La sobrina de mi mujer, Victoria, pasó toda la tarde en nuestra casa nadando en la piscina, con mi mujer y conmigo, como hacía tantas tardes de verano, pero esta vez tardó mucho en irse a casa, se hizo de noche y aún estaba allí, la noté preocupada, como si hubiera hecho algo malo, la noté extraña, siempre hablaba de todo y ese día no era asó, entonces le dije bajito a la oreja:
- Te veo preocupada, ¿te pasa algo?
- No, no me pasa nada tío. Es que he tenido que mentir a mis amigas para no ir a una fiesta con ellas, para venir a la piscina y seguro que me pillan.
-
Le quité fuerza a su preocupación como pude .
Se hizo tarde, y Victoria dijo, dirigiéndose a mi mujer
- ¿tía te molesta acompañarme a mi casa? Es que tengo miedo de ir tan tarde sola por la calle
Mi mujer dirigiéndose a mí me dijo
- ¿Cariño, quieres ir tú?, me duele la cabeza
Le dije que claro que sí, y nos fuimos charlando de tonterías por las calles solitarias, hasta la puerta del edificio de viviendas donde vivía con mis cuñados, con la portería a oscuras, nos detuvimos con nuestra conversación en marcha.
Victoria es una muchacha que está saliendo de la adolescencia de, pero nadie lo diría, está hecha una mujer, muy guapa con los labios carnosos y la boca grande, Alta pelo ondulado castaño. Vamos, muy bonita, y un culo grande empinado sobre unas uernas larguísimas y proporcionado precioso como un violoncelo.
Nunca había mirado a Victoria como un objetivo sexual, sino como la sobrina que ví crecer desde pequeña aunque ella si que se me acercaba muchas veces como coqueteando, a lo que yo nunca correspondí para marcar el territorio. Soy su tío, bueno, marido de su tía.
Cuando charlábamos en el portal ya un rato, ella se asustó de golpe y me dijo con voz bajita:
- ¡Huy mis amigas, vienen por ahí¡, me van a pillar, voy a quedar fatal.
Muy nerviosa, casi un poco exagerada para la situación, aunque nadie puede saber los compromisos que tiene cada persona y como queda rompiéndolos, con otras personas. Entonces dijo
- Ven, arrimémonos al portal y abrázame, que no me vean.
Nos ocultamos un poco en la sombra de la portería y se abalanzó sobre mí, apretando su cuerpo al mío, al tiempo que acercó su cara a la mía y abriendo los labios los pegó contra los míos, cubriéndolos totalmente como una ventosa, un beso largo, húmedo que duró lo que tardaron en pasar sus amigas por la calle lentamente.
Durante ese tiempo mi miembro empezó a hincharse involuntariamente, aprisionado dentro del pantalón, marcando un bulto considerable, seguro que era imposible que ella no lo notara, igual que yo notaba sus tetas apretadas contra mi pecho.
Pasaron sus amigas, pasó el peligro y ella se apartó, aflojando el abrazo y quitando los labios de los míos, sacó la llave y abriendo la puerta, entro y dijo bajito
- Pasa un momento que nos volverán a pillar
La seguí a dentro, pero ella no encendió la luz y se volvió a echar sobre mí con la boca abierta, reflexivamente le respondí con la mía también abierta y se entrelazaron las lenguas intercambiándonos la saliva, en el abrazo bajé las manos hasta el preciosos culo, que solo cubría el suave vestido veraniego que dejaba notar la carne en todo su esplendor, se notaban las dos nalgas blanditas pero tersas, potentes, recorrí las curvas de arriba abajo, podía tocar la pequeña braga tanga por encima de la tela.
El zaguán estaba oscuro pero entraba un reflejo de luz de las farolas de la calle a través del cristal. Levanté la falda para poder tocar el culo y puse la mano sobre la carne por encima del hilo del pequeño tanga, que aparté con el dedo para recorrer de arriba abajo el surco entre sus glúteos.
Ella no besaba sino que sorbía mi lengua que estaba ya dentro de su boca totalmente, bajó su mano torpemente apartando un poco su cuerpo hasta el bulto de mi pene en el pantalón. Yo también ayudé apartando el cuerpo para abrirle paso, lo agarró con la mano y empezó a acariciarlo por encima, lo apretó agarrándolo, noté su mano como si no tuviera tela encima.
