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Nunca Faltes el Respeto a la Recepcionista - 02

Está sobreentendido en épicas proporciones que entré en pánico en el instante en que cerró la puerta: no había posibilidad de salir de allí sin mi Certificado Médico, pero en ése momento de mi vida yo era ridículamente tímido y abominaba la sola idea de atravesar por lo que ahora parecía que iba a ser una muy profunda Revisación Médica suministrada por semejante belleza.
Mientras mi mente se aceleraba, noté que sólo me quedaban tres minutos y entonces empecé a desvestirme tan rápido al punto que en un apuro, pero a mi pesar me bajé y después (aún más a mi pesar) me quité la ropa interior y la dejé con el resto de mis prendas.
Después me puse la bata... o al menos lo que quedaba de ella. Estaba tan desgastada y delgada que resultaba prácticamente transparente sin mencionar el hecho de que sólo contaba con un par de tiras para atar detrás del cuello y ninguna en la espalda.
Indiscutiblemente lo peor, sin embargo, es que era apenas larga como para cubrir mis partes privadas o mi trasero pero definitivamente no lo suficiente como para tapar ambos al mismo tiempo.
Apenas me las había arreglado para apoyar mi trasero desnudo en la camilla con el frente de la bata tirado hacia adelante y hacia abajo lo suficiente para cubrir mis genitales confortablemente cuando la Dra. Cristina volvió a entrar en el Consultorio sin siquiera golpear la puerta.
Ella aseveró con una leve sonrisa.
- Bueno... veo que decidiste someterte a la revisación - y dicho esto, empezó a hacer las cosas que habitualmente hacen en las revisaciones médicas por lo que yo inocentemente empecé a relajarme un poco.
De hecho ella comenzó observando mis ojos y después las orejas, nariz, y dentro de mi boca también provocándome pequeñas harcadas con un baja lenguas dentro de mi garganta. Luego, ella escuchó cuidadosamente mi corazón y pulmones y revisó mis reflejos.
No recuerdo la secuencia exacta, pero en algún momento, ella hizo un breve examen neurológico durante el cual me tocó el rostro y cuello suavemente en varios lugares mientras yo tenía los ojos cerrados y después le dije en dónde me había tocado.
Sus próximas instrucciones fueron que me ponga de pié, ya que quería auscultame el corazón y revisar mi pulso porque me dijo que estaba "aceleradito".
Considerando el hecho de que mi bata era completamente inadecuada para la tarea de preservar mi intimidad, yo realmente no deseaba tomar parte en lo que ella estaba sugiriendo, pero tampoco quería que abruptamente finalizara la Revisación y me echara del Hospital de manera que sentí que no tenía más opción que obedecerla.
Ella luego me dijo que saltara en mi lugar hasta que ella me indicara que me detenga lo que a mi pesar comencé a hacer pese a notar inmedíatamente que mi miserable bata sólo cubriría parcialmente (en el mejor de los casos) mis movedizos genitales.
Y así estuve saltando mientras débilmente intentaba preservar algo de mi intimidad tironeando para abajo mi inadecuada prenda aún sabiendo que era un esfuerzo inútil. Después que ella me tomara el pulso y me auscultara el corazón, me hizo hacer una serie de flexiones para demostrarle mi balance y flexibilidad o por lo menos éso pensé.
Ella concluyó los ejercicios haciéndome hacer una serie de saltos de tijera, que por supuesto garantizaron que mis genitales rebotando y saltando quedaran expuestos casi por completo, y así fue que ella obtuvo su primera (y tristemente no última) visión de mi expuesto trasero al pararse detrás mío mientras yo me tocaba los pies. 
Ella finalmente me dijo que podía detenerme, pero antes de incorporarme la Doctora me empujó hacia abajo y deslizó sus dedos suave y lentamente a lo largo de mi columna vertebral varias veces y fue la primera vez durante el examen que yo me estremecí un poco.
Cuando ella terminó, me incorporé revelando mi rostro enrojecido, en parte por el ejercicio sí, pero también por la vergüenza pese a que en ése momento yo no sabía lo que era estar realmente avergonzado. Así que había conseguido otra primera vez, hacer ejercicios básicamente desnudo frente a una mujer prácticamente desconocida.
Después la Dra. Cristina me dio un vaso con quién sabe qué y me ordenó que lo tomara, agregando crípticamente:
- Esto es algo nuevo, pero te va a facilitar una parte de la Revisación.
Y me dejó que me sentara y descansara por un rato.
En seguida, sin embargo, le dio otro golpe a mi timidez.
- Ésa bata resulta ser más un problema que una solución... sacátela y vení para acá... te quiero parado derechito frente mío con las manos sobre la cabeza!
Al principio, desee en vano que me estuviera haciendo una broma o que quizá yo hubiera entendido mal pero la mirada de impaciencia que comenzó a formarse en su rostro me hizo saber que la Doctora hablaba en serio y así lentamente hice lo que me dijo y caminé hasta quedar frente a ella desnudo como vine al mundo: todavía estaba colorado, pero ahora completamente por la vergüenza y desafortunadamente para mí en lugar de mejorar se iba a poner mucho peor.

4 comentarios - Nunca Faltes el Respeto a la Recepcionista - 02

sevas2
Quiero la otra parte 10+
kramalo
vas de primera....! seguro en la próxima te recoge....jaja!!