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Mi timidez y mis tías 27

Cuando Benito nos llevaba de vuelta a casa iba muy contento, mi madre no menos, yo desde el asiento de detrás los contemplaba, estaban eufóricos y se hacían carantoñas, Benito me preguntó que tal lo había pasado y le contesté que muy bien, que su hija me había encantado y que no comprendía como se decía eso de ella.
Benito movió la cabeza como no creyendo mis alabanzas, pero me dijo que confiaba conmigo y que dentro de unos días hablaría conmigo para una idea que se le había ocurrido.
Me intrigó pero no quise interrogarlo por si no quería decirlo delante de Clara y me callé discretamente.
Cuando llegamos a casa ya había anochecido y no había nadie para cenar, mi tía le preguntó a mi madre que tal la excursión, Clara le dijo algo al oído y como respuesta Julia le dio una palmada en el trasero a su hermana riéndose.
Subimos a la habitación y mi madre nada más entrar se quitó el vestido, me enseñó una mancha que llevaba de semen en la falda, parece que Benito descargó bastante reservas.
Se fue a duchar, yo me cambiaba de ropa cuando volvió envuelta en una toalla se sentó en la cama a mi lado, me pidió que le secara el pelo por detrás mientras ella se soltó la toalla y se secó todo el cuerpo, cuando llegó a la entre pierna se volvió hacia mí y abriendo las piernas se separó los labios del coño y me enseñó lo irritado que lo tenía.
-       Mira como tengo los labios, no tienes ni idea la polla que tiene Benito, como un plátano doblada hacia arriba.
-       Me lo imagino mamá, te ha dejado el coño como un bebedero de patos.
-       Y tú que tal, como es Alba?
-       Es una chica estupenda, pero es asexual, o sea que no siente atracción por el sexo.
-       Pues lo tienes claro.
-       Bueno no pierdo las esperanzas, de momento le he comido las tetas más duras que he visto y ella me ha mamado la polla como tú se lo has hecho a Benito.
-       Y tú como lo sabes?
-       Porque Alba no es tonta mamá, ya te contaré.
Nos acostamos y no tardamos en dormirnos, al día siguiente mi madre madrugó como siempre.
A media semana Raquel mientras estábamos comiendo el servicio se acercó a mí y disimuladamente me dijo.
-       Mi abuela me ha dicho que esta tarde tiene que ir al óptico a recoger las gafas, sobre las seis.
-       Y te ha dicho algo de mí?
-       Claro, me ha dicho que te lo diga especialmente.
Dicho esto se separó de mí y luego de recoger todo el servició se marcho a casa.
A las seis menos cuarto ya estaba yo sentado en un banco en un jardín frente a la casa de la señora Esperanza, vi pasar a Raquel hacia su casa, iba guapísima, se me ponía la polla dura admirando las tetas tan imponentes que tenía, en general era un bombón de chica.
A los cinco minutos de que entrara en casa la nieta vi como la abuela se marchaba con su bastón, esperé a que diera la vuelta a la esquina y salté hacia la casa de Encarna, al llamar Raquel me abrió en seguida, me cogió de la mano y me arrastró hacia el dormitorio de matrimonio, la cama ya estaba preparada, la ventana entreabierta y las cortinas corridas, apenas había una tenue luz.
Thor estaba comiendo ávidamente un trozo de fiambre que le había traído Raquel y no me hizo caso.
La chica quitó la cubierta de la cama dejando solo la sabana de abajo, se quitó los zapatos y se subió en la cama, de pié sobre el colchón se fue desnudando tirándome a la cara prenda por prenda, cuando acabó de quitarse el sujetador el par de tetas exuberantes quedaron frente a mí con los pezones separados, se sentó de golpe en la cama y levantando las piernas se bajó las bragas enseñándome el coño depilado.
Casi me caigo al suelo quitándome los pantalones sin quitarme los zapatos, pero cuando lo conseguí el slip fue lo primero que me quité, antes que los calcetines, apenas me dejaba hacerlo pues ya se había apoderado de mi polla y se la había metido en la boca, me estuvo dando una mamada magistral, pero yo quería metérsela en el coño lo antes posible, estaba deseoso de sexo después de la experiencia fallida con Alba, pero Raquel no era Alba y seguro que me daría su raja pero a su debido tiempo, claro.
