de su cuerpazo, de todo lo que le haría... hasta que me sorprendió:
-Joder, Pablito... te estás empalmando ¡¡¡Joder!!! ¡¡¡Jajaja!!!
Yo no quise mirar para abajo y me encogí de hombros, fingiendo normalidad, cuando en realidad me había dejado sin respiración.
Nos quedamos en silencio, yo no sabía qué hacer. Me clavaba la mirada con aquellos ojos azules y su media sonrisa... Aquel cabrón me intimidaba, pero a la vez sabía que no podía dejar que se pusiera siempre encima de mí.
Edu volvió a la carga contándome cuando en la playa, él de pie y María en la toalla, se había acariciado la polla mirando para ella, pero, otra vez, cuando parecía que me iba a contar algo que yo no supiese las versiones encajaban completamente. Si mi empalme era evidente también lo debía de ser mi cara de decepción pues el cabrón de Edu pareció leerme el pensamiento:
-Parece que no te impresiona lo que te cuento... Mira, tengo la sensación de que vienes aquí fantaseando con que hubieran pasado más cosas de las que han pasado... porque yo no sé que rollo os traéis María y tú, pero sé que le preguntas qué hacemos y ella te lo cuenta. Tengo la impresión de que ella te ha contado todo lo de que le metí mano la noche aquella y que me toqué la polla en la playa mirando para ella y hasta, no sé, si tuviera que apostar diría que os ponéis cachondos cuando ella te lo cuenta. Pero lo jodido es que vienes aquí creyendo que yo te contaré que hemos hecho más y se te ve en la cara que querrías que hubiera pasado más.
Yo me quedé helado. Parecía que me estuviera leyendo la mente... tanto que empecé a dudar si María le habría contado algo de mi fantasía, cosa que pronto descarté, no parecía propio de ella. Edu prosiguió, y yo me sentía como un crío al que le echan la bronca:
-Yo lo siento Pablito, pero por ahora no ha pasado nada más, los hechos son los que son. Si me preguntas si creo que me la voy a follar te digo que creo que sí. Y si me preguntas cómo es que en no se cuántos meses no hemos pasado de un par de magreos es porque la chica es fiel de narices, de estas que creen que el día que me la folle vuestra relación se acabó. Que si lo dejáis a la semana me la estoy follando mañana, tarde y noche lo sabemos los tres. Pero María, al menos por ahora, piensa con la cabeza. Y no es una chica sobre la que yo me pueda lanzar como un salido a media tarde en la playa; literalmente me escapa cada vez que nos quedamos solos. Nos vamos a bañar y, disimuladamente, cada vez que me acerco hace algo para no tenerme a menos de un un metro de distancia.
Intentaba digerir todo aquello. Él había cambiado completamente el semblante. Era una especie de chulería mezclada con un consejo desinteresado... cuando llamaron al timbre. Edu posó la cerveza en la mesa y se acercó al salón, contestó al telefonillo y le abrió la puerta de abajo, y dejó la de arriba abierta, y mientras se acercaba de nuevo a la terraza quise cambiar de tema, y le pedí que me contara sobre su proposición de pasar el fin de semana juntos los cuatro. Me dijo que su idea era deshacerse de Nati en algún momento y que con unas copas, si yo les dejaba solos, podría intentarlo con María, y que quizás María ya metida en faena y borracha aceptara cualquier cosa... Lo decía con una tranquilidad pasmosa, como si no supiera el peso que aquellas palabras tenían en mi. Lo decía con absoluta seriedad.
Escuché ruido en la entrada y pronto apareció Alicia, arrastrando una trolley, como podía, por el salón. Salimos a su encuentro. La chica era guapa de narices, llevaba unos shorts vaqueros y... la camisa que llevaba, a rayas azules, pronto sabría por qué me sonaba.
