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Mís primas de la capital 4

Cuando llegué a la universidad me dirigí a Secretaría directamente, tenía mucho interés de saber las posibilidades que tendría una vez empezado el curso para poder matricularme en otro, además no tenía idea cual era la carrera más indicada para mis proyectos, mi tío se había interesado por mí, yo le correspondería.
Me acerqué al mostrador de información, después de explicarle mi interés me dirigieron a otro mostrador, me coloqué detrás de una chica que estaba recibiendo información sobre otro tema, me entretuve en mirar unos prospectos, pero no me interesé en nada hasta que oí la llamada…
--- El siguiente…
Desperté de mi despiste y me acerqué al mostrador, me quedé asombrado, más exactamente, muy gratamente asombrado, al otro lado del mostrador vi la cabeza de una chica o mejor dicho su melena, era morena, me gustó que fuera una chica la que me atendiera, pero cuando levanto la cabeza y me miró indiferente, me quedé abobado, tenía una cara preciosa, además de unos ojos verdes grandes y una nariz perfecta, sus labios rojos eran una tentación, estaba muy bien maquillada y su cabellera enmarcaba toda esta belleza, pero aun no había terminado de sorprenderme, cuando se recostó en su silla esperando mi pregunta me dejó ver un escote redondo precioso, entre sus dos tetas morenas redondas, enseñaba un canalillo que se perdía en la profundidad, hasta verse al fondo un leve sujetador blanquísimo, me tuvo que preguntar por segunda vez que quería para salir de mi lapsus, me sonrió condescendiente al haberme pillado embobado y empezó a hablarme de las posibilidades de los cursos que habían disponibles, la verdad es que la conversación entro en un bucle en el que la información se repetía, pero la orientación que yo necesitaba no llegaba.
Una voz llegó desde la mesa de detrás de la belleza, miré hacia allí y vi a la señora que nos había interrumpido, simplemente carraspeó y le dijo a la chica que abreviara y me diera la información que quería.
En un principio me supo mal que cortara a la chica, pero tuve que admitir que la joven no sabía que decirme y estaba dando vueltas a ver si me daba por satisfecho y me iba.
Lo cierto es que yo estaba interesado más en la chica que en lo que me decía.
Estuve aún dando vueltas por las oficinas cogiendo catálogos y datos para ver si me aclaraba sobre lo que me interesaba hacer.
Al fin me cansé y me fui a la cafetería, allí quizá conociera a algún estudiante que me contara algo.
Me senté en una mesa para leer los papeles que había reunido pero no saqué nada en claro, ya iba por la segunda cerveza cuando una voz me preguntó si se podía sentar en la misma mesa, sin mirar asentí con la cabeza, solo al poco rato miré al frente y vi como la señora que había frente a mí era la misma que le había recriminado a la chica de información, me miraba sonriéndome, me descolocó y me intrigó cuando puso delante de mí un montón de papeles, los extendió y me dijo…
--- Joven, perdone que me entrometa, pero le he oído como se interesaba por los cursos y me gustó que quisiera ampliar sus conocimientos, me he permitido buscar más información para usted.
El concepto que me había formado en un primer momento sobre la señora empezó a cambiar, me fijé en ella, era una señora de unos sesenta años, vestía con sencillez pero con bastante gusto, y la sonrisa era bastante sincera, lo cierto es que si alguien me podía informar era esta señora.
Por supuesto le invité a que tomara lo que quisiera, pidió un té y me preguntó que era exactamente lo que necesitaba, le abrí mi mar de dudas, ella asentía con mis comentarios y mis aspiraciones, cuando terminé me dijo que empezaríamos con la carrera y después con las especialidades, me animé y me senté más cerca de ella para poder leer los prospectos, demostrando un gran conocimiento del tema, me fue orientando sobre los cursos que me interesaban y que me llevarían más directamente a mi objetivo.
Como era mediodía y en las mesas colindantes estaban pidiendo ya la comida, le invité a comer pero declinó, me dijo que le llevara la documentación necesaria y aunque era muy difícil integrarse en un curso ya comenzado, intentaría poder colarme en alguno, utilizando unas plazas que se reservaban para compromisos ineludibles, después se levantó y se marchó.
Cuando llegué a casa había tomado la decisión de ir al pueblo para comentar con mis padres la decisión de tomar más estudios para intentar agradar a mis tíos.
