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Mi timidez y mis tías 35

Cuando entré en el bar ya estaban algunos comensales a mitad, rápidamente dejé el maletín de Benito guardado y me lave los brazos y las manos bien, fui detrás de las camareras ayudándoles a servir o recoger platos, había mucha gente hoy precisamente que había llegado un poco tarde al entretenerme con el párroco.
En un momento que llevaba una bandeja llena de copas me crucé con Encarna la camarera, me excusé pues casi tropiezo con ella y le rompo el montón de platos que llevaba, me sonrió y me mandó un besito al aire.
En ese momento me di cuenta del tiempo que había pasado sin que hubiera dado clase a su hermana, cuando terminó el servicio las chicas se cambiaron y poco a poco se fueron hasta la noche, Encarna fue la última en recoger y ya soltándose el delantal entraba a la habitación donde tenían las taquillas, la interrumpí y le dije…
-       Encarna, perdóname pero se me ha ido el santo al cielo, no sé cómo se me ha podido olvidar el pasar por tu casa para dar clases a tu hermana, es imperdonable.
-       No te preocupes, desde que estuviste en mi casa han cambiado mucho las cosas, pero no te quedes ahí, vamos entra.
Yo me quedé un poco cortado pues era donde las chicas se cambiaban de ropa, pero como ya se habían ido todas entré tras ella.
Encarna se sentó en el banco frente a su taquilla, la abrió y me preguntó cómo me iba a mí, le contesté vagamente, lo cierto es que no me iba mal el verano.
-       Y tú que tal, nos vemos todos los días y no hablamos más que de trabajo.
-       Pues como te digo, en casa parece que ha dado todo la vuelta, mi hermana pequeña, si la recuerdas tan metida en sus muñecas y sus princesas ahora ha descubierto internet, en parte me alegro, para ella sirve para ver que hay un mundo aparte de Disney, pero también me da miedo a veces, ya la he pillados dos veces mirando en un chat a un chico meneando una polla de tamaño descomunal, lo peor de todo es que una de sus manos estaba en una tetita y la otra bajo de sus bragas, temo que le guste y pronto la estrene algún listo.
-       Uff, es un riesgo que tiene que correr, pero para eso esté su hermana, pues su madre…
-       Huy mi madre si te cuento.
La camarera se levantó y sacó la ropa de calle de la taquilla, hablando como estaba conmigo se abrió el uniforme, se lo quitó de una vez y se quedó con un sujetador tipo deportivo que le aplastaban las tetas dejándolas sin apenas formas y unas bragas blancas también altas hasta la cintura casi, se volvió a sentar a mi lado.
-       Mi madre sí que ha cambiado, pero sobre todo quien más ha cambiado ha sido mi hermana mayor.
-       No me digas, si tu hermana parecía muy pacifica.
-       Muy pacifica?, yo no sé lo que le dirías tú cuando aquel día vino a mi casa, pero ha cambiado un 100 %.
-       Tanto ha cambiado?, se fue más animada pero no creí que tanto.
-       Ah! Pues también yo salí con un chico.
-       Joder y no me dijiste nada, lo siento no me he preocupado de ti.
-       No pasa nada, solo fue un poco tiempo.
Encarna cogió de su lado un sujetador lila plegado con cuidado y lo abrió.
-       Te gusta?
-       Me encanta, siempre has tenido mucho gusto sobre todo con la lencería.
-       Gracias, tengo el conjunto, mira las bragas del juego. Son muy pequeñas pero creo que me sientan muy bien.
La chica se las puso delante para que viera el efecto, comparadas con las que llevaba blancas no se parecían en nada, eran todo lo contrario.
-       Mmm, no me puedo imaginar todo el conjunto puesto.
-       De verdad?, espera y veras.
Mientras extendía el sujetador sobre sus piernas se quitó el que llevaba, era elástico y presionaba las tetas sobre su pecho, quizá para trabajar iría más cómoda pero como estética no ofrecían nada.
Sus tetas entonces reclamaron su libertad y recuperaron el tamaño, la forma y la dureza que yo ya conocía.
-       Qué diferencia de sujetador, no podrías respirar con el blanco.
La chica se sacudió haciendo que las dos tetas se movieran de lado a lado, parecía que estaban creciendo por momentos, las marcas de las costuras del sujetador blanco se le marcaban aún.
Se lo hice notar, señalándoselas.
-       Si, se me quedan las marcas, muchas veces me tengo que masajear para que se me vayan, parecen estrías.
Encarna se giró hacia mí ofreciéndomelas para que intentara alisarlas.
Se las cogí las dos a la vez, desde debajo arriba iba pasando los dedos cada vez más fuerte, las yemas se hundían en la piel cada vez más dura, cuando los dedos llegaban a los pezones se reunían todos juntos y rodeaban las areolas pellizcándolos suavemente.
Cuando se iba a poner el sujetador lila sobre las tetas lo dejó a su lado, se puso de pie y se bajó las bragas blancas, la redondez de sus nalgas quedaron libres de aquella prenda tan basta.
Las sacó por los pies y cogiendo las nuevas las miró con detenimiento para comprobar la parte de delante y la trasera pues era casi igual, me di cuenta de que tenía el pubis cubierto de vello, me extraño y ella me vio y me dijo.
-       Lo siento pero un día por otro no he ido a depilarme, seguro que no te gusta.
-       Claro que me gusta, no tengo preferencias, a mí me gustan todos.
-       Me lo creo, eres un pillín, pero seguro que si te tuvieras que depilar tú, no lo harías.
-       Cómo que no! Soy muy sufrido.
-       Jajaja, todos los hombre decís lo mismo, pero a la hora de la verdad, nada.
-       Que te apuestas?, soy un machote.
-       Jajaja, si todas las apuestas las tuviera tan seguras… nada, no quiero ganar tan fácil.
-       Bueno, vale pero te quedarás con la duda.
-       Que iluso eres, crees que no te voy a ganar?
-       Apuesta pues…
-       Y que quieres apostar?
-       No se… bueno se me ocurre una cosa, has oído la ley de los imanes?
-       Y que tiene eso que ver?
-       Pues que los polos opuestos se atraen y los mismos se repelen.
-       Y?
-       Pues que si los dos llevamos pelo nada…
-       Y si no? Que seguro que es que no!, que?
-       Pues que se atraerán.
-       No te acabo de entender pero acepto.
-       Vale pero quítate del todo las bragas esas que cortan el rollo, además también te hacen marcas.
-       Se dio la vuelta dejándome su culo frente a mí, desde la cintura hasta casi bajo de las nalgas estaban marcadas con rayas rojas.
Le pasé las dos manos presionando cada vez más los redondos cachetes, sin que se volviera desde detrás le pasé las manos por el vientre donde creí que tendría también marcas hasta que baje hasta donde empezaba la maraña de pelo, luego seguí por los lados hasta llegar a las ingles, ella me dejaba hacer poniendo las manos en jarras.
