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Primer anal

Antes que nada, perdón por tanto tiempo de silencio, No siempre se puede dedicar a esto todo el tiempo que quisiera

Hacía ya tiempo que mi madre y yo estábamos inmersos en una relación sexual que era, al menos para mi, de lo más satisfactoria. Ninguna tía de mi edad podría darme lo que ella me daba. Era pasión, experiencia, amor y entrega sin límites.
Pero hacía ya tiempo que yo tenía algo en mente. Cada vez me ponía más el culo de mi madre. No era nada espectacular, pero me tenía muerto de ganas, aunque no sabía como planteárselo. Por descontado que entre nosotros había confianza más que suficiente. Pero por otra parte sentía un cierto temor a que si se lo planteaba, hasta lo que teníamos se pudiese acabar.
Faltaba poco para mi cumpleaños. Y como siempre mi madre me preguntó que me apetecía para celebrarlo.
Yo me limité a mirarla poniendo todo el deseo posible en mis ojos mientras me mordía el labio inferior, pues sabía que eso la excitaba mucho.
-Ya -contestó mientras se reía viendo por donde iban los tiros.- ¿Y además de eso?
-Pues mira. Ahora que lo dices me gustaría probar algo nuevo.
-¿Algo nuevo? -se extrañó ella.- ¿El que?
-Me encantaría ese culo maravilloso que tienes.
-¿Y que pretendes? ¿Qué lo intercambiemos? -se rio.
-Creo que ya sabes lo que me gustaría.
-Pues olvídate. Por ahí no entró nadie y no serás tú el primero.
-Entonces no quiero nada. Nada me haría más feliz que eso. Pero si no puede ser, pues nada.. (Aquí puse mi mejor cara de pena. Que hijo de puta puedo ser..)
-Cariño, no te pongas así. Sabes que te daría lo que fuese. pero eso es demasiado. Tienes una polla enorme y no tengo ganas de acabar con el culo reventado. Lo siento, pero es lo que hay.
-Vale. No te preocupes.
Me levanté del sofá donde estaba sentado, le di un pico en los labios y me marché a dar una vuelta. Sé que jugué sucio, pues quería hacer que se sintiese culpable, pero aquel culo me tenia hipnotizado.
Cuando llegué de noche la velada transcurrió como si no hubiese pasado nada. Me acosté temprano y cuando ella vino para cama, me hice el dormido.
Los días pasaron lentos y yo fingí haberme olvidado del tema. Seguíamos follando como conejos cuando nos apetecía y yo procuraba no acercar mis manos a ese culo que me llamaba a gritos. Ni una simple caricia. Ella se daba cuenta pero no decía nada. Empezaba a sentirme culpable por hacerle aquello, pero mi mente solo podía pensar en follarme aquel culo. Estaba volviéndome loco.
Por fin llegó mi cumpleaños. Me hicieron una fiesta en casa de mis abuelos, donde estaba toda la familia.
Hubo comida, bebida y risas en abundancia. Tras la comida y la tarta, llegaron los regalos. todo el mundo quería ser el primero en darme el suyo, pero mi madre se mantenía en un segundo plano y eso me mosqueó.
-A ver Mari. ¿Y el regalo de tu hijo? -preguntó mi abuela-
-Lo siento mamá, pero me lo olvidé en casa. Pero luego se lo doy -contestó ella sonriéndome mientras me revolvía el pelo-
-No pasa nada, abuela -dije yo. Pero estaba rabiando por dentro. Creía que era un castigo de mi madre aunque yo había procurado seguir siendo un buen hijo y no había vuelto a sacar el tema.
La fiesta aun duró un par de horas más hasta que cada uno se fue a su casa. Mi madre y yo, caminado uno al lado del otro comentábamos como había salido todo. No quise hablar de su regalo, o de la falta de el. Si era un castigo, ya me lo diría y actuaría en consecuencia. Así que procuré actuar lo más normal posible.
