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Mí timidez y mis tías 42

De vuelta a casa Ricardo y yo nos felicitamos por la tarde tan fantástica que habíamos pasado, coincidíamos que las dos mujeres eran maravillosas, me confesó que era una verdadera fiera follando, casi tan ardiente como mi tía Julia, le dije que estaba seguro que dejaría el pabellón bien alto, a él también le encantó Carol, aunque jovencita no desechaba la idea de tener un encuentro con ella.
Esta noche no había mucho trabajo en el restaurante, precisamente por eso le daban libre a Ricardo, pude hablar un momento con Raquel.
-       Perdona Raquel pero se me había pasado preguntarte por tu abuela, como sigue?
-       Pues va mejor, aún está en cama pero se levanta a ratos.
-       Me alegro, me cae muy bien tu abuela, me gustaría verla.
-       Pues mañana pensaba ir a cambiarle la ropa y a arreglar un poco la casa, si quieres puedes venir, seguro que se alegra de verte.
-       Muy bien, procuraré ir a verla.
Por la mañana después de almorzar me presenté a una hora prudente para no molestar a la abuela ni a la nieta.
Cuando abrió Raquel me gustó verla sin el uniforme de camarera, aunque vestía ropa adecuada para las labores que estaba haciendo estaba más atractiva, más mujer.
Iba arremangada, con una camisa y una faldita corta, con zapatillas y un poco despeinada, pero la alegría que manaba de toda ella la hacía especial, no hacía falta pintarse la boca porque tenía un color rosado natural que resaltaba la carnosidad de sus labios y sus ojos con unas pestañas largas y enmarcados por unas cejas pobladas la hacían ser sexi sin quererlo.
De su cuerpo ya lo he dicho en muchas ocasiones, me gustaba todo de ella.
Me dijo que estaba arreglando a Encarna, su abuela, me ofrecí a ayudarle mientras haciendo otra cosa, siempre he ayudado en las labores del hogar a mi madre cuando he podido.
Desde la habitación de Encarna se oyó.
-       Eres tú, Manu?
-       Si señora Encarna, acabo de llegar, como se encuentra?
-       Haz el favor de pasar y darme un beso, tú eres de la familia, me tienes abandonada.
-       No lo crea, vengo en cuanto puedo, su nieta es testigo.
-       Pues si por mi fuera vendrías todos los días y Raquel también.
-       Jajaja, es encantadora señora Encarna.
-       Y a mí no me llames señora, soy Encarna para ti.
-       Gracias Encarna, ahora esperaré a que la arregle y luego hablamos un rato.
-       Como que esperaras? Tú no te mueves de aquí, ya te he dicho que eres de la familia.
Raquel entró con un barreño con agua tibia, esponjas jabonosas, toallas etc.
-       Me ayudas Manu?
-       Claro, no faltaba más.
La nieta no se andaba con contemplaciones, retiró la sabana que cubría a su abuela, la mujer era bastante joven para ser abuela, no le había preguntado a Raquel por prudencia, pero le faltaban bastantes años para los 70, había tenido a su hija Elvira de jovencita y ésta a su vez también a Raquel, de no ser por la artritis que la atormentaba habría atraído muchas miradas aún.
Raquel me miró como diciéndome…
-       Ahora es el momento de ayudar.
Destapo a la mujer, le quitó el camisón que llevaba, se quedó desnuda completamente, yo intenté no prestarle atención y le daba a Raquel lo que me pedía, mientras ella le pasaba la esponja por todo su cuerpo, le pasó por bajo de las tetas y Encarna me dijo.
-       Qué opinas de mis tetas Manu?
-       Encarna que quieres que te diga, la verdad o te miento?
Raquel se paró en seco, no sabía por dónde iba a salir, agacho la cabeza y siguió lavándola.
-       Manu la verdad, siempre la verdad.
-       Si quieres la verdad es que tienes unas tetas preciosas, te conservas muy bien, los pezones son tan apetecibles que es difícil resistirse a no comérselos, y qué decir de tu coño, está para follarlo muchos años más, pero…
-       Pero qué Manu?
-       Pues perdona que te lo diga, pero tu nieta Raquel tiene las tetas y el coño mejor que tú!
Las dos se rieron a carcajadas, Encarna se cogía los pezones y los movía zarandeándolos mientras alargaba la mano para cogerme la polla que marcaba bajo el pantalón.
-       Por un momento me has asustado Manu, has sabido quedar muy bien, yo sé que ya no soy joven, pero lo he sido, he aprovechado mucho mi juventud, a lo mejor no es correcto decirte esto delante de Raquel, pero estas tetas han sido comidas por muchas bocas, y este coño ha sido follado por muchas pollas por eso mi consejo es que Raquel y tu lo hagáis cuando queráis, me gusta saber que folláis muy bien, yo conozco a mi nieta y sé que la haces feliz todas las veces.
-       Gracias Encarna, eres un encanto, tampoco debía decir esto delante de Raquel pero cuando te veo se me pone la polla como a un burro.
-       Jajaja, por eso te la he cogido, porque sabía que te habías empalmado, pues sabes qué? Lo mejor que podíais hacer ahora mismo es iros a la habitación grande y follar hasta que os canséis, luego ya me acabareis de arreglar.
-       Jajaja, no es mal plan, ya me gustaría a mi abuela.
Encarna me cogió la mano y me la metió en el escote de Raquel y la de ella sobre mi polla, nos miramos a los ojos, los dos vimos lo mismo, tapamos a Encarna y nos fuimos a la habitación con cama de matrimonio.
La camisa de Raquel cayó en la misma puerta del cuarto de su abuela, el sujetador un poco más allá, la falda al pie de la cama y las bragas volaron y quedaron colgadas en la lámpara.
Yo llegué un poco más tarde porque me había quedado a darle un beso a Encarna en agradecimiento, me desnudé en busca de Raquel, ella ya me esperaba sobre la sabana, en forma de X
Cuando me dejé caer sobre ella, cerró los brazos y las piernas sobre mí, mi polla ya conocía el camino y su vagina se abría para mí al verme llegar, estuvimos follando un buen rato, la abuela nos animaba desde su cuarto.
-       No os oigo, que no sabéis hacerlo? A ver si aún os tengo que enseñar.
Estábamos sobre la cama, Raquel tumbada dándome la espalda y yo mientras la sujetaba de las tetas, le metía la polla en el coño por detrás, me acerqué a su oído y le dije…
-       Qué te parece si le hacemos un regalo a Encarna?
Creo que la chica leyó mis pensamientos y se levantó de la cama, medio abrazados entramos en la habitación de Encarna, yo le pasaba el brazo a la chica por el hombro hasta llevar apretada en mi mano una de sus opulentas tetas, ella me llevaba cogido de mi polla como a un perro de la correa.
La abuela Encarna quedó sorprendida y nos dijo…
-       Vaya con los niños, parece que sí que saben lo que tienen que hacer.
-       Hemos venido por si tenías alguna duda.