Antes apoyó sus tetas sobre mi cara, apenas podía ver pero lamí, chupé y mordí hasta cansarme, había superficie de sobra y nunca llegaba al final, eran inacabables, estuvimos un buen rato revolcándonos sobre la sabana, nunca me lo había hecho desear tanto, o es que yo tenía mucha prisa, no lo sé.
Cuando ya estaba desesperado me dijo que me comiera su coño, como tampoco era un mal plan la obedecí, puso una pierna sobre mi cabeza y la pasó al otro lado, no estaba nada gruesa, salvo sus tetas, por lo que mi boca alcanzó sus labios abiertos ya sobre mi cara, con la punta de la lengua separé los labios menores y un sabor a flujo caliente me encantó, abrió más las piernas para que alcanzara mejor su coño sin tener que levantar mi cabeza y se metió mi polla en la boca.
Estuvo chupándome la verga con verdadera devoción, me amenazó con que me iba a dar la mejor mamada de mi vida, me abandoné.
Me puse la almohada bajo la cabeza y con sus labios pegados a mi boca fui lamiendo su coño cómodamente.
La polla la sentía mojada y tibia dentro o fuera de su boca, llegaba a todos los lados, me separaba las piernas para lamerme por las ingles hasta los huevos, yo estaba en la gloria, me encantó cuando me tenía la polla dentro de la boca y me chupaba los huevos a la vez.
Qué he dicho?, las dos cosas a la vez?, cómo lo hacía?
Miré entre las piernas de Raquel, imposible ver nada, solo los labios del coño, la entrada de la vagina y todo lo más el clítoris, tuve que quitarme la almohada del cuello y gané un poco más de visión, ya podía ver los bajos de las tetas aplastadas en mi vientre y entre ellas mi polla vertical, unas veces dentro de los labios de Raquel y otras veces fuera, pero se repitió la sensación, cuando la tenía dentro de sus boca sentí como me lamía bajo de los huevos.
Como pude separé las dos tetas con las manos cogiéndolas de los pezones duros y salidos, y miré entre ellas.
Al otro lado vi unos ojos que no me esperaba y que no eran los de Raquel, me quedé atónito, no los reconocí hasta que mirándome me guiñaron un ojo, eran los ojos de la señora Encarna,
Al verse descubierta se metió un testículo en la boca y lo absorbió, luego lo soltó a la vez que Raquel se levantaba sobre mí.
Se volvió y me dijo.
-       Te presento a mi abuela Encarna.
Ellas se empezaron a reír cuando vieron mi cara de incredulidad, pero me tuve que unir a ellas ante la situación tan inesperada.
La abuela llevaba un camisón que sin ser sexi cubría su cuerpo, era escotado y sin mangas y no muy largo, la piel blanca contrastaba con la morena de su nieta.
-       Perdona Manu, no quisiera que te enfadaras, pero mi abuela me comentó que hacía mucho que no estaba con un hombre y que no había tenido un orgasmo, no supe negárselo y me ofrecía contártelo pero no he tenido coraje, lo siento, si quieres nos marchamos.
-       La verdad es que no me lo esperaba, pero eso no quiere decir que me sepa mal, tu abuela me encanta y al fin y al cabo es una mujer, y no una mujer cualquiera, es la señora Encarna, nada menos.
Ellas se rieron al ver que no me había enfadado, la abuela me pidió disculpas personalmente.
-       Siento no estar a la altura de mi nieta, porque mi cuerpo ya no está para presumir, pero siempre me ha gustado follar y al veros el otro día me dio la idea y no he dejado de pensar en volver a sentir un orgasmo.
-       No se preocupe me encanta que sea una mujer tan ardiente, y de eso que dice de su cuerpo, no lo creo, por uno “poquitos años más” que Raquel no se quejará nadie.
Se rieron las dos o mejor dicho nos reímos los tres, Raquel se veía muy contenta al vernos y le cogió el camisón a su abuela desde debajo y se lo sacó por la cabeza, la mujer se quedó tan sorprendida como yo pero tan desnuda como todos, en un primer momento se cubrió las tetas, pero su nieta le levantó los brazos y le dijo.
-       No te tapes abuela, si tienes unas tetas que dan envidia, mira Manu!