Mi madre me recibió con un abrazo y un montón de preguntas, mi padre, menos expresivo, me dio un apretón de manos mientras me miraba inquisitivamente sonriendo, la verdad es que teníamos una complicidad que casi nunca hacía falta decirnos nada pues con una mirada lo averiguábamos todo.
Estuve contándole las novedades y les encantó la decisión de su cuñado y hermana, mi madre lo justificaba por la gran capacidad de emprendedora de su hermana, mi padre más sensato me llevó aparte más tarde y me dijo…
--- Hijo, ya eres lo suficientemente mayor para hacer lo que creas mejor, y me alegra saber que eres muy sensato, pero solo te voy a darte un consejo, piensa que todo en la vida tiene un porqué, no te voy a decir más, solo que no te dejes llevar por falsas ilusiones y pisa siempre en el suelo.
Le agradecí a mi padre el comentario, aunque hasta mucho tiempo más tarde no llegué a comprenderlo en su totalidad.
Cuando volví a casa de mis tíos estaba pletórico, además de las novedades, tenía el espaldarazo de mis padres, a partir de ahora me lanzaría a por todas.
El mismo día de llegar, reuní todos los documentos que me hacían falta, me dirigí a la universidad, esperé en la cola, al poco rato de estar esperando, la señora se volvió y me miró, me hizo una seña para que le diera los documentos, me acerqué al mostrador y se los di en una carpeta, me hizo una indicación para que me fuera, lo hice, pero a la cafetería.
Estuve un rato mirando a los demás estudiantes intentando buscar a alguien que estudiara algo parecido, pero allí nadie hablaba de estudios precisamente.
Decidí salir a comer a algún sitio fuera de la universidad, me acordé de la chica del mostrador e intenté localizarla, estaba buenísima, pero no tuve suerte, decepcionado salí del edificio, no me di cuenta del agua que caía hasta que me calé del todo, me subí el suéter a la cabeza y salí corriendo, al llegar a la calzada me llamaron desde un coche, me extrañó que por el apellido y me volví, desde dentro me hicieron señas para que me acercara, me asomé por la ventanilla y me sorprendió reconocer a la señora de la universidad, que además me urgía a entrar en el coche.
Lo hice y una vez dentro me dijo…
--- Hola, perdona que te moleste, pero como está lloviendo tanto y veo que no llevas paraguas se me ha ocurrido llamarte para llevarte donde quieras.
Me quedé impresionado por el detalle, la verdad es que estaba hasta los zapatos llenos de agua y se lo agradecí, una vez dentro y a cubierto me preguntó donde me dirigía, le conté que a comer algún bocadillo, me dijo…
--- Ni pensarlo, con este tiempo, se me ocurre una idea, tengo preparadas en mi casa dos lubinas listas para meter en el horno, te ofrezco una comida y una secadora para tu ropa, qué opinas?
La verdad era tentadora la idea, hasta ahora no tenía queja de la ayuda recibida de la señora y me dije… por qué no?
Le sonreí y asentí, la señora se alegró y aceleró hacia su casa.
Cuando llegamos, la lluvia apenas dejaba ver a mas de dos metros, el limpiaparabrisas no daba abasto para quitar el agua del cristal, la señora subió el coche a la acera y me dijo que bajara y la esperara en el patio.
Salió disparada a aparcar el coche, yo estaba temblando de frío, el agua caía helada, cuando pude ver a la señora como venía corriendo bajo el alero de los tejados tenía tanta agua encima o más como yo.
Estaba también temblorosa, apenas atinaba con la llave en la cerradura, cuando lo consiguió me dedicó una leve sonrisa, una vez en su casa, desapareció literalmente hasta venir con una toalla de baño y me la echó encima con la orden…
--- Quítate la ropa y sécate!!!
No lo pensé y lo hice, cuando asomé un ojo entre los pliegues de la toalla vi que en la habitación de al lado la señora se sacaba por la cabeza el suéter que llevaba y luego la falda, el primer impacto fue admirar el buen gusto que demostraba la señora en vestir, llevaba un conjunto de lencería de mucha calidad y de una belleza impresionante, la visión fue como un relámpago, pues desapareció bajo otra toalla gemela a la mía, al momento vi como caían las prendas al suelo, quedaron pegadas en un charco.
Me metí bajo de toalla disimulando no haber visto nada, cuando me tocó el hombro y me preguntó…
--- Que tal? Piensas estar todo el rato secándote?
Yo asomé tímidamente la cara y vi como estaba cubierta como yo, me enrollé con la prenda y disimulé secándome el pelo, al momento desapareció hacia la cocina, se lió la toalla bajo los brazos y puso en el horno la bandeja con la comida, luego abriendo como un relámpago diferentes armarios preparó en santiamén unos platillos con unos aperitivos que colocó en la mesa.