-       No sé, no sé, pero déjame que te diga algo Raquel, me habéis dado una grata sorpresa, y tú me has recordado a mi juventud, yo a tu edad tenía el mismo tipo que tú ahora, eres el vivo retrato de mí a los veinte años, las mismas tetas, el mismo culo, la misma cara.
Nos acercamos a la cama de Encarna y Raquel se volvió hacia mí y me beso en la boca, mis manos se fueron a sus tetas que recorrieron hasta apretarle los pezones oscuros, se puso de espaldas a mí de frente a su abuela, Encarna nos miraba sonriente complacida por lo que veía, sin duda le llevaba a tiempos pasados.
La nieta se apoyó en la cama de Encarna teniéndome pegado a su culo, con las manos por debajo de sus brazos le amasaba las tetas, le di un cachete en una nalga y ella levantó la pierna hasta dejarla sobre la cama y se acercó a su abuela.
Con una pierna en el suelo y otra sobre la cama no me lo pensé y por detrás le metí la polla en el coño, la abuela no se perdía detalle y sus manos desaparecieron debajo de la sabana, cuando Raquel notó que estaba completamente clavada estiró de la sabana, al descubierto quedaron las manos de Encarna, una se ocupaba de un pezón y la otra desaparecía entre sus piernas.
A escasa distancia de la mujer mi polla entraba y salía de la vagina de su nieta, sus tetas oscilaban colgando, sonriendo le dijo.
-       Hasta en eso eres igual que yo, tienes los labios del coño igual que los tenía yo y además vas depilada totalmente. Os contaré una cosa… recuerdo la primera vez que me depile el coño, bueno realmente no fue así, ni me lo depilé si fui yo, me lo afeitaron. El caso es que yo tenía un novio que trabajaba en una barbería, en aquellos años muchos hombres se afeitaban en la barbería, la cuestión es que el chico estaba empeñado en verme el coño afeitado, yo lo tenía bastante peludo, después de mucho insistir le dije que sí pero entonces me enteré que iba a afeitarme con una navaja de afeitar, porque en aquel tiempo no habían estos inventos de ahora.
A mi nada más de verla me daba pavor, pero el chico me aseguraba que no tenía nada que temer, yo le puse como condición de que yo le afeitaría a él antes, abrió los ojos de espanto, pero me conformé en darle unas pasadas por la cara, no me atreví a más, el ya veía su polla cortada al ras y accedió, con mucho miedo pero accedió, era más sus ganas de afeitarme que el miedo a un corte pero por el cuello ya lo hizo él.
-       Y donde lo hicisteis?
-       En la habitación de la pensión donde él vivía, con mucho cuidado me afeitó toda, yo pensaba que se conformaría con el pubis pero estirándome los labios llegó hasta el culo, tengo que confesaros que el coño de tanto toqueteo me chorreaba de jugos, pero él terminó. Quiso ponerme una crema pero yo estaba tan caliente que le cogí la cabeza y se la pegué a mi coño calvo, fue la primera corrida en la boca que tuve, el chico llevaba toda la cara blanca pero no de espuma de afeitar sino de mi flujo vaginal.
-       Me habría gustado verla entonces Encarna.
-       Pues mírale el coño a mi nieta y verás una copia exacta, también me he acordado cuando he visto como le metías la polla y se la sacabas, de que muchas veces me ponía un espejo entre las piernas para ver cómo me la metía el barbero.
A Raquel y a mí nos calentó mucho los recuerdos de Encarna, la mujer había sido muy ardiente y aún debía de serlo, estuvimos follando a su lado, ella nos miraba con los ojos entornados, en un momento que estaba acariciándole un pezón a Raquel, Encarna me cogió la otra mano y me la llevó al suyo, en las tetas sí que había diferencia de dureza pero en los pezones estaban tan sensible en una chica como en la otra.
La nieta estaba apoyada en la cama de la abuela, con las piernas abiertas en el suelo aguantaba los empujones que le daba, la cama se movía al mismo compás, Encarna claramente se masturbaba con una mano.
Cuando a Raquel le llegó el orgasmo cayó sobre el pecho de su abuela, las cuatro tetas de dos mujeres se aplastaron, la abuela acariciaba amorosamente a su nieta intentando hacerle más gratos los espasmos que le recorrían el cuerpo.
Yo quería resistir mucho pero Encarna metió su mano ente las piernas de Raquel y me cogió los huevos acariciándomelos, se me pusieron duros como naranjas, le dije que me iba a correr, pero Raquel se incorporó y flexionó las piernas artríticas de Encarna y me dijo que subiera a su cama, comprendí y me dejé caer, la nieta guió mi polla entre los labios de su abuela y me dio una nalgada, empuje y mi polla entro en Encarna.
El gemido de placer de Encarna se oyó en toda la casa, y no fue solo uno, no dejó de suspirar y gemir hasta que se corrió plácidamente, las piernas le temblaban y sus tetas se agitaban como flanes, pero una sonrisa de gusto infinito adornaba su cara.
En el último momento dudé y le pregunté donde quería que me corriera.
-       Me encantaría que me llenaras la cara, las tetas o la boca, pero esta vez el polvo que me habéis regalado se merece que te corras dentro de mi coño, quiero tu leche caliente en mis entrañas.
Encarna acabó de convencerme, me apoyé sobre ella procurando no hacerle daño en las piernas pero ella hizo lo posible para abrirlas del todo para que yo le llegara lo más hondo posible, Raquel con una mano en mis huevos estuvo notando como se encogían y se consumían al llenar a su abuela de leche.
Cuando baje de la cama, Encarna quedó con las piernas abiertas del todo, no se acordaba de sus dolencias, en aquel momento todo era placer, de su vagina iba asomando una masa de semen como una corriente de lava, Raquel le estuvo recogiendo lo que salía mezclado con su flujo.
Ayudé a Raquel en arreglar la casa, Encarna se había quedado dormida después de su aseo, con las piernas abiertas, no había querido que le volviera a poner su camisón, salimos de la casa sin hacer ruido y nos fuimos a tomar algo antes de volver al trabajo.
Estábamos sentados en una cafetería cuando vimos pasar a su madre que iba a hacerle la cena a la abuela, nos reímos pensando que argumento le daría cuando viera que estaba desnuda y con las piernas abiertas, pero Encarna tenía muchos recursos.
Al entrar al restaurante la chica fue a cambiarse por el uniforme de camarera y yo le di un beso a mi madre que se preparaba detrás de la barra.
-       Hola hijo, mmm hueles muy bien, yo diría que no es perfume de botella, me parece que sé dónde has metido la cara, hueles a coño, acierto?
Con el dedo le tapé los labios, ella me los besó y por detrás del mostrador me apretó la polla.