Alicia se quedó un poco sorprendida por mi presencia. Edu nos presentó y pude escuchar su voz con su acento andaluz, a la vez que algo pijo. Nos dimos dos besos y me quedé impactado por el tacto de sus mejillas. No era más que una cría, se la veía muy jovencita, pero tenía unos rasgos armónicos y suaves que te dejaban alucinado. Pasó por delante de nosotros hacia el pasillo, dejando ver un culito que era para morirse.
Acabé mi cerveza y le pregunté a Edu por el cuarto de baño. Una vez allí descubrí que tenía el calzoncillo empapado y la punta de mi polla embadurnada de pre seminal. Me daba cuenta realmente de lo cachondo que me había estado poniendo Edu. Tras acabar cogí el móvil, buscando rápidamente la foto que Edu me había pasado de Alicia. Aquella en la que la chica, de rodillas sacaba la lengua y allí posaba Edu su polla, con aquel glande enorme y húmedo que tapaba casi completamente la lengua de Alicia. Casualidad que la chica en la foto llevara la misma camisa que acababa de verle puesta... No podía dejar de mirar aquella foto... entre cómo hablaba Edu de María... aquella foto... haber visto a Alicia... saber que se la iba a follar tan pronto yo me fuera... tenía la polla tan a reventar que tentado estaba de pajearme allí mismo.
Yo no podía más. Eran demasiadas cosas.
Intenté tranquilizarme, me mojé la cara, e intentaba pensar en otra cosa para que se me bajara la erección.... hasta que cuando me vi listo salí del cuarto de baño. Y, por suerte o por desgracia, me crucé con Alicia... que me sonrió con dulzura, dejándome con cara de tonto... desde luego no era fácil mirarla con ojos, digamos normales, cuando segundos antes había estado mirando una foto en la que salía ella... con el pollón de Edu en su boca.
Alicia entró en el baño y yo fui al encuentro de Edu en el salón.
-Bueno, Pablito, hasta aquí hemos llegado tú y yo por hoy.
-Sí, me voy ya.
-Sí, aunque bueno... podríamos practicar hoy.
-¿Practicar qué?
-Joder... que yo me follo a Alicia y tú miras, ¿qué te parece?
Me quedé blanco. Nunca sabía por dónde me podía salir. Ni si me estaba puteando o hablaba en serio. Y lo peor era que me quedaba pasmando, sin saber qué decirle.
Él me miraba fijamente y yo seguía sin reaccionar.
-Jajajaj. Joder, ¿qué cara es esa? A esta niña le digo que me la voy a follar contigo mirando y le da un infarto, que no digo que no lo acabara haciendo, pero joder, es una cría, para algo así hace falta una mujer como María ¿no?
-Ya... claro.
-Y además lo gracioso es que tú seas su puto novio, ¿no? ¿Si no que gracia tiene?
-Sí, es verdad. Es muy guapa la chica, eh.
-Joder si es guapa... y folla... folla que es un escándalo. Yo creo que los vecinos saben perfectamente cuando está aquí la rubia y cuando está la morena, jajaja. Oye, a todo esto, María toma la píldora ¿no?
-Pues... sí.
-Es que la cría esta no, y miré antes que solo me queda un condón.
Yo no sabía a dónde quería llegar pero pronto lo descubrí.
-Hay una farmacia de guardia bajando esta calle, y la segunda calle a la izquierda, me vas a tener que hacer un favor. Toma... -dijo buscando unas llaves- baja y cómprame una cajita anda.
Yo cogía sus llaves como una autómata mientras él me decía la marca y el tamaño XL.
-Cuando vuelvas deja las llaves y los condones aquí en la mesa, ¿vale? Bueno, vamos hablando. Gracias, tío.
Salí por la puerta sin haber reaccionado lo más mínimo. Tan tenso y excitado como consciente, en el fondo, de que aquello era ciertamente humillante. Salí de la urbanización y bajé la calle en busca de la farmacia, mientras caminaba de vuelta no dejaba de pensar tres cosas: cómo era posible que acabara obedeciendo a lo que me decía, cómo y cuando iba a pararle los pies, y en si ya se estaría follando con Alicia cuando entrase en casa.
