Hola soy luciano estos dias un lector me compartio un relatos muchos lo habran leeido solo espero un buen comentario y un punto si en realidad te gusto
La mujer, de todos modos se acercó para intentar abrirla, pero desistió cuando escuchó el viento silbar con fuerza, no había sucedido nada, sencillamente que la puerta había dado un portazo debido a la fuerte corriente que recorría la casa.
Ligeramente aliviada Marta se dio la vuelta para volver al lugar donde debía dormir aquella noche, se tumbó sobre el sofá y se arropó un poco para no coger frío por el viento que se acababa de levantar, pero otra cosa alteró a Marta de nuevo, unos pasos por el pasillo que conectaba el salón con su dormitorio.
Marta agudizó el oído, ya que los pasos eras muy sigilosos, como si el que los diese estuviese descalzo, pero de lo que no cabía duda era que se estaban acercando, la mujer intuyó que era su hijo, que acostumbraba a salir todas las noches para ir al baño o a la cocina a por algo para comer, pero prefirió permanecer despierta para asegurarse de que era él.
Marta pudo ver desde su posición la silueta de su hijo, era un muchacho bastante más alto que la media, de complexión delgada y piel bastante clara ya que Juan, que así era como se llamaba, no acostumbraba a salir demasiado. Pese a que la oscuridad era bastante intensa Marta logró vislumbrar que la única prenda de ropa que tenía su hijo eran unos slips, lo que le llamó la atención ya que Juan era un chico de lo más tímido.
– La próxima vez que vayas al baño procura dejar las puertas cerradas- dijo la mujer a media voz, pero después de unos segundos no recibió ninguna respuesta.
Marta disgustada de que su hijo lo ignorase se levantó para encender la luz y allí se encontró a Juan, vestido tan solo con sus slips y caminando con los ojos cerrados, su hijo era sonámbulo. Marta no sabía demasiado sobre el tema pero de lo que estaba convencida era de que no debía despertarlo.
La mujer, temerosa de poder alterarlo se quedó quieta en la zona de la habitación donde estaba, observando interesada las reacción de su hijo, ya que nunca había visto a nadie en aquel estado. El chico se movió lentamente por la sala dirigiéndose a la puerta que daba a su dormitorio, pero cuando llegó a la altura a la que se encontraba su madre se detuvo.
Marta trató de apartarse del camino de su hijo lo más lentamente posible para así no llamar su atención y que este siguiese su camino hasta su cama, pero el sonámbulo no pasó por alto la presencia de su madre y estiró sus brazos para poner una mano sobre cada hombro de la mujer, lo que hizo que la se pusiese nerviosa, no sabía lo que una persona podía hacer y eso provocó que su corazón comenzase a latir con fuerza.
Tras unos segundo con las manos cerca del cuello de Marta, Juan comenzó a bajarlas lenta y suavemente, haciendo que la mujer se relajase un poco y comenzase a dar lentos pasos hacia atrás tratando de alejarse de las manos de su hijo, pero la mujer no pudo ya que cuando los dedos del muchacho llegaron a sus pechos no dudaron en darla un apretón bastante fuerte que la obligó a detenerse de nuevo y llevarse las manos a la boca para no gritar.
El chico siguió presionando los grandes, blandos y cálidos pechos de su madre con fuerza durante unos instantes, hasta que finalmente se volvió un poco más delicado, aprovechando la mujer para dar un par de pasos hacia atrás con la esperanza de que su hijo parase.
Juan trató de reencontrarse con las tetas de su madre, pero su intento fue inútil ya que Marta una vez se libró de su hijo se había alejado de él otros cuantos pasos quedando en una posición desde la que podía ver el rostro de deseo de su descendiente y la imponente erección que había crecido entre sus piernas, dejando asomar sobre su slip un grueso pene coronado con un glande amoratado deseoso de sexo.
Marta observó un poco angustiada la reacción de su hijo, que seguía buscando las tetas que había tenido entre sus manos, sabía que si su marido se despertaba y encontraba a su hijo en aquel estado no sería tan precavida como ella, por fortuna Juan tomó el camino de su dormitorio al poco rato.
La mujer se tumbó en el sofá de nuevo unos cuantos minutos más tarde de que su hijo abandonase en salón, pero la costó conciliar el sueño por muchos motivos, primero porque temía que su hijo pudiese regresar sonámbulo, segundo porque se puso a recordar la gran cantidad de veces que ella había oído a su hijo levantarse por la noche, seguramente el sonambulismo era un problema que llevaba arrastrando mucho tiempo y por último no podía dormir porque el sentir las manos de su hijo examinando sus pechos y ver el imponente pene del que estaba dotado le había excitado sobremanera.
A la mañana siguiente a Marta le costó levantarse, ya estaba acostumbrada a perder sueño por los ronquidos de su marido, pero sumarle a aquello el encontronazo nocturno con su hijo había hecho que su cabeza no dejase de funcionar hasta que había caído rendida después de darse un poco de autosatisfacción.
La mujer tan solo despertó a su marido, ya que desde hacía una par de años su hijo le había prohibido terminantemente que fuese a despertarlo, después de que una mañana lo despertase para ir al instituto y se lo encontrase en su habitación desnudo y masturbándose, cosa que le había hecho sentir una gran vergüenza pese a que su madre hubiese insistido en quitarle importancia.