Después de cenar estuve ayudándole a Raquel a recoger, la chica me agradeció lo que había hecho por su abuela, me comentó de que no había tenido una vida fácil y ahora que no podía moverse bien le servía de motivación sentirse deseada a sus sesenta y pico de años, le dije que el mérito era de ella, era una mujer de pies a cabeza y sabía lo que quería y no quería renunciar tan pronto a vivir el sexo, me emocionaba que animara a su nieta a vivir sin complejos y yo por suerte estaba allí y en el momento adecuado, si tenía algún merito era que la consideraba tan mujer como a las demás y le trataba como a una joven de mi edad, Raquel lo sabía, no había notado diferencia de ella y su abuela, estaba dispuesto para cualquiera de las dos, Raquel por su edad era más afín a mí en muchas cosa, pero Encarna en filosofía de vida y en gana de disfrutarla era tan joven como nosotros, le dije también que no solo lo hacía por ponerla contenta sino porque me gustaba estar con ella y cuando habíamos follado lo había hecho tan a gusto como a ella, le dije que esperaba que me entendiera mi forma de pensar, ella ya lo había hecho y detrás de una cortina me dio un beso.
Fui el primero en subir a casa, quería ducharme el primero, el sexto sentido de mi madre funcionaba a la perfección y era capaz de saber con quién había estado.
Cuando salía del baño me crucé con mi prima, metió la mano por la abertura de la toalla que me cubría y cogiendo mi polla me dijo.
-       Hola primo, me tenéis mucho tiempo abandonada, tú y esto que escondes bajo de la toalla, jajaja.
-       Es cierto prima, y no creas que no añoro esas tetas tuyas, tendremos que organizar una fiestecita.
-       Jajaja, lo estoy deseando.
Mi prima me soltó la polla y pude entrar en la habitación.
Me acosté y me dormí, no sé qué hora sería cuando noté como abrían la ropa y se acostaban a mi lado, entre sueños pensé que mi prima no había querido esperar y quería un anticipo de la fiesta prometida pero lo menudo de su cuerpo me indicó que era Clara, acababa de salir de la ducha, no me dijo nada pero se me pegó a mí, hundió su cabeza debajo de mi cuello, la respiración era pausada, se fue acomodando pasando una pierna sobre las mías, poco a poco se colocaba más cómoda y llegó a subirse literalmente sobre mí, con las piernas colgando sobre las mía y los brazos pegados a mi pecho, su mejilla contra la mía, estaba mimosa y le gustaba notarme cerca de ella.
Yo no me podía dormir, el motivo no era por mi madre pues no pesaba casi nada, me preocupaba un poco su relación con Benito, el médico seguía viniendo como siempre y se pasaba los ratos perdidos hablando con ella, pero ella pensaba en el futuro.
Creí que estaba dormida porque respiraba en mi pecho, pero cuando le besé en la frente inmediatamente alzó la cabeza y me dio un piquito en los labios.
-       Peso mucho?
-       Solo lo justo, me gusta tenerte pegada a mí, quieres que hablemos de algo?
Agacho la cabeza y susurró.
-       Si.
-       Que ocurre Clara?
-       No sé, estoy nerviosa, no sé el motivo.
-       Te noto rara, la otra noche me hiciste muy feliz al querer que te acompañara en tu cama pero noté que algo te preocupa.
-       Soy un mar de dudas con el futuro, Benito está avanzando en mi corazón, pero a la vez pienso cómo influirá en nuestras vidas, aunque no queramos los años pasan y para mi Benito es un buen hombre y lo llegaría a querer, pero quisiera que no nos afectara a nosotros, por otra parte está su hija, pasaría a ser tu hermanastra aunque no nos casáramos, ahora vuestra relación es ideal, sin ataduras y con total complicidad, me gustaría que eso siguiera siendo igual.
-       Eso no tiene porqué cambiar, precisamente en nuestra familia no hay problemas de ese tipo y Benito y su hija parecen de mente bastante abierta y de comportamiento liberal, a mi me lo han demostrado muchas veces.
Mi madre respiró aliviada y mientras hablábamos se iba escurriendo hacia abajo buscando mi pecho, pegó su oído sobre mi corazón mientras besaba mi tetilla.
No lo pretendí pero mi polla empezó a reaccionar, solo estaba caída sobre mi vientre pero mi madre estaba sobre ella, notaba el calor de su pubis al rozarlo pero según iba creciendo se introducía entre sus labios, noté el suave tacto de su clítoris cuando mi glande iba alargándose ya sin piel.
Se estuvo quieta notando pasar mi polla, el único cambio que noté en ella fue la presión que empecé a notar en mi pecho, dos bultos me presionaban cada vez más, eran sus pezones que salían ya duros.
Cuando mi verga dejó de crecer mi madre reptó sobre mi y abrió sus piernas, fue bajando hasta que me notó entre su piernas, solo movió un poco las caderas hasta que encontró el capullo alineado a su vagina, ya luego siguió bajando hasta que centímetro a centímetro se fue introduciendo mi verga.
Suspiró al llegar a su tope, y volvió a recostar su cabeza en mi cuello.
-       Tú crees que cuando sea mayor querrás estar conmigo como ahora?
-       Puedes estar segura, te lo puedo jurar y si quieres saberlo te lo puedo demostrar, esta misma tarde…
-       Shiiit, no quiero que me cuentes nada, me basta que me lo digas.
Me cogió las manos y me las puso entre mi pecho y el suyo, entre mis dedos sus pezones, se acercó a mi boca con sus labios y me besó, mi polla tuvo que salir hasta la mitad pero luego volvió meterla al bajar, le gustó y a mí también, cada vez que se adelantaba me besaba y cuando volvía se la clavaba otra vez, tenía la calma de la madurez y sin prisa estuvo moviéndose sobre mí, me rodeó el cuello con sus brazos mordiéndome los labios levemente cuando le llegó el orgasmo, procuró moverse lo menos posible para que no se saliera mi polla de dentro de su coño, pero no dejó de moverse, sus besos me aceleraron cuando su lengua buscó la mía, al notar las palpitaciones de mi capullo, se lo hundió dentro de ella y esperó a que me corriera, lo hice suavemente, mi leche salía mansamente hasta vaciarme, no se bajó y quedamos dormidos, mis manos no soltaron sus tetas hasta que me despertó al caer a mi lado.
Por la mañana ya no estaba en mi cama cuando desperté, hubiera creído que había sido un sueño sino hubiera quedado el testigo de la mancha de mi semen en la sabana.
El día fue normal, trabajamos bastante, cuando me cruzaba con Raquel sonreíamos, nombramos a su abuela Encarna, seguro que estaría recordando nuestra última visita.
Por la noche vino a cenar el alcalde acompañado por una señorita, mi tía al verlo salió a saludarlo dándole la bienvenida, estaba muy agradecida por la solución que le había dado, nos presentó a la chica, nos dijo que era la arquitecto de la ayuntamiento, a Julia le gustó tener contactos para posibles reformas y les ofreció la mejor mesa, se acercó a Ricardo y le dijo algo discretamente, estaba seguro que le estaba encargando que se esmerara al máximo con el alcalde y su acompañante, además iba todo a cuenta de la casa.
Ricardo cumplió diligentemente la recomendación, separó la silla de la chica, iba muy elegante, un vestido verde con mucho vuelo, el cuerpo con un escote de pico por delante y otro mucho más pronunciado por la espalda, se distinguía del alcalde que aunque también trajeado no era de lo más atractivo.
