No sabía qué hacer para ayudar a Carmina, por una parte su hermana Feli la veterinaria y también su hija Carol habían mostrado mucho interés por mí en todo.
Cuando llegué al restaurante estaban preparando para recibir a los clientes de la noche, al ver al fondo a Ricardo colocando los cubiertos alrededor de los platos se me encendió la luz, quizá pudiera convencerlo y así podría ayudar a Carmina, él era el perfil de hombre que necesitaba la hermana cursi de Feli, solo faltaba que hubiera un entendimiento para que se pudiera hacer una reunión más o menos casual, creí que contaría con Feli por lo menos, estuve madurando la idea hasta hablar con el camarero.
Cuando subí a mi habitación mi madre estaba duchándose, el día había sido duro y estaba cansada, entró envuelta en una toalla de baño, el pelo mojado le brillaba, yo además del amor que le tenía como madre le admiraba por muchas cosas, su vitalidad con un cuerpo tan menudo, las ideas tan claras, su carácter tan afable y la juventud que demostraba.
Ahora al verla entrar con su paso decidido me sentí muy afortunado, ante mí una mujer muy grande en todos los sentidos, me lo había demostrado desde siempre, como madre y como mujer, tenía un corazón inmenso.
Yo estaba acostado en mi cama mirando o mejor admirando a Clara mientras buscaba un camisón en el armario, cuando lo encontró soltó el nudo que sujetaba la toalla que la cubría, de golpe se quedó como había salido de la ducha.
Se puso el camisón, era cortito y trasparentaba todo su cuerpo excepto los pezones, el pubis al haberlo depilado no se distinguía bajo el leve tejido, se puso unas braguitas a conjunto del camisón y abrió la ropa de su cama.
Antes de meterse en la cama me besó en la frente, se acostó y se tapó, estuvo mirando al techo un momento, se volvió hacia mí y levantando la ropa de la cama sacó la mano, en ella llevaba las bragas que acababa de ponerse, las sostuvo hasta que se aseguró que me había dado cuenta, me levanté y me dirigí a su cama, las dejó caer al suelo.
Cuando estuve tumbado junto a ella noté el aroma de su piel recién duchada, se acurrucó entre mis brazos y se hizo más pequeña, yo sabía que le gustaba sentirse abrazada y cuando estaba junto a mí se cobijaba contra mi pecho, casi sin darnos cuenta siempre quedaba dándome la espalda, me cogía las manos y se rodeaba de mis brazos, las manos me las llevaba hasta sus tetas casi inapreciables y enredaba mis dedos en sus pezones.
La mayoría de veces nos dormíamos pegados, su corazón bombeaba bajo mi mano y el mío sonaba en su espalda, el que llevara bragas puestas o no era indiferente, mi polla al tacto de su piel siempre se endurecía hasta apretarse contra sus nalgas, cuando me sentía simplemente levantaba una pierna lo suficiente para acogerme entre sus muslos, si no llevaba bragas pronto sentía la humedad que manaba de su sexo, si llevaba bragas notaba el calor tibio que radiaba en mi polla.
Esta noche parecía ser especial, porque sin hablar se apretaba contra mí de una forma más íntima, apretaba su culo en mi entrepierna, mi polla normalmente se quedaba entre sus piernas pero esta noche sobresalía por su pubis, sus pezones aunque de natural eran muy prominentes esta noche se escapaban entre mis dedos, incluso hubiera jurado que hasta sus tetas me llenaban las palmas de las manos.
Estuvimos quietos, solamente sintiéndonos cercanos, tanto íntimamente como anímicamente, este estado de paz y recogimiento quizá inspiro a mi boca a besar el cuello de Clara, casi no hizo ningún movimiento pero noté como su piel desde el cuello hasta sus muslos se erizaba en un escalofrío.
Solo se notó de cintura hacia abajo un leve movimiento pero muy preciso, arqueó su espalda, levantó una pierna y movió su culo hacia atrás, noté como mi polla resbalaba entre sus nalgas hasta que una vez terminadas era abrazada por los labios del coño de Clara, suavemente se fue apretando contra mí y al mismo tiempo que se acercaba mi polla se introducía en ella.
Mis manos no se atrevían a moverse, ya eran sus pezones los que acariciaban mis dedos, parecía que tenían vida propia, se hinchaban y adquirían una textura áspera y rugosa que se diferenciaba de la suave y sedosa piel de su pecho.
El efecto del masaje que me proporcionaba en la polla con sus músculos vaginales me hacía sentir sensaciones no vividas hasta ahora, simplemente estaba concentrada en mi, para ella estar abrazada por la persona que más amaba y darle lo mejor de ella era su mayor felicidad.
Lo que no me había pasado nunca me ocurrió, sin moverme, quieto totalmente todo el cuerpo pero mentalmente concentrado en un mar de sensaciones, algo en mi cerebro dio la orden y una corriente eléctrica salió desde mi cabeza hasta mis huevos, fue como una descarga, pero de mi polla empezó a salir en varias descargas una cantidad de semen que nunca hubiese pensado.
Mi madre acusó la inundación de leche que le llenaba sus entrañas, cerró la vagina para que no saliera nada y con la sensación de tener a su hijo dentro regándola de su elixir de vida se dejó llevar por un orgasmo tranquilo en apariencia, pero que le hacía temblar su cuerpo, con sus manos apretaba las mías contra su pecho hasta que poco apoco se calmó, no hubo ningún comentario entre ambos, nos dormimos unidos, mi polla supongo que se saldría de ella al rato, cuando bajara mi erección suavemente resbalando entre los jugos de mi madre y mi semen, cuando se despertó sentí como se secaba el coño empapado, me dio un tierno beso en los labios y se vistió para empezar otro día de trabajo.
Cuando me levanté en medio de la cama había una mancha amarillenta, bastante grande, casi tan grande como la sensación que había gozado cuando eyaculé.
Al bajar al bar a desayunar mi madre estaba ocupada atendiendo la barra, solo me miró fijamente a los ojos y me dijo.
- Gracias Manu, lo que pasó anoche era justo lo que necesitaba.
Me dio un beso en la comisura de los labios que para los que pudieran vernos fue de cariño pero para mí fue de amor profundo.