Marta no pudo evitar comparar el pequeño pene que había visto a su hijo hacía dos años y lo mucho que había incrementando su tamaño hasta la noche anterior, pensamiento que la provocó que se volviese a excitar antes de salir de casa y tuviese que pasar por el baño para masturbarse con total intimidad antes de salir al trabajo.
Marta, pese a que trató mantener fuera de su cabeza la cantidad de pensamientos eróticos con hijo como protagonista, no logró centrarse en su ocupación como contable, lo que la hizo tener que soportar una reprimenda de su jefe antes de que se marchase de nuevo para su casa.
Aquel día, tratando de no quedarse sola en casa pensando en lo sucedido la noche pasada, Marta invitó a una compañera de trabajo a comer con ella. Sin duda aquella era su mejor amiga, pese a tener unos 10 años menos que ella se llevaban muy bien y se hacían toda clase de confidencias, pero en aquella ocasión Marta no tenía intención de confesarla los pecaminosos pensamientos que tenía con respecto a su hijo.
– Es algo agotador- le dijo Marta a su compañera Susana mientras la servía un café- no puedo dormir con los ronquidos de mi marido y no sé que hacer.
– ¿Habéis ido al médico?- preguntó la mujer mientras se acariciaba su larga melena de pelo rubio.
– No, él no lo da importancia- respondió Marta.
– Pues debería dársela, no creo el jefe tenga muchos miramientos a la hora de echarte si no te ve más activa- le dijo Susana en tono de advertencia suave.
– He pensado que podría tomar alguna clase de pastilla para dormir- dijo Marta mirando a su amiga, sabiendo que ella solía tomar.
– A mí me van bien, pero no deberías tomar pastillas teniendo otras alternativas- le avisó.
Tal y como Marta sabía, Susana cedió a su petición y le dio un par de pastillas para que las probase, después de que esta la presionase lo suficiente.
Durante la cena Marta trató de mirar a su hijo lo menos posible, sin retirarle la mirada con demasiada rapidez para que no pensase que algo iba mal, la mujer no quería que en plena cena los deseos que se habían despertado en ella la noche pasada se manifestasen ante Juan y su marido.
Como era normal después de meter los platos en el lavavajillas Juan se fue a su habitación dejando a sus padres en el salón viendo la aburrida programación del jueves por la noche, programación que hizo que Joaquín, el marido de Marta se fuese a dormir antes de las 11 de la noche.
Marta aguantó un poco más, pero cuando decidió que era la hora de irse a la cama se dio cuenta de que aquella noche tampoco iba a poder dormir en su cama junto a su marido ya que los ronquidos se escuchaban con nitidez por el pasillo.
Resignada a su suerte Marta se tumbó en el sofá del salón y se tapó con una de las mantas que solía dejar por allí para casos como aquel. Tan solo tardó unos minutos en quedar dormida. Pero el sueño no duró demasiado.
Antes de quedar profundamente dormida escuchó la puerta del pasillo abrirse y tras ella salir Juan, al igual que la noche anterior cubriendo su desnudez tan solo por unas pequeños slips blancos que tapaban su masculinidad. Marta se incorporó sigilosa y comenzó a seguir a su hijo por la casa.
El muchacho no fue a ninguna lado en concreto, sencillamente se dedicaba a dar vueltas por la casa, Marta que pensaba que seguiría un ritmo más o menos fijo le siguió de cerca, pero tomó una distancia un poco más amplia cuando este se giró de golpe y estuvo a punto de chocar con ella.
La mujer no podía parar de admirar el cuerpo de su hijo, era un chico de lo más atractivo, alto, músculos bastante definidos al gimnasio al que acudía desde hacía cerca de un año, y un magnífico pene, en el que su madre no había dejado de pensar desde que lo viese el día anterior.
Verlo y tenerlo tan cerca sin que este fuese consciente de lo que le rodeaba hizo que la excitación de Marta creciese, hasta llegar al punto de no aguantar más y dirigirse al salón para quitarse la ropa sin tener problemas de chocar con su hijo.
Tardó escasos segundos en despojarse de su pijama, quedando completamente desnuda, el cuerpo de la mujer no estaba mal para sus 46 años, tenía la piel clara, el pelo largo y castaño, unos pechos bastante grandes coronados por unos pezones rosados que hasta hacía unos meses habían sido una delicia para su marido, y un sexo grande y rosado que tenía la costumbre de rasurarse desde muy joven.
Marta esperó a su hijo en el salón, no quería abordarle excesivamente cerca de la habitación de su marido, ya que aunque la mujer se hubiese ocupado de darle diluida una de las pastillas para dormir que le había dado Susana no estaba segura del ruido que haría si todo su plan salía como ella tenía planeado.
Juan no se hizo esperar, y en unos pocos minutos inició el regreso hacia su habitación, volviendo a cruzarse con su madre cuando estaba a punto de llegar a la puerta del pasillo que conectaba con su dormitorio, pero había dos diferencias importantes con la noche anterior: no tenía intención de quitarse e iba totalmente desnuda.
El muchacho al detectar el obstáculo extendió los brazos que se colocaron exactamente sobre los pechos de su madre, la mujer encantada con que acertase a la primera con sus senos le agarró las muñecas con cuidado para que no las retirase de allí, según había leído en internet aquella tarde su hijo no debería despertarse si ninguna brusca perturbación alteraba su sueño y Marta no tenía intención alguna de perturbarlo.
– Deja que te baje un poquito esto- le dijo Marta mientras colocaba una de sus manos a cada lado de la cintura del muchacho para comenzar a deslizar con cuidado los slips de su hijo hasta dejárselos a la altura de las rodillas.