Aquella situación me excitó muchísimo, ni se me pasó por la cabeza que era mi sobrinita, seguí acariciando su culo, aparté un glúteo con la mano mientras con la otra llegué a agujerito de su culo, lo toqué suavemente y ella lo apretó cerrando la puerta de la entrada, entonces recuperé parte de la cordura y aparté el culo, me solté de golpe y separándome asustado dijo
- Creo que nos hemos pasado, pueden bajar de un momento a otro y pillarnos, esto no está bien
Se despidió con una sonrisa maliciosa y subió la escalera rápidamente hasta su casa moviendo las caderas, bamboleando las nalgas de un lado a otro, precioso espectáculo.
Seguí mi camino hasta mi casa sin poder bajarme el bulto del pantalón. Cuando llegué a mi mi mujer estaba ya durmiendo en el dormitorio matrimonial, mientras me quitaba la ropa la observé acostada bocabajo con el culo en pompa, con las piernas abiertas, como hacía calor, totalmente desnuda con una braguita minúscula que desde mi posición dejaba ver los labios vaginales por los lados, me acosté a su lado y le arrimé el sexo erguido, cuando lo notó me dijo
- Huy, aparta eso, con el calor que hace, no piensas en otra cosa.
Insistí, arrimándome más, le puse la mano en el culo, bajando hasta la raja del coño aparté levemente la tela y recorrí con el dedo la grieta, estaba húmeda y caliente. Entonces mi mujer reaccionó arrimándose, aunque medio dormida, me quité el calzoncillo y con el pene como un mástil de bandera me puse detrás de ella, le abrí un poco más las piernas, apunté el glande en la raja, sin quitarle las bragas, solo aparatándolas a un lado y le metí la punta lentamente, empujé un poco más y se la metí toda.
Mi mujer permanecía callada, solo unos suaves quejidos que acompañaban mis movimientos de bombeo mientras la follaba, arqueando un poco el cuerpo subió más el culo para facilitar la penetración. Bajé la mano por debajo del cuerpo para buscar su clítoris y darle placer, pero entonces hablo.
- No cariño, que tengo sueño, córrete tu
Aquello me vino bien, solo tenía ganas de deshacerme de aquella carga que me dolía en los testículos. Entonces subí el ritmo de la penetración y no tardé en tener el esperma a la puerta de salida del pene, no tuve que hacer mas que dejarlo salir. Fue una corrida larga y potente, con un primer chorro largo y fuerte que golpeó el fondo de la vagina ruidosamente, de los que dan mucho placer cuando sale, un segundo de pausa y cuatro o cinco espasmos seguidos con abundante leche rociando la vagina de mi mujer, otro segundo de parón y cuatro o cinco espasmos mas, mucha leche vertida, tanto que mi mujer se extraño y dijo
- Pero mi amor, ¿que te ha pasado, de dónde vienes así?
- Es la primavera cariño, que la sangre altera
-
Al cabo de unos días en la piscina, allí estaba Victoria, sentada en la hamaca delante de mí, no paraba de mirarme a la cara, descarada, y yo avergonzado de lo que pasó, en toda la noche no la miré directamente a la cara.
Al terminar de cenar me dijo si la acompañaba y le dije que no, que vaya sola, pero mi mujer insistió en que la acompañara
- No seas tonto que es muy tarde y está oscuro para una chiquilla sola
Accedí, hablamos de obviedades todo el camino, hasta la puerta de su casa, como si no hubiese pasado nada, hacía calor, pero justo al llegar a la puerta empezó a llover y tuvo que invitarme a pasar dentro de la portería para protegerme de la lluvia otra vez.
Una vez dentro a oscuras se me acercó agarrándome del cuello se acercó a mi, ella parecía tranquila, pero yo estaba nerviosos, puse los codos para mantener la distancia pero duró poco, cuando su cuerpo contactó con el mío, enroscó sus labios a los míos como la otra vez, bajando su mano directamente me bajó la bragueta y sacó el pene al exterior acariciándolo con la mano, lo agarró con el puño y subió y bajó la mano a lo largo del tronco varias veces, dejo de besarme y se agachó para ponérselo en la boca.