Al rato de estar sirviéndoles llegaron las dos amigas Isa y Carmen, las dos iban vestidas como si se fueran de fiesta, el escote redondo de Carmen quedaba justo a las areolas, en algún movimiento se le asomaban, Isa más discreta de escote llevaba sueltas sus tetas, se movían bajo la leve blusa de seda marcando sus pezones, se sentaron en la mesa contigua a la del alcalde, como siempre venían alborotadas y provocativas, Julia temía que molestaran a la pareja y estuvo atenta.
Mientras el alcalde y su pareja estaban tomándose un vermut mientras llegaban los entrantes, las chicas empezaron con unos daiquiris, estaban muy animadas y comunicativas, pronto llamaron la atención del alcalde que no demostró indiferencia sino todo lo contrario, la cena era de lo más exquisito, mi tía no escatimaba en atenciones, el champan regaba los platos de marisco sin cesar, las chicas por su parte tampoco cesaban de beber riendo y hablando fuerte.
Julia me dijo al oído que me acercara a la mesa de las chicas y como las conocía las fuera conteniendo para que no se hicieran de notar.
Pasé cerca de ellas con el pretexto de llevarle algo a Ricardo, me llamaron enseguida y me invitaron a que me sentara con ellas.
Mi madre miró a Julia preocupada pero Julia le tranquilizó, sabía lo que hacía.
Como era de esperar Isa y Carmen estuvieron cenando de picoteo y bebiendo más que comiendo, continuamente me provocaban cogiéndome las manos y de una manera sensual hacían que se las pusiera sobre el vestido especialmente sobre las tetas, el alcalde de reojo no perdía detalle, me miraba y me hacía señas para que se las presentara.
Carmen también lo vio y me dijo claramente.
-       Manu por qué no nos presentas al señor, es encantador.
Ya me vi en la obligación y cuando me levanté el alcalde ya había saltado presentándose el, Isa y su amiga quedaron encantadas al conocer al alcalde y él deslumbrado con las dos bellezas y sus atributos.
Las chicas aprovecharon que la acompañante del alcalde se levantó para retocarse el maquillaje para invitarlo a su mesa, parecía que estaba esperando el detalle por parte de las chicas y se sentó con nosotros, él mismo pidió una ronda de bebidas para la mesa y se interesó con las dos hembras, claramente buscaba abrir nuevos horizontes y ellas lo sabían bien, pronto le invitaron a salir una noche con ellas, él vio el cielo abierto y sus manos parecían las de un pulpo, las chicas se dejaban querer y lo manoseaban también.
Cuando volvió la acompañante del alcalde Ricardo estuvo rápido y antes de sentarse le dijo que ya que estaba allí le gustaría saber su opinión de arquitecto sobre unas posibles reformas que tenían proyectadas y se la llevó al almacén, la pasó entre cajas de bebida y estanterías con manteles y ropa de mesa, le fue preguntando vagamente sobre una hipotética ampliación del comedor y la posibilidad de quitar unos pilares que molestaban.
Iba detrás de ella, el aroma del perfume carísimo inundaba el local, Ricardo iba guiando a la chica y le puso la mano en la espalda pero como el escote le llegaba a la cintura notó como un escalofrío recorría la piel desnuda, la chica pronto confesó.
-       Lo siento Ricardo pero no me atrevo a opinar sobre esto, te voy a confesar que no entiendo nada de pilares ni de vigas, el arquitecto es mi marido pero quiere que alterne con gente importante para tener más influencia en los negocios, a mí también me gusta salir por ahí y divertirme y el alcalde me invita muchas veces.
Ricardo comprendió enseguida el tema, el alcalde mujeriego empedernido se aprovechaba de la ambición del marido y su liberal mujer.
Actuó rápido, la mano que apoyaba en la espalda de la chica se deslizó hasta su costado por debajo del holgado vestido, se acercó a ella y le dijo al oído.
-       Por lo menos podrás distinguir si esto es una viga o un pilar.
Se había sacado la polla y los huevos fuera del pantalón negro, el efecto era impresionante su verga erecta aparecía de la nada pidiendo guerra.
Le cogió la mano a la chica y la llevó a su polla, ésta cuando la rozó encogió el brazo, pero al reconocer el calor y el tamaño que tenía volvió a bajarla y atraparla con fuerza.
-       Madre mía Ricardo, esto es tu polla?
-       Mírala, dime si te gusta!
-       Oh! Es preciosa, tienes una polla enorme… y que huevos!.
Ya no la soltó, Ricardo siguió pasando la mano bajo del brazo de la chica hasta que encontró por delante su teta, al ser holgado el vestido no demostraba lo que allí había, encontró una teta dura, alta, con un pezón que señalaba hacia el techo, la chica encogió el hombro y el tirante del vestido se deslizó cayendo a la cintura.
Ricardo ya no la dejó ir, descubrió el otro hombro y las dos tetas quedaron fuera, se miraron a los ojos y ella sin dejar de mirarlo se fue arrodillando hasta quedarse frente al glande hinchado, lo cogió con las dos manos y le retiró el prepucio, brillaba con un color rojo fuego, Ricardo le cogió la cabeza, le pasó los dedos entre las ondas de su melena y la atrajo hacia él, el capullo entró en su boca con dificultad pero entró, a la vez le amasaba los huevos.
Por un momento se dio cuenta de que estaba en el almacén y cogiendo de los hombros desnudos de la chica la hizo levantar y la llevó sin soltarle la polla hasta el despacho de Julia, nada más cerrar la puerta Ricardo la apoyó contra la pared y le subió la falda del vestido, las mínimas bragas negras que llevaba no fueron obstáculo para él, le subió los brazos sobre su cabeza y ladeando las bragas la empotró contra un armario, la chica se le abrazó al sentir la polla como la penetraba y saltando lo rodeó con sus piernas, él tuvo que sujetarla del culo y ayudado por ella levantarla en alto, la polla entraba y salía mientras la chica buscaba su boca y le metía la lengua hasta el paladar.
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Mientras en el comedor yo apenas podía controlar la situación, las chicas habían decidido ligar con el alcalde, éste tampoco se hacía de rogar, Carmen me preguntó si creía que se iría con ellas a su casa, lo dijo tan fuerte que el alcalde lo oyó e inmediatamente dijo que sí.
Preguntó si vivían en el pueblo y contestaron que vivían solas en un apartamento grande.
-       Entonces podréis jugar al escondite solas las dos.
-       Para jugar tenemos una habitación exprofeso.
-       Y os gusta jugar? A mí también.
-       A nosotras mucho y tenemos muchos juguetes.
-       Me gustaría jugar con vosotras, pero no me gusta perder.
-       A nuestros juegos no se pierde nunca, siempre se gana, aunque a veces cuesta un poco.
-       No tengo problemas, me gustan los retos.
Miré a Isa, la chica con los ojos entornados me confirmó mi sospecha, le estaban invitando a la sala de sexo, yo poco podía hacer, los tres iban embalados ya cuesta abajo, por otra parte se había olvidado ya de la chica que había traído, parecía que no le importaba mucho.