Cuando le hube frotado varias veces por la misma ruta le di una nalgada como fin de la operación.
-       Te has dado cuenta de que tienes unas marcas de pinchazos en la espalda?
-       Ah! Si, es un recuerdo de mi anterior novio, el que te conté antes.
-       Que era enfermero?
-       No, es acupuntor, me dio unas sesiones, pero no me hicieron nada, a quien sí que le hicieron fue a mi hermana mayor.
Mientras hablaba Encarna ponía su mano sobre mi muslo, quizá sin intención, pero mi polla no entiende de sutilezas y empezó a crecer.
-       Mi hermana cuando salió de mi casa esperó a mi cuñado y a partir de ese día se lo follaba todos los días antes de salir de casa, al principio el cumplía y seguía haciéndole recados a mi madre, se encontraban en cualquier sitio y follaban lo que querían, mi hermana no decía nada pero todas las mañanas con el desayuno se la tenía que follar, Pedro iba cumpliendo pero poco a poco se le veía menos impetuoso, a mi hermana la follaba como era preceptivo pero a mi madre iba distanciando sus recados, mi madre le exigió que siguiera follándola como antes y mi hermana no se rendía y seguía con su polvo matutino, Pedro iba demacrándose y perdiendo vigor, mi novio le dijo a Pedro que eso se curaba con una sesión de acupuntura, se la hizo en su casa. Pedro le contó si podría darle más vigor en la polla, le dijo que lo mismo podía darle que quitarle, según donde ponía las agujas.
Mi cuñado le propuso enviarle a mi hermana    para que la calmase.
A partir de ese día mi hermana va tres veces a la semana por la tarde a casa de mi ex novio, y lo mejor de todo es que no le clava las agujas de acupuntura, sino su polla, que puedo jurar es una maravilla, tanto de larga como de gorda.
-       Pues me dejas de piedra, si que han pasado cosas en casa sí, no tenía ni idea, entonces tu hermana que tenía sus complejos…
-       Pues ahora se folla todo lo que anda, yo rompí con mi novio, me confesó que estaba encoñado con mi hermana, y mi madre apenas se habla con ella porque nota que Pedro ya no cumple ni dura tanto dentro de ella como antes.
-       Y desde entonces no sales con nadie?
-       Si hace poco salgo son otro chico, este es más pacífico, no quiero que me pase como con el otro.
-       Pues menos mal.
-       Bueno que hablando, nos hemos olvidado de tu perdida apuesta.
-       Pero me sabría mal que tu novio se enfadara si pierdes.
-       Jajaja, que iluso, primero que la apuesta la hago yo, y yo cumplo, además que es jugar a ganar seguro.
-       Vale siento perder así, me hacía ilusión pegar mi pubis al tuyo, lástima pues con esa melena escondes un tesoro, y se me hace la boca agua como deben saber tus labios tiernos sin hablar de la sensación de ponerte el clítoris como una almendra pelada.
-       Calla, anda calla, que me estas poniendo cachonda a tope, si te soy sincera mi coño está húmedo recordando cuando te he tenido dentro. Vamos a ver tu cabellera.
Me subí al banco donde estábamos sentados y lentamente me saque el cinturón del pantalón, ella sentada a mi lado se reía de la actuación, cuando me despasé el pantalón y me baje la bragueta Encarna aplaudía contenta, los pantalones cayeron a mis pies y me los saqué, me bajé el bóxer poco a poco, hasta donde debía empezar mi melena, ahí la deje y le dije…
-       Bueno Encarna, te dejo que disfrutes de tu éxito, me muero de vergüenza de haber perdido.
La chica se sentó cómodamente pasando una pierna al otro lado del banco, desde arriba veía sus tetas separadas como casi le molestaban a los brazos, las puntas parecían espoletas de obús, sobre el banco los labios del coño se habían abierto separando los pelos en dos mitades, los rizos rubios se habrían para asomar el botón brillante ya, un cerco de humedad marcó el frio banco.
Ejercitó los dedos como si fuera a tocar el piano y me cogió de la cintura del bóxer para tirar de él, pero antes pasó la mano sobre el bulto de mi polla que estaba vertical un poco ladeada sobre mi pierna, la apretaba notando cada una de mis venas, hasta pasó la otra mano entre mis piernas y atrapó mis huevos que se encogieron refugiándose bajo la verga.
Cerró los ojos cuando tiró hacia abajo lentamente el calzoncillo, su interés era ver aparecer mi polla pues de la apuesta estaba segura, el glande apareció cubierto y el tronco marcado por las venas rojas, cuando de un tirón dejó los calzoncillos en mis rodillas, abrió los ojos incrédula, no sabía si de la nueva visión del pubis depilado completamente o del efecto que producía en mi polla al aparentar mucho más larga y gruesa al verse sola acompañada de los huevos rugosos pegados bajo ella.
-       Oooooh! Manu, que has hecho? Te ha crecido la polla?, parece casi el doble, que barbaridad, que larga y dura, ah! Y además te has depilado, he perdido, lo reconozco, pero no me importa, de todas formas no iba a renunciar tener esta polla dentro de mí, creo que tienes razón, polos opuestos se atraen y estoy deseando que nuestros pubis se junten o mejor que se peguen pero que tu polla esté dentro de mí.
-       Nunca me he alegrado más de ganar una apuesta como esta, pero me preocupa tu novio.
-       No te preocupes de él, ahora solo quiero tu polla, no la cambiaba por nada en el mundo, la de él no es ni la mitad de tu verga.
Me estiró de la polla hasta hacerme sentar en el banco, se subió a mis piernas y me abrazó, con movimientos serpenteantes sus caderas se acercaron a las mías hasta que notó como mi polla estaba entre sus labios menores justo en la entrada de su mojada vagina.
Solo dio un empujón de cadera y mi polla desapareció dentro de su coño, miré hacia abajo y solo vi los pelos de Encarna y la calva mía, de mi polla ningún indicio.
Suspiró y se echo hacia atrás para que le cogiera las tetas y se las besara, le puse los pezones llenos de saliva cuando se elevó hasta casi sacarse el glande, se dejó caer sin miedo, verticalmente su vagina recibió todo mi tronco chasqueando al hacer tope.
No dejó de saltar sobre mí, no decía nada, solo de vez en cuando susurraba.
-       Que polla, diooos, que polla, que delicia, me quiero correr sobre ti, te importa?
-       No te preocupes por mí, me gusta ver tu cara cuando te corres, eres una maravilla de mujer.
-       Aguanta Manu, hazlo por mí,
-       Encarna mi polla es tuya, haz de mí lo que quieras.
-       Te voy a gozar, hoy voy a follarte esa polla.
-       Aquí la tienes dura y gorda para llenarte el coño.
