Me mudé de ciudad y empecé a trabajar en una oficina en la que no éramos más que treinta personas. HabÃa más mujeres que hombres. Si bien no se destacaba ninguna, habÃa un par de veteranas interesantes. A mà me encantan las veteranas y acá habÃa una que me calentaba. Empezamos a hacernos amigos, entré en confianza, fui a comer un par de veces a su casa y hablábamos seguido por chat. A los pocos meses, por una reestructuración pasó a ser mi jefa.
Ella era morocha, tetas muy grandes, ojos celestes. TenÃa unos 50 años y yo 35. Era más bien rellena, con muchas curvas, cola grande. Siempre estaba arreglada y si bien no era una modelo ni una pendeja, siempre andaba con ropa ajustada y las tetas, no le daba pudor mostrarlas.
Si bien hablábamos mucho, sabiámos de las relaciones de cada uno, cuando yo querÃa poner picante la cosa, siempre me esquivaba con frases ingeniosas, chistes y se hacÃa la boluda. Entre sus romances me contó que una vez habÃa salido con alguien mucho más chico que ella, de treinta y pico. Eso hizo que yo me calentara un poco porque me di cuenta que le daba para salir con más pendejos.
Al tiempo me entero que estaba peleándose con un novio que tenÃa, pero del que yo no tenÃa mucha idea. Me dijo que le daba cosa decirle que andaba con alguien y eso me pareció raro. Parece que el tipo la habÃa cagado y ella estaba mal con eso. Una de esas veces me confesó que ella se lo cogÃa re bien, que al tipo lo daba vuelta, a lo que yo le dije "Si me lo hacés a mi, ni te largo". Y se reÃa.Â
Una vez que estaba medio callada por su situación le dije de ir a to,ar algo y distraerse. Aceptó y quedé en pasarla a buscar. Le dije "ponete linda", quiero que me vean con una bomba y que me tengan envidia. Me miró y me dijo que sÃ. Cuando pasé a buscarla, la esperé en mi auto. Llegó y estaba muy bien maquillada, perfumada. Cuando llegamos al bar y bajamos, la vi. Estaba hecha un infierno. Con calzas y una camisa que se le re notaban las tetas. No pudo contenerme y le dije "Estás para matarte". Y ella se sonrojó.
En el bar la pasamos bien, pero tomamos bastante y nos aflojamos. Yo estaba entrando en llamas. Le confesé que saber que habÃa estado con alguien de mi edad me encantaba. Por qué?, me pregunta. "Porque vos dijiste que al que salÃas lo cogÃas re bien, imagino que a un pendejo, lo debés coger mucho mejor, y el te debe coger bien a vos, mirá lo que sos".
- ¿Qué soy?
- Una bestia, para mà estás buenÃsima. Sos muy sexy.
- No te tenÃa asÃ...
- ¿Diciendo lo que pienso?
- SÃ, jejeje. Estás lanzado.
- ¿Te molesta?
- No.
- ¿Sigo?
- Epa...¿hay más?
- Mirá, estamos en confianza. Estuve con algunas mujeres más grandes que yo, y cuando me contaste lo del pendejo, me volvà loco. Siempre te vi linda, pero desde ese momento, pasaste a ser una fantasÃa sexual.
- Bueno, parece que nos pegaron los tragos. ¿Vamos?
Me habÃa cortado mal, pero no me quedé ahÃ. Cuando volvÃamos en el auto, estaciono para dejarla. Su calle era medio oscura. Me dice, "Gracias por liberarme la cabeza un rato y decirme cosas lindas para levantar mi autoestima". Cuando me viene a dar un beso, le como la boca. Ella respondió. Fue un beso lindo, pero que se sintió caliente. Nos separamos, nos miramos y seguimos apretando. En eso le toco las tetas, le tenÃa unas ganas terribles. Ella largo un gemido.
No dudé y apreté más. Le abrà la camisa y baje a chupárselas. "Ay sÃ, pendejo, comelas. Dale, sÃ" Le besaba el cuello con ese perfume que me excitaba. SeguÃa con sus tetas. Muy caliente. Empecé a tocarle las piernas, mientras seguÃan los besos. Ella se dejaba hacer. A mi la pija ya se me habÃa puesto muy dura, pero no me la tocaba. Se ve que necesitaba que le den placer a ella.
Le mandé la mano en la concha, sin sacarle la calza. Se sentÃa mojada. GemÃa. Con un movimiento le metà la mano adentro y mientras la besaba, empecé a pajearla. Estaba muy al palo ella, en pocos minutos, mientras le metÃa los dedos y le mordÃa las tetas, acabó y se desplomó en el asiento.
- Como me calentaste pendejo...que bien me tocaste. Confieso que en el bar me hice la cabeza con vos y hace mucho que no garcho. Perdoná, pero me tengo que ir ahora. Sus hijos (estaba separada y vivÃan con ella) deben estar por llegar, si no, te hacÃa pasar.