La mujer se quedó impresionada con el pene del chico que era notablemente más grande que el de su marido. Marta lentamente estiró sus brazos para acariciar el gran falo de carne caliente y palpitante que tenía ante ella, haciendo que se hinchase aún más, la mujer sabía que aquello estaba enloqueciendo a su hijo porque cuanto más sobaba su pene con más fuerza Juan apretaba sus senos.
La madre, que no quería separase de su hijo ni por un instante le agarró los antebrazos y poco a poco le fue subiendo las manos hasta que estas alcanzaron su cara, la mujer sonrió cuando esto sucedió porque comenzó a agacharse lentamente estando cada segundo más cerca de la gran polla de su hijo, la cual estaba deseando tener entre sus labios.
Cuando su cara quedó a la altura del miembro de Juan, Marta dio un par de lamidas largas, comenzando por las dos grandes bolas que colgaban entre las piernas de su hijo hasta terminar en el gran y húmedo glande del muchacho que soltó un leve murmullo de placer. La mujer al oírlo alzó un poco la cabeza por si lo había despertado, pero seguía con los ojos cerrados.
Pese a que la gran excitación que sentía en aquel momento Marta tuvo el sentido común de hacer descender las manos de su hijo hasta sus hombros antes de meterse su polla en la boca, ya que si su hijo la obligaba a seguir un ritmo demasiado intenso durante la mamada tendría el riesgo de ahogarse y para nada quería acabar así aquella excitante experiencia.
Juan aceptó sin demasiados problemas bajar un poco las manos para dejar a su madre trabajar, metiéndose esta la polla de su hijo en la boca a la primera ocasión, provocando nuevos murmullos de placer por parte del muchacho.
La mujer cabeceó motivaba una y otra vez mientras escuchaba la sinfonía de gemidos que emitía su hijo ante sus habilidades, Marta hacía muchos meses que no hacía ninguna mamada, ni a su marido ni a nadie, pero no tardó en recordar sus mejores técnicas de sedición, provocando que su primogénito no aguantase más de tres minutos antes de soltar todo su caliente esperma en la boca de su madre.
La madre sacó la polla del muchacho de su boca con lentitud para no perder ni una gota de esperma, normalmente no tragaba pero por ser su hijo hizo una excepción y tomó hasta la última gota de semen mientras se acariciaba su húmedo sexo y observaba como el pene de Juan comenzaba a perder volumen rápidamente.
– Esto aún no termina cariño- le dijo a su hijo en un susurro mientras se levantaba después de limpiar con mimo los restos de semen del pene del muchacho- todavía queda mucho que explorar- le dijo mientras sentía la polla del muchacho sobre su ombligo y se dedicaba a lamer el musculado y depilado torso de Juan.
El chico no necesitó demasiadas instrucciones por parte de su madre para comenzar a explorar el cuerpo de la mujer que tenía ante él, iniciando la exploración por la espalda para acabar agarrando con mucha firmeza las blandas y un poco grandes nalgas de Marta que gimió sorprendida cuando notó como el muchacho trataba de introducir un dedo en su ano.
Marta soltó un ligero gemido de gusto cuando notó el dedo índice de su hijo dentro de su culo, su marido siempre había sido excesivamente convencional a la hora de tener sexo y había tenido que ser ella la que se estimulase aquella zona, que en aquel momento lo hiciese su hijo hizo que su excitación siguiese creciendo.
La madre fue notando sobre su estómago como la polla de su hijo se iba poniendo dura a medida que Marta le besaba, mordía y chupaba sus duros pectorales.
– Estupendo- dijo Marta en un susurro mientras agarraba el miembro de su hijo, notando como las manos de este soltaban su trasero al momento, seguramente esperanzado de volver a correrse- creo que es hora de que vuelvas a la cama, pero como soy una mamá muy buena te voy a acompañar.
El chico se dejó guiar con total confianza en su madre, que le tiraba del pene con cuidado, subiéndole y bajándole la piel que cubría su generoso glande, Marta no pudo evitar salivar un poco más de los normal imaginando el orgasmo que estaba a punto de recibir.
La habitación de Juan estaba un poco desordenada, pero aquello no importó a la mujer que agarró la cabeza de su hijo estirando mucho los brazos, ya que este era unos 30 centímetros más alto que ella. La madre no sabía si aquella iba a ser la única ocasión que tendría de tener sexo con su hijo así que tan pronto colocó la cara de su Juan a su altura lo beso.
Se sintió terriblemente desilusionada los primeros segundos ya que su amante sonámbulo no hizo ni un solo amago de devolverla el beso, hasta que finalmente trató de introducir su lengua en la boca de su madre, tarea para la que Marta le dio todas las facilidades del mundo.
Tras un largo beso Marta siguió presionando los hombros de Juan hacia abajo para que este siguiese descendiendo y pudiese explorar el maduro cuerpo de la mujer con su lengua.
Juan se entretuvo un buen rato chupando y succionando los grandes y erectos pezones de su madre que no podía contenerse y gemía bastante más alto de lo que deseaba. La mujer, después de sentir la rápida lengua de su hijo en sus pechos siguió ejerciendo fuerza sobre los hombros del muchacho para que la cara de este quedarse a la altura de su sexo y lamiese aquella zona que tanto placer le daría.
El morbo de tener a su hijo arrodillado lamiéndola su húmeda vagina hizo que Marta tuviese que ponerse las manos en la boca para no gemir como una loca, y con total seguridad despertar a su marido.