La chica se empleó a fondo, el banco chirriaba con los movimientos violentos que soportaba, la chica empezó suspirando pero según subía la calentura gemía y susurraba, cuando se corrió de su garganta salió un alarido de placer, vi de reojo la puerta del cuarto que se abría un poco, Encarna me tapaba la visión pero reconocí el pelo de mi madre, la puerta se cerró sin ruido.
Tras el primer orgasmo Encarna no se conformó y ella sola se tumbó boca abajo sobre el banco con las piernas colgando a sus lados, me puse detrás, el coño rezumaba humedad, los labios mojados y el clítoris brillaba entre los labios que hacía ventosa sobre el banco, me incline sobre su espalda y le metí la polla en el coño hasta el fondo, ella se agarro al banco y me dijo…
-       Métela toda Manu, métela toda pero no te corras dentro por favor, esta noche me van a comer el coño y no quiero que se note tu leche.
-       Lo entiendo, entonces donde quieres la leche, en las tetas o en la boca?.
-       Esa polla merece llenarme y me vas a llenar, métela en el culo.
-       Pero no te he dilatado, te va a doler!
-       Mójame con saliva, del resto me ocupo yo.
Le hice caso y le eche un salivazo entre sus nalgas, cuando llegó a rodear su rugoso ano empujé y se aplastó el glande contra él, pero al fin mi polla gano la batalla y se abrió paso. Encarna crispaba las manos sobre el banco pero no dijo nada, simplemente me animaba.
-       Sigue Manu, ya no debe faltar nada, aprieta hasta romperme el culo.
No llegué a tanto, pero mi polla desapareció dentro del culo de Encarna, no dejé de meter y sacar hasta que la llené de leche, antes se había vuelto a correr, se quedó abandonada sobre el banco con los brazos y las piernas colgando, mientras yo le daba besos por toda la espalda ella sentía la piel de gallina, las tetas caían a los lados de su cuerpo aplastadas.
Tardó un rato en levantarse, se puso el sujetador lila primero haciendo tiempo que mi semen fuera saliendo de su culo, se secó como pudo y se puso un salva slip para que absorbiera el que le quedaba dentro y sus flujos.
Metió su ropa de trabajo en una bolsa para lavarla en casa, salimos del cuarto, el bar a esas horas estaba desierto, mi madre tras la barra se giró con una sonrisa.
Cuando salió Encarna, Ricardo me llamo a un rincón del restaurante, me preguntó que había pasado dentro del cuarto, le contesté.
-       Tranquilo Ricardo, no ha pasado nada malo, si no todo lo contrario.
-       Ya me lo imagino por los gemidos que se oían, tu madre se ha asomado para ver qué pasaba.
-       Si, ya le he visto.
-       Le he preguntado y con las manos me ha dicho que estabais follando, luego se ha metido detrás de la barra y se ha arrimado al canto del botellero, se ha estado restregando entre las piernas con él, yo desde aquí podía verla como se subía la falda y se acoplaba metiéndose entre las piernas la arista del mueble, frotándose contra él, no he podido evitarlo y me he sacado la polla y me la he meneado, tu madre me ha visto y entonces se ha quitado las bragas y se ha pegado directamente contra el botellero, mientras me miraba como me hacía una paja, cuando se ha corrido sobre el botellero se estaba metiendo una botella de cerveza vacía en el coño mientras veía como yo llenaba una servilleta de leche de mi polla.
-       Vaya, veo que no puedo tener secretos.
-       Por lo menos son compartidos, jajaja, otra cosa, hace día que te lo quiero decir, no sé si te habrás fijado que tengo dos clientas asiduas, son dos bellezones, se llaman Isa y Carmen y me han preguntado varias veces por ti.
-       Ah, ya sé quien son, cuando llegué en seguida quisieron ligar pero mi madre me advirtió sobre ellas, me dijo que eran unas pumas come hombres y que se habían tirado a casi todo el pueblo.
-       Seguro que será verdad, yo el otro día cuando estaban comiendo me fijé que a una se le salía por el escote medio pezón, con discreción se lo insinué pero ella me dijo que siempre le pasaba, que se había operado de tetas y se los habían dejado demasiado altos, para demostrarlo se sacó las tetas, tenía unos melones redondos y bastante separados, la otra me dijo que también se había operado, le dije que no se notaba, me explico que ella se los había reducido y también me las enseñó, me hizo ver las cicatrices y como le habían recolocado los pezones, le habían quedado preciosas, y me han dicho si podía presentártelas.
-       Bueno, no creo que se coman a nadie, ya hablamos cuando no haya muchas mesas ocupadas.
Cuando vi al día siguiente a Benito le devolví el maletín, le puse al día de mi visita a la alcaldesa y me felicitó sobre todo por mi conversación con el cura, entre los dos le daríamos una mejor vida a la alcaldesa y sobre todo a su familia, le hizo gracia el favor que le hice a la hija, a partir de ese día reinaría la paz en esa casa.
Me informó sobre una llamada que había tenido, doña Francisca le había dado su número de teléfono a la mujer del jefe de policía, esta le había llamado muy angustiada y quería que la atendiera pero con la máxima discreción pues su marido además del jefe de policía era muy orgulloso y egocéntrico, se creía el sheriff del pueblo y tenía mucho de machista además de mujeriego, también le habló de algo sobre su hija, pero no se atrevió a contármelo pues su marido las controlaba hasta por teléfono.
Me dijo que Dª Francisca había medio convencido al policía para que aceptara que vinieran a la consulta, tendríamos que ir con extremo cuidado.
Cuando quedaron al día siguiente nos fuimos pronto a casa del médico, Alba se alegró mucho de verme, yo también tenía muchas ganas de verla, cada día encontraba cambios en ella, ahora se había incluso pintado un poco los labios y los ojos, hasta su padre lo notó y sonrió.
Preparamos la sala de consulta y la de espera, al rato se oyó llegar un coche a gran velocidad, nos extraño pues el camino de entrada era de tierra, pero el coche que llegaba era de policía, en el venía la mujer y la hija traída por un agente con gesto serio, ni siquiera salió del coche para ayudarlas a bajar, venía con la orden de dejarlas allí y volver más tarde.
Benito recibió a las mujeres, y luego me las presentó a mí, la madre hablaba atropelladamente por lo que Benito prefirió que yo atendiera a la hija mas callada y mientras él conversaba con la madre en la sala de espera.
La chica se mostraba muy asustada y tímida, por lo que tuve que recurrir a mi juventud para ganarme su confianza, con la tiranía de su padre y la pasividad de su madre estaba atemorizada.
Le hice comprender que los problemas de los jóvenes debíamos resolver los jóvenes, eso le gustó y empezó a abrirse más, en la consulta me senté a su lado sobre la camilla en plan colega, no se atrevía a contarme nada, se volvía constantemente a ver si su madre la oiría, le cogí la mano y la tranquilice.
-       A ver cuéntame, te veo nerviosa, qué te pasa?
