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mi cuñada de princesa a puta 4

CAPÍTULO 4
Me sentía una marioneta, un puto muñeco sin voluntad que se movía siguiendo los designios de un titiritero. Mi destino estaba marcado y sabiendo que me sacrificaría por un pueblo que detestaba, salí de mi chalet y me fui a un bar a ahogar las penas. Pero ni siquiera pude hacer eso tranquilamente al tener a escasos metros la presencia del escolta encargado de protegerme.
―¡Mierda!― mascullé entre dientes apurando el whisky que me había pedido y volviendo a casa.
Al llegar como si fuera mi ama de llaves, Loung me recibió en la puerta. Tras preguntarle por la princesa, su secretaria me informó que se estaba cambiando para la cena.
―¿Cena?
―Sí, unos importantes miembros de la colonia samoyana en Madrid han preparado un convite para celebrar su compromiso.
Eso fue la gota que derramó el vaso. Le lancé una mirada de odio y subiendo los escalones de dos en dos, llegué a la habitación de invitados y sin llamar, abrí la puerta para encontrarme a Sovann totalmente desnuda, peinándose frente al espejo.
―Perdón― exclamé al verla de esa guisa y retrocediendo el camino, estaba a punto de irme cuando la escuché decir:
―No te vayas. Dime a qué has venido.
Sorprendido observé que poniéndose en pie, la viuda de mi hermano me miraba tranquilamente y sin importarle que la estuviera viendo en pelotas, esperaba mi respuesta. Respuesta que tardó en llegar porque olvidándome de quien era, mis ojos recorrieron su minúscula anatomía sin recato.
Era impresionantemente bella, dotada por la naturaleza de unos pechos adorables, en su cuerpo no había ni gota de grasa y para colmo, su delgada cintura hacía resaltar aún más su soberbio trasero. Juro que no fue mi intención pero no pude dejar de recrear mi mirada, observando tanto los negros pezones que decoraban sus senos como el recortado pubis que esa mujer lucía.
Sé que se dio cuenta de mi admiración y del modo tan poco filial con el que la miraba pero no se enfadó y poniendo una sonrisa en sus labios, me volvió a preguntar que quería. Aturdido al sentir que bajo mi pantalón tenía un traidor que se había puesto duro, solo fui capaz de preguntar a qué hora y como debía de estar vestido para la cena.
Mi cuñada, entornando sus ojos, respondió:
―Querido, nos esperan a las nueve. Te he dejado un smoking en la cama― y poniendo cara de no haber roto un plato, preguntó: ―¿Te parece que me recojas a las ocho y media?
Cómo me urgía huir de esas cuatro paredes, le contesté que me parecía bien y cobardemente, salí despavorido hacia mi cuarto. Nada más cerrar la puerta y tal y como iba vestido, me metí bajo la ducha pero ni siquiera el agua fría pudo calmar el calor que me abrasaba y maldiciendo mi falta de honor, liberé la tensión de mi entrepierna masturbándome mientras me imaginaba a esa pequeñita berreando entre mis brazos.
Mi mente, como si fuera una premonición, se llenó de imágenes de pasión donde la viuda de mi hermano se arrodillaba a mis pies y cogiendo mi pene entre sus labios, sellaba nuestro pacto anti natura. Reconozco que por mucho que intenté combatir el deseo, esa oriental y su diminuto cuerpo me habían calado hondo y derramando mi simiente sobre la ducha, me corrí pensando en ella.
Al vestirme, la vergüenza me golpeó con ferocidad y maldiciendo la lujuria que me había dominado, me juré que nunca más. Jamás volvería a mirar a mi cuñada como mujer y menos ahora que sabía que aunque solo fuera a los ojos del mundo, Sovann sería mi esposa legal. Desgraciadamente, todas mis buenas intenciones cayeron en saco roto al verla salir. Enfundada en un traje negro totalmente ceñido `pero sin escote, ese demonio parecía un ser angelical. La arpía, modelándome, me preguntó que le parecía su vestido con el único propósito de molestarme.
―Estas bellísima― respondí― Pareces la reina mala, solo espero no estar presente cuando te conviertas en bruja.
Muerta de risa y en absoluto ofendida, me miró y señalando el enorme bulto de mi entrepierna, me respondió:
―Te equivocas, de ser un personaje de cuento sería Blanca Nieves y tú, el cazador. Eso que tienes ahí: ¿qué es?: ¿El cuchillo con el que vas a matarme?
Me sonrojé al saber que se había percatado de mi excitación y tapándome las vergüenzas, contesté con tono duro.