Sus labios grandes rodeaban el glande mientras con la lengua lamía toda la bola como un chupa-chups, aquello me llevó a la locura, estuvo chupando un rato el caramelo y casi me corro, la hice levantar y que se abriera la piernas, puse mi pene entre ellas con la bragas puestas y una vez ahí cerró las piernas, empezó a mover sus cadera adelante y atrás como follándome, aproveché para meterle otra vez la mano por el culo y buscar su agujerito pequeño, lo toqué suavemente con la punta del índice, esta vez no se apartó, lo toqué mas hasta que metí la puntita dentro del agujerito, ella abrió un poco las piernas para dejarme acceder mejor, aproveché para bajar la otra mano por delante y agarré el pene encañonando lo restregué por la raja apartando un poquito la braga, con la intención de no meterlo dentro, solo restregarlo por la rajita, pero ella empujó, metiéndoselo dentro de la vagina.
Me quedé quieto, pasmado, así estuvimos unos segundos, de pié, Victoria empalada en mi pene en una postura un tanto incómoda, entonces ella apartó el culo y se desclavó del pene y de un golpe, bajó su falda y se arregló el vestido, entonces dije
- ¿no me vas a dejar así?
- Espera un poco, que aquí puede bajar o entrar alguien y pillarnos, y además, mi mama está de cena con sus amigas y puede volver pronto, ¡vamos ven conmigo¡
Me puse el pene dentro pero sin cerrar la bragueta y la seguí. Subió las escaleras sin hacer ruido y me llevó al último rellano, el que da a la terraza.
- Aquí no subirá nadie a estas horas, pero no hagas ruido tío
En silencio total y sin preámbulos se quitó la braguita y la metió en el bolsillo
- ¡Vamos siéntate en el rellano¡
Me quité el pantalón y me senté, solo con la camiseta puesta, ella se levantó la faldita y abriendo las piernas una a cada lado, bajó el culo, en cuclillas, llegó hasta la punta del glande abrió con una mano su almeja y la encaró al glande, lo agarró y lo restregó por la raja mojada, una vez engrasado éste, se sentó encima, clavándoselo hasta la raíz.
Así, quieta abrazada a mí estuvo unos segundos, agazapada, apretando y soltando lentamente los músculos de la vagina para acoplarse totalmente y notar el pene en su interior, seguidamente empezó a levantar y bajar el culo, bombeando, follando.
La sensación de placer era inmenso, se notaba todo el conducto vaginal frotar mi pene del glande a la raíz, sedoso, húmedo, a fuera y hasta el fondo, afuera y hasta al fondo hasta rascar el vello de su pubis contra el mío, lentamente, aumentando la velocidad poco a poco, el semen se me acumulaba en el conducto del pene, ya totalmente lleno empujando hacia la puerta del glande. Antes de que eyaculara, me detuve y la hice parar
- Para un momento, levántate y date la vuelta
Ella se levantó, desclavándose del pene que al salir golpeó mi abdomen, untándolo de jugos vaginales, estaba mojado totalmente, ella se dio la vuelta y se puso de culo a mí y agachándose y abriendo las nalgas para dejar la raja asequible al macho dijo
- ¿Así?
No le contesté, solo le agarré el culo y lo acerqué al pene, no hizo falta encaminarlo, con lo engrasado que estaba todo, él solo se metió hasta al fondo en el momento en que se sentó sobre mi pubis, se quedó inmóvil con el manubrio estacado en su interior.
Busqué con una mano por debajo del vestido hasta llegar a sus tetas, empecé a manosearlas, unas mamas turgentes con los las aureolas erectas y duras, mientras con la otra bajé a buscar la rajita, llegué hasta la vagina y seguí el surco hasta encontrar la raíz de mi pene totalmente incrustado en el interior Pude tocar mis testículos, pero seguí hacia arriba buscando el clítoris que encontré rápidamente, estaba totalmente erecto, como un garbanzo.
Empecé a frotar su clítoris con el dedo mojado de sus jugos, permaneció quieta sentada sin mover ni un pelo, esperando el clímax, saboreando el placer que le daba el masaje de su botón del gusto, ensamblada en mi manubrio sin decir nada, en silencio, solo respirando fuerte y suspirando ahogadamente para evitar el ruido.
A los pocos segundos noté como su vagina empezó a dar espasmos contra mi pene, mientras ella no podía ahogar sus gemidos de la corrida y soltó como unos quejidos, apretando u soltando fuertemente mi pene con las contracciones.
