Por la mañana bien temprano ya estaba en pié, le dije a mi madre que me llamara y me levanté cuando ella, le conté que Alba quería que la acompañara a la ciudad para comprar alguna cosas, Carla levantó una ceja de incredulidad pero cuando le dije que tenía ganas de ver a su hermana Ana ya se convenció de que no era una excusa.
Cuando llegó el coche de Benito a la puerta tocó la bocina, íbamos con retraso y ni siquiera entraron a saludar, el médico nos llevó rápidamente a la estación.
Con las prisas apenas había reparado en Alba, casi no la conocía, de la chica apática y triste que era y por lo que la conocían en el pueblo, ahora estaba resplandeciente y no solo eso sino que pensaba estar mucho más, me enseño la tarjeta de crédito que le acababa de abrir su padre, literalmente me dijo que la iba a “quemar”.
Apenas habíamos terminado de tomar un café en la cafetería de la estación cuando la megafonía anunciaba la llegada del tren.
A esa hora de la mañana ya venía lleno, en los pasillos se amontonaba la gente de pié, según iba haciendo paradas todavía seguían subiendo, era hora punta y la gente iba a la ciudad por muchos motivos.
Pude lograr que Alba se metiera en un hueco entre las barras para asirse, nos costó bastante conseguirlo aunque estábamos muy incómodos pues había una señora con un carrito de bebé y temíamos lastimar al niño.
Parecía que el tren iba más lento de lo normal, quizá sería la prisa por llegar, cuando aún empezaron a apretarse más, la gente se apartaba murmurando yo estaba a punto de protestar también cuando una mano se posó en mi hombro.
- Billetes, por favor…
Me volví un poco molesto, con éste gentío y ¿aún buscaban a alguien que se hubiera colado sin billete?
El enfado me duró segundos, la cara era de Vicenta, la Jefa de Tren me miraba guasona.
- ¡Mira quien está aquí! Si es Manu el viajero del Orient Express.
- Hola Vicenta, ya ves a la ciudad, voy con mi amiga Alba de compras.
- Hola Alba encantada, pero haced el favor, seguidme.
Vicenta abría la marcha pidiendo paso por favor, Alba la seguía pegada a ella y yo cerraba la comitiva recibiendo las protestas, entonces tuve que soportar todos los murmullos de los pasajeros a la vez que pedí perdón más de mil veces.
Al fondo del vagón Vicenta abrió la puerta estrecha de la cabina y nos coló, al cerrar tras de mí aún oí los piropos que nos dedicaban.
La cabina ya la conocía yo de sobra, en ella había viajado en otra ocasión solo con Vicenta y con tan grata compañía se me había hecho el trayecto muy corto, Vicenta le ofreció a Alba el asiento del conductor vacio y el otro a mí, yo decliné el ofrecimiento y se sentó Vicenta, entre las dos quedé balanceándome con el vaivén del tren, frente a nosotros se iba escapando el paisaje por el parabrisas trasero.
Le contamos a Vicenta los planes que teníamos de ir de compras, ella nos iba orientando donde debíamos dirigirnos pero al nombrarle los bañadores me recordó la tienda de su amiga, llamó preguntándole si además de lencería tenía también trajes de baño, la chica le confirmó que acababa de recibir los modelos de la temporada.
Le conté que Alba era una buena amiga, Vicenta me miraba sonriente e incrédula pero no dijo nada, solo que era una chica preciosa y a ella le previno de mí, nos reímos un rato y cuando nos dimos cuenta ya estaba el tren entrando en la estación.
Esperamos a que se desalojara el vagón y salimos, Vicenta me dio dos besos, casi en la mejilla, a Alba le pareció que junto a mi boca, a mí también.
Entre bromas Alba me preguntó curiosa sobre Vicenta, yo tuve que contarle que la frase del Oriente Express era porque además de ferroviaria le gustaba la historia de los Grandes Expresos Europeos, la chica parece que se contentó con una respuesta tan rara, pero si no la creyó no dijo nada, sólo me dedicó una sonrisa.
- ¿Por dónde empezamos Manu? Aquí tengo la lista de lo que quiero comprar.
Sacó un papel lleno de apartados, ya comprendí lo de quemar la Visa.
Entramos en un gran almacén, por las escaleras mecánicas entraban colas de clientes como si se las tragara, me fijé en el directorio y agrupé las compras, al estar organizados no perdimos tiempo, compramos los gorros de baño para los cuatro, las chanclas y un bañador para su padre, sin yo darme cuenta separó otro para mí, en la sección de perfumes eligió uno juvenil para ella y otro más fuerte para Clara, algo de maquillaje también encargó mientras yo miraba la electrónica que había al lado.
La mañana fue fructífera pues en menos de hora y media ya salíamos de la tienda con las manos llenas de bolsas.
- Próxima parada… bañadores de señoras, -anuncié yo-.
La tienda de la amiga de Vicenta no estaba lejos, cuando entramos la chica nos dedicó una sonrisa de oreja a oreja, nos señaló unas butacas que habían en un rincón para que esperáramos a que terminara con una clienta que tenía el mostrador lleno de prendas.
Alba no perdió el detalle de la sonrisa pícara de la vendedora, cuando nos sentamos me apretó la mano diciéndome.
- Mmm, me parece Manu que conoces a todo el mundo por dónde vas y justamente todo son chicas guapas.
- No creas, coincidencias solamente, bueno la verdad es que contigo es una excepción.
Por fin la señora se decidió y se llevó varias cosas, la chica recogió apresuradamente lo que sobró y nos atendió.
- Hola Manu, que tal, me alegro de verte, que quieres esta vez, ¿algo espacial como la anterior?
Me apresuré a presentar a Alba.
- Hola, pues esta vez vengo con mi amiga Alba, es muy buena amiga, y queremos comprar algunas cosas, ¿Qué tienes de bañadores?
La dependienta nos miró con ironía, lo de buena amiga le llegó al alma, se ve, pero no insistió más y sacó varias cajas.
- Mirad, esto es lo último de éste año, es la moda, ¿para quien es el traje de baño?
- Para mí, es que vamos a ir a un Spa, porque normalmente uso bikini o ni eso…
Noté un duelo soterrado entre las chicas.
- Pues estos bañadores te harán una figura muy esbelta aunque creo que ya la tienes, ¿verdad Manu?
- Si, tiene un cuerpo divino… creo.
- Jajaja, vale pareja, pasad al probador y elegir cuál os gusta más, tú Manu presta mucha atención en los detalles, no os preocupéis por el tiempo, si viene alguien tengo otro probador.
Me dio varios modelos, ya había echado un ojo al cuerpo de Alba y adivinó la talla, el probador no era muy espacioso pero tenía una percha y un taburete, las paredes eran espejos de arriba abajo.
Alba no perdió tiempo, la dependienta había guardado nuestros paquetes en el almacén y teníamos las manos libres.
No quise fijarme en el cuerpo de Alba cuando de dos movimientos se quitó la ropa, pero era inevitable, a la pared que mirara el espejo reflejaba por todos los ángulos el tipazo de Alba.
Me devolvió a la realidad cuando se puso el primero, estaba vuelta de espalda con un pié en la banqueta y desde el cuello hasta la rabadilla se le notaba las vertebras, parecía delgada pero las nalgas las tenía redondas y duras, la cintura fina le daba la forma de una guitarra.
Se subió la parte de abajo hasta ajustarse las ingles, se volvió hacia mí para que le ayudara a colocarse los tirantes mientras ella metía las tetas en las copas, mis ojos veían esas tetas en tres dimensiones por los tres espejos, el bañador tenía unos refuerzos preformados de foam que le hacían las tetas chatas, no llegué a decírselo cuando ya se había quitado el bañador y pidió otro.
En éste ya no se volvió, de pié como estaba pasó las piernas por el camal y quiso subírselo, en la segunda pierna perdió el equilibrio y casi se cae, estuve rápido de reflejos y la abracé sujetándola como pude, no sé porqué las manos siempre van a dónde no deben, o sí, el brazo por su costado y la mano en la teta colgante, dura y suave.