―Mi cuchillo nunca se clavará en tu cuerpo.
―Ya veremos― contestó soltando una carcajada, tras lo cual, haciendo a un lado mi humillación me cogió del brazo y alegremente, me sacó del chalet.
Ya en el coche, mi cabeza no dejó de dar vueltas al no comprender qué sentido tenía que esa mujer tonteara tan descaradamente con el hermano de su marido, cuando apenas llevaba siendo viuda una semana. Mirándola de reojo, me sorprendió ver que estaba llorando y sin apenarme de sus lágrimas de cocodrilo le pregunté el motivo.
―Me recuerdas a Alberto y aunque sé que es lo que él deseaba, por cumplir con mi deber siento que le estoy traicionando.
―Disculpa pero no te sigo.
Desconsolada, la mujer se abrazó a mí mientras me decía:
―No puedo ser tu esposa de pega, necesito un heredero que reine después de mí y por eso sé que debo seducirte, aunque opines que soy una puta.
Indignado pero sin ser ajeno a que esa mujer me trastornaba, me recriminé por no haberlo pensado: Las monarquía se perpetúan con hijos y si esa mujer estaba convencida de que iba a reinar, necesitaría tenerlos. La sola idea de que fuera mi simiente la que la preñara, me hizo abrir la puerta y vomitar. Mi reacción incrementó su llanto y olvidándose del chofer, me preguntó gritando:
―¿Tan vomitiva me encuentras?
Juro que no encuentro una explicación lógica a lo que hice pero, al oír su queja, la cogí entre mis brazos y la besé. Ella, tras la sorpresa inicial, respondió a mi caricia y pegándose a mí, dejó que mi lengua jugueteara con la suya mientras mis manos recorrían su cuerpo.
Esa fue la primera vez que palpé la firmeza de sus pechos y solo la imposibilidad física, de desnudarle el dorso, evitó que, al igual que en un sueño, me comiera sus pezones. Dejándose llevar por la calentura, me acarició por encima de la bragueta y eso rompió el encanto, al recordar a mi hermano.
Realmente no sé si fue ella o por el contrario yo, quien se separó pero lo cierto es que avergonzados y mirando cada uno por la ventanilla, ni nos dirigimos la palabra durante el resto del trayecto. Ya en el hotel donde iba a tener lugar el banquete, mientras se bajaba del automóvil, me dijo con dolor:
―Tenemos que respetar los tres meses de luto.
Dudando si su sufrimiento era por la traición o por sentirse atraída por mí, la seguí por las escaleras de entrada. Adoptando un aire regio, mi supuesta prometida me cogió del brazo y con paso firme entró en el salón. Supe que debía cumplir con mi papel de consorte e imitándola fui saludando uno a uno a los presentes. Aun acostumbrados al modo de vida occidental, esos miembros prominentes de la colonia nos hacían una genuflexión mientras le miraban con auténtica devoción.
«Es una autentica líder», pensé mientras la valoraba en silencio, «sabe que su pueblo la necesita y dará su vida por conseguirlo».
La velada discurrió con júbilo, sus súbditos mostraron alegría desbordante celebrando el compromiso de su princesa y tras tres horas de continuas felicitaciones, Sovann la dio por terminada diciéndome:
―Querido, estoy cansada, ¿podemos irnos?
Su voz me reveló que realmente estaba agotada y pasándole mi brazo por la cintura, la saqué del hotel. En el coche, mi cuñada apoyó su cabeza en mi pecho y se quedó dormida. Mientras volvíamos a casa, me la quedé observando y con el corazón encogido, comprendí que me atraía a lo bestia. Supe que no era lógico, que era inmoral, que me consumiría en el infierno pero me dio igual, prefería una condena eterna a defraudar a la mujer que tenía en mi regazo.
Al llegar, sin despertarla, la cogí entre mis brazos y con ella a cuestas, subí hacia su cuarto. Allí la deposité en la cama y tras quitarle los zapatos, la tapé y aprovechando que estaba traspuesta, le di un tierno beso en los labios.
Ya me marchaba, cuando la oí susurrar:
―Manuel, no te vayas. Necesito que me abraces.
Tumbándome a su lado, pasé mi brazo por su cuerpo y acercándola al mío, me quedé quieto. Ella al sentir mi caricia, se dio la vuelta y devolviéndome el beso, me dijo:
―La mejor forma de honrar a tu hermano es ser tu mujer― y sin esperar mi respuesta, me desabrochó los botones de mi camisa.