Las miré y tuve que darle la razón a Raquel, por supuesto las tenía caídas, pero no mucho, y aunque blancas el pezón era bastante oscuro, aun eran gruesas, de ella descendía su nieta,
Me abalancé sobre ellas y me las metí en la boca, las lamí y las mordí como a su nieta, la mujer no sabía qué hacer conmigo, me abrazaba y me estrujaba contra ellas, me ponía los pezones en la boca, su nieta me pajeaba y me la ponía dura.
Cuando se tumbaron las dos en la cama la diferencia era evidente, las carnes duras y turgentes de Raquel no eran las flácidas de Encarna, pero se le notaba una alegría en ellas que merecían una buena follada.
La abuela tímidamente me cogió la polla y se la ofreció a Raquel, pero ella le dio la preferencia y se la metió en la boca, yo esperaba una mamada ligth pero aquella boca aun tenía mucho que demostrar, con mi polla dentro revivió haciéndome una serie de caricias con la lengua en el capullo que nadie me había hecho hasta ese día, se me puso la polla como nunca, y tumbadas como estaban no lo dudé, me mojé el capullo con saliva y se le metí en el coño de Encarna.
En un principio entró con dificultad, estaba un poco reseco, ella hizo un gesto de dolor, pero a mitad de vagina encontré la zona húmeda del flujo que llegaba y me hundí hasta los huevos, la mujer lloraba de alegría al notar un trozo de carne dura en el coño después de no sé cuánto tiempo, me abrazó y se abrió de piernas para recibirme a lo misionero, pero le hice bajar de la cama y la tumbé con medio cuerpo sobre la sabana, así estaría cómoda y le entraría más polla adentro, si que le entró pues se volvió y me dijo.
-       Gracias Manu, ahora me estas llenando hasta la matriz, no sabes las veces que he soñado con algo así.
-       Me encanta ser yo quien le proporcione este placer tan deseado, no dude en pedírmelo cuando le apetezca.
Para que no se cansara de la misma posición le hice tumbarse en la cama, me subí sobre ella y con la polla entre sus tetas me balanceaba, su nieta se las cogió y las apretaba contra mi tronco, mi glande asomaba y desaparecía en su cuello, con una mano le acaricié el clítoris, me sorprendió también, lo esperaba lacio, pero poco a poco se fue endureciendo hasta sobresalir limpiamente entre sus labios con poco vello.
Miré a Raquel, le insinué donde me corría, ella sin cortarse le preguntó a a su abuela,
-       Abuela, donde te gustaría más que te llene de leche Manu?
-       En el coño Raquel, en el coño.
Cuando me tumbé a su lado me puse detrás de ella, Raquel le levantó una pierna y me cogió la polla y por detrás de ella se la metió en la vagina, la abuela ya chapoteaba de flujos, cuando vio el clítoris tan inflamado de Encarna su nieta le pasó dos dedos, lo aprisionó entre ellos, seguramente era así como le daba más gusto a ella cuando se masturbaba, la abuela gimió de placer, aceleré el balanceo mientras Raquel me acercaba una de sus tetas a mi boca.
La señora Encarna se corrió, y no fue una corrida normal, se corrió hasta la extenuación, se agitó locamente gimiendo y sollozando, llegamos a preocuparnos por su corazón, pero cuando la saqué después de haber descargado mi leche en su coño tenía una sonrisa beatifica.
Le pusimos una sabana por encima y nos fuimos a su cama para seguir follando nosotros.
Raquel me agradeció de todas las maneras el detalle que había tenido con su abuela, no había cumplido los 70 años, pero hacía mucho que no follaba y era una mujer caliente, esa tarde follamos como nunca, Raquel estaba muy agradecida y yo no sabía cómo demostrarle que para mi había sido un día especial, me corrí sobre las tetas de la nieta, la leche se escurría desde la cima de las tetas hasta los valles que hacían, cuando le llegó su orgasmo se repartió todo mi semen por su cuerpo, al terminar brillaba como la cera.
Cuando llegué a casa estaba pletórico, había echado dos polvos, pero eran especiales en su naturaleza, había hecho feliz a una mujer que aunque con unos años más de los acostumbrados eran tan mujer como las demás y otro con su nieta, una chica que me había demostrado tener unos valores especiales, además de las tetas que ya conocía.
