Nací Cornudo (2ª parte)

Durante semanas intenté hablarla pero no me quería ver. Un día una amiga en común me dijo que no la buscara más. El jueguito me había salido caro.
Pasé más de una año sin tener noticias de ella, a mí me costó rehacer pareja porque sólo tenía a Marta en mi cabeza y sobre todo con esa última experiencia.
Un día nos cruzamos y le pedí hablar, sólo le quería pedir perdón, no lo sentía realmente porque me había gustado, pero si le había hecho el daño que parecía entonces correspondían las disculpas. Hablamos 3 horas seguidas, me dijo que le molestó que no la haya defendido, cada vez que pensaba en mí revivía la humillación. En fin, nos descargamos emocionalmente y sin querer la charla fue tomando un giro extraordinario. Me dijo que durante varios meses evitó pasar por frente del hotel, su cabeza era una mezcla de culpa y humillación. Pero tuvo que tomar un colectivo diferente para ir a la facultad y no sólo pasaba por ahí sino que por culpa del semáforo se paró exactamente en la puerta donde estaba el policía fumando un cigarro. El corazón le empezó a latir a mil, los pezones se le endurecieron y sintió la concha que le explotaba de la calentura, no podía dejar de mirarlo y la temperatura le subía cada vez más. El colectivo venía lleno por lo que no podía siquiera tocarse. Bajó en su destino y se fue corriendo al baño de la facu donde se pegó la mejor paja de su vida, después lloró de la vergüenza. Las pajas se repitieron durante semanas y definitivamente cambió la línea de colectivo, necesitaba pasar por el hotel, y si estaba el policía terminaba en paja en la facultad.
Me contó que la situación la estaba atormentando y sin saber porqué un martes se bajó una cuadra antes y se fue caminando como poseída. Faltando dos casas hasta la puerta del hotel salió el policía a tirar el pucho que fumaba, la vio y se empezó a reír morbosamente. Se quedó parado indicándole la entrada. El policía pasó por la recepción y dejó la cartuchera con la pistola, le dijo al gordo que se la guardara porque no quería sorpresas y que no lo molestaran. Sin que le dijeran nada se fue directo a la habitación anterior, entró y se quedó parada, el policía la empujó contra la pared y le tapó la boca con la mano, ella quiso gritar pero no podía, el tipo le levantó la pollera y con la otra mano buscó la concha, le metió dos dedos y le dijo“vas a gritar cuando yo quiera”, “a partir de ahora vas a ser mi puta y me vasa obedecer en todo”, ni siquiera le llegó a contestar que la empujó a la cama y apretó su cabeza en el colchón al punto de casi asfixiarla, le terminó de levantar la pollera corta y le arrancó la tanga, peló su pija y se la metió hasta los huevos. Marta ahogaba sus gritos en la cama, cuando estuvo a punto de acabar la hizo arrodillar y que se tragara hasta la última gota. Se acomodó la ropa y cuando se disponía a irse el policía le recordó que el martes tenía que estar más temprano.
Marta tuvo que abandonar la materia de los martes porque estaba decidida a seguir con el juego.
La siguiente cita fue vestida con ropa de la facultad pero en su cartera llevaba una interior muy sexy que yo le había comprado. Llegó al hotel y el recepcionista le dijo que pasara a la habitación, que el policía iría en un momento. Ella creyó que lo iba a conquistar entonces se cambió y lo esperó. Él entró, la miró y le dijo “así me gusta, bien puta”, “me vas a hacer ganar mucho pero te tengo que preparar”. No entendió lo que dijo hasta que fue un poco tarde. Ese día ella se la chupó y él la hizo ponerse en cuatro, le chupó un rato el culo y cuando se lo estaba por meter ella dijo que no, él la agarró del pelo y la comenzó a golpear mientras le decía “a mí nunca me vas a decir que hacer, sos mi puta y con vos hago lo que quiero”, la volvió a poner en la posición que estaba y se la mandó por el culo, casi se desmaya del dolor,a él no le importaba. Mientras le daba por el orto le preguntaba si el carnero le hacía el culo, ella no contestaba, le acabó adentro y se fue. Marta quedó retorciéndose del dolor, casi no se podía mover. Estuvo un rato así, el policía volvió a entrar y le ordenó que se quedara quieta, estaba boca abajo, se desvistió y se puso arriba de ella, otra vez le dio por el culo mientras le decía que se lo iba a romper hasta que ella pida por favor que la culee. Le acabó otra vez y la dejó irse porque le pidió por favor, le explicó que vivía con los padres y tenía que volver.
Dos meses estuvieron con esa rutina, casi no cruzaban palabras sólo coger muy duro. Un día él le dijo que se tenía que ir de la casa de los viejos, le había conseguido una pieza en una pensión de por ahí cerca y le daría dinero para sus gastos, eso sí, se los tenía que ganar.
Le costó muchísimo convencer a los padres y se fue.