-       Pues que no vivo, mi padre nos tiene aterrorizadas, a mi madre no la deja en paz y la espía sin dejarle salir casi de casa y le obliga a vigilarme a mí, ella no quiere pero no tiene más remedio que hacerlo y entre los dos no vivo.
-       Bueno, pero tú vas al instituto, te relacionas con gente, con chicos, seguro que tendrás algún novio por ahí.
-       Eso es lo peor, salí un día con una chico, se nos hizo de noche y estábamos en su coche, el chico quiso besarme, a mi me gustaba y me dejé.
-       Bueno solo un beso no es una experiencia sexual.
-       Bueno no fue un beso solo, nos dimos varios y cuando me puso la mano sobre una teta lo dejé, las tenía duras de caliente que estaba, dejé que me las sacara y me las comiera, me cogió mi mano y me la fue a poner sobre su bragueta, pero mi padre nos descubrió, se volvió loco, empezó a gritar y a zarandear al coche, casi lo vuelca, apenas tuve tiempo de abrocharme la camisa y guardarme las tetas cuando abrió la puerta y de un estirón me sacó del coche, el chico salió huyendo, pero al día siguiente mi padre lo detuvo con el coche patrulla, lo llevó al calabozo y le amenazó que lo iba a encerrar para toda la vida.
-       Desde entonces ya no se me ha acercado ningún chico, se corrió la voz y ni las chicas quieren saber nada de mí, se burlan por qué no he estado con ningún chico.
-       Entonces no has hecho el amor con nadie?
-       No, todavía no, aunque yo sí que quiero, pero mi padre me ha amenazado con darme una paliza y mi madre me pregunta de vez en cuando si soy virgen, también está asustada.
-       Pues sí que tienes un padre duro, no sé cómo ayudarte, aunque posiblemente podríamos encontrar un punto intermedio, tú que es lo que quieres realmente?
-       Pues quiero solo ser una chica normal, sentirme mujer, que mis amigos me acepten como ellos y cuando encuentre un chico que pueda salir sin miedo, esto de ser virgen me atormenta.
-       Bueno, la verdad imagino que tendrás un montón de admiradores aunque no se atrevan a decírtelo.
-       Algunos cuando pasan por mi lado me dicen que tengo las tetas muy buenas y que me harían cosas en ellas.
-       Y tú que les dices?
-       Nada, pero noto como se me ponen los pezones duros imaginando que me chupan con la boca, ahora mismo me pasa solo de pensarlo.
-       Pues no lo parece.
-       Porque llevo un sujetador que me ha comprado mi madre para que no se me note nada y me obliga a ponerme algodones para disimularlos, los tengo muy largos.
-       A ver, quizá eso no sea bueno para ellos.
La chica se subió la camiseta que llevaba, un sujetador que parecía una armadura tapaba por completo sus tetas, las llevaba aplastadas.
-       Las quieres ver más?
-       Sí claro, así solo veo la coraza que llevas.
Se soltó el cierre que llevaba por delante entre las copas reforzadas, y cuando las separó aparecieron un par de tetas blancas, con unos pezones todavía aplastados, pero que el notar el fresco de la habitación cobraron vida.
-       Y dices que se te ponen muy duros cuando te los chupan?
-       Y sin chuparlos, con solo tocarlos, ya crecen, pero si los chupan parece que se van a salir.
-       Veamos pues, quieres que lo pruebe yo?
-       Claro, así te lo creerás.
Mi boca se pegó a ellos como una ventosa, primero los lamí suavemente, vi la trasformación poco a poco, pero cuando los chupé y los metí atrapados con mis dientes y los lamí desde dentro, parecían dátiles maduros, la chica me cogió instintivamente la cabeza y me atrajo hacia ella, me cambiaba de teta según prefería, cuando pude separarme me faltaba la respiración y la saliva, las tetas estaban rojas del roce de mi barba incipiente.
-       Pues es verdad que son muy sensibles, es una pena que nadie te los chupe de vez en cuando.
-       Y lo peor es que entre las piernas noto un ardor que me quema, las siento mojadas, pero mi madre me ha dicho que ni se me ocurra tocármelas.
-       Las madres ya se sabe, quieren lo mejor para sus hijos, pero a veces exageran, a ti te gustaría que te acariciaran las piernas y te calmaran el ardor que sientes?
-       Claro pero no puede ser, me lo notaría mi madre.
-       Bueno pero si en vez de las piernas te tocara el ombligo que te diría tu madre.
-       Ah! De eso no me ha dicho nada.
-       Bueno pues si tu quieres te puedo tocar por el ombligo.
-       Me parece bien, lo tengo muy bonito.
Con la camiseta todavía levantada y las tetas brillantes de duras le pasé la mano por el estómago hasta el ombligo, ella encogía el vientre con el paso de mi mano, le recorrí de lado a lado, al encoger el vientre sacaba las tetas y yo se las iba chupando, ella estaba más pendiente de las tetas que de mi mano.
Cuando bajando llegué al comienzo de su monte de Venus la alfombra mullida de su pubis me frenó la mano, la chica también me cogió de la muñeca y me advirtió.
-       Ya te he dicho que mi madre no quiere que me toque las piernas.
-       No te preocupes, te prometo que no te voy a tocar las piernas.
Bajé la mano con mucho cuidado de no tocarle las piernas, no llegué aventurarme a acercarme a las ingles.
-       Para que no te toque las piernas sepáralas todo lo que puedas.
La chica obedeció pero las bragas que llevaba eran de algodón y no daban de sí mucho, solo pudo abrirlas un poco.
-       Ya no puedo abrirlas más, me quito las bragas?
-       Creo que es un buena idea, así no te harán marcas.
Se bajó de la camilla y se las quitó, al agacharse el sujetador se le cayó al suelo, los algodones que escondían se vieron también en el suelo, los cogí y los tiré a la papelera.
Cuando se levantó solo le quedaba la camiseta enrollada en el cuello, se la quite por la cabeza y ella se sintió aliviada.
Con la mano empecé de nuevo desde el ombligo hacia abajo, pero directamente a la mata de pelo rubio, ella inmediatamente separó las piernas totalmente, con sumo cuidado mis dedos fueron bajando sobre el pelo que cubrían sus labios hasta llegar casi al ano, al volver hacia arriba toda la mano cubría la maraña de vello, excepto el dedo corazón que profundizaba más que los demás y se abría paso entre los labios de la chica, ella intentó cerrar las piernas al notar mi dedo, pero la miré advirtiéndole que no quería tocarla y las mantuvo separadas, estuve quieto unos segundos con el dedo entre los labios menores, estaban húmedos y con cuidado metí la primera falange en la vagina, hasta que noté el himen que derraba la entrada.
Seguí hacia arriba con cuidado de no tocar los muslos, pero sí que mi dedo recorría el valle de sus labios hasta pasar sobre el clítoris, ella se cogió las tetas y se estiró los pezones mientras apoyaba su cabeza en mi hombro.
-       Te hago daño? Quieres que siga?