Pasaron dos días cuando después de comer me acerque a la barra, Benito como siempre estaba tomando café, mi madre embelesada escuchándole, el médico al verme me dijo bastante serio.
-       Manu necesito hablar contigo, podemos ahora?
-       Buuuueno, dime lo que quieras.
-       No, vamos fuera, demos un paseo.
Salimos fuera y me guió hacia su coche, abrió y me dijo que subiera, yo estaba acojonado pero subí, pensaba que quería decirme algo y lo mejor dentro del coche que no nos escuchaba nadie, pero arrancó el coche y salimos a la avenida.
En un jardín en las afueras aparcó, yo ya tenía el cuerpo descompuesto, y más cuando me dijo todo serio.
-       Manu quiero decirte algo referente a mi hija, ha estado contándome cosas.
Si me hubiera arrancado los cojones no me habría asustado tanto, ya me veía con un bisturí en el cuello.
-       Mira Manu como sabes tu madre y yo nos llevamos muy bien, estupendamente bien diría yo, y lo cierto es que tú me agradas mucho, te tengo como a un hombre cabal, pese a tu juventud y creo que puedo hablar con confianza contigo, digo la verdad?
-       Dices la verdad Benito.
-       Pues el hecho es que no hace falta decirte que quiero mucho a Alba, es mi hija del alma y quiero lo mejor para ella y no quisiera que nadie la lastimara, me entiendes?
Yo cada vez estaba peor.
-       Pues el hecho es que mi hija es una criatura especial, creo que lo habrás captado ya, pero tiene un problema que creo que ya lo sabes también, me lo ha contado ella, me lo ha contado…. todo Manu.
Si me sacan sangre no encuentran una gota.
-       El hecho es que efectivamente los apetitos sexuales de Alba son hoy por hoy nulos, y no es que le falte un “regón” o que sea una niña inocente, ya me he preocupado yo de enseñarle de todo, pero donde no puedo llegar yo es donde espero que llegues tú Manu, me entiendes?.
-       Pues… no, la verdad.
-       Con otras palabras, quisiera que despertaras sexualmente a Alba, ya me ha contado las experiencias que habéis tenido y para ser en una horas no está mal, estoy contento, muy contento de los avances que ha tenido, lo que sí quiero que no le hagas falsas visiones de lo que es el sexo, confío contigo totalmente, hasta tal punto que te voy a decir muchas cosas que no sabe nadie, una de ellas es que soy muy amigo entre otras personas del farmacéutico del pueblo, y quiero que hables con él, yo ya le he dicho que irás, y le pides que te dé pastillas para el día después, sabes lo que es eso?, creo que sí.
Yo empecé a respirar, creí que estaba morado ya, pero le dejé seguir.
-       La idea es que si tienes éxito y vas conociendo a Alba puede llegar el momento que tengáis sexo, si es así quiero que me lo digas inmediatamente y le daré una píldora y si seguís así ya le recetaré la píldora anticonceptiva para estar más tranquilos, pero hasta entonces nada, vale?
-       Otra cosa, te comentaré, - dijo Benito - creo que Alba te ha contado ya algo sobre las amistades que frecuento en el pueblo, es buena gente, pero hay algunos que tienen unas características un poco especiales, te he observado y sé que eres muy avispado y que tienes mucha curiosidad por aprender y mucha visión al futuro, me gustaría poder contar contigo para una serie de consultas especiales como ayudante, ya sé que no sabes nada de medicina, para eso ya estoy yo, pero con un poco de instrucción te desenvolverías bien, que te parece?
-       Me parece muy bien, respecto a Alba te diré que no hace falta que me digas como la debo tratar, es un encanto y nunca querría lastimarla, en cuanto a instruirla al sexo, no sé si seré el más adecuado, pero lo que haga lo haré con la mayor dedicación, respecto a lo de ayudarte, no sé cómo puedo hacerlo, no tengo ni idea de nada, nunca he estado por suerte frente a ningún médico aparte de los constipados, y tú tienes una consulta de prestigio.
-       Bueno no te agobies, la cosa es muy fácil y yo estaré siempre a tu lado y no tendrás que hacer nada que no sepas ya, que me dices?
-       Bien, ya te lo he advertido, pero si crees que te puedo ayudar, por mi adelante.