Después de desayunar me dirigí al restaurante donde Ricardo estaba ocupado, sirviendo a los clientes, entre ellos estaban Isa y Carmen las dos chicas que ya conocíamos, tanto una como otra no dejaban de comprometer a Ricardo que difícilmente se escurría para no caer en la tentación de las dos fieras.
Cuando me vieron dividieron su acoso entre los dos, pero Ricardo aprovecho para sacarme de allí con una excusa, le dije que tenía que pedirle un favor que seguro que le iba a gustar, aunque por falta de tiempo no puede darle muchos detalles.
Cuando ya terminó el servicio me acerqué otra vez y ya le expliqué el caso de Carmina, su hermana Feli, su hija Carol y hasta mi perro Thor.
La idea era hacerle una visita a la chica, posiblemente y sabiendo las necesidades de Carmina quedarían cumplidas con las atenciones de Ricardo, máxime conociendo sus atributos.
En el fondo de mi, albergaba la esperanza de un acercamiento a Carol, incluso tampoco era tan disparatado tener una reunión de Feli y su hermana Carmina con nosotros dos, sospechaba que las dos hermanas se contaban sus momentos de relax.
Lo difícil era organizar el encuentro entre Carmina y Ricardo, sin que fuera obvio que estaba previsto, la suerte estuvo de mi lado cuando Carol me llamó para preguntarme algo sobre mi perro, ella no conocía el comportamiento de los animales y yo casi que tampoco, a Carol le daba vergüenza preguntarle estas cosas a su tía Feli.
Me tuve que informar un poco en internet para no parecer ignorante del todo, le pregunte incluso a Ricardo, él sí que había tenido una temporada un perro y estaba mucho más enterado que yo y me dio una serie de consejos.
Una tarde que el camarero libraba en el restaurante quedamos para acudir a casa de Carmina, les anuncié que me acompañaría Ricardo como conocedor de los animales.
Nos acercamos a casa de Carol y nos abrió su madre Carmina, vestía como siempre elegantísima, una camisa de seda y una falda ancha, unos zapatos de tacón alto, el pelo recién arreglado de peluquería, desde la primera mirada noté como le gustaba Ricardo, una sonrisa de oreja a oreja indicaba que en su interior, las hormonas se estaban revolucionando, a Ricardo tampoco le fue indiferente.
Nos hizo pasar y nos llevó donde estaba Carol, la chica más discreta llevaba una blusa sin escote abrochada por detrás, una faldita corta por encima de la rodilla y zapatillas deportivas, en el jardín correteaban mi perro y su perra, se perseguían pero la perra quería sobre todo jugar, mientras que Thor tenía otras intenciones bien distintas.
Con Carol era fácil estar, aunque era joven y no había salido mucho de la casa materna, pronto me explicó sus dudas con toda sinceridad, no sabía que tenía que hacer para que su perra se dejara montar, yo tampoco lo sabía pero se me ocurrió ponerme a jugar con los dos perros, Ricardo me había aconsejado alguna táctica y decidí compaginarla con mi ideas.
Con Thor no tuve ningún problema en jugar, como siempre era él quien me buscaba y nos revolcamos por la hierba, Carol al verme jugar quiso colaborar y con su perra también se puso a corretear, desde dentro de la casa Carmina y Ricardo nos observaban mientras que charlaban.
Cuando los perros cogieron confianza le propuse a Carol que yo intentaría jugar con su perra y ella con Thor, no vio ningún problema y mi perro demostró su docilidad y la acepto de buen grado, la perra tras un momento de desconfianza también me aceptó y acabó revolcándose y mordisqueándome por la hierba, poco a poco fui acercando la perra a Thor, mientras que la iba sujetando un poco para que no se distrajera demasiado, muy cerca estaban Carol y mi perro, el can no tardó en oler a la perra en celo y su polla roja empezó a aparecer entre sus patas, en un principio Carol no lo notó pero cuando la verga del perro ya rebasaba los diez centímetros se quedó admirada y asustada a la vez.
Tras de los cristales Ricardo pasaba su brazo sobre el hombro de Carmina y ella el suyo por la cintura del chico, rodaron sobre sus pies y poco a poco entraron hacia el fondo de la casa y subieron hacia el piso de arriba.
Carol no había visto nunca la polla de un perro y menos en el estado de excitación que estaba el mío, yo aguanté a la perra y Thor rápidamente saltó con sus manos sobre la perra y buscó metérsela a la perra, con los nervios no acertaba y lo intentaba de todas formas.
En un momento la perra parece que se mostró más receptiva y el perro lo intentaba pero no lo conseguía, de pronto le ordené a Carol.
- Carol, cógele la polla a Thor y encararla en el coño de la perra.
Ella ni lo dudó, me obedeció y sin pensarlo agarró la polla húmeda y roja como el fuego del perro y con urgencia se la puso detrás de la perra, tras unos intentos fallidos la chica la cogió con las dos manos y le metió la punta dentro de la perra.
Thor solo tuvo que empujar y le entró la verga de un solo golpe, la chica con las manos pegajosas con la forma todavía del grosor de la polla del perro se miró y se olio los dedos, aspiró hondo y parece que no le olía mal.
El perro procuraba mantenerse con las patas traseras en el suelo mientras con las delanteras montaba a la perra, pero ésta hacía lo imposible para evitarlo, yo sujetaba a la perra y Thor no paraba de metérsela, con los movimientos esquivos de los perros hubo un momento que nos empujaron a los dos, yo caí de espaldas pero me apoyé con las manos en el césped.
Carol con las manos pegajosas de la polla del perro no quiso mancharse y cayó hacia atrás de espalda, no podía apoyarse para levantarse y me pidió ayuda, con los intentos de levantarse su falda se le había subido hasta la cintura, yo apurado por levantarla no sabía de dónde cogerla, intenté pasarle un brazo bajo sus piernas y otro por la espalda, pero era un iluso, pesaba demasiado para mí, la tuve que soltar, entonces pude darme cuenta del tanga que llevaba, dos triángulos sujetos por una finas cintas le cubrían lo justo.