Abrí la puerta con cuidado y no escuché nada. Dejé los condones y las llaves sobre la mesa, y deduje que su dormitorio estaría tras una de las puertas que había visto al fondo del pasillo. Seguía tremendamente excitado. Dudaba si acercarme un poco, sigilosamente, por aquel pasillo, a ver si les escuchaba follar, y pensé en cómo sería que no estuviera con Alicia en aquel dormitorio, si no que estuviera con María... si con Alicia me daba morbo... pensar que se follaba a María y yo me acercaba lentamente por el pasillo hasta oír los gemidos de María... ¡¡Dios!! ¡¡lo pensaba y la polla me quería explotar...!! ¡¡Me ponía tan cachondo...!! ¡¡Joder...!! No me pude resistir y comencé a caminar sigilosamente por aquel pasillo.
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Caminaba por aquel oscuro pasillo totalmente infartado, diría que hasta superado. Si salieran de alguna de aquellas puertas que veía al fondo me moriría de la vergüenza. Tan acojonado empezaba a estar que me paré a unos cuatro o cinco metros de las puertas. No escuchaba nada más que mi corazón palpitar.
El morbo de nuevo era superior a mí y me encaminé dando otro paso, cuando el rechinar de la madera que pisaba me dejó de nuevo completamente quieto. Me quedé en silencio, tan asustado como expectante, cuando escuché un suspiro en la distancia. Un suspiro de placer que casi hace que se me salga el corazón por la boca. Era imposible sentir más tensión, de pronto mis nervios ya no existían por el riesgo de ser descubierto, si no por el morbo de lo que estaría pasando en esa habitación. Cuando tras aquel suspiro de placer escuché como un quejido, algo gutural, como mezcla de dolor y placer... después otro quejido, un suspiro... mi imaginación empezó a carburar, pareciera que Edu la estaba penetrando... y que ella acogía todo lo que él le daba con placer, pero también con cierta incomodidad o molestia. Yo había visto el pollón de Edu en aquella foto, aquel grosor... y podía entender que al cuerpo de aquella niña pija quizás le costara asumir todo aquello. Otro quejido y un "uff" de placer y de impresión casi hacen que me muera allí mismo, y cuando creía que no podía con el morbo mi imaginación me jugó una mala pasada y se imaginó que la ensartada, la empalada por Edu no era aquella andaluza si no María, y mi polla se movió sola y sentí que me fallaban las piernas.
Escuché un sonido de movimiento de cuerpos y me asusté. Sabía que era poco probable que en plena faena alguien saliera de aquel dormitorio pero me acobardé: retrocedí con pasos cortos y rápidos, de puntillas, intentando no hacer ruido, pero cada "clack" en la madera a mí me sonaba atronador. Cuando me detuve intenté volver a escucharles. Desde mi nueva posición, un par de metros más alejado, tenía que decidir si marcharme o volver a acercarme. Me arrepentí muchísimas veces, pero lo que hice fue marcharme, creo que no era tanto un tema de miedo a ser pillado si no que la imagen de que era María la follada por Edu; que era ella la que podría estar al otro lado de la puerta y que yo la podría escuchar suspirar, gemir, o quejarse por recibir su pollón... era tan fuerte que todo me superó, y tuve que retroceder, hasta llegar el salón y cerrar la puerta con cuidado, yéndome de su apartamento.
En el camino de vuelta a casa intenté tranquilizarme pero no lo conseguía. Me imaginaba que abría aquella puerta y Edu y María estaban en la cama... y María me miraba... y... es que era demasiado, demasiado morbo, demasiada excitación, era lo que más me pudiera excitar en el mundo llevado a otro nivel. Sentía que aquel pasillo me había cambiado, que solo, a oscuras, en aquel pasillo, había descubierto que sí, que era irremediable, que lo quería, necesitaba con todas mis fuerzas que Edu se follara a María en mi presencia. Siempre había sido algo que estaba en algún recoveco de mi mente, algo latente, como en mi subconsciente que yo tenía apartado, algo sobre lo que no quería reflexionar en serio, pero en aquel pasillo descubrí que no me lo podía negar más a mi mismo, que la cosa no iba de excitarme sabiendo que María calentaba a Edu y que me lo contasen. No. Era definitivo. No había vuelta atrás.