-       Eres mi chico Manu, dame la mano.
Cuando me devolvió al restaurante los pies agradecieron volver a pisar suelo firme, mi madre nos miraba intrigada, sobre todo por la cara que llevaba yo, pero Benito la tranquilizó diciéndole que tenía un hijo especial, ella sonrió orgullosa.
Al día siguiente fui a la farmacia, pregunte por el señor Eugenio, cuando salió me saludó efusivamente y me hizo pasar a la rebotica, allí en un pequeño despacho lleno de frascos de medicinas y recetas estaba su mesa atestada, en un ángulo vi al irme a sentar en una silla a una chica con un bebé en brazos, lo abrazaba sentada en una silla bajita, casi no se le veía la cara al niño pero me fijé y era porque tenía un pañuelo sobre su cara, al mirar mejor me di cuenta de que era porque le estaba amamantando y tenía el pecho fuera cubierto donde el niño chupaba del pezón.
Me volví hacia el farmacéutico, era bastante mayor ya y supuse que era su hija y su nieto, como él no me dijo nada yo tampoco comenté nada.
Me tenía preparada una bolsa de plástico con varias cosas, las sacó y me explicó.
-       Mira Manu, te puedo tutear?
-       Por favor don Eugenio.
-       No, no me llames de usted, llámame Eugenio, vamos a ser amigos.
-       Muy bien Eugenio, gracias.
-       Pues mira esta caja es de la píldora del día después, es para que se la des a Benito, ya sabes, también me ha pedido preservativos, yo como no me ha especificado te he puesto de dos tamaños, el normal y el grande, y de varios sabores, unos ultra finos y otros de máxima sensibilidad, estos son para dar el placer máximo, además te he puesto unos geles de regalo y unas píldoras anticonceptivas.
-       Pues muchas gracias, yo se lo daré todo a Benito y él sabrá lo que tiene que hacer.
-       Eeeeh, una cosa Manu, tu sabes cómo usar un condón, verdad?
-       Pues claro Eugenio, se pone y zas, la metes.
-       Pues no, Manu, debes dejar una parte vacía delante para guardar el semen cuando salga, si no puede reventar.
-       Ah, vale gracias, es que nunca los he usado.
-       Ya me lo imaginaba, dale recuerdos a Benito.
Cuando llegué a la habitación abrí la bolsa y me puse a repasar todo lo que llevaba, cuando entró mi madre se lo enseñé, no sabía para que los iba a usar, pero todo era para tomar precauciones y eso era bueno.
Mi madre me dijo que a ella le había recetado unas píldoras también, me alegré por ambos.
A los tres días cuando vi a Benito tomando café le di la bolsa con todos los medicamentos.
-       Ah vale Manu, precisamente quería hablar contigo, quería preguntarte si de aquello que te comente estás decidido.
-       Claro Benito, ya te dije que sí, con las limitaciones de mi ignorancia total.
-       Tranquilo, no eres nada tonto, te lo aseguro.
-       Te apetece que vayamos a mi casa luego?, tengo una visita que me vendría bien que me ayudaras.
-       Cuando quieras, estaré por aquí.
Esta vez tomo el café rápido, cuando termino me llamó y subimos al coche, fuimos directamente a su casa, Alba se alegró al verme pero al ir acompañado de su padre y decirle que tenía una consulta especial la chica desapareció al momento.
Por el camino ya me estuvo instruyendo de que venía a verlo una señora que era el “ama de llaves” del cura del pueblo, se ocupaba como yo sabía de cuidar la casa del cura, ropas, comidas, etc.
Era mayor pero no lo que aparentaba, vestía muy discretamente, suéteres grises, y faldas por debajo de la rodilla también oscuras y zapatos con poco tacón, venía regularmente, al parecer tenía una afección cutánea rara, Benito le iba recetando cosas pero no se le curaba del todo.
Cuando llegó la señora, Benito la hizo esperar unos minutos, mientras terminaba de explicar mi función, me facilitó una bata como la suya y me dijo que los frascos que podía untarle.