-       Siii por favor, pero no me toques las piernas.
En el clítoris me entretuve más, estuve probando cómo le daba más placer, si con movimientos circulares o laterales, al fin noté que si lo aprisionaba con dos dedos y los recorría de arriba abajo la chica se derretía de gusto.
Su cabeza en mi hombro se movía buscando mi cuello, sus labios rozaron apenas mi cuello y le cogí una de las manos que estiraba su pezón y la dejé sobre mi bragueta abultada.
Ella en un principio solo la dejó apoyada, pero yo le daba impulso al capullo y se levantaba a golpes.
Sus dedos fueron tomando vida y poco a poco moviéndose sobre el bulto que escondía.
-       Esto es tu miembro?
-       Bueno, si parte de él.
-       Has dicho parte solo?
-       Claro, no es solo lo que has tocado, es todo un conjunto.
-       Es una pena que mi padre nos hubiera pillado aquel día, estaba a punto de tocárselo a aquel chico.
-       Pero hoy no está tu padre aquí, puedes tocarlo.
-       Pero si se entera mi madre con el miedo que le tiene se lo dirá.
-       No temas, tu madre está con don Benito que seguro le estará dando su buena medicina, lo que hagas aquí dentro no se enterará nadie.
-       Me lo prometes?, la verdad es que me gustaría mucho ver como es tu polla, parece muy grande.
-       Pues abre el pantalón y la descubres tu misma.
Torpemente la chica estuvo soltándome el cinturón apenas podía bajar la cremallera y lo tuve que hacer yo, solo le dejé como tarea bajarme los calzoncillos, pero no se atrevía, continuamente miraba a la puerta por si aparecía su madre o su padre, poco a poco paso la mano por encima de la tela y comprobó su tamaño, parece que era la primera vez que lo hacía y le daba miedo comprobarlo, así que metió las manos por los camales y las subió hacia arriba por las piernas, cuando se juntaron lo primero que tocaron fueron mis huevos, lo palparon comprobando su redondez…
-       Son los huevos?, están duros.
-       Porque están llenos
-       Me gustan, están tibios y ásperos.
Sus manos continuaron hacia arriba, ya habían notado que debajo de mis huevos empezaba la dureza de mi polla y seguía por encima de ellos, siguió el tronco hasta llegar al glande.
Bajo la tela los nudillos de sus dedos se marcaban avanzando sobre mi polla, cuando llegó a coger el capullo con las dos manos estiró hacia ella haciendo hueco el calzoncillo y se asomó por la cintura, el glande descubierto y brillante la miraba con su solo ojo.
Bajo los calzoncillos y mi polla depilada apareció exultante frente a sus ojos.
-       Que grande y que gorda, pero me gusta, y para dejar de ser virgen se hace con esto?
-       Se puede hacer con muchas cosas pero con esto es lo mejor, es lo más apropiado.
-       Pues a mí me da miedo, no me cabría dentro me harías mucho daño.
-       Podemos hacerlo de dos formas, si quieres lo haces tú o puedo probar a hacerlo yo.
-       Yo lo puedo hacer?
-       Claro, tú puedes ir metiéndolo según te apetezca, si tienes miedo o te duele mucho puedes parar, puedes ir lento o más rápido, a tu gusto siempre.
-       Y si me lo haces tú?
-       Pues será casi lo mismo, pero yo lo haré tan suave y rápido que no te darás ni cuenta.
-       Pues prefiero hacerlo yo.
-       Como quieras, yo me sentaré en esta silla y tú te sientas en mis piernas y te vas dejando caer suavemente.
-       Vale, y puedo parar cuando quiera?
-       Naturalmente.
-       La chica se subió a horcajadas sobre mí, su coño peludo se pegó a mi pubis abrazando con sus labios el capullo, se sentó despacio pero el capullo resbalaba hasta salirse entre los pelos.
-       No puedo, no quiere entrar.
-       Espera yo lo sujeto, siéntate tu sola.
Se volvió a sentar, mientras llegaba le paseaba entre sus labios el glande, ella lo seguía para encararlo en su vagina, cuando lo hizo se dejó caer, pero fue un segundo, saltó y se puso de pie otra vez.
-       No puedo, es imposible, no cabe.
-       Tienes que tener paciencia, espera y te ayudaré un poco, te voy a poner un gel que te lubricará.
El gel además de lubricarla le dio una sensación de calor suave que se extendía por sus labios hasta el ombligo, intentó meterla otra vez pero no se atrevía.
-       Mira si quieres me puedes abrazar, y contamos hasta tres, solo te ha besado aquel chico?
-       Si solo, fue un momento en los labios los otros fueron en las tetas.
-       Pues si quieres me puedes besar, si te gusta sigues.
La chica cerró los ojos esperando que yo la besara, tuve que ladear la cabeza buscando el ángulo para evitar la nariz y alcanzar sus labios, cuando los toqué los noté tan tiernos que parecían de mantequilla, con los dientes cerrados fue un piquito, a la segunda vez le cogí su labio inferior y los mordí un poco, ella abrió la boca y se quejó, al sacar la lengua un poco la rocé con la mía y la envolví dentro de su boca, sentí como me rodeaba con los brazos con fuerza pero con ternura, me mordió como yo se lo había enseñado pegándose a mi pecho, sus tetas aplastadas contra mi solo hicieron que sus besos de hicieran mas pasionales, se apretaba contra mí buscando el contacto de los dos cuerpos, posiblemente no notaba como al abrazarse mi polla se iba metiendo en su coño, cuando noté que el glande hizo tope la abracé por la cintura ella seguía besándome cada vez con más pasión ya nuestras bocas se fundían buscándose los labios y las lenguas, la solté de las caderas pues hacía arco y no se me juntaba lo suficiente y le cogí de las nalgas, las tenía duras y al estar abiertas estaban separadas, cada una en una mano, la besé fuerte, nuestros alientos se mezclaron cuando la atraje hacia mí apretando sus nalgas, ella se quedó un momento quieta, sentí como la resistencia en mi capullo había cesado y seguía su camino hacia dentro de la chica.
Fue ella la que reanudó los besos, paró solo un momento y me preguntó al oído.
-       Que me ha pasado?
-       Nada, que ya eres mujer, ya estoy dentro de ti.
-       Ya lo había notado, hazme mujer todo lo que puedas, hasta dentro del todo.
-       Los besos que nos habíamos dado significaban mucho para la chica pues fue más efectivos que mi polla, se abrazó a mí y gimiendo como si llorara se corrió, me estrujaba más que me abrazaba, yo estaba dudando si lloraba o si se corría de verdad.
-       Has llorado?
-       Sí, pero de gusto, quiero que te corras dentro de mí.
-       Un momento, en eso le voy a dar la razón por lo menos a tu madre, no permitas que nadie se corra dentro de ti por mucho que te apetezca, a mí también me gustaría llenarte de leche, pero me voy a poner un condón, y es lo que debes usar siempre, si el chico no tiene tú debes de llevar en el bolso siempre, entendido?.