Me miró y sonrió, yo intenté excusarme pero ella me dio un piquito en la boca, para demostrar que no tenía nada que perdonar cogió mi mano y la puso sobre la otra teta, tragué saliva, y después de unos tanteos la solté, en el probador empezaba a hacer un calor…
Éste modelo le sentaba de maravilla en el pecho, pero le apretaba en las ingles de una forma exagerada cuando se lo quitó me enseñó las marcas, no las vi pero me di cuenta de los labios recién depilados, en todo el pubis y en las ingles no se notaba el más mínimo vello.
Empecé a sentir un cosquilleo que ya conocía, el dormilón se estaba despertando.
El tercer modelo ya era otra cosa, cuando se lo probó me hizo pasar el dedo por el elástico del camal, ya no le apretaba como el otro, eso decía, yo sólo notaba el calor de los labios hinchados y suaves, al pasar por el clítoris noté el escalón que hacía.
Las tetas estaban donde debían, encajadas en la tela, sin artificios que las obligaran, naturales y libres, incluso por la sisa se le adivinaba dónde nacían.
Éste era el definitivo, se lo quitó y al volverse me notó el bulto que ya no podía disimular, lo apretó provocando que se saliera del bóxer bajo el pantalón, me dijo que devolviera todos menos ese que ya podía envolver.
Abrí con cuidado la puerta y llamé a la chica.
Cuando vino le entregué las prendas como me había dicho pero Alba abrió totalmente detrás de mí y mostró su majestuoso cuerpo desnudo.
La chica abrió los ojos sorprendida a la vez que por reflejo me miraba la bragueta, sonrió como diciendo que era lógico, y se dio la vuelta pero Alba la llamó otra vez y saliendo a la puerta del probador le pidió otros bañadores de la talla de mi madre, la dependienta le miró a los ojos un poco desafiante y le preguntó para qué quería probarse una talla tan pequeña, pero ella insistió alegando que era para hacerse una idea de cómo le sentaría el dibujo.
Alba se empeñó pero sólo se pudo poner la parte de abajo, aun así se le marcaban los labios en la tela pues se le había metido entre ellos, de la cintura no pudo pasar y se le cayó la etiqueta, se arrodilló a recogerla por lo que al abrir la puerta otra vez la dependienta para traer otro modelo se encontró a Alba con la cara pegada a mi bragueta, por todos los espejos vimos la expresión de sorpresa de la chica que al momento cerró otra vez, nos reímos los dos y Alba como ya estaba agachada terminó de sacar mi polla y darle unos cuantos lametones.
Habría dado cualquier cosa para que Alba hubiera acabado lo que había empezado pero creyó que no era el sitio más cómodo para una mamada y se cambió por la ropa de calle.
Para el asombro de la chica también compró el bañador de talla de mi madre, yo no le aclaré para quien era.
Cuando salimos de la tienda aún tenía una erección notable, mi suerte fue que al llevar tanto paquete no se viera la mano de la dependienta entre ellos apretándome la polla al dejar salir primero a Alba, luego me lanzó un beso al aire.
Nada más salir nos sentamos en una terraza y mientras nos traían unos refrescos llamé a mi tía Ana, tardó un poco en contestar, me dijo que la pillaba casi saliendo de casa, se iba a la consulta de la ginecóloga que era amiga suya para una revisión pues ya le faltaba poco para parir.
Le pregunté por su marido y si la acompañaba pero me dijo que estaba fuera, que no había problema e iría sola, le pregunté donde era la consulta y estaba en el centro, no muy lejos de donde estábamos ahora.
Quedamos en vernos en la puerta, Alba me apoyó cuando le dije que era mi tía Ana y que estaba embarazada, ella misma insistió en salir hacia allí lo antes posible por lo que pagué y nos dirigimos hacia allí.
Llegamos antes que Ana, aún en taxi el tráfico le hizo retrasarse, cuando bajó me sorprendió la bombo que la precedió, la pobre se movía con dificultad al salir pero estaba más guapa que nunca, con sus tetas rellenas y andando apoyándose los riñones.
Su cara se iluminó al verme, me abrazó pegándose literalmente a mí, yo con miedo no quería presionar su vientre pero ella me rodeó incrustando su barriga en la mía.
A Alba le gustó el abrazo, la vio tan espontánea y tan natural que le gusto vernos, cuando le presenté a mi tía ella también la besó muy cariñosa, le dijo que era igual que mi madre, Ana la conocía un poco de la visita al pueblo y se alegró al recordar que era la hija de Benito.
Entramos en la clínica, ya iba con retraso, en efecto al momento salió su amiga, se llamaba Mónica y la había tratado durante todo el embarazo, se cogieron del brazo y se fueron a la consulta, mi tía se volvió y nos urgió.
- ¡Qué hacéis, venir!
Nos miramos extrañados pero fuimos enseguida.
- ¿No queréis ver a Manuel? Me va a hacer una ecografía.
- Encantado, ¿verdad Alba?
- Por supuesto, esto no lo tiene mi padre en la suya.
La médica le llevó a la camilla de exploración, era muy parecida a la de Benito pero más moderna y completa, aunque la quería ayudar no podía subir y Ana me llamó para que la ayudara.
Alba se puso al otro lado y entre los dos le ayudamos a subir, Ana ya tenía experiencia y puso las piernas en los soportes, me dijo que le quitara las bragas pues no llegaba, me ayudó levantando el culo, mientras Alba le subía el vestido premamá hasta los riñones dejándole el vientre al aire.
Bajo del vientre una mata de pelo se extendía sin cuidado sobre el pubis otras veces mimado.
- Perdona Manu, pero no me he depilado, de tu tío no me fio nada, seguro que me llena de cortes, tú sí que me dejas bien.
Alba nos oía y nos miraba incrédula entre asombrada y admirada y más cuando empezó la ecografía, la médica iba contando por donde iba señalando los detalles del ya bastante desarrollado Manuel.
- ¿Has visto a tu hijo Manu?
Se oyó desde la otra parte de la barriga… las dos chicas se miraron asombradas, luego me miraron a mí interrogantes, menos mal que mi tía siguió…
- Perdona Manu dicho así suena raro ¿verdad?
- Pueeees sí Ana, si. Las chicas se han quedado a cuadros.
- Jajaja, quería decir que es obra tuya.
- Pues no has aclarado mucho Ana.
- Jajaja, por supuesto mi hijo es de Jorge mi marido, pero sin tu ayuda no habría quedado preñada.
- Eso está mejor.
- De todas formas Ana eso me gustaría que me lo contaras, nunca había oído nada parecido en mi consulta.
- No te preocupes Mónica ya te lo contaré con más calma.
- Muy bien, esperaré impaciente, chicos ¿queréis ver al bebé?
- Claro yo no he visto ninguno ¿y tú Manu?
- Yo tampoco y me gustaría saber cómo está.
La ginecóloga nos fue señalando donde tenía la nariz, las manos, los pies, claramente se distinguía
A Manuel casi desarrollado, oímos su corazón que de una forma extraña lo oímos en el ordenador, luego nos lo grabó en un CD.
- Ahora voy a reconocerte la matriz, ¿queréis ver el cuello del útero a ver si está dilatado?
- Claro, es una ocasión perfecta, mi padre también lo hace alguna vez, pero sin estar embarazada.
La médica nos estuvo explicando todo lo que iba examinando, con los labios abiertos y la vagina obligada por el espéculo se veía iluminado el fondo, los pliegues que tanto me gustaban rozar con mi capullo se notaban mojados y brillantes.
Cuando terminó la exploración ayudamos a levantarse de la camilla, mientras Alba la bajaba el vestido yo le bajé las piernas de los soportes, cuando estuvo de pié vimos las bragas en una silla, Ana las cogió y las guardó en el bolso.
- Ya me pondré las bragas luego.
Mónica nos despidió a la puerta de la clínica, como último consejo le dijo que procurara no tener sexo vaginal.
- Tranquila Mónica, mi marido hace mucho que no me atiende, dice que no le atraigo con esta barriga.
- Pero hay otras maneras de tener sexo, supongo que lo sabrá.
- Claro, pero no conmigo.
Alba y yo escuchábamos en silencio, no quisimos opinar pero nos pareció que Jorge estaba tomando muy malas costumbres.
Acompañamos a Ana a su casa, no queríamos molestarla pero ella insistió en que subiéramos, se había hecho tarde y aún no habíamos comido y aceptamos.
Nada más entrar en casa Ana nos dijo.
- ¿Me permitís que me ponga cómoda?, me molesta el vestido.