Cuando la hizo pasar, me presentó como un ayudante estudiante, no dijo de qué, era cierto, claro, la señora se relajó y le contó cómo le seguía la enfermedad, Benito le hizo sentarse en la camilla y quitarse el suéter para ver como tenía una mancha en el brazo, al parecer era como una alergia, cuando la vio me dijo que le pusiera una pomada, lo hice extendiéndole la crema por el brazo hasta a la axila, ella le dijo que la crema anterior no le había hecho nada incluso que se le había extendido más, quiso verlo el médico, y la señora se quitó unas enaguas que llevaba finas, bajo ellas se extendía la mancha hasta por debajo del sujetador, pero cuando hizo mención de que se lo quitara ella se cruzó de brazos.
Benito le dijo que se tumbara en la camilla, que no le iba a quitar la ropa, solo la enagua, lo hizo a regañadientes y se quedó con un sujetador arcaico, que cubría todo, cuando estuvo tumbada me señaló otra pomada y le explicó que yo se la pondría porque además de curar evitaba que se extendiera más.
Me llevó aparte detrás del biombo de separación y me explico cómo debía ponerla para no ofenderla.
Cuando estuve preparado me subí las mangas de la bata y me puse en la parte de la cabeza de la señora, ella con las manos cruzadas sobre el pecho.
Benito le dijo que para mayor intimidad él se pasaba detrás en su mesa.
Con el frasco entre mis manos le empecé a pasar crema por los hombros, intenté bajarle los tirantes del sujetador pero se opuso, después de varias intentonas me dejó bajar uno primero y el otro después, mis manos pasaron por el pecho, estaba pendiente pero no se movía, desde los brazos llegué a la axila que ya había curado antes y pase los dedos bajo el sujetador apenas los notó se encogió, pero como estaba escocida me permitió, mis dedos fueron entrando bajo el sujetador cada vez más, cuando ya no se veían pasé al otro lado, tras la primera resistencia me dejó seguir, hasta que mis dedos también desaparecieron.
Cuando empecé por el cuello, con las dos manos a la vez llenas de crema pasaron por su pecho hasta la orilla del sujetador, luego se adentraron hacia dentro separándose sobre cada teta, noté como cerraba las manos con fuerza, pero se las cogí con suavidad y se las puse a lo largo del cuerpo en la camilla, luego volví al pecho, mis manos volvieron a pasar sobre las tetas, ella respiraba hondo cada vez, le pregunté si podía bajar los tirantes y consintió de mala gana, al volver a pasar la manos engrasadas de crema ya se deslizaban sobre la suave piel de las tetas, ya encontré signos de los pezones que se estaban endureciendo, llegué a abarcar toda la teta hasta abajo, la apreté y ella suspiró, poco a poco le fui bajando las copas que parecían de la edad media, el tejido no cedía y tuve que decirle que se inclinara para soltarle los corchetes de la espalda, ella lo hizo sin rechistar, la tela cedió y mis manos pudieron recorrer sus tetas a lo alto y a lo ancho, no me importaba si tenía manchas o las podía tener algún día, le amasaba las tetas y ella cerraba los ojos y suspiraba, su pecho subía y bajaba agitadamente, mis manos fueron desplazando el sujetador hasta que se cayó a un lado la señora, tenía unas tetas preciosas, no me lo esperaba, los pezones sobresalían de las areolas hinchadas.
Benito se levantó lentamente para ver como llevaba el tratamiento, cuando me vio con la hermosura de tetas en las manos se acercó, la señora no le hizo ningún caso, el le preguntó si tenía más manchas por algún sitio, ella con apenas voz le dijo que no lo sabía, pero podía mirar por si acaso donde quisiera.
Benito le pasó las manos por los tobillos hacia arriba, cuando llegó a las rodillas la señora fue abriendo las piernas, en los muslos ya las tenía casi abiertas del todo.
Benito le soltó el cierre de la falda y le abrió la cremallera, le fue plegando la falda sobre la cintura de la señora, lo que se vio ya me lo esperaba yo, unas bragas hasta las cintura con camal, pero el médico no se detuvo, pasaba las manos sobre las bragas lentamente, yo no dejada de pasear mis manos cremosas por las tetas, las juntaba y las levantaba haciéndole un canalillo soberbio.
Cuando el medicó metió los dedos por la cintura elástica de las bragas ella levantó el culo inmediatamente, Benito tiró hacia abajo y le costó rebasar las nalgas pero ella aún levantó más el culo, cuando apenas había sobrepasado el ombligo una maraña de vello rizado y negro asomó bajo las bragas, Benito tiró de ellas hasta sacarlas por los pies.
