You are now viewing Poringa in Spanish.
Switch to English

En la Libreria

Vivía con mi pareja en un cómodo departamento, práctico, funcional, aunque sin lujos, ya que nuestros sueldos no nos lo permiten. Hasta ese momento nunca había cometido desliz alguno, ya que nuestra relación era perfecta por lo que ambos sentíamos, no teníamos real necesidad de otras personas en medio de lo nuestro, nos calentábamos sobremanera uno por el otro y con eso y el amor que sentíamos, era suficiente. El haber cometido este desliz que voy a narrar, no quita ni un poco de todo el amor y deseo que tengo para con mi mujer.
Pero un buen día, tuve que comprar unos cuadernos para la facultad, y , bendita sea la hora en que entré por casualidad en una librería a la que nunca había ido, distante tan sólo unas cuadras de nuestro hogar.
Al ingresar al negocio, fui recibido por un tipo alto, algo calvo y cejijunto que me escrutaba con la mirada desde el otro lado del mostrador. Me preguntó no de muy buena gana que es lo que andaba buscando, por lo que le dí las especificaciones del tipo de cuadernos que necesitaba, el, sin mediar otra palabra, se dio media vuelta y salió hacia la parte trasera del negocio. En esos instantes en que me dejó solo, que no habrá sido mas de un minuto, reparé, por los ruidos que hacía, posiblemente acomodando carpetas o algo así, que entre unos estanterías que tenía a unos tres metros, debía haber otra persona.
Enseguida apareció frente a una de las estanterías y se agacho a recoger algunos materiales que debía acomodar, una formidable mujer, de unos 35 años, cabello castaño lleno de grandes bucles y largo hasta la mitad de su espalda. Llevaba una falda negra bastante corta, aunque debajo traía unas medias también negras que dejaban entrever un par de piernas de gran factura y encima, una camisa floreada de manga corta que le sentaba muy bien.
Ella ni reparó en mi presencia, ocupada en sus quehaceres. En cambio yo, me quedé embobado observándola, ya que sus curvas se me antojaban en extremo apetecibles. Como no levantaba la vista de sus carpetas, tosí con fuerza, entonces me miró por unos segundos que bastaron para desarmar lo que de mí quedaba entero, su mirada profunda y amable me hirió a través de dos impresionantes ojazos azules, casi turquesas diría mas que azules. Acto seguido me sonrió con una blancura radiante que asomó tras sus carnosos y deseables labios para seguir casi instantaneamente con sus tareas.
En ese preciso instante, supe que tendría que volver a aquél lugar a comprar cosas que tal vez ni siquiera necesitaría, simplemente para experimentar nuevamente el calor de esa mirada, la brisa refrescante de esa sonrisa.
El tipo que me atendió, me trajo los cuadernos, pagué y me retiré. Este malhumorado parecía ser un escollo, aunque yo no sabía que clase de relación o parentesco tenía mi musa con este carita de pocos amigos...
Es así que a los dos días de mi primera visita, me dejé caer nuevamente por la librería con la excusa de comprar una lapicera. Esta vez, oh sorpresa, no había rastros del semi calvo y fui atendido directamente por la que comprobé de cerca como una hembra descomunal, sobre todo, porque al marco de su cuerpo, cara y cabellos de increíble belleza, lo remataba con una voz súper sensual que me convenció de mi empresa, aparentemente imposible, de hacer que ese pedazo de mujer, fuera mía de alguna manera.
Me saludó cortesmente y me preguntó que deseaba, a lo que respondí;
¨ Depende, te referís a mercancías del negocio, no?¨
¨Ja ja, mirá que sos bastante atrevido eh?, si te escucha mi marido ( zas! ) se puede llegar a enfadar¨.
¨Ja ja, ok, ok, solo quiero una de esa lapiceras que tenés ahí, y un anotador para apuntarme tu número de teléfono¨.