Las chicas se levantaron de momento, el alcalde con ellas, se cogieron de sus brazos y salieron hacia la calle, en la puerta estaba Julia.
-       Ha sido una cena deliciosa doña Julia, pasaré a pagar mañana, ahora voy a acompañar a estas señoritas, si son tan amables pidan un taxi para la señorita que me acompañaba.
-       No se preocupe señor alcalde, como le dije está invitado a la cena, paga la casa y espero que tenga muy buena noche.
-       Le guió un ojo el alcalde cuando cogía por la cintura a los dos bombones y llamaron a un taxi.
Cuando llegaron al apartamento las chicas lo llevaron al salón, Carmen sirvió unas copas mientras Isa preparaba la habitación, combinaba las luces de una forma tenue, cuando lo llevaron a la sala se quedó maravillado, una cama gigante con una sabana de seda que la cubría, por las paredes una serie de esposas y arneses, sobre una estantería una colección de dildos y consoladores de todas formas, la noche se presentaba fuerte y al alcalde le encantó.
Entre las dos rodearon al alcalde y le fueron quitando la chaqueta lentamente, las manos de él se perdían por las curvas de las mujeres, ellas lo tranquilizaron y fueron desnudándolo con toda calma, la impaciencia de él no dejaba desabrocharle la ropa, Isa bajó la luz a un nivel mínimo, cuando estuvo casi desnudo la chica apagó totalmente las luces y solo dejó la luz negra, las cosas de color blanco eran las únicas que brillaban en la oscuridad.
Los calzoncillos del alcalde destacaban en medio de la sala.
Carmen retiró la sabana de seda, bajo se extendía un arnés para todo el cuerpo, en los extremos unas anillas, se oyó un tintineo y las chicas le preguntaron al alcalde si había visto algunas esposas, el bromeó y les dijo que tenía una en casa, y las que llevaba la policía municipal, rieron todos con la ocurrencia pero las chicas le pusieron unas en las muñecas, le preguntaron si no tenía miedo y él envalentonado dijo que todo lo contrario.
Isa le estiró los calzoncillos hasta sacárselos, apenas se distinguía el cuerpo del alcalde cuando ellas se empezaron a quitar la ropa, solo se quedaron con unas bragas blancas, las de Carmen con el alza que le llagaba a la cadera haciéndole unas piernas altísimas, Isa de tipo culote horizontales, de encaje las dos.
El alcalde estaba impaciente por empezar y les rogó que encendieran un poco las luces para admirarlas, le pusieron otras esposas en los tobillos y las engancharon a las anillas del arnés, entonces ya subieron las luces un poco, se quedó embobado, ante él los dos monumentos de mujer, Carmen con sus tetas operadas como dos melones, dos semi esferas que le salían duras y macizas, la cintura estrecha y el culo alto y duro, Isa con las tetas naturales aunque también operadas, se las había reducido y remodelado perfectas, un poco menos voluptuosa, pero con unas piernas torneadas, las dos estaban tan bronceadas que parecían mulatas.
Cuando empezaron a tirar de las esposas el alcalde se reía, estaba expectante mirando aquellos cuerpos que sin duda le iban a proporcionar una noche loca.
Cuando estuvo con los brazos y piernas tensas Carmen se quitó las bragas, los ojos del hombre se salía de las orbitas al ver aquel coño depilado y brillante, cuando se acercó a la cama él se dejó poner un paño de seda en los ojos, decididamente las chicas sabían jugar.
Carmen pasó una pierna sobre la cara del alcalde, él aspiró hondo, se llenó de olor a coño caliente y buscó con la lengua hasta que lo encontró, le pasó la lengua entre los labios húmedos mientras ella le cogía la polla y se la metía en la boca.
-       Señor alcalde tiene una polla propia de su cargo.
-       Jejeje, gracias, no está mal.
-       Pero tiene mucho pelo, casi no se le ve entre tanto rizo.
-       Es que soy muy masculino.
-       Me gustaría verlo todo entero.
-       Puedes quitar el pelo que te moleste.
Se oyeron unas cadenas y el arnés de las piernas empezó a subir, pronto el culo del alcalde estuvo en el aire, pero su boca no abandonaba el coño.
Carmen con el capullo del alcalde dentro de la boca le fue descubriendo el tronco de pelos, ciertamente escondían bastante su longitud y ella era muy curiosa.
A la vez que le recorría su polla con las manos una boca lamia sus huevos, era como volar, esa sensación le encantaba por eso no notó como las esposas de sus tobillos tiraban de él y lo elevaban de la cama, quedó abierto totalmente de piernas y colgando a un palmo de la cama, la boca que chupaba sus huevos se los metía en la boca aspirándolos.
Un olor inundó la sala, no era el que antes reinaba a sándalo, pero le fue indiferente aunque notó como una crema tibia era repartida por su pelvis.
La lengua que antes le había lamidos los huevos ahora se deslizaba por las ingles peludas y entraba entre sus nalgas, era una zona inexplorada hasta ahora pero en aquella situación todo era nuevo para él.
Esa misma lengua rodeo la zona del ano, en un principio se encogió pero colgado como estaba se abandonó a los caprichos de Isa.
La punta de la lengua de la chica pugnaba por entrar en el ano del alcalde, inconscientemente él se resistía, pero de momento sintió como tiraban de los pelos de la pelvis, fue un dolor intenso e instantáneo, pero no se había recuperado cuando después de extenderle la cera depilatoria Carmen tiró otra vez.
La lengua en el culo ya no le importaba tanto, de hecho ya no era la lengua lo que le entraba en recto, era un dedo de Isa debidamente lubricado.
Ahora la cera se extendía por el tronco de la verga, imaginó que sería peor y lo fue, se mordió la lengua para no gritar como un crio pero las lágrimas le humedecían los ojos, el coño de la chica que seguía sobre su boca ya no le sabía tan dulce.
El dedo en su culo no era muy molesto, debía ser el más fino, pero cuando le metió el dedo corazón ya lo sintió mucho más, la diferencia fue que le rozó con cuidado la próstata y eso le causó un placer que tampoco conocía.
Decididamente las chicas sabían manejarse, Carmen siguió depilando hasta que su polla y sus huevos quedaron como los de un bebé, hasta las nalgas llegó mientras Isa le iba metiendo unos juguetes como piezas de ajedrez, parecían alfiles y empezó con uno muy delgado, lo metía en su ano lubricado y cuando los esfínteres se relajaban metía otro un poco más grueso.
Carmen ya había acabado de depilarlo totalmente, la polla no estaba en su mejor momento pero pronto con las caricias y mamadas de la chica volvió a endurecerse.
Cuando le pasó crema por toda la zona un frescor le invadió, relajándolo, se pudo centrar en seguir chupándole el coño a la chica que le humedecía las mejillas, lástima que con las manos no le podía amasar aquellas tetas tan duras.
Ya Carmen había conseguido ponerle la polla a tope cuando le estiró de los huevos y la rodeó con un anillo que le atenazaba el miembro y los testículos, cuando le quitó el pañuelo de los ojos tardó un momento en acostumbrarse a la tenue luz, pero vio como un faro a su polla dura, roja, hinchada y rodeada de sus huevos apretados por un anillo negro.