La chica peleaba por cubrir sus piernas con la falda, pero sus manos pringosas se lo impedían, probé de diferentes maneras, me puse entre sus piernas y estiré de sus brazos hacia mí, pero lo único que conseguía era que su tanga estuviera más a la vista, solo le cubría un poco el pubis y otro poco el culo, al final me puse detrás de ella y pasando los brazos bajo sus axilas la pude incorporar, hasta que consiguió el equilibrio sin darme cuenta la estaba sujetando cogiéndole las dos tetas con mis manos.
Carol toda azorada no sabía qué hacer, las manos acartonadas, falda medio subida y blusa girada, me mostró el mayor problema sus manos, yo vi en un rincón del jardín una fuentecilla ornamental, le salía un chorrito de agua sobre una pila redonda, nos dirigimos hacia allí ella con los brazos extendidos para no mancharse la ropa.
Intentó lavarse las manos bajo el chorro pero salía con poca fuerza y no llegaba, el agua de la pila estaba sucia de moho, me dijo que la sujetara para poder alcanzar el chorro, la cogí de la cintura para que se acercara pero aún así no lo conseguía, tuve que hacer contrapeso, me pegué a su culo y con mis manos en sus tetas hicimos equilibrio hasta que llegaba.
Se lavó a conciencia, le daba asco el tacto de la polla resbaladiza del perro y se lavó con meticulosidad todos los dedos hasta los antebrazos, yo con mi polla apoyada fuertemente contra su culo y con las dos manos aferradas a sus tetas no podía controlar la erección que se produjo, Carol no protestaba quizá porque comprendía que era preciso para poder lavarse o porque le gustaba lo que estaba notando.
Cuando ya terminó de lavarse me dijo que tirara de ella hasta ponerla vertical, lo hice aunque por unos segundos seguí sujetándole las tetas.
Carol de dio cuenta de que sus zapatillas estaban sucias.
- Vaya qué mala suerte, las deportivas que estrenaba hoy y se me han manchado con el césped de verde.
Estuvo intentando limpiarlas con las manos mojadas agachándose, yo desde detrás de ella podía ver como su falda de le subía por lo suficiente para asomar un poco el tanga, no pude aguantar más y me decidí.
Me saqué la polla dura y me pegué a su culo, ella continuo limpiándose las zapatillas, mientras se movía para evitar mi contacto, con mi polla seguía el movimiento de sus nalgas intentando encontrar el mejor sitio, pero me esquivaba.
Oímos ladrar a los perros, nos volvimos y vimos a los dos enganchados por el culo, a Thor se le había hecho una bola en la base de su polla que evitaba poder sacarla, la perra intentaba soltarse pero era inútil, hasta que al perro no se le bajara la erección no podría separarse.
Posiblemente esta visión de los perros enlazados por la polla hizo a Carol más receptiva y se estuvo quieta un momento con mi polla entre sus nalgas, yo le cogí la cinta del tanga y se la saqué de entre sus cachetes y la dejé a un lado, mi polla oscilaba dando saltos.
Carol tuvo que ayudar otra vez, pasó su mano entre sus piernas y me cogió el capullo y se lo puso a la entrada de su vagina, se hizo un poco hacia atrás y le entró la punta, yo ya me encargué en dos movimientos más en metérsela toda, ella con las manos en sus rodillas aguantaba mis empujones mansamente.
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Me giré hacia la ventana del piso, detrás de los cristales vi a Ricardo y a Carmina, la mano derecha sobre el hombro de Carmina había descendido, había despasado la camisa y se había encontrado con un sujetador sin tirantes, para él no fue problema bajar la copa y dejar la teta de la chica a su disposición.
Carolina por su parte había descubierto la dureza le la polla de Ricardo y le había bajado la cremallera, lo que no se esperaba es que Ricardo hoy no se había puesto ropa interior y la verga saltó hacia afuera con el consiguiente sobresalto de Carmina, pero no tardo en admirar el enorme miembro del chico y estiró de él hasta sacar hasta los huevos para verlo en todo su esplendor, se la estuvo masajeando mientras él le endurecía el pezón, luego giraron sobre sus talones y sin soltarse entraron en el dormitorio de la chica.
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Carol después de un momento agachada aguantando mis envites estaba cansada, me dijo que fuéramos hacia un balancín que había bajo el cobertizo, no estaba lejos y no me llegué a salir, abrazada por detrás sujetándome en sus tetas llegamos al balancín del tamaño de un sofá, imaginé que querría que me sentara yo y ponerse ella sobre mí, pero vio otras posibilidades y se subió de rodillas en el asiento cogiéndose del respaldo.
Mi polla estaba a la altura de su coño y fue balanceándose yo no tenía que moverme, la chica movía el balancín a la altura y velocidad que quería, su coño recibía a mi polla que la esperaba quieta, en alguna ocasión se llegó a salir, pero como estaba tan lubricada de flujos el glande encontraba el camino y volvía a meterse.
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En la habitación de Carmina los dos se besaban ardientemente, Ricardo iba guiando a Carmina poco a poca hacia la cama pero cuando estaban al lado la chica giró de momento y fue el chico quien cayó de espaldas sobre el colchón.
Carmina no perdió el tiempo, le soltó el cinturón y le quitó los pantalones estirándolos por las piernas, no le quitó ni los zapatos.
Se arrodilló entre sus piernas y con las dos manos cogió la polla y la estuvo subiendo y bajando poniendo sus labios en el glande, Ricardo le fue sacando las mangas de la camisa a Carmina, el sujetador enrollado en su estomago fue liberado cuando encontró el cierre y las dos hermosas tetas quedaron cobre los muslos de Ricardo.
Carmina estaba entusiasmada con el miembro imponente de Ricardo, no quiso desaprovechar la ocasión de ponerlo entre sus tetas y apretándolas las juntó haciéndole una cubana especial.
Trató de metérsela en la boca pero en los primeros intentos comprobó que le iba a ser muy difícil y optó por lo más rápido se subió a la cama sobre el chico, se aparto las bragas a un lado y apuntó el capullo en su coño.
Posiblemente fueran los años que allí no habían entrado más que los dedos de Carmina cuando se masturbaba, pero no contaba que la polla de Ricardo era algo fuera de serie y su vagina posiblemente estrecha para ella, se quedó paralizada en cuanto le entró el capullo, sus ojos se cerraron y su boca se abrió como si le faltara aire, no cambio de expresión ni respiró hasta que dejándose caer lentamente la polla de Ricardo le presionaba el cuello del útero.