Me pidió crema de la mía pero se lo pensó mejor y trajo de otra, al poco de pasarle por los muslos, ella dijo que esa crema daba mucho calor, pero que le gustaba, cuando iba a pasar por las ingles velludas sus manos desaparecieron bajo los pelos, pero ella acusó el calor de la crema y abrió las piernas totalmente dejando un pié a cada lado de la camilla, el médico le abrió los labios del coño, estaban húmedos y rosados, separó el pelo dejando el clítoris solo, le pasó dos dedos y la mujer gimió, poco a poco movía la pelvis buscando las manos de Benito, el siguió hasta el pubis, le atrapaba con una mano todo el pelo y lo estiraba hacia arriba, mientras le abría los labios, la mujer dejó caer las piernas a cada lado de la camilla y levantó los brazos sobre su cabeza.
Sus dedos rozaron mi bragueta que estaba rellena de polla dura, con una mano me intentaba bajar la cremallera y con la otra soltarme el botón del pantalón, por eso no vio como Benito gateaba de rodillas por la camilla, se había abierto la bata, entonces me di cuenta de que cuando fue a por la crema caliente se había quitado los pantalones y asomaba su polla arqueada amenazante,
Tuvo suerte y coincidimos los dos a la vez, a mi me salió la polla sobre su cabeza y a ella le entró en el coño la de Benito, me cogió la polla y me obligó a ponerme a su lado, sin soltar mi polla acercó la cabeza a la orilla de la camilla y buscando con la boca mi capullo se lo engulló.
Benito sin apoyarse sobre su cuerpo cremoso se la metía hasta dentro, al tenerla arqueada alcanzaba mejor los puntos G de las damas y se corrían mucho antes, a esta se le juntó todo, una polla en el coño que le hacía volar entre nubes y otra en la garganta que la llenaba hasta la campanilla, cuando le atacó el orgasmo, las piernas le bailaban pero no soltó mi polla hasta que sintió que se ahogaba se semen, mientras, Benito la había sacado y la regaba desde el coño hasta las tetas, yo seguía masajeando las dos mamas mezclando la crema con la leche del médico, la dejamos descansar poniéndole una sabana sobre ella, cuando pudo levantarse estábamos sentados en la mesa del despacho, buscó sus prendas y se las puso lentamente, cuando estuvo vestida del todo se acercó a nosotros y le preguntó a Benito.
-       Doctor cuando tengo que volver?
-       Cuando le vuelva a picar señora, cuando le pique otra vez.
Benito despidió a la señora y me dijo que iba a controlar a los trabajadores que tenía en los campos, mientras yo me fui a buscar a Alba, la encontré saliendo del cuarto de al lado de la consulta, tenía las mejillas coloradas.
-       Hola Alba, te estaba buscando.
-       Hola Manu, yo sabía dónde estabas, te he estado viendo como le dabas el masaje a la señora.
-       Ah, y que te ha parecido?
-       Me ha sorprendido el cambio tan rápido de actitud de la señora, tan reservada al principio y tan receptiva después, se nota que tienes buenas manos, quieres que vayamos a ver los gatos?
-       Vamos donde quieras, la señora necesitaba de un poco de cariño además de crema, se le notaba enseguida.
-       Y tenía unas tetas muy grandes también, te han gustado?
-       No estaban nada mal, aunque las tuyas están mucho mejores,
-       Lo dices por quedar bien, aunque me he dado cuenta que a las mujeres les gusta que se las acaricien, sabes una cosa? Siempre he odiado a mis tetas, pero ahora creo que por lo menos te gustan mucho y te hacen muy feliz.
Cuando entramos en la sala donde tenía los gatos, estos acudieron para que los acariciara, luego volvieron a sus almohadones a tomar el sol, Alba me llevó a un sofá y me dijo que me sentara, ella se quedó de pié frente a mí, se despasó lentamente la camisa que llevaba ese día, las tetas durísimas y redondas fueron apareciendo lentamente hasta que se sacó la camisa del pantalón que llevaba, cuando se acercó entre mis piernas me puso un pezón cerca de la boca para que se lo chupara, no le hice esperar, pero me di cuenta de que tenía toda la areola hinchada y roja y el pezón un poco salido.