Llegué a casa y no me masturbé. En absoluto. Seguía tan bloqueado que ni podía.
 
***
Al día siguiente llegó María. Estábamos en casa... yo la miraba cuando ella no se daba cuenta. La veía radiante, guapa, morena, exuberante.... y comencé a pensar que era un idiota, que cómo podía querer que el gilipollas de Edu se follara a mi novia... pero mientras lo pensaba la polla se me ponía completamente dura.
El jueves por la tarde María fue al apartamento de Edu y nada más llegar allí me escribió:
-Nati no está, parece que está estudiando en su casa, qué palo.
Yo sabía que se iba a dar esa situación, pero no le había dicho nada. Nati, sin caerle genial a María, parecía ser como su soporte, o su manera de evitar la incomodidad de estar a solas con Edu, la incomodidad aquella que yo interpretaba como tensión sexual. Llegó la noche y cenando con María no le pregunté qué tal con Edu los dos solos, comencé a tener la necesidad de que fuera ella la que diera ese paso. Me subía por las paredes por saber si habían hecho algo, si Edu había intentado algo, pero por algún motivo tenía el pálpito de que era mejor esperar.
El viernes María no fue a su casa, me dijo que quería hacer la maleta para nuestro viaje con calma.
Yo seguía... ya no en shock... pero sí afectado por aquello que había descubierto en mi interior. Tanto era así que en el coche, camino de Cantabria con María, en silencio, pensaba si no sería mejor sacarlo todo, hablarlo, poner todas las cartas sobre la mesa. Le daba vueltas a cómo decírselo a María, cómo hacerlo sin que me mandara directamente a la mierda... pero no era fácil. Cómo decirle a tu novia "Quiero que folles con Edu, y quiero verlo, quiero ver como te folla. Lo siento, pero no puedo aguantar más, y no lo puedo remediar". Por muchas vueltas que le diera esa era la verdad, y no había forma de plantear aquello con palabras más suaves que aquellas.
No fui capaz, y además no quería joder las vacaciones. Así que decidí post poner mi confesión a otro momento.
Si ese era un problema que yo quería aplazar, había otro que pronto descubriría si había sido un hecho aislado o si verdaderamente podría empezar a catalogarlo como problema; y era una posible falta de apetito sexual de María para conmigo. No había olvidado ni por un segundo como una noche, o quizás dos, María había preferido el consolador a follar conmigo. Aquel consolador iba en mi maleta y María aun no lo sabía.
La primera noche que estuvimos en el hotel en Cantabria me sacó de dudas. Yo mantuve oculto el consolador y María me demostró que de falta de apetito sexual nada de nada, más bien todo lo contrario, a penas nos acomodamos en la habitación y no es que folláramos, es que ella me folló a mí. Me la chupó, me la devoró, se subió encima de mí y me cabalgó sin darme respiro... chilló como si no hubiera nadie en el hotel y yo apenas podía seguirle el ritmo... Pocas veces había visto a María tan cachonda.