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Carol me dijo que le iba a venir el orgasmo, le solté los botones de su blusa de la espalda, cayó sobre sus brazos, el sujetador fue lo siguiente, ella se soltó del respaldo para quitárselo y que sus tetas columpiaran con ella, me abrace por detrás sujetándole los pezones, ella mismo aceleró el columpio y se dejaba clavar hasta dentro, me rogó que aguantara lo máximo y lo hice.
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Las tetas de Carmina revoloteaban sobre la cara de Ricardo, no fue difícil para él atraparlas pellizcando suavemente sus pezones, la chica saltaba sobre él admirándose de ver entre sus piernas aparecer y desaparecer semejante tranca, ya se había adaptado a él.
El primer orgasmo le llegó inesperadamente cuando Ricardo le acarició el clítoris, fue un latigazo, hacía años que no sentía nada igual, cuando se masturbaba fantaseando en una buena polla nunca pensó que pudiera cumplirse y sus corridas eran como sueños imposible, incluso cuando vivía su marido casi nunca logró correrse medianamente bien.
Ricardo quiso cambiar de posición y ser más activo y la puso a cuatro manos, la chica no tuvo inconveniente hasta que comprobó que ahora era Ricardo el que metía a su voluntad, y tenía mucha voluntad, notaba como dentro de ella sus pliegues vaginales dejaban pasar el glande redondo del impetuoso chico, aunque esta vez no le avisó se corrió igualmente, desde la nuca hasta dentro del coño una serie de descargas le hicieron caer sobre la sabana, sus manos incontroladas no podían sostenerla, pero Ricardo la acompañaba, no le había sacado la polla y seguía metiendo y metiendo, ella soportaba todo aplastada sobre la cama con las piernas abiertas boca abajo.
El chico notó que llegaba su final y se lo susurró en el oído a Carmina.
- Carmina me voy a correr, donde prefieres que lo haga, en el coño?
- No por favor, en el coño no, estoy ovulando estos días, sería casi seguro que me quedara embarazada.
- Pues tú dirás! Pero decide pronto.
- No sé, en la espalda, en las tetas, o en las nalgas.
- Me refería dentro de ti.
- Dentro? En la boca no me cabe, ya lo has visto.
- Hay más opciones Carmina, hay más.
Ricardo levantó las caderas de Carmina y le puso una almohada doblada, su culo quedó en alto y le escupió en el ano, ante la rápida decisión del chico Carmina alargó la mano y sacó de la mesita un frasco de crema hidratante y se la dio a Ricardo.
Ante la buena disposición de la chica Ricardo se untó los dedos de crema y uno a uno le fue dilatando el esfínter, ella se quejaba pero sabía que su única defensa era la relajación, con el segundo dedo del chico estuvo respirando hondo hasta que dilató lo suficiente, quiso comprobar cómo estaba y ella se metió sus dedos, a ella le cabían tres y se tranquilizó.
Aún así Ricardo no era como su marido y cuando apoyó el glande pensó que con una pequeña presión tendría suficiente, pero tuvo que aguantar una fuerza que entraba sin cesar en su culo, estaba muy dilatada, muy lubricada pero aquello era especial, sabía que era su sueño y eso le ayudó a resistir, mordió la sabana y araño el colchón pero cuando el glande pasó el esfínter solo deseó que no lo sacara y siguiera hasta dentro.
Ricardo cuando notó que sus huevos se pegaban al coño de Carmina le dio un beso en la nuca como premio, la chica se estremeció y se relajó, soltó la sabana y el colchón y levantó el culo hacia Ricardo.
No paró de meterle y sacarle la verga hasta que sus huevos dieron la alarma, se lo anunció.
- Me voy a correr Carmina, me voy a vaciar dentro de ti.
- Un momento por favor, si aguantas solo un momento te acompaño.
Los dos se corrieron a la vez, sus cuerpos se movían sin ningún orden, Ricardo se derramaba dentro de Carmina llenándole el recto de leche.
Ella notaba como ríos de semen caliente la inundaban, hubiera preferido que hubiera sido en el coño pero con semejante semental seguro que le habría hecho un bombo.
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Cuando se recuperó me senté yo en el balancín, la chica lo hizo sobre mis piernas con sus tetas frente a mí, las acaricié con mis manos y mi boca, hasta entonces aunque las había tenido en mis manos no se las había visto y eran preciosas, delicadas, sonrosadas, pero duras y suaves.
Carol saltaba sobre mí, mientras yo impulsaba el columpio, se me abrazó y me besó, mi polla estaba a reventar.
Me clavó las uñas cuando le vino el segundo orgasmo y se apretó a mí, notaba sus tetas sobre mi pecho.
- Manu me gustaría que te corrieras dentro de mí, me encantaría sentir tu leche como lo habrá hecho mi perra de tu perro.
- Y a mí no sabes cómo disfrutaría haciéndolo.
Miramos a los perros, ya se habían desenganchado, la perra antes tan esquiva ahora le estaba lamiendo la polla a Thor.
Carol comprendió la lección y bajó del columpio, me hizo tumbarme en el sofá y se metió mi polla en su boca, yo le acariciaba las tetas o el coño mientras ella me lamia por todo, no descansó hasta que notó que me llegaba el primer chorro, se metió la polla bien honda, y fue tragando según se iba llenando su garganta, cuando ya no me quedaba nada que darle la chica se tumbó a mi lado en el sofá descansando, los perros jugaban como si nada en el césped.
Ya el sol estaba bajando cuando Carol recogió su sujetador, se lo puso frente a mí, fue colocando sus tetas una a una cómodamente, su blusa y su falda después, yo me vestí y nos sentamos otra vez en el sofá.
No había pasado mucho rato cuando aparecieron Carmina y Ricardo, la madre de Carol llevaba una bandeja de bocadillos de jamón, Ricardo unas cervezas, merendamos los cuatro en el balancín, Carol era la que se ocupaba de que se meciera sin parar.
- Sabes hija? Se me ocurre que posiblemente Thor no embarace en una sola vez a tu perra, deberíamos asegurarnos, sería posible que volvieran los dos otro día?