El muchacho se portó como un amante de primera, atendiendo todas las necesidades de su madre sin mostrarse ni un poco impaciente para penetrar a la mujer que tanto estaba lamiendo.
– Buen trabajo mi niño- dijo la mujer inclinándose para volver a agarrar la polla de Juan, que estaba más dura que nunca, y comenzó a levantarlo lentamente mientras le acariciaba.
A la madre le habría encantado poder tumbar a su hijo en la cama y cabalgarlo hasta que ambos se corriesen, pero no tenía todas consigo de lograr hacerlo sin que este se despertase, así que decidió colocarse a cuatro patas dejando su culo al borde de la cama con las piernas bien separadas.
– Ahora vas a penetrar a una mujer, hijo- le dijo con una sonrisa mientras se pasaba el glande el muchacho por su sexo una y otra vez- no sé si lo has hecho antes, pero mamá está aquí para ayudarte.
Tan solo necesitó meter la cabeza de la polla de Juan en su sexo para que ese pudiese continuar solo, metiendo y sacando su hinchado y palpitante miembro en el sexo de su madre.
Marta se sorprendió de que el pene del muchacho creciese aún más dentro de ella, provocando que esta tuviese que estirarse para alcanzar la almohada de la cama en la que estaban y ponérsela en la cara mientras sentía las furiosas envestidas de Juan, pero el muchacho no la permitió estar en aquella postura ya que con las manos trató de encontrar los senos de su madre para agarrarlos con fuerza, cosa que hizo que Marta se excitase todavía más.
Con cada penetración del muchacho, a Marta le costaba menos aguantar con la boca cerrada, pese a que el placer seguía siendo muy intenso la mujer había conseguido reducir los sonidos que hacía al mínimo.
La mujer aguantó perfectamente hasta que su hijo comenzó cansarse y para recuperar fuerzas dejó caer su torso sobre la espalda de su madre, haciendo que tuviese que aguatar aquel peso con sus brazos mientras seguía sintiendo la polla de Juan embistiéndola cada vez con menos intensidad.
– Ahora mamá hará todo el trabajo, mi niño- dijo la mujer sonriendo cuando logró tumbar cuidadosamente al muchacho boca arriba en la cama, apuntando con su erecto pene al techo.
La madre separó los labios de su sexo lo más que pudo para que la polla de Juan entrase con los menos obstáculos posibles, logrando sentirla en los más profundo de su ser después de un par de hábiles movimientos.
Marta comenzó a cabalgar lentamente mientras agarraba las manos de su hijo para no perder el equilibrio, la mujer estaba en la gloria, en contadas ocasiones había tenido un miembro de esas dimensionas taladrándola, pero sin duda en ninguna de esas ocasiones había sentido el morbo y deseo que invadía su cuerpo en aquellos instantes.
– Buscas mi tetas, ¿eh bribón?- le preguntó la mujer sonriendo a sabiendas que el chico no era consciente de lo que hacía- como eres un buen chico con mamá te voy a dejar- sentenció la madre agarrando las muñecas de su hijo para llevar las grandes manos de Juan a los voluminosos pechos de Marta.
La mujer brincaba cada vez con más energía sobre el miembro de su hijo, que cada vez la penetraba más profundamente haciéndola soltar algún gemido más alto de lo que había estado dispuesta a expresar en un principio.
Marta notaba el como Juan le apretaba los senos con más fuerza a medida que su excitación crecía, lo que a la mujer le venía muy bien para poder controlar el orgasmo de su hijo, reduciendo el ritmo cuando veía que estaba cerca de correrse y aumentándolo cuando sentía que la erección del muchacho la llenaba menos de lo que ella deseaba. Lo que estaba claro era que no iba a permitir que el muchacho se corriese de nuevo hasta que ella no alcanzase el clímax.
– ¡Más, más, dame más!- exigió la mujer a media voz cabalgando con tal intensidad que los muelles de la cama del muchacho comenzaron a crujir bajo su peso.
Marta no se detuvo hasta que llegó al orgasmo y soltó todos sus fluidos sobre el hinchado miembro de su hijo, pero aún habiendo quedado satisfecha no dejó de saltar sobre la polla del muchacho, hacía mucho que no sentía tanto placer y no le parecía justo no dejar al chico acabar dentro de ella.
En el rostro de Juan se vio perfectamente el placer cuando este acabó por eyacular dentro de su madre haciendo que la mujer sintiese un buen chorro de semen invadiéndola.
– Buen trabajo mi niño- dijo Marta en un susurro aplastando con sus sudorosos senos el torso del muchacho y abrazándolo.
Después de unos minutos abrazando a su hijo y sintiendo sus manos recorrer todo su cuerpo la mujer comenzó a levantarse para ir al miembro del muchacho, que estaba empapado por los fluidos vaginales de Marta y con el capullo cubierto de restos de semen, que la mujer no dudó en comenzar a limpiar.
El pene de Juan desde luego había perdido su vitalidad inicial después de dos orgasmos, pero aún se mantenía en un tamaño considerable y no estaba del todo blanda, lo que hizo que el trabajo oral de Marta se desarrollase con mayor facilidad de la esperada.
– Estoy segura de que no será la última vez que nos veamos- dijo la mujer en un susurro después de dar una buena lamida a los testículos del muchacho.
Una vez consideró que había eliminado la mayor parte de pruebas de que en aquella cama había habido sexo, la mujer salió del lecho sigilosa para arropar al chico y darle un beso en la frente antes de marcharse al sofá y dormir como hacía mucho que no lo hacía.