Entonces, sin haber terminado aún la corrida, empezó a mover el culo, subiéndolo y bajándolo, bombeando mi pene, como enloquecida. No tardé mucho en tener mi corrida, entonces la acompañé en la follada.
En cada embestida la levantaba del suelo una y otra vez, entonces la puerta del glande se abrió, en ese mismo instante también se abrió la puerta del zaguán, se encendió la luz y nos quedamos quietos, inmóviles, al descubierto.
Alguien empezó a subir a pié con velocidad hacia arriba, con la luz encendida, pude ver bien la cara de Victoria, acalorada y mejillas rosadas labios rojos excitada, al tiempo que mi pene soltaba el primer chorro de leche contra el fondo de su húmeda vagina, ella estaba asustada por el ruido de los pasos que subía por la escalera hacia nosotros pero al tiempo ruborizada por el gusto de la corrida y saboreaba la inyección de esperma que golpeaba su vagina. Ella dijo
- ¡es mi mamá, está subiendo¡
Mi pene seguía soltando chorros de esperma en su vagina, aquel peligro aumentaba mi excitación, y el de ella, podía notar la palpitación de su corazón en su vagina, mientras mi pene no dejaba de brollar leche en su interior, nunca había tenido una eyaculación tan prolongada, tanto que rezumaba de su vagina y caía encima de mis testículos y sobre la escalera.
El último espasmo de mi pene se juntó con el rodar de la llave de mi cuñada en la puerta de su casa, que entró y cerró la puerta al tiempo que mi último chorro de esperma entraba en las entrañas de su hija.
Entonces se apagó la luz otra vez y nos quedamos rendidos unos minutos emparejados como dos perros que acaban de follar y no pueden desengancharse, relajándose y recuperando las pulsaciones, mientras todos los fluidos goteaban sobre el suelo de la escalera.
Ella se levantó, desclavándose del trozo de carne ya semierecta y se sacó la braguita del bolsillo, abrió las piernas para poder limpiarse bien la raja de leche y después se la puso otra vez en el bolsillo toda mojada.
- Vete sin hacer ruido, que mi mamá nos puede oír
Me dio un besito en los labios y se fue lentamente, bajando las escaleras con el culo al aire mientras se bajaba lentamente el vestido para que yo pudiera saborear la última visión de su culo antes de entrar en el piso, giró su cara mirándome a los ojos mientras bajaba definitivamente la falda.
Como pude salí del zaguán y me fui a casa.
- Te veo preocupada, ¿te pasa algo?
- No, no me pasa nada tío. Es que he tenido que mentir a mis amigas para no ir a una fiesta con ellas, para venir a la piscina y seguro que me pillan.
-
Le quité fuerza a su preocupación como pude .
Se hizo tarde, y Victoria dijo, dirigiéndose a mi mujer
- ¿tía te molesta acompañarme a mi casa? Es que tengo miedo de ir tan tarde sola por la calle
Mi mujer dirigiéndose a mí me dijo
- ¿Cariño, quieres ir tú?, me duele la cabeza
Le dije que claro que sí, y nos fuimos charlando de tonterías por las calles solitarias, hasta la puerta del edificio de viviendas donde vivía con mis cuñados, con la portería a oscuras, nos detuvimos con nuestra conversación en marcha.
Victoria es una muchacha que está saliendo de la adolescencia de, pero nadie lo diría, está hecha una mujer, muy guapa con los labios carnosos y la boca grande, Alta pelo ondulado castaño. Vamos, muy bonita, y un culo grande empinado sobre unas uernas larguísimas y proporcionado precioso como un violoncelo.
Nunca había mirado a Victoria como un objetivo sexual, sino como la sobrina que ví crecer desde pequeña aunque ella si que se me acercaba muchas veces como coqueteando, a lo que yo nunca correspondí para marcar el territorio. Soy su tío, bueno, marido de su tía.
Cuando charlábamos en el portal ya un rato, ella se asustó de golpe y me dijo con voz bajita:
- ¡Huy mis amigas, vienen por ahí¡, me van a pillar, voy a quedar fatal.
Muy nerviosa, casi un poco exagerada para la situación, aunque nadie puede saber los compromisos que tiene cada persona y como queda rompiéndolos, con otras personas. Entonces dijo
- Ven, arrimémonos al portal y abrázame, que no me vean.