Entre sus piernas vio a Isa, estaba ocupada en cambiarle aquellos pequeños dildos cada vez más grandes, la verdad es que no le molestaban mucho, lo hacía con toda delicadeza y aunque su orgullo no estaba muy conforme las ganas de follarse a las dos hembras predominaban.
Carmen se tumbó sobre él ofreciendo a su boca las tetas que tanto ansiaba, no sabía a cual atender primero, su lengua iba de un pezón a otro sin acabar de saborearlo por completo.
No se dio cuenta como le iban bajando hasta apoyarlo en la cama, en el culo tenía metido un dildo casi como una polla con un tope que no le dejaba colarse dentro.
Cuando estuvo sobre la cama Isa se sentó sobre él y se metió la polla en el coño, su lengua aceleró las lamidas en las tetas de Carmen. Sentía como le metía mucho más que lo que creía tener, hasta los huevos parecía que entraban en el coño de Isa, la chica gemía de placer, indudablemente debía de tener una gran polla para hacer gozar a una mujer de bandera como aquella.
Carmen reclamó cambiar de sitio y se sentó sobre él mientras que Isa le ofrecía su coño en la boca, sus jugos sabían un poco diferente pero seguían siendo a mujer caliente, las caderas de Carmen rodaban sobre su polla haciéndole pulsar todo sus rincones internos, Isa se movía para que ningún pliegue de sus labios quedaran desatendidos, su clítoris pelado de frotaba contra la lengua del alcalde.
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En el despacho de Julia Ricardo tenía a la chica de frente contra la pared, sus tetas aplastadas por su peso, su cara ladeada pegada a un cartelón de una bebida americana, los brazos sobre su cabeza mientras el camarero le había subido el vestido y sacado las bragas a medias, en su tobillo colgaban liadas, ya abiertas las piernas totalmente le metía sin compasión la polla mientras ella gemía de gusto.
Ya se habían ido en un taxi el alcalde y las chicas y pasé con sigilo al almacén, allí no había nadie pero dentro del despacho se oían los gritos de la chica pidiendo más polla. Con los nudillos rocé la puerta y esperé.
Ricardo hizo una pausa cuando la chica se estaba recuperando de un orgasmo brutal, abrió la puerta despacio y me vio, le dije que el alcalde se había ido y que debía llevar a la chica a casa, cuando cerró la puerta sonreía.
El camarero informó que la había abandonado, ella en vez de enfadarse se abrazó al chico y le dijo al oído.
-       Me gustaría que me acompañaras a mi casa, podríamos seguir en mi cama.
-       Y tu marido?, no querrás tener problemas?
-       Mi marido cuando yo salgo con alguien se va a jugar al póker con sus amigos, no te preocupes.
En el restaurante estábamos expectantes cuando vimos salir a la pareja, Ricardo no se cambió y salió con su uniforme negro, alrededor de su bragueta le brillaba la humedad del flujo de la chica, ella con el vestido arrugado y el pelo desaliñado, se había pintado los labios un poco y salieron sin apenas despedirse.
Una carcajada sonó en la sala, Julia se imaginó todo sin miedo a equivocarse.
Cuando el taxi de la pareja los dejó en casa de la chica subieron inmediatamente, no encendieron siquiera la luz de la escalera, abrió la puerta del apartamento y tampoco encendió la luz, lo guió directamente a su habitación, la cama de matrimonio era grande, la decoración muy minimalista, apenas muebles, solo encendió la lámpara de la mesita de noche y aún así la cubrió con un pañuelo, dando un ambiente íntimo.
Mientras Ricardo ya iba ganando tiempo y estaba desnudo detrás de ella, cuando se volvió y lo vio de cuerpo entero sus ojos se iluminaron, antes solo había disfrutado de su polla pero ahora lo tenía todo para ella.
Dejó caer el vestido a sus pies, el camarero también quedó deslumbrado, ante él la chica con un par de tetas altas puntiagudas y separadas, lo poco que no había visto estaba ahora frente a sus ojos, la cintura fina, las caderas anchas y sin bragas, no se las había puesto desde el restaurante, la polla de Ricardo empezó a alcanzar una dureza importante, la chica admiraba la potencia con que se levantaba al ritmo de los latidos que daba su capullo.
Se tendió en la cama, echaba en falta la comodidad del colchón y esperó a que el chico se echara sobre ella, sus piernas abiertas no dejaban ninguna duda de la dirección que debía tomar, Ricardo no se extravió, fue directamente al coño de la mujer, mientras se apoyaba con los codos cogiendo las dos tetas su polla entraba en la mojada vagina de la chica, la luz en penumbra ayudaba a dar más calidez a la metida, el chico miró hacia su polla, ya no la vio estaba clavada entre las piernas de ella, con las manos cogidas en los barrotes de su cama de diseño movía su cuerpo debajo de Ricardo, con sus músculos vaginales le daba un masaje que lo mantenía tan duro que hasta lo notaba en sus entrañas.
La chica hizo lo que pudo por aguantar, pero se corrió abrazada al cuello de Ricardo, gritó como si no hubiera un mañana, en el silencio de la noche cualquier murmullo se habría escuchado pero a ella le daba igual, se estaba corriendo con la polla más grande que había hoyado su coño hasta ahora.
Ricardo estaba muy caliente ya, había follado a la chica dos veces en el despacho y una en su casa y había aguantado con mucho esfuerzo, pero ya no podía más, la mujer estaba muy buena, la estaba dando lo que en mucho tiempo no tendría y ella lo sabía y gozaba de él, se convenció que lo que mejor podía hacer era llenarla de leche.
Su piel olía a hembra en celo, el sudor humedecía su piel perlando el canalillo, sus vientres al rozarse resbalaban y los pezones raspaban su pecho, era el momento adecuado.
Un olor inundó la habitación, hasta ahora era un aroma mezcla del perfume de la mujer y del ambientador de flores silvestres pero el olor que entraba ahora era de tabaco, claramente de cigarrillo rubio, Ricardo se volvió extrañado, la puerta estaba cerrada, bueno, casi cerrada y fuera reinaba la oscuridad y el silencio, se convenció que sería de la calle.
La chica acababa de correrse y respiraba agitadamente, él de rodillas frente a ella con la polla en 45º pidiendo matar o morir, tenía el coño irritado del roce de la verga del camarero pero sabía que era una ocasión única y quiso aprovecharla.
Mansamente se dio la vuelta y se puso de rodillas y apoyo la cabeza en el colchón, le ofreció su coño desde detrás, sabía que le iba a entrar aun más que antes pero lo asumió, simplemente se relajaría y posiblemente se correría otra vez, no se creía multi orgásmica pero esta noche la verga de Ricardo le estaba llevando a otro nivel desconocido para ella.