- Vamos a un telo.
- Otro dÃa, prometo que te cumplo la fantasÃa.
Continuará
Ella era morocha, tetas muy grandes, ojos celestes. TenÃa unos 50 años y yo 35. Era más bien rellena, con muchas curvas, cola grande. Siempre estaba arreglada y si bien no era una modelo ni una pendeja, siempre andaba con ropa ajustada y las tetas, no le daba pudor mostrarlas.
Si bien hablábamos mucho, sabiámos de las relaciones de cada uno, cuando yo querÃa poner picante la cosa, siempre me esquivaba con frases ingeniosas, chistes y se hacÃa la boluda. Entre sus romances me contó que una vez habÃa salido con alguien mucho más chico que ella, de treinta y pico. Eso hizo que yo me calentara un poco porque me di cuenta que le daba para salir con más pendejos.
Al tiempo me entero que estaba peleándose con un novio que tenÃa, pero del que yo no tenÃa mucha idea. Me dijo que le daba cosa decirle que andaba con alguien y eso me pareció raro. Parece que el tipo la habÃa cagado y ella estaba mal con eso. Una de esas veces me confesó que ella se lo cogÃa re bien, que al tipo lo daba vuelta, a lo que yo le dije "Si me lo hacés a mi, ni te largo". Y se reÃa.Â
Una vez que estaba medio callada por su situación le dije de ir a to,ar algo y distraerse. Aceptó y quedé en pasarla a buscar. Le dije "ponete linda", quiero que me vean con una bomba y que me tengan envidia. Me miró y me dijo que sÃ. Cuando pasé a buscarla, la esperé en mi auto. Llegó y estaba muy bien maquillada, perfumada. Cuando llegamos al bar y bajamos, la vi. Estaba hecha un infierno. Con calzas y una camisa que se le re notaban las tetas. No pudo contenerme y le dije "Estás para matarte". Y ella se sonrojó.
En el bar la pasamos bien, pero tomamos bastante y nos aflojamos. Yo estaba entrando en llamas. Le confesé que saber que habÃa estado con alguien de mi edad me encantaba. Por qué?, me pregunta. "Porque vos dijiste que al que salÃas lo cogÃas re bien, imagino que a un pendejo, lo debés coger mucho mejor, y el te debe coger bien a vos, mirá lo que sos".
- ¿Qué soy?
- Una bestia, para mà estás buenÃsima. Sos muy sexy.
- No te tenÃa asÃ...
- ¿Diciendo lo que pienso?
- SÃ, jejeje. Estás lanzado.
- ¿Te molesta?
- No.
- ¿Sigo?
- Epa...¿hay más?
- Mirá, estamos en confianza. Estuve con algunas mujeres más grandes que yo, y cuando me contaste lo del pendejo, me volvà loco. Siempre te vi linda, pero desde ese momento, pasaste a ser una fantasÃa sexual.
- Bueno, parece que nos pegaron los tragos. ¿Vamos?
Me habÃa cortado mal, pero no me quedé ahÃ. Cuando volvÃamos en el auto, estaciono para dejarla. Su calle era medio oscura. Me dice, "Gracias por liberarme la cabeza un rato y decirme cosas lindas para levantar mi autoestima". Cuando me viene a dar un beso, le como la boca. Ella respondió. Fue un beso lindo, pero que se sintió caliente. Nos separamos, nos miramos y seguimos apretando. En eso le toco las tetas, le tenÃa unas ganas terribles. Ella largo un gemido.
No dudé y apreté más. Le abrà la camisa y baje a chupárselas. "Ay sÃ, pendejo, comelas. Dale, sÃ" Le besaba el cuello con ese perfume que me excitaba. SeguÃa con sus tetas. Muy caliente. Empecé a tocarle las piernas, mientras seguÃan los besos. Ella se dejaba hacer. A mi la pija ya se me habÃa puesto muy dura, pero no me la tocaba. Se ve que necesitaba que le den placer a ella.
Le mandé la mano en la concha, sin sacarle la calza. Se sentÃa mojada. GemÃa. Con un movimiento le metà la mano adentro y mientras la besaba, empecé a pajearla. Estaba muy al palo ella, en pocos minutos, mientras le metÃa los dedos y le mordÃa las tetas, acabó y se desplomó en el asiento.
- Como me calentaste pendejo...que bien me tocaste. Confieso que en el bar me hice la cabeza con vos y hace mucho que no garcho. Perdoná, pero me tengo que ir ahora. Sus hijos (estaba separada y vivÃan con ella) deben estar por llegar, si no, te hacÃa pasar.
- Vamos a un telo.
- Otro dÃa, prometo que te cumplo la fantasÃa.
Continuará
2 comentarios - Madura del trabajo (amiga y jefa) (1)