-       Gracias por tener tanta consideración, me sentía tan a gusto que no me importaba nada.
-       Pues imagina a tu padre cuando estés tan caliente y usa el preservativo.
La chica se levantó y como no había visto ninguno le hice que me lo pusiera ella para aprender, cuando me lo dejó desenrollado en mi tronco se tumbó en la camilla, en la orilla con las piernas abiertas.
-       No me toques las piernas pero méteme la polla hasta dentro del todo.
No le toque las piernas pero el condón se llenó de leche dentro de su coño, cuando la saqué estuvo mirando la cantidad de semen que colgaba dentro de la goma.
-       Ese es tu verdadero enemigo, procura que no te preñen.
-       Pero ahora que le diré a mi madre?, no sé mentir, si me pregunta que si soy virgen que le digo?
-       No le mentiras si le dices que sigues siendo virgen.
-       Como puede ser, si me has metido tu hermosa polla hasta dentro?
-       Pues porque no te he desvirgado del todo.
-       Por qué no? Yo quiero ser virgen.
-       Te podría terminar de desvirgar pero es mejor que tú decidas cuando y con quien quieras.
-       Y que tengo que hacer?
-       Pues simplemente darte la vuelta, imagina que yo te pongo la polla en tu precioso y estrecho culo y aprieto.
-       Que pasaría?
-       Pues que te follaría el culo y serías virgen por los dos lados.
-       Entonces puedo decir que soy virgen?
-       Claro, pero no digas por donde, será nuestro secreto.
-       Y como se lo diré a mis amigas, no me creerán.
-       Pues yo de ti haría una cosa cuando tengas la regla, a las amigas que te lleves bien les enseñas un tampón de los más grandes que encuentres y les dices que te lo vas a cambiar y a las amigas que no te caigan bien se lo enseñas cuando ya te lo hayas cambiado, con una o dos que lo vean se correrá la voz y te considerarán como una experimentada folladora.
-       Mmm gracias Manu, nunca se me habría ocurrido.
-       De nada preciosa, ah! Perdona pero cómo te llamas?
-       Me llamo Hortensia, encantada de conocerte Manu.
-       Un placer.
Mientras en la salita de estar…
-       Don Benito estoy muy nerviosa, no se aún como me he atrevido a venir, si no es por mi hija que me hace sufrir tanto…
-       No será para tanto mujer, que le pasa, le daré un tranquilizante y me cuenta.
-       Pues se lo gradezco pues estoy varios días que no duermo apenas.
-       Vamos a ver cuénteme desde el principio para poder diagnosticar mejor,
-       Como usted ya sabe mi marido es policía, y de los de antes, muy autoritario y siempre cree que tiene la razón y hay que hacer lo que él dice y como lo dice, yo he procurado amoldarme a sus gustos pero ha llegado un momento que no puedo resistir, ahora se amplía a mi hija.
-       Vamos por partes que le pasa con usted?
-       Pues antes de este pueblo hemos estado en varios destinos y de policía simple ha llegado a comisario aquí, pero según iba cogiendo grado se iba haciendo más prepotente tanto en el trabajo como en casa.
-       Y sus relaciones de pareja como van?
-       Pues…. Mal, durante muchos años he estado notando como venía con los pantalones manchados por la bragueta, yo al principio no sospechaba, creía que era de la oficina, pero una vecina me dijo que era de flujo de una vagina, en verdad lo parecía, blanquecino, pegajoso, acartonado, pero yo lo fui dejando y cada vez lo hacía con más frecuencia al final ya no se escondía llevaba hasta la camisa llenas de jugos de a saber que coños y con salpicones de leche, yo lavaba y lavaba sin decir nada, más tarde me enteré que de mote le llamaban “el mastín” porque a las que detenía se las follaba a lo perrito.
-       Y con usted en la cama como se portaba?
-       Pues imagínese, cuando venía enfadado por lo que fura me daba la vuelta y yo ya sabía el castigo, corría a por la crema y me untaba el culo, él ni se lavaba, me metía su polla con un cabezón redondo como una pelota, sin miramiento, a la primera, no paraba hasta que se hundía en mi culo y seguía hasta llenarme de leche, luego se dormía y al otro día se le había pasado el enfado, pero si venía contento, la mayoría de las veces porque venía de la cantina con los compañeros, de dos estirones me abría la blusa y me arrancaba el sujetador, yo ya sabía lo que me tocaba, me apretaba las tetas juntas y el ponía su asquerosa polla entre ellas y me follaba las tetas, encima yo tenía que meterme el capullo maloliente en la boca cada vez que asomaba entre mis tetas, ah! Y cuando se corría tenía que estar atenta de que no se perdiera ni una gota de leche fuera de mi boca, luego me apretaba la nariz hasta que me la tragaba toda.
-       Y por el coño no la follaba?
-       Pues fíjese, no, solo en contadas ocasiones cuando me dejó preñada de mi hija varias veces, luego nada, yo intenté ponerme en cuatro por si le recordaba a las putas que se follaba cuando iba de patrulla, pero nada, el me la metía en el culo siempre.
-       Qué curioso, sí que lo lamento y usted que hace pues?
-       Pues me deshago haciéndome dedos, cuando me corro sola en mi habitación duermo un rato bien por lo menos.
-       Pues veo difícil su caso y que quiere de mi pues?
-       Pues es que tengo un problema, un día que me dejó ir a comprar unas telas, me encontré con una amiga de la infancia, me contó muchas cosas, entre ellas lo bien que lo pasaban en unas reuniones que hacían, yo pensé que eran de colonias o de taper para la nevera, pero me llevó a una que era de juguetes sexuales, yo no había vista nunca nada de aquello, me enseñaron de todo, unos látigos para flagelar, esposas pera atar a la cama, ropa sexi para disfrazarse, incluso unos consoladores de gran tamaño a pilas con una serie de artilugios que imitaban incluso superaban a la polla más activa, hubieron chicas que se los probaron allí mismo, se abrieron de piernas y unas a otras se ayudaban, se metían unas pollas inmensas y se las clavaban hasta dentro, gemían y chillaban como locas pero cada vez querían más, yo por vergüenza y después de mucho insistirme me vendieron lo más discreto posible unas bolas chinas y un rosario de bolas atadas, me explicaron más o menos como se usaban pero yo me moría de vergüenza y no me enteré, pero hace unos días estaba sola y vi en la tele una película donde se besaban y al final follaban una pareja, me acaricié como siempre con la mano, pero me acordé y saqué los juguetes, las bolas chinas me las pude en la vagina y de momento me daban mucho gusto, me corrí dos veces, estaba encantada con ellas, vibraban dentro de mi siempre, me acostumbre a llevarlas hasta cuando salía al mercado, pero hace dos día me puse la ristra de bolas atadas por el culo, pero lo que no sabía que había que dejar un trozo de hilo fuera y se me han quedado dentro, para más desgracia es que las bolas se ha hundido tanto que no llego con los dedos para sacarlas.