¨Los querés de veras o sólo pretendés seducirme?, mirá que mi esposo está en la trastienda del negocio y viene en cualquier instante....¨
¨No, está bien, solo dáme la lapicera y en otro momento regreso a por tu número...¨
¨Ja, ok, pero sos insistente eh?, aquí tienes, son cuatro pesos cincuenta....¨
Entonces pagué, le sonreí, a lo que ella respondió con otra devastadora sonrisa que le producía unos deliciosos hoyuelos en el comienzo de los pómulos, le hice adiós con la mano en el aire y me fui de allí pensando en lo mucho que me gustaba esa mujer y lo irresistible que me resultaba. Todo en ella rezumaba personalidad y sobriedad pero sin dejar de lado una muy buena dosis de simpatía y sensualidad, parecía la perfección con polleras, increíble.
De tal manera me había impactado el cuerpazo y la hermosura de esa mujer, que en los días siguientes visité el negocio varias veces, comprando cosas que se me ocurrían en el momento, pero hubo una semana entera en que me fue imposible pasar por allí ni siquiera un minuto, puesto que estaba demasiado ocupado. Varias veces, esa misma semana, me sorprendí pensando en ella con insistencia mientras realizaba alguna de mis tareas en la oficina o cuando estaba en casa. Dejé pasar tres o cuatro días y volví entonces a la carga, necesitaba verla.
En cuanto entré a la librería, me atendió el malhumorado, mala suerte, pensé, pero bueno, ya que estaba en el baile, debía bailar. Cuando me preguntó que deseaba, le respondí que andaba buscando una abrochadora de ganchos número 64, mientras el buscaba en unas estanterías, apareció ella.....guau, impresionante, casi una aparición moderna, remera gris lisa que resaltaba notoriamente la turgencia y firmeza de dos pechos perfectos, unos jeans gastados que se los debía haber puesto con un calzador, ya que se le pegaban al cuerpo en forma que su hermosa cola parecía explotar. Traía la cara lavada, sin maquillaje alguno, pero esto, en lugar de hacerla ver peor que en la anterior oportunidad, resaltaba la belleza natural de una cara realmente hermosa, en fin, toda una perfecta hembra, deseable por donde se la mire.
El tipo se dirigió a ella diciéndole;

En la Libreria


¨Cynthia, viste la caja de las abrochadoras?¨.
¨Si, mi amor, está en el depósito¨, contestó ella sonriéndome.
¨Ok, gracias¨, dijo su marido y salió por una puertita lateral, diciéndome antes que lo aguardara un momento.
Yo, agradecido de que el tipo desapareciera al menos por unos minutos, le sonreí a Cynthia y le dije sin demasiadas vueltas;
¨Tengo que serte franco, ya no sé que más venir a comprar, sólo vengo acá para tener la oportunidad de verte aunque más no sea un minuto por día....¨
¨Me estás hablando en serio?, soy una mujer casada.....¨
¨Yo también estoy casado, pero me volvés loco, es inevitable¨.
¨Ja ja, me encanta lo atrevido que sos, como decís las cosas sin rodeos¨.
Cuando yo iba a contestarle, apareció su marido con la abrochadora, me la dio, me dijo el precio, le pagué y salí del negocio, algo contrariado por no haber podido definir la situación. Pero cuando me iba, mire por la vidriera de la librería, y Cynthia, aprovechando que su marido estaba de espaldas a ella, me hizo una seña con los dedos;

En la Libreria

¨ A las nueve, acá¨.
Nueve dedos primero y luego su indice apuntando al piso, me pareció que debían ser interpretados de esa manera.
Me fui alegre por la oportunidad que se me presentaba y, obviamente, empecé a maquinar situaciones en mi cabeza, imaginando que podría pasar entre nosotros, si sólo querría hablar o si le había gustado y querría concretar algo, no sabía realmente que pensar, aunque deseaba que nuestra entrevista fuera lo más personal e íntima posible.