- Claro Ana estás en tu casa, ponte cómo quieras.
Mi tía se puso de espaldas a Alba y le pidió que le bajara la cremallera y que le sacara el vestido por la cabeza, cuando lo hizo mi tía quedó completamente desnuda, tampoco llevaba el sujetador por comodidad.
- Perdonad, no os había dicho que cuando estoy sola voy desnuda por la casa.
- Pero cuando venga Jorge…
- Ni se fija, no le da ni frío ni calor. Bueno contarme, ¿qué os trae por la ciudad?
- No sé si te acordarás que la semana que viene es el cumpleaños de tu hermana y queremos hacerle un regalo especial, Benito y yo hemos pensado irnos los cuatro el fin de semana a un balneario y hemos venido a comprar bañadores.
- Sí que me acordaba, pero quería llamarle ese día. ¿Y qué le habéis comprado?
- Le hemos comprado un bañador para el Spa y Alba otro, además de un perfume y los demás accesorios.
- Y yo te he comprado un bañador a ti.
- ¿Por qué lo has hecho? Si tengo uno.
- Pero no ibas a ir con uno viejo y todos los demás de estreno.
- Jajaja, Alba está en todo Manu, y ¿cómo te lo has comprado?
- Me lo he comprado negro, me hace el cuerpo más estilizado, los otros me sentaban mal y me hacían gorda.
- ¿Gorda? Tú gorda, pues que tendría que decir yo, yo sí que estoy gorda.
Iba imitando a los gorilas andando, la facha que hacía desnuda con el tripón delante y los brazos colgando era cómica. Nos reímos a rabiar con ella.
- Porqué no te lo pruebas que te lo vea, hace tanto tiempo que no voy a la playa…
Alba fue a buscar el paquete entre las bolsas y cuando volvió esperé que preguntara donde se cambiaba pero con toda naturalidad se quitó los pantalones y la camiseta mirándonos de frente, se soltó el cierre del sujetador, se sostuvo un momento las copas antes de soltarlas y dejarlo en una silla, luego se quitó las bragas tranquilamente.
Las tetas llenas se notaban duras y brillaban frente a nosotros, mi tía me miró de reojo y sonrió.
Alba sacó el paquete y lo desenvolvió con cuidado, sin prisa, y sacó el bañador, yo estaba inquieto en el sofá junto a Ana, el pantalón ya me quedaba estrecho.
Cuando se acabó de ajustar las ingles yo estaba verdaderamente incómodo, el bóxer me tiraba de todos lados.
Las dos tetas se colaron cuando se colocó los tirantes, después de unos breves ajustes de los pezones se dio una vuelta con paso de modelo, no tardamos en aplaudir la demostración.
- Ahora te toca a ti Manu, a ver si te gusta el que te he comprado.
No tuve opción, Alba había tenido un detalle conmigo y no le iba a negar el capricho, traje el paquete del bañador mío y para no ser menos que ellas me quité los pantalones, cuando me volví para quitar el bóxer Alba ya se había quitado el bañador y estaba sentada al lado de Ana tan desnuda como ella.
- Venga sobrino, no tengas vergüenza.
- Eso, a ver si ahora nos sales tímido Manu.
Sin dudarlo me quité el calzoncillo y para provocarlas me quedé frente a ellas con la polla empalmada mientras miraba la talla de la etiqueta.
- Sobrino ¿qué miras la talla?, te puedo asegurar que tienes la talla ideal.
- Jajaja, tiene miedo que no le quepa el paquete en el bañador Ana.
Me puse al bañador y me di una vuelta imitando a Alba.
- ¿Os gusta? ¡Sí me cabe tontas!
- Ana ¿quieres ver el que le he comprado a Clara?
- Por supuesto, aunque será de una talla mucho menor que la tuya, con esas tetas no podrías meterlas.
Sacó el paquete y lo extendió sobre el asiento del sofá, las dos chicas inclinadas para verlo dejaban caer los dos pares de hermosas mamas como estalactitas.
- Déja que me lo pruebe, hace mucho que no me pongo ninguno.
- Pero no te va a caber, con esas tetas que te han crecido y ese vientre no tienes ni para empezar.
- No sé de qué me sirven las tetas gordas ahora, Jorge no me toca.
Ana se levantó y se puso el bañador de su hermana sobre ella, claramente no le servía en ningún lado, la barriga era imponente y con las minúsculas tetas de mi madre comparadas con las que lucía desde que estaba preñada era imposible siquiera meter una solo, aún así se apretó el bañador en el estómago imaginándoselo puesto, dio dos vueltas al salón, por detrás su culo se balanceaba exageradamente y su tripa iba de un lado al otro.
Cuando se puso frente a nosotros se quitó el bañador y lo dejó sobre la silla pero se escurrió y se cayó al suelo, yo me levanté rápido pero ella lo fue más y se inclinó a recogerlo, tuvo que hacer un esfuerzo para llegar y lo intentó dos veces, Alba me dio una palmada en el culo y me señaló a Ana.
Mi tía procuraba llegar abriendo las piernas con lo que separaba las nalgas, Alba me insistió y yo comprendí, mientras me acercaba a Ana me moje la mano con saliva y la repartí por el glande, me puse detrás de mi tía y le cogí de las caderas, Alba también se había levantado y le sostenía los brazos para que no estuviera incómoda.
Ana vio a la chica delante de ella y a mí detrás cogido a su cintura y adivinó mis intenciones, sólo arqueó lo que puso la cintura para que pudiera apuntar bien.
Le pasé el capullo entre el vello de los labios, noté la humedad en su vagina y mojé un poco más la punta del glande.
- Te agradezco la intención Manu pero ya sabes lo que ha dicho la médica, nada de sexo.
- Te ha dicho que nada de sexo vaginal, pero que hay otras clases de sexo, ¿has oído hablar del sexo anal?
- Anaaaal, claro que si Manu tú lo sabes bien, gracias por la idea.
- Dáselas a Alba, ella ha sido la que me lo ha insinuado.
- Gracias Aba, lo estaba necesitando, ya casi ni me acuerdo.
Mientras estaba hablando con Alba apreté el capullo mojado y lo apoye en su culo, eche un salivazo y cuando se extendió alrededor del glande apreté, tras una leve presión se coló, Alba sujetaba bien a Ana pero prefirió sujetarse en la mesa, mientras yo iba ingresando en el recto de Ana.
Mi tía gemía al notarme dentro, no sé si por el tiempo de abstinencia o por sentirme a mí, de todas formas yo me sentía como en mi casa, relajado podía estar todo el tiempo que quisiera Ana, pero ella no pudo aguantar mucho, le cogió una mano a Alba y otra a mí, cuando noté como presionaba con el esfínter a mi polla supe que le llegaba el orgasmo, la sujeté fuerte mientras se sacudía en espasmos, era una delicia verle el vientre cayendo junto a sus tetas, desde arriba era igual que hacía muchos meses, su fina espalda y sus caderas menudas como Clara.
Ya se había corrido y yo continuaba moviéndome sin prisa, Ana se incorporó con la polla aún dentro y me rodeó la cabeza por detrás de ella, le abracé por detrás, pude apreciar todo el volumen de sus tetas elevadas y su vientre duro y tirante, iba acelerando las metidas cuando me dijo.
- No Manu, no te corras, hoy tu leche no debe ser para mí, tengo una idea, mientras yo hago algo de comer tú le puedes enseñar tu habitación a Alba, no te dejes ningún detalle, ah! Y no tengáis prisa.
Ana se volvió despacio hasta que mi polla salió de su culo, me besó en la boca y me cogió la polla, la tenía a punto de eyacular pero me contuve pues se la dio a Alba que me sujetó hasta que Ana le señaló cual puerta era la de mi cuarto.
La exhibición de mi habitación fue corta, Alba se echó en mi cama y me llamó, accedí entre sus piernas, la chica era buena alumna y me recibió sin apenas rozarla, estuve metiendo y sacando la polla con toda la fuerza que pude, acababa de sacarla del culo de Ana a su instancia y mi tía había preferido que me corriera con Alba, eran dos mujeres especiales, me habría gustado estar toda la tarde follando con Alba pero cuando se puso a cuatro y se la metí, se me cruzaron las imágenes de la espalda de Ana y las de Alba y me corrí en el coño de Alba. Estuvimos un rato abrazados, nuestros corazones estaban galopando a la vez.