- Sería posible, dijimos los cuatro a coro.
Continuará
Cuando llegué al restaurante estaban preparando para recibir a los clientes de la noche, al ver al fondo a Ricardo colocando los cubiertos alrededor de los platos se me encendió la luz, quizá pudiera convencerlo y así podría ayudar a Carmina, él era el perfil de hombre que necesitaba la hermana cursi de Feli, solo faltaba que hubiera un entendimiento para que se pudiera hacer una reunión más o menos casual, creí que contaría con Feli por lo menos, estuve madurando la idea hasta hablar con el camarero.
Cuando subí a mi habitación mi madre estaba duchándose, el día había sido duro y estaba cansada, entró envuelta en una toalla de baño, el pelo mojado le brillaba, yo además del amor que le tenía como madre le admiraba por muchas cosas, su vitalidad con un cuerpo tan menudo, las ideas tan claras, su carácter tan afable y la juventud que demostraba.
Ahora al verla entrar con su paso decidido me sentí muy afortunado, ante mí una mujer muy grande en todos los sentidos, me lo había demostrado desde siempre, como madre y como mujer, tenía un corazón inmenso.
Yo estaba acostado en mi cama mirando o mejor admirando a Clara mientras buscaba un camisón en el armario, cuando lo encontró soltó el nudo que sujetaba la toalla que la cubría, de golpe se quedó como había salido de la ducha.
Se puso el camisón, era cortito y trasparentaba todo su cuerpo excepto los pezones, el pubis al haberlo depilado no se distinguía bajo el leve tejido, se puso unas braguitas a conjunto del camisón y abrió la ropa de su cama.
Antes de meterse en la cama me besó en la frente, se acostó y se tapó, estuvo mirando al techo un momento, se volvió hacia mí y levantando la ropa de la cama sacó la mano, en ella llevaba las bragas que acababa de ponerse, las sostuvo hasta que se aseguró que me había dado cuenta, me levanté y me dirigí a su cama, las dejó caer al suelo.
Cuando estuve tumbado junto a ella noté el aroma de su piel recién duchada, se acurrucó entre mis brazos y se hizo más pequeña, yo sabía que le gustaba sentirse abrazada y cuando estaba junto a mí se cobijaba contra mi pecho, casi sin darnos cuenta siempre quedaba dándome la espalda, me cogía las manos y se rodeaba de mis brazos, las manos me las llevaba hasta sus tetas casi inapreciables y enredaba mis dedos en sus pezones.
La mayoría de veces nos dormíamos pegados, su corazón bombeaba bajo mi mano y el mío sonaba en su espalda, el que llevara bragas puestas o no era indiferente, mi polla al tacto de su piel siempre se endurecía hasta apretarse contra sus nalgas, cuando me sentía simplemente levantaba una pierna lo suficiente para acogerme entre sus muslos, si no llevaba bragas pronto sentía la humedad que manaba de su sexo, si llevaba bragas notaba el calor tibio que radiaba en mi polla.
Esta noche parecía ser especial, porque sin hablar se apretaba contra mí de una forma más íntima, apretaba su culo en mi entrepierna, mi polla normalmente se quedaba entre sus piernas pero esta noche sobresalía por su pubis, sus pezones aunque de natural eran muy prominentes esta noche se escapaban entre mis dedos, incluso hubiera jurado que hasta sus tetas me llenaban las palmas de las manos.
Estuvimos quietos, solamente sintiéndonos cercanos, tanto íntimamente como anímicamente, este estado de paz y recogimiento quizá inspiro a mi boca a besar el cuello de Clara, casi no hizo ningún movimiento pero noté como su piel desde el cuello hasta sus muslos se erizaba en un escalofrío.
Solo se notó de cintura hacia abajo un leve movimiento pero muy preciso, arqueó su espalda, levantó una pierna y movió su culo hacia atrás, noté como mi polla resbalaba entre sus nalgas hasta que una vez terminadas era abrazada por los labios del coño de Clara, suavemente se fue apretando contra mí y al mismo tiempo que se acercaba mi polla se introducía en ella.
Mis manos no se atrevían a moverse, ya eran sus pezones los que acariciaban mis dedos, parecía que tenían vida propia, se hinchaban y adquirían una textura áspera y rugosa que se diferenciaba de la suave y sedosa piel de su pecho.
El efecto del masaje que me proporcionaba en la polla con sus músculos vaginales me hacía sentir sensaciones no vividas hasta ahora, simplemente estaba concentrada en mi, para ella estar abrazada por la persona que más amaba y darle lo mejor de ella era su mayor felicidad.
Lo que no me había pasado nunca me ocurrió, sin moverme, quieto totalmente todo el cuerpo pero mentalmente concentrado en un mar de sensaciones, algo en mi cerebro dio la orden y una corriente eléctrica salió desde mi cabeza hasta mis huevos, fue como una descarga, pero de mi polla empezó a salir en varias descargas una cantidad de semen que nunca hubiese pensado.
Mi madre acusó la inundación de leche que le llenaba sus entrañas, cerró la vagina para que no saliera nada y con la sensación de tener a su hijo dentro regándola de su elixir de vida se dejó llevar por un orgasmo tranquilo en apariencia, pero que le hacía temblar su cuerpo, con sus manos apretaba las mías contra su pecho hasta que poco apoco se calmó, no hubo ningún comentario entre ambos, nos dormimos unidos, mi polla supongo que se saldría de ella al rato, cuando bajara mi erección suavemente resbalando entre los jugos de mi madre y mi semen, cuando se despertó sentí como se secaba el coño empapado, me dio un tierno beso en los labios y se vistió para empezar otro día de trabajo.
Cuando me levanté en medio de la cama había una mancha amarillenta, bastante grande, casi tan grande como la sensación que había gozado cuando eyaculé.
Al bajar al bar a desayunar mi madre estaba ocupada atendiendo la barra, solo me miró fijamente a los ojos y me dijo.
- Gracias Manu, lo que pasó anoche era justo lo que necesitaba.
Me dio un beso en la comisura de los labios que para los que pudieran vernos fue de cariño pero para mí fue de amor profundo.