La mujer, de todos modos se acercó para intentar abrirla, pero desistió cuando escuchó el viento silbar con fuerza, no había sucedido nada, sencillamente que la puerta había dado un portazo debido a la fuerte corriente que recorría la casa.
Ligeramente aliviada Marta se dio la vuelta para volver al lugar donde debía dormir aquella noche, se tumbó sobre el sofá y se arropó un poco para no coger frío por el viento que se acababa de levantar, pero otra cosa alteró a Marta de nuevo, unos pasos por el pasillo que conectaba el salón con su dormitorio.
Marta agudizó el oído, ya que los pasos eras muy sigilosos, como si el que los diese estuviese descalzo, pero de lo que no cabía duda era que se estaban acercando, la mujer intuyó que era su hijo, que acostumbraba a salir todas las noches para ir al baño o a la cocina a por algo para comer, pero prefirió permanecer despierta para asegurarse de que era él.
Marta pudo ver desde su posición la silueta de su hijo, era un muchacho bastante más alto que la media, de complexión delgada y piel bastante clara ya que Juan, que así era como se llamaba, no acostumbraba a salir demasiado. Pese a que la oscuridad era bastante intensa Marta logró vislumbrar que la única prenda de ropa que tenía su hijo eran unos slips, lo que le llamó la atención ya que Juan era un chico de lo más tímido.
– La próxima vez que vayas al baño procura dejar las puertas cerradas- dijo la mujer a media voz, pero después de unos segundos no recibió ninguna respuesta.
Marta disgustada de que su hijo lo ignorase se levantó para encender la luz y allí se encontró a Juan, vestido tan solo con sus slips y caminando con los ojos cerrados, su hijo era sonámbulo. Marta no sabía demasiado sobre el tema pero de lo que estaba convencida era de que no debía despertarlo.
La mujer, temerosa de poder alterarlo se quedó quieta en la zona de la habitación donde estaba, observando interesada las reacción de su hijo, ya que nunca había visto a nadie en aquel estado. El chico se movió lentamente por la sala dirigiéndose a la puerta que daba a su dormitorio, pero cuando llegó a la altura a la que se encontraba su madre se detuvo.
Marta trató de apartarse del camino de su hijo lo más lentamente posible para así no llamar su atención y que este siguiese su camino hasta su cama, pero el sonámbulo no pasó por alto la presencia de su madre y estiró sus brazos para poner una mano sobre cada hombro de la mujer, lo que hizo que la se pusiese nerviosa, no sabía lo que una persona podía hacer y eso provocó que su corazón comenzase a latir con fuerza.
Tras unos segundo con las manos cerca del cuello de Marta, Juan comenzó a bajarlas lenta y suavemente, haciendo que la mujer se relajase un poco y comenzase a dar lentos pasos hacia atrás tratando de alejarse de las manos de su hijo, pero la mujer no pudo ya que cuando los dedos del muchacho llegaron a sus pechos no dudaron en darla un apretón bastante fuerte que la obligó a detenerse de nuevo y llevarse las manos a la boca para no gritar.
El chico siguió presionando los grandes, blandos y cálidos pechos de su madre con fuerza durante unos instantes, hasta que finalmente se volvió un poco más delicado, aprovechando la mujer para dar un par de pasos hacia atrás con la esperanza de que su hijo parase.
Juan trató de reencontrarse con las tetas de su madre, pero su intento fue inútil ya que Marta una vez se libró de su hijo se había alejado de él otros cuantos pasos quedando en una posición desde la que podía ver el rostro de deseo de su descendiente y la imponente erección que había crecido entre sus piernas, dejando asomar sobre su slip un grueso pene coronado con un glande amoratado deseoso de sexo.
Marta observó un poco angustiada la reacción de su hijo, que seguía buscando las tetas que había tenido entre sus manos, sabía que si su marido se despertaba y encontraba a su hijo en aquel estado no sería tan precavida como ella, por fortuna Juan tomó el camino de su dormitorio al poco rato.
La mujer se tumbó en el sofá de nuevo unos cuantos minutos más tarde de que su hijo abandonase en salón, pero la costó conciliar el sueño por muchos motivos, primero porque temía que su hijo pudiese regresar sonámbulo, segundo porque se puso a recordar la gran cantidad de veces que ella había oído a su hijo levantarse por la noche, seguramente el sonambulismo era un problema que llevaba arrastrando mucho tiempo y por último no podía dormir porque el sentir las manos de su hijo examinando sus pechos y ver el imponente pene del que estaba dotado le había excitado sobremanera.
A la mañana siguiente a Marta le costó levantarse, ya estaba acostumbrada a perder sueño por los ronquidos de su marido, pero sumarle a aquello el encontronazo nocturno con su hijo había hecho que su cabeza no dejase de funcionar hasta que había caído rendida después de darse un poco de autosatisfacción.
La mujer tan solo despertó a su marido, ya que desde hacía una par de años su hijo le había prohibido terminantemente que fuese a despertarlo, después de que una mañana lo despertase para ir al instituto y se lo encontrase en su habitación desnudo y masturbándose, cosa que le había hecho sentir una gran vergüenza pese a que su madre hubiese insistido en quitarle importancia.
Marta no pudo evitar comparar el pequeño pene que había visto a su hijo hacía dos años y lo mucho que había incrementando su tamaño hasta la noche anterior, pensamiento que la provocó que se volviese a excitar antes de salir de casa y tuviese que pasar por el baño para masturbarse con total intimidad antes de salir al trabajo.