- Lo siento Alba, no te he dado tiempo a correrte, eran muchas emociones juntas para mí.
- Lo sé, a mi me ha encantado verte con tu tía, se notaba que no estabas follando, estabas haciendo el amor con ella, ha sido una visión muy hermosa, se lo merece.
Cuando salimos de la habitación Ana ya había montado la mesa y estaba sirviendo los platos, llevaba solo un delantal que le cubría solo las tetas y la barriga de salpicaduras, las tetas se le salían del peto por los lados, al vernos llegar se le iluminó la cara, se quitó el delantal y nos hizo sentar a la mesa, en las sillas había puesto unas toallas por si alguno destilábamos líquidos.
Comimos entre risas y comentarios más o menos picantes, le pusimos algunos ejemplos de las consultas de su padre, mi tía parecía una niña jugando de nuevo.
- Alba me encantas, eres una chica maravillosa, espero que lleguemos a ser familia.
- Y yo también Ana, creí que Clara era un caso único, pero veo que sois dos chicas igual de encantadoras.
Cuando terminamos mi tía nos preguntó a qué hora salía nuestro tren, le dijimos que a las siete de la tarde y que la dejaríamos descansar.
- De ninguna manera, ahora me voy a tumbar un rato para descansar las piernas, pero vosotros os vais a acostar a la siesta conmigo, la cama es grande y tenemos muchas cosas de que hablar, estoy muy sola y una vez que encuentro a personas interesantes no las voy a dejar ir.
- Vale Ana, pero no queremos molestar, nos iremos pronto, antes de que venga Jorge.
- Tranquilo, el vendrá cuando… quiera, no me preocupa.
- No le dejamos recoger la mesa y la mandamos a su habitación, entre Alba y yo dejamos todo arreglado.
Cuando entramos en la alcoba nos estaba esperando y se hizo a un lado palpando la sábana a su lado para que me acostara junto a ella, me dejaba al medio, al otro lado se acostó Alba.
Estuvimos hablando de muchas cosas, de su hermana, de la vida que había tenido y Alba contó también de su padre, no lo había tenido fácil para criarla a ella, también le contó nuestros comienzos, de lo rara que era antes y lo que era ahora. Mientras hablábamos, Ana como también hacía mi madre me cogió la polla y jugueteaba con ella, no era en absoluto en plan de sexo, sino una forma de sentirse cercano, aun así mi polla no entendía de metafísica y se ponía como un asta de bandera.
- Cuando nos conocimos a través de mi padre yo vivía aislada en el campo, con mis gatos y mis plantas, gracias a mi padre he recibido una educación y una cultura buena, pero era anti social, pero Manu me ha cambiado toralmente, en todos los aspectos.
- Manu tiene mucho arte.
- No sé lo que será, pero cuanto más lo conozco veo cuanto le aprecian todos, sobre todo las mujeres, no hay ninguna que se le resista y eso que él no hace nada por conquistarnos.
- Esa es su virtud, que es natural totalmente, no presume de nada como cualquier hombre, ni es vanidoso, ni orgulloso, habla con todo el mundo y procura ayudar a cualquiera, además es un chico que no está mal y tiene una polla muy hermosa…
Alba cuando nombró mi polla acercó la mano buscándola, la encontró dura pero ocupada por la mano de Ana, ésta enseguida le dejó espacio cogiendola del tronco y dejándole el capullo a la chica, entre las dos la iban manteniendo dura como un poste.
- A mi padre le ha encantado desde un principio y le ha demostrado total confianza en muchas ocasiones y nunca le ha fallado, incluso a veces ha sido al revés.
Yo estaba en la gloria, había pasado los brazos por los hombros de las chicas y tenía una teta de cada una en las manos, era suficiente para no rebajar la erección.
- Mi marido también le aprecia mucho, le ha ofrecido introducirlo en sus negocios y mientras está estudiando para eso, posiblemente le cederá su puesto.
- Siento mucho lo de tu marido, seguro que cuando vea la carita de Manuel se le pasará la neura que tiene ahora.
- Yo en eso confío, todos me lo han dicho, he hablado con una sicóloga que conozco y también me lo ha confirmado, dice que es porque tiene inseguridad, esperemos que acierte.
- Seguro que sí, ¿sabes una cosa Ana? Me siento muy a gusto contigo y con Manu, nunca hubiera pensado en estar con una chica en la cama desnudos y compartiendo la polla de un chico guapo.
- Jajaja, es cierto, es un poco inusual, no es para contarlo, pero es una pena que se desperdicie una polla como esta, ¿no te parece?
- Claro, y creo que me voy a cobrar un orgasmo que me debe Manu.
Alba se subió sobre mí, mi tía me sujetaba la polla vertical mientras ella se colocaba en posición, cuando lo estuvo fue bajando despacio, mi tía iba retirando la mano hacia abajo a la vez que se metía en el coño de Alba, cuando se sentó sobre mis huevos Ana se escurrió en la sábana y puso su cabeza apoyada en mi muslo, el culo de Alba subía y bajaba sobre mí, mi tía me acariciaba los huevos con una mano y con la otra buscó el clítoris de Alba, lo encontró entre sus labios abiertos, estaba duro y brillante, yo con los brazos detrás de la cabeza miraba a las dos mujeres, las tetas de Alba saltaban a cada subida y las de mi tía las sentía pegadas a mis piernas.
Cuando vi cambiar la expresión de Alba le cogí las tetas y las sujeté de los pezones para que no saltaran, mi tía notó el cambio en su clítoris también y aceleró las caricias, Alba se dejó caer sobre mi desfalleciendo mientras se agitaba sin control, Ana le dejó de acariciar para no saturar su sensibilidad y estuvo pendiente de mi polla, la veía entrar y salir a voluntad de Alba, se movía hacia todos los lados para procurarse el máximo placer hasta que se quedó quieta, mis huevos parecían tener vida propia, se movía algo dentro de ellos y cambiaban de forma, cuando por el tronco de la polla empezó a contraerse Ana me los acarició, Alba volvió a saltar con rapidez y yo me vacié dentro de ella.
Se quedó pegada a mí, sus tetas aplastadas me quemaban y mi tía esperaba pacientemente cogiéndome la mano, cuando Alba empezó a dar señales de vida se fue levantando, Ana puso la palma de su mano debajo del coño de Alba, mi polla salió como un tapón y a continuación un choro de semen.
Ana le enseño a Alba la leche que había recogido, ésta pasó dos dedos recogió un poco se lo metió en la boca y se lo tragó, mi tía se bebió el resto.
Me dejaron descansar un rato mientras ellas hablaban de mujeres, Ana se levantó y sacó del cajón de su cómoda una caja, se la enseño a Alba que hizo una cara de admiración, al extender la prenda vi que era un camisón corto negro trasparente, se lo regaló.
Alba abrazó a Ana en agradecimiento, estaba encantada pero Ana la contuvo y buscó otra caja más escondida, le enseñó un camisón blanco largo hasta los pies y también trasparente, era el que había reservado para su noche de bodas pero que nunca lo había usado, le dijo que se lo regalara a mi madre de su parte.
Yo estaba admirado de la complicidad que tenían aquellas chicas con el poco tiempo que se conocían, me sentía orgulloso de pensar que posiblemente el lazo de unión había sido yo, Alba le correspondió regalándole el perfume que se había comprado para ella.
Cuando volvíamos en el tren ya no iba tanta gente, pero a nuestro lado se paró una figura, era Vicenta que con el alicate de picar los billetes nos miraba sonriendo.
- ¿Qué tal tortolitos? Ya habéis terminado las compras?
- Hola Vicenta, pues sí, ya está todo.
- Ya lo sé, un bañador precioso, según me han dicho.
- Vaya, las noticias vuelan.
- Ya me ha contado mi amiga que habéis salido contentos de la tienda, lo que me intriga es el otro bañador, porque con el tipo y las tetas de Alba no le cabe ni la mitad.
- No es para mí, es para Clara, la madre de Manu.
- Ah, comprendo, también le encantará, bueno voy a seguir, me gustaría veros pronto, sobre todo a Manu, mmm.
Vicenta le hizo un guiño a Alba y esta le dedicó la mejor de sus sonrisas.