Me señaló una silla y volvió al recibidor donde había dejado el bolso junto el paragüero.
--- Siéntate, mira lo que tengo para ti…
Abrió el bolso y sacó un montón de papeles, me puso delante de mí una solicitud, la leí y me pareció bien pero después… sacó de debajo de todos los papeles un documento que en el encabezamiento decía… Ingreso… ACEPTADO, di un salto, lo había conseguido… me había podido incluir en los cursos, empecé a saltar, bailar y cuando me di cuenta estaba en medio del salón son los brazos abiertos y la toalla en el suelo a mis pies…
La señora se partía de risa, la escena era chocante, yo helado como una estatua del David, desnudo, con la polla arrugada por el agua y el frio y sin saber qué hacer, ella arrebujada en su toalla, riendo como una chiquilla, sin poder parar, la única idea que tuve, sin pensar nada, me fui hacia ella y cogiendo una orilla de la toalla estiré con fuerza, la cogí desprevenida, rodó sobre sí misma y fue a caer entre mis brazos, pero al llegar ya estaba desnuda, a medio camino se había quedado en el suelo su toalla, seguimos riendo los dos sin freno hasta que paramos en seco, al darnos cuenta del cambio de la situación, por primera vez me fijé en ella detenidamente, era un poco más baja que yo, pelo corto, cortado moderno con reflejos de color azulado, la cara bien cuidada, un cutis fino, los labios aunque habían perdido el color por la lluvia eran carnosos, el cuello blanco como toda su piel, era delgada pero proporcionada a su estatura, de su pecho nacían dos tetas que aunque un poco caídas, estaban adornadas por dos pezones que parecían dos medios dátiles rodeados por dos grandes areolas morenas, las tenía presionando mi pecho y cuando me separé un poco pude ver que bajo las tetas tenía un estómago terso sin vientre hasta el monte de Venus, con un poco de vello moreno bien cuidado, las piernas aunque se notaba que no eran de una adolescente estaban bien torneadas, lo cierto que engañaban las ropas que vestía, no se apreciaban las formas más que apetitosas que escondían.
Nos cambió la expresión de la cara a los dos, de la risa paso a la expectación pero el estado de mi polla rompió el hielo, cuando mi polla rozó su vientre, miró hacia abajo, se quedó quieta, mirando, creo que dudando… hasta que su mano la cogió despacio, simplemente la cogió, después la apretó y le retiró despacio la piel hasta descubrir el glande en su totalidad, con la otra mano cogió mis huevos desde bajo, luego subió mi polla hasta ponerla vertical entre los dos y se apretó contra mí hasta pegar su pelvis contra mis huevos.
Al pegar sus dos pezones contra mi pecho, me rodeó con sus brazos y se estrecho contra mí, inclinando su cabeza contra mi pecho, mi polla palpitaba entre los dos, mi boca buscó la suya, no tardó encontrarla, fue un beso suave, muy suave, lo justo para confirmar lo que deseábamos, pasé mis brazos alrededor de ella y levantándola la llevé a la habitación de al lado, las bragas y el sujetador todavía estaban en el suelo, pasé sobre las prendas, cuando deposité en la cama a la señora me miró a los ojos y me dijo…
--- Hola, me llamo Marta, quiero que me hagas tuya.