-       Pues hoy tus tetas aún están mejores que el otro día o por lo menos más bonitas.
-       Ya te has dado cuenta?, me las he estado acariciando mientras os miraba, nunca se me había ocurrido, pero me ha gustado y los pezones me han salido mucho más que ahora.
-       Pues ahora te volverán a salir, aunque tu padre puede volver de un momento a otro.
-       No te preocupes, se ha ido a los campos que están más lejos de la casa.
Me lancé sobre sus tetas, ya tenía medio trabajo adelantado y los botones aparecieron en mi paladar al mínimo lamido, la abracé por la cintura y ella me guiaba la cabeza para repartirse las caricias entre las dos maravillas de pechos.
Cuando me hube saciado, me tumbó sobre el asiento del sofá y buscó bajo mi pantalón, no tardo en encontrar lo que buscaba, nada más soltar el cinturón mi capullo asomaba bajo el elástico del bóxer, después de pasar la mano por encima recorriéndolo, me bajó el calzoncillo, la polla se irguió vertical y la chica la atrapo con la boca desde el tronco hasta llegar al capullo, todavía estaba cubierta por el prepucio, cuando con los labios presionó a la vez que retiraba la piel se iba metiendo el glande descubierto en la boca, con las manos ya me acariciaba los huevos, me los exprimía queriendo notar la cantidad de semen que guardaban, cuando ya tenía la polla con las venas hinchadas me buscó mis tetillas, estuvo lamiendo mis pezones, también se me pusieron duros y ella se admiró de lo sensibles que eran también, me puso uno suyo en mi boca para que también le hiciera sentir el mismo placer.
Después bajó a mi polla otra vez, cogió mi mano y se la puso entre las piernas mientras decía.
-       Quiero que me acaricies como mi padre le ha hecho a la mujer.
-       Eso Alba te lo haré más adelante, cuando estés más preparada, quiero que sea en una ocasión especial.
-       Esperaré a cuando tú quieras.
Con mi polla en su boca me lamía y chupaba con gran maestría, había aprendido pronto, le advertí que si seguía a ese ritmo me iba a correr pronto, aunque no hacía mucho que le había regado a la señora la garganta, ella redujo la intensidad.
-       Tienes razón esperaré un poco para que produzcas más semen y luego me lo beberé, me encanta tu leche.
Lo cumplió, estuvo lamiéndome la polla hasta casi hacerme eyacular, cuando empezaba a palpitar el glande cambiaba a los huevos o me lamía el pubis, pero me mantenía la polla en la máxima tensión, cuando ya no pude más le advertí, ella ya lo había notado, el glande estaba morado y las venas a punto de reventar, los huevos duros, rugosos y pegados a la base de la polla, hasta se notaba por debajo de ellos como seguía la dureza del nacimiento de la verga, rodeó con los labios el glande y con la mano agitó el tronco hasta que noté el estallido eléctrico desde la nuca hasta los huevos, no creí que los testículos fueran tan trabajadores, habían producido tal cantidad de espermatozoides que salieron en bandada a la garganta de Alba, la chica ya había aprendido a beber mientras estaba recibiendo líquido, y se lo fue tragando según salía, cuando ya no me quedaba nada dentro me enseñó la boca, estaba vacía, solo su bonita dentadura y su lengua un poco blanquecina.
Me tuvo un rato acariciándome el pecho y mis pezones mientras yo le correspondía con los suyos, cuando ya salimos, me invito a un refresco, lo tomamos sentados en la puerta de entrada de la casa, al poco tiempo llegó su padre, le dio un beso y nos despedimos, ella me besó en la mejilla, me dijo…
-       Te espero pronto Manu, tu leche está riquísima.
Durante el trayecto de vuelta Benito sé intereso qué me había parecido la consulta, le dije que muy bien, había sido más fácil de lo que me pensaba, el me dijo que era porque yo sabía improvisar, luego casi llegando me preguntó como llevaba lo de Alba, le contesté que mejorando cada vez más, él sonrió y se conformó con mi respuesta.
Cuando llegamos al restaurante llegué a tiempo para ayudar a mi madre en la barra, me preguntó cómo había ido la tarde, le dije que creía que no había defraudado a Benito, a mi madre ya le bastó con eso.
 Continuará

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