Llegamos ya anochecido, Benito estaba en la barra del bar junto a mi madre, cuando nos vio le cogió los paquetes a Alba y ésta fue a saludar a Clara.
El fin de semana prometía ser perfecto.
Continuará
Cuando llegó el coche de Benito a la puerta tocó la bocina, íbamos con retraso y ni siquiera entraron a saludar, el médico nos llevó rápidamente a la estación.
Con las prisas apenas había reparado en Alba, casi no la conocía, de la chica apática y triste que era y por lo que la conocían en el pueblo, ahora estaba resplandeciente y no solo eso sino que pensaba estar mucho más, me enseño la tarjeta de crédito que le acababa de abrir su padre, literalmente me dijo que la iba a “quemar”.
Apenas habíamos terminado de tomar un café en la cafetería de la estación cuando la megafonía anunciaba la llegada del tren.
A esa hora de la mañana ya venía lleno, en los pasillos se amontonaba la gente de pié, según iba haciendo paradas todavía seguían subiendo, era hora punta y la gente iba a la ciudad por muchos motivos.
Pude lograr que Alba se metiera en un hueco entre las barras para asirse, nos costó bastante conseguirlo aunque estábamos muy incómodos pues había una señora con un carrito de bebé y temíamos lastimar al niño.
Parecía que el tren iba más lento de lo normal, quizá sería la prisa por llegar, cuando aún empezaron a apretarse más, la gente se apartaba murmurando yo estaba a punto de protestar también cuando una mano se posó en mi hombro.
- Billetes, por favor…
Me volví un poco molesto, con éste gentío y ¿aún buscaban a alguien que se hubiera colado sin billete?
El enfado me duró segundos, la cara era de Vicenta, la Jefa de Tren me miraba guasona.
- ¡Mira quien está aquí! Si es Manu el viajero del Orient Express.
- Hola Vicenta, ya ves a la ciudad, voy con mi amiga Alba de compras.
- Hola Alba encantada, pero haced el favor, seguidme.
Vicenta abría la marcha pidiendo paso por favor, Alba la seguía pegada a ella y yo cerraba la comitiva recibiendo las protestas, entonces tuve que soportar todos los murmullos de los pasajeros a la vez que pedí perdón más de mil veces.
Al fondo del vagón Vicenta abrió la puerta estrecha de la cabina y nos coló, al cerrar tras de mí aún oí los piropos que nos dedicaban.
La cabina ya la conocía yo de sobra, en ella había viajado en otra ocasión solo con Vicenta y con tan grata compañía se me había hecho el trayecto muy corto, Vicenta le ofreció a Alba el asiento del conductor vacio y el otro a mí, yo decliné el ofrecimiento y se sentó Vicenta, entre las dos quedé balanceándome con el vaivén del tren, frente a nosotros se iba escapando el paisaje por el parabrisas trasero.
Le contamos a Vicenta los planes que teníamos de ir de compras, ella nos iba orientando donde debíamos dirigirnos pero al nombrarle los bañadores me recordó la tienda de su amiga, llamó preguntándole si además de lencería tenía también trajes de baño, la chica le confirmó que acababa de recibir los modelos de la temporada.
Le conté que Alba era una buena amiga, Vicenta me miraba sonriente e incrédula pero no dijo nada, solo que era una chica preciosa y a ella le previno de mí, nos reímos un rato y cuando nos dimos cuenta ya estaba el tren entrando en la estación.
Esperamos a que se desalojara el vagón y salimos, Vicenta me dio dos besos, casi en la mejilla, a Alba le pareció que junto a mi boca, a mí también.
Entre bromas Alba me preguntó curiosa sobre Vicenta, yo tuve que contarle que la frase del Oriente Express era porque además de ferroviaria le gustaba la historia de los Grandes Expresos Europeos, la chica parece que se contentó con una respuesta tan rara, pero si no la creyó no dijo nada, sólo me dedicó una sonrisa.
- ¿Por dónde empezamos Manu? Aquí tengo la lista de lo que quiero comprar.
Sacó un papel lleno de apartados, ya comprendí lo de quemar la Visa.
Entramos en un gran almacén, por las escaleras mecánicas entraban colas de clientes como si se las tragara, me fijé en el directorio y agrupé las compras, al estar organizados no perdimos tiempo, compramos los gorros de baño para los cuatro, las chanclas y un bañador para su padre, sin yo darme cuenta separó otro para mí, en la sección de perfumes eligió uno juvenil para ella y otro más fuerte para Clara, algo de maquillaje también encargó mientras yo miraba la electrónica que había al lado.
La mañana fue fructífera pues en menos de hora y media ya salíamos de la tienda con las manos llenas de bolsas.
- Próxima parada… bañadores de señoras, -anuncié yo-.
La tienda de la amiga de Vicenta no estaba lejos, cuando entramos la chica nos dedicó una sonrisa de oreja a oreja, nos señaló unas butacas que habían en un rincón para que esperáramos a que terminara con una clienta que tenía el mostrador lleno de prendas.
Alba no perdió el detalle de la sonrisa pícara de la vendedora, cuando nos sentamos me apretó la mano diciéndome.
- Mmm, me parece Manu que conoces a todo el mundo por dónde vas y justamente todo son chicas guapas.
- No creas, coincidencias solamente, bueno la verdad es que contigo es una excepción.
Por fin la señora se decidió y se llevó varias cosas, la chica recogió apresuradamente lo que sobró y nos atendió.
- Hola Manu, que tal, me alegro de verte, que quieres esta vez, ¿algo espacial como la anterior?
Me apresuré a presentar a Alba.
- Hola, pues esta vez vengo con mi amiga Alba, es muy buena amiga, y queremos comprar algunas cosas, ¿Qué tienes de bañadores?
La dependienta nos miró con ironía, lo de buena amiga le llegó al alma, se ve, pero no insistió más y sacó varias cajas.
- Mirad, esto es lo último de éste año, es la moda, ¿para quien es el traje de baño?
- Para mí, es que vamos a ir a un Spa, porque normalmente uso bikini o ni eso…
Noté un duelo soterrado entre las chicas.
- Pues estos bañadores te harán una figura muy esbelta aunque creo que ya la tienes, ¿verdad Manu?
- Si, tiene un cuerpo divino… creo.
- Jajaja, vale pareja, pasad al probador y elegir cuál os gusta más, tú Manu presta mucha atención en los detalles, no os preocupéis por el tiempo, si viene alguien tengo otro probador.
Me dio varios modelos, ya había echado un ojo al cuerpo de Alba y adivinó la talla, el probador no era muy espacioso pero tenía una percha y un taburete, las paredes eran espejos de arriba abajo.
Alba no perdió tiempo, la dependienta había guardado nuestros paquetes en el almacén y teníamos las manos libres.
No quise fijarme en el cuerpo de Alba cuando de dos movimientos se quitó la ropa, pero era inevitable, a la pared que mirara el espejo reflejaba por todos los ángulos el tipazo de Alba.
Me devolvió a la realidad cuando se puso el primero, estaba vuelta de espalda con un pié en la banqueta y desde el cuello hasta la rabadilla se le notaba las vertebras, parecía delgada pero las nalgas las tenía redondas y duras, la cintura fina le daba la forma de una guitarra.
Se subió la parte de abajo hasta ajustarse las ingles, se volvió hacia mí para que le ayudara a colocarse los tirantes mientras ella metía las tetas en las copas, mis ojos veían esas tetas en tres dimensiones por los tres espejos, el bañador tenía unos refuerzos preformados de foam que le hacían las tetas chatas, no llegué a decírselo cuando ya se había quitado el bañador y pidió otro.
En éste ya no se volvió, de pié como estaba pasó las piernas por el camal y quiso subírselo, en la segunda pierna perdió el equilibrio y casi se cae, estuve rápido de reflejos y la abracé sujetándola como pude, no sé porqué las manos siempre van a dónde no deben, o sí, el brazo por su costado y la mano en la teta colgante, dura y suave.
Me miró y sonrió, yo intenté excusarme pero ella me dio un piquito en la boca, para demostrar que no tenía nada que perdonar cogió mi mano y la puso sobre la otra teta, tragué saliva, y después de unos tanteos la solté, en el probador empezaba a hacer un calor…
Éste modelo le sentaba de maravilla en el pecho, pero le apretaba en las ingles de una forma exagerada cuando se lo quitó me enseñó las marcas, no las vi pero me di cuenta de los labios recién depilados, en todo el pubis y en las ingles no se notaba el más mínimo vello.