-       Bueno la naturaleza hará que salgan las bolas y todo.
-       Pues no salen y mi temor es que si viene mi marido y me mete la polla por el culo y salen el rosario de bolas, me mata y las bolas chinas cuando me baje la reglas no voy a poder ponerme los tampones, así es que estoy desesperada.
-       Bueno, no creo que sea difícil solucionar esto, acompáñeme a esta salita que tengo para descansar y lo veremos pues hay más luz.
En la salita había una mesa con unas sillas y un sofá que Benito usaba para hace sus siestas, del aparador sacó unos palillos chinos, había casi aprendido en alguna cena con los del grupo.
-       Vamos a ver señora… a todo esto como se llama?
-       Me llamo Eugenia, para servirle.
-       Gracias Eugenia, voy a ver si le puedo ayudar, pero usted tiene que colaborar también
-       Lo que pida doctor, lo que pida.
-       Bien pues, quítese la ropa por favor.
El médico se dio la vuelta discretamente mientras la mujer se quitaba la falda, cuando se dio la vuelta vio que se había quitado toda la ropa, estaba desnuda completamente.
-       Ejem… quizá no hacía falta que se quitara toda la ropa pero bueno…
-       Si quiere me vuelvo a vestir.
-       No déjelo ya, igual nos viene bien. Túmbese en la mesa por favor, procuraré ser rápido para que no esté incomoda, le pondré esta manta que uso para mis siestas.
La mujer se tumbó sobre la manta en la mesa, el médico acercó una silla y le dijo que se cogiera las piernas por bajo de las rodillas y las mantuviera en alto.
Ante la cara del médico sentado estaban las dos nalgas de la señora y el coño abierto cubierto de pelo.
Antes de tocar nada se fijó lo bonito que tenía el coño la mujer, unos labios perfectos, como raras veces había visto, los labios menores pequeños como dos pétalos de flor abrían la vagina y el clítoris sin ser grande asomaba tímidamente entre los labios cubiertos de pelo negro.
Miró entre las piernas de la mujer, ella miraba al techo esperando pacientemente, casi tapándole la cara le nacían dos tetas hermosas, especiales para hacerle una cubana como le hacía su marido, casi se juntaban al medio y los pezones las coronaban oscuros y redondos.
Con las manos separó las rodillas de la mujer para dejar espacio para trabajar, así lo entendió ella que las dejó casi horizontales, abiertas completamente.
Benito dudó por dónde empezar primero, al final optó por las bolitas del culo, con el dedo con crema estuvo dilatando el agujero, ella lo entendió como necesario y se relajó tanto que pronto pudo meter dos dedos limpiamente, al fondo del recto notó lo que parecía ser una bola pero no podía llegar, lo intentó con los dos dedos, la mujer separaba lo que podía las nalgas y el ojo del culo parecía ovalado de tanta tensión, al final con los palillos de comer chinos estuvo tanteando, la mujer, sintió como avanzaban dentro de ella y abría y cerraba el culo.
-       Por favor colabora, relájese, señora.
-       Es que me recuerda cuando mi marido me mete la polla, pero usted es más delicado y lo siento más hondo, además no me ha hecho daño con los dedos.
-       Gracias. intento no hacerle sufrir.
Con una linterna pudo divisar una bola y lo que era más importante el hilo que las unía, con los palitos lo pellizcó y lo enrolló como si fuera un espagueti, poco a poco y después de varios intentos el hilo apareció por el ojo del culo.
Benito lo dejó colgando fuera y se centró en las bolas china, tuvo que levantarse de la silla, le pasó dos dedos por el pubis peludo para tantearlas, pero no debían estar tan profundas, de pie junto a la mujer le puso una mano en el vientre y con los dedos estuvo buscando la entrada de la vagina, en su mano izquierda notó la vibración en su vientre cuando entró el primer dedo con el segundo ya no notó nada, tuvo buscando entre los pliegues de la vagina, pero no encontró nada, cuando pasó la yema de un dedo por un promontorio interior la mujer se encogió y separó las piernas después de juntarlas rápidamente.
-       Le he hecho daño, señora Eugenia?
-       No doctor, es solo que he sentido como si me diera una corriente eléctrica.
Ya los dedos de Benito tenían bien localizado el punto G de Eugenia, cuando pasaba sus dedos buscadores cerca no desaprovechaban la ocasión para rozar ese pliegue, la mujer saltaba cada vez con un gemido, pero no protestaba, más bien abría más las piernas, ya estaban los labios del coño mojados de flujo al tener dos dedos dentro cuando Benito notó una pequeña vibración dentro, casi la confunde con un orgasmo pequeño de Eugenia, pero presionando su pubis noto un bulto bajo sus mano, lo movió y se repitió la vibración, se alegró pues había localizado una bola.
Benito le dio la buena nueva a la señora, esta se alegró infinito, le dijo que ahora estuviera muy quieta pues tenía que sentir las vibraciones tan leves.
Cerró los ojos y se concentró, una mano la llevó sobre una teta de la señora, estaba dura y pese a estar boca arriba abultaba bastante y no se hundía con facilidad, la otra mano entre las piernas, untada hasta la muñeca de crema, sobre el clítoris un poco de gel calefactor, a un dedo le siguió el otro haciendo un movimiento rotativo, la vagina se iba dilatando, a la vez que la teta se endurecía bajo los dedos de Benito que cambiaban de postura y pellizcaban el pezón, cuando el segundo dedo entraba sin dificultad metió el tercero, Eugenia miraba al médico pero él concentrado con los ojos cerrados apretando su tetas mientras su mano iba haciéndose espacio en su vagina.
Lo cierto es que no estaba sufriendo, la crema y la delicadeza del médico le dejaba tiempo a dilatar el tamaño del puño, a la vez le tocaba el punto G que la mantenía excitadísima y mientras sentía como el clítoris le ardía y le sobresalía de erecto entre sus labios, por otra parte le estaba amasando las tetas como nadie se lo había hecho hasta entonces, su marido solo las quería como si fuera para hacer un perrito caliente, en cambio Benito las saboreaba, le acariciaba los pezones sacando de ellos todas las sensaciones, no estaba incómoda, todo lo contrario estaba muy caliente, lástima que don Benito no lo supiera.
Pero se equivocaba, Benito lo sabía y mucho, la estaba llevando a un nivel superior, quería que fuera ella la que pidiera sexo, no quería problemas con su marido, por eso aguantó tanto.
Ya hacía rato que había localizado las bolas con sus dedos, pero quiso dar una vuelta de tuerca más.
-       Ya casi estoy seguro de donde pueden estar, solo me hace falta oírlas, deben estar cerca y cuando vibren se oirán, le parece bien?
-       Claro don Benito lo que usted vea mejor.