Marta, pese a que trató mantener fuera de su cabeza la cantidad de pensamientos eróticos con hijo como protagonista, no logró centrarse en su ocupación como contable, lo que la hizo tener que soportar una reprimenda de su jefe antes de que se marchase de nuevo para su casa.
Aquel día, tratando de no quedarse sola en casa pensando en lo sucedido la noche pasada, Marta invitó a una compañera de trabajo a comer con ella. Sin duda aquella era su mejor amiga, pese a tener unos 10 años menos que ella se llevaban muy bien y se hacían toda clase de confidencias, pero en aquella ocasión Marta no tenía intención de confesarla los pecaminosos pensamientos que tenía con respecto a su hijo.
– Es algo agotador- le dijo Marta a su compañera Susana mientras la servía un café- no puedo dormir con los ronquidos de mi marido y no sé que hacer.
– ¿Habéis ido al médico?- preguntó la mujer mientras se acariciaba su larga melena de pelo rubio.
– No, él no lo da importancia- respondió Marta.
– Pues debería dársela, no creo el jefe tenga muchos miramientos a la hora de echarte si no te ve más activa- le dijo Susana en tono de advertencia suave.
– He pensado que podría tomar alguna clase de pastilla para dormir- dijo Marta mirando a su amiga, sabiendo que ella solía tomar.
– A mí me van bien, pero no deberías tomar pastillas teniendo otras alternativas- le avisó.
Tal y como Marta sabía, Susana cedió a su petición y le dio un par de pastillas para que las probase, después de que esta la presionase lo suficiente.
Durante la cena Marta trató de mirar a su hijo lo menos posible, sin retirarle la mirada con demasiada rapidez para que no pensase que algo iba mal, la mujer no quería que en plena cena los deseos que se habían despertado en ella la noche pasada se manifestasen ante Juan y su marido.
Como era normal después de meter los platos en el lavavajillas Juan se fue a su habitación dejando a sus padres en el salón viendo la aburrida programación del jueves por la noche, programación que hizo que Joaquín, el marido de Marta se fuese a dormir antes de las 11 de la noche.
Marta aguantó un poco más, pero cuando decidió que era la hora de irse a la cama se dio cuenta de que aquella noche tampoco iba a poder dormir en su cama junto a su marido ya que los ronquidos se escuchaban con nitidez por el pasillo.
Resignada a su suerte Marta se tumbó en el sofá del salón y se tapó con una de las mantas que solía dejar por allí para casos como aquel. Tan solo tardó unos minutos en quedar dormida. Pero el sueño no duró demasiado.
Antes de quedar profundamente dormida escuchó la puerta del pasillo abrirse y tras ella salir Juan, al igual que la noche anterior cubriendo su desnudez tan solo por unas pequeños slips blancos que tapaban su masculinidad. Marta se incorporó sigilosa y comenzó a seguir a su hijo por la casa.
El muchacho no fue a ninguna lado en concreto, sencillamente se dedicaba a dar vueltas por la casa, Marta que pensaba que seguiría un ritmo más o menos fijo le siguió de cerca, pero tomó una distancia un poco más amplia cuando este se giró de golpe y estuvo a punto de chocar con ella.
La mujer no podía parar de admirar el cuerpo de su hijo, era un chico de lo más atractivo, alto, músculos bastante definidos al gimnasio al que acudía desde hacía cerca de un año, y un magnífico pene, en el que su madre no había dejado de pensar desde que lo viese el día anterior.
Verlo y tenerlo tan cerca sin que este fuese consciente de lo que le rodeaba hizo que la excitación de Marta creciese, hasta llegar al punto de no aguantar más y dirigirse al salón para quitarse la ropa sin tener problemas de chocar con su hijo.
Tardó escasos segundos en despojarse de su pijama, quedando completamente desnuda, el cuerpo de la mujer no estaba mal para sus 46 años, tenía la piel clara, el pelo largo y castaño, unos pechos bastante grandes coronados por unos pezones rosados que hasta hacía unos meses habían sido una delicia para su marido, y un sexo grande y rosado que tenía la costumbre de rasurarse desde muy joven.
Marta esperó a su hijo en el salón, no quería abordarle excesivamente cerca de la habitación de su marido, ya que aunque la mujer se hubiese ocupado de darle diluida una de las pastillas para dormir que le había dado Susana no estaba segura del ruido que haría si todo su plan salía como ella tenía planeado.
Juan no se hizo esperar, y en unos pocos minutos inició el regreso hacia su habitación, volviendo a cruzarse con su madre cuando estaba a punto de llegar a la puerta del pasillo que conectaba con su dormitorio, pero había dos diferencias importantes con la noche anterior: no tenía intención de quitarse e iba totalmente desnuda.
El muchacho al detectar el obstáculo extendió los brazos que se colocaron exactamente sobre los pechos de su madre, la mujer encantada con que acertase a la primera con sus senos le agarró las muñecas con cuidado para que no las retirase de allí, según había leído en internet aquella tarde su hijo no debería despertarse si ninguna brusca perturbación alteraba su sueño y Marta no tenía intención alguna de perturbarlo.
– Deja que te baje un poquito esto- le dijo Marta mientras colocaba una de sus manos a cada lado de la cintura del muchacho para comenzar a deslizar con cuidado los slips de su hijo hasta dejárselos a la altura de las rodillas.