Empecé a sentir un cosquilleo que ya conocía, el dormilón se estaba despertando.
El tercer modelo ya era otra cosa, cuando se lo probó me hizo pasar el dedo por el elástico del camal, ya no le apretaba como el otro, eso decía, yo sólo notaba el calor de los labios hinchados y suaves, al pasar por el clítoris noté el escalón que hacía.
Las tetas estaban donde debían, encajadas en la tela, sin artificios que las obligaran, naturales y libres, incluso por la sisa se le adivinaba dónde nacían.
Éste era el definitivo, se lo quitó y al volverse me notó el bulto que ya no podía disimular, lo apretó provocando que se saliera del bóxer bajo el pantalón, me dijo que devolviera todos menos ese que ya podía envolver.
Abrí con cuidado la puerta y llamé a la chica.
Cuando vino le entregué las prendas como me había dicho pero Alba abrió totalmente detrás de mí y mostró su majestuoso cuerpo desnudo.
La chica abrió los ojos sorprendida a la vez que por reflejo me miraba la bragueta, sonrió como diciendo que era lógico, y se dio la vuelta pero Alba la llamó otra vez y saliendo a la puerta del probador le pidió otros bañadores de la talla de mi madre, la dependienta le miró a los ojos un poco desafiante y le preguntó para qué quería probarse una talla tan pequeña, pero ella insistió alegando que era para hacerse una idea de cómo le sentaría el dibujo.
Alba se empeñó pero sólo se pudo poner la parte de abajo, aun así se le marcaban los labios en la tela pues se le había metido entre ellos, de la cintura no pudo pasar y se le cayó la etiqueta, se arrodilló a recogerla por lo que al abrir la puerta otra vez la dependienta para traer otro modelo se encontró a Alba con la cara pegada a mi bragueta, por todos los espejos vimos la expresión de sorpresa de la chica que al momento cerró otra vez, nos reímos los dos y Alba como ya estaba agachada terminó de sacar mi polla y darle unos cuantos lametones.
Habría dado cualquier cosa para que Alba hubiera acabado lo que había empezado pero creyó que no era el sitio más cómodo para una mamada y se cambió por la ropa de calle.
Para el asombro de la chica también compró el bañador de talla de mi madre, yo no le aclaré para quien era.
Cuando salimos de la tienda aún tenía una erección notable, mi suerte fue que al llevar tanto paquete no se viera la mano de la dependienta entre ellos apretándome la polla al dejar salir primero a Alba, luego me lanzó un beso al aire.
Nada más salir nos sentamos en una terraza y mientras nos traían unos refrescos llamé a mi tía Ana, tardó un poco en contestar, me dijo que la pillaba casi saliendo de casa, se iba a la consulta de la ginecóloga que era amiga suya para una revisión pues ya le faltaba poco para parir.
Le pregunté por su marido y si la acompañaba pero me dijo que estaba fuera, que no había problema e iría sola, le pregunté donde era la consulta y estaba en el centro, no muy lejos de donde estábamos ahora.
Quedamos en vernos en la puerta, Alba me apoyó cuando le dije que era mi tía Ana y que estaba embarazada, ella misma insistió en salir hacia allí lo antes posible por lo que pagué y nos dirigimos hacia allí.
Llegamos antes que Ana, aún en taxi el tráfico le hizo retrasarse, cuando bajó me sorprendió la bombo que la precedió, la pobre se movía con dificultad al salir pero estaba más guapa que nunca, con sus tetas rellenas y andando apoyándose los riñones.
Su cara se iluminó al verme, me abrazó pegándose literalmente a mí, yo con miedo no quería presionar su vientre pero ella me rodeó incrustando su barriga en la mía.
A Alba le gustó el abrazo, la vio tan espontánea y tan natural que le gusto vernos, cuando le presenté a mi tía ella también la besó muy cariñosa, le dijo que era igual que mi madre, Ana la conocía un poco de la visita al pueblo y se alegró al recordar que era la hija de Benito.
Entramos en la clínica, ya iba con retraso, en efecto al momento salió su amiga, se llamaba Mónica y la había tratado durante todo el embarazo, se cogieron del brazo y se fueron a la consulta, mi tía se volvió y nos urgió.
- ¡Qué hacéis, venir!
Nos miramos extrañados pero fuimos enseguida.
- ¿No queréis ver a Manuel? Me va a hacer una ecografía.
- Encantado, ¿verdad Alba?
- Por supuesto, esto no lo tiene mi padre en la suya.
La médica le llevó a la camilla de exploración, era muy parecida a la de Benito pero más moderna y completa, aunque la quería ayudar no podía subir y Ana me llamó para que la ayudara.
Alba se puso al otro lado y entre los dos le ayudamos a subir, Ana ya tenía experiencia y puso las piernas en los soportes, me dijo que le quitara las bragas pues no llegaba, me ayudó levantando el culo, mientras Alba le subía el vestido premamá hasta los riñones dejándole el vientre al aire.
Bajo del vientre una mata de pelo se extendía sin cuidado sobre el pubis otras veces mimado.
- Perdona Manu, pero no me he depilado, de tu tío no me fio nada, seguro que me llena de cortes, tú sí que me dejas bien.
Alba nos oía y nos miraba incrédula entre asombrada y admirada y más cuando empezó la ecografía, la médica iba contando por donde iba señalando los detalles del ya bastante desarrollado Manuel.
- ¿Has visto a tu hijo Manu?
Se oyó desde la otra parte de la barriga… las dos chicas se miraron asombradas, luego me miraron a mí interrogantes, menos mal que mi tía siguió…
- Perdona Manu dicho así suena raro ¿verdad?
- Pueeees sí Ana, si. Las chicas se han quedado a cuadros.
- Jajaja, quería decir que es obra tuya.
- Pues no has aclarado mucho Ana.
- Jajaja, por supuesto mi hijo es de Jorge mi marido, pero sin tu ayuda no habría quedado preñada.
- Eso está mejor.
- De todas formas Ana eso me gustaría que me lo contaras, nunca había oído nada parecido en mi consulta.
- No te preocupes Mónica ya te lo contaré con más calma.
- Muy bien, esperaré impaciente, chicos ¿queréis ver al bebé?
- Claro yo no he visto ninguno ¿y tú Manu?
- Yo tampoco y me gustaría saber cómo está.
La ginecóloga nos fue señalando donde tenía la nariz, las manos, los pies, claramente se distinguía
A Manuel casi desarrollado, oímos su corazón que de una forma extraña lo oímos en el ordenador, luego nos lo grabó en un CD.
- Ahora voy a reconocerte la matriz, ¿queréis ver el cuello del útero a ver si está dilatado?
- Claro, es una ocasión perfecta, mi padre también lo hace alguna vez, pero sin estar embarazada.
La médica nos estuvo explicando todo lo que iba examinando, con los labios abiertos y la vagina obligada por el espéculo se veía iluminado el fondo, los pliegues que tanto me gustaban rozar con mi capullo se notaban mojados y brillantes.
Cuando terminó la exploración ayudamos a levantarse de la camilla, mientras Alba la bajaba el vestido yo le bajé las piernas de los soportes, cuando estuvo de pié vimos las bragas en una silla, Ana las cogió y las guardó en el bolso.
- Ya me pondré las bragas luego.
Mónica nos despidió a la puerta de la clínica, como último consejo le dijo que procurara no tener sexo vaginal.
- Tranquila Mónica, mi marido hace mucho que no me atiende, dice que no le atraigo con esta barriga.
- Pero hay otras maneras de tener sexo, supongo que lo sabrá.
- Claro, pero no conmigo.
Alba y yo escuchábamos en silencio, no quisimos opinar pero nos pareció que Jorge estaba tomando muy malas costumbres.
Acompañamos a Ana a su casa, no queríamos molestarla pero ella insistió en que subiéramos, se había hecho tarde y aún no habíamos comido y aceptamos.
Nada más entrar en casa Ana nos dijo.
- ¿Me permitís que me ponga cómoda?, me molesta el vestido.
- Claro Ana estás en tu casa, ponte cómo quieras.