Pasé toda esa tarde deseando que vuelen las horas para ir al encuentro de esa bestia hermosa por la que estaba realmente ansioso y casi desesperado de deseo, creo que me hubiera quedado contento con al menos un beso de esa boca soñada. Finalmente, tras interminables consultas al reloj e improductivas horas en la oficina, se hicieron las ocho de la noche, por lo que llamé a casa y avisé que tenía una cena con algunos compañeros y que llegaría algo tarde. El terreno ya estaba preparado, aunque no sabía que me depararía el encuentro con Cynthia, quería tener la posibilidad de disponer de todo el tiempo necesario.
Llegué a la librería a las 20.45 hs., estaba cerrada, como era de suponer a esa hora, ya que, según rezaba el cartelito con los horarios, cerraban a las 19.30 hs.
Me quedé sentado esperando en un cantero con plantas que había en la vereda, hasta que, desde la esquina más distante, ví avanzar hacia mí la infartante figura de Cynthia. Cuando llegó me saludó con un beso en la mejilla, nos reímos y nos presentamos formalmente, ya que yo sólo conocía su nombre porque la había nombrado su marido y ella ni siquiera conocía el mío.
Acto seguido, sacó unas llaves de su bolso, abrió el candado que cerraba la reja metálica que protegía la vidriera, luego abrió la puerta y me dijo;
¨Vamos adentro, seguime¨.
¨Pensé que nos encontrabamos acá pero que iríamos a tomar un café o algo así...¨
¨Tengo café adentro del negocio, si eso es lo que te apetece...¨
¨El café no es mi objetivo, pero te aceptaría uno mientras conversamos.¨
Pasamos, cerró la puerta con llave detrás nuestro y me guió hasta el pequeño depósito que había detrás del negocio, allí tenían también un par de sillas, una mesita, una máquina de hacer café y un pequeño refrigerador. Pegado a este depósito había un baño de reducidas dimensiones.
Ni bien entramos, me dijo que podía dejar mi sueter y mi mochila en un armario metálico que estaba contra una de las paredes, así lo hice, al mismo tiempo, ella se quitó una campera liviana que llevaba, lo que la dejó vestida tal cuál la había visto por la mañana.
Dejó también su prenda en el armario y giró hacia mí, yo no sabía que esperar pero la deseaba más que nunca, en ese momento me dijo;
¨Estoy muy contenta de que te hayas animado a decirme lo que te pasaba, ni bien te ví sonreírme por primera vez, sentí algo que no me pasaba hace tiempo...¨
¨En serio?, cuando yo ví tu sonrisa, casi caigo desarmado en mil pedazos!¨.
¨Si, en serio, con mi marido estamos en una etapa de tratar de salvar lo insalvable, ya no hay chispa, pero con vos sentí exactamente eso, afinidad, química, me gustó tu desfachatez en seguida y realmente te metiste en mi cabeza, ya que pensé bastante en vos...¨
¨Feliz coincidencia!, no pude sacarte de mi mente desde el momento en que te ví, creo que nunca tuve tantos deseos de estar con alguien, de besar a alguien tanto como lo haría con vos y esa boca maravillosa que tenés...¨
¨Ayyy, me encantás pendejo, me parece que va a ser difícil sacarte de mis pensamientos...vení, date el gusto y dámelo a mí, besáme tanto como soñaste¨.
Sin esperar un segundo, la tomé de las caderas, tirándo de ella hacia mí, nos pegamos el uno al otro, cara a cara. Cuando sus labios casi rozaban los míos, comencé a mordisquearlos con delicadeza y a tocarlos apenas con la punta de mi lengua y un poco con mis propios labios. Sentí que un escalofrío recorrió su cuerpo, se relajó y, en ese preciso instante, antes siquiera de consumar el beso tan deseado, supe que estaba completamente entregada a mis deseos, que podría hacer con su cuerpo lo que se me antojase. Ante esta perspectiva, mi miembro, que antes había comenzado a desperezarse, adquirió ahora, la dureza de una roca, ella, al sentir la presión, puso su mano en mi nuca y me besó apasionadamente, clavando su lengua lo más profundo que pudo en mi boca.