Después de desayunar me dirigí al restaurante donde Ricardo estaba ocupado, sirviendo a los clientes, entre ellos estaban Isa y Carmen las dos chicas que ya conocíamos, tanto una como otra no dejaban de comprometer a Ricardo que difícilmente se escurría para no caer en la tentación de las dos fieras.
Cuando me vieron dividieron su acoso entre los dos, pero Ricardo aprovecho para sacarme de allí con una excusa, le dije que tenía que pedirle un favor que seguro que le iba a gustar, aunque por falta de tiempo no puede darle muchos detalles.
Cuando ya terminó el servicio me acerqué otra vez y ya le expliqué el caso de Carmina, su hermana Feli, su hija Carol y hasta mi perro Thor.
La idea era hacerle una visita a la chica, posiblemente y sabiendo las necesidades de Carmina quedarían cumplidas con las atenciones de Ricardo, máxime conociendo sus atributos.
En el fondo de mi, albergaba la esperanza de un acercamiento a Carol, incluso tampoco era tan disparatado tener una reunión de Feli y su hermana Carmina con nosotros dos, sospechaba que las dos hermanas se contaban sus momentos de relax.
Lo difícil era organizar el encuentro entre Carmina y Ricardo, sin que fuera obvio que estaba previsto, la suerte estuvo de mi lado cuando Carol me llamó para preguntarme algo sobre mi perro, ella no conocía el comportamiento de los animales y yo casi que tampoco, a Carol le daba vergüenza preguntarle estas cosas a su tía Feli.
Me tuve que informar un poco en internet para no parecer ignorante del todo, le pregunte incluso a Ricardo, él sí que había tenido una temporada un perro y estaba mucho más enterado que yo y me dio una serie de consejos.
Una tarde que el camarero libraba en el restaurante quedamos para acudir a casa de Carmina, les anuncié que me acompañaría Ricardo como conocedor de los animales.
Nos acercamos a casa de Carol y nos abrió su madre Carmina, vestía como siempre elegantísima, una camisa de seda y una falda ancha, unos zapatos de tacón alto, el pelo recién arreglado de peluquería, desde la primera mirada noté como le gustaba Ricardo, una sonrisa de oreja a oreja indicaba que en su interior, las hormonas se estaban revolucionando, a Ricardo tampoco le fue indiferente.
Nos hizo pasar y nos llevó donde estaba Carol, la chica más discreta llevaba una blusa sin escote abrochada por detrás, una faldita corta por encima de la rodilla y zapatillas deportivas, en el jardín correteaban mi perro y su perra, se perseguían pero la perra quería sobre todo jugar, mientras que Thor tenía otras intenciones bien distintas.
Con Carol era fácil estar, aunque era joven y no había salido mucho de la casa materna, pronto me explicó sus dudas con toda sinceridad, no sabía que tenía que hacer para que su perra se dejara montar, yo tampoco lo sabía pero se me ocurrió ponerme a jugar con los dos perros, Ricardo me había aconsejado alguna táctica y decidí compaginarla con mi ideas.
Con Thor no tuve ningún problema en jugar, como siempre era él quien me buscaba y nos revolcamos por la hierba, Carol al verme jugar quiso colaborar y con su perra también se puso a corretear, desde dentro de la casa Carmina y Ricardo nos observaban mientras que charlaban.
Cuando los perros cogieron confianza le propuse a Carol que yo intentaría jugar con su perra y ella con Thor, no vio ningún problema y mi perro demostró su docilidad y la acepto de buen grado, la perra tras un momento de desconfianza también me aceptó y acabó revolcándose y mordisqueándome por la hierba, poco a poco fui acercando la perra a Thor, mientras que la iba sujetando un poco para que no se distrajera demasiado, muy cerca estaban Carol y mi perro, el can no tardó en oler a la perra en celo y su polla roja empezó a aparecer entre sus patas, en un principio Carol no lo notó pero cuando la verga del perro ya rebasaba los diez centímetros se quedó admirada y asustada a la vez.
Tras de los cristales Ricardo pasaba su brazo sobre el hombro de Carmina y ella el suyo por la cintura del chico, rodaron sobre sus pies y poco a poco entraron hacia el fondo de la casa y subieron hacia el piso de arriba.
Carol no había visto nunca la polla de un perro y menos en el estado de excitación que estaba el mío, yo aguanté a la perra y Thor rápidamente saltó con sus manos sobre la perra y buscó metérsela a la perra, con los nervios no acertaba y lo intentaba de todas formas.
En un momento la perra parece que se mostró más receptiva y el perro lo intentaba pero no lo conseguía, de pronto le ordené a Carol.
- Carol, cógele la polla a Thor y encararla en el coño de la perra.
Ella ni lo dudó, me obedeció y sin pensarlo agarró la polla húmeda y roja como el fuego del perro y con urgencia se la puso detrás de la perra, tras unos intentos fallidos la chica la cogió con las dos manos y le metió la punta dentro de la perra.
Thor solo tuvo que empujar y le entró la verga de un solo golpe, la chica con las manos pegajosas con la forma todavía del grosor de la polla del perro se miró y se olio los dedos, aspiró hondo y parece que no le olía mal.
El perro procuraba mantenerse con las patas traseras en el suelo mientras con las delanteras montaba a la perra, pero ésta hacía lo imposible para evitarlo, yo sujetaba a la perra y Thor no paraba de metérsela, con los movimientos esquivos de los perros hubo un momento que nos empujaron a los dos, yo caí de espaldas pero me apoyé con las manos en el césped.
Carol con las manos pegajosas de la polla del perro no quiso mancharse y cayó hacia atrás de espalda, no podía apoyarse para levantarse y me pidió ayuda, con los intentos de levantarse su falda se le había subido hasta la cintura, yo apurado por levantarla no sabía de dónde cogerla, intenté pasarle un brazo bajo sus piernas y otro por la espalda, pero era un iluso, pesaba demasiado para mí, la tuve que soltar, entonces pude darme cuenta del tanga que llevaba, dos triángulos sujetos por una finas cintas le cubrían lo justo.