Cuando el chico apoyó sus manos en sus caderas esperó pacientemente que la penetrara, lo hizo poniendo el capullo a la entrada de su vagina, notaba como le quemaba en sus labios, pero cuando se inclinó sobre ella y le cogió las tetas colgantes por debajo se temió lo peor, el fuerte golpe de cintura de Ricardo era lo que ella temía, tuvo que abrir la boca para poder coger algo de aire de más, se la había clavado de una vez desde la punta hasta los huevos, las lágrimas le salieron pero no dijo nada, solo respiró hondo y cuando pudo soltó el aire.
Una nueva bocanada de olor a cigarrillo entró en la habitación, Ricardo se volvió pero comprobó que todo seguía igual, fuera todo en silencio, oscura la casa y la puerta apenas abierta, con la polla aún dentro de la mujer soltó un salivazo entre sus nalgas, al estar tibia la chica no lo notó pero poco a poco se fue deslizando por la raja del culo, soltó las tetas y suavemente pasó las manos por la espalda de la chica, la piel se iba erizando a su paso, volvió a cogerle los pezones y estaban tan duros que rozaban la sabana.
Se irguió y sacando un poco de polla hizo sitio para con un dedo rodear el ano de la chica, era sonrosado, la piel de alrededor del ano tampoco era oscura por lo que dedujo que era rubia natural, la melena de la cabeza se partía en dos en la nuca y le cubría el rostro.
Cuando el dedo de Ricardo forzó un poco la entrada de su trasero la chica protestó levemente, no la creyó y siguió un poco más hasta la segunda falange, la chica ya comprendió que no era un capricho solo, intentaba meterle la enorme polla por el culo, sin apenas fuerza de convicción le dijo.
-       Por favor te lo pido Ricardo, por el culo no, me vas a romper, me van a tener que dar puntos.
Por toda contestación Ricardo se movió un poco para meterle dos dedos.
Una nueva bocanada de tabaco llegó a ellos, el camarero se fijó en un espejo que tenía delante sobre una cómoda, se veía la puerta como siempre, todo oscuro, la chica movía el culo pretendiendo evitar lo inevitable, el glande redondo de Ricardo estaba presionado su culo ya, para evitar males mayores alargó la mano y de la mesita sacó un tubo de crema y se la pasó a Ricardo sin mirarle.
De pronto notó una sensación fresca en el ano pero que se apoyaba entrando un poco, era la boca del tubo, Ricardo aplastó con fuerza el tubo y un chorro de crema entró a presión en el recto de la mujer, mientras apoyaba su glande nuevamente en la entrada se repartió crema sobre su tronco como si pusiera mostaza en un perrito caliente.
La chica no quiso saber nada más, se separó las nalgas con las manos y dijo.
-       Si te apetece mucho hazlo, méteme esa polla, pero te lo ruego, no me hagas mucho daño.
Ricardo fue tan considerado como acostumbraba, se la metió toda, hizo dos o tres pausas pero el final fue lo mismo, sus cojones pegados a las nalgas de la chica mojándose con el flujo que manaba de su coño.
Por el espejo le pareció distinguir la luz de la brasa de un cigarrillo, al momento una nueva oleada de humo les llegó, se temió lo peor, estaban siendo observados, posiblemente por el marido de la chica, no sabía si solo sería un voyeur o un mirón cornudo que le gustaba ver a su mujer siendo follada por otro, le dio rabia y puso a la chica con el culo frente a la puerta, él se abrió de piernas para que quien estuviera espiando pudiera ver claramente como su polla entraba y salía del culo de la chica.
Con estas dudas la polla se le ablandó un poco pero la chica le urgió.
-       Qué te pasa Ricardo? Méteme la polla por el culo ya, clávamela toda, ya quisiera el cabrón de mi marido tener una polla como la tuya y que yo le diera mi culo.
Con una arenga así se disiparon todas sus dudas, pronto la verga volvió a llenarse de sangre caliente y abrirle los esfínteres a la mujer que araño la sabana.
Ricardo cogido a las caderas de la chica la clavó muchas veces en su culo, salía hasta la punta del capullo hasta hundirla en sus intestinos, el ruido que hacían sus huevos al estrellarse en el coño era como un aplauso, plash, plash, plash.
Las bocanadas de humo se multiplicaron, ya no se ocultaba demasiado, claramente se veía la brasa del pitillo y a veces cuando chupaba hasta iluminaba las gafas que habían detrás, posiblemente hasta se estaría haciendo una paja a costa de su mujer.
La chica tenía la almohada mordida y las manos crispadas en la sabana pero no protestaba, solamente gemía, no le avisó cuando se corrió dentro de ella, estaba muy lleno de semen y siguió metiéndola sin parar, se había propuesto seguir hasta que perdiera rigidez y se le saliera sola pero se juntaron varias circunstancias, estaba enfadado por el “listo arquitecto”, por el alcalde, por la chica tan liberal, por su marido y por qué estaba muy buena y se merecía más leche, joder!
Quizá esto le sirvió para seguir adelante o mejor dicho dentro de ella, la chica se volvió a correr, la tuvo que sujetar de las caderas para que no se tumbara, pero él siguió desesperadamente hasta que se hundió más de lo normal y cuando la leche ya estaba en la punta del capullo la sacó y la fue rociando por la espalda la chica, los primeros chorros le llegaron a la nuca, por el canal de los riñones escurría hacia el cuello el resto de lechada.
Miró por el espejo, el humo seguía entrando y Ricardo mirando descaradamente levantó el pulgar hacia la puerta, la ranura de ésta fue juntándose hasta que se cerró.
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Las amigas sabían cómo tratar al alcalde, Carmen lo cabalgaba mientras Isa le ponía su lindo coño sobre la cara, éste apenas podía respirar pero lo estaba pasando de maravilla, no podía esperar cuando le pidió al arquitecto si podía salir con su mujer a cenar que iba a terminar follando con dos monumentos de chicas y el tratamiento tan especial que le estaban dando, sentía un poquito el haber abandonado a la rubia, pero su marido era muy comprensivo y estaba seguro que en la próxima ocasión la conformaría con algún detallito caro, lo merecía pues era una chica muy cariñosa, sobre todo en la cama.
Carmen sabía cómo mantenerle en el punto más alto de excitación, cuando iba a eyacular frenaba y lo dejaba en pausa hasta que se le bajaba la tensión, ella no tenía problema, se corría cuando quería, tenía un poder de concentración que cerraba los ojos y al momento un orgasmo la invadía y la polla atenazada por el anillo del alcalde le gustaba, con los arreglos que ella le había hecho era perfecta, bastante larga, siempre dura, con los huevos pegados al tronco, depilada y gruesa, que más se podía pedir, ya había tenido un orgasmo e iba a por el segundo, su amiga Isa ya la conocía y esperaba pacientemente a que se corriera las veces que quisiera, mientras el alcalde tampoco sufría, su único pesar era que no le dejaban tocar aquellas tetas de Isa, por lo demás tenía su coño en la boca y Carmen parecía incansable.
Las chicas intercambiaron caricias entre ellas una a la otra apretaban sus tetas frente al alcalde, posiblemente dándole celos, pero la verdad lo estaban disfrutando bien, para Isa fue suficiente, se corrió sobre la boca del alcalde que apenas pudo recibir el aluvión que le cayó en la cara.