Nos ocultamos un poco en la sombra de la portería y se abalanzó sobre mí, apretando su cuerpo al mío, al tiempo que acercó su cara a la mía y abriendo los labios los pegó contra los míos, cubriéndolos totalmente como una ventosa, un beso largo, húmedo que duró lo que tardaron en pasar sus amigas por la calle lentamente.
Durante ese tiempo mi miembro empezó a hincharse involuntariamente, aprisionado dentro del pantalón, marcando un bulto considerable, seguro que era imposible que ella no lo notara, igual que yo notaba sus tetas apretadas contra mi pecho.
Pasaron sus amigas, pasó el peligro y ella se apartó, aflojando el abrazo y quitando los labios de los míos, sacó la llave y abriendo la puerta, entro y dijo bajito
- Pasa un momento que nos volverán a pillar
La seguí a dentro, pero ella no encendió la luz y se volvió a echar sobre mí con la boca abierta, reflexivamente le respondí con la mía también abierta y se entrelazaron las lenguas intercambiándonos la saliva, en el abrazo bajé las manos hasta el preciosos culo, que solo cubría el suave vestido veraniego que dejaba notar la carne en todo su esplendor, se notaban las dos nalgas blanditas pero tersas, potentes, recorrí las curvas de arriba abajo, podía tocar la pequeña braga tanga por encima de la tela.
El zaguán estaba oscuro pero entraba un reflejo de luz de las farolas de la calle a través del cristal. Levanté la falda para poder tocar el culo y puse la mano sobre la carne por encima del hilo del pequeño tanga, que aparté con el dedo para recorrer de arriba abajo el surco entre sus glúteos.
Ella no besaba sino que sorbía mi lengua que estaba ya dentro de su boca totalmente, bajó su mano torpemente apartando un poco su cuerpo hasta el bulto de mi pene en el pantalón. Yo también ayudé apartando el cuerpo para abrirle paso, lo agarró con la mano y empezó a acariciarlo por encima, lo apretó agarrándolo, noté su mano como si no tuviera tela encima.
Aquella situación me excitó muchísimo, ni se me pasó por la cabeza que era mi sobrinita, seguí acariciando su culo, aparté un glúteo con la mano mientras con la otra llegué a agujerito de su culo, lo toqué suavemente y ella lo apretó cerrando la puerta de la entrada, entonces recuperé parte de la cordura y aparté el culo, me solté de golpe y separándome asustado dijo
- Creo que nos hemos pasado, pueden bajar de un momento a otro y pillarnos, esto no está bien
Se despidió con una sonrisa maliciosa y subió la escalera rápidamente hasta su casa moviendo las caderas, bamboleando las nalgas de un lado a otro, precioso espectáculo.
Seguí mi camino hasta mi casa sin poder bajarme el bulto del pantalón. Cuando llegué a mi mi mujer estaba ya durmiendo en el dormitorio matrimonial, mientras me quitaba la ropa la observé acostada bocabajo con el culo en pompa, con las piernas abiertas, como hacía calor, totalmente desnuda con una braguita minúscula que desde mi posición dejaba ver los labios vaginales por los lados, me acosté a su lado y le arrimé el sexo erguido, cuando lo notó me dijo
- Huy, aparta eso, con el calor que hace, no piensas en otra cosa.
Insistí, arrimándome más, le puse la mano en el culo, bajando hasta la raja del coño aparté levemente la tela y recorrí con el dedo la grieta, estaba húmeda y caliente. Entonces mi mujer reaccionó arrimándose, aunque medio dormida, me quité el calzoncillo y con el pene como un mástil de bandera me puse detrás de ella, le abrí un poco más las piernas, apunté el glande en la raja, sin quitarle las bragas, solo aparatándolas a un lado y le metí la punta lentamente, empujé un poco más y se la metí toda.
Mi mujer permanecía callada, solo unos suaves quejidos que acompañaban mis movimientos de bombeo mientras la follaba, arqueando un poco el cuerpo subió más el culo para facilitar la penetración. Bajé la mano por debajo del cuerpo para buscar su clítoris y darle placer, pero entonces hablo.