A la mañana siguiente estuvimos visitando la ciudad y por la tarde estuvimos en la playa. Seguíamos sin hablar de su último día los dos solos en casa de Edu, pero ese elefante en la habitación no nos impedía sentirnos totalmente a gusto, hasta especialmente cariñosos. Tumbados en la toalla nos besamos varias veces, nos abrazábamos y nos besábamos bastante cachondos y nos metimos mano bastante más de lo que hacíamos cuando no estábamos de vacaciones. Ya atardeciendo nos fuimos a bañar al mar. A mí no se me iba de la cabeza ni un segundo que aquel baño... tenerla tan cerca... mojada... en bikini... también lo había vivido con Edu varias veces. Allí nos besamos, cada vez de forma más guarra. María estaba irreconocible y me rodeaba con las piernas. A mí se me iba a la mente a que esa escena la había visto desde fuera ella viendo a Nati con Edu. Notaba sus tetas en mi pecho, le agarraba el culo y el vaivén de las olas casi hasta me ayudaba a buscar un roce rítmico que nos diera placer. Yo estaba algo empalmado pero la temperatura del cantábrico no ayudaba demasiado... pero veía en los ojos de María que ella quería que allí pasase algo. Ella miraba hacia los lados de vez en cuando, tras morreos especialmente guarros. Si yo sentía frío ella parecía que todo lo contrario... me estaba pidiendo a gritos que me la follase en el mar como seguramente Edu había hecho con Nati. María estaba encendida como creo que no la había visto nunca.
Pero no fui capaz... el agua estaba realmente fría y cuanto más me rogaba con la mirada María más presión sentía y era contraproducente. Acabamos volviendo a las toallas y yo me prometí que acabaría la faena aunque fuera en la arena, cuando la playa se vaciase de gente. Nos dimos caricias, nos sonreímos, nos abrazamos, creo que no hacía falta pactar nada, no hacía falta hablarlo; nos mirábamos y sabíamos que cuando nos quedáramos solos intentaríamos todo lo posible.
Sin embargo no se pudo dar la situación, las familias dieron paso a gente más abrigada paseando o gente que directamente se ponía una sudadera sin ninguna intención de marcharse... tuvimos que abortar misión e ir al hotel. Una vez allí entré en la ducha, y no esperaba que a los pocos minutos de entrar María entrase conmigo, no entró desnuda, entró con el bikini rojo con el que le había pedido que calentara a Edu. En aquel momento no llegué a entender plenamente lo que aquello significaba. Me cogió la polla con fuerza, me besó, ambos debajo del chorro de la ducha, su lengua se movía con más ganas que nunca... y ella misma se quitó la braga del bikini y se dio la vuelta para que me la follara contra la mampara... Echamos un polvazo impresionante, creo que se debieron escuchar sus gemidos dos plantas más arriba y más abajo... Mientras me la follaba empecé a pensar cual era la causa de ese calentón insaciable que tenía María.
Podía pensar que las vacaciones la habían encendido... o podía pensar que Edu tenía algo que ver en todo aquello. Una vez María se quedó dormida le escribí:
-Oye tío, María está a tope, ¿pasó algo el jueves en tu apartamento? - y le puse un emoticono de unos ojos mirando.
Me quedé unos minutos esperando a ver si respondía. Pero no lo hizo. A la mañana siguiente revisé el móvil, y tampoco había contestado. A mí no me escribía, pero a María sí, aquella misma tarde:
Estaba con María en la playa y Edu le escribió. Comenzaron a escribirse, sin hablar de nada demasiado interesante. Mi novia escribía conmigo al lado, dando a entender que no había absolutamente nada que ocultar. Ella estaba sentada y yo me senté tras ella, abriendo las piernas. Quedando su espalda apoyada en mi pecho. Me salió de dentro, sin más ni más:
-Me pone hasta que os escribáis, aunque no os digáis nada.
María no contestó, solo instantes más tarde, se giró un poco para besarme y siguió escribiendo.
-En su apartamento... podías volver a calentarle... -le dije.
-Ay... ya estamos... -me contestó y yo sentí que había roto sin querer el encanto del momento.
-Qué le voy a hacer, María...
-Pero si va a estar Nati...
-Bueno... y qué... si en algún momento os quedaseis los dos solos... incitarle otra vez...
-Que no, Pablo... ya está, así estamos bien.
-A ver, María... nada especial... imagínate que se da el caso que está Nati por ahí y tú y yo en la arena... y que Edu se va a bañar... sería tanto pedir que te fueras a bañar con él...
-Pfff... qué película... -me interrumpió María.