La mujer se quedó impresionada con el pene del chico que era notablemente más grande que el de su marido. Marta lentamente estiró sus brazos para acariciar el gran falo de carne caliente y palpitante que tenía ante ella, haciendo que se hinchase aún más, la mujer sabía que aquello estaba enloqueciendo a su hijo porque cuanto más sobaba su pene con más fuerza Juan apretaba sus senos.
La madre, que no quería separase de su hijo ni por un instante le agarró los antebrazos y poco a poco le fue subiendo las manos hasta que estas alcanzaron su cara, la mujer sonrió cuando esto sucedió porque comenzó a agacharse lentamente estando cada segundo más cerca de la gran polla de su hijo, la cual estaba deseando tener entre sus labios.
Cuando su cara quedó a la altura del miembro de Juan, Marta dio un par de lamidas largas, comenzando por las dos grandes bolas que colgaban entre las piernas de su hijo hasta terminar en el gran y húmedo glande del muchacho que soltó un leve murmullo de placer. La mujer al oírlo alzó un poco la cabeza por si lo había despertado, pero seguía con los ojos cerrados.
Pese a que la gran excitación que sentía en aquel momento Marta tuvo el sentido común de hacer descender las manos de su hijo hasta sus hombros antes de meterse su polla en la boca, ya que si su hijo la obligaba a seguir un ritmo demasiado intenso durante la mamada tendría el riesgo de ahogarse y para nada quería acabar así aquella excitante experiencia.
Juan aceptó sin demasiados problemas bajar un poco las manos para dejar a su madre trabajar, metiéndose esta la polla de su hijo en la boca a la primera ocasión, provocando nuevos murmullos de placer por parte del muchacho.
La mujer cabeceó motivaba una y otra vez mientras escuchaba la sinfonía de gemidos que emitía su hijo ante sus habilidades, Marta hacía muchos meses que no hacía ninguna mamada, ni a su marido ni a nadie, pero no tardó en recordar sus mejores técnicas de sedición, provocando que su primogénito no aguantase más de tres minutos antes de soltar todo su caliente esperma en la boca de su madre.
La madre sacó la polla del muchacho de su boca con lentitud para no perder ni una gota de esperma, normalmente no tragaba pero por ser su hijo hizo una excepción y tomó hasta la última gota de semen mientras se acariciaba su húmedo sexo y observaba como el pene de Juan comenzaba a perder volumen rápidamente.
– Esto aún no termina cariño- le dijo a su hijo en un susurro mientras se levantaba después de limpiar con mimo los restos de semen del pene del muchacho- todavía queda mucho que explorar- le dijo mientras sentía la polla del muchacho sobre su ombligo y se dedicaba a lamer el musculado y depilado torso de Juan.
El chico no necesitó demasiadas instrucciones por parte de su madre para comenzar a explorar el cuerpo de la mujer que tenía ante él, iniciando la exploración por la espalda para acabar agarrando con mucha firmeza las blandas y un poco grandes nalgas de Marta que gimió sorprendida cuando notó como el muchacho trataba de introducir un dedo en su ano.
Marta soltó un ligero gemido de gusto cuando notó el dedo índice de su hijo dentro de su culo, su marido siempre había sido excesivamente convencional a la hora de tener sexo y había tenido que ser ella la que se estimulase aquella zona, que en aquel momento lo hiciese su hijo hizo que su excitación siguiese creciendo.
La madre fue notando sobre su estómago como la polla de su hijo se iba poniendo dura a medida que Marta le besaba, mordía y chupaba sus duros pectorales.
– Estupendo- dijo Marta en un susurro mientras agarraba el miembro de su hijo, notando como las manos de este soltaban su trasero al momento, seguramente esperanzado de volver a correrse- creo que es hora de que vuelvas a la cama, pero como soy una mamá muy buena te voy a acompañar.
El chico se dejó guiar con total confianza en su madre, que le tiraba del pene con cuidado, subiéndole y bajándole la piel que cubría su generoso glande, Marta no pudo evitar salivar un poco más de los normal imaginando el orgasmo que estaba a punto de recibir.
La habitación de Juan estaba un poco desordenada, pero aquello no importó a la mujer que agarró la cabeza de su hijo estirando mucho los brazos, ya que este era unos 30 centímetros más alto que ella. La madre no sabía si aquella iba a ser la única ocasión que tendría de tener sexo con su hijo así que tan pronto colocó la cara de su Juan a su altura lo beso.
Se sintió terriblemente desilusionada los primeros segundos ya que su amante sonámbulo no hizo ni un solo amago de devolverla el beso, hasta que finalmente trató de introducir su lengua en la boca de su madre, tarea para la que Marta le dio todas las facilidades del mundo.
Tras un largo beso Marta siguió presionando los hombros de Juan hacia abajo para que este siguiese descendiendo y pudiese explorar el maduro cuerpo de la mujer con su lengua.
Juan se entretuvo un buen rato chupando y succionando los grandes y erectos pezones de su madre que no podía contenerse y gemía bastante más alto de lo que deseaba. La mujer, después de sentir la rápida lengua de su hijo en sus pechos siguió ejerciendo fuerza sobre los hombros del muchacho para que la cara de este quedarse a la altura de su sexo y lamiese aquella zona que tanto placer le daría.
El morbo de tener a su hijo arrodillado lamiéndola su húmeda vagina hizo que Marta tuviese que ponerse las manos en la boca para no gemir como una loca, y con total seguridad despertar a su marido.