- No cariño, que tengo sueño, córrete tu
Aquello me vino bien, solo tenía ganas de deshacerme de aquella carga que me dolía en los testículos. Entonces subí el ritmo de la penetración y no tardé en tener el esperma a la puerta de salida del pene, no tuve que hacer mas que dejarlo salir. Fue una corrida larga y potente, con un primer chorro largo y fuerte que golpeó el fondo de la vagina ruidosamente, de los que dan mucho placer cuando sale, un segundo de pausa y cuatro o cinco espasmos seguidos con abundante leche rociando la vagina de mi mujer, otro segundo de parón y cuatro o cinco espasmos mas, mucha leche vertida, tanto que mi mujer se extraño y dijo
- Pero mi amor, ¿que te ha pasado, de dónde vienes así?
- Es la primavera cariño, que la sangre altera
-
Al cabo de unos días en la piscina, allí estaba Victoria, sentada en la hamaca delante de mí, no paraba de mirarme a la cara, descarada, y yo avergonzado de lo que pasó, en toda la noche no la miré directamente a la cara.
Al terminar de cenar me dijo si la acompañaba y le dije que no, que vaya sola, pero mi mujer insistió en que la acompañara
- No seas tonto que es muy tarde y está oscuro para una chiquilla sola
Accedí, hablamos de obviedades todo el camino, hasta la puerta de su casa, como si no hubiese pasado nada, hacía calor, pero justo al llegar a la puerta empezó a llover y tuvo que invitarme a pasar dentro de la portería para protegerme de la lluvia otra vez.
Una vez dentro a oscuras se me acercó agarrándome del cuello se acercó a mi, ella parecía tranquila, pero yo estaba nerviosos, puse los codos para mantener la distancia pero duró poco, cuando su cuerpo contactó con el mío, enroscó sus labios a los míos como la otra vez, bajando su mano directamente me bajó la bragueta y sacó el pene al exterior acariciándolo con la mano, lo agarró con el puño y subió y bajó la mano a lo largo del tronco varias veces, dejo de besarme y se agachó para ponérselo en la boca.
Sus labios grandes rodeaban el glande mientras con la lengua lamía toda la bola como un chupa-chups, aquello me llevó a la locura, estuvo chupando un rato el caramelo y casi me corro, la hice levantar y que se abriera la piernas, puse mi pene entre ellas con la bragas puestas y una vez ahí cerró las piernas, empezó a mover sus cadera adelante y atrás como follándome, aproveché para meterle otra vez la mano por el culo y buscar su agujerito pequeño, lo toqué suavemente con la punta del índice, esta vez no se apartó, lo toqué mas hasta que metí la puntita dentro del agujerito, ella abrió un poco las piernas para dejarme acceder mejor, aproveché para bajar la otra mano por delante y agarré el pene encañonando lo restregué por la raja apartando un poquito la braga, con la intención de no meterlo dentro, solo restregarlo por la rajita, pero ella empujó, metiéndoselo dentro de la vagina.
Me quedé quieto, pasmado, así estuvimos unos segundos, de pié, Victoria empalada en mi pene en una postura un tanto incómoda, entonces ella apartó el culo y se desclavó del pene y de un golpe, bajó su falda y se arregló el vestido, entonces dije
- ¿no me vas a dejar así?
- Espera un poco, que aquí puede bajar o entrar alguien y pillarnos, y además, mi mama está de cena con sus amigas y puede volver pronto, ¡vamos ven conmigo¡
Me puse el pene dentro pero sin cerrar la bragueta y la seguí. Subió las escaleras sin hacer ruido y me llevó al último rellano, el que da a la terraza.
- Aquí no subirá nadie a estas horas, pero no hagas ruido tío
En silencio total y sin preámbulos se quitó la braguita y la metió en el bolsillo
- ¡Vamos siéntate en el rellano¡
Me quité el pantalón y me senté, solo con la camiseta puesta, ella se levantó la faldita y abriendo las piernas una a cada lado, bajó el culo, en cuclillas, llegó hasta la punta del glande abrió con una mano su almeja y la encaró al glande, lo agarró y lo restregó por la raja mojada, una vez engrasado éste, se sentó encima, clavándoselo hasta la raíz.
Así, quieta abrazada a mí estuvo unos segundos, agazapada, apretando y soltando lentamente los músculos de la vagina para acoplarse totalmente y notar el pene en su interior, seguidamente empezó a levantar y bajar el culo, bombeando, follando.