No pude rechazarla y menos cuando habiendo desnudado mi dorso, empezó a besarme el cuello mientras sus manos recorrían mi pecho. Lentamente la princesa fue tomando posesión de su reino, bajando por mi pecho y concentrándose en mis pezones. Nunca creí sentir tanto placer con el mero hecho de que esa monada recogiera entre sus dientes mis aureolas pero lo cierto es que cuando se puso a horcajadas sobre mí, mi pene ya lucía una dolorosa erección bajo mi pantalón.
Olvidándome de mis prejuicios, me terminé de desnudar, momento que mi cuñada aprovechó para sin quitarse el vestido, coger mi falo entre sus manos y apuntando a su sexo, empalarse con él. Me sorprendió no encontrarme con el obstáculo de sus bragas porque estaba seguro que no tuvo tiempo de habérselas quitado y por eso cuando la cabeza de mi glande chocó contra la pared de su vagina y antes que se pusiera a cabalgar, le pregunté si había salido sin ellas de casa:
―Sí― gimió― llevo cachonda toda la noche pensando que alguno de mis súbditos descubriera que no llevaba ropa interior.
―¡Serás Puta!― exclamé partido de risa.
―Sí, soy una puta. Fui la zorra de tu hermano y a partir de hoy, seré tu perra― gritó levantándose para acto seguido dejar que mi polla resbalara en su interior.
Su confesión lejos de calmar mi deseo, lo incrementó y desgarrando su ropa, la desnudé para por fin apoderarme de esos pechos que me había dejado alelado. Cogiendo sus negros pezones entre mis dientes, dejé que se empezara a mover. Sovann, gimiendo como una descosida, me pidió que no dejase de morderlos y retorciéndose con mi pene incrustado en su sexo, dio a sus movimientos un suave compás.
―Me encanta sentir tu plebeya polla en mi real coño― aulló muerta de risa mientras aceleraba sus caderas.
Busqué una respuesta acorde a su burrada y mientras le daba una sonora nalgada, le contesté:
―Pues yo siempre he deseado azotar el trasero de una princesa para luego cuando lo tenga calentito follármelo y así decir que le he dado por culo a la monarquía.
―Si prometes darme duro quizás la próxima semana te deje cumplir tu deseo.
Totalmente desbocado y soñando de veras en poseer ese pandero, le pregunté porque teníamos que esperar una semana:
―Querido, porque estoy en mis días fértiles y quiero quedarme embarazada.
Escandalizado, exclamé:
―¿De qué hablas?
La mujer, sin dejar de bombear sobre mi pene, respondió:
―Piénsalo, es ideal. Si me quedo preñada, podemos hacer creer que es de Alberto y con un hijo en mi vientre, no tendrías que casarte conmigo. Ambos ganaríamos. Tú no tendrías que sacrificar tu vida y yo sería una reina viuda.
Ni siquiera me paré a pensar que era una solución inteligente y furioso, por el modo tan brutal con el que esa guarra me había manipulado, me deshice de su abrazo y mentándole la madre, salí huyendo de su habitación. Al llegar a mi cuarto, no me sentí a salvo de sus siniestras maniobras hasta que cerrando la puerta, me aislé.
«Menuda hija de perra», sentencié al recordar lo sucedido.
Esa puta me había seducido, no porque se sintiera atraída por mí sino porque vio en mi semen una escapatoria a la condena que para ella suponía las costumbres de su pueblo. Sin ser capaz de pensar coherentemente, decidí que si Sovann quería reinar tendría que humillarse a mis pies y aceptar ser mi mujer.
Todavía el día de hoy, no entiendo mi postura: yo no quería casarme y su país me la traía al pairo y sé que fue mi orgullo de macho herido el que me obligó a enfrentarme a ella.
Esa noche, con un extraño frenesí, me masturbé soñando que esa princesita llegaba desnuda a mi cama, rogándome que la hiciera suya. En mi imaginación, me vi separando las nalgas de mi cuñada y sin esperar a relajar su esfínter, dándole por culo hasta que rendida de placer me imploraba que me casara con ella.mi cuñada de princesa a puta 4

5 comentarios - mi cuñada de princesa a puta 4

metalrockera
muy buena historia...........paste por mis relatos te van a gustar!!!
veteranodel60
Exelente relato cada vez más caliente y atrayente van 10 puntos y felicitaciones
TonyEscobar
Hey no tardes en publicar la siguiente parte
TonyEscobar
Hey no tardes en publicar la siguiente parte