El médico dejó a su pesar las tetas solas y se puso entre las piernas de Eugenia, ésta con las piernas marcando al este y el oeste, los dedos del médico dentro del coño le aplicó la cara sobre el mullido colchón de pelo del coño, quería sentir las vibraciones, en la cara notaba el calor del coño ardiente, el olor del flujo que salía a raudales por la vagina llenaba sus pulmones y el clítoris hinchado estaba justo a la altura de su lengua.
-       Respire hondo doña Eugenia.
-       Así está bien?
-       Sí aguante un poco sin moverse.
Benito metió el puño hacia arriba le apretó el punto G y le chupo el clítoris al mismo tiempo, la mujer era muy obediente, con la cadera levantada sin casi respirar y sin moverse estuvo más de un minuto soportando la lamida de clítoris de Benito con las caricias en el punto más sensible de su cuerpo, cuando ya no puso más le dijo al médico.
-       Puedo respirar ya doctor?,
-       Sí respire, pero siga así, no se mueva de cómo está.
-       Doctor, ya no puedo más me voy a correr, saque la mano, porque lo mojaré todo.
-       No se preocupe, ya casi lo he conseguido.
Eugenia no pudo más y entre los dedos de Benito se desbordó una oleada de corrida, era la más abundante que había visto el médico, le dio el tiempo justo para apartar la boca del clítoris antes de llenársela de flujos.
Le mantuvo el puño dentro mientras el orgasmo le atacaba todo su ser, posiblemente era su mejor orgasmo o quizá el único en su vida, pues no descansó el culo en la manta hasta pasados varios minutos, la tensión le venció, pero para entonces ya habían salido las bolas lo suficiente para que las sujetara Benito con los dedos, cuando Eugenia pudo abrir los ojos se las enseñó triunfante con una mano, ella seguía con las piernas abierta al máximo, con la otra mano Benito estiró del hilo que salía del culo de Eugenia y bola a bola fue saliendo todo el rosario, cuando la mujer vio todo fuera abrió sus brazos y le ofreció un abrazo al médico, este se inclino sobre ella y mientras ella le rodeaba con los brazos él le cogía las tetas con cuidado de no juntárselas como su marido para no recordarle a él.
Eugenia no se conformó con un abrazo de agradecimiento, le buscó la boca y se la encontró, sus besos fueron a más y su mano bajó hasta encontrar la cremallera de la bragueta del médico, encontró lo que buscaba, su polla que aun sin verla ya le gustaba, le aflojó el cinturón y los pantalones cayeron al suelo.
-       Benito métame esta polla donde quiera, por lo menos que sea a mi gusto.
El médico después de agradecérselo chupándole las tetas se puso entre sus piernas, y antes de metérsela se la enseño arqueada como siempre, Eugenia se mordió el labio inferior y Benito se la metió hasta el fondo del coño.
-       Que delicia, que gusto, esto es un hombre, esto debe ser hacer el amor.
Benito le cogió las piernas y se las dejó descansar subiéndolas hasta sus hombros, el coño se apretó sobre su polla que con la forma que tenía le seguía rozando su punto G, ella se estiraba las tetas hacia fuera, demasiadas veces lo había hecho hacia dentro, era como una liberación para ella, la primera vez que tenía una polla dentro a gusto, quiso experimentarlo todo, le pidió a Benito.
-       Déjame mamártela, y quiero que me la metas por el culo, pero ya con mi consentimiento, y que me chupes las tetas y los pezones y quiero que te corras directamente en mi boca, yo me tragaré a gusto tu leche y nos correremos juntos, la primera vez en mi vida.
Benito trataba de asimilar tantas instrucciones, pero una a una Eugenia lo iba guiando, a la vez iba contando los orgasmos que la sacudían, cuando le metió la polla en el coño festejó el primero, en el culo sintiendo la polla larga y con el glande en punta de Benito se corrió por segunda vez, y mientras le chupaba los pezones estuvo a punto de conseguir el tercero pero le llegó cuando se estaba tragando la leche que Benito le llenó la garganta.
Quedó exhausta sobre la mesa, Benito siguió besándola por todo el cuerpo, sentía la necesidad de cariño de Eugenia y a él le sobraba, no hubo lugar donde el médico no depositara un beso sobre la piel de la mujer, incluso cuando ella con los ojos cerrados sintió como Benito le daba un beso cálido en la boca su cuerpo se estremeció con otro orgasmo, aunque este lo soportó relajadamente.
Cuando nos reunimos…
Cuando salieron de la salita Eugenia y Benito, su hija Hortensia y yo les estábamos esperando en la puerta de la casa, sentados en el suelo, la chica se levantó de prisa al ver a su madre.
-       Perdona mamá, no me he ensuciado.
-       No te preocupes hija, haz lo que quieras, ya eres una mujer, ah! Y sobre tu virginidad, es cosa tuya, haz también lo que quieras, pero tu padre que no sepa nada, vale?
Al momento se oyó una sirena, a lo lejos un coche policial con las luces destellando y ululando la sirena entró en el camino con una nube de polvo detrás, frenó de golpe y la nube nos envolvió, el policía tan serio que las había traído bajo temeroso.
-       Perdón señora, se me había olvidado venir a recogerlas, no se lo dirá al Señor inspector, verdad?, ha sido fallo mío pero por favor no le diga nada.
-       Vale, Fernández, no le diré nada de nada a mi marido, vámonos hija. Estamos muy agradecidas por sus servicios doctores, esperamos volver a vernos pronto.
Cuando se alejaba Hortensia me lanzo un beso al aire.
Benito me pasó el brazo sobre el hombro y me dijo…
-       Bien muchacho, bien.
Mientras Benito se volvía a la consulta yo me fui a buscar a Alba, la encontré donde sabía que estaba, en el cuarto de observación, se abrazó nada más verme.
-       Mmm que ganas tenía de tenerte en mis brazos.
-       Lo has visto todo?
-       Claro, desde primera fila, y sentí celos de la chica.
-       Celos? Porque?, yo sabía que estabas conmigo desde aquí arriba.
-       Sabes una cosa?, trae la mano, mira.
Me llevó la mano bajo su falda, no llevaba bragas y su entrepierna estaba húmeda, me miró a los ojos y me besó, luego me dijo al oído.
-       Me has calentado mucho y me he estado masturbando mirándote, pero no me he corrido, me puedes hacer correr tú?
-       Mientras yo repartía mis dedos entre los labios de Alba ella me sacó la polla y me la puso dura al máximo, estuvimos abrazados de pie, yo acariciando su clítoris y ella meneando mi polla, se corrió en mi mano, la saque llena de flujo y ella me chupó un dedo y luego el otro, cuando me iba a correr yo se agachó y se metió el capullo en su boca, no se le cayó nada fuera luego se levantó y se me quedó mirando, yo me acerque y la besé, todavía tenía mi leche en la lengua, la repartimos.
Continuará

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