Fue como encenderse la luz verde de un semáforo, me dejé caer a su lado, mi beso fue más directo, pero su respuesta me encantó, su lengua abrió mis labios y entró como una tromba, mis manos cogieron sus tetas desde bajo y las subió hasta donde debían estar aún no hacía muchos años, y atrapando los pezones con los dientes, chupé las areolas hasta meterlas en la boca, solo escuché un suspiro, me levanté lo suficiente para arrastrarme sobre ella hasta llegar dándole besos por su vientre hasta llegar a su pubis, mi boca recorrió sus muslos hasta que se fueron abriendo poco a poco, cuando estuvieron lo suficientemente separados, mi boca se pegó a los labios de su sexo, nada más notar mi lengua abrirlos cerró las piernas atrapándome la cabeza, apenas podía oír, y menos aún hablar, me quedé bloqueado, pero en ese momento sentí como mi polla era atrapada por sus labios hasta hacerla suya, note la humedad de su boca y la presión de su lengua contra su paladar, mi glande llegaba hasta su garganta, me relajé, abrí mis piernas y toda mi polla desapareció en su boca, ella también abrió las suyas mi boca separó sus labios y mis dientes apresó su clítoris, un aullido se oyó con la boca llena pero lo suficiente para demostrar el placer que sentía, sus piernas ya no podían abrirse más, la vagina se abría ante mis ojos, húmeda, rosada, apenas morena de piel, con unos labios que invitaban a entrar, mi lengua no tardo en sorber sus jugos que manaba, cuando mi boca se lleno de flujo con olor a hembra caliente mis manos separaron sus nalgas, pagado a la vagina se apreciaba el agujero arrugado de su ano, moreno, pero que al contacto de mi lengua se cerró automáticamente, la respuesta fue que en mi ano entró sin avisar el dedo meñique de Marta, mi polla reaccionó poniéndose más dura aún, como castigo me quise vengar, le lamí el coño, sin compasión el clítoris era mordido succionado, lamido y estirado por todas las herramientas que tenía en mi boca, pero también su boca aspiraba y apretaba mi polla como una fruta deliciosa queriendo sacar todo su jugo, me presionaba suavemente los huevos y me ordeñaba, hasta que ya no pude resistir, simplemente me dejé llevar, dejé salir mis chorros de semen en su boca, intenté avisarle, pero mi egoísmo me ganó y me vacié en su boca, cuando abrí mi boca ante el placer de la eyaculación se me llenó de flujos de Marta que le manaban de su vagina en un orgasmo violento que me zarandeaba en convulsiones imparables, mi cabeza iba entre sus piernas de un lado a otro hasta que lentamente se calmó, solo entonces soltó mi polla de su boca, caímos uno al lado del otro rendidos, cuando un olor invadió la casa…
Marta saltó de la cama como un resorte, desde la habitación oí el grito de decepción al abrir la puerta del horno, cuando llegué junto a ella estaba envuelta en una nube de humo negro, en la bandeja se adivinaban los dos pescados totalmente tostados, quise consolarla, mientras ella evaluaba los daños, me pegué detrás de ella, le pasé mis manos por debajo de sus brazos y le cogí las dos tetas a la vez, con los dedos presioné sus pezones que no tardaron nada en estar completamente erectos, no llegó a incorporarse, con las manos llenas de sus tetas me acerqué a sus nalgas, cuando mi pubis estaban rozándolas mi polla ya estaba entre sus piernas rozando sus labios vaginales, la humedad que rezumaban era todo lo que yo necesitaba para presionar lo suficiente, abrirme paso a través de ellos e introducir el glande de un primer golpe, Marta quedó inmóvil, creo que cerró los ojos y abrió la boca, lo intuí por su rigidez instantánea, separó los brazos para facilitar que le abrazara desde detrás, le cogí las tetas pero cruzando mis brazos por delante, al atraerla más contra mí, la polla se deslizó dentro de ella suavemente hasta que hizo tope pegándose los huevos contra sus labios, un suspiro largo dio por finalizada la sorpresa inicial, Marta olvidó el horno, el humo, el pescado y la comida, cuando se incorporó pegada a mí le besé en el cuello pasando de un hombro al otro deteniéndome en su nuca, sus pezones presionaban las palmas de mis manos mientras su piel suave se abría paso entre mis dedos, mi polla sin salir de su vagina, estaba presionada por sus nalgas, poco a poco fue girando sobre sí hasta que su boca encontró la mía, lentamente mis manos dejaban sus pechos y mi polla salía de su abrigo mientras su lengua ganaba terreno en mi boca buscando la mía, cuando estuvimos frente a frente me abrazo el cuello fuertemente, desesperadamente diría yo, tanto que se puso de puntillas, me besaba sin cesar pasionalmente, mis manos cogieron sus nalgas y subiéndolas la levanté hasta que nuestras bocas estuvieron a un mismo nivel, Marta rodeó mi cintura con sus piernas, mi polla quedó encarada a sus nalgas, buscó lentamente el camino entre sus ingles hasta hallar la separación de sus labios y deslizarse entre ellos hasta ir metiéndose en su coño, ella aflojó sus piernas hasta que notó que ya tenía dentro toda mi polla, no me soltó cuando poco a poco fui andando cargado con ella hasta la cama, me senté en la orilla y Marta dejó sus piernas sobre las sabanas, abrí las piernas lo suficiente para que mi polla estuviera a su entera disposición, ella subía y bajaba a su gusto, se servía el trozo de carne ardiente a su placer, sentía como rozaba su punto G o sus pliegues o se metía todo hasta que su útero estaba forzado dentro por mi glande, me echó hacia atrás poniendo sus piernas en mis costados, sus tetas oscilaban sobre mí, me tenían hipnotizado ver esas dos maravillas rozaban mi boca intentando huir de mis labios, si podía atraparlas mis dientes pellizcaban el pezón, mi mano pasaba entre nuestros respectivos pubis acariciando su clítoris después de abrir sus labios, Marta con los ojos cerrados estaba concentrada con las sensaciones que estaba disfrutando, presionaba mi polla con los músculos de su coño haciendo las penetraciones lo más intimas posibles, cuando sus movimientos se volvieron más irregulares, comprendí que su orgasmo estaba llegando, las tetas ya no oscilaban rítmicamente, ya sobrevolaban alocadamente sobre mi cara, su cadera me rodeaba, subía y bajaba sin ningún orden, levanté mis caderas para que mi polla estuviera más a su disposición en toda su longitud, pues ya la tenía en su grosor, intenté estar aguantando mi eyaculación hasta que la mujer disfrutara de su orgasmo inminente, pero cuando ya estaba comenzando a sentir sus primeros espasmos me dijo entrecortadamente…
--- Por favor, no te reprimas, córrete ya, córrete conmigo, te quiero sentir llenándome de leche.