La saboreé con deleite, nuestras lenguas se trenzaban y nuestros labios se chupaban con fruición, el deseo era palbable, estaba más que presente. Me dediqué a disfrutarla sin apuros, con tranquilidad, bajando mis manos por su espalda, subiéndolas por su pecho, pasándo mis palmas abiertas por su plano abdomen, apretando con fuerza sus contundentes nalgas y sopesando con ansiedad y deseo sus duras y hermosas tetas.
En medio de esa marejada de sensaciones, deseos y placeres a punto de verse satisfechos, me dijo;
¨Sacáme todo, te quiero desnudar y que me hagas lo que quieras, hacéme tuya, te necesito ahora¨.
¨No te preocupes, lo que más quiero es tenerte ya, no me importa nada más¨.
En seguida le quité la remera, ella hizo lo propio conmigo, sus pechos parecían dos rocas debajo de un blanco soutien cuyos breteles parecían a punto de cortarse por la extrema tensión que esas fabulosas mamas les imponían.
Desabroché sus jeans y se los bajé hasta las rodillas, la parte trasera de su tanga blanca se perdía en los confines de dos generosos cachetes, que daban forma a la cola mas hermosa que yo hubiera visto. Cynthia desabrochó entonces mi pantalón, dejándolo caer por mis piernas. Los dos procedimos a sacarnos del todo nuestros pantalones, allí reparé en que sus piernas eran realmente espectaculares, se notaba en ellas el trabajo de gimnasio pero a la vez tenían una finura apreciable, por otra parte, mi erección era notoria, el slip apenas podía contener mi verga deseosa e hiper dura por esa diosa.
Con suavidad y tomándola nuevamente por las caderas, la giré lentamente y desabroché su corpiño, tomando enseguida por detrás, sus preciosas tetas con mis manos, las disfruté a mis anchas, palpándolas, amasándolas y aptretándolas a gusto, ella se retorcía de deseo y disfrutaba evidentemente del contacto, sus pezones eran casi negros y estaban evidenciando que el toqueteo la excitaba, ya que se habían puesto bien duros, alcanzando un tamaño sorprendente. Cuando sentí que estaban tan duros, no pude resistirme a girarla nuevamente y llevar mi boca hacia sus tetazas hermosas, así es que comencé a chuparlas con ganas, mordiendo los erectos pezones y llenando las preciosas areolas de saliva, cuando estaba en eso, me empujó sobre una pila rectangular de mercadería embalada con film de polietileno, sacó mis slips de un tirón, puso una increíble y excitante expresión de lujuria y deseo mordiendo su labio inferior y mirando embelesada mi verga bamboleante, me dijo;
¨Mi amor, si te deseaba antes, imagináte ahora, quiero sentir esa tranca hermosa dentro mío, quiero chupártela toda, quiero hacerte de todo....¨
¨Tenemos tiempo y podés hacer todo lo que quieras conmigo, quiero satisfacerte por completo perra preciosa¨.
Se notó halagada por el insulto-piropo, pero en esos momentos de calentura, se permiten mas cosas que en frío...bah, no sé, pero suelo hablar medio sucio en esos instantes, me calienta más de lo que ya puedo estar.
Sonrió satisfecha por mi respuesta y se abalanzó sobre mi pija erecta, se la metió hasta la mitad en el primer intento, allí comenzó a darme una de las mejores chupadas que yo había experimentado, recorría todo el tronco con su lengua, cuando llegaba a la punta del glande, se la clavaba hasta el fondo de su garganta. Para colmo, al mirar como me la mamaba, le veía esa cara divina, transformada en una puta perfecta, con todo su cabello sacudiéndose al ritmo de su chupada infernal y sus espectaculares tetas, también bailoteando al compás de la impresionante fellatio a la que me tenía sometido, no contra mi voluntad, vale aclararlo.