La pensión era bastante decadente, el policía le había dejado un mensaje, a determinada hora debía ir para el hotel. Llego y otro recepcionista la mandó a la habitación habitual. El policía entró y se la cogió. Antes de irse le explicó bien la situación, ahora era su prostituta. No había trato, ella cogía con quién él quería a cambio de lugar para vivir y dinero para sus gastos, la única manera de abandonarlo era que él la deje ir por propia voluntad. Tenía arreglado con el dueño del hotel que esa habitación era de ella, tenía horarios fijos que cumplir y podía volver a su casa los fines de semana a almorzar pero después al trabajo. A ella no le sorprendió,sabía que era lo que le esperaba.
Su primer “cliente” fue el dueño del hotel, quien se la cogió durante una hora. Era un tipo de unos 45 años con una pija muy grande.Después desfilaron un par de policías y terminó la jornada con el recepcionista a quién sólo se la chupó. Fue una jornada de hablande.
En su cabeza había una lucha entre los sentimientos de culpa y vergüenza con los de lujuria, los económicos ni jugaban aunque le redituaban bastante bien.
En general la pasaba mal, clientes decadentes, mal aseados y viejos en su mayoría, pero hubo veces que disfrutó, como cuando fueron dos pendejos amigos que la trataron como una reina y lo mejor es que tenían buenas pijas. Ambos tenían el fetiche del trío así que entraron dispuesto a todos. De inmediato les gustó Marta así que sin siquiera tocarla ya las tenían al palo. Ambos se desvistieron y se acostaron, ella se acomodó entre los dos y se las empezó a chupar. Se las mamaba con su culo apuntando sus caras por lo que los amigos jugaron con su concha y culo todo lo que quisieron, después la pusieron en cuatro y mientras uno le violaba la boca el otro se deleitaba con su concha. Intercambiaron posiciones y al que le tocó atrás se la mandó sin pensar en el culo, sabiendo como venía la mano ya lo tenía preparado y lubricado. Pero lo mejor llegó cuando probó por primera vez la doble penetración, tener ambos agujeros llenos la hizo acabar como hacía rato no lo hacía. Ambos pibes se permitieron acabar dentro del culo y en su boca un par de veces, ni una gota derramó.
Otra de las que contó fue un tipo de más de cuarenta, muy flaco casi al nivel de desnutrición, cara de bueno, pero que peló un termo de más de veinte centímetros, dormida asustaba, no sólo impresionaba el largo sino el ancho, cuando la tuvo parada los dedos de marta no se tocaban cuando lo agarró. No sabe que cara le puso pero el flaco con cara triste bajó la mirada y le dijo que entendía si no quería saber nada con él, la mayoría de las chicas se negaban a coger por el tamaño de esa pija. Me hizo los ademanes para que tenga idea del tamaño pero me fue imposible creer que algo así existiese. Le dio tanta ternura que lo tomó de la mano y lo acostó, se puso para que el flaco la toque entero, le chupó las tetas, la concha, hizo que le lamiera el culo,que se sacara el gusto. Cuando marta le miró el bulto vio una maza de carne que no se podía mantener erguida del tamaño. Se la chupó sin dejar de recorrer cada parte de esa monstruosa pija, como pudo metió la cabeza en su boca. Luego se acostó y se puso una buena cantidad de vaselina. Le pidió que lo haga despacio porque la podía lastimar, él se puso encima y trataba de meterla, la poca experiencia se notaba, ella con ambas manos la ubicó en la puerta de la concha y él empujo, Marta grito y el flaco se detuvo, le volvió a pedir que lo haga despacio y así lo hizo. Al final el flaco sólo pudo meter menos de la mitad porque Marta no aguantaba. Lo bueno que era tanta la leche que tenía que en pocos minutos se vino, se lo limpió bien con la boca y el flaco se fue con una sonrisa dibujada en la cara. Volvió un par de veces más pero lo vetaron porque se había enamorado de Marta y empezó a joder el negocio. Ella lo extrañó.
Con muchos las pasó muy mal pero esa es otra historia. El policía la visitaba de vez en cuando en la pensión para pagarle, se la cogía y se iba. La relación duró casi un año. Una vez le dijo que ya no tenía ganas de trabajar más y el enfurecido le dio una paliza y con un arma en la cabeza desalentó todo intento de abandono.
La suerte estuvo del lado de Marta porque un día hubo un revuelo en la pensión, el dueño fue corriendo a contarle que al policía lo habían hecho boleta por narco y que todos los que trabajaban para él se estaban tomando el palo. Marta aprovechó también para irse, pagó lo que debía en la pensión y volvió con los viejos. El hotel había cambiado de dueños o por lo menos otros lo manejaban, los empleados tampoco eran los mismos.
Continuará...

2 comentarios - Nací Cornudo (2ª parte)

Si-Nombre
Waaaaaaaaooooooooo pobre Martha dificil experincia, gracias por compartir