Mi tía se puso de espaldas a Alba y le pidió que le bajara la cremallera y que le sacara el vestido por la cabeza, cuando lo hizo mi tía quedó completamente desnuda, tampoco llevaba el sujetador por comodidad.
- Perdonad, no os había dicho que cuando estoy sola voy desnuda por la casa.
- Pero cuando venga Jorge…
- Ni se fija, no le da ni frío ni calor. Bueno contarme, ¿qué os trae por la ciudad?
- No sé si te acordarás que la semana que viene es el cumpleaños de tu hermana y queremos hacerle un regalo especial, Benito y yo hemos pensado irnos los cuatro el fin de semana a un balneario y hemos venido a comprar bañadores.
- Sí que me acordaba, pero quería llamarle ese día. ¿Y qué le habéis comprado?
- Le hemos comprado un bañador para el Spa y Alba otro, además de un perfume y los demás accesorios.
- Y yo te he comprado un bañador a ti.
- ¿Por qué lo has hecho? Si tengo uno.
- Pero no ibas a ir con uno viejo y todos los demás de estreno.
- Jajaja, Alba está en todo Manu, y ¿cómo te lo has comprado?
- Me lo he comprado negro, me hace el cuerpo más estilizado, los otros me sentaban mal y me hacían gorda.
- ¿Gorda? Tú gorda, pues que tendría que decir yo, yo sí que estoy gorda.
Iba imitando a los gorilas andando, la facha que hacía desnuda con el tripón delante y los brazos colgando era cómica. Nos reímos a rabiar con ella.
- Porqué no te lo pruebas que te lo vea, hace tanto tiempo que no voy a la playa…
Alba fue a buscar el paquete entre las bolsas y cuando volvió esperé que preguntara donde se cambiaba pero con toda naturalidad se quitó los pantalones y la camiseta mirándonos de frente, se soltó el cierre del sujetador, se sostuvo un momento las copas antes de soltarlas y dejarlo en una silla, luego se quitó las bragas tranquilamente.
Las tetas llenas se notaban duras y brillaban frente a nosotros, mi tía me miró de reojo y sonrió.
Alba sacó el paquete y lo desenvolvió con cuidado, sin prisa, y sacó el bañador, yo estaba inquieto en el sofá junto a Ana, el pantalón ya me quedaba estrecho.
Cuando se acabó de ajustar las ingles yo estaba verdaderamente incómodo, el bóxer me tiraba de todos lados.
Las dos tetas se colaron cuando se colocó los tirantes, después de unos breves ajustes de los pezones se dio una vuelta con paso de modelo, no tardamos en aplaudir la demostración.
- Ahora te toca a ti Manu, a ver si te gusta el que te he comprado.
No tuve opción, Alba había tenido un detalle conmigo y no le iba a negar el capricho, traje el paquete del bañador mío y para no ser menos que ellas me quité los pantalones, cuando me volví para quitar el bóxer Alba ya se había quitado el bañador y estaba sentada al lado de Ana tan desnuda como ella.
- Venga sobrino, no tengas vergüenza.
- Eso, a ver si ahora nos sales tímido Manu.
Sin dudarlo me quité el calzoncillo y para provocarlas me quedé frente a ellas con la polla empalmada mientras miraba la talla de la etiqueta.
- Sobrino ¿qué miras la talla?, te puedo asegurar que tienes la talla ideal.
- Jajaja, tiene miedo que no le quepa el paquete en el bañador Ana.
Me puse al bañador y me di una vuelta imitando a Alba.
- ¿Os gusta? ¡Sí me cabe tontas!
- Ana ¿quieres ver el que le he comprado a Clara?
- Por supuesto, aunque será de una talla mucho menor que la tuya, con esas tetas no podrías meterlas.
Sacó el paquete y lo extendió sobre el asiento del sofá, las dos chicas inclinadas para verlo dejaban caer los dos pares de hermosas mamas como estalactitas.
- Déja que me lo pruebe, hace mucho que no me pongo ninguno.
- Pero no te va a caber, con esas tetas que te han crecido y ese vientre no tienes ni para empezar.
- No sé de qué me sirven las tetas gordas ahora, Jorge no me toca.
Ana se levantó y se puso el bañador de su hermana sobre ella, claramente no le servía en ningún lado, la barriga era imponente y con las minúsculas tetas de mi madre comparadas con las que lucía desde que estaba preñada era imposible siquiera meter una solo, aún así se apretó el bañador en el estómago imaginándoselo puesto, dio dos vueltas al salón, por detrás su culo se balanceaba exageradamente y su tripa iba de un lado al otro.
Cuando se puso frente a nosotros se quitó el bañador y lo dejó sobre la silla pero se escurrió y se cayó al suelo, yo me levanté rápido pero ella lo fue más y se inclinó a recogerlo, tuvo que hacer un esfuerzo para llegar y lo intentó dos veces, Alba me dio una palmada en el culo y me señaló a Ana.
Mi tía procuraba llegar abriendo las piernas con lo que separaba las nalgas, Alba me insistió y yo comprendí, mientras me acercaba a Ana me moje la mano con saliva y la repartí por el glande, me puse detrás de mi tía y le cogí de las caderas, Alba también se había levantado y le sostenía los brazos para que no estuviera incómoda.
Ana vio a la chica delante de ella y a mí detrás cogido a su cintura y adivinó mis intenciones, sólo arqueó lo que puso la cintura para que pudiera apuntar bien.
Le pasé el capullo entre el vello de los labios, noté la humedad en su vagina y mojé un poco más la punta del glande.
- Te agradezco la intención Manu pero ya sabes lo que ha dicho la médica, nada de sexo.
- Te ha dicho que nada de sexo vaginal, pero que hay otras clases de sexo, ¿has oído hablar del sexo anal?
- Anaaaal, claro que si Manu tú lo sabes bien, gracias por la idea.
- Dáselas a Alba, ella ha sido la que me lo ha insinuado.
- Gracias Aba, lo estaba necesitando, ya casi ni me acuerdo.
Mientras estaba hablando con Alba apreté el capullo mojado y lo apoye en su culo, eche un salivazo y cuando se extendió alrededor del glande apreté, tras una leve presión se coló, Alba sujetaba bien a Ana pero prefirió sujetarse en la mesa, mientras yo iba ingresando en el recto de Ana.
Mi tía gemía al notarme dentro, no sé si por el tiempo de abstinencia o por sentirme a mí, de todas formas yo me sentía como en mi casa, relajado podía estar todo el tiempo que quisiera Ana, pero ella no pudo aguantar mucho, le cogió una mano a Alba y otra a mí, cuando noté como presionaba con el esfínter a mi polla supe que le llegaba el orgasmo, la sujeté fuerte mientras se sacudía en espasmos, era una delicia verle el vientre cayendo junto a sus tetas, desde arriba era igual que hacía muchos meses, su fina espalda y sus caderas menudas como Clara.
Ya se había corrido y yo continuaba moviéndome sin prisa, Ana se incorporó con la polla aún dentro y me rodeó la cabeza por detrás de ella, le abracé por detrás, pude apreciar todo el volumen de sus tetas elevadas y su vientre duro y tirante, iba acelerando las metidas cuando me dijo.
- No Manu, no te corras, hoy tu leche no debe ser para mí, tengo una idea, mientras yo hago algo de comer tú le puedes enseñar tu habitación a Alba, no te dejes ningún detalle, ah! Y no tengáis prisa.
Ana se volvió despacio hasta que mi polla salió de su culo, me besó en la boca y me cogió la polla, la tenía a punto de eyacular pero me contuve pues se la dio a Alba que me sujetó hasta que Ana le señaló cual puerta era la de mi cuarto.
La exhibición de mi habitación fue corta, Alba se echó en mi cama y me llamó, accedí entre sus piernas, la chica era buena alumna y me recibió sin apenas rozarla, estuve metiendo y sacando la polla con toda la fuerza que pude, acababa de sacarla del culo de Ana a su instancia y mi tía había preferido que me corriera con Alba, eran dos mujeres especiales, me habría gustado estar toda la tarde follando con Alba pero cuando se puso a cuatro y se la metí, se me cruzaron las imágenes de la espalda de Ana y las de Alba y me corrí en el coño de Alba. Estuvimos un rato abrazados, nuestros corazones estaban galopando a la vez.
- Lo siento Alba, no te he dado tiempo a correrte, eran muchas emociones juntas para mí.