El muchacho se portó como un amante de primera, atendiendo todas las necesidades de su madre sin mostrarse ni un poco impaciente para penetrar a la mujer que tanto estaba lamiendo.
– Buen trabajo mi niño- dijo la mujer inclinándose para volver a agarrar la polla de Juan, que estaba más dura que nunca, y comenzó a levantarlo lentamente mientras le acariciaba.
A la madre le habría encantado poder tumbar a su hijo en la cama y cabalgarlo hasta que ambos se corriesen, pero no tenía todas consigo de lograr hacerlo sin que este se despertase, así que decidió colocarse a cuatro patas dejando su culo al borde de la cama con las piernas bien separadas.
– Ahora vas a penetrar a una mujer, hijo- le dijo con una sonrisa mientras se pasaba el glande el muchacho por su sexo una y otra vez- no sé si lo has hecho antes, pero mamá está aquí para ayudarte.
Tan solo necesitó meter la cabeza de la polla de Juan en su sexo para que ese pudiese continuar solo, metiendo y sacando su hinchado y palpitante miembro en el sexo de su madre.
Marta se sorprendió de que el pene del muchacho creciese aún más dentro de ella, provocando que esta tuviese que estirarse para alcanzar la almohada de la cama en la que estaban y ponérsela en la cara mientras sentía las furiosas envestidas de Juan, pero el muchacho no la permitió estar en aquella postura ya que con las manos trató de encontrar los senos de su madre para agarrarlos con fuerza, cosa que hizo que Marta se excitase todavía más.
Con cada penetración del muchacho, a Marta le costaba menos aguantar con la boca cerrada, pese a que el placer seguía siendo muy intenso la mujer había conseguido reducir los sonidos que hacía al mínimo.
La mujer aguantó perfectamente hasta que su hijo comenzó cansarse y para recuperar fuerzas dejó caer su torso sobre la espalda de su madre, haciendo que tuviese que aguatar aquel peso con sus brazos mientras seguía sintiendo la polla de Juan embistiéndola cada vez con menos intensidad.
– Ahora mamá hará todo el trabajo, mi niño- dijo la mujer sonriendo cuando logró tumbar cuidadosamente al muchacho boca arriba en la cama, apuntando con su erecto pene al techo.
La madre separó los labios de su sexo lo más que pudo para que la polla de Juan entrase con los menos obstáculos posibles, logrando sentirla en los más profundo de su ser después de un par de hábiles movimientos.
Marta comenzó a cabalgar lentamente mientras agarraba las manos de su hijo para no perder el equilibrio, la mujer estaba en la gloria, en contadas ocasiones había tenido un miembro de esas dimensionas taladrándola, pero sin duda en ninguna de esas ocasiones había sentido el morbo y deseo que invadía su cuerpo en aquellos instantes.
– Buscas mi tetas, ¿eh bribón?- le preguntó la mujer sonriendo a sabiendas que el chico no era consciente de lo que hacía- como eres un buen chico con mamá te voy a dejar- sentenció la madre agarrando las muñecas de su hijo para llevar las grandes manos de Juan a los voluminosos pechos de Marta.
La mujer brincaba cada vez con más energía sobre el miembro de su hijo, que cada vez la penetraba más profundamente haciéndola soltar algún gemido más alto de lo que había estado dispuesta a expresar en un principio.
Marta notaba el como Juan le apretaba los senos con más fuerza a medida que su excitación crecía, lo que a la mujer le venía muy bien para poder controlar el orgasmo de su hijo, reduciendo el ritmo cuando veía que estaba cerca de correrse y aumentándolo cuando sentía que la erección del muchacho la llenaba menos de lo que ella deseaba. Lo que estaba claro era que no iba a permitir que el muchacho se corriese de nuevo hasta que ella no alcanzase el clímax.
– ¡Más, más, dame más!- exigió la mujer a media voz cabalgando con tal intensidad que los muelles de la cama del muchacho comenzaron a crujir bajo su peso.
Marta no se detuvo hasta que llegó al orgasmo y soltó todos sus fluidos sobre el hinchado miembro de su hijo, pero aún habiendo quedado satisfecha no dejó de saltar sobre la polla del muchacho, hacía mucho que no sentía tanto placer y no le parecía justo no dejar al chico acabar dentro de ella.
En el rostro de Juan se vio perfectamente el placer cuando este acabó por eyacular dentro de su madre haciendo que la mujer sintiese un buen chorro de semen invadiéndola.
– Buen trabajo mi niño- dijo Marta en un susurro aplastando con sus sudorosos senos el torso del muchacho y abrazándolo.
Después de unos minutos abrazando a su hijo y sintiendo sus manos recorrer todo su cuerpo la mujer comenzó a levantarse para ir al miembro del muchacho, que estaba empapado por los fluidos vaginales de Marta y con el capullo cubierto de restos de semen, que la mujer no dudó en comenzar a limpiar.
El pene de Juan desde luego había perdido su vitalidad inicial después de dos orgasmos, pero aún se mantenía en un tamaño considerable y no estaba del todo blanda, lo que hizo que el trabajo oral de Marta se desarrollase con mayor facilidad de la esperada.
– Estoy segura de que no será la última vez que nos veamos- dijo la mujer en un susurro después de dar una buena lamida a los testículos del muchacho.
Una vez consideró que había eliminado la mayor parte de pruebas de que en aquella cama había habido sexo, la mujer salió del lecho sigilosa para arropar al chico y darle un beso en la frente antes de marcharse al sofá y dormir como hacía mucho que no lo hacía.
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