-A ver... que te bañaras con él... y le calentases... y yo lo viera desde la orilla. Es solo un ejemplo.
María no respondió, siguió tecleando unos segundos, hasta que acabó y lanzó el móvil dentro del cesto de la playa. Se giró. Nos besamos... y dijo:
-No sé, Pablo... sigo sin saber a dónde lleva esto. Estamos bien así, no sé para qué quieres más.
Tenía una sensación extraña. Era como si María tuviera tan presente como yo a Edu, pero quería que no se hablara de él. Follar en el agua... el bikini rojo en la ducha... aquello era Edu pero sin hablarlo, sin embargo yo por momentos sí necesitaba que ella fuera más precisa, que le pusiera palabras a lo que estaba pasando.
La última noche fuimos a cenar. Ella llevaba un vestido azul claro con un escote que era para morirse. Si colaba mi mirada de perfil podía verle la mitad de las tetas... era impresionante lo buena que estaba. No fue premeditado pero empezamos a beber vino con la cena más de lo que estamos acostumbrados. En ningún caso pretendía beber para desinhibirnos o para que ella me contara cosas, simplemente la cosa fue surgiendo, sus pupilas se le dilataron, nuestras risas se hicieron más excéntricas y pronto mi mente comenzó a imaginar preguntas que hacerle. Ni recuerdo como salió el tema de Edu, pero si recuerdo que aquello, aquella vez, no mitigó la magia del momento, no hubo mala cara ni un "ya estamos" ni nada parecido, fue tan natural como el vino corriendo por nuestras venas.
Me contó aquel jueves sin Nati, sus paseos, sus conversaciones intrascendentes, pero también reconoció miradas furtivas de él hacia ella y miradas disimuladas de ella cuando él iba o volvía del mar. No quise preguntarle si ella le miraba con deseo, pues temía que me dijera que no. Cuando María acabó por decirme que sí había pasado una cosa que me volvería loco. No se puede imaginar mis ansias porque me lo contara. Creo que María llevaba toda la semana queriéndomelo contar y el vino era no sé si el detonante o la excusa, pero me dijo que Edu era un "puteón" que lo mismo estaba rancio y seco como decía las cosas con una ligereza que aun siendo importantes no lo parecían tanto. Yo no le entendía demasiado hasta que me acabó explicando que estando los dos mojados en la toalla, recién vueltos del mar, Edu le había dicho literalmente que con ese bikini blanco se le marcaba el coño. Me quedé helado, me imaginé los labios húmedos de María marcando coño... a un metro de Edu... y se me endurecía la polla por momentos... Mi novia me contó que se ruborizó y que le mandó a la mierda también medio en broma medio en serio. María estaba bastante borracha para contar aquello con las palabras exactas y yo también como para pedirle lo que le pedí, y es que le dije que le escribiera, que le mandara una foto de ella. Me dijo que estaba loco, que para qué, y le insistí. María se reía y se me acabó ocurriendo que se hiciera una auto foto con cara de pena escribiéndole que se acababa su semana de viaje. Me costó convencerla, pero tras unos minutos y varios intentos, hasta que se vió guapa en la foto, acabó mandándosela. Le pedí que saliera algo más que su cara, que saliera algo de escote, pero a eso no accedió.
Dejó el móvil sobre la mesa y Edu no respondía.
-Cuando responda dile que hoy te pusiste el bikini blanco... el que se te marca.
-Jaja, si bueno... estás loco -respondió.
Salimos de la cena sin que Edu respondiera y nos fuimos al hotel, allí tenía la intención de que María viera lo que había traído en la maleta.
Mientras ella estaba en el cuarto de baño cogí el consolador y me senté en un sillón casi en frente a la cama. Lo oculté un poco y María no lo vio cuando volvió al dormitorio y se tumbó en la cama boca arriba.
-Ha respondido -dijo.
-¿Ah sí? ¿Qué ha puesto?
-"Jaja".
-Sólo
-Sí, solo... ya ves... a veces es más rancio...