Cuando llegamos a casa, mi madre pasó el pestillo a la puerta y yo fui a ponerme ropa más cómoda: un pantalón de deportes y una camiseta.
Cuando volví al salón, mi madre me esperaba con un camisón minúsculo, un pequeño paquete envuelto en papel de regalo y una sonrisa mayúscula.
-Feliz cumpleaños, hijo.
-Vaya. me has dejado sin palabras -y era verdad. Ella estaba espectacular.
-Pero ábrelo -me dijo ella al ver que yo no prestaba atención al pequeño paquete. No podía apartar los ojos de su cuerpo.
-Voy, voy -acerté a decir.
Casi sin mirarlo, abrí el paquete. Y después los ojos como platos. Allí había un envase de gel lubricante de sabor a fresa.
-¿Y esto? -pregunté extrañado.
-¿No era lo que querías?
-Yo..
-Anda, calla -me tomó de la mano y me llevó al dormitorio.
Una vez allí me desnudó por completo y tumbó en la cama para después hacerme una de las mejores felaciones que me había hecho nunca. Cuando estaba a punto de acabar, se apartó y se tumbó boca abajo sobre la cama levantando el culo en mi dirección.
Desde esta postura, giró la cabeza en mi dirección y con una sonrisa me dijo:
-Feliz cumpleaños cielo. Espero que te guste. Esto nunca lo disfrutó nadie. Así que hazlo con cuidado si quieres volver a hacerlo.
No me lo podía creer. Enseguida me puse tras ella y lentamente liberé aquel maravilloso culo de la braga mientras lo cubría de besos. ¡Era genial!
Lamí aquel coño que se me ofrecía hasta hacerlo empaparse de deseo y comencé a hacer lo propio con el culo. Recordé el gel y cogí el envase de la mesilla; embadurné mis manos y me dediqué a acariciar el coño por un lado mientras comenzaba a meter un dedo en aquel culo que se me ofrecía.
Enseguida comenzaron los jadeos de mi madre y pronto era ella la que empujaba su culo contra mi dedo. Me atreví a meter un segundo dedo y ella dio un pequeño respingo, más por la sorpresa que por el dolor. Seguí abriendo ese culo que tanto deseaba un par de minutos más mientras acariciaba su clítoris con la otra mano.
Me incliné sobre ella y dejé un beso en su espalda antes de susurrarle al oído:
-¿Voy?
-Pero despacio hijo. Y si te lo digo, paras.
-De acuerdo. Te quiero, mamá.
-Y yo a ti, hijo.
Me embadurné bien la polla de gel y apunté a aquello que tanto deseaba. Dejé la punta apoyada contra el agujero un segundo hasta que fue ella misma quien empujó su culo contra mi.
Poco a poco, y parando de vez en cuando, fui entrando en aquel agujero que me apretaba como nunca había sentido.
Veía sus manos aferrarse con fuerza a las sábanas y me daba la impresión de que mordía la almohada para evitar gritar.
-¿Como va, mamá? -pregunté casi con miedo.
-Bien, ve despacio, pero no pares, aun -añadió en medio de jadeos.
Me detuve un instante pero enseguida ella comenzó a mover sus caderas adelante y atrás, así que yo también lo hice acompasando mis movimientos a los suyos.
Seguí bombeando durante unos minutos hasta que no pude más. Ella estaba a punto de correrse y me lo dijo.
-Acaba, hijo. No puedo más. ¡Me voy a correr!
-Yo también, mamá.
Nos corrimos juntos y caímos rendidos, yo sobre ella y estuvimos así un par de minutos, rendidos y recuperando el aliento.
Cuando mi polla salió de su culo, nos tumbamos uno al lado del otro. Creo que yo tenía una cara de gilipollas feliz indescriptible.
-¿Te ha gustado? -preguntó ella.
-Me ha encantado. Gracias mamá. ¿Y a ti?
-Mucho. De hecho, tal vez me lo pida yo para mi cumpleaños -respondió riendo.
-¿Y por qué esperar? -dije mientras le agarraba una nalga.
-Espérate ansioso, que creo que aun no me podré sentar en un par de días. Luego... ya se verá..

Casi fin..

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