Me tuvo allí tirado, disfrutando de esa chupada por unos cuantos minutos, hasta que disminuyó un poco su impetu sobre mi poronga para finalmente sacándosela de la boca, decirme;
¨Vení papito, ahora te toca a vos...¨
Se tiró ahora ella sobre la pila de mercadería y arrancó literalmente su bombacha, abriendo exageradamente las piernas, puso todo ese cuerpazo espectacular a mi disposición. Con una mano refregaba su enrojecida y visiblemente húmeda vulva y con la otra, sopesaba y acariciaba una de sus mamas deliciosas, mientras decía;
¨Ahhh si, como me gusta gozar, soy toda una perra, una puta, lo que quieras para vos¨.
Sin esperar un segundo más, fui a por su vagina, pero comencé chupando con mi lengua desde el agujero de su culito, ascendiendo lentamente, deteniéndome con especial dedicación en su inflado clítoris, cuando se lo mordí suavemente, explotó en su primer orgasmo y me aferró el cabello con fuerza, como para asegurarse de que siguiera mi trabajo en su conchita. Seguí lamiéndola y logré arrancarle dos orgasmos más, intensos, vibrantes, disfrutaba realmente del sexo y le encantaba exteriorizarlo. El verla así, sólo lograba acrecentar mi excitación, mi verga estaba tan dura, que las venitas que la surcan, parecían todo el tiempo a punto de estallar.
Después de un buen rato de chupar bien su depilada vagina, sin haber dejado rincón de esa hermosa cueva por explorar, se dio vuelta, la tomé de la cintura, apoyé la cabeza de mi pija en la entrada de su vulva y empujando apenas, me fui deslizando centímetro a centímetro dentro de ella. A medida que la penetraba, Cynthia suspiraba y gemía de la excitación. Una vez hube metido toda mi pija en su conchita, comencé a bombearla con dedicación y fuerza, ella gemía casi a los gritos, pero yo no le daba tregua, le estaba dando con todo lo que tenía, no me reservé nada, buscando su placer y por supuesto, el mío.
¨Ahhhh ahhhgggg ayyy si mi amor, matáme, cogéme así, por favorrr, no pares¨.
¨No te preocupes hembra, no voy a parar, te voy a llenar de lechita caliente bebé¨.
¨Si, si, dámela toda, pero me la quiero comer, dámela en la boquita¨.
Eso me puso a mil, peor de lo que ya venía, seguí dándole bomba por atrás, frenéticamente, aferrándome a sus pechos que colgaban y se zarandeaban deliciosamente. De vez en cuando, escupía abundantemente en una de mis manos para luego refregarlo por sus tetas, especialmente por sus pezones, me pone más que loco sentirlos húmedos.
En unos cinco minutos más, estuve casi a pleno, sintiendo que en cualquier instante acabaría, en ese momento retiré mi verga de su vagina, le dije que acababa y ella, poniéndola entre sus pechos, comenzó a pajearla, chupándola cuando subía entre sus poderosas tetas, esto hizo que en solo un instante, estuviera a punto, sentí como un torrente dentro mío y luego eyaculé sobre Cynthia, casi todo el contenido de mi abundante acabada, fue a dar a su boca, ella se relamía y tragaba cuanto podía, mientras con una mano desparramaba lo que había caído sobre sus gomas, con la otra apretaba mi pija, tratando de escurrirla para aprovechar hasta la última gota de leche.
¨Cuanto acabaste papito, impresionante, pero me encantó y me tragué toda tu lechita, viste?¨
¨Si hermosa, me encantó que lo hagas, esperá que me recupere un poquito y te voy a demostrar cuanto me calentó verte hacerlo...¨
Desdpués de unos minutos y acariciando suavemente mi verga semi dormida ya, me dijo;
¨Recuperáte rápido, tengo algo más para ofrecerte...¨
Mi verga reaccionó instantáneamente, ya que imaginarme penetrando ese culo soñado no era algo a lo que pudiera resistirme mucho, se me olvidó el cansancio del polvazo recién consumado y en sólo unos segundos más, ya estuve bien listo y empalmado para tomar lo que ella me ofreciese.