La sensación de placer era inmenso, se notaba todo el conducto vaginal frotar mi pene del glande a la raíz, sedoso, húmedo, a fuera y hasta el fondo, afuera y hasta al fondo hasta rascar el vello de su pubis contra el mío, lentamente, aumentando la velocidad poco a poco, el semen se me acumulaba en el conducto del pene, ya totalmente lleno empujando hacia la puerta del glande. Antes de que eyaculara, me detuve y la hice parar
- Para un momento, levántate y date la vuelta
Ella se levantó, desclavándose del pene que al salir golpeó mi abdomen, untándolo de jugos vaginales, estaba mojado totalmente, ella se dio la vuelta y se puso de culo a mí y agachándose y abriendo las nalgas para dejar la raja asequible al macho dijo
- ¿Así?
No le contesté, solo le agarré el culo y lo acerqué al pene, no hizo falta encaminarlo, con lo engrasado que estaba todo, él solo se metió hasta al fondo en el momento en que se sentó sobre mi pubis, se quedó inmóvil con el manubrio estacado en su interior.
Busqué con una mano por debajo del vestido hasta llegar a sus tetas, empecé a manosearlas, unas mamas turgentes con los las aureolas erectas y duras, mientras con la otra bajé a buscar la rajita, llegué hasta la vagina y seguí el surco hasta encontrar la raíz de mi pene totalmente incrustado en el interior Pude tocar mis testículos, pero seguí hacia arriba buscando el clítoris que encontré rápidamente, estaba totalmente erecto, como un garbanzo.
Empecé a frotar su clítoris con el dedo mojado de sus jugos, permaneció quieta sentada sin mover ni un pelo, esperando el clímax, saboreando el placer que le daba el masaje de su botón del gusto, ensamblada en mi manubrio sin decir nada, en silencio, solo respirando fuerte y suspirando ahogadamente para evitar el ruido.
A los pocos segundos noté como su vagina empezó a dar espasmos contra mi pene, mientras ella no podía ahogar sus gemidos de la corrida y soltó como unos quejidos, apretando u soltando fuertemente mi pene con las contracciones.
Entonces, sin haber terminado aún la corrida, empezó a mover el culo, subiéndolo y bajándolo, bombeando mi pene, como enloquecida. No tardé mucho en tener mi corrida, entonces la acompañé en la follada.
En cada embestida la levantaba del suelo una y otra vez, entonces la puerta del glande se abrió, en ese mismo instante también se abrió la puerta del zaguán, se encendió la luz y nos quedamos quietos, inmóviles, al descubierto.
Alguien empezó a subir a pié con velocidad hacia arriba, con la luz encendida, pude ver bien la cara de Victoria, acalorada y mejillas rosadas labios rojos excitada, al tiempo que mi pene soltaba el primer chorro de leche contra el fondo de su húmeda vagina, ella estaba asustada por el ruido de los pasos que subía por la escalera hacia nosotros pero al tiempo ruborizada por el gusto de la corrida y saboreaba la inyección de esperma que golpeaba su vagina. Ella dijo
- ¡es mi mamá, está subiendo¡
Mi pene seguía soltando chorros de esperma en su vagina, aquel peligro aumentaba mi excitación, y el de ella, podía notar la palpitación de su corazón en su vagina, mientras mi pene no dejaba de brollar leche en su interior, nunca había tenido una eyaculación tan prolongada, tanto que rezumaba de su vagina y caía encima de mis testículos y sobre la escalera.
El último espasmo de mi pene se juntó con el rodar de la llave de mi cuñada en la puerta de su casa, que entró y cerró la puerta al tiempo que mi último chorro de esperma entraba en las entrañas de su hija.
Entonces se apagó la luz otra vez y nos quedamos rendidos unos minutos emparejados como dos perros que acaban de follar y no pueden desengancharse, relajándose y recuperando las pulsaciones, mientras todos los fluidos goteaban sobre el suelo de la escalera.
Ella se levantó, desclavándose del trozo de carne ya semierecta y se sacó la braguita del bolsillo, abrió las piernas para poder limpiarse bien la raja de leche y después se la puso otra vez en el bolsillo toda mojada.
- Vete sin hacer ruido, que mi mamá nos puede oír
Me dio un besito en los labios y se fue lentamente, bajando las escaleras con el culo al aire mientras se bajaba lentamente el vestido para que yo pudiera saborear la última visión de su culo antes de entrar en el piso, giró su cara mirándome a los ojos mientras bajaba definitivamente la falda.
Como pude salí del zaguán y me fui a casa.
7 comentarios - Acompañando a mi sobrinita
van p