-Ponle lo del bikini. -dije serio.
-Jaja, lo del bikini pero qué, qué le digo.
-Lo que te dije antes. Algo en plan... hoy me puse el bikini blanco... y no se me marca nada.
-No le voy a poner eso... estás loco. Además por soso no le escribo ni eso ni nada.
Nos quedamos en silencio... hasta que acabé por descubrir el consolador y se lo lancé a la cama. Esperaba una cara de sorpresa por su parte, pero me miró seria. Lo cogió. Me miró. Y yo me bajé los pantalones... y los calzoncillos. Tampoco se sorprendió cuando al desnudarme me descubrí completamente empalmado.
Llevé mi mano a mi polla y comencé a acariciarme lentamente, a lo que ella respondió recogiéndose el vestido hasta la cintura. Y cuando esperaba que se deshiciera de sus bragas tiró de ellas ligeramente hacia arriaba. Eran unas bragas blancas que impactaban por su finura y su blancura... y ella al tirar hacia arriba marcaba su coño... de nuevo teletransportándome a lo que Edu había vivido con ella, a cosas que había visto de su cuerpo. A mí se me escapó un "vaya coño tienes María..." y tragué saliva impactado... y comencé una paja mientras ella me clavaba la mirada y seguía jugueteando con aquellas bragas, tirando hacia arriba un poco y bajándolas algo más... con un erotismo... una feminidad tal que casi hacía que me corriera.
Acabó por soltar los tirantes de su vestido y deshacerse de su sujetador. También se quitó las bragas y tan solo cubierta por su vestido anudado en su cintura cogió el consolador con la clara intención de usarlo delante de mí... primero se acarició el coño con cuidado... dilatando... abriendo aquello que yo a dos metros ya lo veía brillar... y pronto se metió la punta soltando un suspiro... sentido y tenue... y yo irremediablemente comencé a imaginar que si ese pollón fuera Edu él no sería tan sutil como ella lo estaba siendo. Así es que mi mente se iba a Edu abriéndose paso en su coño y no tenía la más mínima duda de que ella pensaba lo mismo.
Pronto se metía la mitad de aquella polla y ya no conseguía mantenerme la mirada pues el placer la obligaba a cerrar los ojos. Se metía aquello con una mano y con la otra se acariciaba las tetas... dando una imagen de guarra que yo no sabía donde la tenía escondida. María estaba cachonda como nunca lo había estado... y aquella polla comenzó a aparecer y a desaparecer de su cuerpo mientras yo veía como hasta parecía que sus tetas se enrojecían y se hinchaban, dando una imagen de una mujer total, de una hembra en plenitud, con aquellas tetas colosales y las areolas de sus pezones enormes... Y recordé cuando Edu había dicho que Alicia era demasiado cría para dejarse follar mientras la miran, que cosas así estaban reservadas para mujeres como María... Creo que nunca había visto a una María tan mujer, tan hembra, como aquella noche, estaba impactante, impresionante, exuberante.... Acogía aquel pollón con una entereza tal que comencé a pensar que se lo merecía, que semejante mujer se merecía un pollón brutal que la calmase...
Me puse de pie. Me pajeaba de pie a su lado. La miraba. Me miraba... ella jadeaba desvergonzada y mi paja se aceleraba... yo sentía que me corría cada vez que se lo metía hasta el fondo... comencé a sentir la necesidad de ir hacia ella, de posarme sobre ella, de penetrarla... aminoré mi paja mientras ella sacaba del todo aquello dejando un hueco oscuro en su coño... y le dije:
-¿Voy...?
A lo que ella respondió con ojos llorosos... y volviéndose a meter aquella polla... y negando con la cabeza... Fue ver esa respuesta, sacudirme la polla dos veces y comenzar a correrme sobre el suelo totalmente ido y jadeando como loco... cerrando los ojos y muriéndome de placer...
Cuando estaba acabando mi orgasmo le escuché decir con voz tenue:
-¿Sería así?

Continuara

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