Aunque no me hizo falta esperar mucho, ya que tomando de su cartera un pote de crema, sacó un poco y comenzó a untarse sensualmente el ano, masajeándolo con la crema y dilatándolo suavemente, como esperando que la tomara. Me acerqué mas a ella y retirando su mano, la reemplacé por una de las mías, con el índice le trazaba pequeños círculos dentro de su apretado agujerito, ella se retorcía de placer y me pedía más. Al cabo de un rato, metí otro dedo más, hasta que de a poco, la relajación fue tal que pude meterle tres dedos en el culo y sospecho que hubiera entrado un cuarto, pero ya estaba demasiado deseoso como para comprobarlo.
La crema había hecho casi todo el trabajo ya, pero quizás por costumbre, escupí mi verga y la refregué, dejándola bien húmeda, apoyé la cabeza de mi chota sobre su ano y comencé a empujar con fuerza,casi toda la pija le entró bastante rápido en su hoyo trasero, Cynthia soltó entonces un grito casi bestial, mezcla de dolor y placer extremo, con sus manos tomaba sus nalgas y las separaba con fuerza para hacer más sensible y profunda mi penetración.
¨Ahhh, si siiiiii, te gusta mi culo papi?, te gusta rompérmelo?, enculáme, asi asiiii, cogéme y llenáme las tripas de leche mi amorrrr!!!¨
Que agregar a semejante pedido?, nada, por supuesto, por lo que me dediqué a darle casi con desesperación, quería que ese culo me tragase entero, no podía mas del placer de tener sometida a esa bestia que había sido mi desvelo durante un buen tiempo, estaba seguro de que seguiría cogiéndola toda la vida si por mi fuera.
Estaba en esos pensamientos, pellizcando sus pezones cuando me pidió que la besara. Seguí cogiendo su culo y estirándome pude saborear sus labios y su lengua nuevamente, comenzó entonces a besarme, mordiendo mis labios, pasando su lengua como desesperada por mi boca y mi barbilla, hasta que con un corto espasmo y unas delicadas convulsiones me indicó que había acabado nuevamente, se relajó y dejó que siga bombeando con pasión en su cola.
Tras unos minutos más, acabé dentro de su ano, pero seguí moviéndome, decayendo lentamente la velocidad e intensidad de mis embestidas, hasta que me detuve por completo pegándome a su espalda, la leche goteaba de su culo y salpicaba nuestras piernas. Levanté su perfumado cabello, besé y mordí con suavidad su nuca. Ella, extasiada, me dijo;
¨Mi amor, creéme si te digo que fue mi mejor cogida, hace tiempo que no me siento tan satisfecha, tan llena, quiero que esto no termine acá....¨
Yo, con mi orgullo un poquito henchido por provenir esas palabras de semejante hembra, le dije;
¨Estaba pensando justo en eso, podemos seguir así y encontrarnos cuando ambos estemos libres, no?¨.
¨No hay problema, quiero que disfrutemos mucho de esto, esta química no se logra así nomás, no lo desaprovechemos¨.
¨No podría estar más de acuerdo¨ dije.
Nos besamos y acariciamos aún desnudos, durante largos minutos, le prometí que pasaría un par de veces a la semana por allí para ver si podíamos hacer algo.
Es así, que desde entonces, paso por la librería, ya sin tener que comprar nada ( por suerte, mi economía se estaba deteriorando bastante ). En verdad, ni siquiera entro, ya que desde la vidriera nos ponemos de acuerdo por medio de nuestro sistema de señas y asi evito la mirada y mal genio de su marido.
El lugar de cita siempre es la librería, aunque a veces nos encontramos allí y después nos vamos a un hotel.
Nuestra relación es puramente sexual, pero eso no nos preocupa, ambos estamos satisfechos con lo que nos damos mutuamente, sobre todo, porque desde que empezamos, nuestras respectivas parejas se vieron extrañamente fortalecidas...


2 comentarios - En la Libreria