La chica peleaba por cubrir sus piernas con la falda, pero sus manos pringosas se lo impedían, probé de diferentes maneras, me puse entre sus piernas y estiré de sus brazos hacia mí, pero lo único que conseguía era que su tanga estuviera más a la vista, solo le cubría un poco el pubis y otro poco el culo, al final me puse detrás de ella y pasando los brazos bajo sus axilas la pude incorporar, hasta que consiguió el equilibrio sin darme cuenta la estaba sujetando cogiéndole las dos tetas con mis manos.
Carol toda azorada no sabía qué hacer, las manos acartonadas, falda medio subida y blusa girada, me mostró el mayor problema sus manos, yo vi en un rincón del jardín una fuentecilla ornamental, le salía un chorrito de agua sobre una pila redonda, nos dirigimos hacia allí ella con los brazos extendidos para no mancharse la ropa.
Intentó lavarse las manos bajo el chorro pero salía con poca fuerza y no llegaba, el agua de la pila estaba sucia de moho, me dijo que la sujetara para poder alcanzar el chorro, la cogí de la cintura para que se acercara pero aún así no lo conseguía, tuve que hacer contrapeso, me pegué a su culo y con mis manos en sus tetas hicimos equilibrio hasta que llegaba.
Se lavó a conciencia, le daba asco el tacto de la polla resbaladiza del perro y se lavó con meticulosidad todos los dedos hasta los antebrazos, yo con mi polla apoyada fuertemente contra su culo y con las dos manos aferradas a sus tetas no podía controlar la erección que se produjo, Carol no protestaba quizá porque comprendía que era preciso para poder lavarse o porque le gustaba lo que estaba notando.
Cuando ya terminó de lavarse me dijo que tirara de ella hasta ponerla vertical, lo hice aunque por unos segundos seguí sujetándole las tetas.
Carol de dio cuenta de que sus zapatillas estaban sucias.
- Vaya qué mala suerte, las deportivas que estrenaba hoy y se me han manchado con el césped de verde.
Estuvo intentando limpiarlas con las manos mojadas agachándose, yo desde detrás de ella podía ver como su falda de le subía por lo suficiente para asomar un poco el tanga, no pude aguantar más y me decidí.
Me saqué la polla dura y me pegué a su culo, ella continuo limpiándose las zapatillas, mientras se movía para evitar mi contacto, con mi polla seguía el movimiento de sus nalgas intentando encontrar el mejor sitio, pero me esquivaba.
Oímos ladrar a los perros, nos volvimos y vimos a los dos enganchados por el culo, a Thor se le había hecho una bola en la base de su polla que evitaba poder sacarla, la perra intentaba soltarse pero era inútil, hasta que al perro no se le bajara la erección no podría separarse.
Posiblemente esta visión de los perros enlazados por la polla hizo a Carol más receptiva y se estuvo quieta un momento con mi polla entre sus nalgas, yo le cogí la cinta del tanga y se la saqué de entre sus cachetes y la dejé a un lado, mi polla oscilaba dando saltos.
Carol tuvo que ayudar otra vez, pasó su mano entre sus piernas y me cogió el capullo y se lo puso a la entrada de su vagina, se hizo un poco hacia atrás y le entró la punta, yo ya me encargué en dos movimientos más en metérsela toda, ella con las manos en sus rodillas aguantaba mis empujones mansamente.
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Me giré hacia la ventana del piso, detrás de los cristales vi a Ricardo y a Carmina, la mano derecha sobre el hombro de Carmina había descendido, había despasado la camisa y se había encontrado con un sujetador sin tirantes, para él no fue problema bajar la copa y dejar la teta de la chica a su disposición.
Carolina por su parte había descubierto la dureza le la polla de Ricardo y le había bajado la cremallera, lo que no se esperaba es que Ricardo hoy no se había puesto ropa interior y la verga saltó hacia afuera con el consiguiente sobresalto de Carmina, pero no tardo en admirar el enorme miembro del chico y estiró de él hasta sacar hasta los huevos para verlo en todo su esplendor, se la estuvo masajeando mientras él le endurecía el pezón, luego giraron sobre sus talones y sin soltarse entraron en el dormitorio de la chica.
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Carol después de un momento agachada aguantando mis envites estaba cansada, me dijo que fuéramos hacia un balancín que había bajo el cobertizo, no estaba lejos y no me llegué a salir, abrazada por detrás sujetándome en sus tetas llegamos al balancín del tamaño de un sofá, imaginé que querría que me sentara yo y ponerse ella sobre mí, pero vio otras posibilidades y se subió de rodillas en el asiento cogiéndose del respaldo.
Mi polla estaba a la altura de su coño y fue balanceándose yo no tenía que moverme, la chica movía el balancín a la altura y velocidad que quería, su coño recibía a mi polla que la esperaba quieta, en alguna ocasión se llegó a salir, pero como estaba tan lubricada de flujos el glande encontraba el camino y volvía a meterse.
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En la habitación de Carmina los dos se besaban ardientemente, Ricardo iba guiando a Carmina poco a poca hacia la cama pero cuando estaban al lado la chica giró de momento y fue el chico quien cayó de espaldas sobre el colchón.
Carmina no perdió el tiempo, le soltó el cinturón y le quitó los pantalones estirándolos por las piernas, no le quitó ni los zapatos.
Se arrodilló entre sus piernas y con las dos manos cogió la polla y la estuvo subiendo y bajando poniendo sus labios en el glande, Ricardo le fue sacando las mangas de la camisa a Carmina, el sujetador enrollado en su estomago fue liberado cuando encontró el cierre y las dos hermosas tetas quedaron cobre los muslos de Ricardo.
Carmina estaba entusiasmada con el miembro imponente de Ricardo, no quiso desaprovechar la ocasión de ponerlo entre sus tetas y apretándolas las juntó haciéndole una cubana especial.
Trató de metérsela en la boca pero en los primeros intentos comprobó que le iba a ser muy difícil y optó por lo más rápido se subió a la cama sobre el chico, se aparto las bragas a un lado y apuntó el capullo en su coño.
Posiblemente fueran los años que allí no habían entrado más que los dedos de Carmina cuando se masturbaba, pero no contaba que la polla de Ricardo era algo fuera de serie y su vagina posiblemente estrecha para ella, se quedó paralizada en cuanto le entró el capullo, sus ojos se cerraron y su boca se abrió como si le faltara aire, no cambio de expresión ni respiró hasta que dejándose caer lentamente la polla de Ricardo le presionaba el cuello del útero.