Por fin soltaron al alcalde, el hombre se levantó contento, la cara mojada de jugos femeninos y la polla blanca de flujos vaginales, todo un éxito.
Carmen se apoyó sobre un arcón, estaba tapizado y acolchado, dejó caer su cuerpo dejando su culo fuera y las piernas colgando, el alcalde vio una buena oportunidad, con la polla tuneada, se colocó detrás de la chica, Isa le ayudó a centrar su polla en el coño de Carmen, en el culo del alcalde brillaba un botón que evitaba que el dildo que llevaba clavado se le colara hacia dentro.
El alcalde se resarció y se la metió de golpe, Carmen gimió, no la esperaba tan profunda pero le gustó, el alcalde tenía sed de venganza y cada vez que entraba que quedaba unos segundos quieto dentro, luego salía hasta casi sacarla y la volvía a hundir.
Isa mientras tanto había sacado una caja lacada negra, tenía tres cajoncitos, en el de abajo guardaba un pequeño arnés que se puso ella, parecía un tanga solo que también se sujetaba a sus muslos, en la pieza que cubría su pubis depilado había un triángulo con un pequeño tornillo de plástico.
Cuando se lo ajustó bien apenas se distinguía, era de color carne, estuvo acariciando los huevos del alcalde por debajo de sus piernas, con el anillo estaban redondos y morados, acompañaba en su vaivén al hombre que le enterraba cada vez a su amiga su verga hinchada.
El alcalde vio la oportunidad de su vida, a dos centímetros de donde estaba hundiendo la polla estaba el culo de Carmen, era la gran ocasión y una vez de ellas probó suerte y apretó en el culo, la chica protestó enseguida.
-       Un momento señor alcalde, eso es dirección prohibida.
-       Cómo? Una chica tan ardiente como tú no follas por el culo?
-       Si pero con condiciones.
-       Qué condiciones?, te la meto y ya está!
-       No señor alcalde, ya sabe siempre se gana, pero le cuesta también.
-       Vale de acuerdo, pero te la voy a meter de todas formas por el culo.
-       Por supuesto y le va a gustar mucho y a mí también, pero ya sabe tendrá que pagar un precio.
-       Lo que sea, por ese culo lo que sea.
Isa le acercó un tarro de crema al alcalde, no tuvo paciencia y clavó su polla en el tarro, la sacó como un cucurucho de helado, con la otra mano untó el culo de Carmen y sin casi empujar se la clavó.
Carmen apretó los dientes, aunque tenía bastante dominio en su esfínter la brusca entrada del alcalde le dolió.
Isa abrió el primer cajón negro, cuidadosamente sobre terciopelo había una polla doble, una más gorda y larga y otra pegada a ella menor, no le convenció para la ocasión y abrió el otro cajón, en orden estaban dispuestas varias pollas de silicona, por la parte del tronco tenían una rosca que encajaba en el arnés de Isa.
Frente a ella el culo del alcalde que se movía impetuoso sobre el de Carmen que estaba tumbada sobre el arcón, estuvo calibrando el tamaño y al fin se decidió por el mismo grosor que el que ya llevaba puesto el alcalde, se acercó a él por detrás y cogió la crema, lubricó la polla de silicona y las nalgas del alcalde, cuando se estuvo quieto clavado en el culo de Carmen Isa le sacó el tapón que llevaba y lo sustituyó por la polla del mismo grosor.
Fue un movimiento rápido que el hombre apenas notó solamente cuando le fue entrando, Isa se apretaba contra él con el arnés armado con la polla, se lo metía suavemente siguiendo el movimiento del hombre, en su mano el tamaño siguiente, cuando el alcalde ya no notaba en su culo molestias, se lo cambió por el siguiente, aprovecho que estaba entusiasmado con los gritos de Carmen para presionar y clavarlo casi entero, el alcalde estaba exultante, estaba dominando a aquel bombón.
Isa no se rendía, cuando un tamaño estaba dentro del hombre ya tenía preparado en la mano el siguiente, al alcalde no parecía importarle de hecho volvía sus manos para apretar el culo de Isa contra el suyo, esto animaba a la chica y aumentaba el grosor un punto más, llegó al tamaño que el mismo alcalde armaba, ya todo le daba igual, su objetivo estaba cumpliéndose y se cumplió Carmen pidió una tregua, había podido correrse una vez más mientras le daba por el culo pero ya era demasiado, estaba exhausta.
El alcalde se la sacó tras mucho rogarle, pero levantó sus brazos triunfante, se volvió buscando a Isa, la llevaba pegada a él con el arnés, le obligó a que se lo quitara aunque ella le dejó la polla clavada en su culo, le hizo tumbarse sobre el mismo arcón de Carmen, a esta le vino el tiempo justo de untarle el culo a Isa con la crema pues el alcalde ya iba directo a ella, cogió de las manos a su amiga mientras ella apretaba los dientes, pero el alcalde estaba decidido y entró, vaya que si entró! Hasta las bolas, le imprimió el mismo trato que a Carmen ésta le aconsejaba que se relajara y en su medida lo hizo, pero casi se desmayó.
La corrida del alcalde dentro de ella fue como un bálsamo, le regó el recto y aunque se quedó clavado a ella por lo menos se estuvo quieto, Carmen le soltó el anillo de debajo de los huevos, fue como soltar el aire de un globo, su polla se deshincho de momento y la sacó como un trapo, tras ella un chorro de leche abundante, el alcalde se fue a sentar y se dio cuenta que llevaba la de silicona clavada aún en su culo, la sacó y la miró, era más gruesa que la suya, la arrojó lejos.
Se sentaron en un sofá, Carmen había preparado unas bebidas que les supieron a gloria, sudados, llenos de flujos y semen, los tres estaban agotados pero satisfechos, después de repetir bebidas las chicas llevaron al alcalde al baño donde bullía un yacusi, con ellas se llevaron un cubo lleno de hielo y las botellas, bajo la superficie de sales de baño las burbujas batían la piel de los tres, posiblemente volverían a empezar.
Ricardo cuando sacó la polla cogió a la chica de los hombros y la zarandeó, estaba muy enfadado, pero la chica al contrario estaba desmadejada, le dio lástima.
-       Dime! Dónde está tu marido?
-       Está jugando al póker, ya te lo he dicho.
-       No te creo, lo he visto mirando cómo te follaba el culo.
-       Lo siento, es un vicio que no puede evitar, pero es inofensivo.
-       Y tú lo consientes?
-       Y que voy a hacer, nos queremos a nuestra manera.
Ricardo la dejó sentada en la cama desnuda, aun agotada como estaba sin restos de maquillaje y lápiz labial estaba bonita, se vistió y le dio un último beso en la boca, ella se aferró a él con desesperación pero la volvió a dejar en la cama, cuando salió antes de cerrar la puerta tras de sí dijo en voz alta.
-       Adiós buenas noches.
-       Buenas noches – dijo una voz masculina desde la oscuridad.
Continuará

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