Me rompió los esquemas, yo quería que se corriera ella sola para que disfrutara del momento, pero ella prefirió que sintiéramos los dos lo mismo y sobre todo a la vez, cuando sus espasmos estaban en el máximo mi polla explotó en varios chorros de leche caliente que llenaron el coño de Marta hasta que se salía entre sus labios, tras varios temblores que nos sacudieron a los dos a la vez quedamos en la misma posición, ella sobre mí hasta que nuestros corazones volvieron a latir a un ritmo aceptable.
Cuando Marta lentamente se dejó caer a mi lado, sus ojos estaban casi en blanco, se quedó abrazada a mí, nuestras piernas entrelazadas, mi polla chorreando semen y jugos vaginales, igual que manaba la entrepierna de Marta, un sueño reparador nos invadió, no estuve mucho rato transpuesto, pero cuando abrí los ojos tenía a mi lado en una silla mi ropa totalmente seca y plegada.
Marta llevaba una bata ligera, al oírme se me acercó ye inclinándose me besó en la boca ligeramente.
Cuando salí al salón una bandeja con un montón de sándwich estaba servidos en la mesa, una botella de vino y dos copas de fino vidrio la acompañaban, me avergüenzo un poco, pero comí o mejor devoré varios, estaba desmayado por la hora y por el “ejercicio”, después de un café cargado Marta me dijo que la había hecho muy feliz y que era un chico especial, me sentí muy halagado, sobre todo porque me lo dijera una mujer tan fabulosa, se lo dije y de llamó adulador, pero sabía que era verdad.
Cuando llegué a casa de mis tíos era ya de noche, mi polla todavía me escocía de tanto que había follado a Marta, o al revés, no sé bien, pero estaba contento, perecía que pesaba menos, mis huevos estaban escurridos.
Cuando le conté a mi familia el éxito del día, mi admisión, claro, se armó una algarabía total, me felicitaron todos, cada uno a su manera, mi tío me estrechó las dos manos, mi tía me abrazó clavándome las tetas y pegándose contra mí, mis primas me dieron sendos besos en la mejilla, me guiñaron el ojo como posponiendo su felicitación hasta un mejor momento, después de cenar con un hambre leonino me fui a mi habitación, no cabía de contento.
Por la mañana, mi tío me estaba esperando, me dio un cheque bancario, era una cantidad de dinero bastante generosa para mis primeros gastos, matriculas, libros etc. No quise cogerlo pero tanto insistió que…
Fui directamente a Secretaría, me inscribí en el curso, en su mesa estaba Marta, me miró y sonrió levemente, estaba más guapa que de normal, se había maquillado levemente, y bajo su blusa se adivinaban sus tetas generosas bien delimitadas por su lencería de lujo.
Cuando salí después de hacer mis gestiones, me miró y sacando pecho se pellizcó disimuladamente un pezón.
Me prometí que no sería la última vez que visitaría a Marta.
Continuará
Agradecería sus comentarios

4 comentarios - Mís primas de la capital 4

sevas2
Muy bueno como los anteriores 10+
dellinspiron67
+10, excelente saga de relatos, quede al palo...!! Espero pronto la continuación. A favoritos