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Carol me dijo que le iba a venir el orgasmo, le solté los botones de su blusa de la espalda, cayó sobre sus brazos, el sujetador fue lo siguiente, ella se soltó del respaldo para quitárselo y que sus tetas columpiaran con ella, me abrace por detrás sujetándole los pezones, ella mismo aceleró el columpio y se dejaba clavar hasta dentro, me rogó que aguantara lo máximo y lo hice.
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Las tetas de Carmina revoloteaban sobre la cara de Ricardo, no fue difícil para él atraparlas pellizcando suavemente sus pezones, la chica saltaba sobre él admirándose de ver entre sus piernas aparecer y desaparecer semejante tranca, ya se había adaptado a él.
El primer orgasmo le llegó inesperadamente cuando Ricardo le acarició el clítoris, fue un latigazo, hacía años que no sentía nada igual, cuando se masturbaba fantaseando en una buena polla nunca pensó que pudiera cumplirse y sus corridas eran como sueños imposible, incluso cuando vivía su marido casi nunca logró correrse medianamente bien.
Ricardo quiso cambiar de posición y ser más activo y la puso a cuatro manos, la chica no tuvo inconveniente hasta que comprobó que ahora era Ricardo el que metía a su voluntad, y tenía mucha voluntad, notaba como dentro de ella sus pliegues vaginales dejaban pasar el glande redondo del impetuoso chico, aunque esta vez no le avisó se corrió igualmente, desde la nuca hasta dentro del coño una serie de descargas le hicieron caer sobre la sabana, sus manos incontroladas no podían sostenerla, pero Ricardo la acompañaba, no le había sacado la polla y seguía metiendo y metiendo, ella soportaba todo aplastada sobre la cama con las piernas abiertas boca abajo.
El chico notó que llegaba su final y se lo susurró en el oído a Carmina.
- Carmina me voy a correr, donde prefieres que lo haga, en el coño?
- No por favor, en el coño no, estoy ovulando estos días, sería casi seguro que me quedara embarazada.
- Pues tú dirás! Pero decide pronto.
- No sé, en la espalda, en las tetas, o en las nalgas.
- Me refería dentro de ti.
- Dentro? En la boca no me cabe, ya lo has visto.
- Hay más opciones Carmina, hay más.
Ricardo levantó las caderas de Carmina y le puso una almohada doblada, su culo quedó en alto y le escupió en el ano, ante la rápida decisión del chico Carmina alargó la mano y sacó de la mesita un frasco de crema hidratante y se la dio a Ricardo.
Ante la buena disposición de la chica Ricardo se untó los dedos de crema y uno a uno le fue dilatando el esfínter, ella se quejaba pero sabía que su única defensa era la relajación, con el segundo dedo del chico estuvo respirando hondo hasta que dilató lo suficiente, quiso comprobar cómo estaba y ella se metió sus dedos, a ella le cabían tres y se tranquilizó.
Aún así Ricardo no era como su marido y cuando apoyó el glande pensó que con una pequeña presión tendría suficiente, pero tuvo que aguantar una fuerza que entraba sin cesar en su culo, estaba muy dilatada, muy lubricada pero aquello era especial, sabía que era su sueño y eso le ayudó a resistir, mordió la sabana y araño el colchón pero cuando el glande pasó el esfínter solo deseó que no lo sacara y siguiera hasta dentro.
Ricardo cuando notó que sus huevos se pegaban al coño de Carmina le dio un beso en la nuca como premio, la chica se estremeció y se relajó, soltó la sabana y el colchón y levantó el culo hacia Ricardo.
No paró de meterle y sacarle la verga hasta que sus huevos dieron la alarma, se lo anunció.
- Me voy a correr Carmina, me voy a vaciar dentro de ti.
- Un momento por favor, si aguantas solo un momento te acompaño.
Los dos se corrieron a la vez, sus cuerpos se movían sin ningún orden, Ricardo se derramaba dentro de Carmina llenándole el recto de leche.
Ella notaba como ríos de semen caliente la inundaban, hubiera preferido que hubiera sido en el coño pero con semejante semental seguro que le habría hecho un bombo.
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Cuando se recuperó me senté yo en el balancín, la chica lo hizo sobre mis piernas con sus tetas frente a mí, las acaricié con mis manos y mi boca, hasta entonces aunque las había tenido en mis manos no se las había visto y eran preciosas, delicadas, sonrosadas, pero duras y suaves.
Carol saltaba sobre mí, mientras yo impulsaba el columpio, se me abrazó y me besó, mi polla estaba a reventar.
Me clavó las uñas cuando le vino el segundo orgasmo y se apretó a mí, notaba sus tetas sobre mi pecho.
- Manu me gustaría que te corrieras dentro de mí, me encantaría sentir tu leche como lo habrá hecho mi perra de tu perro.
- Y a mí no sabes cómo disfrutaría haciéndolo.
Miramos a los perros, ya se habían desenganchado, la perra antes tan esquiva ahora le estaba lamiendo la polla a Thor.
Carol comprendió la lección y bajó del columpio, me hizo tumbarme en el sofá y se metió mi polla en su boca, yo le acariciaba las tetas o el coño mientras ella me lamia por todo, no descansó hasta que notó que me llegaba el primer chorro, se metió la polla bien honda, y fue tragando según se iba llenando su garganta, cuando ya no me quedaba nada que darle la chica se tumbó a mi lado en el sofá descansando, los perros jugaban como si nada en el césped.
Ya el sol estaba bajando cuando Carol recogió su sujetador, se lo puso frente a mí, fue colocando sus tetas una a una cómodamente, su blusa y su falda después, yo me vestí y nos sentamos otra vez en el sofá.
No había pasado mucho rato cuando aparecieron Carmina y Ricardo, la madre de Carol llevaba una bandeja de bocadillos de jamón, Ricardo unas cervezas, merendamos los cuatro en el balancín, Carol era la que se ocupaba de que se meciera sin parar.
- Sabes hija? Se me ocurre que posiblemente Thor no embarace en una sola vez a tu perra, deberíamos asegurarnos, sería posible que volvieran los dos otro día?
- Sería posible, dijimos los cuatro a coro.
Continuará
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