- Lo sé, a mi me ha encantado verte con tu tía, se notaba que no estabas follando, estabas haciendo el amor con ella, ha sido una visión muy hermosa, se lo merece.
Cuando salimos de la habitación Ana ya había montado la mesa y estaba sirviendo los platos, llevaba solo un delantal que le cubría solo las tetas y la barriga de salpicaduras, las tetas se le salían del peto por los lados, al vernos llegar se le iluminó la cara, se quitó el delantal y nos hizo sentar a la mesa, en las sillas había puesto unas toallas por si alguno destilábamos líquidos.
Comimos entre risas y comentarios más o menos picantes, le pusimos algunos ejemplos de las consultas de su padre, mi tía parecía una niña jugando de nuevo.
- Alba me encantas, eres una chica maravillosa, espero que lleguemos a ser familia.
- Y yo también Ana, creí que Clara era un caso único, pero veo que sois dos chicas igual de encantadoras.
Cuando terminamos mi tía nos preguntó a qué hora salía nuestro tren, le dijimos que a las siete de la tarde y que la dejaríamos descansar.
- De ninguna manera, ahora me voy a tumbar un rato para descansar las piernas, pero vosotros os vais a acostar a la siesta conmigo, la cama es grande y tenemos muchas cosas de que hablar, estoy muy sola y una vez que encuentro a personas interesantes no las voy a dejar ir.
- Vale Ana, pero no queremos molestar, nos iremos pronto, antes de que venga Jorge.
- Tranquilo, el vendrá cuando… quiera, no me preocupa.
- No le dejamos recoger la mesa y la mandamos a su habitación, entre Alba y yo dejamos todo arreglado.
Cuando entramos en la alcoba nos estaba esperando y se hizo a un lado palpando la sábana a su lado para que me acostara junto a ella, me dejaba al medio, al otro lado se acostó Alba.
Estuvimos hablando de muchas cosas, de su hermana, de la vida que había tenido y Alba contó también de su padre, no lo había tenido fácil para criarla a ella, también le contó nuestros comienzos, de lo rara que era antes y lo que era ahora. Mientras hablábamos, Ana como también hacía mi madre me cogió la polla y jugueteaba con ella, no era en absoluto en plan de sexo, sino una forma de sentirse cercano, aun así mi polla no entendía de metafísica y se ponía como un asta de bandera.
- Cuando nos conocimos a través de mi padre yo vivía aislada en el campo, con mis gatos y mis plantas, gracias a mi padre he recibido una educación y una cultura buena, pero era anti social, pero Manu me ha cambiado toralmente, en todos los aspectos.
- Manu tiene mucho arte.
- No sé lo que será, pero cuanto más lo conozco veo cuanto le aprecian todos, sobre todo las mujeres, no hay ninguna que se le resista y eso que él no hace nada por conquistarnos.
- Esa es su virtud, que es natural totalmente, no presume de nada como cualquier hombre, ni es vanidoso, ni orgulloso, habla con todo el mundo y procura ayudar a cualquiera, además es un chico que no está mal y tiene una polla muy hermosa…
Alba cuando nombró mi polla acercó la mano buscándola, la encontró dura pero ocupada por la mano de Ana, ésta enseguida le dejó espacio cogiendola del tronco y dejándole el capullo a la chica, entre las dos la iban manteniendo dura como un poste.
- A mi padre le ha encantado desde un principio y le ha demostrado total confianza en muchas ocasiones y nunca le ha fallado, incluso a veces ha sido al revés.
Yo estaba en la gloria, había pasado los brazos por los hombros de las chicas y tenía una teta de cada una en las manos, era suficiente para no rebajar la erección.
- Mi marido también le aprecia mucho, le ha ofrecido introducirlo en sus negocios y mientras está estudiando para eso, posiblemente le cederá su puesto.
- Siento mucho lo de tu marido, seguro que cuando vea la carita de Manuel se le pasará la neura que tiene ahora.
- Yo en eso confío, todos me lo han dicho, he hablado con una sicóloga que conozco y también me lo ha confirmado, dice que es porque tiene inseguridad, esperemos que acierte.
- Seguro que sí, ¿sabes una cosa Ana? Me siento muy a gusto contigo y con Manu, nunca hubiera pensado en estar con una chica en la cama desnudos y compartiendo la polla de un chico guapo.
- Jajaja, es cierto, es un poco inusual, no es para contarlo, pero es una pena que se desperdicie una polla como esta, ¿no te parece?
- Claro, y creo que me voy a cobrar un orgasmo que me debe Manu.
Alba se subió sobre mí, mi tía me sujetaba la polla vertical mientras ella se colocaba en posición, cuando lo estuvo fue bajando despacio, mi tía iba retirando la mano hacia abajo a la vez que se metía en el coño de Alba, cuando se sentó sobre mis huevos Ana se escurrió en la sábana y puso su cabeza apoyada en mi muslo, el culo de Alba subía y bajaba sobre mí, mi tía me acariciaba los huevos con una mano y con la otra buscó el clítoris de Alba, lo encontró entre sus labios abiertos, estaba duro y brillante, yo con los brazos detrás de la cabeza miraba a las dos mujeres, las tetas de Alba saltaban a cada subida y las de mi tía las sentía pegadas a mis piernas.
Cuando vi cambiar la expresión de Alba le cogí las tetas y las sujeté de los pezones para que no saltaran, mi tía notó el cambio en su clítoris también y aceleró las caricias, Alba se dejó caer sobre mi desfalleciendo mientras se agitaba sin control, Ana le dejó de acariciar para no saturar su sensibilidad y estuvo pendiente de mi polla, la veía entrar y salir a voluntad de Alba, se movía hacia todos los lados para procurarse el máximo placer hasta que se quedó quieta, mis huevos parecían tener vida propia, se movía algo dentro de ellos y cambiaban de forma, cuando por el tronco de la polla empezó a contraerse Ana me los acarició, Alba volvió a saltar con rapidez y yo me vacié dentro de ella.
Se quedó pegada a mí, sus tetas aplastadas me quemaban y mi tía esperaba pacientemente cogiéndome la mano, cuando Alba empezó a dar señales de vida se fue levantando, Ana puso la palma de su mano debajo del coño de Alba, mi polla salió como un tapón y a continuación un choro de semen.
Ana le enseño a Alba la leche que había recogido, ésta pasó dos dedos recogió un poco se lo metió en la boca y se lo tragó, mi tía se bebió el resto.
Me dejaron descansar un rato mientras ellas hablaban de mujeres, Ana se levantó y sacó del cajón de su cómoda una caja, se la enseño a Alba que hizo una cara de admiración, al extender la prenda vi que era un camisón corto negro trasparente, se lo regaló.
Alba abrazó a Ana en agradecimiento, estaba encantada pero Ana la contuvo y buscó otra caja más escondida, le enseñó un camisón blanco largo hasta los pies y también trasparente, era el que había reservado para su noche de bodas pero que nunca lo había usado, le dijo que se lo regalara a mi madre de su parte.
Yo estaba admirado de la complicidad que tenían aquellas chicas con el poco tiempo que se conocían, me sentía orgulloso de pensar que posiblemente el lazo de unión había sido yo, Alba le correspondió regalándole el perfume que se había comprado para ella.
Cuando volvíamos en el tren ya no iba tanta gente, pero a nuestro lado se paró una figura, era Vicenta que con el alicate de picar los billetes nos miraba sonriendo.
- ¿Qué tal tortolitos? Ya habéis terminado las compras?
- Hola Vicenta, pues sí, ya está todo.
- Ya lo sé, un bañador precioso, según me han dicho.
- Vaya, las noticias vuelan.
- Ya me ha contado mi amiga que habéis salido contentos de la tienda, lo que me intriga es el otro bañador, porque con el tipo y las tetas de Alba no le cabe ni la mitad.
- No es para mí, es para Clara, la madre de Manu.
- Ah, comprendo, también le encantará, bueno voy a seguir, me gustaría veros pronto, sobre todo a Manu, mmm.
Vicenta le hizo un guiño a Alba y esta le dedicó la mejor de sus sonrisas.
Llegamos ya anochecido, Benito estaba en la barra del bar junto a mi madre, cuando nos vio le cogió los paquetes a Alba y ésta fue a saludar a Clara.
El fin de semana prometía ser perfecto.
Continuará
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